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Safari

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Esto ocurrió un par de años después de iniciar relaciones sexuales con mi hermana. Después de haberme follado con alguna de sus amigas, decidimos irnos de vacaciones los dos, por supuesto pagando los padres. En aquella época mi hermana tenía unos 20 y yo acababa de cumplir los 18. Nuestro destino era un safari fotográfico en África. La intención era hacer fotos, ver animales y follar como salvajes en un país tan salvaje. Aunque al principio pensamos que todos esos planes podrían fastidiarse, de la agencia de viajes nos dijeron que también vendría una familia con nosotros que se había apuntado para las mismas fechas. Todo un fastidio para nuestros planes de orgías en el África negra.

Quedamos en el aeropuerto para recoger los billetes. Nosotros llegamos primero. Cogimos los billetes y la típica bolsa de viaje de regalo y esperamos a embarcar, así que no supimos quiénes iban a ser nuestros compañeros de viaje hasta que no llegamos a Nairobi. Nos imaginábamos lo peor, una familia llena de niños pequeños, chapados a la antigua y capaces de asustarse de cualquier cosa que se saliera de lo normal. En el aeropuerto nos esperaba un guía de la agencia con el nombre de esta. Allí vimos los que serian nuestros compañeros de viaje.

El padre, Juan, era un hombre alto de algo más de cuarenta años, tenía el pelo bastante canoso y eso le hacía parecer un poco mayor. La madre, Marta, rondaría los cuarenta, pero aparentaba bastante menos, muy bronceada de media estatura, teñida de rubio oscuro tenía un buen cuerpo y unos grandes pechos. La hija, Susana, rondaría los diecisiete. Más bajita que la madre era morena, pechos más pequeños, pero muy atractiva y encantadora. Resultaron ser muy simpáticos, y ya en el autobús empezamos a charlar. Esa tarde hacía mucho calor y con el cansancio del viaje decidimos bajar a la piscina, Allí pudimos comprobar que los pechos de la madre eran de silicona, imposible que tuvieran esa consistencia. La verdad es que la madre en bañador estaba muy bien, pero la hija lucía un bikini que marcaba un cuerpo menos exuberante pero más excitante. El padre resultó ser un hombre bastante fuerte, aunque con un poquito de tripita, debido a su edad más que nada, y la verdad es que no perdía de vista el tanga de mi hermana en ningún momento.

Esta noche mientras follaba con mi hermana me confesó que quería que nos pasáramos por la piedra a toda la familia, yo le dije que con la madre y la hija no había problemas, pero qué pasaba en lo referente al padre, ella se rio mientras que jadeaba según la enculaba una y otra vez.

Al par de días se nos ofreció la perfecta oportunidad para iniciar nuestros planes. Ya habíamos entablado amistad con ellos, nada distinto de la típica que se da entre todos los grupos en un viaje de este tipo. Para ese día ofrecían una excursión a un pueblo cercano, era todo el día en autobús. El padre dijo que no le apetecía, así aprovecharía para trabajar con el portátil, nosotros vimos claramente la oportunidad así que nos quedamos también. Quedamos con Juan para desayunar. Al terminar él comentó que se iría a la habitación ya que tenía que terminar de escribir un documento. Entonces le pregunté si podía enseñarnos el ordenador portátil. El día anterior habíamos estado hablando de él, así que no le pareció nada raro. Llegamos a su habitación. Tenía dos camas, una doble para los padres y una más pequeña para la hija. Juan sacó de la maleta el ordenador y empezó a enseñármelo, mientras mi hermana daba vueltas por la habitación. Llevaba el bikini y un pareo que la cubría la parte de abajo para no ir por el restaurante con el tanga. Dijo que tenía calor y se quitó el pareo, de esa manera prácticamente podía lucir su culito. Noté cómo Juan miraba de vez en cuando a mi hermana. Ésta siempre intentaba agacharse a su vista para mostrarle todas sus dulzuras. El hombre empezó a sudar más y más, la verdad es que hacía calor. Estábamos en su cama, echando un vistazo al ordenador, mi hermana se puso enfrente, mostrando toda su delantera enfrente de nosotros. A Juan se le salían los ojos de las órbitas.

―Hace muchísimo calor ¿verdad?―preguntó mi hermana mientras se pasaba la lengua por los labios. Entonces se acercó a mí y empezamos a besarnos. Juan estaba como paralizado viendo cómo dos hermanos se besaban de esa manera. Yo le quité la parte de arriba del bikini a mi hermana, con lo que sus pechos terminaron de saltar. Empecé a chupárselos mientras ella seguía excitando a Juan con la lengua y la boca. El pobre no aguantó más y empezó a besarla, evidentemente no había tardado mucho en ceder a la tentación. Quitamos el ordenador de encima de la cama y nos desnudamos. Juan besaba la boca y los pechos de mi hermanita mientras yo le hacía un trabajito en su conchita.

―¡Quiero que me folléis los dos!―terminó diciendo. Entonces yo me tumbé encima de la cama, ella se puso encima de mí y empezó a meterse toda mi enorme polla en su culito. Juan estaba alucinando al ver cómo era capaz mi hermana de meterse toda aquella polla en su culito, la verdad es que era bastante más grande que la suya.

Empecé a hacer saltar a mi hermanita encima mío, ella jadeaba y le pedía Juan que la traspasara el coño. Juan no tardó mucho en perforarla de un solo golpe el coño. Ella gritaba como una loca mientras la follábamos entre los dos. Era la primera vez que follaba con mi hermana y con otro hombre, pero ella estaba gozando como una loca. Al poco Juan se corrió, sacó la polla del coño de mi hermana y se corrió encima de ella. Mientras yo seguía culeandola. Se quedó allí mirando cómo mi pollaza se retorcía en el culito de mi hermana mientras lanzaba las últimas gotas. Al rato lancé toda mi esperma dentro del culito de ella, retorciéndonos como animales.

―Quiero hacerlo también por detrás.―dijo Juan―nunca lo he hecho, haré lo que quiera si me dejas metértela por ahí.―era exactamente lo que queríamos. Mi hermana se acercó a Juan y le besó, le dijo que ya le diría lo que quería, mientras le cogió la polla y empezó a pajearla al principio con una mano, y luego con la boca. Al poco ya la tenía bastante dura. Él siguió masturbándose mientras mi hermana se ofrecía a cuatro patas delante de él. Yo tumbado le ofrecía mi polla para una mamada. Su culito estaba ya dilatado y lubrificado, así que no le fue difícil perforarla. Así empezó a encularla como un loco, estaba completamente fuera de sí y la cabalgaba de manera salvaje, eso excitaba más a mi hermana que acabó haciéndome una increíble mamada, al final cuando se iba a correr le gritó que se corriera dentro, así que ambos nos corrimos en su culito y su boca. Acabamos rendidos y empapados en la cama.

Entonces mi hermanita le dijo que queríamos follar con su mujer y su hija. Al principio no parecía muy dispuesto, pero poco a poco mi hermana le ofreció todo el morbo de una orgía entre los cinco y acabó aceptando nuestra propuesta.

Una vez ganado el padre, mi hermana comenzó a trabajarse a las mujeres. Mientras que yo empezaba a usar un bañador slip, el cual marcaba el tamaño de mi pene, ellas les comentaba como secreto que una amiga suya que se había acostado conmigo le había confesado que pensó que se le iba a salir por la boca mientras follábamos. Mientras Juan no dejaba de mirarla, y al irnos cada noche a la habitación, casi podíamos oírle suspirar al pensar en el polvo que íbamos a echarnos a su cuenta, y también empecé a notar alguna miradita por parte de Susana, aunque la más excitada siempre parecía ser Marta, que no paraba de mirarme el paquete y hacer comentarios un poco salidos de tono.

Un par de días después pude comprobar lo caliente que estaba Marta. Estábamos los cinco de compras en un pueblo, de tal manera que padre e hija junto con mi hermana se metieron en una tienda, mientras que nosotros mirábamos en otra. La cuestión es que tras casi media hora de búsqueda nos dimos cuenta que les habíamos perdido. Así que decidimos seguir mirando el mercadillo. Ella empezó a preguntarme sobre si tenía mucho éxito con las mujeres. Entonces empecé le conté que la verdad es que sí, y que todas habían quedado muy satisfechas, principalmente porque estaba muy bien dotado. Noté cómo se mordía el labio de deseo.

―¿Quieres comprobarlo tu misma? ―le pregunté. Ella no sabía qué decir. Estábamos delante de un pequeño hotel, así que le dije que podíamos estar allí un rato. Ella no sabía qué hacer, se sentía nerviosa, entonces me acerqué a su cuello y se lo besé, y le mordí un poco la oreja, estábamos muy juntos y noté cómo ella me echaba mano al paquete.

―Sí―dijo al final. Alquilamos una habitación un par de horas. La verdad es que no estaba muy limpio, pero al menos la cama estaba en condiciones. Entramos en la habitación y empezamos a besarnos. Le quité la camiseta que llevaba y el sujetador. Empecé a chuparle los pechos. Me preguntó si me gustaba, le dije que sí, entonces me confesó que estaba operada, pero eso a mí no me importaba. Ella se arrodilló delante de mí y bajó mis shorts, mi polla estaba ya bastante empalmada y no pudo menos que sorprenderse al ver su tamaño.

―¡¡¡Hijo mío, menuda herramienta que tienes!!!―me dijo mientras empezaba a chupármela a pesar de que era incapaz de meterse toda aquella polla en su boca. Entonces la cogí y la tumbé en la cama. La quité los shorts y las braguitas y empecé a chuparle el conejito mientras ella seguía intentando tragarse mi polla. Al final grito desesperado.

―¡¡¡Métemela, por Dios, métemela, quiero saber si me la puedes meter toda!!!―gritó mientras su coño se deshacía en agua. Entonces me puse entre sus piernas y apuntando mi polla en su coño empecé a metérselo poco a poco.

―AHHH AHHHHHHH AHHHHHHHHHHH AHHHHHHHHHHHHHH AAAAAAAAAAGGGGGGGGHHHHHHHHHHH ―fue su respuesta según le enchufaba toda la polla en el coño―¡¡¡Es cierto!!! AHHHHHHHHHH casi me sale por ahhhhhh la bocaaaaaaaaa.―Entonces empecé a follarla como un loco. Nunca había hecho el amor con una mujer tan mayor, eso me excitaba más, así que la follé como un animal salvaje de África, ella pedía más, estábamos sudando como dos fieras, yo le agarraba sus enormes pechos de silicona, se los mordisqueaba y lamía mientras que introducía una y otra vez mi aparato en su coño, cada vez más violentamente.

―Ella ya se había corrido un par de veces cuando me vine, le pregunté dónde y me dijo que la quería toda dentro que no había problema, así que me corrí como un desesperado en su coñito mientras notaba cómo ella también se deshacía ante tanto fuego.

―Después nos duchamos y volvimos al hotel. El resto todavía no habían vuelto, así que no hubo que comentarles nada más que nos habíamos perdido. Esa noche le conté todo a mi hermana ella se relamía mientras me chupaba la polla, pensando en una gran orgía con la familia.

―Evidentemente follar con el padre y la madre no había supuesto especial dificultad, el problema era cómo hacer participar a ambos en una orgía con su propia hija. Pero la oportunidad nos llegó ni que servida un par de días después. ―Estábamos en un hotel en mitad de la sabana, y esa noche había un espectáculo de una tribu del lugar. Danzas nativas se anunciaban. Nos llevaron el jeep al pueblo de la tribu. Allí había otros grupos de turistas, teníamos cena alrededor de un fuego mientras que los hombres y mujeres de la tribu danzaban con los trajes, bueno, con las pocas ropas típicas. Al principio todo era como en los documentales, una turistada, pero la ultima danza fue un poco fuera de lo normal a lo que teníamos acostumbrado. Era la danza de la fertilidad, en donde un hombre fornido de la tribu y una muchacha realmente bella danzaban. Ella llevaba apenas unos collares pulseras y un tanga, sus pechos grandes y duros se movían según bailaba, y él apenas un taparrabos que casi no podía ocultar el tamaño de su pene. El baile duró bastante, bailaban alrededor de la hoguera, muy juntos, tocándose a veces y simulando diversas penetraciones. Noté cómo Juan no paraba de mirar a mi hermana y también a su hija, mientras que Marta estaba tremendamente acalorada, así como Susana, que por primera vez la vi muy excitada con aquellos bailes.

―Volvimos en silencio todo el camino. Susana iba delante con el conductor, después mi hermana y Juan y detrás yo y Marta. Había sido puro azar, pero sirvió para caldear más el tema en el trayecto, ya que mi hermana empezó a tocar la entrepierna de Juan, mientras Marta hacia lo mismo con la mía y yo pasaba mi mano por su coño, que noté especialmente mojado. Mientras Susana se limitaba a hablar con el guía conductor. Cuando llegamos al hotel Juan y Marta estaban completamente fuera de sí, les costó salir del coche y abandonar esos juguetes de placer.

Hacía mucho calor esa noche así que les preguntamos si podíamos tomar algo en la terraza durante un rato. Juan y Marta dijeron que sí, pero Susana se sentía cansada y quería irse a la cama.

―Ésta aprovecha para masturbarse ahora ―me dijo mi hermana al oído ―esta noche es la noche de la gran orgía hermanito―acabo diciéndome.

―Estuvimos tomando un refrigerio mientras manteníamos una conversación completamente artificial, que llevada por mí y mi hermana acabó en los bailes de esa noche y sobre todo en el último. Cada vez se empezó a caldear más la conversación, hasta que mi hermana hizo saltar todo por los aires.

―Juan, Marta, dejaros de hipocresías. Estáis tan calientes como nosotros y como Susana, que seguramente estará ahora excitándose en su cama. Por qué no nos liberamos y follamos como estas gentes, independientemente de si somos hermanos, padres o hijo―Juan y Marta se quedaron de piedra. No sabían qué decir, entonces mi hermana se puso encima de Juan. El bar estaba ya vacío, no quedaban camareros, así que empezó a restregarse encima de la polla de Juan, que dudaba como un cerdo, mientras Marta les miraba sorprendida, mientras notaba mi cabeza entre sus piernas hurgar en su centro de placer. Al final no pudieron contenerse y su animal más salvaje salió a relucir.

―Vamos ―dijeron ambos. Entonces nos levantamos. Fuimos despacio a su habitación, eran cabañitas alejadas unas de otras. Mi hermana fue a por unas cosas a nuestra cabaña. Mientras los demás nos acercábamos a la otra. Llegamos a la puerta. Oímos algunos sollozos dentro, la ventana estaba abierta por el calor y un poco corrida la cortina, nos asomamos un poco, estaba oscuro pero pudimos distinguir a Susana acostada en la cama, tenía la sabana por encima tapándole las piernas, pero una de sus manos estaba por debajo, entre sus piernas, excitándose sin ninguna duda, la otra la tenía debajo de su camiseta tocándose los pechos mientras se retorcía.

―Al momento llegó mi hermana con una mochila, se unió a nosotros mientras veíamos cómo la chiquilla seguía masturbándose. Les comenté que entraría yo primero y que luego entrasen ellos más tarde. No pusieron ningún problema, la verdad es que pude ver que tanto Juan y Marta estaban cada vez más excitados viendo a su hijita masturbarse.

Abrí la puerta muy despacio, pero ella se dio cuenta. Dio un respingo en la cama y encendió la luz.

―¿Quién es?―preguntó muy excitada.

―Tranquila soy yo. Tus padres están con mi hermana tomando algo y tardaran un poco.―le dije para tranquilizarla. Pero ella seguía un poco nerviosa con la sabana hasta la barbilla.

―Susana, hoy te he visto un poco excitada, ¿no? ―le pregunté.

―Yo, yo, no―balbuceó.

―Venga, Susana, no he dejado de observarte durante toda la noche en el baile, y no parabas de ver a ese muchacho negro y he visto cómo me mirabas. Estas muy caliente, ¿verdad?

―Ella no sabía qué decir se puso muy colorada, al final afirmó tímidamente con la cabeza. Yo me acerqué muy suavemente y le besé en la mejilla, luego bajé al cuello y para finalmente subir a su boca. Al principio no reaccionó, pero al sentir mis labios en los suyos, abrió la boca y me entregó su lengua. Empezamos a besarnos apasionadamente. Bajó la sabana y pasé una mano por debajo de su camiseta, sus pechos estaban duros, no eran tan grandes como los artificiales de su madre, pero eran más puntiagudos, sus pezones eran enormes, duros y tremendamente excitados. Mis dedos jugaban con ellos mientras seguíamos entregados en un larguísimo beso.

―Poco a poco mi otra mano bajo entre sus piernas, las encontré desnudas como me imaginaba. Las yemas de mis dedos alcanzaron su coñito, no lo tenía muy poblado, al contrario del depilado de su madre, éste era más natural. Estaba ya muy húmedo y abierto, evidentemente la chiquilla se había excitado a conciencia.

―Noté cómo su mano también se adentraba en mi entrepierna, no pudo evitar un suspiro en mitad del beso al palpar mi pene, El tamaño pareció sorprenderla y por la pasión y calentura de su boca, también agradarla.

―La tumbé en la cama liberándola de la camiseta. Me dediqué a excitarla todavía más. Chupándole primero los pechos, los pezones y luego metiendo mi cabeza entre sus piernas para derretirle el coñito de placer con mi lengua. Al final estaba jadeando suspirando por ser follada. Entonces me desnudé, mi polla ya estaba completamente empalmada y me costó sacarla de los shorts. Ella se mordió la lengua.

―¡¡¡No había visto nunca una tan grande!!!―me dijo, mientras que me la tocaba con delicadeza. Empezó a hacerme una mamada, un poco tímida, la chica se veía que tenía algo de experiencia, pero no mucha, su lengua pasaba por toda la longitud de mi verga con maestría, mientras que otras veces se dedicaba a chupetearla como si fuese un caramelo. Al final consiguió ponerme en un estado extremo de excitación, así que decidí penetrarla. Sabía que sus padres y mi hermana estarían observándonos desde a fuera, así que decidí excitarles todavía más. Me tumbé en la cama y le dije que se pusiera encima mío, pero de cara a la ventana, de tal manera la penetraría por el coñito pero por detrás, mostrando toda la follada a los escondidos espectadores. La posición pareció excitarla todavía más.

―AHHHHHHHHHHHHHHHH―gritó al sentir mi polla desgarrar todo su coñito, evidentemente ya desvirgado por otro.―AHHHHHHHHHHHHH―siguió gritando cuando por fin todo mi miembro estaba dentro. Empezó a moverse y a cabalgar encima de mí. Yo la cogía de los pechos y la doblaba hacia mí mientras no dejaba de perforarla. Imaginé que fuera estarían ya supercachondos. Efectivamente, al poco oí cómo se abría la puerta y entraban los tres.

―Susana, pareció sorprenderse, quiso levantarse, pero yo la cogí de los pechos pegándola a mí mientras seguía penetrándola.

―Tranquila, no pasa nada, vamos a gozar todos juntos―la dije al oído, ella se relajó y se entregó a la lujuria, estaba demasiado caliente.

―SIIIIIIIII―gritó mientras se corría delante de sus padres. Yo estaba también casi a punto, así que le saqué la polla como pude, mi hermana comprendió y se lanzó sobre la cama, para chuparme la polla mientras que ésta disparaba toda su carga en su boca. Susana seguía corriéndose de placer y pude ver cómo Marta empezaba a chupársela a su marido.

―Cuando terminé de correrme, mi hermana se puso delante de Susana y empezó a besarla entregándole todo mi semen en su boca. Susana lo aceptó con gusto y comenzaron un increíble beso lésbico. Sabía que Susana le gustaba mucho a mi hermana así que decidí que gozase un rato de ella. Se tumbaron en la cama. Susana parecía un poco cansada, pero mi hermana en seguida empezó a excitar de nuevo sus puntos más calientes. Al momento estaban las dos desnudas revolcándose por la cama.

―Mientras me dediqué a ayudar a Juan, el cual tenía a Marta a cuatro patas y la estaba follando como un loco. Los pechos de Marta se balanceaban en el vacío como dos enormes melones, mientras que él se los agarraba. Ella gemía como una loca pidiendo más. Me senté en una silla delante de ella ofreciéndole mi polla, la cual Marta se lanzó como una loca chupándomela con pasión mientras recibía la polla de su marido en el coño. Al poco recibió también una descomunal carga de semen, la mujer era empujada hacia mi polla en su boca por los empujones de Juan, el cual acabó exhausto en su coño. Pero Marta siguió con una increíble mamada. La mujer la chupaba de maravilla y no tardó en empezar a excitar mi polla.

―Entonces pude ver cómo mi hermana había sacado de la bolsa uno de sus cinturones consolador. No era de los más grandes. Se lo ajustó y puso a Susana a cuatro patas. Vi cómo le excitaba el ano, primero con la lengua y luego lo lubrificó con un poco de vaselina, Susana parecía mitad asustada, mitad excitada, pero mi hermana le decía cosas al oído que parecían tranquilizarla y calentarla todavía más. Entonces mi hermana se puso detrás. Apuntó la punta de su pene de plástico en el culito de Susanita y empezó a metérselo poco a poco.

―AGGGGGGGGGGGGG GGGGGGG AAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGHhhhhhh ―gritaba Susanita mitad placer mitad dolor al sentir ese consolador traspasando su virginal culito. Mi hermana procedió con mucha delicadeza hasta traspasar todo su culito. Susana se erizaba como un gato buscando escapatoria a esta perforación que tanto placer la estaba dando. Juan estaba sentado en el suelo observando la sodomización de su hija, mientras se masturbaba buscando recuperar la potencia de su miembro.

―Mientras le hice una seña a Marta para que se pusiera encima mío. Ella pensaba que la iba a follar por el coño, pero entonces apunté mi pene hasta en su culito, lo noté estrecho y evidentemente virgen, ella intentó levantarse ante la inmensa masa de carne que notaba en la entrada de su ano, pero la agarré de una mano de los pechos, mientras mantenía la otra firme en mi pene en la entrada de su culo. Éste fue perforando lentamente el estrechísimo culito entre los gritos de Marta.

―AHHHHHHHHH AAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUU CABROOOOOOOONNNNNNNNN ME VAS AAAAAAAA ROMPERRRRRRRR―gritaba, mientras que noté cómo sus pezones se ponían tan durísimos y puntiagudos como los de sus hija. Cuando por fin toda mi polla se alojó en su culito, lo noté cómo me apretaba enormemente. Ella seguía gritando , pero ahora intercalaba algún que otro jadeo. La dejé allí un momento para que el dolor se transformase en placer. Al poco sus gritos eran de extremo placer.

―CABRON, MUÉVETE, MUÉVETE, FÓLLAME EL CULITO, RÓMPEMELOOOOO―gritaba loca de placer. Empecé a moverla arriba y abajo lentamente, notaba cómo Marta se deshacía de placer. Mientras mi hermana seguía perforando el culito de su hija, que también estaba ardiendo viendo cómo madre e hija eran sodomizadas. Juan no pudo aguantar más. Miraba a su mujer y a su hija sin decidirse mientras se masturbaba. Al final se decidió por la inocente boca de Susanita. Se sentó en la cama y le ofreció su incipiente polla empalmada a su enculada hija, que empezó a chuparla como podía mientras no podía dejar de jadear ante los envites de mi hermana.

―El calor en la habitación era insoportable, Los cuerpos de los cinco estaban empapados en sudor. Juan tenía ya su polla a punto de estallar, mientras los culitos de madre e hija estaba ardiendo de tanta perforación. Al final Juan fue el primero en acabar en la boca de Susanita, la pobre casi se ahoga al intentar tragar el semen de su padre. Susana y mi hermana parecían haberse corrido ya varias veces, al igual que Marta que estaba completamente fuera de si cuando recibió toda la carga de mi semen en su culito. Estuvo a punto de desmayarse, del increíble orgasmo que tuvimos a la vez.

Una vez que las ultimas gotas de mi semen salieron en el culito de Marta, la levante, la cogí y la lleve a la cama, allí nos juntamos los cinco, necesitábamos un pequeño descanso, pero aquella noche no parecía tener tregua. Nuestros cuerpos se mezclaban, se tocaban y se chupaban. Ahora eran padre y madre los que dedicaban sus lenguas en la excitación de la hija, mientras que yo hacía lo propio con mi hermanita. Lo cierto es que era la mayor orgía en la que había estado. Lo más había sido con mi hermana y alguna otra chica, pero nunca esto. Eso me excitó de nuevo poniéndome a tope.

―Entonces mi hermana sacó el segundo cinturón consolador, era el gran final de la noche. Se lo entregó a Marta. Pareció sorprenderse pero no tardó en ponérselo y en comprender.

―Ahora gozaremos las dos de la chiquilla―dijo mi hermana, mientras Marta sonreía y Susana se mordía los labios de lujuria.

―En seguida pusieron a Susanita de medio lado, mi hermana le enchufaba el pene artificial por el coñito mientras que su madre situada detrás de ella se lo metía por el culito.

―AAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRRRRRRRRGGGGGGGG ―gritó Susana al sentirse doblemente perforada por primera vez, pero eso no pareció importarle a las dos violadoras que empezaron a meterla cada vez con más fuerza.

―Juan y yo habíamos recuperado la potencia en nuestros penes, evidentemente aquella situación de máxima lujuria nos mantenía al límite. Así que decidimos cooperar rellenando los agujeros que quedaban libres, que no eran otros que los culitos de Marta y mi hermana. Juan se apoderó del lubrificado culito de su mujer, mientras yo me acoplaba al culito que más me gusta, el de mi hermanita. Así estábamos los cinco, follando como locos. Susana parecía desesperada de placer entre tanto calor y cuerpo rellenándola.

―Pero antes de acabar mi hermana decidió que cambiáramos de posición. Todos estábamos como locos por volver a corrernos, así que no hubo ninguna respuesta negativa. ahora Juan estaba tumbado, follándose a su hijita encima, les dejamos allí unos momentos de placer. Entonces Marta se enchufó de nuevo en el culito de su hija, al cual parecía haberle cogido especial cariño, mientras que recibió la polla de plástico de mi hermana en su ano. Yo me puse delante de Susana y le enchufé mi polla en su boca, para que así pudiera tener una triple penetración. Sentía cómo me la chupaba a duras penas debido al esfuerzo que estaba haciendo al recibir tanta polla. Al poco todos nos corrimos, Juan se deshizo en el coño de su hijita mientras yo llenaba su boca del ultimo semen que me quedaba por aquel día. Las chicas tenían también un inmenso orgasmo y se deshacían en jadeos y gritos. Al final acabamos todos exhaustos y agotados encima de la cama. Había sido una increíble noche. Pero todavía nos quedaba una semana de safari por gozar.

(9,00)