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Mi trabajador y yo (3 de 3)

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De día su patrón, de noche su "hembrita"……..

 

Cuando desperté, Luis ya no estaba en la cama. Desperté feliz, realizado. No quise cuestionarme nada. Aún estaba extasiado. Lo único que podía razonar es que mi vida había tomado un rumbo fijo, sin vuelta atrás. Me levanté, tomé una bata de levantarse y traté de buscar a Luis. Lo divisé hurgueteando en la cocina. Desde la puerta me dediqué a observarlo detalladamente. Sólo llevaba puestos sus calzoncillos. Admiré su espalda musculosa, su trasero respingado, sus muslos prietos, marcados por el trabajo y el deporte. Reconozco que si bien Luis no era un adonis, para mí era hermoso. Estaba locamente perdido por ese hombre.

Luis se percató de mi presencia.

-Patrón, estoy por preparar el desayuno.

Yo me acerqué y lo abracé por la espalda. Le di un tierno beso en el cuello. Luis se retiró y me comentó lo siguiente:

-Mire, considerando lo que pasamos anoche y después de pensarlo un poco, a ninguno de los dos le conviene que se haga público, por lo que creo que debemos comportarnos frente a los demás como si nada hubiera pasado. Yo nunca había estado antes con otro hombre y no me gustaría que se supiera en el pueblo que nuestra relación va más allá del trabajo. Ahora, cuando estemos solos debemos poner las cosas claras y en regla…Por lo pronto voy a proponerle lo siguiente, que si bien no es una obligación, pero si quiere continuar con esto será necesario dejar definidos los roles de cada uno…para después no tener problemas. Por ejemplo, ya no lo llamaré más patrón, y como estamos en el campo, cuando estemos juntos uno debe mantener el rol de "macho" y el otro de "hembra". ¿Qué le parece?

Aunque yo no esperaba que Luis fuera tan directo, estuve de acuerdo con todo lo que me decía. Mal que mal, para mí tampoco sería agradable que se supiese mi relación con Luis, por mucho que lo quisiera. Cambiar de un día para otro mi comportamiento ante mi familia, amigos y la gente del pueblo, me traería muchos problemas. Además, por lo que me dijo Luis, si yo decía algo, lo perdería para siempre, y eso no estaba en mis planes por el momento. Ya llegará el día que deba salir del closet….

-Por supuesto Luis, de ahora en adelante y siempre que estemos solos, yo seré la "hembrita", y me comportaré como tal en todo lo que corresponda…

Luis se acercó, me abrazó, me dio palmaditas en el trasero, me pidió que me quitara la bata, que siga desnudo preparando el desayuno y lo llevara a la cama, donde me estaría esperando. Con sólo escucharlo mi pene ya se estaba empinando.

Preparé un café y huevos revueltos. Era día domingo, y no teníamos trabajo pendiente.

Cuando llegué al dormitorio, Luis estaba acostado en la cama. Le acerqué la bandeja y nos dispusimos a desayunar. Al parecer en la noche anterior consumimos mucha energía. Teníamos hambre de comida y hambre de sexo…...

-Y ahora el postre….

Luis alejó la bandeja y me tomó en sus brazos. Me besó y acarició tiernamente. Yo me dejaba poseer. Me dio vuelta de espaldas, se escupió en la mano y comenzó a trabajar mi trasero. Primero me insertó un dedo, luego dos, tres y cuatro. Al principio dolía, estaba irritado, pero el deseo era más fuerte. Se colocó tras de mí y lentamente apoyó su miembro en mi entrada. Yo estaba como una "loca", deseoso de tenerlo todo adentro. Alcé mi trasero para que se diera cuenta que estaba listo para recibirlo.

-Así me gusta que se comporte mi "hembrita", siempre dispuesta….

Con un solo movimiento sentí su miembro en toda su expresión invadiendo mi trasero y comenzó un mete y saca que rozaba y estimulaba mi próstata. Si existe un punto "G" en el hombre, les aseguro que está ubicado en ese sector. Se recostó sobre mí abrazándome y acariciando mis pechos. Me besaba tiernamente en el cuello mientras seguía cabalgándome. No había palabras, sólo quejidos de placer infinito. Yo no necesité siquiera tocarme para entrar en un orgasmo profundo y largo, con el cual apretaba mis entrañas justo en el momento que Luis me inundaba con su semen. Permaneció sobre mí respirando agitado, besando mi espalda y mi cuello, mientras su miembro, aún dentro, disminuía lentamente de tamaño.

Luis se levantó, fue a bañarse al canal, regresó, se vistió, me beso y se retiró.

-Voy a ir al pueblo, a casa de mis abuelos y les diré que me pediste que esta semana me quedara a alojar aquí porque se vienen las últimas cosechas. No sospecharán nada. En el campo es común que en época de cosechas los trabajadores alojen cerca de ellas para evitar los robos. Compraré algunas cosas en el pueblo y regresaré en la tarde. Espérame "arregladita" y con la cena preparada.

Aunque Uds., puedan pensar que el comportamiento de Luis era un poco machista, el tono como se expresaba era de pura ternura. Yo estaba alucinado. Había aceptado las condiciones impuestas por Luis y las llevaría a cabo a como diera lugar.

Estuve reposando en cama, desnudo, regocijándome de mi nueva situación. Por fin resultaba algo que añoraba desde hace ya un tiempo. Ni siquiera me importaba que alguien me atrapara en ese momento. Si hubiese llegado alguno de mis hermanos, mis padres, mis amigos, feliz les contaría de mi dicha. Pero Luis impuso las reglas y yo las acataría.

Como buena "señora", me dediqué a realizar un buen aseo y a hermosear la casa para esperar a mi "hombre".

Luis llegó como a las 7 de la tarde. Me sorprendió en la cocina preparando la cena. Me abrazó por la espalda y me dio un beso en el cuello. Traía un bolso con sus cosas personales y un paquete de las compras…

-Toma, te traje un obsequio…

Al abrirlo me sorprendí de encontrar algunos "colales", y un delantal.

-Si vas a ser la "hembrita" de la casa, sería adecuado que andes siempre con esas prendas, para seducir a tu "hombre"….

Yo no dije nada. Al principio quedé un poco descolocado. Luego pensé que si era la idea de Luis, la respetaría. Estaba conciente que tenía el rol de hembra en nuestra relación y porqué no comportarme como él deseaba….

-Gracias, están muy bonitas, luego las estreno para ti…

-Antes que te las pongas, tengo otra sorpresa……

Extrajo de su bolso una afeitadora manual, espuma y crema.

-Ven, desnúdate …..

No me imaginaba lo sensual que puede ser que te rasuren todo el cuerpo, aunque soy por naturaleza bastante lampiño. Luis me aplicó la espuma en todo el cuerpo y procedió a rasurarme desde el cuello a los pies, pasando por los pelos de las axilas, pubis, nalgas y piernas. Sólo se libraron los brazos, para no llamar la atención, dijo. Durante todo ese proceso estuve empalmado. Luis sin embargo, trató de no tocar mi pene, salvo cuando fue necesario afeitarme esa zona.

-Anda a bañarte al canal y vuelves para que te aplique la crema.

Mientras me lavaba, repasé todo mi cuerpo. Es muy extraña la sensación de estar sin pelos, hasta creo que el pene se veía más grande, raro….

Luis me aplicó crema, que según él era para dejar la piel menos sensible y más suave.

-Ahora ya puedes vestirte. Te espero en el comedor para la cena…

Estaba cumpliendo mi rol. Tenía claro, al igual que Luis, que nunca sería una mujer. No era mi propósito, ni menos el suyo, pero era una forma de demostrar las posiciones que debía cumplir cada uno en nuestra relación.

El hilo de los interiores femeninos me entraba en la raya, dejando libre las nalgas, y por delante mantenía mi miembro aprisionado. Me puse el delantal y fui a servir la cena.

Luis estaba sentado. Me observó y sólo sonrió, una sonrisa que demostraba su aprobación.

Conversamos de asuntos del trabajo de la semana siguiente. Luego de terminar la cena, levanté y lavé los platos, para después preparar unos tragos de bajativo. Luis aún estaba en el comedor. Recibió el trago, lo dejó en la mesa y se acercó a mí. Me abrazó y comenzó a acariciarme bajo el delantal, dirigiéndose a mis nalgas. Pude sentir en mi vientre como crecía su miembro…….

-Estas "hermosa", y tus nalguitas están muy suavecitas…

Me besó. Un beso largo y profundo. Entrelazamos nuestras lenguas mientras acariciaba mi rasurado y suave trasero. Me quitó el delantal y quedé en prendas íntimas. Se dedicó a observarme detenidamente. Me hacía girar. Se puso tras de mi y pude sentir a través del jeans su miembro en erección, refregándose contra mis nalgas, mientras con sus manos apretaba mis pechos y me besaba el cuello. Nuevamente me dejé llevar. Era "toda suya"…..

Empecé a tomar la iniciativa, me puse frente a él. Le saqué la camisa y acaricié sus peludos pechos. Luego desabroché su cremallera y liberé a su pene de la opresión. Que hermoso…Retraje el prepucio y extraje con la lengua el líquido lechoso que comenzaba a salir. Luis con sus manos dirigió mi cabeza para iniciar la penetración. Fue tan profundo que creo que incluso tragué parte de él, aunque las arcadas no se dejaban esperar. Luis me volteó y comenzó a desplazar su miembro lubricado con mi saliva por la raya de mi trasero, sobre el hilo del calzón. Empujó mi torso sobre la mesa, me indicó abrir un poco las piernas y con los dedos tomó el hilo retirándolo a un lado, para iniciar la penetración. Lo recibí sin ningún contratiempo, entró suave. Cuando sentí sus pelos en mis nalgas, y su pene ya todo adentro, me tomó fuertemente del vientre y me levantó del suelo. En esa posición me llevó ensartado al dormitorio. Mi pene se esforzaba en salir, pero estaba aprisionado por el colales. Ya en la cama, me giró y dispuso mis piernas sobre sus hombros e inició el ejercicio de mete y saca. En un momento se recostó sobre mí y me besó, mientras continuaba la penetración. Yo explote en los calzones. Luis duró más que otras veces, hasta que derramó su semen en mis intestinos. Una vez que acabó, nos acostamos. No permitió que me sacara el colales. Dormimos en posición cucharita, con su pene entre mis nalgas. No pasó mucho rato, cuando comenzó a acariciar mi rasurado cuerpo y sentí su pene crecer en mi trasero. Sin pedir permiso, retiró el hilo del calzón y me penetró. Aunque no lo crean fueron cuatro veces en la noche. Yo me despertaba cada vez que sentía el miembro de Luis introduciéndose…

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