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Aniversario de bodas

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Cuando mi esposa me dijo que para nuestro aniversario de bodas nos iríamos a Acapulco, le dije que no estaba de acuerdo, porque ya había hecho planes con nuestro inseparable Rigoberto para que nos fuéramos a la casa de descanso que tenemos a las afueras de nuestra ciudad.

¡¡¡Maravilloso!!!, fue su respuesta, pero quiero que vengan Rigoberto, su esposa y nuestros amigos el ingeniero y el profesor, que tú has visto como me comen con la mirada.

Llegó el día de partir y tras haber cenado y consumidos vino en abundancia, nos metimos a la alberca para refrescarnos y seguir la noche de diversión.

Procuramos que bebieran un poco más el ingeniero Rodríguez y el maestro Toledo, quienes se quedaron con pantaloncillos cortos, mientras que mi esposa lucía un hermoso hilo dental, que apenas le cubría la rajita recién rasurada y los pezones que estaban erectos por lo frío del agua.

La esposa de Rigo, mi amigo, casi mi hermano, mi amante, el que me había roto el ano y llenado de semen los intestinos, vestía un traje de baño aseñorado, pero con las copas de más que había consumido, en repetidas ocasiones había dicho que necesitaba que mi esposa le diera prestado un tanga o un hilo dental.

Rigo vestía un traje super pegado a la piel, que dejaba notar su hermosa verga que a mí me gustaba bien peluda, pero mi mujer la prefería bien rasurada. Yo me puse una bermuda de licra, que mostraba mi verga erecta de solo pensar que en cualquier momento me estaría comiendo la polla de mi mejor amigo y amante de mi esposa.

El ingeniero Rodríguez se acercó a mi esposa Lucrecia y empezó a tocarla y a besarla, caricias a las que respondió mi mujer que casi llenaba la alberca con sus jugos vaginales. El profesor Toledo no se quiso quedar atrás y también se acerco a tocar a mi mujer que para ese entonces gritaba y gemía de placer por los dedos que el ingeniero le metía en la vagina.

Yo solo estaba de espectador, me moría de placer, pero no podía acercarme a mamarle la verga a Rigoberto porque su esposa no estaba enterada de nuestra relación, sí sabía de las penetraciones a mi mujer porque ella también había participado en nuestros encuentros estando los cuatro.

Perdí el miedo y me acerqué a Rosaura, que así se llama la esposa de Rigo, a la que nunca había penetrado, solamente le había mamado el ano y la vagina, pero ese día estaba dispuesto a todo, pero antes le dije a mi amigo que cuando yo penetrara a su esposa, él me ensartará esa enorme tranca en mi culito, porque quería sentirlo dentro de mí y que me dejara en mis entrañas ese néctar que tanto disfrutaba cuando me lo tragaba.

La primera reacción de Ross, como le decimos de cariño a Rosaura, fue de sorpresa, al darse cuenta que su marido me tenía ensartado, pero después dijo: ¡¡¡Vamos no sean aguafiestas!!!!

Por un lado mi mujer gritaba como loca al ser penetrada por el ano y en la boca al mismo tiempo, mientras que yo también gemía de placer al sentir esa enorme verga que me dejó lleno el ano de leche, mientras que Ross, caliente por la penetrada y por el morbo de verme ensartado como trucha, tuvo más de cuatro orgasmos.

Con lo que no contaba es que el ingeniero Rodríguez, a pesar de estar entrado en años, tenía una enorme fortaleza y sin decir agua va, me jaló de los cabellos y me metió en la boca una verga tan negra como la noche, ya que él es cubano, pero afortunadamente la leche que me echó a borbollones en la boca es blanca.

Como no me había venido, lo hice en la vagina de Ross que me agradeció haberla hecho feliz a ella y a su esposo. Eres un cabrón, me dijo, desde hacía tiempo quería que me cogieras, ya le había pedido permiso a Rigo, que desde un principio no se opuso, porque además de cogerse a su mujer, te estaba cogiendo a ti.

Lo que no me espera fue, que me pidió que en ese momento se la metiera a ella en el culo, mientras que su marido me la metía a mi otra vez. ¡¡¡Par de de cabrones, no saben cuánto me ha excitado esa postura que quiero que la repitamos cuantas veces sea posible!!!

Después de coger todos contra todos todo el fin de semana, el lunes muy temprano regresamos a la ciudad, para cada uno reincorporarse a sus actividades laborales, felices de la experiencia que quedamos de repetir.

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