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Voluntad controlada

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Era extraño, tan solo había tomado una copa y ya sentía como si la cabeza se le fuese. Un extraño hormigueo recorría su cuerpo que se veía envuelto en un sopor imposible de controlar. Tan solo una susurrante voz que captaba toda su atención le sacaban de aquel estado de semi inconciencia. No podía saber si esa voz procedía de su cabeza o alguien se las estaba musitando al oído, pero lo cierto es que le estaba produciendo una sensación de relajación y paz interior como nunca antes había experimentado, que le estaban transportando a un estado de felicidad plena y carente de voluntad.

- ¡Queridos amigos…lo prometido es deuda. Ha llegado el momento de que conozcáis a la mujer que colmará todos y cada uno de vuestros más secretos deseos.

La docena de personas que llenaban la pequeña sala interrumpieron bruscamente sus conversaciones y prestaron una excepcional atención al orador.

- Os presento a Sara

Una figura femenina de cuerpo menudo y proporciones perfectas hizo acto de aparición ante aquellos hombres, completamente desnuda. Sus ojos claros y la larga cabellera rubia ensalzaban un bello rostro que rivalizaba con unos pequeños pechos rematados por unos sonrosados y carnosos pezones. Sus caderas destacaban bajo una esbelta cintura de vientre plano y pubis depilado, y sus torneadas piernas resultaban de una belleza fuera de lo común.

- Amigos, tranquilidad, no seáis ansiosos. Ella está aquí para complaceros. Sed caballeros con ella y tratadla con delicadeza. Una dama así no es nada fácil de conseguir.

No podía entender lo que sucedía, ni siquiera se sentía incomoda, muy al contrario aquella situación le colmaba de felicidad. Todos esos hombres que la miraban le infundían mucha tranquilidad y seguridad. Sentía la necesidad de tocarles, de abrazarles, de fundirse en una comunión física y mental con todos y cada uno de ellos.

Extendió sus brazos hacia ellos y un par de hombres tomaron sus manos acercándola hacia sí. Sintió como unas cálidas caricias recorrían su cuerpo envolviéndolo en una gratificante sensación de bienestar. Se sentía desorientada pero al mismo tiempo reconfortada. Le costaba abrir los ojos para ver todo aquello que sentía de forma tan placentera y que deseaba que no terminase nunca.

- ¿Es o no es bella? –preguntó el orador-

- Bellísima –respondió uno de los hombres aferrado a los firmes pechos de la joven

Mientras tres de los hombres ya habían comenzado a disfrutar de los encantos de Sara, el resto contemplaba la escena con excitación y algunos de ellos se masturbaban.

Si la chica era bella por delante, por detrás parecía esculpida por el mejor artista de la antigua Grecia. Su culito firme y redondo invitaba a comérselo y a perderse dentro de él.

La chica era todo lo que un hombre podía desear, bella y sensual como ninguna y complaciente hasta extremos impensables. Esta vez el anfitrión había logrado un trabajo sublime.

Uno de los hombres atrapó el rostro de la menuda Sara con ambas manos y alzó su cara para mirarle a los ojos, salvando con ese gesto la diferencia de altura.

- Pequeña, quiero que me la chupes con todas tus fuerzas hasta que me corra dentro de tu boca y que te tragues hasta la última gota de mi leche.

Tan solo una leve sonrisa se destacó de la extraviada mirada de ella. Se agachó y tomando la polla con ambas manos se la introdujo directamente en la boca. Desde el primer momento se la chupó como si su vida estuviese en juego, con profundas penetraciones que en ocasiones le producían amagos de arcadas y succionándola con fuerza, mientras con una mano acariciaba sus testículos y con la otra se aferraba a la base de su polla. Su increíble pericia en la mamada y la tremenda excitación del hombre, hizo inevitable que en poco tiempo se corriese y derramase en la boca de la chica una buena cantidad de espeso y cálido semen que golosamente tragó hasta la última gota.

Cuando él retiró su pene, Sara pareció buscar con la boca otra polla para chupar, circunstancia esta que no tardó mucho pues inmediatamente otro hombre ocupó el lugar del anterior. Un segundo hombre situado tras ella tiró de sus caderas hasta levantar su culo y le abrió de piernas para seguidamente penetrarla ansiosamente.

- Bien caballeros, guarden su turno, uno detrás de otro y todos podrán disfrutar de los íntimos encantos de la muchacha.

Su cuerpo era un torbellino de placer. Disfrutaba como nunca antes había disfrutado y se sentía bien, muy bien. El sabor a semen que inundaba su boca le excitaba sobre manera. Pronto recibiría una segunda corrida y la sola idea de sentirlo brotar en su boca le ponía a las puertas del orgasmo. Pero ahora, además, podía sentir a otro hombre dentro de su sexo, penetrándola, martilleando en su vagina una y otra vez, transportándola inevitablemente al mejor de los orgasmos. Fue tan intenso su placer que no pudo reprimir un ahogado gemido cuando la polla de su otro partenaire le dejó por un instante la boca libre, justo antes de derramarse sobre su cara. No podía pensar, tan solo disfrutar intensamente. No sabía porque ni como, pero aquello era lo mejor que le estaba pasando en toda su vida y no podía desperdiciar ni un segundo de disfrute.

-Toma zorrita, toma toda mi leche en tu cara –le decía el hombre que le acababa de eyacular mientras ella trataba de atrapar con la lengua las gotas de semen que se deslizaban por sus mejillas.

-¿De donde has sacado esta puta insaciable?, las anteriores no habían estado tan dispuestas como esta. –preguntó uno de los asistentes

La pregunta se quedó sin respuesta. El hombre que la follaba se corrió escandalosamente confundiéndose sus gritos con los gemidos de la chica. Cuando sacó su polla todavía tiesa, se la puso en la boca para que se la chupase. En la bolsa del condón se recogía la leche producto de su corrida.

- Quítame el condón y tómate su leche. –ordenó el hombre.

Cumpliendo fielmente sus instrucciones, Sara sacó el condón de su pene y dándole la vuelta vertió su contenido sobre su lengua extendida, tragándolo inmediatamente. Aquella acción supuso el aplauso unánime de los participantes y desató una lujuria incontrolada en todos ellos.

A partir de ese momento los hechos sucedieron de forma atropellada. Un hombre tomó a la muchacha y se la llevó consigo hasta el sofá, sentándola sobre el e insertándole de un solo golpe su nada despreciable miembro. El resto se arremolinaron alrededor de ellos tratando de que la chica cogiese sus penes y los masturbase o se los llevase a la boca. La pobre no daba abasto ante tanta polla ansiosa.

Sara cabalgaba a duras penas tratando de atrapar todos los penes que se le ofrecían. Su precioso culo moviéndose arriba y abajo era una tentación que muchos no querían dejar pasar, por lo que rápidamente alguien lo requirió para si, tomando posesión inmediatamente de su ano. Un buen chorrito de gel lubricante y se la metió sin más contemplaciones.

Aquella penetración tan precipitada resultó bastante dolorosa para la chica. Su claro gesto de dolor además de su lastimero quejido, evidenciaron tal situación. A pesar de ello, Sara no hizo ninguna intención de rechazar la sodomización. Muy al contrario, echó su cuerpo hacia delante alzando su culo para facilitar la penetración. Su entrega era sorprendente. Tenía una polla en su culo, otra en su coño, otra en su boca y con sus manos trataba de masturbar a otras dos más.

En tan solo unos minutos, todos los hombres que lo desearon habían pasado uno tras otro por su culo, alternándose y compartiendo aquel dilatado esfínter al que habían forzado tras las continuas penetraciones.

- Quiero correrme en tu boca

Las palabras de quien en ese momento ensartaba su sexo tuvieron un efecto inmediato en ella. Aprovechando que en ese momento no tenía a nadie follándole el culo, se incorporó y se colocó de rodillas frente al hombre sentado en el sofá, liberó la polla del condón que la enfundaba y se la introdujo en la boca. Poco más pudo hacer, pues aquel hombre eyaculó inmediatamente una interminable corrida en sucesivas descargas seminales que acabaron por sobrepasar su capacidad bucal y hacer que rebosase por sus labios una buena cantidad de leche. De nuevo ese sabor amargo del esperma la hizo excitarse y desear ardientemente que el resto de los hombres la follasen uno tras otro sin descanso.

Mientras pasaba su lengua por los testículos de aquel hombre para recoger el semen que había escapado de su boca, sintió como nuevamente era ocupada por su dolorido culo. Pero aquella sensación se tornó extrañamente placentera, más aun cuando sintió unos azotes sobre sus nalgas. En aquel estado de confusión era incapaz de entender nada, pero le gustaba lo que le hacían, le gustaba sentirse forzada y le excitaba que se lo pudiesen hacer una y otra vez.

Abandonada al sorprendente disfrute de su cuerpo, apoyó rendida la cabeza en el sofá y dejó que el resto de los hombres la tomasen a su antojo. Cuando uno acababa otro ocupaba su lugar, penetrándola indistintamente por cualquiera de sus agujeros. Un nuevo orgasmo recorrió su cuerpo estremeciéndola y haciéndola sentir pura lujuria. Alguien se corrió sobre su mejilla, llenando su cara de una leche espesa que trataba de relamerse. Cada vez le gustaba más su sabor. Algunos hombres abandonaban la penetración justo antes de correrse para finalizar en su boca y ella lo disfrutaba como si fuese su propio orgasmo, otros, ya sin condón, se vaciaban dentro de ella. No le preocupaba, solo le importaba disfrutar ese momento con la máxima intensidad, dejarse llevar por el placer sin renunciar a nada.

Cuando todos los hombres acabaron, algunos en más de una ocasión, Sara quedó de rodillas en el suelo, recostada sobre el sofá, con la cara llena de semen y sus muslos chorreando el esperma que rebosaba de su sexo. Se sentía bien, cansada pero extrañamente feliz, incapaz de poder pensar en nada más que en su propio disfrute, que lamentablemente para ella, había concluido.

Allí permaneció sola, inmóvil, como muerta, sin consciencia ni voluntad alguna, hasta que el sonido de un teléfono le hizo reaccionar. A su lado, en el sofá, alguien había dejado un móvil. A duras penas descolgó la llamada. Antes de que pudiese articular palabra, una voz susurrante le dijo unas palabras y comenzó una cuenta atrás.

- …tres, dos, uno… despierta!

Sara sufrió un sobresalto. No sabía donde estaba. Le pesaba la cabeza y especialmente sentía un doloroso escozor en el culo. Instintivamente se echó mano y noto una sensación viscosa. Además, un asqueroso sabor inundaba su boca y sintió que también en su cara tenía esa sustancia viscosa. Poco a poco fue dándose cuenta de la situación. Estaba desnuda, impregnada de semen por todo su cuerpo, dolorida y abandonada en lo que parecía una vieja casa en ruinas, con un destartalado sofá como todo mobiliario. Cogió el móvil e intentó llamar a su novio, pero ya no funcionó. Rompió a llorar, aunque no recordaba nada de lo sucedido era evidente que había sido objeto de abusos sexuales. Entonces recordó haber leído en el periódico alguna noticia de chicas de las que habían abusado en multitudinarias orgías sexuales manteniéndolas hipnotizadas y comprendió que ella había sido una víctima más de esas prácticas. Creía que esas cosas solo pasaban en las películas.

Después vomitó.

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