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La mujer de todos 5

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La mujer de Todos (5)

Historia de un amor desesperado.

 

Desperté, con la sonrisa en mis labios, adolorida y sola en la cama de mis padres.

No tenía idea de que hora era, ya el sol, asomaba por la ventana y apague la lámpara de la mesa, desnuda busque a mis hermanos en su cuarto y confirme que ya no estaban, permanecí desnuda y puse agua a calentar pues necesitaba un baño, sentía escurrir entre mis piernas líquidos de mis orgasmos revuelta con las leches de Juan y Pedro.

Recogí las sabanas y al hacerlo pude apreciar manchas de sangre pequeñas como cuando mi regla me sorprendía, vi también que había residuos de nuestras gozadas a lo largo de todas las sabanas, un ligero escalofrió puso mi piel de gallina y rememore las sensaciones vividas, había sido una noche estupenda, no sabría contestar que me gusto más, para mí fue un torbellino de sensaciones donde prevalecía la multiplicidad de orgasmos que mis hermanos me habían proporcionado.

Seguí recordando escenas mientras me bañaba ya que me excite al tallar mis senos y al lavar mis partes íntimas, en los labios y el clítoris nada era diferente, trate de lavar con jabón mi interior y deslice ahora con más facilidad dos dedos, olfatee los residuos y pude apreciar el aroma inconfundible de la leche de mis hermanos, ¿Quién habría gozado más? –No sabía la respuesta, yo deseaba que ambos hubieran gozado por igual.

Corte con el baño y decidí llevarles almuerzo al campo y preguntarles sus impresiones, pero principalmente ardía en deseos de verlos a la luz del día y poder mirar a sus ojos para que también me dijeran la verdad. Me coloque un vestido simple sin mangas que me quedaba un poco largo, no me puse calzones y me ate colillas a los dos lados de mi cabeza.

Por la distribución de las tareas, sabía que debía encontrar a Pedro primero, por lo que rodee para llegar primero a Juan, me había gustado su aspecto de más experimentado a pesar de ser el menor, en el fondo creo que quería verlo porque con su miembro me sentí totalmente llena, aunque en momentos me doliera, agradecí que por su sugerencia Pedro me hubiera tomado por detrás en la posición de perrito, pero sobre todo, la idea que tuvo de turnarse para penetrarme ya que esa sensación fue de un orgasmo continuo, ahora ya sabía cómo podía satisfacer más a mis hermanos y presentía que ahora no necesitaríamos las noches para proporcionarnos placer.

Juan sonrió en cuanto me vio llegar por el camino, casi se despegó de los surcos donde trabajaba, salió por mí y me abrazo al tiempo que me besaba buscando abrir mi boca con su lengua; bajo sus manos y me acerco, apretándome las nalgas.

_¿Cómo amaneciste nena?  ¿Estás bien? Te dejamos bien dormidita, ¿Descansaste?

Dije si a todo, y lo repetí tres veces más.  Si, si, sí. Estoy muy bien, me encanto el brillo de sus ojos y sobre todo el que mostrara un genuino interés en mi persona, antes no había yo sentido un interés igual de su parte.

-¿Te hicimos gozar mucho chiquilla? ¿Te gusto lo que te hicimos? Pregunto manteniendo su abrazo tomado de mis nalgas, obviamente mi respuesta se notaba en mi sonrisa y el asentimiento que daba con movimientos de mi cabeza, para confirmar mi respuesta positiva, deje caer la cesta con el almuerzo y lleve mi mano a su entrepierna, donde encontré casi erecto su fabuloso pene. Me soltó y me tomo de la mano caminando hasta un álamo donde nos protegimos bajo su sombra, -¡Espera, espera, tenemos que esperar hasta la noche¡ ¡Aquí nos pueden ver¡ además prometí a Pedro que por el momento no te puedo tener para mí a solas, ¡Tenemos que hacerlo los tres juntos¡ me abrazo y beso en el cuello, me estremecí en sus brazos y levante mi vestido para enseñarle que iba desnuda, le deje su almuerzo y corrí enseñándole la lengua.

Camine una media hora y llegue a encontrarme a Pedro, estaba con su torso desnudo, sudando y batallando pues estaba instalando un equipo en el pequeño tractor de mi padre.

Lo primero que hiso fue sonreírme, se limpió el sudor de su rostro y avanzo hasta colocarse a mi lado, -¿Cómo estas chiquilla? ¡Estaba pensando en ti ¡cumpliste sin querer mi deseo, ya quiero que sea tarde para llegar a tu lado nuevamente, sacudió el polvo de sus manos y acaricio mi rostro y mi cuello, bajo sus manos y estiro la tela de mi vestido asomándose a mis senos, deslizo la derecha por entre el escote y aprisiono mi seno apretando entre sus dedos mi pezón que ya erguido salía a saludarle.

-Chiquilla, ¡Me vuelves loco,… me éxito cuando te pienso, cuando te veo, cuando te sueño, anoche goce muchísimo de solo verte gozar, por mucho tiempo mientras te buscaba por las noches, deseaba que mi madre no estuviera, para que te levantaras de la cama, te desnudaras y pudieras recibir todo el amor que quiero darte,..-Entonces ¿porque llevaste a Juan?, ¿porque empezaron a acariciarme los dos al mismo tiempo?

-Chiquilla, te diré que una noche me sorprendió cuando me desnudaba y salía del cuarto, cuando estaba a tu lado acariciándote, me palmeo la espalda y me dijo –Luego hablamos.

Después que platicamos, me dijo que si no quería que lo supiera mi madre, tenía que compartirte y que unas noches el iría solo a tu lado, ahora no estoy dispuesto a dejarte con él a solas, él es muy violento y no quiero que te haga daño, en el fondo me duele compartirte, pero lo que paso anoche fue terriblemente excitante, ni en mis más locas fantasías yo te hacia gozar como te vi gozar anoche, obtengo mucho placer de verte satisfecha y por lo tanto estoy abierto a todo lo que te produzca satisfacción, yo quisiera poderte satisfacer a solas, deseo que encontremos la forma de hacerlo ahora que sabemos que podemos complacernos en forma diferente a como lo hacíamos por las noches.

No sabía que contestar a Pedro o que otra cosa preguntar, definitivamente la experiencia de la noche anterior había rebasado todos los niveles de placer que antes teníamos, por ello me pegue a él y le ofrecí mi boca, nos besamos como siempre había sentido, con mucha ternura, no obstante su deseo y el mío encendían la pasión que anidaba en nuestras entrepiernas, nos fuimos acercando hasta abrazarnos intensamente, su erección pugnaba por salir de su pantalón y llegar a mi centro de placer que ya escurría de deseo y pasión, deseo y pasión que antes no conocía pero que me llevo de inmediato a las sensaciones que recordaba de su pene deslizándose por todos y cada uno de los pliegues de mi vagina.

Sus manos levantaron mi vestido y se detuvieron en cuanto llego a mis nalgas, sorprendido porque no llevaba calzones, se agacho y miro debajo, saco su lengua y colocándola entre sus labios, la acerco a mi vagina para besarla con suavidad, abrí las piernas para darle mejor acceso y mi clítoris recibió la húmeda caricia.

Hubiera querido que me penetrara de inmediato, pero alcanzamos a escuchar el ruido de un motor a lo lejos, nos separamos y ambos nos dijimos: -Hasta la noche,..

De regreso a casa seguí con las ensoñaciones y los recuerdos de la noche pasada, me tuve que detener pues las sensaciones fueron tan reales que un orgasmo corrió entre mis muslos, por lo que apure el paso para llegar rápido a prepararme.

Seguí la rutina de siempre, preparar comida, preparar agua para nuestros baños, cambie las sabanas de la cama de mi madre y no prepare la colcha y las cobijas pues otra vez sabía que no íbamos a ocuparlas.

Juan y Pedro llegaron muy sonrientes y cada uno llevaba una flor entre sus manos y me las ofrecieron simultáneamente, agradecí el hecho dando a cada uno un beso en la mejilla, me gusto sentirme obsequiada, empezaba a disfrutar el cariño que ahora nos mostrábamos tan abiertamente.

Juan entro primero al baño, le siguió Pedro y ambos con las toallas a la cintura, me pidieron de cenar, les serví y aproveche para comer con ellos, al terminar, me metí a bañar, deseaba que vinieran conmigo a bañarme pero no lo hicieron, acelere mi baño y salí envuelta en una toalla y fui a mi cuarto, me sorprendieron cuando los vi recostados en la cama de mi madre, acariciaban sus penes a un ritmo lento y ellos fueron como un imán a mi mirada, camine hacia la cama y ellos solo me hicieron un hueco en medio.

Juan me jalo y acomodo mi cuerpo dándole la espalda a Pedro quien de inmediato me acuno entre sus brazos, levanto sus rodillas y me apoye en ellas, al hacerlo sentí su pene deslizarse entre mis nalgas, su pene asomo justo debajo de mi vagina dando la sensación que salía de ella.

Juan se aproximó llevando el pene enorme entre su mano, me lo ofreció y abrí la boca para recibirlo, me llenaba toda, de inmediato mi boca genero más saliva y mi vagina empezó a lubricarse en exceso. Pedro acariciaba mis senos pellizcando los pezones enviando chispazos de corriente a mi clítoris que sin caricias empezó a crecer hasta sentirlo proyectarse fuera de mis labios vaginales, ¡Que sensaciones ¡ No cabía duda alguna los tres estábamos listos para una nueva lucha de placer para ver quién podía satisfacer más al contrario, yo la beneficiaria de las atenciones que mis hermanos me prodigaran.

Ahora, después de los preliminares que cada uno necesito, Juan se tendió al centro de la cama y me invito a colocarme sobre él, doble mis piernas y coloque cada una a sus costados, con su mano sujetando su enorme tolete, la fue apuntando a la entrada de mi centro de placer no queriendo perder la puntería yo lleve una mano para guiarla con mis dedos, Pedro mientras tanto se colocó a mi costado y me sirvió de apoyo,  me tomo de las axilas para que no dejara caer mi peso por completo y así empecé a deslizarme, que impresión, mis labios vaginales se abrían ajustadamente a la enorme cabeza, sentí la presión intensa al ir avanzando, ya me sentía llena y no llevaba más que la mitad, seguí con el esfuerzo hasta que sentí la mano de Juan como límite, sabía que solo me faltaba su equivalente para tenerla toda adentro, Juan retiro su mano y la coloco en mis caderas, levanto su pelvis y jalo, uff, que locura, la sentía llegar hasta mi estómago, empecé a respirar aceleradamente y sentí el contacto pleno hasta que me senté pesada en su pelvis, Pedro empezó o continuo sobando mis senos y frotando entre sus dedos mis pezones, todo ayudaba para hacer la experiencia alucinante, temía moverme, estaba totalmente distendida y empecé a sentir una serie de espasmos que me llevaron a un orgasmo intenso sin siquiera moverme.

Pedro al percatarse, empezó a besarme el cuello, la boca, mis senos, chupo los pezones y me animo a gozar diciéndome: -Muévete chiquilla, disfrútalo, goza nena como yo lo estoy haciendo.

Inicie el recorrido a la inversa como dejando salir el grueso pene de Juan, una fuerza de succión volteaba hacia afuera los labios de mi vagina dejando prominente mi clítoris, Juan, humedeció sus dedos con saliva y los llevo a tallar mi botoncito.

Lentamente reanude los movimientos de afuera y adentro, cada vez con más rapidez aunque me sorprendí yo misma de que seguía en las olas de orgasmos hermanados que fluían en forma continua, sentía hasta el fondo el enorme pene de Juan, llenaba y distendía todos mis pliegues internos, me sentía llena completa, no obstante había puntos dentro de mí que se sacudían al ser tocados como si fuera la primera vez, me producía placer multiplicado me tenía en la cúspide y aun así, seguía moviéndome para transmitir ese placer a el pene de Juan, buscaba interiormente apretar la cabeza como sabía que le gustaba, quería sentir su derrame y no podía.

Agotada, me recline hasta besar el cuello de Juan, acomode mis piernas y sin zafarme me puse de rodillas y las apreté a sus costados, nos besamos y nos dimos nuestras lenguas, en mi espalda sentía correr los besos y lengüetadas de Pedro que con sus manos acariciaba  mis nalgas.

Por la postura, ahora comencé a moverme no solo de atrás hacia adelante, ahora también lo hacía a los lados y descubrí que al hacerlo tallaba mi clítoris contra la dureza de su pene, descubrí la presión correcta que en el interior atrapo la cabeza del pene de Juan y me esforcé por hacerlo gozar, en el intento yo seguí derramándome y sintiéndome agotada me decidí a moverme con renovados bríos, me estimulo el dedo de Pedro que desde algunos momentos antes, se perdía entre la raya de mis nalgas y llegaba haciendo presión en mi culito.

De repente, ahí estaba, la sensación de crecimiento y expansión que tan bien había aprendido a conocer, con ellos se me anunciaba la inminente erupción y el derrame en el fondo de mi vagina de la preciada leche de Juan, tres, cuatro, cinco, seis chorros de leche me llenaron y dispararon el espasmo final de mi más majestuoso orgasmo, apreté inconscientemente el grueso pene de Juan al momento que mi culito era llenado por el dedo medio de la mano de Pedro que ahora se dedicó a moverlo en círculos al tiempo que besaba y lamia mi espalda.

No sé cuánto tiempo paso, me moví lentamente y pude sentir que el pene de Juan estaba tan duro como siempre, intente salirme pero me retuvo colocando sus manos en mis caderas, empujo su pelvis y de inmediato mi clítoris volvió a salir dispuesto a mas batalla, mi lubricación naturalmente no había cesado, más la leche de Juan facilitaron los movimientos, quería sentarme nuevamente sobre de el para moverme pero la mano de Pedro en mi nuca me lo impidió, se agacho a besarme y metió dos dedos en mi boca que salieron rebosantes de mi saliva, los llevo hasta mi culito y empezó a introducirlos buscando que el pequeño agujero se abriera, de repente ahí estaba.

La dureza de su orgulloso pene se insinuó de repente y sus dedos fueron substituidos por la cabeza de su pene que quedo prisionero del anillo de carne que lo provocaba, ayudo a Juan en los movimientos que imprimieron a mis caderas de atrás adelante, en un movimiento de su cadera, clavo en mi ano la mitad o más de su longitud, al siguiente ya estaba todo dentro y de ahí en adelante, todo un mundo nuevo de sensaciones me invadía, no entendía en ese momento la enorme sensibilidad que se despertó en mis dos orificios en ambos gozaba con infinitas palpitaciones.

No tengo palabras para describir los múltiples orgasmos que alcance en forma continua, con el movimiento que ambos parecían sincronizar me estaban volviendo loca, no paraba de sudar y gozar, Pedro se recargaba en mi espalda afianzándose a mi cuerpo apretando mis senos, Juan me empujaba por mi cadera y me movía de atrás para adelante, en esta posición mi clítoris padecía sus embates que provocaban que mi ano se abriese y cerrase como por vida propia.

Si algo había sentido como sorprendente y si algo había gozado, ahora las sensaciones se multiplicaban, todo era mentira, ahora era el momento de verdaderamente sentir, de verdaderamente gozar, de verdaderamente estremecerme, vibrar temblar de la sola sensación de ser doblemente poseída, el pene de Pedro se puso más rígido y se expandió, me rego por mi interior cuatro chorros de leche que apagaron el fuego que la fricción de sus entradas y salidas había provocado, casi simultáneamente el pene de Juan se creció y ensancho anunciando nuevamente su gozar, esta vez seis potentes lechazos colmaron mi interior que rebosante los dejaba deslizar hasta empapar sus enormes bolsas que estaban prisioneras entre mis piernas. Nada hay que se compare a lo que goce esa noche entre mis dos hermanos.

Nos separamos como en una cámara lenta, el primero en salir fue Pedro, al hacerlo un sonido como de beso tronado se efectuó como si mi ano besara su cabeza del pene en despedida, me ayudo a estirar mis piernas que estaban casi dormidas, me gire a un costado de Juan, el movimiento fue continuo y un espasmo paso por mi clítoris que se tallo a lo largo de todo su miembro que perdía al fin su dureza.

Con los ojos entrecerrados los vi ponerse de pie, alcance a ver que acariciaban sus penes, sentí que me cubrían con una sábana y el calorcillo que corría por mi cuerpo ayudo a quedarme dormida de inmediato con una gran sonrisa entre mis labios y con muchas imágenes para guardar para mis sueños y mis recuerdos.

Amanecí, sintiéndome pletórica, llena de felicidad la sensación de plenitud me daba la  más hermosa muestra de amor y felicidad compartida, ahora sabía que había nacido para ese amor y para el placer de mis hermanos.

Desnuda, prepare el agua para el baño, estaba terminando de bañarme cuando escuche el ruido de un motor de alguien que llegaba, sin secar mi cabello, me puse un vestido suelto sobre mi cabeza, nuevamente me deje sin calzones y secando mi cabello con la toalla me dirigí a la puerta de la casa.

Al momento vi bajar a mi tío Aurelio de su camioneta, se quitó el sombreo y lo sacudió contra su pierna.

-¿Cómo amaneció mija? ¡Que linda se ve recién bañadita ¡ si hasta hueles a tierra recién regada, -Un día te voy a regalar un perfumito para acabar de embellecerte. –Aunque así como estas estas para comerte, …

-Hay tío, que cosas dice, solo a usted se le ocurre, dígame ¿Qué pasa ahora?

-Nada mija, nada,.. Solo pase a verte y echarte un ojo, aunque quisiera echarte más que eso, ja,ja,ja.

-Le doy un cafecito, o le preparo canelita, o le doy lechita? Pregunte al tiempo que me moví hasta la mesa.

Cuando me di cuenta, ya estaba a mi lado, su mano restirando la tela del vestido que cubría mis senos, se asomó a verlos y con sus manos me abrazo, buscando con su boca llegar a ellos, no opuse resistencia y lo deje hacerlo.

Aquí estaba yo, siendo acariciada por mi tío, hermano de mi padre, con los ojos entrecerrados, recordando aun los eventos del maravilloso sexo que habíamos gozado entre los tres, gemí, las hábiles maniobras de mi tío con mis senos, prendieron inmediato la natural pasión que vivía en ese momento, su boca, lengua y dientes, mantenían muchas sensaciones nuevas en mi cuerpo. ¿Sera que cada hombre que me toque, lo hará en forma diferente? ; comencé a sacudirme con pequeños estremecimientos que me anunciaban la llegada de un orgasmo.

Mi tío, hombre maduro y con más experiencia que mis hermanos, fue recorriendo mi vestido por los hombros y en un momento lo bajo hasta que atoro con mi cintura, mis brazos, quedaron atrapados a mi costado, me era imposible defenderme, además no quería hacerlo, las sensaciones eran irresistibles.

-Hay mijita, estas hecha una ricura, mira que senos tan perfectos tienes, uhmm se deleitaba chupando y mordiendo mis pezones.

-Déjeme sacar los brazos tío, le dije con voz temblorosa, volteo a verme a los ojos y por un segundo, creí ver duda y vacilación en ellos, saque los brazos del vestido y los lleve a abrazarle del cuello, jalando su cabeza nuevamente a mi pecho. No hicieron falta más palabras.

Mi tío volvió a devorarme mis senos, iba de uno al otro como si quisiera confirmar con su boca que eran de iguales dimensiones y dureza, sus manos se desplazaban por mi espalda y mi cintura, empujaron el vestido a través de mis caderas hasta que quedo a mis pies hecho un barullo, se despegó de mi para poder apreciarme entera, su mirada dijo todo al abrirse sus ojos como en sorpresa.

-Hay, mijita, mijita, estas desnudita, lista para comerte, mira que tenemos  aquí: mírate que lindo chochito tienes, mira que abultadito tienes aquí, -con su dedo índice, se insinuó arriba de mi centro de placer, lo paseo a lo largo de toda la línea que formaban mis pelillos, lo deslizo hacia el centro y lo movió arriba de mi clítoris, se arrodillo y acerco su cara para mirar más de cerca el lugar que acariciaba.

-No, te muevas, mijita, no te muevas, déjame comértelo tantito,..

Dentro de mí seguían fluyendo mis líquidos que lubricaban mi vagina que se habría deseosa de sentir nuevamente, apoye mis manos en su cabeza y lo jale hacia mí.

Su lengua experta, se enfrentaba con un campo dispuesto y listo para seguir aprendiendo, su lengua se movía a mucha velocidad con golpeteos a mi clítoris, en otros momentos, como cuchara, recogía humedad para llevarla nuevamente a mi clítoris, ahora, un momento después con sus labios apretaba y succionaba a la vez, se escuchaba el chapoteo que sus caricias me producían.

-Que rico, decía, -Estas deliciosa, tu humedad, sabe a gloria mijita, cuanto te quiero mijita.

Yo abría mis piernas para que su cabeza se acomodara mejor entre mis piernas al mismo tiempo que empecé a moverme a ritmo de sus lamidas, haciendo que la presión fuese mayor, de pronto, se puso de pie y me tomo de la mano.

-Vente para acá mijita, no voy a llegar muy lejos así de incómodo. Lo seguí mansamente hasta llegar a mi cama, el lugar de origen de mis placeres.

Mi tío, empezó a desnudarse, su camisa la arrojo al piso, se sentó en la cama y empujo sus pantalones hasta sacarlos por sus pies, se quitó las botas y al levantarse pude por primera vez ver su pene. Era el tercer pene que veía y era muy diferente al de mis hermanos, era más pequeño que el de Pedro y mucho más delgado, no obstante estaba erguido y en forma horizontal aunque tenía una curvatura hacia arriba y a la derecha, tenía la cabeza en forma de hongo y sobresalía del diámetro, de un rojo brillante y con un poco de humedad en su pequeño orificio.

Debo aclararte, que posteriormente fui tomando las medidas de todos los penes de la familia, entre ellos no saben las medidas, excepto aquellos con los cuales realice tríos y que por obvias razones se comparaban. Mi tío era el más pequeño con solo 15 centímetros.

Ahora juntos de pie, me abrazo y empezó a besarme el cuello y mis orejas, me hacía temblar y mis estremecimientos fueron tomados como una aceptación de sus caricias, sentí su pene golpear contra mi vientre mientras se agachaba buscando tallarlo con mi entrepierna, viendo lo difícil de la situación, me recostó en mi cama, se colocó en medio de mis piernas y se dispuso a continuar con sus caricias orales, dejo escapar un murmullo de satisfacción cuando me vio abrir mis piernas para facilitarle la maniobra,

Su lengua experta más la compañía de dos de sus dedos, me hacían gemir y gozar, sabia dónde buscar, encontró con facilidad un punto exacto  bajo de mi pubis y que al tallarlo con sus dedos enviaba calambres de placer que me hacían vivir un derrame continuo.

Cuando me tubo tan húmeda como quería, se colocó entre mis piernas y fue aproximando su pene a mi vagina, lo deslizo a lo largo de toda mi rajada, recogiendo humedad, de repente empujo, él no lo sabía pero mi vagina ya había recibido mejores visitas por lo que se fue al fondo de inmediato, se quedó quieto, yo gemí suavemente.

-Espero que lo disfrutes mijita, estoy seguro que cuando deje de dolerte, lo vas a gozar, ahora quédate quietecita y déjame gozarte.

Levanto mis piernas hasta que las puso primero arriba de sus hombros, empezó un mete y saca lento pero intenso, por la forma de su pene tallaba mi interior con mucho tino, me hacía gozar con cada empujón, después llevo mis piernas por detrás de mi cabeza, quedando prisionera de mis propias rodillas, ahí lo sentí llegar a lugares de placer insospechados, dentro de mi pensé que en esa posición seria increíble hacerlo con Pedro, se movió en forma desesperada, sus ataques se hacían violentos, sudaba copiosamente, se movió por tanto tiempo que perdí la noción de las veces en que yo me había derramado, era tanta mi humedad que mojaba mis nalgas, mi culo y la cama que ya estaba empapada; cuando de repente, a pesar de lo pequeño, sentí con mucha claridad como su pene se puso más duro y como de su cabeza brotaron chorros de leche, tres, cuatro, cinco, se recostó entre mis senos y se salió de mi interior, se puso de rodillas a mi lado y me dio a chupar su pene, abriendo mi boca, comencé a lamerlo y relamerlo, sintiendo por vez primera el sabor de mis jugos junto con la leche de él que era de un sabor más ocre que el de mis hermanos. Así se cumplía una experiencia más.

(9,40)