Nuevos relatos publicados: 13

Erotismo con un maduro

  • 6
  • 20.343
  • 9,60 (30 Val.)
  • 3

Hace un tiempo y por casualidad conocí a un hombre... en un primer momento la relación era de amistad y fue tomando un rumbo algo más íntimo... simpatizábamos y en más de algunos aspectos éramos muy similares.

La relación era casi platónica a través de emails y una que otra llamada telefónica... hasta que decidimos encontrarnos. El primer encuentro no fue un verdadero éxito pero dejó un sabor a más y a querer probar... la relación fue avanzando... ya había confianza mutua y ganas de experimentar cosas nuevas.

Él me producía cierta fascinación, impacto... ganas de explorar su propio mundo, su trabajo, su mujer, hijos, a la vez intriga... ese mundo que no lo conforma, a la vez ejerce una extraña fuerza poderosa sobre él, del cual le es imposible desarraigarse.

Elegante, de estatura normal, cabellos canos, ojos claros, robusto... su sonrisa es muy cautivante y su mirada lo es más.

Quedamos en encontrarnos en un departamento... me envió un juego de llaves, me dijo que lo esperara allí, que él llegaría después.

Estacioné mi moto frente al edificio y entré, abrí la puerta... él me había dicho que esa tarde sería especial, que sería memorable... en el departamento logre ver parcialmente el dormitorio, el living, cocina y un baño... fui al living y noté que había una notita que decía: "Fijate dentro de cada cajón del chiffonier". Eso me entusiasmo mucho y despertó una gran curiosidad por ver que contenían. El primero tenía ropa interior, de encaje, tangas, medias, un vestido muy sensual y corto.

Al ver el primero experimente un delicioso cosquilleo por descubrir cuáles eran sus fantasías... cada uno de ellos debía contener algo que deseaba hacer, tal vez me haya estado imaginando con esa ropa puesta.

Decido ver el segundo y contenía velas perfumadas, y un frasquito de aceite. Me cautiva este juego... ir descubriendo uno a uno sus deseos.

El tercero contenía potecitos de chocolate, dulce de leche, licores y cremas... ahhh saborear del cuerpo del otro, siempre he imaginado bañar el pene de chocolate, tal como hacen con los pinitos de helado, saborearlo con esa satisfacción.

El cuarto contenía una invitación a meternos en el hidromasaje, junto con bolsitas de sales perfumadas y jabones de muchos colores y aromas.

El quinto contenía un lazo de algodón, un juguete erótico, y un tubito de vaselina. Además otra notita que decía... "elegí uno y espera mi llamado"

El juego era interesante, pero no podía decidirme por uno de todos.... cada uno me cautivaba y contenía algo de mis propias fantasías... decidí armar un conjunto... entonces escogí las velas y el aceite perfumado, la invitación al hidromasaje junto con las sales y el lazo de algodón.

Sonaba mi celular (supongamos!!!): me estaba llamando. Atendí la llamada y entonces me preguntó que cajón había escogido... debía decir cuál!!!.... como dudaba... me dijo: solo vale elegir uno... entonces le dije... lo que mejor me sale es desobedecer a los mayores.

Mientras esperaba que llegara, fui al dormitorio con las velas y las dispuse en diferentes sitios hasta lograr una luz tenue y muy insinuante, llené el hidromasaje de agua y sales y sentí el ruido de su auto que se estacionaba.

Él llegó con su cautivante sonrisa y un brillo en los ojos que secretamente contenía la curiosidad por saber que había elegido yo para ese día especial, me impacta su personalidad, tal vez sea mi propia fantasía lo que crea a su alrededor un misterio oculto, algo a lo que yo no puedo alcanzar... eso me atrapa aún más... viene desde atrás, me hace girar y me da un beso introduciendo toda su lengua, me toma de la mano y me lleva directamente al dormitorio... con un movimiento me atrae hacia él, por un momento quedamos rozándonos los labios, percibiendo nuestros alientos y nuestra respiración. Nos acercamos un poco más y nos devoramos los labios, chupando y mordiendo, su lengua me invade, cálida y suave. Mientras sus dedos comienzan a explorar mi mundo. Le quité la ropa y sentí su torso desnudo, caliente, en contacto con mis senos, lo acaricié con ambas manos.

Me abrazó por un instante y en ese momento me sentía en el abismo, un segundo infinito que me provoca una lluvia de sensaciones. Quiero hacerlo mío.

Se acostó en las sábanas blancas, estaba allí a merced de mi pasión, excitado, expectante... yo deseaba locamente cabalgar esa erección, tomé el lazo y le até las manos a la cama... solo quería hacerlo gozar y a la vez sufrir por no poder ser dueño de sus manos. Mi sexo estaba muy hinchado, me subo arriba de él y comienzo a refregarlo en su pierna, él dice: tus labios están grandes y jugosos, dejame chuparte... entonces voy lentamente acercando mi vulva a su cara, llega a mí con su boca, saborea toda mi humedad, juega introduciendo su lengua en mi vagina, produciéndome espasmos de placer. Luego me coloco en la misma posición sobre él pero de espaldas a su cara... me adueño de su pene que comienza a lagrimear y le ofrezco a su mirada toda mi vulva inflamada, desespera por llegar con su lengua pero me gustaba hacerle bullir un poco la sangre y hacerlo esperar... su pene aumenta la dureza, tornándose fuerte, poderoso, ofreciendo su jugo dulce que yo limpio con cada paso de mi lengua, mi excitación aumenta, sale por mi sexo que no puede esperar más introducirse en esa flecha impetuosa.

Lo liberé del lazo con una mirada suplicante para que aliviara el dulce tormento que sentía en mi palpitante vagina... no se hizo rogar, se colocó detrás de mí y de un golpe seco se introdujo hasta el fondo, comenzó a bombear y a bombear, su respiración era ruidosa y sus jadeos me excitaban aún más... sentir esa dureza firme dentro de mi carne golpeando en mis nalgas, enterrando bien adentro ese miembro duro, implacable, se zambullía en mí una y otra vez otorgando un universo de vibraciones por todos lados, increíblemente tenía una gran resistencia... hasta que sentí como sus golpes eran más intensos y ese calor de su semen bañándome por dentro. Mi cuerpo se retorcía en espasmos, en mi sexo, en mis piernas, brazos, todo era un mar de placer y sensaciones ardientes.

Nos quedamos un rato relajados, me acurruque junto a él sintiendo aroma a sexo mezclado con el perfume de las velas... luego de unos minutos, comencé a bañarlo en aceite y a masajear su cuerpo, llegué con el aceite a su cola y fui metiendo el dedo hasta ensancharlo, lo metía y lo sacaba provocando su goce. Esto lo encendió nuevamente y todo comenzó a suceder como un torrente de sucesos que no se pueden detener.

Fuimos al hidromasaje, el agua estaba tibia, perfumada, acariciaba la piel, provocando más sensaciones a nuestros cuerpos, nuevamente nos fundimos, nos encastramos uno en el otro, hasta que nuevamente me regalo un nuevo, placentero orgasmo y su cálido derrame de semen sobre todo mi cuerpo.

(9,60)