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Alex y Boby (1), Principios

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TODO comenzó cuando nació Sebastián, o como lo llamaba su padre "el último". A Alex no le gustaba como su marido se refería a su pequeño, bueno no le gustaba como su marido trataba a sus hijos y a ella misma. Desde que nació Boby, la actitud del padre dio un giro radical con respecto a como trataba a su familia. Se volvió más distante, más frío, más suyo. Alex había intentado en numerosas ocasiones hablar con él sobre el tema, pero no había manera. El sexo se había vuelto algo demasiado rutinario, algo que él se tomaba como una tarea semanal. Alex lo aborreció, es decir, con su marido. Alex, siendo madre de dos hijos aún notaba su apetito sexual muy despierto.

Boby trajo consigo alegría a la vida de Alex, felicidad, pero también significó soledad, algo que no suplió temporalmente hasta mucho tiempo después. Algunas aventuras formaban la lista de encuentros sexuales que había tenido Alex en los últimos años. Y por muy tópico que sonase eso no la llenaba.

Con la llegada de Seba, la cosa se agravó. Su padre, el marido de Alex, se limitó desde entonces a traer el dinero a casa, que aunque no era poco, para Alex no era suficiente. Sebastián nació cuando Boby ya tenía trece. Ahora con un padre ausente Boby se sentía muy apegado a su madre. No era nada maduro, por que sumado a la ausencia paterna tenía problemas en la escuela, de los cuales Alex se estaba encargando.

-¿Por que hace eso el bebé? - Le preguntó Boby a su madre mientras observaba a su hermano mamar habido del voluptuoso pecho de madre. Alex ya de por sí tenía pechos voluptuosos, pero con el embarazo aquello se había desmadrado.

-Es por que está comiendo, cielo. EL bebé chupa de mi pecho y bebe la leche que hay dentro- Le explicó Alex a su hijo que atónito miraba aquellas grandes ubres.

-Ahí hay leche?!- preguntó alucinado. Al chico se le despertaban ya desde hacía tiempo las hormonas y comprendía que sentía algo en su ingle cuando veía a su madre desnuda, lo cual era habitual cuando estaban solos en casa.

-Si cariño. De eso se va a estar alimentando tu hermano durante mucho tiempo- Explicó la madre a su hijo. Boby se quedó con dudas y sobre todo ganas de comprobarlo. Y bueno, de ahí no pasó la cosa.

Meses después un día rutinario en la vida de La madre y sus hijos Alex aprovechó que Boby se estaba dando un largo baño para darle el pecho a su hermano, el cual se quejaba de hambre y sueño. Bajo petición de su hijo mayor se quedó en el amplio baño para hacerle compañía, mientras su hermano pequeño mamaba de la teta de su madre. Alex se desprendió de la camiseta y del sujetador. Con un gesto delicado colocó al bebe en sus brazos y le arrimó al pecho. Boby no apartaba la vista del inocente acto.

-Mamá ¿puedo probar yo?- Y Alex se quedó un poco paralizada sin saber que contestar con el bebé aún en brazos mamando mientras su hijo de 11 años le pedía probar a mamar de sus pechos. La misma idea excitó un poco a Alex, la cual renegó de dicho sentimiento sabiendo que no era ético.

-No lo sé, supongo que si- Y sin saber lo que hacía le dio un Sí por respuesta a Boby el cual ahora miraba los pechos de su madre más intensamente que nunca.

Una vez hubo terminado lo dejó descansar en la cuna y regresó al baño dudando de si lo que iba a hacer estaba bien o mal. Debates morales parte lo peor es que a ella le excitaba mucho la idea de que su niño fuese a mamar de su pecho. Tomó el pomo de la puerta con la mano y no supo si entrar o hacer como que no había pasado nada. La auto convicción la hizo dar el paso, ajena por completo a todo código ético o religioso. Estaba en su casa y allí la moral que se dictaba era la suya, pensó. Los años de abandono por parte de su marido tampoco ayudaban en absoluto. Además era sangre de su sangre y ya había mamado de aquellos pechos antes. “No pasa nada”, pensó mientras entraba en el baño y se sentaba junto a la bañera donde aún descansaba su hijo Boby.

-¿aún quieres probar cielo?- Preguntó Alex a su hijo mientras lo miraba allí desnudo.

-Claro mami, me encantaría-

-Bueno, pero hazlo despacio- E inclinándose un poco acercó uno de sus pechos a la cara de su hijo de 11 años. Este con indecisión puso la boca sobre el pezón y esperó.

-Tienes que succionar cariño, sino no sale. Como cuando te comes un flash y chupas el liquido de dentro- Explicó ayudando a Boby con su mano libre sosteniendo el pecho y colocando su pezón entre sus dedos. Boby empezó a chupar fuertemente y un buen chorro de leche salió del pecho. Lo bebió y siguió chupando. Alex se excitaba por momentos. Le encantaba ver como su hijo le sorbía la leche del pecho. Su sexo se calentaba por momentos y su tanga se empapaba a cada segundo que pasaba viendo como Boby chupaba su seno ya duro de excitación.

De pronto, vio a través del agua con asombro como el pequeño pene de su hijo cobraba vida y crecía hasta alcanzar dimensiones demasiado grandes para un chico de su edad. Alex de pronto se sintió mal y se separó.

-Ya la has probado. ¿Que te parece?- preguntó confusa y preocupada por la situación.

-Me ha encantado, mami. Quiero más- Dijo Boby sediento de pecho de su madre.

-No hijo que a mami le duelen los pechos. Tu hermano ha comido mucho hoy- Mintió, pues no quería estar allí viendo la polla de su hijo tan grande y llena de venas. Le estaban entrando ganas de agarrarla. Sintiéndose demasiado mal por aquello se fue sin decir nada más.

Las horas pasaron y Alex se relajó cuando llegó su marido y trajo la "normalidad" con él. Se centró en darle de cenar y prepararle un baño. La cena transcurrió en silencio, la cual Alex utilizó para cavilar sobre lo que había pasado y las consecuencias que aquello podría tener.

 

Esa misma semana Alex fue al medico con su hijo el cual tenía ciertos dolores en el pene. Asustada de que el médico descubriese algo de lo que pasó la consulta transcurrió demasiado despacio para la impresión de Alex. El resultado fue que su hijo tenía el pene demasiado grande para su edad. Cosa que explicaba otras muchas.

Fue esa misma noche cuando estando en casa y después de la cena que Boby le volvió a pedir a su madre leche materna.

-¿Que quieres de postre hijo?- preguntó inocentemente.

-Quiero probar de nuevo tu leche- La petición cogió a Alex por sorpresa, pero la excitó y mucho. Pensó rápido. Era miércoles noche de poker para su marido, así llegaría muy tarde.

-Está bien, pero un rato sólo y cuando hayamos recogido- Dijo agarrándose sus grandes pechos y mirando la mesa con los dos platos de la cena vacíos y sucios. Eso sirvió de incentivo para que Boby recogiese la mesa en un abrir y cerrar de ojos.

Ya en el sofá Alex se sentó junto a su hijo y se quitó la camisa que llevaba. El sujetador también.

-Se gentil con tu mami cielo- dijo Alex mientras con una mano sujetaba su pecho y con otra acercaba la cabeza de su hijo a su pezón. Boby comenzó a mamar el instante. La leche salió lentamente y Boby la bebió. Alex miraba a su hijo mamar y la electricidad recorría su cuerpo a modo de excitación. Nunca lo había sentido así. Esta vez no hubo dudas, no hubieron pensamientos morales o éticos que la hiciesen dudar. Sólo existía ella y su hijo. El bello de la espalda de Boby estaba completamente erizado. La excitación creció en ambos y la polla de su hijo Boby también. Era increíble lo grande que la tenía para lo menudo que era el chaval. Delgado como tenia el cuerpo no aparentaba su edad, sino un par de años menos.

-Más despacio hijo. Se más delicado- Dijo la madre. Y el chupar de Boby se convirtió en una caricia húmeda que a Alex excitó muchísimo. Era la primera caricia que recibía en años. No lo aguantaba, estaba a punto de estallar en un orgasmo. Y así fue. Un "aaahhhhh" sordo salió de la boca reseca de Alex. Al momento algo chorreó por el sofá hacia la alfombra. Boby, inmerso en el pecho de su madre no se percató de nada. Seguía chupando. Ella sin dudarlo dos veces metió lentamente la mano en el pantalón del pijama de su hijo y acarició aquel maravilloso pene. Su hijo al sentir la mano de la madre debuto su delicada succión.

-No te preocupes cariño, mami también quiere acariciarte. Si no te gusta me dices que pare, OK?-

-mmm, mmm- Y asintiendo el chico volvió a su tarea animado por su madre. Alex acarició el pubis aún ausente de bello y escurrió su mano por la polla de su niño. El chaval dio un respingo, pero no paró en su empeño de vaciar el pecho de su madre. Alex con una mano comenzó un sube y baja en la verga Boby mientras con la otra mano apretaba su cabecita contra su pecho ahora duro por la excitación. Evidentemente debido a la experiencia de Alex y la juventud de su hijo, pronto Boby eyaculó sobre la mano de su madre manchando también el pantalón del pijama y sus propias piernas. Aquello provocó un segundo y devastador orgasmo en Alex la cual no pudo evitar gemir varias veces.

-No pares hijo, chupa toda la leche de mamá, ahhha ahhh ahhh...- Y allí mismo Alex se derritió bajo el implacable movimiento de la lengua de su hijo.

Aún tardó un par de minutos en reponerse. Cuando lo hizo, vio a su hijo sentado a su lado mirándola como nunca nadie la había mirado. Sus ojos desprendían puro amor con una mezcla de deseo. El chico no sabía las consecuencias que aquello tendría en su vida y su madre apartaba esas ideas ignorándolas y enterrándolas en placer en algún rincón de su cabeza.

Acompañó a su hijo al baño donde se metió en la ducha con él y afanósamente lavó y limpió. El chico esperó mientras su madre también se aseaba. Ya secando el joven cuerpo de su hijo, se le vino una aterradora idea a la cabeza.

-Cielo, esto no debes contárselo a nadie. Si quieres que se repita, has de guardar el secreto- Pidió Alex a su hijo no sin sentir cierto resquemor, al que ya no hizo mucho caso.

-Si mami, guardaré el secreto. Además yo tampoco quiero que nadie lo sepa- A Boby le invadió una enorme alegría cuando escuchó las palabras de su madre”...Si quieres que se repita...”. Alex ignoraba la razón de porque Boby no quería que se supiese, pero era algo que la favorecía, así que no preguntó nada y lo dejó estar.

Esa noche subió al dormitorio con su hijo, pues era tarde.

-Que descanses, cielo- Y le dio tres largos besos en los labios, los cuales fueron correspondidos.

 

 

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