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La isla (capitulo 2)

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Los tres cazadores estaban saliendo del aparcamiento, dirigiéndose a un restaurante de carretera apartado, para cenar tranquilamente a costa de sus cautivos.

Lorraine seguía callada, algo incómoda porque debajo del top y los shorts llevaba el bikini mojado, decidió ducharse y cambiarse al llegar a casa, pero ahora le parecía la peor idea del mundo, no creía que volviese nunca a su casa; inmovilizada en la parte trasera de la furgoneta, intentando averiguar cuales eran las intenciones de aquellas personas, mientras trataba en vano de mover sus muñecas y tobillos, a su lado estaba Amy, en la misma postura que ella, en bragas, y con Kyle sentado delante de su amiga, con la cabeza apoyada en las enormes tetas de ésta, parecía una postura cómoda, Amy tenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia delante, a saber lo que se le pasaba por la cabeza. Al lado de Amy, casi en la puerta, estaba Maky, la jovencita llorosa que se había escondido en el coche, ella seguía llorando y las lágrimas le caían en sus pechos perfectos, escondidos en el bikini naranja, que a diferencia del de Lory, estaba seco, no obstante el sombrero evitaba que sus compañeros viesen sus ojazos verdes llorando, la mano de Kyle estaba sobándole un muslo, por la parte exterior y por la parte interior.

Enfrente de ellos estaba el señor Koru, sentado y amordazado, con su hija Claudia encima, aprisionada por las pulseras con las manos a ambos lados encima de su cabeza, y un tobillo a cada lado de la cadera del hombre, dejando sus tetas presionandole la cara, y la entrepierna del vaquero de su hija rozándole la suya, que con la vibración del coche tenía una erección considerable, se encontraba fatal por estar poniéndose cachondo a costa de su hija, ni Claudia ni él tenían mucha facilidad de movimientos dada su postura, Claudia tenía la cabeza mirando hacia la puerta de la furgoneta y no la podía mover, por lo que desde su punto de vista sólo se veía al chico rubio, Jimmy, lo conocía del pueblo, hermano de su compañera de clase Maky, era el típico chulo de playa, musculoso y por el que todas las chicas suspiraban, incluída ella misma, pero ahora ya no tenía ese deje de chulería en su mirada, estaba asustado, acojonado, sentado en el suelo, inmovilizado en la parte de atrás de una furgoneta, sintiendo rabia por la muerte de su amigo, y por lo que le estaban haciendo a su hermana y a sus amigas.

Mandy conducía y Ralph estaba mirando el coche rojo de los chavales por el retrovisor, cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos, manipuló su brazalete y el coche explotó, el estruendo debió de ser fuerte porque todos en la parte de atrás se asustaron, pese a que ya estaban a unos 200 metros. El coche dió un par de vueltas de campana en el aire, y cayó al suelo del aparcamiento, hecho un amasijo de hierros en llamas. Los dos coches que pasaban por la carretera se pararon y corrieron hacia el incendio, una persona les hizo señas a lo lejos para que se parasen a ayudar, pero Mandy las ignoró y siguió su camino.

―Kyle, quítale la mordaza al viejo. ― ordenó fríamente Ralph.

El cazador obedeció a su hermano y dejo de sobarle la pierna a Maky, se puso de pie, y avanzó hacia Claudia y el señor Koru, movió una mano por detrás de la camiseta roja de Claudia y le agarró una teta con fuerza, para separarla de la cara del señor Koru, luego, con la otra mano, agarró la mordaza y la llevó hasta su cuello, el señor Koru movió su cabeza instintivamente hacia delante para poder respirar mejor, y en cuanto hizo eso, Kyle le soltó la teta a Claudia, que volvio a presionar la mejilla de su padre e hizo que su cabeza se golpease levemente con la pared de la furgoneta.

―¿A dónde nos lleváis? ¿Qué quereis de nosotros? ― dijo el señor Koru.

―De momento quiero información – aseguró Ralph – ¿a donde ibais la putita y tu? ¿y su madre?

―¿Si os lo digo nos dejareis marchar? ― dijo el padre asustado.

―Respuesta incorrecta, Kyle mátalos.

La cara del señor Koru palideció cuando Kyle sacaba el que antes era su revólver y lo apoyaba en la cabeza de su hija, martilleándolo, de repente el señor Koru empezó a sentir un calor intenso en sus pantalones, Claudia se estaba literalmente, meando del miedo.

―No por Dios― gritó desesperado el viejo – No nos mateis, haré lo que sea, os diré lo que sea.

Ralph hizo un gesto y Kyle apartó con una sonrisa la pistola de la cabeza de Claudia, comprobando divertido el pequeño charco sobre el que ahora estaban situados padre e hija.

―Mi.. mi hija y yo volvíamos a casa, ella está de vacaciones y me ayuda con las cosas, estábamos trabajando, lo juro.

―Eso explicaría porqué vas vestido con ese mono ridículo. ― Ralph hizo mención al mono azul de obrero que llevaba puesto el señor Koru. ― Bien, ¿dónde está su madre?

―Su madre... ella murió al poco de nacer Claudia, la he criado yo solo.

―Oh, es tan tierno que me dan ganas de vomitar, ¿ te follas a alguien ahora?

―Pues... no, desde que Elayne murió, no― dijo entristecido.

―Bueno, no te preocupes, en el día de hoy follarás seguro, ¿quién sabe si con la putita? Veo que te está gustando mucho su postura – dijo Ralph mientras miraba los pantalones del mono del hombre. ― hablando de putitas, ¿ a ella se la folla alguien?

―No, no tiene novio ni nada.

―Eso que tú sepas – intervino Kyle divertido. El señor Koru no respondió y Ralph le hizo una seña a su hermano para que le amordazase otra vez.

―Bien, vayamos a cenar rapidito, quién sabe si reconocerían el coche los del aparcamiento.

―Tengo una idea – dijo Mandy, mientras se desviaba de la carretera.

Tras unos minutos de andar por una carretera sin asfaltar, llegaron a un descampado bastante apartado, había un viejo merendero al fondo, pero ya estaba anocheciendo y la gente estaba en sus casas. La furgoneta se paró, conductora y copiloto salieron de ella y abrieron las puertas de la parte trasera. Le dijeron a Kyle que cogiera el bote sobre el que se había estado sentando, era un bote de pintura azul, perfecto para cambiar el color blanco del vehículo.

Manipulando el brazalete Ralph liberó a Claudia que se puso de pie rápidamente, con la cara roja de la vergüenza y una mancha que salía de su entrepierna y bajaba por la pierna izquierda, y también en menor medida, por la pierna derecha, empapapada de orina.

―Vosotros tres, salid ― Les dijo Mandy a Claudia, Jim y al señor Koru.

Los tres bajaron rápidamente y los varones fueron liberados de las ataduras de sus muñecas, pero no asi de las de sus tobillos. Ralph bajó de las herramientas de la furgoneta tres rodillos, y abrió el bote de pintura, que estaba casi entero.

―Tenéis 10 minutos para dejar la furgoneta perfectamente pintada, si la pintáis mal o tardáis demasiado, os arrepentiréis. ― la voz de Mandy sonaba autoritaria.

―Pero, ¿nos desataréis no? ― dijo Jim mientras señalaba las ataduras de sus tobillos.

―No, así será más divertido veros mover a saltitos, además, no queremos que tengáis la tentación de salir corriendo hacia el bosque. ― comentó Mandy sonriente.

Los cazadores observaron a los tres dando saltos mientras iban hasta el bote a renovar la pintura de sus rodillos, lo más divertido era ver a Claudia, cada salto le hacía estar más incómoda de cintura para abajo, además sus tetas se balanceaban de manera muy sexy, se podía observar la parte superior de un tanga blanco, que cubría una ínfima parte de su perfecto culo, su pantalón se bajaba poco a poco tras cada rebote.

Por el camino por el que vinieron se acercaban unas luces, todos pararon de pintar y miraron hacia el coche expectantes, Ralph se dio la vuelta y avanzó hacia el coche recién llegado. Era un utilitario negro, de una empresa de alquiler, en él estaba un hombre de unos 25 años conduciendo, en el asiento del coche estaba una chica de aproximadamente la misma edad. Pararon y se bajaron, el hombre iba vestido con unos pantalones cortos y una camisa, con una cámara colgando del cuello. La chica iba con una coleta alta, morena, muy bien maquillada, con un piercing en forma de gema en la nariz, con una blusa blanca y unos pantalones vaqueros ajustados, en los pies ambos llevaban botas de montañismo, evidentemente eran turistas.

―Buenas noches – dijo amigable Ralph – ¿podemos hacer algo por ustedes?

―Hola amigo, me llamo Stephan y esta es mi novia Sandrine – contestó el hombre con un marcado acento francés, Ralph estaba en lo cierto, eran turistas. ― creo que nos hemos perdido, buscamos el pueblo de Florentz, ¿saben donde se encuentra?

―Un segundo, creo que tengo por aquí un mapa – contestó Ralph mientras hurgaba en los bolsillos interiores de su chaqueta, finalmente sacó su pistola con silenciador y apuntó a la pareja de franceses con ella – sí, aquí está.

―Oh dios mío! ― gritó Sandrine – ¡tiene un arma!

Jim miró decepcionado la escena, ahí se escapaba una oportunidad de oro de ser rescatados...

―Dadme vuestras carteras, móvil, las llaves del coche, todo, despacito – exigió Ralph.

Stephan llevo su mano al bolsillo trasero de su pantalón y sacó su cartera, se la entregó a Ralph, que , sin mirarla, la guardó en un bolsillo de la cazadora, después cogio las llaves y también se las dio, al darle el móvil, Ralph lo tiró al suelo y le disparó, dejándolo inutilizable. Después cogió el bolso que Sandrine amablemente le entregó.

―Bien Stephan, ¿tu quieres a Sandrine? ― preguntó Ralph con cara de sádico.

―Claro que la quiero, es toda mi vida – aseguró el francés mientras abrazaba a su novia.

―Perfecto, ¿qué te parece si, a ti te mato, y a ella la dejo marchar? de lo contrario la secuestraré a ella y te dejaré marchar a ti, cuantos años tienes, ¿25? seguro que podrás encontrar algo mejor, o por lo menos igual que ella, ¿qué dices? ¿Vale la pena morir por ella?

De repente Stephan soltó a su novia.

―¿Estás diciendo que me podré ir si os la entrego? ¿y no la mataréis?

―Exactamente eso es lo que estoy diciendo amigo – respondió con calma Ralph.

―Esto no puede estar pasando... ― dijo Sandrine incrédula – Stephan...

―No te matarán Sandrine, si tú escapas han dicho que yo sí moriré, ¿cómo puedes ser tan egoista?

―¡Egoísta yo! ― dijo la francesa exaltada – ¡si eres tu quien me vende para salvar el culo!

―Acepto. ― dijo Stephan con frialdad.

―¡Hay trato! ― comentó finalmente Ralph divertido, ― señorita por favor – dijo tendiendo la mano hacia Sandrine.

Stephan la empujó hacia él y echó a correr hasta el coche. De repente un disparo surcó el aire e impactó en la parte trasera de la rodilla del francés, Kyle sostenía el revólver humeante del señor Koru. El francés se revolvió en el suelo y examinó su herida, la articulación estaba completamente destrozada, ese era un revólver de mucho calibre al parecer, la bala le había atravesado la rodilla de atrás hacia delante, no llegaría muy lejos con esa herida, y estaba a varios kilómetros de cualquier parte. Kyle llegó caminando con calma hacia él, y le preguntó:

―¿Dónde quieres el siguiente disparo gabacho?

―Pero, pero, pero ¡dijisteis que me dejaríais marchar! ― protestó lloroso.

―Y es lo que vamos a hacer, ¿no dijimos en ningún momento que te fuésemos a dejar marchar ileso verdad?

―Hijos de puta... ― murmuró Stephan.

―Bueno basta de protestas, vas a recibir un disparo más, ¿dónde lo quieres?, escoge tú o escojo yo – dijo apuntando el revólver a la cabeza.

―No no, en la cabeza no... ― Stephan meditó unos segundos donde sería mas “seguro” recibir el disparo. En el torso sería un suicidio, si fuese en la otra pierna no podría caminar, y si fuese en los brazos no tendría posibilidad de arrastrarse, decidió que en la misma pierna. ― en la pierna derecha, dijo mientras cerraba los ojos y esperaba que la herida en la rodilla derecha le doliese lo suficiente como para no sentir el nuevo disparo.

Un disparo surcó el aire y le impactó en la parte inferior de la rodilla, pero en la pierna izquierda, Stephan miraba impotente la nueva herida...

―¡Te dije en la derecha idiota! ― protestó gritando Stephan

―Ah, lo siento mucho, es que nunca se me dio bien diferenciar izquierda y derecha, espero que puedas perdonarme – se disculpó riéndose Kyle.

La sangre brotaba con abundancia de sus rodillas y se estaba formando un pequeño charco de sangre mientras se arrastraba en busca de la libertad. El cazador sopló el cañón humeante del revólver y lo guardó en el pantalón mientras volvía con los demás a la furgoneta, que ya estaba completamente pintada de azul, irreconocible para quien la hubiese visto en blanco, incluso pintaron encima del cartel de reparaciones Koru, si alguien se fijaba de cerca era posible intuirlo, pero a estas alturas de la noche era poco probable.

―¿Cuánto tiempo le queda? ― le preguntó el capitán

―¿Al gabacho? Unos diez minutos más o menos, le he dado en una arteria. ― respondió orgulloso Kyle.

―Encargate de esta chica tan guapa – le dijo Ralph mientras le entregaba a Sandrine.

Kyle le puso las pulseras y tobilleras a Sandrine, que no dijo nada, asimilando todo lo que había pasado en unos pocos minutos. De repente todas las chicas de la furgoneta se soltaron, y pudieron moverse, a la orden de Mandy salieron de la furgoneta.

―Chicas, hora de trabajar, que habrá problemas de espacio en la furgoneta, quiero que dejeis la parte trasera completamente libre de cosas, quitad todo lo que encontréis.

Amy Lory y Maky se pusieron manos a la obra, sacaron muchísimas herramientas, y las dejaron en el suelo, la última cosa que sacaron fue un bolso.

―Anda, qué cosa mas curiosa, no vimos este bolso antes, es tuyo verdad putita – le dijo Kyle a Claudia mientras comprobaba el interior del bolso. No había gran cosa, su documentación, que revelaba que tenía la misma edad de Maky, 18 años, y algo muy interesante, un anuario de su instituto. ― vaya vaya, mira Ralph, un catálogo de putitas, ― le comentó a su hermano mientras observaban las fotos de carné de los estudiantes con sus nombres.

Ya casi era de noche y hacía algo de frío, los pezones de Amy estaban completemante duros, y ella se tapaba las tetas con las manos, estaba en bragas y empezaba a notar la temperatura. Los pezones de Maky también estaban visibles a través del sujetador naranja de su bikini, aunque no eran tan grandes como los de Amy ni de lejos. Lory también intentaba cubrirse su cuerpo con las manos, aunque fuese la más vestida de las 3, su top y sus shorts tampoco es que abrigasen mucho.

―Putita, te has meado encima, es mejor que te quites ese pantalón si no quieres resfriarte – sugirió Ralph.

Claudia se tomó la sugerencia como lo que era, una orden, y se desabrochó su pantalón meado, y comenzó a bajárselo, dejando al descubierto un impresionante culo solo tapado por un diminuto tanga blanco, que no hacía más que resaltar la perfección de ese trasero, duro, ligeramente grande y precioso. Por la parte de delante el tanga estaba bastante transparentado debido a la orina, y se podía ver claramente una mata de pelo castaño claro perfectamente recortado para que no asomase por los bordes del tanga. Su padre, que estaba detrás de ella, experimentó una erección total, que se notaba a través de su mono.

―Qué tenemos aquí – dijo Mandy agarrando el miembro del señor Koru – parece que algún depravado estaba deseando ver a su hijita en tanga...

―Juguemos a un juego – comentó Ralph – Maky, Jim, Claudia y el viejo, venid aquí, los chicos os tumbáis, las chicas os quedais de pie, con los pies a ambos lados de la cabeza de los hombres. Maky con tu hermano, y tu Claudia con tu padre.

Los varones se tumbaron y Claudia y Maky se colocaron en esa posición. Claudia pensó que era la primera vez que le llamaban por su nombre, en vez de usar la palabra putita, no sabía si eso era bueno o malo...

―Os voy a explicar las reglas de este juego chicas, jugáis la una contra la otra, si Claudia gana, el hermano de Maky muere, si Maky gana, el que muere es el padre de Claudia, ¿entendido?

Las chicas se quedaron completamente inmóviles y empezaron a temblar.

―Os he hecho una pregunta, no hagáis que me enfade por favor... ― dijo Ralph un poco mosqueado...

Las chicas asintieron con timidez.

―Bien, pues el juego es el siguiente, los hombres no podéis tocar a ninguna de las dos, las chicas teneis que comerles la polla, la primera chica que escupa la corrida a la cara del chico gana, ¿lo habéis entendido? Maky tiene que escupir la corrida de Jim a la cara de Jim, igualmente Claudia tiene que hacer lo mismo con su padre, quien reciba antes el escupitajo gana, el otro, muere. ― dijo Ralph con una sonrisa sádica en la cara. ―¡Que empiece el juego!

Rápidamente Maky y Claudia se dejaron caer de rodillas y comenzaron la faena, Maky no tardó nada en sacarle la polla a su hermano, pues al estar en bañador solo tubo que tirar hacia abajo, el problema es que ella nunca había hecho una felación, aunque se imaginaba como había que hacerlo, cogió la polla de su hermano que todavía no estaba tiesa del todo y se la metió vorazmente en la boca, al ser su primera vez le chocó algo con los dientes, aun así no tardó en ponerse totalmente dura en su boca; mientras tanto Claudia, que tardó algo mas en abrir el mono de su padre, descubrió que su polla ya estaba lista para la fiesta, y ella que se la había chupado un par de veces a su novio, empezó a darle con destreza a la lengua y a los labios. Maky miraba de reojo a su compañera de clase e intentaba imitarla, acelerando el ritmo más y más. Jim no se lo podía creer, nunca había mirado a su hermana pequeña como a una mujer, sino como a una niña, pero no había duda de que se había convertido en una jovencita muy atractiva. El viejo mientras tanto estaba disfrutando como ya hacía tiempo, el roce previo en el coche le estaba poniendo muy cachondo y ahora se limitaba a disfrutar con los ojos cerrados, sintiendo como su hija se la chupaba con destreza, cuando abrió los ojos vio al culo de su hija, majestuoso, espectacular, a un palmo de su cara, meneándose al ritmo que marcaba Claudia con su boca, y ante tal visión descargó una inmensa cantidad de semen en su hija, que aunque se tragó un poco porque no se lo esperaba, se dió la vuelta velozmente y descargó el interior de su boca, que estaba compuesto por sus propias babas y bastante cantidad de semen, sobre la cara del señor Koru, que quedó completamente empapada, con su semen amarillento formando hilillos al caer sobre el suelo y sobre el pelo del hombre.

―Tenemos una ganadora, ¡felicidades putita! ― dijo Ralph mientras levantaba una mano de Claudia como si fuese el árbitro de un combate de boxeo.

―Gracias por participar – dijo Kyle mientras apuntaba con el revólver del viejo a la cara de Jim, que estaba debatiendose entre el miedo y el placer, aunque Maky ya había dejado de chupársela y estaba erguida sobre él, llorando mientras se tapaba la cara con las manos.

Un disparó sonó y la bala destrozó la frente de Jim, esparciendo sus sesos por el suelo de tierra. Sandrine no daba crédito a lo que estaba viendo, esos hombres estaban completamente locos, y ahora ella era una prisionera más...

―Bueno, nos vamos, ― dijo Mandy mientras abría la parte trasera de la furgoneta, ― chicas, tumbaos boca abajo, por favor, viejo, levántate, ya te has corrido a gusto en la boca de tu niñita, ahora necesitas descansar – dijo mientras le ataba de nuevo, con las manos a la espalda sin dejarle limpiar la cara, la sensación y el olor le recordaba el momento de correrse viendo el culo de su hija, y no sentía culpabilidad, sino excitación, ¿qué le estaba pasando?; Mandy abrió el maletero del coche de alquiler, y le obligó a meterse dentro.

Las cinco chicas estaban tumbadas en la tierra, que se le pegaba al cuerpo por culpa de los sudores fríos que sufrían a causa del miedo, Ralph iba amordazándolas una a una, Maky lloraba desconsoladamente mientras Claudia la miraba, sintiendo algo de culpabilidad por la muerte de su hermano.

―Hora de guardar los juguetes – canturreaba Ralph mientras cogía unas barras del mismo material que las pulseras y le tiraba 2 a su hermano, Kyle colocó la barra sobre Lory y, al accionar un botón, las muñecas de la chica eran atraídas hacia el extremo superior, mientras que los tobillos eran atraídos hacia el extremo inferior, con lo que quedaba completamente inmovilizada, agarrando la barra, levantó a pulso a la chica (Kyle debía ser extremadamente fuerte porque pesaria 50 kilos) y la dejó caer suavemente en la furgoneta . Lory soltó un leve gemido cuando sus tetas amortiguaron su caída. Al rato, Amy, Christine, Maky y Claudia se unieron a ella, la puerta de la furgoneta se cerró y quedaron a oscuras.

―¿A donde vamos? ¿Al restaurante no? ― dijo Mandy – yo me sigo muriendo de hambre.

―Cambio de planes, a casa de los Brenner – indicó Ralph señalando dos fotos de carnet en el anuario de Claudia ― éstas hermanitas serán unos grandes fichajes para la isla. Cenaremos allí.

―Os sigo con este coche – comentó Kyle mientras se subía al coche de los franceses.

Ralph y Mandy se subieron a la furgoneta; Kyle escuchaba desde el maletero los gritos ahogados del señor Koru.

―Grita, grita todo lo que quieras... mientras puedas... ― dijo Kyle para sí mismo.

(Continuará...)

(9,50)