Escribo estas líneas sin esperanza de volver a tenerte, de sentirte como antaño, no hay vuelta atrás, lo sé, ya es tarde para rectificar. Ojalá me hubiera dado cuenta antes de que necesitabas más de mi, más palabras afectuosas, más cariño, amor, en definitiva más de todo. Pero no supe corresponderte como merecías.
¡Que tonta fui!. Si te hubiese dicho que te quería, lo bien que esta contigo, lo que te necesitaba, todo sería distinto. Seguiríamos juntos.
Pero no, no fui capaz. Maldigo a ese miedo que llevo dentro que no me permite expresar con palabras lo que siento y que me rodea como una coraza que no se puede traspasar, ni los que están fuera ni yo misma.
Cuantas veces he estado a punto de decirte te quiero, pero justo antes de empezar a pronunciarlo el miedo se cernía sobre mí y ya no podía emitir palabra.
Te preguntarás cuales eran mis temores.
Mis temores eran y lo son, pues no he conseguido dominarlo completamente, miedo al desengaño, a no ser correspondida con la misma intensidad, al dolor, al sufrimiento……, a que hieran mi corazón.
De ahí esa coraza que me protege, que ha aparecido poco a poco en mi vida sin darme siquiera cuenta.
Soy la única culpable de que dejaras mi vida, tenía que haber aprendido a dominar ese miedo por ti, te lo merecías.
Fuiste el único que me quisiste tal como era, lo dabas todo sin pedir nada a cambio por eso sé que fui yo quien poco a poco te alejé de mi vida, por no saber corresponderte.
Ahora miro los atardeceres en soledad mientras las lágrimas resbalan por mis mejillas nublando mi visión, más no pueden borrar la imagen que de ti siempre tengo en mi mente y en mi corazón.
Incluso escribir estas líneas me suponen una lucha interior sabiendo que nunca llegarás a leerlas pues ya es tarde para nosotros, no tenemos un futuro en común.
Te deseo lo mejor del mundo y que encuentres a esa persona que realmente te haga feliz como yo no supe hacerlo.
Adiós amor.