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Vanesa y Sergio, Amigos y de vez en cuando ...

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Vanesa es una mujer increíble, nos conocemos desde hace más de 20 años. Prácticamente desde el principio tuvimos nuestros acercamientos sexuales, aunque nunca llegamos a ser pareja. A lo largo de estos años, nos hemos acercado y alejado en multitud de ocasiones, esto ha hecho que construyamos una relación de complicidad impresionante pero sobre todo, una amistad que es difícil de tener entre un hombre y una mujer. Me da la sensación que sentimos cuando el otro lo está pasando mal y aprovechamos ese momento para reaparecer en su vida, hay ocasiones como la de este relato, en las que ambos reaparecemos en la vida del otro porque ambos tenemos nuestras dificultades personales. Es algo tan increíble que la he pedido que me ayude a contar uno de nuestros reencuentros, porque algo así, sería injusto guardarlo sólo para nosotros.

En el plano sexual, pocas mujeres han influido tanto en mi sexualidad, Vanesa es la provocación en estado puro y en todas sus variantes, intelectual, sutil, explicita, elegante y cuando es necesario …. . Ella siempre sabe cómo provocar en cada momento, como sacar el máximo partido a cualquier situación, llevándome al extremo de la locura de la excitación.

[Vanesa]

Es curiosa la relación que siempre he mantenido con Sergio y cómo ha ido cambiando a lo largo de los años. En un principio me pareció tan loco sexualmente hablando que casi le huía, aunque siempre he sentido una inexplicable atracción hacia él. Era como ese alimento que sabes que no te sienta bien pero que, a la vez, eres incapaz de dejar de tomarlo. En el último tiempo esto ha cambiado radicalmente; de repente me siento mucho más cerca de él, con mayor afinidad, realmente compartimos muchas áreas de nuestras vidas, incluida la sexual. Creo que a nivel sexual tenemos una complicidad difícil de igualar, nuestras fantasías siempre van de la mano, y tengo la sensación de que con sus miradas es capaz de leer mi pensamiento, mis deseos, mis fantasías, por locas y descabelladas que sean, pero a la vez podemos mantener larguísimas conversaciones sobre relaciones sociales, política, trabajo, y cualquier tema que se te pueda pasar por la imaginación. Sergio es capaz de captar a la perfección un gesto incitador en medio de una sesuda conversación y hacerme ver con su mirada de deseo que lo ha entendido, todo ello sin perder la compostura ni el hilo de la conversación.

[Sergio]

Habíamos quedado para cenar, ambos estábamos atravesando un momento difícil en lo personal y en lo profesional. Vanesa me había pedido que eligiera un restaurante japonés, elegante y de calidad, en realidad lo de elegante y de calidad no hacía falta decirlo y no lo dijo, entre los dos era lo que procedía, ambos tenemos muy buen gusto con los restaurantes de calidad. Vanesa apareció con un abrigo muy elegante y perfectamente maquillada, el color elegido para sus labios hacía presagiar que mis ojos no podrían evitar recorrer su cuerpo cuando se quitara el abrigo. Nos saludamos con 2 besos, rozando nuestros labios en el segundo, un gesto lleno de significado entre nosotros, algo así como "hoy si te esfuerzas, todo puede ser tuyo". Entramos al restaurante y pedimos mesa para 2, el camarero muy cortésmente nos dio a elegir y rápidamente ella le solicito una mesa al final del restaurante, que por el diseño de éste sólo tenía una mesa relativamente cerca.

Cuando se quitó el abrigo, la realidad superaba las expectativas, llevaba una falda negra, muy elegante, sabía que iba a ser inevitable quitarle los ojos del culo cuando me diera la oportunidad, pero sobre todo llevaba una blusa con un escote irresistible para mis ojos, no pude sostener mi miradas en los suyos y no pude por menos que perderme entre sus dos pechos mientras mi pene empezaba ya a dar señales de vida. Sabia perfectamente que ella se había dado cuenta de mi agrado por su forma de vestir, más de una vez la había pedido ayuda para comprarle ropa sexy pero elegante a alguna amiga, sabía que ella se había dado cuenta de mi mirada pero también sabía que lejos de disgustarle, le agradaba el recibimiento de mis ojos, se había vestido así para mí.  Sabe que ese escote es mi debilidad, pocas mujeres conozco capaces de vestir así, la mayoría se hubiera puesto una camiseta debajo, ella no, o al menos, esta noche no. En estos breves segundos ya nos habíamos hecho el primer obsequio mutuo, Vanesa con su forma de vestir y yo agradeciéndoselo con una mirada llena de deseo.

[Vanesa]

Esa noche no pude evitar sacar todas mis armas; me apetecía realmente quedar con Sergio y la oportuna soledad con la que me habían obsequiado en casa era perfecta para ello. Una falda de tubo negra, marcando perfectamente mi culo respingón, y una blusa negra, con un escote de esos que atraen miradas de deseo o de odio dependiendo de las inclinaciones sexuales de cada cual, para compensar manga larga. Un maquillaje clásico con un ojo muy marcado negro, para resaltar el verde de mi color natural y unos labios rojos hacían el resto. El pintalabios era importante quería dejarle a Sergio un sello muy especial que recordara en infinidad de ocasiones.

Sergio aquella noche estaba espectacular, recuerdo que según le vi con el cuello alto blanco y las rayas marineras pensé que parecía recién salido del catálogo de una agencia de viajes promocionando un romántico viaje a París. Estaba guapísimo.

Le vi mirarme cuando me bajé del coche, sabía que le gustaba mi aspecto elegante con gabardina y tacones altísimos, y con la misma seguridad se preguntaba qué habría debajo. Al llegar al restaurante yo elegí la mesa, andando delante de él. Siempre he sabido que a Sergio le encanta mi forma de andar y a mi me gusta muchísimo pasearme ante él sabiendo que el bambolear de mis caderas hace despertar su deseo.

[Sergio]

El camarero nos dio la carta, nosotros la dejamos a un lado y comenzamos a hablar, el primer tema de conversación fue nuestra situación laboral. Vanesa y yo coincidíamos en nuestra formación, eso nos permitía hablar con soltura de este tema, aunque en realidad, ella no ejercía y últimamente se había embarcado en la aventura de montar una nueva empresa y esto le estaba absorbiendo en cuerpo y alma. Yo trabajo como personal directivo en una multinacional. La conversación era de un nivel inusualmente alto. A pesar del tema de conversación, la situación no había perdido la tensión sexual, mis miradas seguían recorriendo sus ojos, sus labios y esos pechos. Así estábamos cuando volvió el camarero, Vanesa le indicó que todavía no habíamos mirado la carta y ahí comenzamos a mirarla, a pesar de que teníamos 2 cartas, utilizamos sólo una, aprovechando cada momento para rozar nuestras manos y nuestros dedos sutilmente, , reduciendo las distancias, perdiendo nuestras miradas el uno en los ojos del otro. Debajo de la mesa, nuestros pies descalzos se acariciaban, en ocasiones resultando difícil mantener una conversación coherente, aunque fuera sobre que pedir para cenar. Finalmente, pedimos un menú degustación y una botella de vino blanco que eligió Vanesa, con un gusto casi a la altura del que tiene para vestir.

Nuestros pies, bajo la mesa, seguían acariciándose pero la conversación giro hacia temas personales, pronto llegamos a los problemas que ambos teníamos con nuestras parejas. Su chico no terminaba de animarse a explorar nuevos horizontes y en mi caso había tenido una relación extramatrimonial sentimentalmente intensa  y que era conocida por mi pareja. Esta conversación no duro mucho, pronto acabamos recordando viejos tiempos, cuando nos conocimos, nuestros primeros escarceos, había pasado mucho tiempo, más de 20 años, pero todos estos recuerdos seguían vivos en nuestras memorias como si sólo hubieran pasado 20 días. Vanesa me reconoció que en su día le asustaba mi voracidad sexual y que termino apartándose, e incluso alguna vez había pensado que hubiera ocurrido si no se hubiera apartado, apareció en escena lo que sin duda fue el momento sexualmente más impresionante  que hasta este día habíamos vivido juntos:

Vanesa: Aun recuerdo esa noche con Loli, fue todo tan natural.

Sergio: Fue increíble, tengo grabado a fuego vuestras caras, vuestras miradas, uffff

Vanesa: eso fue porque no viste la tuya, nunca te he visto tan excitado, supongo que  hacer un trio con tu pareja del momento y conmigo tuvo que ser increíble. Sabes que fue  mi primer trio, verdad?

Sergio: Si, y me acuerdo que tenías la regla y sólo pude follar con Loli, esa mamada que me hicisteis entre las 2,  y donde termine, uffffff me estoy poniendo malo de solo recordarlo

Vanesa: si, jaja, nos pusiste perdidas, te corriste en nuestras caras, me pusiste la ropa perdida y yo estuve caliente 4 días seguidos, se me paso la regla, no paraba de follar con mi chico de entonces y seguía más que caliente. Por cierto, ¿sigues con esa norma de no repetir con las chicas de las que te enamoras?

Sergio: Loli fue la única excepción y mira el tiempo que ha pasado y todavía me arrepiento de esa segunda oportunidad.

Toda la conversación transcurrió entre miradas cómplices y con el roce de nuestros pies descalzos. En este momento nos dimos cuenta de que teníamos una pareja en la mesa de al lado.

Sergio: no me había dado cuenta

Vanesa: jajaja, creo que ellos se van a ir también calentitos. No te iras a cortar ahora. Con tu permiso, voy al baño.

Vanesa se levantó y se dirigió al baño, ya no me acordaba de que no había podido ver cómo le quedaba la falda por detrás, creo que me quede embobado y con los ojos clavados en su culito.

Fui hacia el baño despacio, marcando cada uno de mis pasos, siendo consciente de la mirada de Sergio estaba clavada en mí. Una vez a salvo de las miradas se me ocurrió la primera travesura de la noche. Bajo mi falda había unas medias con liguero y un diminuto tanga de encaje negro. Me lo quité, al tiempo que comprobé que tanta excitación se había traducido en una más que agradable humedad. Me metí un dedo, lo dejé impregnado en mis fluidos, en la mano contraria mi tanga y salí del baño. Mi mirada me delataba, y la sonrisa de Sergio me declaraba sus sospechas. Llegué hasta él, instintivamente me atrajo hacia él agarrándome de la cintura; -te traigo dos regalos- le dije, -¿quieres verlos?- Los ojos de Sergio echaban chispas. Acerqué mi dedo a su boca y con un sensual susurro le dije –chupa- Como hipnotizado abrió la boca, agarró mi mano y succionó mi dedo, reconoció mi sabor, me acerqué a su boca y buscando mi lengua con la suya compartí su tesoro, aproveché el momento de intimidad para extender mi tanga sobre su pierna, a resguardo de las miradas indiscretas, -cuidado no tires tu otro regalo- Miró a su pierna y abrió los ojos de forma desmesurada, se mordió el labio inferior, me sonrió, y continuamos hablando de política.

[Sergio]

Vanesa había vuelto a sorprenderme, mi grado de excitación empezaba a ser considerable y  bastante apreciable. La velada se estaba transformando en una agradable sucesión de atrevimientos y ella había puesto el listón, como siempre, muy alto. La conversación continuaba ajena a todo lo que estaba ocurriendo, llena de insinuaciones, de dobles sentidos. En ese momento decidí subir un grado más la temperatura, me quite el zapato y el calcetín de uno de mis pies y con éste empecé a acariciar el lado interior de una de sus piernas, subiendo suavemente hacia arriba, Vanesa suspiro ligeramente mientras fijaba sus ojos en los míos y encajando perfectamente con la conversación que manteníamos:

Vanesa: seguir ese camino es muy arriesgado, estratégicamente hablando

Sergio: las estrategias más arriesgadas suelen dar mejores frutos, siempre es el camino que lleva al mejor destino.

Al acabar esta frase mi pie estaba ya sobre su sexo, note esa suavidad de estar perfectamente depilada, mi dedo gordo comenzó a acariciar sus labios, estaba muy húmeda. Masturbar a una mujer con el pie es complicado pero hacerlo en un lugar público hace que merezca la pena y desde luego estaba teniendo su efecto. A Vanesa ya le resultaba difícil mantener una conversación coherente, tenía que hacer grandes esfuerzos para no emitir algún sonido que hubiera delatado lo que ocurría bajo la mesa.

Vanesa tenía una facilidad increíble para excitarse,  para alcanzar el orgasmo y para recuperarse y estar lista para el siguiente. En esta ocasión, no fue menos y en apenas 2 minutos, había tenido su primer orgasmo de la noche, mientras mi dedo seguía acariciando su sexo para volverla a poner a mil. Yo también estaba muy excitado, su orgasmo había tenido también secuelas en mí y esa mirada de mujer, a la par satisfecha y a la par deseosa de mucho más, me tenía sobrexcitado, tenía que parar un poco o darle la razón a las defensoras del sexo tántrico.

Dejándola a las puertas del segundo orgasmo, decidí retirar mi pie, ella no pudo evitar un "¡que cabrón eres!" lo dijo suavemente, sin ofensa alguna, era más un llamamiento de atención a que continuara. Simplemente la mire a los ojos y mientras me ponía el calcetín y el zapato, la dije, "tranquila putita, la noche es larga, no te me enfríes, voy al baño", dicho esto me levanté y me fui al baño. Mi polla estaba a 100, cuando llegue al baño, simplemente la deje salir de su encierro y recogí con la yema del dedo las primeras gotas de líquido preseminal. A la vuelta, me acerque a ella y la bese suavemente en los labios, en parte porque deseaba besarla y en parte para esconder mi dedo que deje entre nuestros labios. Al retirarme le susurre al oído "¿reconoces el sabor? imagínate como está".

Ya habíamos acabado de cenar y el camarero vino a retirar los platos y a traernos la carta de postres cuando Vanesa empezó a utilizar su pie para  acariciar mi entrepierna, estuve tentado de sacar mi polla de su encierro y darle a Vanesa la oportunidad de que me masturbara, como yo había hecho con ella, pero necesitaba algo más.

Sergio: Yo me tomaría el postre y el café en el cetro comercial

Vanesa (mientras se humedecía ligeramente los labios): yo la verdad es que me gustaría terminar ese otro postre

Pedimos la cuenta, Vanesa decidió pagar ella y yo cortésmente acepte su invitación. Salimos del restaurante y tras atravesar la puerta nos abrazamos aprovechando cada oportunidad para meternos mano, hubo un momento que ella desabrocho mi cinturón para meter su mano por detrás, en mi culo, bajo mi cazadora. Yo por mi parte había metido mi mano por su escote y le estaba tocando los pezones suavemente. Así llegamos al centro comercial y no pude por menos que decirle:

Sergio: Vanesa, necesito estar dentro de ti, ya, no puedo más.

Vanesa: Aún estoy pensando en mi venganza, me dejaste con las ganas en el restaurante. Sígueme.

Cogí a Sergio de la mano y le llevé al baño de minusválidos, más espacioso que el resto y sin duda mucho más adecuado a mis propósitos. Le senté en la taza del wáter, Sergio no paraba de acariciarme, de intentar besarme, parecía como si de repente le hubieran salido tres pares de brazos y el doble de bocas. Me escabullí como pude, recriminándole, es mi castigo y ahora te vas a quedar ahí quietecito. Puso esos morritos de niño enfadado que tanto me gustan, pero me mantuve firme. Busqué en mi móvil una sensual melodía de Loreena Mckenit con cierto aire árabe, lo puse y fuera del alcance de los brazos de Sergio, comencé a moverme al ritmo de  la música. Suave, lento, mis caderas y mi cintura serpenteaban al ritmo de la música como si de una serpiente se tratase; mientras desabrochaba uno a uno los botones de mi blusa. Desabrochada del todo, me la quité y la dejé en el suelo. Le llegaba el turno a mi falda, tan ceñida que por un instante dudé sobre cómo quitármela con la misma sensualidad. Primero me di la vuelta e inclinándome hacia delante sabía que le daba a Sergio una excelente panorámica de mi trasero, abriendo un poco las piernas y contoneándome al ritmo de la sensual música, bajé la cremallera, desabroché el botón, me di la vuelta, de frente, mirándole a los ojos, como una bailarina árabe alcé mis brazos y lentamente, fui acariciándome los pechos, el vientre, la cintura, hasta dejar mis manos como pegadas a la falda que poco a poco y con la ayuda del movimiento de mis caderas fue bajando, descubriendo mi liguero.

Ahora seguir el ritmo de la música era mucho más fácil, me alejé un poco más de Sergio y me situé delante del espejo, deleitándome con mi propio reflejo, busqué en mi bolso mi pintalabios rojo, retoqué mi carmín y volví con Sergio.

Le faltaba babear, nunca le había visto esa expresión en la cara, estaba en mis manos. Le levanté, le bajé el pantalón, y también el calzoncillo y su polla estaba tal cual yo me la esperaba, durísima y babeando, entonces me agaché y con un beso dejé la huella de mis labios rojos alrededor de su capullo, volví a encerrarla, le subí los pantalones, se los coloqué y le dije al oído: ahora vas a ser tú el que espere un poquito más.

Recogí mi ropa, la metí al bolso, me puse la gabardina y me fui.

Vanesa me había dejado tirado en el baño y con una erección tan notable, como dolorosa. No me quedo más remedio que salir del baño detrás de ella, la agarre del brazo y con un simple "ven conmigo" salimos del centro comercial. Vanesa me miraba extrañada pero sobre todo en su cara se veía la seguridad de quien había conseguido llevarme al borde de la locura, ella no sabía ni como, ni dónde pero tenía claro que la noche no había hecho nada más que empezar.

Vanesa: ¿dónde me llevas?

Sergio: A continuar con lo que hemos empezado en el baño, necesito estar dentro de ti

Vanesa: y yo sentirte dentro pero no vale un polvo rápido, hoy no.

Sergio: no sé si el próximo será rápido pero no creo que vaya a ser el único, hoy mi putita se ha ganado un tratamiento especial.

Vanesa. ah sí?

En esto entramos en un hotel a través de la típica puerta giratoria

Vanesa: ¿Dónde me llevas?

Sergio: a pasar una noche intensa, tu chico está fuera y yo estoy de viaje de trabajo

Vanesa: Podíamos haber ido a mi casa, estoy sola

Sergio: demasiado lejos

Entramos, nos dirigimos a recepción y solicitamos una habitación. Mientras éramos atendidos, Vanesa y yo no parábamos de meternos mano bajo el mostrador, menos mal que el recepcionista fue rápido, si no creo que me la hubiera follado allí mismo. El recepcionista nos dio la llave y nos dirigimos a los ascensores, subimos solos por lo que durante el breve trayecto no paramos de besarnos, mi mano se deslizo por el interior de su abrigo y mientras no comíamos la boca, empecé a hacerla un dedito acariciando su clítoris, paramos cuando nos acercábamos a nuestra planta, aun no sé cómo tuvimos ese momento de lucidez.

Nos dirigimos a la habitación, entramos y seguimos comiéndonos la boca mientras nos desnudábamos, en el caso de Vanesa fue fácil, sólo tuve que quitarla la gabardina y bajo ella sólo le quedaban las medias y el liguero, ella me quito la americana, el jersey de cuello de alto mientras yo me quitaba los zapatos y me desabrochaba los pantalones y me los bajaba a toda velocidad. Vanesa se puso de rodilla me quito los calzoncillos, los calcetines y empezó a comerme la polla que ya estaba más que dura.  Cogí la almohada de la cama y la puse a lo largo de la cama, cerca del borde, levante a Vanesa y mientras la decía " ya tendrás tiempo de comerme la polla a gusta, ahora quiero otra cosa", la puse a cuatro sobre la cama, dejando la almohada bajo su vientre, así tenía su coñito y su culito totalmente expuestos. No me lo pensé 2 veces y se la metí en el coño de una sola embestida, empezando un frenético mete y saca, con mucho recorrido, sacando casi del todo mi polla para volvérsela a meter acto seguido.

Sergio: ufff, como tienes el coñito, esta encharcado

Vanesa: agg, dios!!! Que ganas tenía!!! Que dura!!

Así, Vanesa alcanzó pronto su primer orgasmo y eso me permitió bajar el ritmo para facilitar su recuperación y al mismo tiempo evitar correrme yo antes de tiempo, creo que en algún momento llegue incluso a pararme quedándome dentro de ella, pero pronto empecé otra vez a moverme, firme pero despacio, aumentando el ritmo poco a poco hasta que volvimos a alcanzar el mismo ritmo frenético que antes, Vanesa empezaba a gritar otra vez, se acercaba su segundo orgasmo y en ese momento me lleve un dedo a mi boca chupándolo y sobre todo llenando lo saliva para después y aprovechando el ritmo le metí el dedo de golpe por el culo provocando un grito por su parte, así empezamos una doble penetración mientras mi polla entraba y salía de su coño, mi dedo hacía lo propio en su culo e incluso hacia girar mi dedo en el interior de su ano mientras no paraba de metérsela y sacársela.  Vanesa alcanzó rápidamente su segundo orgasmo, algo más intenso que el anterior. Volví a ralentizar el ritmo de nuestra pequeña doble penetración y cuando ya empezaba a moverme le di la vuelta, ahora podía ver la cara de Vanesa, totalmente desencajada por el placer, yo seguía de pie, se la volví a meter por el coño pero la posición me parecía demasiado tradicional para este momento, se parecía al misionero, se la saque, Vanesa me  miraba sorprendida, puse sus piernas sobre mis hombros y puse mi polla en la entrada de su ano, Vanesa se me quedo mirado y

Vanesa: no seas bruto, espera un momento o nos vamos a hacer daño los 2

Vanesa se giró y tras sacar toda la ropa de su bolso, saco también un bote de lubricante, lo abrió y me lo paso. Me eche en un dedo que introduje en su culito y también me eche en mi polla. Así, empecé a metérsela suave pero firmemente por su culito, una vez que había metido un tercio, empuje fuerte y entro de golpe con el consiguiente grito de Vane

Vanesa: aggg!!! animal

Sergio: Ya está, tranquila, ahora esperamos un poquito a que te acostumbre y empezamos a sacarla un poquito y otra vez dentro, vaya culito tienes

Vanesa, dios!!!, está lleno, tu polla es ideal para mi culito

Aprovechando que se la saque un poquito, le metí 2 dedos en el coño, comenzando así con otra doble penetración

Vanesa: me vas a matar

Sergio, ufff, tócate tu también, me encanta esa carita de zorrita!!!

Vanesa: te la has ganado, estas sacando la putita que llevo dentro

Era increíble mi polla entrando y saliendo de su culo, 2 de míos dedos en su coño, Vanesa acariciándose el clítoris y todo esto viendo la carita de zorrita que tenía. Así fuimos aumentando el ritmo, el lubricante hacia su efecto, Vanesa se acercaba al tercer orgasmo y estaba seguro que sería intenso, yo tampoco estaba muy lejos y tanta excitación sabía que iba a tener como resultado una corrida monumental.

Sergio: Vamos putita, vamos Vane, córrete, córrete

Vanesa: y tu? dónde te vas a correr cabrón? ahhhh, ahnnnn

Sergio: en esa carita, me voy a correr en tu carita, me dejas?

Vanesa: Ya sabes que sí, todo lo que quieras, ahhh, ahh, ahhh

Vanesa estaba alcanzó un orgasmo intenso, yo no podía más, era mucho para mí, me salí de ella, me subí en la cama y mientras ella continuaba acariciándose para terminar su orgasmo, descargue toda mi leche en su cara, no recordaba muchos polvos en los que hubiera salido tanto, la muy zorrita de Vanesa cogió una gotas con el mismo dedo que se había estado masturbando y se lo llevo a la boca, esta mujer es increíble, es una señora putita en mayúsculas.

Pasado el primer asalto del combate y las prisas iniciales, consecuencia de la excitación acumulada. Era momento para descansar y prepararse para una noche interminable de placeres prohibidos.

Lo que más me gusta de Sergio es que sabe perfectamente cuándo está con la dama y cuando está con la zorra y cómo paso de una a otra en tan sólo unos instantes. Ahora estaba con la dama, me tenía abrazada, con el sonido de nuestras aún jadeantes respiraciones como música de fondo, sin acariciarme, sólo rodeándome con sus brazos y con sus piernas. Una música suave de fondo que no sé de dónde había salido, y una luz tenue. – Sergio…. Quiero agua- Le dije con voz mimosa y de inmediato noté cómo se levantaba, escuché sus pasos, sin moverme, sin abrir los ojos,  el sonido del agua al resbalar por el lavabo, el vaso, y los pasos de vuelta. Me incorporé, bebí y volví a enroscarme sobre mí misma. – ¿Estás bien?- Me preguntó  mientras dejaba el vaso en la mesita. –Si, si- le contesté – tan sólo necesito unos minutos-.

Tiempo que Sergio respetó en escrupuloso silencio, hasta que me incorporé. Le miré a los ojos, me sonrió, su sonrisa me decía que sabía que mi mirada había cambiado. Puse una rodilla a cada lado de sus caderas, mis manos sobre mis tetas, pellizcando mis pezones con los dedos pulgar e índice, mirándole, acariciando mi labio inferior con la punta de mi lengua. Podía notar como su polla crecía bajo mi peso, con lo que decidí liberarla y trepar con mi coñito hasta la cara de Sergio, -chupa- le dije y obediente sacó su lengua para recorrer cada milímetro de mis labios, encontrando mi clítoris que comenzó a rodear, a chupar, a succionar, haciendo salir mis flujos al ritmo de mis jadeos. Cuando Sergio tuvo la cara inundada y mis jadeos se convirtieron en gritos, comencé a cabalgar sobre su cara sin dejar de decirle – no pares… más fuerte… quiero ser tu zorra esta noche- con las manos apoyadas a la pared y presionando mi coñito contra su cara, corriéndome una y otra vez sobre su lengua.

Me incorporé sobre él, fui hasta mi bolso y comencé a buscar hasta encontrar un pequeño consolador de color rojo, se lo tendí a Sergio

– fóllame con él mientras me como tu deliciosa polla- y me puse a cuatro patas mostrándole tanto mi culo como mi coñito para que eligiera.

Sergio no se hizo esperar y comenzó a pasar el consolador a lo largo de mi coñito para mojarlo bien. Yo estaba empapada y tan excitada como pocas veces en mi vida, así que no tuvo problema cuando quiso meterlo por mi culito,

-mmmmm… cómo me gusta, mi culo es tuyo - y acto seguido metí la polla de Sergio enterita en mi boca, podía acariciar su pubis con mis labios y sentir como toda su polla era acariciada por mi boca y mi garganta que la succionaba con suavidad.

Mi mano acariciaba sus huevos con suavidad, al tiempo que su polla salí de mi boca, muy suavemente al principio, mi lengua la recorría de principio a fin, hasta llegar a la punta, dónde recogía su líquido con mi lengua y de un golpe seco volvía a tragármela entera. Mientras Sergio follaba sin compasión mi culo con el consolador, que entraba cada vez más deprisa en mi culo, yo estaba tan excitada que de vez en cuando tenía que parar para poder gritar a placer,

-más deprisa Sergio…ssssiiii, rómpeme el culo… te gusta que sea tu zorrita, verdad? Siiiii, no paressss, me corrooooooo.

mi culo comenzó a contraerse y todo mi cuerpo temblaba al ritmo de cada uno de mis orgasmos, no podía parar de correrme, encadenaba un orgasmo tras otro, sin saber con seguridad dónde terminaba uno y cuándo comenzaba el siguiente. Hasta que mi cuerpo dijo basta, entonces me eché hacia delante sacando el consolador de mí, poniéndome fuera del alcance de Sergio y dedicándome sólo a su polla que me reclamaba atención. Le cogí de las rodillas y le llevé hasta el final de la cama, hinqué mis rodillas en el suelo y puse su polla a mi alcance, él se incorporó para verme, sin duda su vista desde arriba con mis ojos buscándole, debía ser de lo más atrayente. De rodillas ante él, cogí mis tetas con las manos, pellizcando mis pezones, le pregunté:

– ¿te gustan mis tetas?

mientras avanzaba peligrosamente hacia su polla, buscándola, atrapándola entre mis senos, encerrándola, apretando bien para que no se escapara y moviendo mis pechos hacia arriba y hacia abajo sin dejar escapar su polla, mirándole a los ojos y de vez en cuando sacando mi lengua hasta alcanzar la punta de su polla,

- Vanesa, si sigues así voy a volver a correrme y quiero follarte

-mmmm de verdad Sergio, que no me aguantas un poquito más?

Sergio me miraba con cara de cordero degollado, casi pidiendo clemencia.

–Tengo una idea, dame ese consolador y relájate unos minutos ahora vuelvo.

Sergio me tendió el consolador y yo me fui a lavarlo meticulosamente, una vez hecho esto volví con Sergio que me decía que no con la cabeza, yo le contestaba con un gesto afirmativo y una sonrisa muy pícara.

–No irás a…- mi boca tapó la suya con un beso, mi lengua buscaba la suya, en un baile infinito de impaciencia.

– Relájate y déjame a mí – Sergio estaba tenso, podía notarlo en cada uno de sus músculos.

 –Bueno… pero me debes algo, vale?-,

-prometido

Más tranquilo y mucho más obediente, se dejó llevar por mí  para tumbarle boca arriba con los pies en el borde de la cama, así desde el suelo podía comerle a mi antojo. Comencé por sus ingles, poniéndole muy duro de nuevo, lamiendo sus huevos, y esa zona que le pone a mil justo entre sus huevos y su culito. Comencé a masturbarle con mi mano y a poner la lengua en su ano, llenándolo de saliva, preparándolo para el festín que se le venía encima, con un poco de lubricante adicional en mi dedo comencé a metérselo a la vez que metía su polla en mi boca, me la tragaba entera y metía mi dedo poco a poco, apenas podías sentirlo y puse otro para hacerle compañía. Al principio costaba un poco, pero ayudaba que mi boca succionara su polla suavemente, como cuando estás sorbiendo un helado. Entraron los dos dedos, los dejé quietos unos instantes y comencé a sacarlos y meterlos muy muy despacio; mientras mi lengua recorría tu capullo. Intenté separar los dos dedos que tenía en tu interior, para ir adaptando tu ano, en seguida noté tus gemidos, te gustaba, acababa de encontrar tu punto G pero no quería explotarlo antes de tiempo. Estabas listo y esto no quería perdérmelo por nada del mundo. Cogí el consolador, era del tamaño justo, le puse una generosa cantidad de lubricante y comencé a metértelo,

- ¿te gusta?- le preguntaba, Sergio no contestaba sólo resoplaba y jadeaba, incrédulo de que pudiera gustarle tanto.

Entraba muy despacio, haciendo que su culo se acostumbrase poco a poco, pronto estuvo todo entero dentro, entonces mientras lo sujetaba en su interior comencé a comerle la polla de forma intensa, profunda, rápida, y a mover el consolador a la vez. Cada vez más rápido movía el consolador en su culo y entraba su polla en mi boca,

- Vanesa, quiero follarte, no aguanto mucho más 

-quédate quietecito un segundo, por favor no te muevas- fui al baño corriendo, cogí el esparadrapo y con un movimiento rápido corté una tira lo suficientemente larga como para pegar el consolador al culo de Sergio para que no se moviese;

- estás loca! Qué haces!- me gritó,

- tranquilo, ¿no querías follarme? Pues así podrás hacerlo mucho mejor- me puse a cuatro patas y le pedí que me follara, -venga Sergio dame tu polla, no puedo más.

- ven aquí zorrita te vas a enterar- y de un golpe me clavó su polla en el coño y comenzó a bombearme con una fuerza que jamás le había visto antes. me tiraba del pelo inclinándome hacia atrás, -¿te gusta ser mi zorra, verdad? Pues ahora lo eres.

-ahhh Sergio, fóllame dame fuerte, azótame el culo- Sergio comenzó a darme azotes que no hacían nada más que aumentar mi excitación, su polla me llenaba entera, con cada envestida mi coñito temblaba entero haciéndome llegar a un orgasmo infinito, contrayéndose, apretando su polla al ritmo que entraba en mi interior.

Un orgasmo tras otro, entre embestidas, azotes, jadeos, una vez y otra de forma brutal,  Sergio desesperado no podía aguantar más, de un tirón se quitó el esparadrapo y el consolador, salió de mi coño y comenzó a follarme la boca, -trágatela toda, quiero verlo putita- yo tragaba con mi cuerpo aún revolviéndose entre espasmos fruto de tanto orgasmo, tu polla entraba y salía de mi boca y en unas cuantas embestidas se derramó en mi boca, yo comencé a hacer pompitas con su leche, le atraje hacia mí y le besé. – Gracias mi niño, ha sido bestial, estoy rota-

Finalmente nos quedamos dormidos, abrazos el uno al otro. Cuando me desperté,  Vanesa seguía a mi lado, todavía en brazos de Morfeo. Me quede mirándola a la cara, tenía una expresión de felicidad difícil de describir, expresión que acompañaba con una respiración tranquila, pausada. Permanecí así uno o dos minutos, no pude resistirme, deseaba besar dulcemente sus labios y así lo hice. Ella continuaba dormida o eso creo, seguí besándola y acariciando con mis labios su cuello. Vanesa empezó a gemir delicada y dulcemente, seguí bajando hasta sus pechos, besándolos, acariciando sus pezones con mis labios, al mismo tiempo desplazaba mi mano hacía su coñito y empezaba a acariciar su clítoris con la yema de mis dedos. Vanesa seguía con los ojos cerrados pero su respiración era cada vez más agitada  y empezaba a entrecortar algunos gemidos, volví a sus labios y empezamos a besarnos tiernamente, muy despacio, como si quisiéramos detener el tiempo, mientras mis dedos continuaban haciendo su trabajo, su respiración se aceleró y los gemidos empezaron a intensificarse hasta alcanzar un orgasmo. Sabía que tenía que dejarla unos segundos respirar, mis dedos pararon su actividad, mientras nuestros labios y nuestras leguas continuaban con una suave caricia.

Unos segundos después, mis dedos continuaron su actividad, sólo unos segundos y sabía que ya estaba otra vez lista, me puse encima de ella y suavemente se la fui introduciendo hasta el final, empezando un movimiento lento pero seguro mientras nuestras bocas alentaban entre caricias mutuas y atenciones a nuestros cuellos, Vanesa me abrazaba y hasta me arañaba sutilmente, así continuamos con penetraciones lentas pero profundas, con mucho recorrido hasta que ella alcanzó su segundo orgasmo de la mañana. Vanesa me pidió que la dejara arriba, le tocaba a ella.

Me tumbe sobre la cama, Vanesa se puso encima y cogiéndola con la mano se la introdujo despacio pero firmemente, disfrutando de cada centímetro. A partir de aquí un movimiento seguro pero lento de adentro a fuera, con mucho recorrido e intercalando pequeños movimiento circulares, sabe que me encanta, nuestros labios, nuestras lenguas y nuestras manos acariciaban cada centímetro de la piel del otro que estaba a su alcance y el ritmo de la penetración se fue haciendo cada vez más rápido, cada vez me costaba más trabajo no llegar al orgasmo hasta que:

Vanesa: vente mi niño, vente conmigo

Nuestros orgasmos se superpusieron en el tiempo, quedando nuestros cuerpos abrazados e impregnados en el sudor de tan impresionante caricia.

Vanesa: buenos días

Sergio: buenos días

Nos separamos, vimos  la hora y los dos fuimos rápidos hacia la ducha. Nos vestimos, desayunamos juntos, con otra breve pero intensa conversación hasta que llegada la hora,  la acerque a su oficina donde estaba su coche, era hora de volver a trabajar. A media mañana, recibí un mensaje tuyo:

Vanesa: gracias mi niño, me has hecho sentir una mujer muy especial

Sergio: eres una mujer muy especial, gracias a ti por estar siempre ahí

Vanesa: Muacks

Sergio Muacks

(9,50)