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La mujer de todos 3

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Una historia de amor desesperado.

Desperté de excelente humor, en mis labios una sonrisa permanente, mi madre pareció sorprendida al grado que me pregunto que había soñado. No Conteste.

El día transcurrió sin nada sobresaliente, al llegar mis hermanos a bañarse, Pedro dejo su lugar a Juan quien contento por la preferencia, entro de inmediato cantando no sé qué canción.

Pedro se metió a su cuarto y salió con un papelito doblado que disimuladamente dejo entre mis manos, fui a mi habitación y me asegure que mi madre no mirara para abrirlo y leer, Por favor espérame despierta hoy en la noche. Leer esas palabras me hizo sentir una leve excitación, mis pezones se endurecieron y empezaron las señales de placer a mi entrepierna, después de un rato y me tocó el turno de bañarme mis senos estaban más sensibles, esta vez talle con intensidad mis pezones y me aplique más presión al momento de tallar mi entrepierna, que sensación más placentera, termine mi baño y empecé a contar los minutos para ir a la cama, fueron más de cincuenta ya que Pedro se puso muy platicador con mi madre, hasta que ella dijo que no podía más y nos dijo a todos que fuéramos a dormir.

Nuevamente me acomode en mi cama, me estire como si fuera un cadáver, pero sin pensar, hice lentas maniobras para quitarme mis calzones, empezaba a dormirme cuando sentí otra vez una mano en mi pecho, ahora fui yo la que hiso la señal de silencio a Pedro, con movimientos de mis piernas le ayude a que bajara la cobija y fui yo la que empezó a subir mi camisón, luego me quede muy quieta…. Y llego la mano derecha de Pedro a acariciar mi seno izquierdo, al segundo mis pezones se endurecieron, su mano viajo muchas veces de un seno al otro, como si estuviera haciendo una constante comparación entre ellos, comenzaba a desesperarme y con mi mano detuve la mano de Pedro y la empuje hacia abajo, esa insinuación me permitió disfrutar por más de una hora el placer que me provoco la caricia de Pedro, en mi entrepierna, por lo menos disparo sensaciones de orgasmo  más de tres veces, cobre conciencia que la mano izquierda de Pedro se mantuvo entre sus piernas, no lo sentí marcharse, empecé a dormir con el agotamiento que me provoco el constante temblor de todo mi cuerpo. Este juego se repitió todas las noches por meses, hasta el día que recibimos carta de mi padre.

La carta informaba del dinero que habían reunido y la forma de como mi madre debía sacarlo, esto obligo a que ella fuera hasta Loreto y que se quedara a dormir en casa de mi tía, su hermana, me hizo muchas recomendaciones con relación a la comida que tenía que preparar y dijo que llegaría a media tarde del día siguiente, durante todo el día la carga de trabajo me mantuvo ocupada aunque mi cuerpo se mantuvo en un estado de excitación constante, mis pezones al rozar con el vestido, el frotar un muslo contra otro, todo me tenía en un sube y baja de emociones.

Luego de preparar el agua para los baños, Juan nuevamente fue el primero en bañarse, al salir del baño, en plan de juego dijo que ya que mi madre no estaba que quería aprovechar para ir a ver a una amiga a un rancho vecino, de inmediato Pedro le dijo que se fuera pero que tenía que volver antes de las once de la noche, nunca vi a Juan salir vestido tan rápido, ni adiós nos dijo, Pedro se metió a bañar y yo quede sentada a espera que saliera ocupando incluso la misma silla donde mi madre se sentaba mientras todos nos bañábamos, al correr la cortina Pedro se mostró ante mí, totalmente desnudo, nunca había visto a nadie así, creo que para mí fue la primera impresión más impresionante, no era la silueta de las ilustraciones de mi libro que mostraban con suaves líneas, los contornos de los cuerpos de los niños y las niñas y sus diferencias, Pedro era todo y más, entre sus piernas más que colgar, sobresalía su hombría como señalando a mí.

No tengo palabras para expresar lo que mi cuerpo sentía, pero comencé a temblar y estremecerme y un gran calor corría por todas mis venas, ahora sé que la imagen en mis ojos era de una belleza impresionante, considera un hombre joven, fuerte por su trabajo en el campo, con todos sus músculos bien marcados, con la seguridad de saberse bello y con toda la arrogancia de la juventud, dio un par de pasos hacia mi lugar, yo solo tenía ojos para buscar los suyos y bajar de inmediato a ese enorme pene que me cautivo, rodeado en su base por bellos de color negro ensortijados como los de su cabeza, durante los meses que Pedro me acaricio por las noches, nunca pensé en su cuerpo, las sensaciones de placer me hicieron olvidarme de que era otro cuerpo el que me proporcionaba placer, -Tócalo por favor, creo que debes hacerlo a cambio de tantas noches en que yo te he tocado,  hazlo por favor,… dio un paso más acercándose a donde estaba, me puse de pie y sin decir palabras, avance hasta llegar junto a él, lo abrace y el contacto de su piel desnuda, provoco, si es posible más calor en mi cuerpo, me separe de él y lo mire a los ojos, lentamente tomo mi mano derecha y la llevo a su maravilloso pene, sentía mis manos ardientes, no obstante sentí en su dureza más calor que en el resto de su cuerpo, mi mano sintió su palpitar y con su mano acompaño a la mía en un movimiento hacia arriba y hacia abajo, arriba – abajo, arriba – abajo, no sé en qué momento lo sentí agrandarse y expandirse y de inmediato un fuerte chorro de su leche, salió disparada y llego a mojar mis pies, un segundo chorro quedo colgado a lo largo de mi vestido, luego un tercero y un cuarto acompañado de pulsaciones, el resto escurrió entre mis dedos mojándolos profusamente, él se acercó más a mí, me abrazo y busco con su boca la mía, mi primer beso me lo daba mi hermano Pedro, mi mano seguía sujeta con fuerza a su pene que no perdió ni un momento su dureza, su lengua busco penetrar mi boca y yo abrí la mía para permitirle el paso, ahora también nos hermanábamos al compartir nuestras salivas, mi lengua fue al encuentro de la suya y busco penetrar su boca en correspondencia a las sensaciones que me hacía sentir, su mano busco llegar a mi entrepierna, levanto mi vestido y llego rápidamente a mi centro de placer, cerré los ojos con fuerza y solo tenía las sensaciones que su caricia me provocaba. Con su mano me insto a continuar con el movimiento arriba – abajo que daba yo a su pene, me abrazo y comenzó a desplazar mi vestido hacia arriba, me tomo por mis nalgas y me apretó más a él, saco mi vestido por la cabeza, nos volvimos a fundir en un profundo abrazo, ahora su piel y la mía quemaban, nos estábamos consumiendo por dentro y el calor se hacía insoportable, su mano y mi mano nos daban placer, mis movimientos y los suyos eran más impetuosos, abrí mis piernas para que su mano me acariciara mejor y más adentro, apreté mi mano para hacerlo sentir más, nuevamente, las palpitaciones, el crecer de su pene, el expandirse en mi mano como avisándome que su placer venia, ahora, los chorros fueron a parar a mi calzón y al interior de mis muslos. Volvimos a gozar una vez más antes de separarnos, no puedo decir la cantidad de besos que nos dimos pero empezaba a sentir que mis labios se hinchaban, al poco rato regreso a donde yo me encontraba y me pidió que le diera de comer, ambos teníamos que recuperar fuerzas para el trabajo del día siguiente, mientras comía no deje de mirarle buscando sus ojos, disfrutando su mirada y sus sonrisas, dieron las 11 de la noche y llego mi hermano Juan, le ofrecí comida pero no quiso, quería hablar con Pedro y se fueron a su cuarto, recogí y me fui a la cama sin haber pensado que yo no me había bañado.

Amanecí plena y satisfecha, ahora sabía que no solo podía recibir placer sino que también podía darlo, cuando Juan y Pedro se fueron al campo, calenté agua y me bañe, disfrute mucho el hacerlo, a mi mente venían imágenes del pene de Pedro, trate de no pensar más en él y al terminar de bañarme, comencé a preparar la comida. A media tarde, llego mi tío Aurelio en su camioneta, llego a decirme que mi madre se iba a quedar un día más en Loreto porque eran muchas las cosas que tenía que hacer.  Mi tío, me pidió un vaso con agua y me dijo que ya les había avisado a los muchachos. Al acercarme a darle el vaso, se me quedo mirando, se aprovechó que era mucho más alto que yo y con su mano tomo la orilla del escote de mi vestido y se asomó a mirarme los senos, al mismo tiempo que comento - ¡Como has crecido chiquilla...¡ tenía razón tu padre, … te estas poniendo bien buena… me voy mija, dijo al tiempo que se inclinaba nuevamente a ver mis senos y a dar un beso en mi mejilla.

El resto de la tarde se me paso pensando en porque mi padre le había dicho eso a su hermano Aurelio, ¿será que estaría enterado del problema con Aarón? En fin muchas otras cosas venían a mi mente, de repente llegaron los muchachos a bañarse, Juan fue el primero y se cambió de inmediato, Pedro le siguió y cuando esperaba que saliera desnudo, salió corriendo a cambiarse y se fueron juntos, -No nos esperes dijo Pedro, si quieres cenas y te acuestas, llegaremos antes de las 11 de la noche, que descanses, al tiempo que me guiño un ojo.

Sin saber qué hacer, fui a la cama y en el fondo esperando la visita de Pedro me quite los calzones y me puse un camisón cortito, creo que me dormí de inmediato, desperté en medio de sensaciones increíbles, mis pezones estaban duros y tenía una mano en cada uno de ellos, voltee a la derecha y vi la cabeza de Pedro que usaba su mano derecha para sobar mi seno, a la izquierda estaba Juan quien también con su mano derecha sobaba mi otro seno, quise levantarme pero no me dejaron, ambas manos continuaron sus caricias y la de Pedro viajo a mi entrepierna, al hacerlo busque corresponderle el placer y busque su pene, se levantó un poco hasta que logre agarrarlo, Juan tomo mi mano izquierda y la llevo a su entrepierna ¡Oh sorpresa..¡ Me encontré con un pene que sentí impresionante, no podía abarcar su diámetro, su longitud también sobrepasaba en mucho la longitud de la de Pedro, creo que goce de solo tocarla, ardía mi mano y mi mente era una con la humedad que sentía correr de mi vagina, a pesar de su oposición me levante y busque prender la luz de la habitación que provenía de una lámpara en una mesa al lado de la cama de mi madre.

Que hermosa imagen tenia ante mis ojos, dos hombres jóvenes, sanos, fuertes de cuerpos plenos y de igual pasión en su mirada, no sé por qué pero de inmediato, retire mi camisón por la cabeza, quede desnuda ante los ojos de mis hermanos, levante ambas manos y los llame hacia mí y pude abrazar a cada uno de ellos, ahí estábamos los tres desnudos, vibrando de emoción y deseos profundos de tocarnos unos a otros, los empuje hacia la cama de mis padres, no querían perder contacto conmigo, respondí a una señal de Juan que me hizo recostarme en esa gran cama, mucho más activo que Pedro, a pesar de ser menor, me empezó a besar mi cuello acariciar mi vientre bajando hasta mi centro de placer, su mano resulto más rápida que la de Pedro a la que ya estaba acostumbrada, el partió de inmediato mis labios vaginales y fue directa a buscar al pequeño clítoris que se erguía ansioso de caricias, al tocarlo resbalo sus dedos en toda su longitud y me invadió buscando febrilmente llenar mi hendidura, fueron primero dos dedos para luego ser tres al tiempo que con su dedo gordo frotaba mi botoncito en pequeños círculos que hicieron que en lugar de fluir lentos, mis líquidos se desbordaran, voltee a ver a Pedro que se acariciaba con su mano envolviendo a su pene con un movimiento de arriba abajo, con mi mano derecha busque el pene de Juan, me encanto sentirlo ya con humedad saliendo por su punta, acaricie lentamente su cabeza esparciendo el líquido que salía de su pequeña hendidura, vibraba ante mis caricias, se elevaba con cada pulsación de la sangre que enviaba el corazón de Juan que respiraba agitado y que tenía su frente perlada de sudor, una vez que me provoco un intenso orgasmo, retiro su mano de mi intimidad y la llevo a su boca para chupar sus dedos; Pedro se acercó a mí y se recostó a mi lado, llevo su cabeza a mi vientre, me beso el ombligo para de ahí bajar a mi vagina que ya se abría sin saber, como esperando su caricia, Juan me beso en los labios con su lengua ya de fuera buscando penetrar la mía, la sensación era inconmensurable, comencé a tener un orgasmo al mismo tiempo que la boca de Pedro penetraba con su lengua mis otros labios y se deslizaba por mi clítoris que salía retador a su encuentro.

No pare de sentir los orgasmos que se encadenaban uno con otro, cuatro manos recorrían todo mi cuerpo mi temblor general me estaba provocando calambres en mis extremidades, empecé a sentir que me secaba por dentro, pero la saliva de Pedro provocaba que volviera a soltar mis propios jugos, mis manos iban de un pene al otro, Juan gozo primero y dirigió su leche a mis pechos, para luego esparcirla con mucha ternura llegando a alcanzar mi vientre, Pedro gozo derramándose en mis muslos y había sido casi solo por sus propias manipulaciones.

Para descansar un momento Juan se acostó a mi lado, de inmediato sentí entre mis nalgas la presión que su pene ejercía al lado izquierdo Pedro se acostó y comenzó a besarme, tenía el sabor a mí en su boca y sus besos me encendieron nuevamente, me levante y me puse de rodillas entre los dos cuerpos y no se me ocurrió otra cosa más, que dar a cada pene un beso en cada cabeza, nuevamente Juan fue más osado al decirme casi entre dientes – Por favor chúpalo chiquilla,… mételo a tu boca, lámelo, el día me encontró entre mis dos hermanos con las mandíbulas cansadas de tanto hacerlo.

Ahí tenía una nueva experiencia, mi cuerpo no solo podía dar placer con las manos sino también con mi boca, Juan y Pedro me dieron su leche tres veces cada uno, la primera vez con Juan, no la trague, solo saboree la que quedo en mis labios, su corrida fue intensa y fueron más de seis los disparos, me tenía subyugada por su tamaño, con la de Pedro, decidí dejarla en el interior de mi boca, al no ser tan abundante, me permitió manejarla en mi boca de un lado a otro, me acostumbre a su sabor y decidí tragar un poco después de haber escupido una parte como lubricante a mis manipulaciones, a la tercera ya tenía el gusto bien despierto y ambas corridas terminaron en mi estómago, por favor créeme que tragar esas leches, también me provoco orgasmos.

No sé cómo sacamos fuerza para salir de la cama, me apure a arreglar el desorden que habíamos hecho, a pesar de no haber usado las cobijas y las sabanas pues todo el tiempo estuvimos desnudos, las lleve a lavar todas pues sentía que olían a nuestros sexos y que mi madre se daría cuenta de inmediato.

Mi madre llego por media tarde y me encontró sola preparando el final de la comida, me dio mucho gusto que me hubiera traído ropas nuevas, mas a mí que a mis hermanos a los que solo trajo un par de camisas y calcetines, me conto como estuvo platicando con su hermana y me dijo que había sido difícil, obtener el dinero que mi padre había enviado y que por eso me había mandado avisar con mi tío Aurelio, en ese momento no le dije nada de lo que él había dicho y hecho y me puse a pensar por un minuto en que era curioso que dos hermanos, se hubieran casado con dos hermanas.

Me puse un poco triste al pensar que en su momento mis hermanos también podían casarse, obviamente no podría ser conmigo, de inmediato me acorde de Aarón y de su forma de despedirse de mí.  Me dije en mi interior que tendría que amarlos más en lo que ellos se iban y me dejaban.

Los días pasaban y por las noches volvieron a presentarse las visitas al lado de mi cama, una vez Pedro otra vez Juan, yo gozaba casi todas las noches y ahora buscaba tener contacto de mis manos con sus penes, ya sabía cómo tocar para hacerlos gozar más rápido, ellos tenían que descansar para el trabajo en el campo; varias veces entre mis dedos conservaba parte de su leche para llevarla posteriormente a mi boca.

Creo que dos meses después, volvió a llegar carta de mi padre y por consiguiente la necesidad de que mi madre fuera a sacar el dinero, ahora ya sabiendo, se preparó para ir con su hermana por tres días, debo decirte que la alegría que le demostramos no tenía mucho que ver con el dinero ni con lo que nos compraría, de mi parte al menos, goce solo de pensar en las posibilidades que nos daría el dormir, o más bien pasar tres noches juntos.

 

Cuando mi madre se fue, empecé a preparar lo propio de la comida aunque había una ansiedad en mí que no conocía, había pasado mucho tiempo satisfaciéndome con puras caricias manuales y orales, aunque siempre terminaba saciada y satisfecha por hacer gozar más a mis hermanos, presentía que había algo mas y que esas noches nos darían la oportunidad de encontrar nuevas formas de darnos placer.

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