Nuevos relatos publicados: 6

Dos amigas

  • 7
  • 3.960
  • 9,00 (2 Val.)
  • 0

Con frank t de fondo me adentro en mis pensamientos y doy rienda suelta a mi imaginación, sin más preámbulos comienzo mi pequeña historia. Hay que parir la idea cuando te estrujan los dolores del parto.

Quizás no sea el mejor que he escrito pero aún así espero que os guste. <Mil besos>

Se conocían hacia unos meses, quizás el suficiente tiempo como para haberse dado cuenta que su relación era diferente al resto de las amistades que hasta aquel entonces habían tenido.

Susana estaba en su habitación como cada tarde, escuchando música, sentada, ojeando el móvil, de pronto algo le llamó la atención y le pareció muy curioso, la mayoría de los mensajes eran de Mónica. No le dio mayor importancia.

Mónica había llegado nueva a la ciudad y todavía estaba algo confusa por el lío de la mudanza y el cambio de amistades, de clima... En el sur siempre estaba soleado, pocos días de lluvia, en cambio en León el frío era tremendo, apenas conocía gente de su edad, pero tampoco lo echaba de menos porque contaba con el apoyo incondicional de Susana.

Ambas estaban libres de problemas amorosos, las relaciones a distancia no le convencían a Mónica y poco antes de saber que se mudaba lo dejo con el chico que salía, al que tampoco le supuso mayor trauma, y Susana hacía mucho que no se le conocía un noviete.

Se encontraban las dos amigas tomando una cerveza, compartiendo el último cigarrillo que les quedaba y charlando de banalidades, cuando Mónica, sin saber porqué, se quedó mirando fijamente a los ojos a su compañera de tertulia, embobada, a lo que la otra le respondió con una sonrisa y chasqueó los dedos para que despertase. Reaccionó de la forma más natural que pudo y le hizo saber lo bonito que eran sus ojos, tanto que se quedaba prendada mirándola mientras hablaba y comenzaron a reir.

Pasaban los días, cualquier excusa era suficiente para quedar y verse un rato, cuando no estaban juntas era como si les faltase algo, comenzaron a bromear con que parecían novias, pero siempre sin sospechar hasta qué punto se necesitarían.

Una tarde en casa de Susana mientras escuchaban la radio se enteraron de que su grupo favorito venía a tocar a la ciudad, sin pensarlo dos veces fueron a por las entradas y comenzaron a planear el día del concierto. El piso de Mónica estaba mucho más cerca de la sala del concierto, así que después de la juerga se quedarían en su piso, así, si bebían más de la cuenta, no tendrían problemas.

Todo parecía perfecto.

Una noche, ya se había acostado Susana, cuando le llegó un mensaje a su móvil. Le entró una especie de alegría extraña al ver que era de su amiga. ESTOY NERVIOSA POR EL CONCIERTO Y TU? OYE TAS DAO CUENTA D Q MÑN DORMIREMS JUNTAS X 1ª VEZ?? XDDD

Aquel mensaje dio pié a que comenzara a visualizar situaciones imaginarias sobre esa noche, en todo el tiempo que se conocían siempre había pensado que dormir juntas no tenía mayor trascendencia, puesto que era algo muy común entre amigas, pero le iba a costar mucho tenerla a su lado plácidamente dormida, con su olor a jazmín, tan dulce, y contenerse el deseo de darle un abrazo sin que pareciera algo más.

No sabía que le ocurría con ella y tampoco si Mónica compartía ese comedero de cabeza.

El concierto fue estupendo. Eufóricas por el ambiente, la música y las copas pasaron las horas rápidamente y el concierto llegó a su fin. Caminaban por la calle para llegar al piso de Mónica, que vivía sola, el lugar no era demasiado ostentoso pero si acogedor y agradable, el frío apretaba y el modelito que lucían no era demasiado apropiado a la temperatura reinante. Apresuraron el paso.

Susana llevaba puesto un vestido negro ajustado, muy cortito y una chaqueta, con sus tacones y la melena de pelo negro y sedoso deslizándose por sus hombros.

Mónica era su contrapuesto y llevaba un vestido igual pero blanco, (les encantaba ir de compras juntas) también con una chaqueta y tacones blancos a juego, preciosa, pelo rubio muy largo, parecía un ángel...

Iban muy conjuntadas y muy monas, y con aquellos modelitos ajustados a sus curvas, despistaban las miradas de toda la gente. Anduvieron diez minutos y por fin llegaron al piso. Se dirigieron a la habitación, pusieron la calefacción a tope y se desvistieron. Era la primera vez que se veían en ropa interior y ambas se ruborizaron un poco. Se lavaron los dientes y se sumergieron bajo el edredón de plumas. Estaban un poco tensas, y a Mónica le pareció una buena manera de romper la tensión el comenzar a hacerle cosquillas a Susana.

Entre risas y carcajadas, por algún motivo pararon radicalmente y se quedaron mirándose fíjamente. Los ojos color café de Susana se perdían en el azul eléctrico de los ojos de Mónica, sus rostros estaban a pocos centímetros y un segundo después sus labios se rozaron por primera vez, fue un beso fugaz, suave y delicado a la par que tímido. Sentían que sus corazones estallarían de un momento a otro por el torrente de emociones que las embarga. Lejos de arrepentirse de lo que acababa de suceder, las dos amigas se sintieron más unidas que nunca y se abrazaron como si lo necesitaran para seguir vivas. El roce de sus pieles les producía miles de sensaciones nuevas, continuaron besándose. Mónica paseaba su lengua tímidamente por los labios de Susana, se fundieron sus bocas en un laberinto de tensión contenida que desembocaba en pasión sin medida repartida por sus besos.

Mónica paseaba sus manos lentamente por la espalda de su amiga, memorizando cada centímetro, acariciándola con extrema delicadeza, saboreando el tacto de su piel de melocotón mientras seguían besándose. La temperatura de la habitación subía y subía aún más, bajo aquel edredón.

Disimuladamente Mónica le desabrochó el sujetador y liberó sus pechos, armoniosamente compuestos, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, Susana tenía un cuerpo divino, morena, labios carnosos, de expresión intensa, y en aquellos momentos se encontraba a total disposición de Mónica que comenzó a dibujar con sus dedos los pezones erectos de su querida amiga, la cual se mostraba receptiva y entregada a la impulsividad de su compañera, que tomando el control, se colocó sobre ella y con sus labios comenzó a sembrar de besos el torso de Susana; la recorrió con sus manos mil veces, hasta que se decidió a rozar levemente la entrepierna y temblorosa continuó, percatándose del grado de excitación al que había llegado gracias a las caricias de Mónica.

Sus miradas se cruzaron una vez más, como si buscara el consentimiento en los ojos de Susana. Decidida fue bajando entre besos y caricias por aquel maravilloso cuerpo.

Susana sentía el calor de las mejillas de Mónica entre sus piernas, sentía su aliento, sus labios aproximándose a su sexo. Lentamente aumentaba la presión que estaba ejerciendo con la punta de su lengua sobre el clítoris de Susana, y con movimientos varios se hundía más y más, percibiendo el goce de aquella escultural mujer que se contorsionaba, sintiendo cómo se agitaba y cómo pedía más, saboreaba cada lametón que le daba, y la sentía bajo su dominio, bajo su voluntad, el ritmo era frenético, la pasión inundaba el ambiente, el silencio de la habitación se veía interrumpido por los jadeos y gemidos de Susana, quien finalmente alcanzó un éxtasis que le hizo vibrar todo su cuerpo, estallando en una felicidad indescriptible. Temblaba de emoción.

Mónica se sintió orgullosa al recibir un abrazo por parte de Susana, lleno de gratitud y complicidad.

Acto seguido, Susana vio interrumpido su picaresco sueño con una llamada al timbre de la puerta, algo confusa se levantó de la cama, se había quedado dormida y no se había dado cuenta, y vaya sueño! Pensó. Se dirigió hasta la puerta y ojeó por la mirilla...

Era Mónica...

(9,00)