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Disfrutando al máximo del sexo (1 de 3)

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Primero me describiré. Soy un hombre joven de unos treinta años. Físicamente soy alto, atractivo (o eso dicen) y muy deportista. Cuido bastante mi aspecto físico simplemente porque me gusta estar bien, pero tampoco soy ningún obseso de la apariencia. Con respecto a la vida, no me puedo quejar. Económicamente vivo bien. Tengo un buen trabajo, buen sueldo y tiempo libre, y en el aspecto personal, siempre he tenido bastante éxito con las mujeres y en estos momentos, mantengo una relación consolidada con una chica guapísima de la que estoy muy enamorado y que es la única que conoce mi “vida oculta” sexual que es lo que les vengo a relatar.

Empezaré por contarles que, técnicamente, me podría describir como bisexual. A mi siempre me han gustado las mujeres más que los hombres y nadie, salvo mi pareja, conoce de mis gustos “privados”. Descubrí mi gusto por el sexo con hombres el año que, siendo universitario, estuve estudiando en el extranjero. Allí mantuve relaciones con un chico llamado Frank, otro estudiante extranjero que conocí en la residencia donde estuve. Todo empezó, como he leído que ha pasado en bastantes relatos, con una noche de borrachera. Era una de mis  últimas noches fiesta antes de volverme y yo llevaba un pedo considerable. Esa noche no había ligado, y cuando entramos a mi habitación, la cual compartía con un chico que no estaba los fines de semana, Frank me ayudó a desnudarme, dejándome solo con los boxers puestos. Sin embargo, y no se por que motivo, mi polla reaccionó empalmándose a tope.

Frank se dio cuenta de esto y antes de que yo reaccionara, me encontraba desnudo en la cama y él me estaba dando una mamada brutal. La cabeza me daba vueltas pero el placer era intenso, y más cuando Frank metió uno de sus dedos en mi culo y empezó a moverlo, lo cual me dio un sensación de placer tremenda que hizo que me corriera casi al instante en su boca. Pensé que todo había acabado ahí, pero yo aún seguía tumbado encima de la cama y  fue cuando me fijé que Frank seguía en mi cuarto, se había desnudado y tenía la polla a tope. Vi como sacó un condón de sus pantalones y como se lo puso. Enseguida se puso encima de mi, cogío mis piernas y se las colocó encima de sus hombros, dejándome  totalmente a su merced mientras apuntaba su polla a mi culo para poder follarme. Sabía lo que iba a pasar, pero no podía resistirme (o no se si quería resistirme) y Frank empezó, poco a poco, a meterme la polla por el culo virgen hasta el momento, primero despacio y después aumentando el ritmo de la penetración.

Al principio dolió bastante, pero conforme me enculaba, notaba más placer. Entraba y salía de mí cada vez más rápido hasta  que me la saco de dentro, se quitó el condón y se corrió encima de mi pecho. Me di cuenta que recogió sus cosas y se fue, pero no pude decirle nada y me quede dormido al instante. A la mañana siguiente, al despertar, estaba muy mareado por la resaca y muy confuso por lo que pasó, no porque no sabía lo que había pasado y que Frank me había follado, sino porque jamás pensé que eso me gustaría tanto. Durante la semana siguiente del polvo, prácticamente no le vi ya que creo que ambos nos evitábamos, pero antes de volverme a casa quería hablar con él para pedirle algún tipo de explicación (no se el qué, la verdad). Fui a su habitación y, aprovechando que estaba solo, le pedí que habláramos del tema. Él me pidió perdón por lo que pasó y me  confesó que era bisexual. Yo, en lugar de enfadarme, le reconocí que jamás me planteé mantener relaciones con otro hombre, pero que me gustó lo que pasó entre nosotros y que para mí fue una experiencia más en la vida. En ese momento y sin pensarlo dos veces, Frank me pidio que lo follara, diciéndome que era lo justo por lo que pasó. Yo al principio me quedé muy sorprendido, pero entonces accedí a follarlo con una condición, que yo también quería que él me volviera a follar. Así pues, empezamos a enrollarnos y estuvimos toda la tarde follando en su habitación,  pero esta vez siendo ambos activos y pasivos. Esa fue la primera vez que, por ejemplo, chupé una polla y que me enculé a un tío, pero mi mayor placer lo conseguía de pasivo siendo follado por él.

Desde ese día, mantengo una doble vida en el aspecto sexual. Me siguen gustando más las mujeres y soy, de cara a la gente, heterosexual. Pero necesito, de vez en cuando, mantener sexo con hombres para aplacar, sobretodo, mi lado hombre pasivo. Aunque no volví a tener sexo con hombres hasta, prácticamente, un año después.

Así pués, una vez mantuve una relación con una chica, Sandra, que me descubrió el mundo liberal. Nunca fuimos pareja formal, solo teníamos sexo y me comentó lo de ir a clubs de intercambio de parejas. A mí me pareció una idea perfecta, ya que nosotros no éramos novios y sería una forma nueva de tener sexo con más gente. Fue, en uno de esos encuentros, donde conocimos a una pareja de ingleses, Roger y Eli (de Elizabeht). Se trataba de un matrimonio inglés maduro y adinerado que pasaba largas temporadas en España cuando se lo permitía el trabajo y que aquí daban rienda suelta a sus fantasías sexuales. Él es un hombre de 46 años, alto y atractivo, mientras que ella tiene  42 años muy bien llevados, muy guapa y con un tipazo que quita el hipo.

Cuando los conocimos en el club de intercambio, tanto a Sandra como a mi nos parecieron muy interesantes. Así que, después de estar hablando un rato y tomando unas copas con ellos, nos invitaron a su casa, un chalet enorme en la playa, donde mantendríamos sexo cada uno con la pareja del otro. Ellos nos pidieron mantener sexo en la misma habitación y hacer una pequeña orgía, a lo cual accedimos sin ningún problema. Allí, después que las mujeres nos pusieran a tono comiéndonos la polla, Roger y yo nos las fuimos intercambiando, follandolas de todas las maneras y por todos sus agujeros posibles, manteniendo una sesión de sexo bestial. Además, no pude evitar fijarme en Roger. Era un hombre maduro, bien cuidado y con un aguante brutal. En cierto momento de la orgía, ambos estábamos enculando a la pareja del otro a 4 patas,  y sentí envidia de mi amiga Sandra, la cual estaba recibiendo la polla de Roger en su culo a grandes estocadas, haciéndola gritar de placer. Deseaba ser yo el enculado por Roger, pero no quería que mi amiga se enterara, así que me concentré en la follada que le daba a Eli y me esforcé para que también gozara a tope, acabando ambos a la vez, corriéndonos en los culos de las mujeres, quedando todos exhaustos en la cama. Sin embargo, la noche no acabo ahí.

Estábamos todos en la cama tumbados descansando del polvo que habíamos pegado, cuando vi que Roger se levantaba y salía desnudo de la habitación. Ambas mujeres estaban relajadas y durmiendo en la cama, por lo que decidí salir también. Vi luz en la cocina y entre en ella. Roger estaba de pie bebiendo un vaso agua. Empezamos a hablar de todo lo que sucedió en la noche y del mundillo de los intercambios, de cómo empezaron en esto, de cuantas veces lo habían hecho, etc... cuando Roger me contó que ellos participaban y organizaban cuando podían todo tipo de orgías sexuales. Cuando escuché lo de “todo tipo” le pregunte a que se refería y me contestó que ellos no solo hacían intercambios, sino que ambos eran bisexuales y organizaban fiestas donde mantenían todo tipo de relaciones con hombres y mujeres sin distinción alguna. Esa respuesta me excitó mucho y mi polla empezó a crecer sin esfuerzo alguno.

Él se dio cuenta de mi reacción y me pregunto si ese mundo me gustaba y le respondí que sí, que había probado el sexo con hombres hacía tiempo y que deseaba volver a hacerlo, aunque no me atrevía porque no quería que nadie de mi entorno se enterase de ese gusto, ni mi “supuesta” novia que dormía en su habitación. El me dijo que me entendía perfectamente, que ellos solían venir a España a cumplir esas fantasías sin que se enterasen en su país y que, si yo quería, me invitarían sin compromiso a la próxima que organizaran, que sería en un par de meses, a lo que yo acepté sin dudar. Conforme Roger iba hablando, mi excitación iba aumentando y mi polla no dejaba de crecer. Además, ambos estábamos desnudos por lo que mi erección no se podía disimular.

Entonces, allí mismo en la cocina, y sin mediar palabra alguna, Roger se puso de rodillas delante de mí y empezó a comerme la polla. Yo estaba súper excitado y nervioso, ya que me asustaba que Sandra nos pillase allí, pero no quería que Roger parase y, debido a la mamada y a la excitación que tenia, no tarde mucho en descargarme en su boca. Nada más correrme, Roger se levantó del suelo y me dio un beso aún con mi leche en su boca, lo cual no me desagradó y acepté gustoso. Además, vi que estaba totalmente empalmado y le pedí que me follara allí mismo. Y así lo hizo. Me dio la vuelta, hizo que apoyara los brazos en la mesa de la cocina, me separó un poco las piernas dejando mi culito totalmente expuesto y empezó a jugar con mi agujerito, metiendome  alternativamente la lengua y un par de dedos.

Cuando vio que ya estaba lo suficientemente dilatado, se puso detrás de mi, apunto con su polla a mi agujero, me agarro con firmaza de la cintura y empezó a  metérmela despacio. Poco a poco, Roger iba aumentando el ritmo de follada, enculandome cada vez más rápido y con penetraciones mas profundas. Yo intentaba no emitir ningún tipo de sonido que pudiera despertar a mi amiga, lo cual me era imposible ya que Roger estaba haciéndome gemir como antes había gemido Sandra, hasta que noté como se vació dentro de mi culo. Por suerte para mi, mi amiga no se despertó y después del polvo con Roger, intercambiamos teléfonos y me dijo que cuando organizaran la próxima orgía bisexual, me llamarían, a lo que respondí que me encantaría ir. Cuando Sandra y yo volvíamos a casa, comentamos que fue una de nuestras mejores experiencias con otras parejas y que le encantaría, alguna vez, repetir con ellos, a lo que yo no me negué, pero tampoco le dije mis otros planes.

De esta manera, todo volvió a la normalidad en mi vida. Yo no tenía en esos momentos pareja, solo follaba de vez en cuando con Sandra o con algún ligue ocasional de una noche, pero nunca ligaba con tíos aunque deseaba tener sexo con alguno. Así pues, pasados ya casi dos meses, se produjo la llamada que esperaba...aunque ya lo contaré.

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