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Como me convertí en AMO

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Era una tarde de otoño como otra cualquiera, el sol debía de estar ocultándose aunque no se podía ver nada más que nubes en el cielo, nubes que comenzaban a reflejar las luces de la ciudad que se prepara para dormir, la temperatura era buena aunque un buen abrigo no venia de más, pero no hacia viento y Ernesto se sentía bien, iba paseando por el parque de camino a casa después de una dura jornada de trabajo, estaba disfrutando del ambiente y de su cigarrillo rubio que en ese momento le daba un placer inmenso, tanto que disminuyó la velocidad de sus pasos para poder saborearlo durante más tiempo.

Al llegar casi al final del parque, justo cuando se tenia que desviar para dirigirse a su casa, vio apoyada en la pared de su bloque una figura, era una figura de mujer indiscutiblemente, estaba tapada con un abrigo con capucha, pero sus piernas la delataban. Ernesto sin saber muy bien porqué y de una manera instintiva comenzó a desviar su rumbo hacia la figura, había algo en ella que le llamaba la atención, es como si estuviera allí esperando a alguien.

Lucia se encontraba apoyada en la pared, con mucho frió y llorando, gimiendo y casi hipando. No se percató de la presencia de Ernesto hasta que éste estaba a la altura de ella. Y justo en ese momento Lucia se descubrió un poco la cara para poder bien a la persona que estaba junto a ella, y vio a Ernesto que se había detenido y la preguntó - ¿estas bien? ¿te puedo ayudar? – Lucia asintió con la cabeza y los ojos llenos de lágrimas. Ernesto le tendió un brazo y le ofreció un café en su casa que estaba justo al lado, ella volvió a asentir con la cabeza sin pronunciar palabra y dejando escapar un leve gemido.

Llegaron a casa de Ernesto, él se quito la gabardina y le sugirió a Lucia que se quitase el abrigo pues tenia la calefacción puesta y hacía más bien calor, ella asintió nuevamente con la cabeza. Ernesto la invitó a sentarse en el salón y se dirigió a la habitación para tirar las prendas de abrigo encima de la cama, posteriormente se dirigió a la cocina para preparar el café, pero Lucia ya estaba en ello – No mujer siéntate en el salón que ya lo hago – Ella no dijo nada y continuó preparándolo – Vale, vale, si quieres hacerlo tú hazlo, ya veo que has encontrado el café y la leche – Lucia continuaba con su tarea con la cabeza mirando hacia abajo.

Ernesto decidió ir al salón a esperar el café que no tardó en llegar. Lucia se lo puso en la mesa y acto seguido se sentó en el suelo a una distancia prudencial de la mesa y con la mirada hacia el suelo – ¿quieres que te ponga azúcar? – fueron sus primeras palabras, pero su mirada continuaba en el suelo – si por favor – respondió Ernesto, pero por favor no te quedes en el suelo, siéntate en el sillón – prefiero quedarme aquí si me lo permites – respondió ella. - Bueno como quieras, pero dime ¿qué te pasa? ¿por qué estás así de triste? – el silencio se adueño del salón y de la casa de Ernesto.

Vale no me lo cuentes si no quieres – Sí, se lo cuento si lo desea – bien, pues cuéntame – Mi nombre es Lucia y... mi AMO... me... ha abandonado – TU AMO – Exclamó Ernesto – si, es que soy sumisa, ¿sabe lo que es? – Pues bueno he oído algo del tema sobretodo por internet, pero no he estado nunca en contacto real – por favor deje que sea tu sumisa, haré todo lo que desee, soy muy buena, le haré las tareas domesticas todo lo que quiera – Er... bueno pero yo nunca he hecho de amo ni de sumiso no sé muy bien como va el tema – deme una oportunidad – al decir esto Lucia mostró por primera vez su cara a Ernesto – vale... – Según asintió Ernesto Lucía se levantó suavemente y se dirigió al hall donde había visto un armario zapatero, lo abrió y sacó las zapatillas de Ernesto, se dirigió hacia el y arrodillándose se puso a desabrocharle los zapatos con mucha delicadeza, posteriormente le tocó el tobillo y él levantó los pies para que ella sacara los zapatos y le pusiera las zapatillas. Acto seguido Lucia se dirigió a al cocina y tomó el delantal que tenia Ernesto y se fue hacia la habitación, pasados unos segundos apareció nuevamente en el salón vestida únicamente con el delantal, se arrodilló nuevamente delante de Ernesto y dijo – le gusta esta forma de vestir señor – Er.. pues si, Lucia pero no hace falta, "leches que buena que está pensó" – Lucia observó que Ernesto se estaba empezando a empalmar.

Así que se adelantó y le desabrochó el pantalón, bajó su cremallera y apartó el slip de Ernesto, tomó su pene en erección y se lo metió en la boca, comenzando a masajearlo con la lengua – Ernesto no daba crédito a lo que estaba pasando pero se dejó hacer – Lucia viendo que el miembro de Ernesto era agradecido se aplicó y comenzó a aumentar el ritmo introduciéndoselo hasta la garganta. Ernesto dejó escapar un gemido de placer y acertó a decir – Lucia... estoy... a... punto... – no obtuvo ninguna respuesta, Lucia estaba centrada en su trabajo y lo hacía pero que muy bien – Ernesto aguantó todo lo que pudo hasta que invadió la garganta de Lucia con toda su leche – Ella se la tragó toda y continuo lamiéndole hasta que le dejó totalmente limpio el miembro – Uffff, Lucia me ha encantado – Ella se volvió a separar y se quedo quieta de rodillas, callada esperando instrucciones – Y si te quitas el delantal – Antes de terminar la frase Lucia se lo había quitado y lo estaba doblando con sumo cuidado – no pienses que me quiero aprovechar, pero es que me has puesto como una moto, ¿sabes que me apetecería ahora? – Lucia asintió con la cabeza sin pronunciar palabra y se incorporó se giró 180 grados y se sentó encima de Ernesto – "No me lo puedo creer" pensaba Ernesto "esto tiene que ser un sueño" – Lucia se comenzó a cabalgar sobre el miembro de Ernesto – "uf y que sueño, que dure" – El la cogió por las caderas con sus manos según orientaba la cabalgada de Lucia, una vez ubicados sus manos se posaron sobre los lindos pechos redondeados de Lucia – Oye Lucia, que acabo de caer que no llevo condón – No pasa nada señor, no tiene porque preocuparse, yo me encargo de todo señor, déjeme que le de placer, por favor córrase dentro de mi – vale ¿sabes que cabalgas como una autentica amazona? – me satisface complacerle – pues te diré que me gusta esto de la dominación, eres una sumisa muy buena – gracias amo procuraré hacer por usted todo lo que pueda – va...le... pero estoy... estoy... apunto, voy... a... irme... – Lucia al oír estas palabras tomó impulso y cayó con todo su peso sobre el pene de su amo y presionó hasta que notó como sus entrañas se inundaban de la leche de su amo y este dejaba escapar un gemido de placer que hizo a su vez que ella sintiera un orgasmo que la satisfizo.

Esa noche ella se acostó en la alfombra al lado de la cama, totalmente desnuda y así fue como me convertí en AMO.

 

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