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Hubo de todo entre mi esposa, mi hermano y yo
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Ha pasado un mes desde la última vez que tuvimos relaciones sexuales mi esposa, mi hermano y yo. A mi hermano no lo hemos visto pero si hemos tenido comunicación telefónica porque él es quien ha llamado varias veces para saludar y programar la próxima reunión, a Linda y a mí nos sorprende su insistencia por nuestra compañía y hemos decidido averiguar cuál es la razón porque nos preocupa que la relación se desvíe de lo sexual. Es cierto que lo queremos mucho, pero estamos seguros que es por el parentesco que existe además del atractivo físico y sexual y no queremos que la relación se complique con sentimientos más allá de lo que debe ser, sobre todo, porque la última ocasión mi hermano comentó lo de un disgusto con su esposa precisamente el día que llegó a nuestra casa en busca de apoyo moral o algo por el estilo terminando en una sesión sexual inesperadamente placentera.

Desde entonces él ha llamado varias veces buscando la fecha para la próxima cogida. Linda y yo pensamos que sería bueno platicar con el antes de proseguir con nuestras relaciones para no complicar lo del parentesco y echar a perder algo que nos ha resultado muy atractivo e interesante pero solo como aventura o experiencia extramatrimonial. Mientras tanto, nos hemos reunido en dos ocasiones con los compadres Antonio y Mary para estrechar los lazos entre los cuatro y ver si se puede avanzar en el plan que tenemos algo avanzado pero solo con Antonio. Es cierto que me agrada observar a mi esposa cuando está siendo cogida pero también siento mucha atracción sexual por Mary y he tenido fantasías acerca de los cuatro al mismo tiempo. Por el momento, todo va muy bien, siento gran aceptación por parte de ella y Antonio está haciendo lo suyo también para conseguirlo porque la verdad es que está encantado con mi esposa ya que ella está muy apetecible y es buenísima en la cama.

Con mi hermano nos reunimos un sábado en la mañana para almorzar y platicar de acuerdo a lo planeado por Linda y yo. Abordamos el tema sin dificultades y pudimos refrendar junto con Juan la idea de que nuestra relación no debe pasar de lo sexual, por supuesto incluyendo el rico sabor del parentesco que le da un toque muy especial.

Hechos los ajustes que habíamos considerado necesarios, nos reunimos por la tarde nuevamente en nuestra casa, Juan llegó con algunas cervezas de importación que había conseguido y también con una bolsa de plástico conteniendo varios tubos de ungüentos lubricantes con aroma, enemas y algunos condones. Abrimos las cervezas y mientras platicábamos haciendo bromas acerca de su equipaje, comenzamos a desvestirnos poco a poco ayudándonos unos a otros aprovechando para el cachondeo sobre todo con Linda, a quien yo noté muy excitada, ya que empezó con una sesión de besos ardientes con uno y con otro como si estuviera probando o comparando entre los dos. La calentura era evidente entre los tres, las vergas estaban duras y destilaban líquidos lubricantes en gran cantidad, Juan indicó que era oportuno aplicarnos los enemas, así que lo hicimos y luego nos turnamos los tres en el WC de la habitación. El trato había sido que si ella se prestaba para que la hiciéramos "sándwich", mi hermano y yo le daríamos función privada a ella.

Comenzamos por lubricar y ablandar el esfínter del culito de mi esposa con los ungüentos que trajo Juan, acción en la que participamos juntos como buenos hermanos. Acariciando y besando mucho a mi esposa, metíamos nuestros dedos en su culito, uno, luego dos y hasta tres. Cuando ya se sentía relajada y con el ano aflojadito, mi hermano que llevaba la voz de mando, indicó que uno de los dos entraría por el culo, a lo cual yo decidí que fuera el debido a que había notado mucho interés por su parte, ya que había preparado todo lo necesario y se le notaba su insistencia desde la última reunión que tuvimos. Me indicó que me acostara de espaldas en la cama para que Linda me montara, Linda con algo de nerviosismo en su cara, subió encima de mí, yo la besé y la traté con mucha ternura y le dije: “Si no quieres hacerlo, podemos parar ahora mismo”, pero ella sonriendo, me aclaró que después de probarlo me diría si seguíamos o no. Una vez clavada en mi verga, se volteó para sonreír con mi hermano como dando su visto bueno.

Juan se acomodó hincado detrás de ella y confieso que yo estaba un poco nervioso pero era más mi calentura y curiosidad por observar las imágenes reflejadas en los espejos de las paredes, la verga de mi hermano, se veía dura y grande, amenazando con perderse entre las ricas nalgas de mi esposa, las miradas de los tres se encontraron en el espejo lateral, solo pudimos esbozar alguna sonrisa de nervios pues lo que estaba por consumarse era una novedosa aventura.

Mi hermano se aferró a las caderas de mi esposa, apuntando con una mano su gruesa verga hacia su culito, comenzó a empujar y sentí que mi esposa se estremecía con la entrada de la cabeza, se detuvo todo el movimiento por un momento, para reanudarse luego con mucha suavidad. En pocos segundos comencé a notar la cara de satisfacción en mi esposa y casi al mismo tiempo pude sentir las bolas de mi hermano chocando con las mías, aquellos momentos son algo indescriptible, solo estando allí se pueden conocer las sensaciones exactas. Al ver a través del espejo, pude observar la cara de mi esposa y de mi hermano que denotaban un goce extremo, claro que yo también estaba gozando el momento y en qué forma, ya que sentía cada uno de los empujones que mi hermano le daba a las nalgas de mi esposa clavándose hasta las bolas, luego se retiraba completamente para ver el culito abierto totalmente, para volver a meter su verga en el antes de que se cerrara.

Estuvimos los tres observándonos a través del espejo y disfrutándonos unos a los otros, mi esposa estaba conectada con nosotros, por su panochita y por su culito, yo la besaba repetidamente mientras mi hermano que era quien llevaba el ritmo, lo hacía muy acompasado, muy lento, disfrutando cada movimiento, por mi parte yo subía mi pelvis penetrando a mi esposa y procurando seguir el compás marcado por las embestidas de Juan. De pronto, comenzó a cambiar el ritmo haciéndose más duro, más frenético, como buscando llegar a las eyaculaciones y al orgasmo, sentí que Linda se adelantó, tenía un orgasmo, yo la apretaba con mis brazos y mi hermano la juntaba hacia el metiendo su verga con firmeza. El orgasmo de Linda fue muy intenso muy prolongado, múltiple, tanto que expresaba frases como: “cójanme cabrones”, “¿querían hacerlo entre los dos? Pues ahora es cuando cabrones, llénenme de su leche, métanme sus vergotas, soy su puta, cójanme”. Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando pero disfrutaba cada frase que escuchaba, me excitaba ¡y en qué forma!

En pocos segundos comencé a descargar mi leche diciéndole a mi esposa: “Ahí está lo que querías, te estoy aventando mi leche lo más profundo que se puede, tómala mi amor tómala”. Casi enseguida comencé a sentir el cambio de ritmo en las embestidas de mi hermano y luego se quedó inmóvil por unos instantes, estaba descargando su leche dentro del culito de mi esposa quien se juntaba hacia el para recibirlo lo más profundo que se podía, mi hermano solo gemía y levantaba su cara con los ojos a medio cerrar disfrutando aquél momento tan esperado.

Terminadas las penetraciones, nos acostamos uno a cada lado de mi esposa, incorporándonos alternadamente para cesarla y besar y mamar sus pechos que apuntaban hacia arriba con los pezones todavía erguidos, mi hermano se levantó y nos trajo toallitas para asearnos un poco, se paró junto a la cama por mi lado y pude ver su verga medio dura muy cerca de mi, alargué mi mano para tocarla y Juan se quedó ahí parado esperando que yo lo hiciera, lo comencé a masturbar suavemente y al instante se le puso dura, como roca, volteé a ver a mi esposa y me dijo: “Adelante, siguen ustedes”, luego vi a mi hermano y dijo: “Un trato es un trato y hay que cumplir”. Noté a mi hermano muy interesado en hacerlo y a mi esposa en presenciarlo, así que no los hice esperar, me levanté de la cama, fui al baño a orinar y abrí cervezas para los tres, Juan también fue a orinar y cando volvió, venía acariciando su verga dura, yo fui a su encuentro, le di su cerveza y nos pasamos un brazo cada uno por la espalda para tomarnos de la cintura, dejamos las cervezas de lado y me acerqué para dar un beso a mi hermano en su boca. (Lo cierto es que la vez anterior que lo hicimos, fue muy fugazmente pero me había gustado hacerlo)

Juan respondió mi beso de forma muy especial, me abrazó completamente y pasó sus manos por mi espalda para luego bajarlas hasta mis nalgas amasándolas con suavidad y firmeza, seguimos besándonos mientras yo observaba la cara de mi esposa que estaba complacida y se masturbaba introduciendo su dedo medio en su vagina. Parados en medio de la recámara, mi hermano y yo nos besábamos mientras nos acariciábamos las nalgas, sentía la verga de mi hermano clavándose en mi abdomen, estaba dura y muy mojada, la mía estaba igual, sólo que como tiene algo de curvatura, se desviaba hacia un lado.

Pasamos a la cama mientras mi esposa parada a un lado nos observaba con un alto grado de excitación. Juan se tendió de espaldas y me indicó que me acomodara en posición sesenta y nueve, iniciamos una mamada recíproca, tratando ambos, de tragarnos la verga completa, no sé si para que mi esposa lo viera o por puro gusto de nosotros, ya que por mi parte, lo estaba disfrutando al máximo. Mi hermano alargando su mano, pidió a mi esposa que le diera uno de los tubos con lubricante y otro a mí. El me comenzó a meter un dedo en el culo y me aplicaba la crema, yo comencé a sentir sabrosito e hice lo mismo con él, en unos instantes nos metíamos tres dedos.

Me dio una nalgada para indicarme que era el momento, se acomodó en cuatro para que lo penetrara, diciéndome: Ahora, como te enseñé. Yo notaba un brillo muy especial en sus ojos, me arrodillé detrás de él y apunté la verga hacia su ano dilatado, él se acomodó para facilitarme todo y empecé a penetrarlo, estaba metiendo mi verga en el culo de mi hermano y mi esposa estaba observándolo todo y acariciándose su panochita, logré meterle toda la verga sin que hubiera ni una muestra de dolor de su parte, me indicó que lo masturbara mientras lo penetraba y así lo hice, me agradaba sentir su verga en mi mano mientras me lo estaba cogiendo, no tardé mucho y le dije: “Me voy a venir, te voy a echar la leche adentro”. Él me dijo: “Échamela toda, lléname de tu leche”. Así lo hice, tomándolo por su cadera, junté mi pelvis a sus nalgas y descargué mi leche dentro de su culo, así me quedé por un momento hasta que sentí que ya no quedaba nada de leche en mi verga, cuando se la saqué, pude ver su culo abierto así como él lo hacía con mi esposa, se levantó con su verga gruesa bien parada y me dijo: Acuéstate de espaldas, obedecí mientras el, se hincaba entre mis piernas y me las levantaba con sus brazos.

En esa posición, me acomodó su verga en el ano y comenzó a empujar. Mi esposa estaba muy atenta viendo como su marido era penetrado por su cuñado, seguía acariciando su panochita muy mojada y sus pellizcando sus pezones suavemente con la yema de sus dedos. Sentí como me entraba la verga, me estaba gustando pero de pronto sentí un dolor punzante que me hizo cerrar los ojos con fuerza y apretar las mandíbulas, mi hermano se detuvo, se dio cuenta de que su verga era muy gruesa para mi culito, esperó un poco y arremetió nuevamente, el dolor se convirtió en placer y comencé a disfrutar mi cogida, mi hermano tomó mi verga y me masturbaba, en esa posición yo podía verle su cara, su cuerpo encima de mí y su mano masturbándome, también a mi esposa que se había acercado para ver de cerca mientras con una mano me tomaba d la mano sin dejar de acariciarse ella misma con la otra, sentía la masturbada más rica de parte de mi hermano, mientras me metía su verga por el culo.

Aquellos momentos son imborrables de mi memoria, no había imaginado aquellas sensaciones nunca, mi hermano me cogía suavemente, creo que con más suavidad que cuando se cogió a mi esposa por su culito. Así, con ese ritmo suave, comenzó a levantar su cara hacia arriba como señal de que estaba próximo a eyacular dentro de mí, yo tomé mi verga y me masturbé con cierta rapidez para eyacular, ya que he sabido que cuando el pasivo lo hace, aprieta su culo tan fuerte, que las sensaciones en el activo son indescriptibles y yo quería regalarle eso a mi hermanito.

Terminé encima de mi vientre, mientras lo hacía, pude sentir como le apretaba la verga a mi hermano con mi culo y al mismo tiempo lo miré a la cara, estaba descargando sus chorros de leche en mi interior, se inclinó sobre mi y me besó intensamente en la boca, yo le respondí mientras mi esposa me apretaba mi mano con fuerza, se retiró mi hermano, no sin antes echar un vistazo a mi culito desflorado bien abierto a causa de la gruesa verga que acababa de salir. Me levanté con mi culito algo adolorido pero contento, mi esposa me abrazó y me dijo: “De aquí en adelante espero que no me dejen de lado ustedes dos”. Mi hermano le contestó: “Aquí tú eres la principal, la que nos une, lo demás es diversión, ¿no es así Héctor?”, “¡Claro!”, respondí.

En seguida después de un descanso, mi hermano se acostó con mi esposa mientras yo los observé y esperé mi turno para poderla satisfacer, por lo pronto, ella se llevó cuatro descargas de leche en su panochita y otra en su culito, con esa dotación de leche quedó satisfecha; por el momento.

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