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De niña a mujer: ¿Quién espía a quién?

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Agosto de 2.008

 

Desde aquel fin de semana con María y Tomás en la estación de invierno, mi vida fue dando pequeños pasos y constantes. En los meses que transcurrieron hasta la llegada del verano, me dediqué a pasar el mayor tiempo posible ocupada. María me ayudó bastante porque estuvo mucho tiempo a mi lado: Incluso llegó a pasar unas semanas enteras viviendo conmigo. Realmente me fascinaba la vitalidad y alegría que respiraba por cada poro de su sensual cuerpo. No pasaba indiferente para nadie por su buen humor y optimismo. Sin duda era la mejor amiga que podría desear.

Por otro lado, también contaba con el apoyo incondicional de Javier, un buen amigo de mi padre desde la infancia. Javier era (y sigue siendo) psicólogo. Entonces vivía en el “Real Sitio Aranjuez”, lo escribo así no sea que se me enfaden los lectores de Aranjuez: Como se conoce comúnmente a esta ciudad de la provincia de Madrid.

Pasábamos gran parte del día hablando, bien por teléfono o bien por Messenger: Me encantaba su voz varonil y paternal al mismo tiempo; su buen humor y predisposición para tratar cualquier tema; pero sobre todo porque me trataba como mujer, no como a la hija de su mejor amigo. Sin duda, todo esto me daba mucha tranquilidad y confianza ciega. El siempre me estaba animando y trataba los temas que me preocupaban como lo haría un amigo de clase, del barrio o de la vecindad, pero aplicando sus conocimientos profesionales.

Desde las primeras charlas serias, siempre me animó a que empleara el mayor tiempo posible en hacer cosas que me gustaran y motivaran. Obviamente también me aconsejaba relajarme un rato. Lo importante era que, cuando me acostara en la cama, durmiera del tirón y nada más caer sobre ella. En cierto modo era como un entrenador personal que te machaca hasta que caes rendida, con la lengua fuera y como si tu cuerpo fuera de plomo. Reconozco que, desde entonces, mi visión de él también cambió mucho… demasiado: En alguna que otra ocasión tuve que aliviarme pensando en él, hablando al teléfono no me parecía correcto, aunque no pudiera verme.

Con los meses fui descubriendo infinidad de cosas que me gustaban, pero que nunca me había planteado hacer o disfrutar. Desempolvé el viejo telescopio que tenía guardado en el trastero de la casa de mi madre. Desde que me fui a vivir con Pablo apenas lo eche de menos y tampoco me atraía tanto como cuando era niña. Pero de siempre me atrajo el cielo nocturno y por tanto la astronomía. Me pasaba varias horas (las noches que había cielo despejado) mirando por la ventana a las estrellas y a la Luna, el resto de objetos celestes apenas se podían distinguir: No era demasiado potente.

También me ofrecí como voluntaria para trabajar en una albergue de animales abandonados o que nadie quería. Iba dos o tres tardes a la semana, un par de horas, o el tiempo que me apeteciera: Allí siempre faltaban manos, pues los animales eran muchos. Me sentía muy feliz jugando con ellos, dándoles de comer, o simplemente sentada en un escalón mirándolos. Durante esas horas era realmente feliz.

Además volví a salir a diario con mis amigos y amigas, unos días con unos y otros días con los demás, dependiendo del tiempo que cada cual tuviera. Los fines de semana solíamos esta casi todos y por tanto nos desmadrábamos bastante. Pero bueno, no hacíamos mal a nadie y nos divertíamos. Incluso llegué a tener un rollito con un par de ellos. Poco tiempo pero lo pasamos muy bien. Con maría y Tomás la cosa era diferente: Era tal el grado de confianza que teníamos, que repetimos el trío bastantes veces, siempre al margen del resto de amigos. De tantas veces que lo hicimos, surgió una relación intima entre María y yo muy bonita. Ella seguía siendo novia de Tomás, pero de vez en cuando nostras solas nos hacíamos un apaño mutuo.

En cuanto a chicos “En general” el tema iba más despacio: No por miedo ni recelo, más bien por falta de confianza en mí misma. Pero bueno, iba despacito y progresando. Por supuesto que había chicos que me gustaban y a los que me hubiera follado con ganas y sin remordimientos, pero no quería que la cosa pasara de un simple desahogo de una noche. Estaba abierta al sexo pero no a una relación larga.

Por supuesto que mi madre fue fundamental durante esos meses: no pasaba día que no nos viéramos o habláramos por teléfono. Con mi padre era distinto; el trabajo en el hospital le robaba mucho tiempo, aparte de vivir lejos. Mi madre era una mujer con valores muy fuertes y con un gran sentido de la responsabilidad, pero también con un carácter alocado y juvenil (no en vano apenas tenía 40 años ¡Una niña!). Siempre la tenía como modelo a seguir. Muchos sábados me llevaba a cenar con ella y sus amigos. Eran algo mayores para mí, pero con una media de 42 años estaban todos/as de muy buen ver, alguno incluso de muy “buen follar”. Pero eso quedaba para ella.

Tras alguna de estas cenas, solíamos ir a bailar o tomar algo. Yo la miraba mucho tiempo mientras hablaba con ellos o bailaban. Me contagiaba con su alegría y sentido del humor y también ¿Por qué no? Poco sentido del ridículo. A ella le daba igual, lo importante era divertirse. Yo sabía que tenía una especie de relación con uno de ellos, pero siempre se mostraba recelosa y evitaba darme datos de él o contarme chismes. En el fondo parecía que yo era la madre y ella la hija, llena de secretitos y tímida a la hora de contar ciertas cosas.

¡Pero bueno, no me lio más! Por fin había llegado el verano y más concretamente agosto. En la universidad saque todo bastante bien y me propuse pasar el mejor verano de mi vida, era un reto que me había autoimpuesto. Como el telescopio que tenía era bastante normalito, decidí comprarme uno más grande y mejor. Cuando empecé a mirar precios por internet mis ilusiones se desvanecieron. Los precios eran tan altos para mí que no me atrevía a pedírselo a mi madre. Algunos días de primavera trabajé como comercial en una inmobiliaria, por las tardes, pero sin sueldo, a comisión. Apenas me llegó para mis pequeños gastos y para salir de fiesta.

Un fin de semana que fui a visitar a mis abuelos surgió la solución a mi problema. Ellos tenían una finca y en ella trabajaba un señor de mediana edad, vecino del pueblo cercano. El sábado por la mañana ayudaba a este señor a dar de comer a los caballos: Me fascinaban estos animales e incluso tenía uno, de mi propiedad, que mi abuelo me regaló un par de años antes y que vivía allí por razones obvias… Una ciudad no es lugar adecuado.

Contando cosas de mi vida a este buen hombre, surge el tema de la astronomía y entonces no dejo de hablar, explicar y soñar despierta sobre el tema. Le cuento mi problema por el precio de los telescopios y él me da la solución.

-Luz, por el dinero no te preocupes, puedes tener uno, incluso más grande que el que tenías en mente –me dice muy seguro de lo que habla.

-¿Cómo puede ser eso posible? ¿De segunda mano? –le pregunto intrigada y ansiosa por saber.

-No niña, te cuento: Mi hijo también es aficionado y tiene uno. Compró los espejos ópticos y los oculares que prefirió por internet. Le costaron más o menos la cuarta parte del precio de un telescopio –yo no dejaba de escuchar expectante mientras le miraba como si fuera un mago enseñándome una pócima mágica. No era capaz de interrumpirle.- después de comprar todo eso, se fue a hablar con el fontanero y le pidió que le consiguiera un tubo de PVC del diámetro y longitud que él quiso: Creo recordar que fue de 205mm de diámetro y unos 120cm de largo… más o menos. –prosiguió diciendo.

-Un momento por favor –le interrumpo-, ¿Quieres decir que a partir de los espejos y un tubo de PVC se lo fabricó él? ¿Cuánto cuesta un tubo de esos? – le pregunto ansiosa por saber la receta de la pócima mágica.

-Cuatro perras gordas- me contesta -. Es decir, poco y ná, que decimos en el pueblo- no me aclara gran cosa, pero supongo que quiere decir poco dinero.

Finalmente me confirma que “poco y ná” es apenas 10-12 Euros. Le pido a mi abuelo que me preste el coche destartalado que tiene para recorrer la finca y con él me voy al pueblo, a hablar con el hijo de “Mi mago particular”. Realmente la solución me viene que ni pintá: Este muchacho desmonta, delante de mí, su telescopio y lo monta en menos de 15 minutos; me dibuja un plano para que pueda seguir los pasos de construcción con facilidad; me indica qué debo comprar y dónde; total, me ilustra como buen maestro… Solo le falta decirme si tiene novia y en caso contrario, la dirección de la iglesia para casarme con él. -Este chico vale mucho- pienso. -Encima está “buenecillo”, tiene un par de apaños- sigo soñando despierta. Le doy dos besos y me marcho: Tampoco me apetece quedarme a vivir en el pueblo.

A mediados de semana ya tengo en casa todo lo necesario para construirlo salvo los espejos: Me los envían por transporte urgente. Como tarda más de los días previstos comienzo a pensar si le repartidor es una puta tortuga o ha roto los espejos y tendrá siete años de mala suerte por cada uno. Me asomo a la terraza y miro a ver si viene algún furgón sospechoso. Nada, toda la tarde mirando y no viene nadie. Me desespero, tengo tanta impaciencia y calor que me doy un refrescarme remojón con la manguera, a ver si se me pasa el sofocón. Me desnudo en el salón y salgo en “Pelota picada” a la terraza y me pego un buen baño. En ese momento llaman al timbre del portero automático. Miro la hora y pasan de las ocho de la tarde, el portero ya se ha debido ir a casa a martirizar a la mujer. Voy corriendo al baño, a coger el albornoz, dejando charcos de agua por todo el salón.

-¡Cómo sea la puta tortuga me va a oír! ¡Este me friega el suelo con la lengua si es preciso! –Voy farfullando entre dientes por llegar en el momento más inoportuno –bueno, lo mismo tiene un apaño y lo perdono- vuelvo a murmurar.

Pregunto por el auricular que quién es y me responde que yo. ¡Anda que sí que tiene conversación el pobre! Espero delante de la puerta del ascensor, con el albornoz bien cerrado.

-Si está bueno abro el albornoz y le hago ver las estrellas, si no lo está, que se estrelle con su mujer o lo que quiera que tenga –pienso totalmente desquiciada y ansiosa.

Por fin se detiene el ascensor, se abre la puerta y pienso.

-¡Amigo, esta tarde te estrellas con tu mujer! No vale pá ná… ni pá firmarte el albarán… bueno, eso sí, que si no, no me entrega los espejitos mágicos.

Ni las gracias le doy y me meto en casita. Voy corriendo a la terraza, desnudándome por el camino. Me asomo por la barandilla y espero a que salga a la calle, cinco pisos por debajo de mí. Cuando sale, le deleito con la feminidad de mi voz:

-¡¡OYEEEEEEE!... ¡PISHAAAAAA!... ¡QUE TÁS DEJAO EL BOLIIIIIIIIIII!...-Le grito desde la terraza, con medio cuerpo fuera, en cueros, con las tetas colgando y enroscando la pierna en la barandilla para no caer sobre él y matarnos juntos.

Mira, pero debe ser miope o tampoco le he gustado. El caso es que se hace el loco y se va. Vuelvo a coger la manguera e intento, de nuevo, sofocar del cuerpo el calentón que no me ha dado.

¡DOS DÍAS! Ese es el tiempo que tardo en montar por completo el telescopio. Pienso que después de todo estaba más embobada con el mozo del pueblo que con sus explicaciones. Pero bueno: Ya está montado y listo para probarlo por la noche. Pero antes de que caiga el sol debo prepáralo todo para no perder ni un solo segundo. Saco del mueble del salón la cámara de fotos réflex: Una preciosa cámara digital de un montón de mega pixeles que me regaló mi madre por mi cumpleaños. La idea es ajustar el telescopio y cuando se vea bien, intentar sacar fotos de la Luna o lo que sea que salga esa noche.

Llegado el momento, tengo todo colocado en el cuarto donde estudio: Tiene dos grandes ventanales para poder mirar bien y lo más importante, el PC cerca para ver los resultados de las imágenes. Apago la luz para evitar reflejos en las lentes, apunto el telescopio hacia el cielo, la luz ambiental de la calle es molesta, pero bueno, al menos para desnudar a la luna con los ojos me va bien. Después de muchas pruebas y fallos consigo ver la cara más bonita del cielo, nítidamente.

-¡Realmente es preciosa! –pienso mientras la violo visualmente.

Después de un buen rato mirando los cráteres que parecen coñitos desperdigados por un manto de semen, los montes diminutos y puntiagudos como pezones erizados que me apuntan directamente y unas lucecitas que parpadean al pasar por mi campo de visión, no creo que sea un OVNI y si lo es ¡Qué se joda! Decido colocar la cámara y sacar unas fotos.

Tras tener unas cuantas tomas, retiro la tarjeta de memoria, voy al ordenador y las descargo. Al abrirlas me quedo sin decir “O”, ¡Realmente son un especta-culo! Me quedo tan fascinada que decido sacar más. Coloco de nuevo la tarjeta en la cámara, cojo el mando a distancia y me voy al PC a seguir viendo las fotos mientras saco más, pulsando el mando, cada dos o tres segundos.

Cuando mis ojos se han saciado con las imágenes que veo en el monitor, regreso a por la tarjeta de nuevo. Al llegar al telescopio advierto que está en posición horizontal, sin duda he apretado poco los tornillos de sujeción de la montura y se ha caído, como cuando una polla va perdiendo erección. No importa, retiro la tarjeta y me pongo a ver las nuevas exclusivas de mi diva celestial.

-¡UFFFFF! Más de 60 fotos he sacado –digo levantando un poco el tono de voz y sorprendida.

No importa, las veo todas y selecciono las que más me gusten. Tras pasar casi todas me topo con una un poco rara, parecen ser los edificios de enfrente. Paso a la siguiente y es la misma imagen. Así otras 17-18. Sin duda he seguido sacando fotos de los edificios, sin darme cuenta de que el telescopio se había caído. Mirando bien una de ellas veo algo raro: puedo ver claramente la figura de un hombre que está apoyado en una ventana y con algo que parece…

-¿UNOS PRISMÁTICOS? –Grito sin poder creerlo- ¡Qué cabronazo!, tengo un vecino mirón. ¿Me espiará a mi o a cualquier otra vecina?- la duda me asalta.

Decido hacer una prueba: Pongo la cámara en la posición de grabar video y le doy al REC, ajusto la nitidez y me voy a la terraza. Me pongo junto a la barandilla y comienzo a quitarme la ropa muy despacito, como si tuviera pereza. Una vez desnuda tomo la manguera y comienzo a mojarme: Primero por los hombros y por la nuca; después voy bajando a los pechos y me recreo unos segundos; desciendo por el vientre hasta llegar al coñito, levanto una de las piernas y apoyo el pie en la barandilla, para poder acceder bien con el chorrito; después me dedico a la espalda y el culito, al tiempo me giro, quiero que lo vea bien. Cuando creo que ha sido suficiente, cierro la llave de paso, me pongo los pantaloncitos y me seco las piernas y los pies, mostrando bien el culo mientras lo hago. Finalmente me voy a ver el resultado.

Saco la tarjeta de la cámara y la meto de nuevo en lector del PC. Abro la carpeta de video y lo reproduzco. ¿Cómo describir la cara de tonta que se me queda? Podéis imaginarlo, solo baste decir que durante un par de minutos no fui capaz de cerrar la boca ni tragar saliva. Puedo ver como el tipo enfoca los prismáticos hacía la terraza, mira durante unos segundos, después suelta una de las manos y la baja, hacia su bragueta.

-¡Qué cabrón! –Exclamo por fin -.

El tipo comienza a mover el brazo muy deprisa, sin duda se está haciendo una paja de campeonato. Apenas puede mantener los prismáticos con una mano: parecen bastante pesados y de los buenos.

-¿Por qué no se compra un trípode? Le resultaría más cómodo, así de paso puede meterse un dedo de la otra mano por el culo –pienso y me echo a reír a carcajadas.

Finalmente, se mete hacia el interior de la sala, alejándose un poco de la ventana, se pone de medio lado y puedo ver la punta del cipote cuando la mano desciende hacía los cojones. Sin duda se está masturbando a conciencia. Tras unos segundos más se gira, dándome la espalda y parece frenar los movimientos. Sin duda debe estar manchando la colcha de la abuela o de su puta madre. Lejos de alterarme me estoy poniendo cachonda. Miro por el telescopio pero ya no está, sin duda se ha debido quedar satisfecho y se ha ido a ver a Colombo en la tele, o lo que den. El hecho de que se haya ido me calienta que ni os podéis imaginar.

Regreso a la butaca y me siento delante del monitor, le doy de nuevo al play y me saco los pantaloncitos cortos. Comienza de nuevo el video y el tipo no me resulta desagradable: parece más o menos alto (no sé precisar), algo corpulento, y vestido con una camiseta blanca que lo hace más llamativo. Comienzo a masturbarme con ganas y con desesperación, tengo que correrme lo antes posible o reviento. Con la mano libre me magreo las tetas, son tantas las ansias que no me pierdo en caricias, voy directa al grano. Pellizco los pezones cuando dos de mis dedos han entrado todo lo posible. Hago gancho con ellos y exploro la cavidad con precisión, llegando a cada recoveco.

¡UFFFFFF! ¡Como me pone este cabrón! Ni le veo la cara pero me da igual, debe tener un rabo enorme a juzgar por cómo sale el capullo de la mano cuando desciende –me digo a mi misma entre dientes, sin mover los labios.

Finalmente termino por correrme con ganas, me ha costado bien poco debido a la excitación. Cojo un pañuelito de papel y me limpio los dedos, de este modo no mancharé el celular. Marco el número de Sonia.

-Dime Luz, ¿Qué tal todo? Estaba por acostarme –me dice nada más descolgar.

-Sonia… tengo algo que deberías ver, no te lo vas a creer. –le respondo de forma atropellada, como queriendo decir todas las palabras de la frase al mismo tiempo.

-¿Qué es? ¿Es algún cotilleo? –vuelve a preguntar cada vez más intrigada.

-Sí, del barrio, de un vecino. –Respondo ironizando- te lo mando por mail- concluyo y cuelgo para no gastar demasiado el saldo.

A la mañana siguiente me llama Sonia por teléfono. Al descolgar ya está partiéndose el culo de risa: Me cuenta que ha visto el video al levantarse, que por la noche ya tenía el PC apagado y le daba pereza prenderlo y que desde entonces no ha parado de reír. Pasamos un rato haciendo chistes malos y nos despedimos.

Por la tarde empiezo a maquinar un plan para averiguar algo más del tipo de la ventana. Pienso que lo más importante es saber qué tipo de precisión y alcance tienen los prismáticos: No me gustaría averiguar, por casualidad, que el tipo tiene una cámara y puedo salir por internet. Si no ve más allá de una cara confusa me quedaré tranquila. Pero si tiene un bicho como el mío, capaz de verle los pelos del culo, entonces debo preocuparme.

Mientras pienso en un plan, no dejo de pensar en la cantidad de días que puede llevar espiándome. Esto me inquieta, pero finalmente pienso que da igual, tan solo he estado desnuda en la terraza tomando el sol o simplemente descansando. No puede ser peor que cuando he ido a las playas nudistas, donde estás a la vista de cualquiera con un teléfono.

-¡Ya sé!, puedo escribirle carteles con distintos tamaños de letra, comenzando por uno chiquito e ir aumentando hasta que me responda. De esa forma puedo saber la precisión que tiene y calcular la distancia con más exactitud… a simple ojo, calculo unos…veamos… sí, unos 40-50m –pienso mientras no dejo de hacer cálculos mentales.

Tomo un papel tamaño A4 y escribo la nota:

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

SI ME LEES, CONTESTA

CON UN

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Espero un buen rato, mirando por el telescopio de vez en cuando. Al ver que no aparece me hago un par de sándwiches, el espionaje no está peleado con la comida. Regreso con ellos junto al telescopio y sigo mirando, haciendo guardia.

-Este cabrón debe estar sacando a pasear al perro, o a la abuela –pienso sin dejar de espiar la ventana del infame mirón.

Pasa otro ratito y sigue sin asomar el bigote. Comienzo a desesperarme pero aguanto firme, como una paparazzi.

-Jajajajajaja –comienzo a reír al recordar algo- me parezco a Torrente. Solo me falta un compañero a quien proponer hacernos unas pajillas- jajajajaja vuelvo a reír con ganas.

Cuando, a eso de las once, veo que se enciende la luz, me pongo nerviosa. Veo como alguien se desplaza por la habitación, como si estuviera haciendo algo que no logro adivinar. Finalmente se acerca a la ventana y saca los prismáticos que seguramente están cansados de violarme con su potencia ocular. Pulso REC y me voy a la terraza.

Enciendo la luz de la terraza y salgo, con la nota en la mano que deposito sobre la mesa. Esta noche me he puesto una minifalda con algo de vuelo y una camisetita que enseña la barriga. Me pongo a regar las plantas y le obsequio con todo tipo de poses eróticas, tengo que calentarlo de lo lindo. Eso sí, evito que se me vea la cara, ¡Por si acaso!

Cuando creo que ha tenido un aperitivo cierro el agua y me pongo a desnudarme: De forma lenta y sexy. Primero me saco la camiseta por la cabeza, la tiro sobre la butaca. Después me inclino para desatarme las zapatillas de tela, parecidas a las de las bailarinas de ballet. Estoy dándole la espalda y mostrando el culo cubierto por las braguitas blancas, todo lo que puedo. Me levanto y comienzo a quitarme las braguitas con parsimonia. Giro un poco el torso y hago como que tengo algo en el culito, levantando ligeramente la faldita y mostrando uno de los cachetes. Al hacerlo, procuro que el pelo me tape la cara ¡Por si las moscas! Finalmente me la saco, dejando que caiga sobre los pies y la retiro con una leve patada.

-¿Te has corrido ya o quieres más? ¡Cabronazo! –me digo dándole la espalda y mostrando el culo en todo su esplendor.

A buen seguro no verá mucho porque está sombrío. Me coloco de perfil y comienzo a hacer movimientos sexys y a adoptar posturas de lo más picantes y provocadoras. Me restriego las tetas y meto una mano en la entrepierna. Me detengo, no quiero terminar pajeándome delante de él. Cuando creo que ha sido suficiente, cojo el cartelito y lo coloco por fuera de la barandilla, colgando de un par de ganchitos que improvise al hacerlo, con un poco de alambre. Salgo de la terraza y dejo la luz encendida para que el papel traslucido lo ilumine bien.

Regreso al cuarto donde tengo el telescopio y miro en la pantallita de la cámara. Está en el interior de la estancia y pasa por delante de la ventana, de un lado a otro. Finalmente parece salir y apaga la luz. Detengo la grabación y saco la tarjetita de memoria. La conecto al ordenador y reproduzco el video. Puedo ver una escena parecida a la de la noche anterior: El tío pelándosela con ganas y esta vez sí, puedo distinguir con nitidez y precisión su cara. Realmente no es gran cosa, pero en un momento dado podría servir para un apaño. Esta vez tiene desnudo el torso y unos pantalones como de deporte.

Realmente no me seduce nada la escena y por lo tanto evito pajearme mirando el video. No obstante, decido que podría calentarme un poco con Kiko o Raúl, un par de amigos con los que a veces conecto por internet. Solo está en línea Kiko, consigo que se ponga tontín y me hago el apaño rápido.

Al día siguiente miro por el telescopio y no veo nota alguna de respuesta en la ventana. Repito la misma escena erótica o similar, varios días más, aumentando el tamaño del cartel. Por fin, al quinto día recibo respuesta al cuarto cartel. Rebusco entre los que tengo y encuentro el que he marcado con el número 4. Voy al baño y me pongo frente al espejo de encima del lavabo. Sujeto el cartel junto a mi cara y hago comparación de tamaño. La conclusión que extraigo es que sí, se me puede reconocer pero no de forma clara.

Durante los días siguientes, decido darme un paseo por los comercios de la acera donde se sitúa el portal de su edificio, a distintas horas, intentando verle por casualidad. Para ello me visto super provocativa, con algo de maquillaje y con el pelo recogido en una coleta. De esta forma pretendo que repare en mí si nos cruzamos y que al hacerlo me reconozca o no.

Pasados tres días, un viernes, consigo verlo sobre las seis de la tarde. Va con una mujer vestida un poco vulgar y que no me dice gran cosa físicamente. Ambos llevan bolsas en las manos, como si vinieran del supermercado. Me voy acercando y él comienza a mirarme disimuladamente, desnudándome en plena calle con los ojos, delante de su ¿Mujer? Cuando me cruzo con ellos, llevo un cigarrillo apagado en los labios, medio ladeado. Al llegar a su altura me detengo.

-¿Serían tan amables de darme fuego? –les pido a ambos mientras sujeto el cigarrillo con el dedo índice y el corazón.

-¡Sí, cómo no! –responde él de forma educada y saca el mechero del bolsillo del pantalón, después de dejar una de las bolsas en el suelo.

Noto que apenas me mira a los ojos y cuando lo hace, no percibo nervios ni nada por el estilo que me haga sospechar o dudar. Al encenderlo me muestro agradecida y sigo caminando. Tras ocho o diez pasos, me giro para mirar y veo que siguen su camino sin prestarme más atención. Aun así tengo la duda de que este disimulando por temor a un puntapié de la mujer. Termino marchándome.

Al llegar a casa pienso en cómo darle un regalito que lo tenga pajeándose un mes.

-Puedo hacer algo yo sola, pero eso ya lo tendrá visto de las veces que me he masturbado en la terraza. –Pienso- Puedo montar algo más fuerte con Kiko o Sonia. Como María y Tomás están de vacaciones no puedo contar con ellos. –sigo estrujando el cerebro sin verlo claro.

Finalmente decido proponérselo a Sonia: Quien sea, tiene que ser consciente de que nos miran, no lo debo ocultar, y un chico no creo que esté dispuesto. Sonia es más alegre y en ciertos casos morbosa. La llamo por teléfono y la detallo todas mis pesquisas. Finalmente se lo propongo, y tras un buen rato de carcajadas y cachondeo, acepta hacerlo la noche siguiente. Me pongo bien contenta y comienzo a pensar en todo. Por la noche vuelvo a hacer un nuevo show y tras terminarlo coloco un nuevo cartel en la barandilla, del tamaño que él puede leer y que dice lo siguiente:

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

MAÑANA A LAS

23:00 TE ESPERO.

KISSSSSSSSSS

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Al día siguiente quedo con Sonia a tomar un café, después de comer, en un bar cercano a casa. Sobre las seis subimos al piso y comenzamos con los preparativos, sin dejar de bromear y decir tonterías, tentadas por las risitas. Ella ha traído una ropita bien sexy, y yo tengo la mía tendida sobre la cama. Para hacer tiempo le enseño el telescopio y nos dedicamos a mirar todas las ventanas que sean accesibles.

Dan las diez en el reloj que tengo de adorno sobre el mueble del salón y que compré en un bazar chino. Estamos sentadas en el sofá y nos levantamos para cambiarnos la poca ropa que tenemos puesta. Vamos al dormitorio y comenzamos con el ritual de ponernos picantes. Durante el rato que hemos estado sentadas, en el sofá, nos hemos podido enrollar un ratito y estamos ambas muy calientes. Desde que hice el trío con María y Tomás, repetí solo con ella unas pocas veces y se había despertado en mí la llama del deseo por las mujeres. Aun así, nunca he renunciando a una buena verga cuando ha sido menester. Sigo prefiriendo a los chicos, pero la sílaba “Bi” ha sido añadida a mi sexualidad. La otra chica con la que he estado, un par de veces, es Sonia y realmente lo hemos pasado muy bien. Ella es tres años mayor que yo y también está muy abierta a probar plátano o mejillón, según la persona y la ocasión. “¡Perdón por el pareado fácil!”

Al desnudarnos, no podemos evitar sentir deseo por nuestros cuerpos frágiles y jóvenes y comenzamos a besarnos, muy despacio, mientras acariciamos nuestros cuerpos con ternura y dedicación.

-¡Venga Luz!, no te lances que nos conocemos y a las once ya no tenemos ganas. –me dice dándome un último beso y nos separamos.

Mientras nos vamos vistiendo, no dejamos de mirarnos con complicidad y ansias de estar juntas. Puedo notar como ambas tenemos los pezones levantados y ansiosos de ser colmados de besos y mordisquitos. Intento no pensar y terminamos de vestirnos. Tras hacerlo nos alborotamos el pelo para que quede muy suelto: Ambas lo tenemos largo y bastante voluminoso. Terminamos y vamos a la cocina, para comenzar a llevar los platos de canapés y frutos secos que hemos preparado durante la tarde. También hemos refrescado una botella de vino rosado, espumoso para que nos produzca cosquillitas en la panza con las burbujas.

Treinta minutos antes de las once, tenemos todo preparado en la mesa de la terraza. Hemos colocado en el centro un jarroncito, con un par de rosas que hemos comprado de camino a casa: Una roja para ella y una amarilla para mí.

Mientras Sonia termina de colocar todo, voy al telescopio para ver si nuestro distante admirador está en posición. Compruebo que no y regreso con Sonia. Al entrar en la terraza, ella está mirando hacia la calle, apoyada en la barandilla, ligeramente inclinada y mostrando medio culo que sobresale de su pequeño pantaloncito corto. Al notar mi proximidad se gira y puedo verla semi iluminada por la bombilla que cuelga sobre la entrada. ¡Realmente está divina!

Tiene puestas unas sandalias de cuero marrón; un pantaloncito corto con cuadros escoceses, ajustado, muy diminuto, apenas le cubre los muslos y las caderas, y marca perfectamente la rajita, a modo de pequeño culito; top ajustado y estrecho que apenas llega a cubrirle los pechos y a juego con el pantalón; maquillaje discreto y carmín color burdeos intenso en los labios, casi del mismo tono que la ropa; el cabello castaño oscuro, suelto y muy alborotado, sin flequillo. En esa posición, y vestida para pecar, no tengo miedo de ir al infierno de cabeza las veces que haga falta.

-Sonia, si vestida de esa forma me mojo solo con mirarte, no quiero imagina lo que hará nuestro amigo- la piropeo dejando que vuelen las palabras desde mis labios hasta sus oídos.

-jajajaja Luz, gracias linda, tu siempre con la miel en los labios- responde con algo de rubor. Tú también, ¡Estás para comerte!- añade, tratando de corresponder a mis halagos.

-¿Cenamos? –pregunto dándome pequeños azotes en el estomago como síntoma de que tengo hambre.

-¡Síiii! –responde con una voz que delata las mismas ansias que yo.

Comenzamos a picar y abrimos la botella de vino con gran jolgorio, entre risas nerviosas y pasionales. Caigo en la cuenta de que nos falta algo en la mesa. Me levanto con prisa y voy corriendo a la cocina mientras escucho risitas picaras por parte de Sonia. Regreso con una vela roja metida en un vasito muy bajo y la coloco en el centro de la mesa.

-Se me olvidaba lo más importante –le digo en tono romántico mientras enciendo la vela- ¿De qué te reías cuando he salido? –pregunto muy intrigada. Por fin la vela comienza a desprender un agradable olor.

-¡Jajajaja! No era nada amiga. Era solo que... jajajaja… Que al salir corriendo se movía la mi falda y se te veían los cachetes del culo… jajajaja… -Responde sin dejar de reír con ganas y con los ojos brillantes por las lágrimas contenidas.

Me inclino sobre ella y le doy un beso en esa boquita que se burlaba de mi culo saltarín. Seguimos cenando hasta que se hacen las once. No hemos dejado de hablar de chismes sobre casi todo el mundo, de forma muy jovial. Reparo en la hora y me voy a mirar por mi gran ojo espía. Al salir voy dando saltitos para que se ría de mi culito saltarín. Jajajaja consigo el efecto deseado y eso me hace feliz. Al mirar compruebo que nuestro amigo está impaciente sin perder detalle. Ajusto una calidad grabación media y doy al botoncito rojo de grabación. Apenas grabara media hora, pero no importa, es tiempo suficiente para él. Jajajaja, no creo que aguante tanto.

Regreso junto a Sonia y le hago señas de que está grabando. Ella sonríe picaronamente y comenzamos el show. Noto que, en mi corta ausencia, ha puesto en el radio-CD un disco de Jaime Urrutia llamado “Patente de Corso” y que a ambas nos gusta (no es muy adecuado pero puede servir). Me acerco a ella y le tiendo la mano para que la tome y me siga. Lo hace y nos acercamos a la barandilla, nos apoyamos en ella con las caderas, la una frente a la otra, tomadas de las manos. Nos acercamos y fundimos los labios, con paciencia y dulzura. Separamos las manos y nos cogemos de la cintura, proporcionándonos delicadas caricias. El beso se intensifica y prácticamente nos estamos corriendo el carmín de los labios, mezclando sus sabores. Abrimos los labios ansiosos, fundimos las lenguas deseosas de encontrar el placer ajeno. Soy algo más alta que ella y me acomodo a su estatura. Nos acercamos hasta enfrentar los pechos y terminar presionándolos mutuamente. Ambas inspiramos el mismo aire. Los ojos cerrados, sintiendo las caricias bucales. Las manos se aceleran y recorren mayor superficie de piel. Estamos a punto de estallar como dos volcanes, lujuriosas.

Sonia posa sus manos en mi culo y tira de la braguita, consiguiendo que se meta por la hendidura que separa las nalgas. Me estoy empezando a mojar y estamos solo en los preliminares. Desliza las manos por las caderas ejerciendo más presión.

Yo la correspondo depositando la mano derecha en su nuca y presionándola ligeramente contra mí. Con la izquierda recorro la redondez de su culito duro y ligeramente relleno, por encima de la tela liviana, ¡Como ella!

-¡Desnúdame que no puedo más amor! –la suplico separándome de sus labios, en voz baja, apenas inaudible, confirmando mis palabras con la mirada.

Sus ojos me confirman su respuesta. Se separa un poquito y comienza a desatar el nudo que ata mi camisa por encima del ombligo, siguiendo sus movimientos con los ojos encendidos. Cuando termina, abre la camisa que no estaba abotonada, para poder mostrar bien el ancho canal que forman mis menuditos pechos. Suspiro y tomo aire de nuevo, con ganas. Esta mujer me enciende de forma brutal. Despacio la abre más, hasta sacarla por mi espalda, y la deja caer al suelo. Desciende las manos acariciando la piel, hasta llegar a la minifalda. Sin hacerme esperar comienza a bajarla y la acompaña en el descenso con su cuerpo.

-¡Ummmmmmm! –dejo que quede libre el gemido que retenía en la garganta.

Termina por llegar al suelo, levanto los pies, uno después del otro, para permitir que pueda retirarla. Lo hace y sube las manos por los muslos hasta llegar al elástico de la braguita. Lo estira un poco hacía los laterales y salvando las caderas, la baja también. Colaboro de nuevo con los pies par que las retire. Vuelve a escalar las piernas ágilmente con las manos, hasta la cintura. Al tiempo, sitúa la cabeza a la altura del vientre. Lo mira, está buscando el caramelito que escondo entre las piernas. Besa dulcemente el pubis, desciende, abro las piernas en introduce cuanto puede la boca, para besar levemente los labios mayores que se abren como una flor primaveral. ¡Pronto se convertirá en planta carnívora, ansiosa de atrapar su lengua y sus labios!

No se recrea demasiado, desea llegar a los pechos y abrazar mis pezones con los labios. Se alza su cuerpo y los alcanza, deslizando la lengua por la piel durante el trayecto hasta ellos. Al llegar, abarca los pechos con sus delicadas manos, los oprime con suavidad, tanta que arranca de mi alma otro gemido de placer y locura que se abre camino entre los labios.

-¡Ummmmmmmmmmm! –Si el cielo existe debe ser así de bello, pienso sin pensar.

Ella ha sentido mi muestra de gozo y besa los pezones. ¡Cómo me gusta que lo haga! me vuelve loca, mi zona más erógena se transforma en pequeños sensores sísmicos, capaces de captar hasta el más mínimo roce de sus labios. Cuando termina de recrearse se incorpora del todo y no puedo evitar comerle los morros: Me ha puesto tan cachonda que tengo ansias descontroladas de hacerla mía.

Me reprimo y comienzo a desnudarla con algo más de prisa que ella. Al quitarla el top puedo admirar sus bellos pechos, tienen un tamaño medio, pero los pezones quedan bien elevados. Los besos y recorro con la lengua. Mientras lo hago, comienzo a bajarle los pantaloncitos; me cuesta por lo ajustados que los tiene pero no me doy por vencida e insisto con más fuerza. Ella me ayuda agitanado un poco las caderas. Cuando he salvado estas, me separo de sus tetas divinas y acompaño el descenso de la prenda con mi cuerpo, al igual que hizo ella. Puedo ver entre sombras su braguita de encaje, negra como la noche. Al llegar los pantalones a sus pies los dejo ahí y vuelvo a liberarla de la prenda negra y perfumada. Una vez ambas prendas están a sus pies ella colabora y las puedo retirar del todo. Mientras me pongo en pie, miro de reojo hacia la calle, hacia la ventana donde está el espía que ansía descubrir nuestros secretos más íntimos.

Nos besamos, acariciamos y miramos con deseo unos segundos. Nos separamos y juntas movemos la tumbona para que quede paralela a la barandilla, de esa forma siempre daremos el perfil al agente secreto con licencia para matarnos con los ojos. Acomodamos el respaldo para que quede debidamente reclinado, no demasiado.

-¡Túmbate Sonia!, pienso conseguir que veas más estrellas de las que hay en el cielo esta noche. –la pido con total convencimiento.

No dice nada pero sus ojos no mienten, está ansiosa por abrir la flor y el jardín si es preciso. Se tumba flexionando las piernas y depositando los pies a ambos lados de la tumbona, abriendo bien las rodillas. Cuando veo el camino libre, me coloco lo más cómoda posible e inclino la cara hacia donde se funden los muslos, a la flor que ansío lamer y chupar como si fuera un colibrí extrayendo el néctar.

Beso y succiono los labios mayores, introduzco la lengua entre ellos y noto los menores, profundizo más. Para ayudarme separo los labios con ambas manos, despejando el camino. Puedo adivinar con la escasa luz el brillo del clítoris y eso me indica su posición.  Noto que ella se agita levemente y levanto la vista para ver como se está acariciando los pechos. ¡Sin duda está muy excitada! Esto me enciende y lubrico el clítoris con la lengua unos segundos, acto seguido comienzo a frotarlo con dos dedos, aumentando la velocidad poco a poco al tiempo que muerdo los labios con delicadeza

-¡Sí, sí amor!… ¡No pares por Diosssss! –suplica muy acelerada y fuera de sí.

La complazco y acelero un poco más los movimientos y lametones. Dejo de castigar el clítoris e introduzco los dos dedos lentamente. El calor que sale de la vagina es intenso, mis dedos pueden percibirlo. Una vez dentro, comienzo a meterlos y sacarlos, aumentando la velocidad según se van impregnando con la lubricación que segrega su interior. Ella comienza a gemir alocadamente, sin descanso. –Es pronto para el orgasmo-, pienso.

Paseo la punta de la lengua por el clítoris, la hago vibrar en él, sin dejar de masturbar su coño con los envites de mis dedos. Estoy ansiosa por que se corra en ellos y saborear el licor dulce que ya conozco. Con este ritmo no tardo más de tres minutos en conseguir que se retuerza de placer y me regale lo que mi lengua y mis labios ansían degustar.

-¡Siiiiiiiii! ¡Ummmmmmmmm! ¡Sí Luz haz que me corra! –Suplica desesperada entre gemidos y pequeños gritos. -¡SSiii! ¡Me corrrooooo! ¡Ummmm! ¡Qué ricooooo! –continua dando muestras de placer intenso al explotar con un prolongado orgasmo.

Me siento feliz y responsable de hacerla sentir tanta satisfacción. No dejo de introducir los dedos con agilidad al tiempo que continúo con la lengua en el clítoris. Tras unos intensos momentos en los que no ha cesado de convulsionarse, por fin decelera el ritmo hasta quedar calmada del todo entre jadeos, suspiros y palabras cariñosas de agradecimiento.

-¡Gracias Luz! Me encanta la dedicación que pones al darme gustito –agradece plenamente complacida y con una gran sonrisa que delata la felicidad que siente.

Yo aprovecho el momento para lamer y succionar el fruto del placer que, de forma líquida, fluye por la pequeña abertura. Me deleito con él hasta que estimo que no sale más.

Sonia esta tan feliz y morbosa que propone una idea.

-Luz, vamos a darle algo que no olvide jamás –Dice desafiante e intrigante.

-Dime Sonia ¿Qué maquina tu calenturienta cabecita? –Pregunto con deseo de saber.

-Le voy a poner la pantalla de cine para que alucine –Responde sin dar más detalles.

Me pide que me levante y ella también lo hace. Me indica que pongamos la tumbona frente a la barandilla y lo hacemos rápidamente pues tiene prisa. Después se coloca entre la tumbona y la barandilla, despaldas a la calle y mostrando el culo a nuestro lejano amante. Me ordena que me tumbe boca arriba, mirando hacia ella. Lo hago y me abre las piernas apoyando los pies en el suelo. Se arrodilla delante de mí en introduce la cara entre mis piernas. Está en la postura que imagino que pretendía: Poner su esplendido culo delante de las narices del mirón, en su total extensión. Si a estas alturas todavía aguanta es un milagro. Comienza a lamerme todo lo que su lengua es capaz de alcanzar. Al tiempo contornea el culo despacio, acompañando el ritmo de los lametones que me está propiciando de forma pasional y explosiva. A este ritmo no creo que dure mucho sin bañarle la cara.

Se pone en posición de perrito y me mete el dedo corazón a modo de garfio, con la yema del dedo apuntando hacia la parte superior del coño. Hurga unos segundos e introduce un segundo dedo. Los pega bien y en posición reta los mete y saca con rapidez. Me está volviendo loca y se lo demuestro.

¡Joder Sonia, me vas a destrozar a ese ritmo!... ¡Ummmmmm!

Ella no deja de menear el culito como si bailara. Me tiene a punto de caramelo para hacer que me corra.

-¡Sigue cabrona! ¡No paressss! –Suplico fuera de mí y sintiendo las convulsiones que anuncian el orgasmo.

Comienzo a decir palabras sin sentido mientras todo mi cuerpo tiembla. Levanto las caderas y las bajo de forma mecánica. Sin duda me llega.

-¡SSSSiiiii! ¡Me gustaaaaaaaaaaa! – sigo gritando y me falta el aire. La vagina no deja de contraerse y aumentar de temperatura El corazón parece que quiere estallar y los pezones se levantan por completo y los siento muy duros, casi me duelen. Finalmente siento que las fuerzas me abandonan y que me voy a desmayar. Cuando termino caigo sobre la tumbona y me quedo algo más calmada.

-¿Te ha gustado cielo? Parece que ha sido muy intenso. Voy a ver si te arranco otro, lo voy a intentar. –Me dice provocando mi asombro pero cierta esperanza de que lo consiga.

-Síii, estaría bien. –Respondo porque sé que ella es la única que lo ha conseguido en tan poco espacio de tiempo.

Se pone en pie, se acerca a mí por el costado derecho, pasa la pierna por encima de mí, se coloca haciendo una especie de puente y termina sentándose sobre mi estómago, dándome la espalda. Inclina la cabeza al frente dejando que el largo pelo cubra su cara y busca de nuevo mi caliente y húmedo coñito. Acerca de nuevo dos dedos y sin pensarlo los va metiendo. Me arranca un pequeño grito pero sigue. Una vez dentro comienza a masturbarme, haciendo gancho hacía arriba y buscando el punto G. Tiene las tetas colgando, como si dos grandes peras lo hicieran de su árbol, como esperando a que el espía alargue las manos para robarlas.

Desliza el culo por mi vientre y coloca el coño justo encima del mío sin dejar de pajearme. Sin demorarme ni poder moverme por el peso de Sonia, me corro de nuevo, de forma más calmada y menos intensa pero, aun así, consigue arrancarme un pequeño grito y suspiros de alivio. Durante unos segundos continúa, mientras le acaricio la espalda y el pelo en señal de agradecimiento. Termina tumbándose sobre mi pecho y pasando la cabeza por el lateral de la mía. Ella también está cansada y feliz. La rodeo con mis brazos y le dedico palabras muy tiernas, plena de dicha. Pasamos así unos minutos.

-Vamos a ver que se ha grabado le digo. Ambas nos levantamos y corremos por el salón hacia el telescopio. Cuando llegamos la grabación se ha detenido: Es normal, ha pasado más de media hora que es el tope para un video. Miramos en la pantallita LCD y el tipo aun sigue en la ventana, pero tiene los prismáticos bajados y fuma un cigarrillo. Casi podemos ver la marca que fuma si hago zoom. ¡Realmente este es un gran invento!

Sacamos la tarjeta y penetramos con ella, sin piedad, la ranura de del lector. Adelantamos el video buscando las escenas más calientes y sonreímos al ver que el tipo lo ha pasado en grande. La pena es que apenas se ve su instrumento. Pero bueno: La situación nos ha hecho gozar de manera diferente y morbosa.

Terminamos la botella de vino, ya calentorro, pero no importa. Al rato nos vamos al dormitorio y allí seguimos disfrutando un buen rato. Esta vez ayudadas por mi amigo a pilas Duracell, como las que usa el conejito del anuncio. Pero eso ya es privado y no podéis mirar. ¡ES TOP SECRET! Bastantes secretos nos ha robado ya el espía de enfrente.

Tras aquella noche, únicamente dedique el telescopio y la cámara para ver cosas más interesantes en el cielo. Por supuesto que seguí con una vida normal, sin cortarme un pelo a la hora de estar en mi terraza. Si a alguien le gusta la astronomía, le recomiendo esta forma de tener uno muy barato y bastante potente. Para que lo uséis es cosa vuestra. Nunca se sabe… ¿QUIÉN ESPÍA A QUIEN?

 

 

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