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Intercambio mojado

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Esta experiencia nos ocurrió en Marzo del 2004, en la ciudad de Córdoba.

La relación con mi esposa se estaba rompiendo de a poco. De hecho, ya estábamos separados hacia dos meses. Ella se había ido a vivir con su madre que había enviudado hacia poco tiempo y yo, continuaba solo en casa.

Días antes, había recibido un mail de una pareja cordobesa, preguntando por nosotros. Ellos eran Claudia y Pablo, que aunque no los conocíamos personalmente, ya habíamos mantenido un contacto vía Internet el año anterior, intercambiando algunas fotos e historias. Con ellos habíamos planeado conocernos para intentar algún intercambio "Light", pero lamentablemente no lo pudimos concretar. De todas formas teníamos buenos recuerdos de ellos y el contacto seguía pendiente.

Les devolví el mensaje, diciéndoles que en la siguiente semana, tendría que ir a Córdoba por trabajo. Ellos se pusieron muy contentos con la noticia y me pasaron su número telefónico para que los llame y así programar un encuentro para conocernos.

Inmediatamente la llamé a Vanessa para consultarle si me quería acompañar a Córdoba. En un principio y dado como estaban nuestras relaciones, me dijo que no, pero al comentarle que existía la posibilidad de encontrarnos con esta pareja, me dijo que lo pensaría. Después de recordar quienes eran y al ver las fotos que nos habían mandado antes, me dio la aprobación diciendo que le gustaría ir conmigo.

Antes de salir, me comuniqué con Pablo por teléfono para avisarle que estaríamos llegando a Córdoba a las 21 horas, que íbamos a estar alojados en el hotel Holliday Inn y que si querían, podrían pasar a buscarnos por allí, puesto que era un buen lugar para encontrarnos y que por otro lado no tendríamos movilidad. La idea era encontrarnos para ir a cenar o tomar algo y ver a partir de allí, como se desarrollaría la cosa. El me contestó que no había ningún problema y me pidió que lo llamara después de llegar.

Llegamos a la hora programada y rápidamente nos fuimos a la habitación para cambiamos de ropa. Como hacia bastante calorcito, Vane se puso un vestidito corto azul con un escote muy pronunciado, por supuesto sin corpiño y solo llevaba debajo un tanga blanca muy cavada que me volvía loco. Se subió arriba de unas sandalias de taco alto y se perfumó con "Tommy Girl", que me delira. Yo por mi lado, estrené una camisa y un pantalón de "Calvin Klein", especial para esta ocasión. En fin, nos arreglamos para tratar de estar lindos, para este encuentro. Después de terminar de arreglarnos, cruzamos nuestras miradas y nos fuimos al humo uno al otro. Empezamos a besarnos y pude ver que Vanessa estaba un poco dubitativa. Ella comentó que una cosa era intercambiar fotos o decir cosas excitantes en el Chat y otra cosa distinta era encontrarse cara a cara, con alguien a quien le habíamos mandado fotos intimas, desnudos o haciendo el amor.

Dándole un abrazo, la consolé un poco y le prometí que yo la iba a apoyar en cualquiera que fuera su decisión. De todas formas, como yo estaba decidido a seguir adelante, trate de alentarla para que ella continuara.

No nos sobraba mucho el tiempo, por lo que inmediatamente bajamos al lobby del hotel para esperar a nuestros desconocidos amigos. Después de estar esperando por aproximadamente media hora, recibí un llamado en la recepción del hotel. Era Pablo, para avisarme que tenía a sus 2 hijos en cama, con mononucleosis. Que se lamentaba mucho pero iba a ser imposible dejarlos solos para poder encontrarse con nosotros. Sin otra solución posible, nos despedimos y quedamos en mantener el contacto para otra oportunidad.

Vane no se puso muy contenta con la noticia. La conozco muy bien. Es mas, llegó a pensar que todo esto había sido un invento mío para intentar estar solo con ella y tratar de arreglar lo nuestro. La invité a cenar y dijo que no tenía ganas, porque no le entraba ni un alfiler. Fue entonces, cuando evaluando que estábamos a pie, ella propuso tomar algo en la confitería del hotel. Era un lunes a la noche y estaba todo medio muerto.

Nos sentamos en una mesa muy bonita con poca luz. Pedimos unos cafés y nos quedamos charlando. Mutuamente nos fuimos poniendo románticos y al rato estábamos a los besos y a los manotazos limpios. Siendo las 23 horas, decidimos volver a la habitación, pero camino a los ascensores, pasamos por la piscina que estaba iluminada y allí nos quedamos.

La noche estaba bárbara, el lugar era muy lindo, hacia calorcito y no había nadie. Nos sentamos en unas reposeras a fumarnos un cigarrillo y a mirar las estrellas. Hablando de cualquier cosa y disfrutando del momento, Vane se paró y fue a tocar el agua, para comprobar que la misma estaba climatizada.

"¡Papá!" gritó en vos baja, - "Esta divina, ¿Que te parece si nos bañamos?"

No terminó de hacerme la pregunta y yo ya estaba desvistiéndome. Dejé mi ropa apoyada en la reposera y sin hacer mucho ruido, entré a la pileta. Vanessa se sorprendió al verme, se quitó el vestido y los zapatos y vino caminando solo en tanga hasta el borde. Le pedí que se la quitara también, y complaciéndome, entró al agua conmigo.

El agua estaba a una temperatura muy placentera. Desnudos como estábamos, empezamos a nadar y a jugar, siempre tratando de no hacer ruido, porque muchas de las ventanas de las habitaciones daban a la piscina.

Estando en una parte donde yo hacia pie pero ella no, nos empezamos a abrazar debajo del agua. Nos dimos un beso increíble, que me trajo muchos recuerdos y nostalgias. La estábamos pasando muy bien, estábamos disfrutándonos uno al otro. Nos teníamos abrazados y no queríamos soltarnos. Al sentir su cuerpo pegado al mío y su lengua recorrer húmeda y deliciosamente mi boca, mi pija se empezó a parar. Vane lo percibió y entrelazo sus piernas en las mías. Así fui caminando de a poco hasta llegar a un lugar menos profundo. Ella tiró su cuerpo para atrás sin soltar sus piernas de mi cintura. Fue hermoso volver a sentir sus tetas; se las empecé a chupar con toda la boca abierta y sus pezones se endurecieron instantáneamente. Alternaba entre sus tetas y su boca, beso y chupada, chupada y beso. Podía sentir la calentura que ella tenia, al refregarme su pubis en mi cintura. Su concha ya se abría sola en dos y su clítoris asomaba paradito.

Corrí mi cuerpo y la dejé haciendo la planchita. Comencé a arrastrarla flotando mientras le acariciaba cada centímetro de su cuerpo. Vane se contorsionaba flotando mientras que con una mano fue al encuentro de mi pija. Al darse cuenta que yo la tenia muy parada, se metió debajo del agua y me la empezó a chupar. Al poco tiempo, vio que no era muy cómodo ni sabroso. Al percibir esto, yo me senté en el borde de la pileta y ella se vino como un avión a mi encuentro. Me empezó a secar el agua con su lengua y a mojarla otra vez con su saliva. Me la chupaba de una forma espectacular, empezaba en los huevos y subía hasta la cabeza. Se la metía en la boca y se la iba tragando de a poco. Cuando casi llegaba a metérsela toda en su boca, me mordía suavemente pero con presión y se levantaba, raspándome con sus dientes en el trayecto hasta la puntita de la cabeza que ya dejaba salir algunas gotas de leche. La liberaba un poco, tomaba aire y volvía nuevamente a repetir esa rutina. El movimiento era tan lento y milimetrado que a la tercera vez que me lo hizo, le acabé un montón de leche en su boca, atragantándola. Ella tosió como ahogada, escupiendo leche y riéndose a carcajadas. La risa se nos acabó de inmediato al escuchar:

"¡Buen provecho!"

Nos quedamos petrificados, miramos a nuestro alrededor y pudimos ver a un hombre mirándonos sonriente, sentado en una de las reposeras.

En forma casi instantánea nos metimos debajo del agua para que no viera nuestros cuerpos desnudos. Solo asomamos nuestras cabezas para ver al intruso y yo protegí el desnudo cuerpo de Vane de su vista. Muy enojado, le cuestioné que estaba haciendo allí y desde cuando estaba.

Riéndose en vos baja, me contestó que hacia mas de quince minutos que había llegado y que al vernos tan concentrados, se sentó en silencio a apreciar el espectáculo.

Sin dejarme hablar, nos dijo:

"Perdonen la interrupción, pero vosotros me han impactado".

"Por la forma que se tratan y se besan, noté que estáis muy enamorados".

"No es común ver una escena así, tan excitante. Por eso me he quedado".

"Fue exquisito ver como se miraban el uno al otro, es el ingrediente perfecto que le falta a toda película pornográfica".

"Me habéis hecho acordar muy bien lo que es el amor y la pasión".

"Te felicito por la mujer que tenéis al lado, es realmente una diosa, tiene un hermoso y delicioso cuerpo".

Continuó diciendo que fue impresionante ver la última escena y agregó que de no ser por la parte cómica de la misma, el también hubiera acabado.

Después de un silencio, dejamos de escucharlo y pudimos ver que era un hombre de unos 55 años, alto, canoso y muy pintón. Por su tonada, parecía español. Estaba muy quemado y esto se resaltaba porque estaba vestido todo de blanco.

Realmente me había gustado lo que nos había dicho y de la forma que lo había dicho. No se si porque era extranjero, pero no había sido para nada grosero. De todas formas, esta situación era muy incomoda para nosotros y me propuse a seguir la discusión. Pero me sorprendí cuando Vane, detrás de mí, calladita, me empezó a abrazar y a darme besitos en el cuello, subiéndose a caballito. Aquello me descolocó, no entendía nada.

Me di vuelta y la miré, solo llego a decirme al oído que todavía ella estaba muy caliente y me comió con un beso. Vane comenzó a actuar como si no hubiera nadie, como si estuviéramos solos. Alterado por la situación pero caliente como una pipa, me entregué por completo a su juego amoroso. Ella me abrazaba y me besaba como bailando bajo el agua. Notaba su excitación al sentir su uñas enterradas en mi espalda con desesperación.

No se como, aparecimos en lo bajito de la pileta, cerca de la gran escalera de azulejos. Nos sentamos allí y seguimos con nuestra franela. Continué con lo que antes había empezado, chupándole sus tetas, que ahora explotaban. Ella se sentó en un escalón mas arriba y abrió sus piernas como invitándome a ir. Le empecé a chupar el clítoris y a meter mi lengua dentro de su deliciosa concha, que a pesar de estar mojada por el agua, se la sentía muy lubricada por dentro y fuera.

Vane, ignorando la situación, se sentó en un escalón mas arriba. Estaba casi con la totalidad de su cuerpo fuera del agua, solo sus pies estaban sumergidos. Esta imagen me rompió la cabeza. Mi esposa se encontraba sentada en un escalón, totalmente desnuda, con las piernas dobladas, abiertas de par en par y echada hacia atrás con sus ojos en blanco, delante de un extraño que no paraba de mirarnos.

Me tiré de cabeza entre sus piernas y nuevamente, perdí mi lengua entre los labios gelatinosos de su concha, aspirando fuertemente el clítoris, mientras ella se acariciaba sus erectos pezones con dos dedos, haciendo bolitas.

"¡Si, mi amor, comeme toda!", exclamó Vane.

Ella empezó a jadear y a moverse sin parar en forma desesperada. Lentamente y sin anestesia, la fui penetrando con mis dedos en sus dos agujeros al mismo tiempo. Mientras tanto, le chupaba su boca por afuera con mi lengua que estaba ardiente.

Mire de reojo, y percibí que este hombre, nos miraba atentamente para no perderse detalle y que se estaba acomodando el bulto. No se porque, pero yo continué con lo mío. Esto ya era increíble. Ni yo, me creía capaz de estar haciendo esto, delante de un extraño. Pero mi libido me superaba y ya no podía controlar la situación. El hombre seguía mirándonos detenidamente, tan o mas excitado que nosotros.

Vanessa, por otro lado se mostraba muy relajada y cómoda, sin darle importancia a nuestro espectador, aunque no lo conocíamos. Esto no me produjo nada de celos, como había ocurrido en ocasiones anteriores. De todas formas, estábamos un poco nerviosos, por lo que dejamos que todo fluya normalmente.

Muy seguro de si, el señor corrió la reposera hacia la escalera de la pileta y se acercó más a nosotros. Calculo que él, no podía creer lo que estaba viendo.

Era increíble la tensión que reinaba en esa pileta al ver a mi mujer desnuda tan excitada. Pero todos manteníamos nuestras posiciones, sin arriesgar una jugada. Mientras tanto nosotros seguíamos en nuestra excitante franela. De repente se escuchó:

"¿Queres cogerme, o que te la destroce chupándola?", Le preguntó Vanessa.

Sin contestar, el señor se fue desvistiendo lentamente, mientras ella lo miraba con ojos de verdadero deseo. Se desabrochó el pantalón, bajándolo solo hasta las rodillas, y se paró en el borde de la pileta.

"¡Ahora quédate quietito y mira un rato!", agregó ella.

Mi mujer se puso en cuatro patas en el tope de la escalera. Abrió sus muslos y yo se la metí con fuerza. Nos empezamos a derretir cogiendo. Me encantaba tocar su pelo todo mojado. Yo la acariciaba más y más. Estábamos cogiendo pero también estábamos haciendo el amor. Mi corazón latía muy fuerte cuando vi que ellos se empezaron a mirar a los ojos, haciéndose señas de deseo. Esto me enojó mucho y le saqué la pija de golpe.

"¡¡¡Noo, metémela de vuelta, por favor!!!", gritó Vane.

Así como se la saqué, se la metí con violencia y saña por el culo.

"¡Agrr, que placer!", dijo entrecortada Vane, con síntomas de dolor en su cara.

No aguantando más la situación, el señor la tomó del cuello con ambas manos y dirigió la cabeza de ella hacia su pija. Sin dudarlo Vane sacó su lengua afuera y con esta muy dura, le lamió la áspera punta. Agarrándosela con toda la mano, lo pajeaba con fuerza haciendo chocar sus dientes en la morada cabeza, hasta que lubricadamente pudo metérsela toda dentro de su boca.

Con mi pija totalmente metida desde la otra punta, yo sentía como ella iba acabando conforme se introducía el palo en su boca. Vane hacia fuerza hacia atrás para sentir mas la penetración y mis huevos ya chocaban bamboleando contra su concha. Más se excitaba y más acababa, yo me moría haciendo fuerza para contenerme disfrutando la escena.

Dirigí mi atención hacia el hombre y percibí que al estar tan excitado, comenzó a acariciar la espalda de Vane, tocándola con mucho erotismo. En un momento, agarré las manos de este señor y las dirigí, poniéndolas bajo las tetas de mi mujer, que lo ayudaba a tocárselas en una forma muy excitante. Esta acción y la imagen que veía, me hicieron sentir que mi cuerpo iba a reventarse de placer. Al escuchar la jadeante voz de mi mujer, disfrutando excitada, experimenté la habitual mezcla de sentimientos; miedo, celos, furia, excitación, nervios, que me pasa en estos casos. La saqué de su culo con fuerza y sin saber que hacer, como de costumbre, no pude contenerme más y se le metí de una por la concha nuevamente. Aceleré mi ritmo de cogida como un perro, salpicando flujo y haciendo ruidos y burbujas dentro de la concha de Vane, quien pegó un grito con tanta desesperación y placer que me produjo uno de los orgasmos más placenteros de mi vida, explotando y acabando como medio litro de leche hirviendo que le quemó en su interior.

Vane con toda su furia continuó chupándosela insaciablemente por un rato más. Después de ver que sus piernas le temblaban descontroladamente, el hombre sacó su pija de la boca de mi esposa, y se sentó en la reposera tomándola de sus manos. En ese momento, ella se dio vuelta hacia mí, me acarició la cara y me comió de un beso. Su mirada era fija y triste, como despidiéndose… Yo me quedé como un espectador.

El tipo la atrajo hacia él, abriendo las piernas de ella hacia cada lado. Vane cerró los ojos, y besándolo efusivamente, se fue sentando suavemente sobre su lubricada pija. De a poquito, su pedazo se fue insertando en la húmeda y dilatada concha de mi mujer, que al hacer tope con los huevos, suspiro profundamente. El empezó a morderle los durísimos pezones, abrazándose de su espalda y ella comenzó a mover sus caderas en forma lenta y circular tirando su cabeza hacia atrás.

La respiración de Vanessa empezó a entrecortarse y sus jadeos eran ahora más fuertes y continuos. Siguió moviendo su cadera más rápido y cambio el movimiento circular, por uno vertical. Vertiginosamente hacia arriba y abajo, llegando a ambos limites, sin dejar que esta pija se saliera por completo de su vagina.

Totalmente entregada, Vane apretó sus piernas alrededor del hombre, obligándolo a iniciar un tremendo ritmo de embestidas hacia arriba y abajo, mientras ella seguía teniendo un orgasmo detrás de otro.

En un desesperado intento por tomar aire, ella abrió su boca y largo un grito de placer. Pude ver que en ese instante, que algunas cortinas de las ventanas de las habitaciones se abrían para espiar.

Como aparentemente ya no le importaba nada, Vane se incorporó y le dijo:

"¡Ahora me vas a acabar todo en la boca, hijo de puta!".

El, muy desesperado, le metió la pija con fuerza en la boca y después de un par de sacudidas, la sacó, y pajeándose rápidamente le regó toda su leche en la boca y en el pecho. Fue un placer ver como Vane se la seguía chupando para tomarse hasta la ultima gota mientras se desparramaba la poca leche derramada sobre sus tetas.

Todos quedamos fundidos. Abracé a Vane y la metí en el agua nuevamente. La temperatura seguía ideal. Encontramos un chorro de agua sumergido debajo del borde, de esos que se usan para llenar. Allí nos colocamos, y empezamos a masajearnos la espalda para bajar el ritmo de nuestras agitadas respiraciones. Teníamos la piel toda arrugada, habíamos estado casi una hora dentro del agua. Todavía, se veían como algunas cortinas se corrían para espiar si pasaba algo. Habíamos dado un espectáculo inigualable.

Cuando nos quisimos percatar, el desconocido hombre se había marchado. Nos pusimos nuestra ropa, todos mojados y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente, volvimos a Buenos Aires. Quedamos con Vane en hablarnos por teléfono y cada uno se fue por su lado. No volvimos a tocar el tema. Nunca nos enteramos quien era, ni como se llamaba el sujeto de blanco.

Claudio

(9,27)