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La mujer de todos 7

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La historia continua.

 

Mamá llego muy cansada, tomo un baño y se preparó para ir a la cama, Juan mi hermano, aun no llegaba, empezaba a preocuparme su tardanza, al dar las once de la noche ya no hice esperar a mi madre que del interior del cuarto me llamaba, nada más entre y apago la luz de la mesa, me quite el vestido y no alcanzo a mirar que no llevaba calzones, me recosté sin taparme el cuerpo y sin querer me dormí, soñaba en los momentos que había pasado esa misma mañana con mi hermano Pedro y dormida mi entrepierna se mojaba.

Desperté sobresaltada pues alguien tiraba de mi brazo, en la penumbra alcance a ver a Juan que insistía en jalarme, de inmediato percibí su aliento alcohólico, para no causar ruidos, me pare y salí de la cama, Juan me apretaba con rudeza, salimos a la cocina pude ver con claridad que solo estaba en calzoncillos ya que la luz de la luna pasaba iluminando todo el espacio.

Me empujo contra la mesa y me levanto los brazos quitándome la camiseta que me cubría, de inmediato empezó a chupar y morder mis pezones mientras su mano llego a mi vagina que encontró húmeda y receptiva, beso mi cuello, dos dedos de su mano ya estaban dentro de mí y él los jugaba abriendo y cerrando, buscando localizar mi punto de placer.

-Sé que me esperabas, dijo, te guarde un poco de mi leche, quiero dártela ahora,..

Acompaño su decir con la acción y retiro sus dedos solo para substituirlos por su enorme pene que ya golpeaba mi clítoris, estaba sorprendida, tenía un gran temor de despertar a mi madre y por otro lado, mi cachondez me tenía al máximo, entre el sueño y sus acciones yo temblaba por mis orgasmos que empezaban a encadenarse, en su primer golpe me levanto para después dejarme caer sobre la mesa, levanto mis piernas cuando su pene empezó el movimiento de dentro hacia afuera, yo hubiera querido que lo hiciera lento y suave pero él prefirió la violencia y la rapidez.

Toda la longitud de su pene entraba y salía de mi a gran velocidad, me sentía llena y como clavada a la mesa, veía mi vientre moverse como resultado de las penetraciones tan profundas que me estaba realizando, mi vagina producía líquidos que yo sentía correr a mi trasero y salpicar a mis muslos, me costaba trabajo no gemir y gritar el placer que recibía, Juan subió las piernas a sus hombros y pudo desplazarse con más velocidad, yo gozaba intensamente, como si fuera un juguete, me volteo solo para de inmediato penetrarme por detrás, bajo su mano y me acariciaba con intensidad mi clítoris, los golpeteos de su cuerpo contra mis nalgas, sonaban rítmicamente, volví a pensar en qué pasaría si mi madre despertaba, pero en un momento pensé en Pedro, como iba a reaccionar si se enteraba o nos veía, acalle más mis gemidos y me concentre en apretar mi vagina para que Juan gozara, de repente se quedó quieto, saco su pene y me obligo a arrodillarme, sin decir una palabra, jalo mi cabeza hacia su pene, con la boca bien abierta le di paso a su gran cabeza, pase mi lengua alrededor y recogí mis propios jugos junto con su lubricación natural, creí descubrir otros sabores pero olvide de inmediato la sensación por apresurarme en complacerlo, apreté los labios y succione, tener la boca tan abierta y con penetraciones profundas, me producía arcadas y lágrimas en los ojos, cuando Juan vio esto, se inclinó y me levanto, me apretó a su pecho mientras me susurro al oído: -¡Perdóname Chiquilla!, Perdóname, ¿Te hice daño? ¿Te lastime? Me separe de él, le hice la señal de silencio sobre mis labios, empecé a ponerme en cuatro y jalando su pene lo lleve a que me penetrara.

Que enorme gozo, siempre la penetración trasera hace que las sensaciones se multipliquen, la vagina al flexionarse, obliga al pene a viajar tocando puntos diferentes, ahora imagina, un enorme pene y de muy buen diámetro, las sensaciones se escalan más veces, goce y goce cuando cada uno de los pliegues de mi vagina se estiro para alojarlo, parecía que una fuente se me derramaba en mi interior, lubrique para facilitar sus movimientos de pistón, arremetió con más ímpetu y comenzó a pasar un dedo por el aro de mi culo, escupió en él y lo metía y sacaba a diferente ritmo de sus embates con el pene, todas las sensaciones me desbordaban, estaba dispuesta a gritar mis orgasmos cuando de repente lo sentí crecer dentro de mí al tiempo que de un golpe llego lo más profundo que pudo, el limite era mi cuerpo y el suyo, me jalo por las caderas como para no poder separarnos, cuatro, cinco, seis chorros de su leche golpearon en el fondo de mi vagina, sentí los espasmos de su pene que de inmediato, para mi sorpresa, empezó a menguar en tamaño.

Al salir, mucho de su leche empapo mis muslos, me arrodille y busque chupar su pene, no me lo permitió, se inclinó y pellizco los senos, -¡Ya vete a dormir, chiquilla! ¡Muchas Gracias! ¡Eres la Única que se lo come entero! Apretó entre sus manos el pene y se metió a su cuarto.

Desnuda como estaba entre al baño a enjuagarme, los líquidos escurrían por mis muslos, tome con mis dedos un poco de ellos y los lamí gustosa, fui a la cama eran cerca de las tres de la mañana, solo tendría tres horas más de sueño. Dormí de inmediato y sonreí al recordar que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, ahora tenía la casi certeza de saber que era yo privilegiada al poder aguantar entera la enorme herramienta de mi hermano.

Mi madre me despertó, sacudiéndome del brazo, me sobresalte pensando que podía ser nuevamente Juan y no sé qué cara habré puesto que ella me dijo: ¡Cálmate, mijita, tranquila, ya se hiso tarde!

Me vestí, cuando mi madre salió del cuarto, me puse calzones, nos pusimos a trabajar y como a las diez de la mañana teníamos listos los lonches para los muchachos, decidió que fuéramos juntas y salimos, en el camino, me dijo que ella le llevaría a Juan y que yo le llevara a Pedro, sonreí en mi interior y camine más rápido para llegar con él.

Pedro estaba con el tractor a un lado del camino pegado casi a un árbol, nada más verlo, me produjo un estremecimiento, a pesar del episodio con Juan, aún estaba en mi memoria la memorable noche que habíamos pasado y la maravilla de sensaciones que ambos nos habíamos dado, me abrazo y beso, yo me apreté a él y le ofrecí todo mi cuerpo, casi de inmediato sentí crecer su erección entre nuestros cuerpos.

-Chiquilla, chiquilla, me dijo, como voy a extrañar tenerte ahora que nuestra madre ha regresado, no sé cómo le vamos a hacer, ¡Necesito tenerte!

Tómame ahora, le conteste, bajando mi mano para acariciar su majestuoso pene que ya inflamaba su pantalón, presione insistentemente y deslice mi mano por la cintura de su pantalón hasta que lo atrape, por su parte sus manos, me estaban subiendo el vestido y acariciaban mis nalgas, me separe lo necesario solo para retirar mis calzones, su mano llego de inmediato para acariciar mi clítoris que salía desafiante entre mis labios, movió sus dedos en círculos y aprovecho la humedad de mi vagina para meter un dedo y luego dos, comenzó sus movimientos de dentro afuera como si fuera su pene , goce, nuestras bocas estaban ocupadas dando lugar a nuestras lenguas que intercambiaban salivas, me recargo en el árbol, levante una pierna y la pase por detrás de su trasero, el maniobro para sacar su pene y clavármelo de un solo envite, volví a gozar, nuevamente estaba recibiendo placer superlativo al sentirlo recorrer lentamente mi húmeda vagina, por la posición, el roce era diferente, quería sentirlo más y más adentro así que subí mi otra pierna y la hice nudo a su cintura, gemí anunciando mi nuevo orgasmo y me dispuse a ofrecerme plenamente, lo estábamos haciendo a pleno día y podía ver el hermoso brillo que tenían sus ojos, bajo el escote de mi vestido solo para que su boca alcanzara mis senos, lamia y chupaba como para distraerse de los movimientos acelerados con que su pene me provocaba, por si fuera poco con una de sus manos, comenzó la presión en mi ano que palpitante, atrapo uno de sus dedos, ¡que placer y que locura!.

No sé cuánto tiempo estuvo dentro de mí, perdí la cuenta de los orgasmos recibidos, el sudando por el esfuerzo de cargarme, me separo del árbol y me tiro al piso sin salir de mi hendidura, ya en el suelo, subí mis piernas a sus hombros para hacer la penetración más profunda, así pude apretar mi vagina justo donde el necesitaba para gozar, encadene más orgasmos y nuevamente estalle cuando recibí su descarga, seis potentes chorros de su leche chocaron con las paredes de mi vagina, se dejó caer sobre mi cuerpo hasta que su respiración se normalizo, yo sentía correr sus jugos y los míos entre mis nalgas, me zafé y busque su pene para lamerlo y relamerlo, ¡cómo me gustaba el sabor combinado que su herramienta me ofrecía!.

-Para me dijo, no te dejare ir si continúas haciendo eso, mi boca succionaba queriendo extraer hasta lo último de su leche, a regañadientes, lo deje ir de mi boca, se acomodó la ropa y me dijo: ¡Ahora soy yo el que tiene hambre!

Mientras Pedro comía, le comente lo que había pasado con Juan por la noche, omití lo de la violencia inicial, primero puso cara de enfado y luego sonrió diciendo: Tu hermanito, no tiene llenadero, me conto que lo había hecho tres veces, pero no me dijo que la última fuera contigo, debe haber estado borracho, ¡Imagínate! Que hubiera pasado si los sorprende nuestra madre.

Quedamos tranquilamente en que nos seguiríamos viendo cuando le trajera la comida y me dijo que diariamente cambiaríamos el lugar de nuestros encuentros, me puse mis calzones y regrese a casa, en el camino algunos de nuestros líquidos se escapaban por el interior de mis muslos.

Me sorprendió mucho encontrar la camioneta de mi tío, estacionada frente a la casa, en el interior lo encontré platicando con mi madre, había venido para ponerse de acuerdo con ella que tenía que estar en Loreto el día siguiente, se despidieron y mi tío aprovecho para darme un beso en la mejilla diciéndome que yo también los acompañaría.

Mi madre me platico, la razón del precipitado viaje, a final de cuentas, había que hacer algunos trámites con relación a los envíos de dinero de mi padre y era necesaria la visita al notario para arreglar los papeles de unas tierras. Salimos a las seis de la mañana y a las ocho de la mañana ya estábamos en Loreto, mi madre fue con mi tía al banco mientras que mi tío me llevo con él al notario, no se me ocupo para nada y de repente, mi tío me dijo que me invitaba a lonchar, para después reunirnos con mi madre.

Fuimos a un Restaurante muy elegante en la salida para Aguascalientes que está dentro de un Motel, la verdad me sentía un poco cohibida por lo simple de mi vestido y así se lo hice saber a mi tío, me dijo que no me sintiera mal, que todo lo compensaba con mi belleza, no recuerdo lo que pedí, pero el mesero muy solicito se apresuró a traer mi orden y la de mi tío, al atendernos, podía sentir su mirada sobre el escote de mi vestido que permitía ver el canalillo de mis senos así como el volumen de los mismos, yo me sentía un tanto incomoda pero mi tío se encargó de que este momento pasara cuando empezó a decirme cosas galantes y a insistirme en lo maravilloso que había sido el encuentro que paso junto a mí y que se sentía deseoso de poder repetir todo lo vivido, me dijo que había gozado al penetrarme y al chuparme, sin quererlo comencé a humedecerme aunque yo lo que recordé fueron los últimos encuentros con Juan y Pedro mis hermanos, que en la noche solo habían pasado a mi cama solo para acariciarme y aunque había gozado sus dedeadas, no había habido penetración ni sexo oral, por lo que mi estado de excitación se empezó a hacer evidente por la cantidad de humedad que bajaba a mi entrepierna.

En un momento, mi tío alcanzo mis piernas con su mano y subió por ellas hasta llegar a tocarme sobre mi pantaleta que ya estaba húmeda.

-¡Hay mijita! Siempre esta lista, dime que me extrañas un poquito y que quieres volver a estar conmigo. ¡Dime que sí! Y ahorita mismo lo arreglamos.

No supe bien que contestar, los colores subieron a mis mejillas y pensaba que todos en el salón habían visto sus maniobras.

Tal vez interpretando mi turbación con aceptación, mi tío llamo al mesero y le dijo que quería que los pasteles y el café los tomaríamos en nuestra habitación, tomándome de la mano me dijo: -Vente mijita, vamos a terminar nuestra plática en el cuarto.

Subimos hasta el tercer piso del Motel, el cuarto era más grande que el que tenía en casa junto con mi madre, al centro una cama del doble de tamaño de la mía, en tres de las paredes, había espejos de piso a casi el techo, en el otro lado había una puerta con balcón que permitía ver una alberca y los jardines que rodeaban el motel, la luz natural más la propia de la habitación hacían que todo se viera perfectamente colorido.

Una pequeña puerta, conducía a un amplio baño que tenía una gran tina redonda, viendo todo con cara de sorpresa, mientras mi tío sonreía y empezaba a quitarse su camisa.

-Ándale mijita, ¿qué quieres primero? ¿Bañarte o Desnudarte y sudar conmigo?

Me bañe en la mañana, antes de salir tío, conteste, por lo que se acercó y me abrazo, su boca busco mi cuello y la parte de atrás de mis orejas, de inmediato los pelillos de mi piel se erizaron y mis humedades reanudaron su recorrido. Intento bajar mi vestido y no pudo, yo accione lo necesario para dejarlo caer por mi cintura hasta mis pies, me estremecí al ver mi imagen reflejada, gire mi cabeza para mirarme en los tres espejos, con tanta luz me sentí sorprendida del volumen que tenían mis senos y del color que se reflejaban, de inmediato mi tío se inclinó a chupar y lamer mis pezones, sus manos fueron a mi trasero y me apretó contra el al momento que se sentaba en la cama.

-¡Quítate todo mijita! Te quiero toda encueradita, anda mijita, dijo mi tío, empezando a quitarse los pantalones con todo y su ropa interior.

Me quite mis pantaletas y al hacerlo empuje con mis pies los zapatos, la sensación de pisar sobre la alfombra, fue maravillosa, como pisar una nube, así me sentí y me corrió un escalofrió de placer al ver reflejadas mis redondas nalgas y el pequeño triangulo de pelo que difuminaba mi entrepierna que empezaba a brillar por la humedad que contenía.

-¡Ándale mijita! ¡Déjame comerte! Dijo mi tío al tiempo que me jalaba a la cama y recargaba su cara entre mis senos, gire sobre él y quede acostada en medio de la gran cama, mi tío empujo mis piernas a los lados abriendo por completo el acceso a mí ya encharcada vagina.

Que cara puso mi tío, se relamió los labios y con los ojos chispeantes se acercó empezando a lamer con delicadeza mis labios mayores y menores, su lengua recorría lentamente desde el perineo hasta la unión de los labios descubriendo mi clítoris con el movimiento ascendente, que deliciosa sensación proporciona el ser lamida de esa forma, a cada recorrido su lengua se encontraba con un clítoris más grande y más duro, mi vagina parecía de gelatina, vibraba y se estremecía por ella sola, se convertía en agua a cada toque suyo.

-¡Eres pura miel! ¡Estas riquísima! Me puedo quedar así contigo toda la vida, mijita.

Sus lengüetadas, aceleraron su frecuencia y profundidad, mucho de mis jugos resbalaban a mi trasero y con un dedo empezó a pasarlas por la oquedad de mi culo.

Parecía que no se cansaba de lamer y beber mis jugos, mis orgasmos se encadenaban y mis movimientos pélvicos, hacían que su cabeza se moviera persiguiendo mi vagina, sentí como deslizo dos dedos dentro y como empezó a girarlos en mi interior buscando la pequeña nuez de mi punto de placer más profundo, una vez que la localizo, se solazo en frotarla con intensidad acompañada de un movimiento de dentro hacia afuera, mis orgasmos se multiplicaron y por lo mismo mis jugos fluyeron con más intensidad, el temblor empezó a correr de mis talones hasta mis muslos, comenzaba a agotarme y no obstante seguía empujando mi pelvis contra su boca, apretó y chupo mi clítoris y efectuó un movimiento de succión que lo hizo crecer, no lo pude soportar y de mis labios escapo un gran gemido. Aquí, viví una gran experiencia, mucha luz, mucho color, voltee a los espejos y me vi mil veces reflejada, mi goce transfiguraba mi rostro, el sudor corría por todo mi cuerpo y mi tío quería bebérselo todo.

-¡Hay mijita, que ricura! Sabes mejor que nadie, sabes mejor que tu madre,..

Al decirme eso, empuje su cabeza separándolo más de su objetivo, no obstante su presión y mi deseo por seguir gozando, me obligaron a jalarle de las orejas y elevando mi pelvis para reanudar el contacto que me enloquecía. Después habría tiempo de aclarar su comentario.

Cuando se cansó de beber mis líquidos, levanto mis piernas al tiempo que se aproximó para penetrarme, se movió rápidamente y gimió al sentir la presión que mi vagina ejercía a lo largo de todo su pene, con movimientos lentos de afuera hacia dentro, se fue adueñando de mí que me ofrecía plenamente a sus ataques.

Se movió como demente arriba de mí, no sé por cuanto tiempo lo hiso pero a pesar de ser pequeña su herramienta, logro frotar mi pequeña nuez hasta el punto de hacer que yo pasara por un orgasmo continuo.

-¡Ya casi gozo mijita! Ya me estoy viniendo, ¡Hay mijita! ¡Eres lo máximo! Me aprietas riquísimo,…¡Toma mi leche!, ¡Tómala …!

Vibre y me estremecí acompañándolo en su goce, yo había gozado demasiado. Me sentía satisfecha, voltee a verme en los espejos, levante la mirada y descubrí que también había un espejo en el techo. Me sacudí al verme en una forma que nunca antes me había visto, las pequeñas nalgas de mi tío, aun se sacudían acompañando sus últimos espasmos de su gozada dentro de mí.

Una vez que dejo de temblar, se fue deslizando hacia abajo, no lo sentí salir, beso y lamio mis pezones, lamio mi costillar y dejó una huella de humedad en mi ombligo, se recostó sobre el triángulo de pelo que cubría mi pubis, luego siguió bajando hasta que nuevamente su lengua se fue adueñando de mi vagina, a lengüetadas lentas fue recogiendo sus jugos y los míos que se deslizaban hacia mi ano, levanto mis piernas para tener mejor acceso, su lengua vibraba cuando tocaba mi culo yo abría y cerraba los ojos para verme reflejada en el espejo, no resistí y me mire cuando en forma simultanea empecé a pellizcar y jalar mis pezones para hacer más excitante la experiencia.

No sé cuántos orgasmos más me provoco, estaba encadenando uno con otro, nunca me habían lamido tanto y tan bien, no cabe duda que mi tío era un experto del sexo oral, tal vez por lo menguado que era su pene. No obstante su gusto, se desprendió de mi vagina y se acostó de espaldas por lo que ahora pude apreciar en el espejo del techo, su figura completa, el me vio y nuestras miradas se cruzaron. Fue entonces que le dije: - Mire tío, acláreme lo de que mi sabor es mejor que el de mi madre,… haber, cuénteme, cuando y hace cuanto que la probo.

Por el espejo lo mire tragar saliva, titubeante me contesto: - Hace ya mucho tiempo de eso mijita, recién éramos novios, fue antes de que nos casáramos.

-Mira mijita, por esas fechas yo salía con tu madre y tu papa, salía con tu tía, íbamos a los bailes juntos para que nos dieran permiso, varias veces, tu madre y yo nos calentábamos tanto que nos dábamos placer solo con las manos, ella me la chaqueteaba y pues yo le metía un dedito, una de esas noches, pues yo me anime a chuparle su cosita y de ahí pa delante, cada vez que nos veíamos eso hacíamos.

-¿entonces, porque no te casaste con ella? Pregunte,

-Por tu padre y por tu tía, ellos también habían pasado de las caricias a los toqueteos hasta que una noche tu padre, no se aguantó y termino acostándose con tu tía, para ella fue una experiencia difícil y dolorosa, ya que tu padre tiene una verga casi de burro y pues tu tía quedo traumada, le platico a tu madre y ella quiso probar para ver si era cierto y pues ya ves, termino gustándole y pues se casó con tu padre; yo por mi lado tengo la verga más chica y a tu tía le sentó mejor y por eso nos complementamos, así dijo mi tío.

No supe que contestar, empecé a reflexionar al respecto y me dije que algún día tenía que verle al menos el pene a mi padre, sin saber que muy pronto tendría esa oportunidad así como de gozar con ella.

Mi tío volvió a lamerme haciendo correr mis líquidos, esta vez con desesperación me volteo colocándome en posición de perrito y me penetro, en esa postura su pene chico, me provocaba buenas sensaciones, goce y me estremecí varias veces y el termino dejándose caer en mi espalda, no sentí sus lechazos pero descubrí que sus restos bajaban con mis jugos por mi entrepierna.

 

Nos bañamos juntos en esa gran tina y jugando mi tío buscaba tocarme con sus dedos a cada momento mientras que con su boca se prendía a mis senos chupando mis pezones al tiempo que pellizcaba mis nalgas; el tiempo paso y me dijo que debíamos marcharnos, me regalo un perfume antes de llegar a la casa de ellos, ahí me dijo mi madre que tenía que regresar sola a atender a mis hermanos y que ella llegaría a casa hasta el viernes, eso nos daba nuevamente la oportunidad de pasar tres noches juntos a Juan, a Pedro y a mí, me estremecí de placer anticipado de pensar en las posibles combinaciones que podríamos probar en esos días.

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