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Carretera infernal

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Imaginen una de esas carreteras de pelicula norteamericana, una interminable cinta de asfalto que surcaba el desierto de Arizona. En pleno verano, con un cielo azul sin nubes y todo arena, cactus y rocas. Mi nombre es Maricruz, y mientras estudiaba tercero de medicina habìa intimado con un estudiante norteamericano que habìa decidido estudiar un año fuera de casa. Con todo el rollo de la guerra de Iraq y tal mucha gente le hizo el vacìo, pero como nos tocò juntos en algunas pràcticas comenzamos a conocernos. Resultò ser un chico encantador y sensible, se llamaba Marc y no era el americano paleto y cerrado que tanto asquito suele dar, sino un tipo de lo mas abierto e interesante. Y guapo. Asi que ocurriò lo que suele ocurrir cuando tienes 21 años, y para Navidad ya nos habìamos liado a base de bien. Yo por aquel entonces era bastante despreocupada, mi familia tenìa el dinero sobrado para poder vivir sin apreturas mientras estudiaba, no me costaba un esfuerzo demasiado grande sacar notable de media, y a nivel fìsico las cosas tampoco me iban nada mal.

Al contrario de la mayorìa de las españolas soy rubia natural, y no he tenido problemas a la hora de gustar a los hombres. Con 1.75 de altura y fan del aerobic, cuidarme ha sido un placer, no un sacrificio. Entonces llevaba el pelo largo sujeto con una cola de caballo, y segùn Marc tenìa toda la pinta de "pijita" que podìa desear un hombre. Ojos azules, cuerpo bien torneado, dientes blancos de sonrisa encandiladora... Tampoco me importaba vestirme de un modo que dejase ver o intuir mis encantos. Y desde que dos años atras me habìa operado el pecho durante el verano para aunmentar un par de tallas de suje, me sentìa tan a gusto con mi cuerpo que la ropa ajustada constituìa la mayor parte de mi vestuario.

Y vestir ligerita en el verano de Arizona es lo mas natural del mundo. Se podìan freir huevos sobre la chapa del vehìculo, un Cadillac restaurado de los 70. Ese dia que jamàs podrè olvidar vestìa unos tejanos ajustados, una camiseta roja de tiras y sandalias de suela de esparto. Estabamos dando un tour en coche por el sur de los USA, antes de llegar a California y conocer a su familia. Y allì, en medio de ninguna parte, sufrimos un reventòn en una rueda, y nos salimos de la carretera. Fue un buen susto, pero el coche sufriò algunos daños, y nos ibamos a pasar allì un rato. No habìa cobertura, pero Marc era un manitas con los coches, tenìa herramientas, y no nos faltaba un bidòn con agua y una neverita con refrescos. Asì que mi chico colocò una manta sobre unos cactus para que disfrutase de sombra, y se puso a trabajar en la rueda. Me encantaba verle, sentada bebiendo mi coke ligera. Morenos, musculoso, seguro de sus conocimientos. Marcaba a traves de la camiseta sudada, y me entretuve pensando en lo que le iba a hacer como recompensa cuando arreglase esa rueda. No pensaba que nadie fuese a pasar por allì, asi que coloquè a mi lado un reproductor CD portatil muy potente, puse mùsica de Pearl Jam a toda pastilla, y cada vez que Marc me miraba le hacìa insinuaciones obscenas... cosas como acariciarme los muslos sobre los tejanos, subirme parcialmente la camiseta o lamer la lata de mi refresco. Era joven, era inocente, estaba enamorada. Gruñendo, Marc se colocò debajo del coche para revisarlo antes de partir, tras cambiar el neumàtico. Yo querìa darle una sorpresa y me apetecìa echar un polvo a la sombra de esos cactus, asì que sin me quitè la camiseta y el sujetador sin dejar de mirarle ni por un segundo, relamiendome al pensar la cara que pondrìa cuando me viese asì. No desviè los ojos de èl, la mùsica sonaba como en una discoteca a las tres de la mañana. Esa fue nuestra perdiciòn.

Mientras Marc estaba debajo del coche, escuchè algo por encima de la mùsica. Girè la cabeza... y alli estaban. Una docena de motoristas, la clàsica estampa de los pandilleros motorizados melenudos y llenos de tatuajes, conduciendo Harley Davidson trucadas, y aspecto de haber salido de una penitenciarìa de seguridad. Yo les vi... y ellos me vieron. Una mujer joven y bella, con el pecho al aire, sentada en plan sexy al lado de la carretera. Tenìa un pecho digno de un poster de revista para hombres, morenito y sin marcas, de grandes aureolas, y de talla 100. No se lo pensaron demasiado. Salieron de la carretera y se colocaron a nuestro alrededor. Marc escuchò los motores pese a la mùsica, y saliò de debajo del coche. Si yo creìa tener motivo para estar asustada, el ver su cara solo aumentó mis temores. Desconectè la mùsica a la vez que volvìa a ponerme la camiseta con apresuramiento, tanto que se me enredò y tarde unos segundos en taparme. No perdì tiempo en colocarme primero el sujetador, que quedò junto a mì sobre la arena. Apagaron los motores y comenzaron a silbarme, a pedirme que no me vistiese, que les gustaba verme asi... Yo creìa morirme de miedo y verguenza... ¿pero como se me habìa ocurrido ponerme en top less en ese lugar de mierda?. No habìa ni un alma en muuuchos kilòmetros. Excepto esa docena de energumenos. Me silbaban y hacìan gestos obscenos, pero no se si la cosa se habrìa quedado en eso de no haber hecho Marc lo que hizo. Como todos estaban pendientes de mi, sacò de la guantera del coche una pistola, y dando un tiro al aire llamò su atenciòn.

No se que dijo exactamente... algo asì como que el espectàculo habìa continuado y que ya podìan largarse. Tenìa miedo por mi... pero no creo que actuase muy inteligentemente. Eran doce, nos rodeaban, y Marc no tenìa ojos en la nuca. Mientras los motoristas se cabreaban de que les cortasen el rollo, les amenazasen con un arma, y encima les diesen ordenes, el que estaba tras Marc actuò ràpido como una serpiente. Sacò una navaja, la lanzò y esta se clavò en el hombro derecho de mi chico. Diò un grito de sorpresa y dolor, dejando caer la pistola al suelo... en un momento estaban encima suyo, moliendolo a patadas y puñetazos. Yo chille que le dejasen en paz y trate de llegar a èl... solo para ser detenida por su jefe. No recuerdo que dijo Marc... pero nunca podrè olvidar las palabras de ese canalla.

"No sois nada educados, nena. Primero nos provocas enseñando esas tetas tan bonitas y desarrolladas, y luego te escandalizas porque te miremos. Eso ya jode, pero que tu amiguito nos amenace con esa mierda de pipa eso ya es insultar. Y no nos gusta que nos insulten. ¿Sabes?". Yo tratè de disculparme, de congraciarme con el... mientras la paliza continuaba. Se que lloraba, y le supliquè que nos dejasen en paz. Lo tenìa tan cerca de mi... era un tipo alto y rudo, que olìa a cuero, sudor y aceite de motos. Estaba sudado y olìa como un cerdo bajo esa ropa de cuero que llevaba. Y estaba empalmado... se notaba. Mandò detener la paliza, y tomandome de la barbilla me dijo que debìamos pagar un precio justo por haberles ofendido de esa manera. Me dijo que si se la chupaba a TODOS quedariamos en paz y seguirian su camino... incluso le echarìan un vistazo al coche. Si se encuentran en una situaciòn asì, procuren mantener la cabeza frìa. No hagan lo que yo hice. Le escupì en la cara llamandole puerco. Su reacciòn fue darme un bofetòn que me tirò sobre la arena del desierto. Musitò un "tu te lo has buscado solita, zorra calientapollas", y lanzò un aullido salvaje.

Un aullido que fue respondido por sus compinches, que le imitaron alzando los brazos. Podrìan haber sido vikingos de hacìa mil años, saqueando y aprestandose a la violaciòn. Cuatro de ellos se dedicaròn al coche. Abrieron nuestras maletas, se apropiaron de todo lo que tenìa valor, y se pelearon por mi ropa interior, mientras abrìan las latas de cerveza que llevabamos en la nevera portatil. El jefe se acercò a mì, y me obligò a ponerme de pie, mientras me retorcìa un brazo dolorosamente en la espalda, tanto que si me movìa lo mas mìnimo sentìa que me lo arrancaba. Susurrò que ese truquito lo habìa aprendido de los polis. Asì tuve que mirar como dos de ellos colocaban una lona sobre otros cactus cercanos a mi refugio, mientras el resto se dedicaba a Marc. El tipo me explicò deleitandose que bastantes de sus muchachos se habìan pasado tanto tiempo en el talego que preferìan un culito fresco de un morenazo como Marc a un chochito tetòn... pero que ese no era su caso. Mientras miraba, con su mano libre me estrujaba las tetas con verdadera ansia. Yo notaba su polla contra mi trasero, y no era pequeña, no. Estaba aterrada mas allà de lo descriptible.

Veìa a Marc, apaleado, como era desnudado entre todos con el ansia con el que una jauria de hienas se lanzan sobre la carroña. Lo timbaron boca abajo a la sombra. El lloraba y les pedìa que eso no... que podrìa pagarles pero que eso no. El estaba aun mas aterrado que yo. Le abrieron las piernas y comenzaron a valorar si era virgen o no, intentando meter un dedo en su ano. Marc aullaba, y entre risas decìan que si, que nunca le habìan empujado la mierda... En ese momento su jefe me susurrò a la oreja; "ahora vas a ver con que clase de mierdecilla de niño rico te has juntado, nena". Nos acercamos a el, y con tono autoritorio les mandò que se esperasen. Se detuvieron contrariados, y hablò. "Mi nombre es Scorpio, montòn de mierda. Ahora te vamos a dar por culo hasta que sangres y tengas que llevar una compresa en el puto culo el resto de tu triste vida. Eso a menos que nos digas que se lo hagamos a tu chica. Tu diras...". Yo le mirè horrorizada mientras chillaba que le dejasen en paz, que me lo hiciesen a mi, todo lo que quisieran. Lloraba y aullaba a la vez, para deleite de sus captores. Les berreaba que yo era una zorra facilona de España, que me habìa traido para echarme unos polvos fàciles y que tenìa el demonio de follar dentro, que hacìa de todo... ". El muy cabròn, presa del pànico o no, solo querìa salvar su culo. Me echaba a esos indeseables para salvarse él. En ese momento le odiè tanto como a los motoristas... ¿ cuanto de lo que decìa lo pensaba de verdad?. Scopio escupiò sobre mi ex-novio, hablandole con desprecio. "Para los niño como tu somos escoria, pero nosotros respetamos a nuestras chavalas, y las protegemos si la cosa se pone chunga. Aunque nos partan el culo, so cabròn. Y eso creo que a ti te va a gustar. ¡Venga, dadle a esa zorra un poco de lo que siempre ha querido!."

Por mucho que despreciase a Mark, lo que le hicieron no tenìa nombre. Bueno, si, en realidad es algo que lo tiene desde antiguo. Se llama violaciòn anal en grupo. Todo el proceso debiò durar como un par de horas... mientras lo sodomizaron como unas diez veces. Scorpio me sujetò mientras se lo hacìan la primera vez, obligandome a mirar su cara, como chillaba... le tuvieron que dar algo de aceite como lubricante, y aun asì chillò como un cerdo degollado. Y no de humillaciòn... sino de puro dolor. Yo solo pensaba...cuando acaben con el vas tu, chica... y no va a ser mas facil para ti que para ese cobarde de mierda. Scorpio se entretenìa oliendome el pelo, me acariciaba sobre la ropa, ya no con el ansia de antes. Seguìa empalmado, pero algo habìa cambiado en el. Era un hombre calculador, que sabìa lo que querìa. Inteligente, mucho para ser un motorista. "Mira que has tenido mala suerte con un mierdecilla como ese... ¿Asi que española"?. Se que una de mis abuelas era mexicana, una mujer pobre pero bonita, que vino al norte en busca de una vida mejor...". Iba aflojando su presa, aunque no la soltase del todo. Yo no me movì, no me resistì, no dije nada. "Tu puede que no te lo creas, pero lo que te dije antes es verdad. Verte las tetas me ha puesto a mil... deseo jugar con ellas, poner mi polla entre esas tetas divinas que gastas, que me pajees con ella y correrme en tu boquita. Conozco a las mujeres, y me he acostado con muchas zorras. Tu no eres de esas... yo dirìa que eres una de esas niñas consentidas de universidad que se creen que la mierda de pollas como la de ese afeminado de tu novio en una buena tranca. Llevamos algo de prisa y no podemos pararnos demasiado tiempo. Si eres una buena chiquitilla y haces lo que se te dice, no lo pasaras mal con nosotros. No quiero problemas con los tios del FBI si tu nos denuncias ante la poli y la embajada... por violarte. Les jode que nosotros jodamos a los turistas...jeje".

Bueno, asi estaban las cosas... y mirando por lo que estaba pasando Marc yo estaba mucho màs dispuesta a colaborar, como se pueden imaginar. Asentì despacio, y sin esperar a que siguiese hablando intentè zafarme muy lentamente de su mano de hierro. Scorpio me soltò, y girandome hacia êl me quite la camiseta del modo màs sensual del que fui capaz. El tipo solo tenìa ojos para mi pecho, y escuchè unos cuantos silbidos. Me tumbè de espaldas a la sombra de una de las mantas, viendo como se quitaba los pantalones de cuero y la ropa interior, enseñando su miembro viril, sonriente. Estaba bien dotado, sin ser nada monstruoso. Pero eso no tenìa ninguna importancia. Se colocò sobre mì, con las piernas a ambos lados de mi cuerpo, y bajò... Yo sujetaba mis tetas con las manos, apretandolas, masajeando la cosa que se habìa colocado sobre ellas. Scorpio mostraba su goce con profundos gemidos, y sus manos se unieron a las mias en el proceso de masajearme el pecho para estimularle. Verdaderamente estaba necesitado de alivio, ya que pronto comencè a notar como palpitaba y goteaba. Su punta estaba cerca de mi cara y boca, y temerosa de defraudarle abrì la boca, para recibir en ella su lechada. Scorpio se quedò sobre mi mientras se abalandaba, y con un "Gouuu" se me quitò de encima. Diò instrucciones para que me usasen solo del modo que habìa hecho èl, mientras se apropiaba de la ùltima de las cervezas que llevabamos en la nevera portatil. Creo que fueron otros cuatro hombres los que pasaron por mis senos, no puedo recordarlo con exactitud. Ustedes se preguntaràn si me excite en el proceso... en otras circunstancia asì habrìa sido, pero en esos momentos tenìa demansiado miedo a lo que me podrìa pasar, pensaba que si me permitìa excitarme ellos lo notarìan y serìa peor. Ademàs, mientras tanto escuchaba los gritos y lloros de mi ex. Su posiciòn era infinitamente peor que la mìa.

Cuando todo terminò, Scorpio les chillò que ya iban con demasiado retraso. Montaron en sus motos, y nos dejaron tras despedirse de mi, y orinar encima de Marc. Cuando desaparecieron tras el horizonte, ne limpiè el semen reseco de mi torso lo mejor que pude, vistiendome a continuaciòn. Marc no se movìa, traumatizado. Comprobè el coche... tenìa las llaves puestas y estaba en perfecto uso. Dejando a ese cabròn cobarde al que habìa amado tirado en la cuneta, gimoteando que no le abandonase, enfilè la direcciòn contraria por la que habìan desaparecido esos bestias motoriza-

dos. Para mì, las vacaciones habìan acabado. Nunca volverìa, y nadie tenìa poruqe saber lo que me habìa ocurrido. ¿Que fue de Marc?. No lo se seguro.. apareciò en su casa unos dias màs tarde. Espero que cayese en manos de un camionero de lo màs sadico, y le cobrase un alto precio por llevarle a una ciudad.

Y de confesar que, algunas noches, pienso en Scorpio, digno a la manera de un vikingo indòmito, con honor a su manera, y de si en otras circunstancias hubiese subido tras el a su moto con gusto, abrazada con fuerza a èl mientras nos perdìamos hacia el poniente.

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