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ASEDIO SENSUAL (Capítulo 1): LA GALA

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Muchas gracias a todos los fans por este premio ―la guapa Evangeline Lilly sostenía entre sus largos dedos el premio a la mejor serie del año. A su lado, un sonriente Matthew Fox acababa de dar su propio discurso―. Es un honor para mí recoger este galardón en nombre de todo el equipo de Lost. Muchas gracias, de verdad.

El público aplaudió, mientras Evangeline y Matthew salían del escenario. El discurso de la actriz había sido corto, cierto, pero no tenía la cabeza puesta en este último premio. Por supuesto, se alegraba de que su serie volviese a ser elegida mejor serie por tercer año consecutivo, pero el premio que realmente ansiaba era el de mejor actriz de serie. Por ello, se había reservado sus mejores palabras para el posible discurso que podría llegar en unos minutos.

Al igual que Lost, ella había sido nominada en tres ocasiones en los Better TV Shows, una novedad en el mundo de las series que estaba arrasando en cuanto a las audiencias. Pero a diferencia de su serie, Evangeline aún no había logrado hacerse con el premio al que aspiraba. Sabía que muchos de sus compañeros de profesión no la veían con buenos ojos, tachándola de engreída y caprichosa, por lo que veía difícil poder hacerse con algún premio que fuese votado entre actores y directores. Sin embargo, las Antenas, como eran llamados los premios de los Better TV Shows por la forma de los dorados galardones, eran votadas exclusivamente por los espectadores. La audiencia solía ser muy juvenil, por lo que el voto también solía orientarse hacia los actores más seductores y las actrices más bellas del momento. Por ello, nadie se sorprendió al ver que las cinco nominadas a mejor actriz del año eran auténticas bellezas: Yvonne Strahosvki de Chuck, Kaley Cuoco de The Big Bang Theory, Leighton Meester de Gossip Girl, Cobie Smulders de How I Met Your Mother y la propia Evangeline Lilly por Lost.

Sabiendo que éste había sido el último año de su serie, Evangeline sabía que TENÍA que ganar este año. Si no, la decepción sería enorme. Sin embargo, tenía claro que el resto de actrices tenían muchas papeletas para alzarse con el triunfo también. Pensando en sus rivales, descartó casi inmediatamente a Yvonne, ya que la atractiva australiana no había acudido a la gala. Quizás ya sabía que no ganaría y había preferido no ir, o quizás el motivo era otro. Fuera como fuese, Evangeline sabía perfectamente que, al menos respecto a estos premios, no acudir a la gala prácticamente significaba que alguna filtración había descartado a la rubia de Chuck, y que ésta había preferido ahorrarse el largo viaje desde Australia, donde pasaba unas vacaciones con su familia tras rodar la última temporada de su serie. De todos modos, Yvonne y ella habían tenido algunos roces en la gala del año pasado, por lo que se alegraba de perderla de vista en esta ocasión.

En cuanto a Kaley, Evangeline creía que el papel de rubia tonta le venía de perlas, pues es justo lo que pensaba de la joven actriz. Su serie arrasaba en televisión y en la red, pero Evangeline sabía que gran parte del éxito se debía a Jim Parsons, por lo que también descartó a Kaley como competidora. Leighton era, sin duda, una dura rival, y la ganadora del último año, pero las encuestas parecían apartarla de revalidar el título. De hecho, esas mismas encuestas decían que el premio a mejor actriz del año estaría entre ella y Cobie Smulders, la divertida Robin de How I Met Your Mother. Aunque Evangeline partía con ventaja en las apuestas, no estaba segura de las opciones reales de su compatriota canadiense y de su primera nominación en estos premios.

Realmente, desde que Cobie irrumpió en el panorama televisivo, Evangeline la había estado observando con detalle, y no solamente por su pequeña y casi insana obsesión de compararse con toda actriz atractiva que viera en televisión, sino también porque creía ver ciertas similitudes entre ambas: dos jóvenes actrices canadienses de belleza similar protagonizando dos series de éxito internacional. Ni Cobie ni Evangeline eran mujeres explosivas o espectaculares, pero era innegable que eran atractivas y, sobre todo, lindas. Sus cuerpos eran delgados, con pechos pequeños y traseros proporcionados. Por ello, la mayoría de su atractivo se centraba en sus rostros, y en este apartado las dos ganaban muchos puntos.

Evangeline se sentó en su asiento, en la primera fila del auditorio, esperando ansiosamente el momento del premio a mejor actriz, con su pensamiento aún rondando la imagen de Cobie Smulders. Girando la cabeza, intentó localizarla entre los invitados, pues aún no la había visto esa noche. Mientras, el presentador de la gala daba paso a los actores que darían el premio a mejor actor del año, y uno de los nombres resonó en los oídos de Evangeline.

¡… y Cobie Smulders!

La atención de la canadiense regresó inmediatamente al escenario, donde la que consideraba su principal rival de la noche entraba cogida del brazo de Joshua Jackson. Rápidamente, Evangeline recorrió con su mirada el cuerpo de Cobie, sintiendo una punzada de envidia al ver su bello vestido rojo: una sola pieza de suave tela sujeta a su cuerpo por dos finos tirantes sobre sus hombros y bien ajustada a su delgada figura. El escote era bastante osado, especialmente porque Cobie no tenía mucho que mostrar en ese aspecto, pero el efecto era llamativo, atrayendo miradas sobre sus pequeños pero bien colocados pechos. Bajando su mirada, Evangeline observó detalladamente las desnudas piernas de Cobie, dándose cuenta de que parecían más fuertes de lo que había imaginado.

Su compatriota se colocó en el centro del escenario, dirigiéndose al público. Evangeline no atendió a sus palabras, pues estaba observando, obsesivamente, cada detalle del bonito rostro de Cobie y comparándolo con el suyo: sus ojos verdes eran algo más redondos que los levemente alargados ojos azules de Cobie; sus narices eran totalmente idénticas; sus labios, prácticamente también; sus cabellos…

Vaya”, pensó Evangeline, dándose cuenta de que el tono de castaño era el mismo, e incluso tanto sus cabellos como los de Cobie parecían igualmente sedosos. “No podemos ser TAN iguales… al menos, mi vestido es mejor”.

De repente, todo el mundo aplaudió, despertando a Evangeline. A su lado, Matthew Fox se levantó, sonriente. Acababa de ganar el premio al mejor actor.

Enhorabuena ―dijo Evangeline, levantándose para abrazarlo.

Muchas gracias, Eva ―el actor usó el diminutivo que usaban cariñosamente sus compañeros de serie con Evangeline, antes de separarse de ella y subir al estrado, donde Cobie lo abrazó. Eva se preguntó si Matthew había sentido una presión mayor en su pecho cuando ella lo abrazó o ahora, cuando lo hacía Cobie.

La actriz se sentó, y tomó aire. Ahora venía SU premio.

Cobie Smulders regresó a su sitio, dándole vueltas al mismo pensamiento desde hacía días. Aunque no lo aparentaba, siempre había sido una chica envidiosa, y algo egocéntrica. Odiaba no ser el centro de atención, y su mente lanzaba desprecios hacia toda persona que desviaba las miradas que debían estar sobre ella, las cuales solían ser mujeres atractivas. Sabía perfectamente que ella no era la fémina más impresionante del mundo, pero también sabía que su belleza era lo suficientemente sugestiva como para que los hombres quedasen prendados de ella, aunque sus curvas no fueran las de una modelo de lencería. Sobre todo, Cobie manejaba expertamente la seducción, y todas sus facetas: la mirada sugerente, el contoneo casual, la sonrisa coqueta, el movimiento de pelo más femenino.

Su personalidad tan fuerte también tenía sus efectos contraproducentes. El premio al que aspiraba esta noche no era tan importante, pero sin embargo la posibilidad de no ganarlo le hacía sentir cierta ansiedad. No se veía capaz de superar una derrota ante otra actriz, especialmente ante unas mujeres tan bellas. Cobie sabía que los jóvenes no iban a dar su voto por la calidad de actuación de cada una, sino por la mujer que “más le ponía”. Y esa mujer TENÍA que ser ella, y no otra. Especialmente Evangeline Lilly.

Cobie conocía los rumores, las encuestas y las apuestas sobre quiénes eran las favoritas, y sabía que Evangeline era la que tenía más posibilidades, con ella muy cerca de su compatriota. Cobie estaba segura de que ella era mejor actriz que Evangeline, pero no estaba tan segura sobre si en una competición de atractivo, como sentía que era este premio, podía adjudicarse la victoria con tanta seguridad. Por eso, desde hacía días, ella no podía dejar de pensar en Evangeline, y en compararse con ella. Por eso, cuando había dado recogido el premio a la mejor serie junto a Matthew Fox, había observado detalladamente a su compatriota, odiando el vestido de su rival: tan sugerente como el suyo, de color negro, sin tirantes, ajustado, con una raja lateral que mostraba sugerentemente su bella pierna izquierda al andar, con su escote recto pero con un triángulo abierto entre sus pequeños pechos para mostrar su canalillo… realmente, ODIABA ese vestido. Solamente esperaba haber provocado la misma reacción en su oponente cuando ella había salido a presentar el último premio, y que Matthew, tras abrazar a ambas con solo unos segundos de diferencias, hubiera sabido que su cuerpo era el mejor de los dos, a pesar de las similitudes obvias entre ambas bellezas.

En ese momento, Cobie tuvo que admitir que había estado algo obsesionada con Evangeline estos últimos años, analizándola en cada aparición televisiva. Por alguna extraña razón, sentía que estaba ante una especie de rival que jugaba en sus mismos términos, como si ambas fueran atletas que corrían por la misma calle del estadio, con una meta idéntica pero que solo una de ellas podría lograr al final. El mundo del cine y la televisión era cruel, y normalmente no se interesaba por dos actrices con un perfil tan parecido. No había sitio para dos canadienses jóvenes y de belleza tan singular y terrenal.

Solo puede quedar una”, se dijo Cobie, sorprendiéndose de sus propias palabras.

Katherine Heigl y Jim Parsons estaban ya sobre el escenario, anunciando las nominadas a mejor actriz del año. Los corazones de Cobie y de Eva latían con fuerza, con ambas ansiosas por su premio. La charla entre los dos presentadores se hizo eterna para las dos, y sus chistes sonaron ridículos en sus oídos. Querían saberlo YA, y no podían esperar.

Bueno, Kat, creo que es hora de abrir ese sobre ―dijo Jim al fin, y su compañera asintió.

Así es ―Katherine abrió el sobre con cierta torpeza, y Eva deseó gritarle―. La ganadora de la Antena a la mejor actriz de serie es para…

Cobie sintió que el tiempo se ralentizaba, mientras Eva notó que el corazón iba a salírsele por la boca. Las dos se imaginaron victoriosas, y al mismo tiempo derrotadas, con ansiedad y nerviosismo como compañeros de asiento.

“¡Dilo ya, MALDITA SEA!”, gritó mentalmente Cobie.

“¡Joder, que sea YO!”, deseó fervientemente Eva.

¡Cobie Smulders! ―gritaron los presentadores a la vez, y el público gritó con entusiasmo, aplaudiendo.

El mundo de Eva pareció derrumbarse a su alrededor, entrando todo en una especie de irrealidad. Durante menos de una milésima, había estado segura de que su nombre había sido el pronunciado. Y, tras esa duda, había llegado la amarga derrota. Cobie subía, con su fantástico vestido rojo, los escalones del escenario, alargando las manos hacia un premio que debía haber sido suyo, no de ella. Sonriente, Cobie agradecía a todos los votantes, mientras Eva sentía una envidia que jamás había sentido en su vida. Incluso sentía que la belleza de Cobie era más radiante ahora, casi apagando la suya propia.

Durante un segundo, los ojos de Cobie se cruzaron con los suyos, y en el fondo de esas pupilas azules, Eva creyó ver cierta prepotencia, cierta jactancia. Desde ese momento, Eva supo que odiaría a Cobie durante el resto de su vida.

Y que, tarde o temprano, se la devolvería.

 

Continuará...

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