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Mis juguetes nuevos (III y final)

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Estoy ansiosa, intrigada. Es que mi Señor me mandó un correo, ayer, a última hora, con instrucciones precisas: “Te espero mañana temprano, en mi casa, para desayunar. Eso significa en ayunas ¿está claro, mi perrita?”

Clarísimo, muy claro; pero …en ayunas? Ya habíamos compartido un par de veces el desayuno, un juego erótico más que una comida formal, donde tomabamos café y las tostadas con queso, pero…en ayunas.?

Llegué a la casa de mi Amo, me recibió, cordial y cálido, como siempre.

Me condujo al cuarto que llamabamos “mazmorra” por ser el sitio donde estaban los implementos adecuados, los “juguetes” que día a día aumentaban en número y en multiplicidad de usos, no había gran despliegue de mobiliario, sí alfombras mullidas, cortinados que permitían jugar con las luces y las sombras, muebles cómodos, un sillón que era el predilecto de mi Señor, y unos almohadones que eran mis preferidos para estar a sus pies, cuando compartíamos algunos momentos.

“ A ver si te gustan los juguetitos que conseguí para hoy, perrita” la frase provocó una mirada luminosa y un gesto de juguetona sorpresa en mi carita, contenta porque sabía que…seguramente iba a pasarla muy bien.

Mi Amo me enseñó una mariposa de jelly, un material de textura gomosa, que tenía una forma preciosa, era exactamente una mariposa, moldeada, con una protuberancia en la parte de las antenitas, las alas desplegadas, y otra protuberancia, a la altura del final del cuerpecito de la mariposa, muy mona ella, color rosa, y lo que deslumbró; la parte del cuerpo de la mariposa ésta, tenía un pepinito vibrador, de esos que tanto me gustaban, conocedora ya de los efectos que me provocaba.

Tenía una especie de arnes, para sostenerlo rodeando las piernas y la cintura, de forma tal que quedaba colocado exactamente con las antenitas en el clítoris, el cuerpo abajo del mismo, y las patitas en el coño…

Mi Señor lo ubicó meticulosamente en el lugar indicado, ajustó las correas para que no se desplazara con el movimiento, y lo encendió a velocidad mínima, provocando un pequeñito sobresalto por la sensación nueva del juguete inexplorado; su sonrisa de satisfacción me indicó que estaba muy contento con el pequeño artefacto.

Luego colocó un pepinito vibrador, en el culete, quien no ofreció ningún tipo de resistencia; yo sonreí satisfecha, la mañana se presentaba simple, sin complicaciones ni demasiados esfuerzos…

Como siempre, mis razonamientos eran previsibles, pero erroneos; mi Amo se ocupaba de cambiar esas previsiones, con una vuelta de tuerca a la idea que yo me iba formando sobre la situación; eso me descolocaba, me desconcertaba, hasta que me rendía y me entregaba sin dudar.

Yo estaba intrigada, me gustaba la mariposa, me gustaba el pepinito, que ya conocía, pero había algo extraño.

“Mi Señor, si va a ponerme a prueba, humildemente le sugiero que me alimente, para no caer desmayada por inanición” bromeando, intentando comprender las intenciones de mi Amo; Él, sonriendo, respondió: “ No te preocupes, mi perrita, vas a saciar todo tu apetito”, intrigándome más todavia; disfrutando de mi carita de frustración por no poder adivinar que tenía entre manos; “Ahora, te quiero calladita, que tengo que preparar todo para que puedas desayunar, perrita hambrienta”

Yo me había presentado, como cada vez, desnudándome por completo, con el collar negro, comprado en la veterinaria, ofrecíendome a mi Señor, para intentar, como siempre decía, cumplir con sus deseos.

Mi Amo tomó mi collar, lo acomodó en mi cuello, y con cuidado, le colgó una plaqueta pequeña, que tenía una dos palabras grabada; antes de fijarla al collar, me la mostró.

Leí “perrita domi”; extrañada, levanté mis ojos, en una muda pregunta, que recibió una sonrisa tierna como respuesta.

“Tengo otro juguetito, creo que lo vas a aprovechar muy bien”, me dijo, mostrándome un comedero para perros, muy bonito, blanco, con unos huesitos muy simpáticos estampados, y la palabra “domínica” grabada en el centro del plato.

Mi gesto de extrañeza, provocó otra sonrisa, y mi Señor me explicó pacientemente: “Estuve pensando que una perrita obediente como tú, debe llevar un nombre, para que pueda acudir al llamado de su Dueño, y decidí que te llamaras domínica, pero lo podemos acortar a domi, ¿te gusta?”, me preguntó, autorizándome a contestarle.

“En verdad, mi Señor, me suena a domingo, dominical, no llego a comprender el sentido de ese nombre…me va a costar identificarme, mi Señor”, contesté con mi habitual sinceridad; inmediatamente me percaté de mi error, mi Amo me había elegido un nombre, y yo lo cuestionaba sin pensar…ay, perrita, en que lío te metes…

“ ¿Tú sabes el origen de este nombre, perrita impulsiva?” un gesto negativo, provocó otra sonrisa, es que estaba disfrutando este momento… “ Viene del latín, “dominícus”, y… ¿sabes lo que significa?” Ya mi carita, colorada de vergüenza, no pudo mas que negar con un movimiento leve…

“Significa, perteneciente al Dueño o Señor; pero claro, las perritas no saben latín, quizás tengamos que buscarte otro nombre más apropiado para ti; una lástima, habrá que cambiar la plaqueta y el comedero, porque claro, si no te vas a identificar con ese nombre…”

Quería que la tierra me tragara, ¡es que tengo siempre que ser tan impulsiva!, si hubiese preguntado antes, no me habría metido en este lio; pero, ya era tarde.

Mi Amo me observó mientras me torturaba, incapaz de encontrar una salida elegante, y disfrutando de mi ofuscación, me preguntó: ¿Qué nombre te gustaría tener, perrita, porque, tienes que tener un nombre, verdad?”

La voz cálida, tierna, me permitió responder sin titubeo alguno: “domínica, mi Señor, es un nombre muy apropiado para su perrita”; su mirada risueña indicó que había perdonado mi torpe acotación, y yo… me sentí feliz de ser “domi”, perteneciente a su Señor

“Vaya, vaya, con esta perrita domi, ¿no piensas desayunar?” , jovial, la tensión se disipó, y mi cuerpo reaccionó presuroso; iba a servirme el café, y las tostadas, cuando mi Amo con un gesto, indicó el comedero de perros : “Adelante, estrenemos este juguetito nuevo…”

Mi extrañeza provocó otra sonrisa, “Vamos, perrita domi, ¿no tenías hambre? Coloca el café y las tostadas, pártelas en trocitos pequeños, todo en el comedero; vas a comer como la perrita que eres, ante tu Dueño.”

No podía creer lo que me pedía, mi Señor conocía mis pudores; no se me pasaba por la cabeza la idea de comer en el piso, en un plato de perro, sin utilizar las manos, sin poder limpiarme con una servilleta, me parecía imposible; sentí que me ponía colorada, la vergüenza me inundaba, pensé que era una forma de llevarme al límite, para conocer mi reacción; pero no, mi Señor estaba muy tranquilo, sentado placenteramente frente a mí, gozando mi confusión; atiné a tartamudear: “Mi Señor, Usted quiere que tome el café en el comedero, junto con las tostadas…” mi cara expresaba todo el desagrado que sentía; no me atrevía a decir que parecía asqueroso, pero en mis facciones se adivinaba; mi Amo adivinaba todas las sensaciones que no me atrevía a expresar, y anticipándose a mis dudas, a mis reacciones, acalló mis protestas silenciosas con una mirada plena de ternura.

“Ay, perrita, perrita, mi perrita domi…vamos a ver. Tú, ¿qué eres?”

“Su perrita, mi Amo” contesté en forma inmediata, sin duda alguna; “mi perrita, claro que sí, mi perrita obediente, que complace a su Amo, realizando todo lo que a mí me da placer, ¿verdad, mi perrita dócil y sumisa, mi perrita bonita, mi perrita domi”

Su voz, suave, tierna, me hechizaba…intenté un atisbo de rebeldía, “mi Señor, es que…”

“Se está enfriando el café, mi perrita domi, no lo vas a saborear, ¡con lo rico que huele!...además, hasta que no te alimentes, no podemos pensar en otro tipo de placer, ¿no crees?”

Su mirada, tranquila, confiada, hizo que tomara aire, para enfrentar lo que mi Amo me proponía; el cosquilleo de la mariposa que tenía sobre el clítoris, la vibración de mi culito invadido por el pepinito que estimulaba la zona, manteniendo mi cuerpo en un estado de excitación grato y picante; el deseo primario, placer para el Amo, me inundó…y mi cuerpo se inclinó mansamente, sobre el comedero, las manos a los costados, la boca se acercó al plato y…sorbí un poco de café, provocando un ruido espantoso, grosero; parecía una cerda en una porqueriza; levanté la cabeza dispuesta a terminar una situación humillante, no podía creer que mi Amo me pidiera que tuviera una actitud tan grosera.

“!Cómo me gusta que mi perrita tome café a mis pies, muy bien, mi perrita domi, me gusta mucho, sigue sorbiendo el café, sigue, perrita bonita…¡”

“Pero el ruido, mi Señor…” – intenté explicarle mi desagrado…

“Me encanta el ruido de mi perrita, cumpliendo los deseos de su Amo, nada me resulta más placentero, que ver a mi perrita obediente, y tú quieres que yo me sienta orgulloso de ti, ¿verdad, perrita? Pero tienes que comer, además de beber el café…

En verdad, no me resultaba nada grato el cuadro, el café chorreaba por mi cara, los pedacitos de tostadas, navegaban en el cuenco, y tenía que inclinar la cara para poder “pescar” los pedacitos, lo que provocaba que toda mi cara se manchara con el café; por supuesto, ni pensar en usar una servilleta, mi Amo lo había advertido desde el primer momento; “Las perritas no usan servilleta, se limpian con la lengua; así que…”

Terminé el café, lamí hasta la última gota de líquido en el cuenco, comí hasta el último pedacito de tostada; mi Señor me indicó que lo mirara; cuando levanté la cabeza, avergonzada, abochornada, encontré una mirada brillante de orgullo, mi Amo estaba satisfecho, había cruzado una barrera que parecía infranqueable, apenas unas semanas atrás; Él lo sabía; levantándose del sillón donde había observado atentamente toda la situacion, acaricio mi cabeza, limpió tiernamente un resto de café de la puntita de mi nariz, y me preguntó, orgulloso y divertido: “Te ha gustado el desayuno, mi perrita domi?”

Yo le respondi sincera: “Mi Señor, me siento feliz de haber podido cumplir con sus deseos, pero, se lo suplico…!haga un curso de cocina!”

Su risa satisfecha, su mirada orgullosa, hicieron de mí una perrita muy contenta…eso, y el orgasmo que mi Amo me permitió gozar, terminado el desayuno.

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