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El cálido viento del Este 06: Malder otra vez

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El beso duró un minuto, menos de un minuto, sería incapaz de desgranar todas las sensaciones que pasaron por mi mente, por mi cuerpo, en ese escaso minuto, todas las sensaciones placenteras del mundo y el vacio más absoluto.

Yo no me hubiera separado, hubiera continuado uniendo nuestros labios una eternidad, él se retiró unos centímetros para mirarme fijo a los ojos, los suyos estaban muy abiertos por la sorpresa, asustados, su respiración agitada salía de su boca y se estrellaba en la mía con violencia.

-¿Por qué has hecho esto?, ¿por qué me has besado?  -podía haberle dicho que era por la necesidad que sentía de él, de percibirle, de notarle, tampoco llegaba a tener las ideas más claras, ni yo mismo lo sabía, ni me entendía en ese momento.

-Me ha salido, sin sentido alguno, estabas tan enfadado, tú también me besaste el otro día, ¿recuerdas?  -no sabía que decir y de mi boca brotaban las palabras más tontas.

-Sí, te besé, tú no me has preguntado por qué lo hice.

-Ahora lo hago, ¿por qué me besaste tú?

-Para agradecerte que me fueras a buscar, que me sacaras de casa y no quería que te  enfadaras conmigo, ahora ya no tiene importancia.

Alberto se levanta,  va hacia la puerta y antes de abrirla se vuelve hacia mí.

-Anda ven, acompáñame a mi casa.  –sin esperar mi respuesta comienza a caminar. En el jardín habla algo con su madre y me señala con su mano, luego vuelve.

-Vamos sígueme.  -vuelve a caminar unos pasos por delante, sin volverse.

Llegamos ante su casa y pasamos al interior, prácticamente es como la mía o a mi me lo parece. Tira de mi mano cuando ve que me detengo, con su contacto me estremezco y le sigo.

Enciende la luz de una habitación, y en medio de ella hay un equipo de batería cuyos instrumentos metálicos relucen y deslumbran por su brillo. Deja de sujetar mi mano y toma asiento en la silla del intérprete.

Comienza su representación, aunque no entiendo mucho del tema, se que va cambiando de ritmos, pero que para mí no tienen sentido alguno.

-¿Qué te ha parecido?  -ante su pregunta me encojo de hombros.

-No he entendido nada, he oído diferentes ritmos, soy un poco torpe.  –sigo sin entender a donde me quiere llevar.

-Eso es lo que quería que oyeras, ritmos, la música sin ritmo no dice nada, y ahora…   -se levanta y va hacía una estantería y coge un reproductor de CDs.

-Ven, siéntate aquí.  –señala una silla a su lado, tomo asiento y coloca los auriculares en mis oidos, sus manos parecen acariciar mi rostro cuando lo toca.

-Ahora escucha y presta atención al ritmo de la batería.  –suena una canción que creo haber escuchado alguna vez, me gusta la canción y presto atención a la batería que se oye de fondo. Me encanta lo que escucho, es magnífico. Luego retira los auriculares.

-¿Qué te ha parecido?, ¿te has fijado en el sonido de la batería?  -me mira expectante, con sus zafiros muy abiertos y brillantes.

-Me ha parecido precioso todo ello y la batería se hace notar, de verdad ¿quién es?

-Un cantante que ya ha muerto. Elvis Presley y su canción, Suspicious Minds, pero es lo mismo, hasta en la música clásica la percusión es necesaria, ha existido siempre. Ahora escucha la canción entera.  –vuelve a colocar los earphones en mis oidos, mantiene sus manos apoyadas a ambos lados de mi cara y no sé lo que me gusta más, la canción o la suavidad y la calidez de sus manos, sigue el ritmo con sus dedos y noto como golpean en mi rostro, mueve también sus caderas al ritmo de la música.

Se retira y toma asiento en otra silla y me mira con fijeza.

-A ti que te gusta tanto Adele, vas a escuchar su canción One and Only de su disco Adele 21, fíjate hacia el primer tercio de la canción y cuando le hacen el coro.

Y así unas piezas y otras, me está enseñando a escuchar sonidos a los que nunca había prestado atención y las canciones parecen cobrar vida y se volvían más hermosas, movía su cuerpo con los distintos ritmos, haciendo gestos como pudieran hacerlos sus intérpretes. Hubiera querido pasarme la noche a su lado, pero llegaron sus padres de la barbacoa.

-Bueno chicos, es la hora de dormir, a no ser que quieras dormir aquí.  –su madre me mira amable al decir estas palabras que se que son una despedida diplomática y no una invitación para que me quede.

Alberto se pone en pié y se dirige a la puerta.

-Acompañaré a Iker hasta la puerta del jardín, enseguida vuelvo.  –llegamos ante la puerta y la abre, doy unos pasos y estoy fuera.

-Ha sido la clase sobre música más instructiva que he recibido, gracias Alberto.

-Gracias a ti por el beso, aunque no sepas el por qué me lo has dado.  –antes de que pueda contestar ha cerrado la puerta y cojeando se aleja por la vereda hacia la puerta de la casa.

Me siento alegre y triste a la vez y no me entiendo, ¿qué es lo que me está pasando?, nunca me he visto en este estado, el recuerdo de su roja boca al hablarme, el contraste con el blanco impoluto de sus dientes y el zafiro de sus ojos, el temblor de sus dedos en mi rostro, de repente una alegría exultante me invade y un segundo más tarde, una terrible opresión en mi pecho me lo aplasta.

La casa está en silencio, Laura y Asier están recogiendo la cocina, Idoia ya se ha marchado a la cama, voy a besarles para subir a mi habitación.

-Iker, ¿qué te sucede?, parece que andas en trance.  –Laura revuelve mi cabello.

-Mañana le espabilaré yo, vamos a subir el puerto y con la sudada de la subida se le quitará el sueño.  –Asier como siempre, pensando en espabilarme. Me despido de ellos y subo a mi habitación, al pasar por delante de la de Idoia veo una raya de luz que se escapa por la unión de la puerta con el suelo.

Elevo mi mano y con los nudillos golpeó suavemente en la puerta, oigo la voz de Idoia dando su permiso para que pase. Esta tumbada en su cama, como una bella princesa, reposando su espalda en el cabecero. Llego al lateral de la cama y después de mirarla un momento tomo asiento en el borde, apoyo mis codos en mis rodillas y sujeto mis manos una con la otra, tiemblan ligeramente.

-Os marchasteis hace mucho tiempo y desaparecisteis. –se calla, sus manos de largos y finos dedos descansan a  los costados de su cuerpo. Recojo su blanca mano con la mía, está muy fría a pesar del calor que hace, me la llevo a los labios. Tiene la mirada lánguida y creo que mira sin ver nada.

-Toca la batería sabes, y conoce mucho de música y es, es…  -dejo en suspenso la frase.

-Maravilloso.  –deja escapar un hondo suspiro. Se encuentran nuestros ojos. Veo entonces lo que siente, la princesa de la casa se ha enamorado, tiene el corazón herido y el causante es Alberto.

La doy un beso en la frente y hago que se tumbe recta, la cubro con la sábana, apago la luz de la lámpara y me marcho sin decir una palabra.

Tendido en mi cama escucho música, intento distinguir los distintos instrumentos como me enseñó Alberto, no es lo mismo hacerlo solo que estando con él y me llevo la mayor de las sorpresas, es la primea vez, que yo recuerde, en que no me apetezca hacerme una paja.

Aunque lo que acabo de descubrir de mi prima, sus sentimientos por Alberto, me vienen a la cabeza, los rechazo y los alejo de mi.

Al día siguiente Asier cumple su amenaza, me deslomo en la subida al puerto, quiere bajar por la otra vertiente y me niego en redondo, volverlo a subir otra vez es demasiado. Me convence cuando me dice que luego podemos volver por la carretera que bordea el río sin necesidad de volver a subirlo.

Después de ducharnos bajamos a la planta baja, regresan mama e Idoia para comer, les decimos que vamos a tomar un baño, cuando llegamos a la piscina casi todos se han marchado, quedan muy pocos bañistas, busco con mi mirada a Alberto y no le encuentro.

A la tarde le veo, sentado en su toalla sobre la hierba, está jugando con unos niños y me coloco un poco alejado de ellos, llega Idoia y se tiende a mi lado, estoy boca abajo mirando a Alberto como juega con los niños, Idoia toca mi espalda y giro la cabeza para mirarla.

-Es muy guapo, ¿verdad?  -ella sí que es guapa con esa mirada soñadora que tiene, se por quien lo dice y me hago el tonto.

-¿De quién hablas?

-De Alberto, ¿de quién si no?, ¿a ti no te lo parece?  -ahora mira al cielo y una dulce sonrisa ilumina su cara.

-Tú sabes de eso más que yo, si tú lo dices será cierto. ¿No te estarás enamorando?

-Sería lo mismo, no me hace caso, te presta más atención a ti que a mí, me gustaría que me hablara como lo hace contigo.

-Mira mi primita, antes era yo su amor y ahora me ha cambiado por otro.  –se lo digo y, aunque no lo parezca, con un cariño inmenso, el que ella me inspira

-No te burles Iker, no sé si me he enamorado como dices tú, pero me gusta muchísimo, cada día que le veo me gusta más.  –se pone roja

-Bueno, pues para que te haga caso, vamos a acercarnos y a hablar con él, o a jugar, a nadar compitiendo ni hablar, que es muy bueno y nos gana.  –vamos hacia él y nos sentamos a su lado y vemos como juega con los chavalitos, levanta su vista del juego y nos sonríe, al cabo de un tiempo los niños se cansan y marchan a jugar otros juegos, llegan algunos mayores que se unen al grupo.

Esa tarde marchan a sus lugares de trabajo todos los que han venido a pasar el fin de semana, Asier marcha también, volvemos a quedarnos solos, le vamos a despedir Idoia, mamá y yo, luego regresamos a la piscina.

La tarde languidece y parece triste, los que se quedan añoran a los que han marchado. Volvemos a quedar para ir al pueblo después de cenar, para pasar el rato y charlar.  Recogemos a Alberto y hacemos el camino, hablando de la gente que ha marchado, algunos amigos de otros años que no terminan de quedarse.

En los asientos, debajo de los castaños, se van formando corrillos y nos vamos intercambiando de unos grupos a otros, aunque no hay aún muchos veraneantes, entre todas las urbanizaciones formamos un grupo majo, numeroso.  Alguien pone su mano en mi hombro, me giro y me encuentro con Fidel, sonríe de oreja a oreja.

-Necesito hablar un momento contigo, sígueme.  –se aleja, le sigo con disimulo, entra en una callecilla estrecha que parece más un patio, tiene su furgoneta aparcada allí y ocupa todo el espacio. Llega detrás de la furgoneta y cuando la sobrepaso me atrapa, tira de mi brazo y me lleva hacia él, sujeta mi cuerpo contra el suyo, siento su aliento en mi cara.

-Me estas esquivando Iker, no has vuelto por la báscula, te esperaba, necesito tu culo ya.  –deja de hablar y me besa con ansia mordiendo mis labios con rabia.  Sujeta mi mano y la lleva a su entrepierna, tiene su verga que rompe el pantalón. Me llega su calor abrasador y comienzo a acariciársela; aunque parezca mentira se le pone más dura aún, abro mi boca para recibir su lengua que me invade y que me llena y después de un momento de besos y de jugar con su polla me va empujando de los hombros para que me arrodille ante ella.

-Aquí no, nos va a ver alguien.  –miro hacia la plaza mientras hablo.

-Por aquí no pasa nadie, mama que estoy que exploto.

Libero su verga que salta como un resorte y bajo de una vez toda su ropa hasta sus tobillos. Me hinco de rodillas y respiro con profundidad ese olor a macho que me vuelve loco, la sujeto con mi mano y paso la punta por mis labios, se embadurnan de su líquido viscoso que recojo con mi lengua. Recorro toda su longitud pasando mi lengua con suavidad, dejando mucha baba en ella, lo hago varias veces hasta meterme su capullo y degustarle en mi paladar, aprieto con mis labios debajo de su glande, como si mordiera, acaricio sus huevos, se mueven para arriba  subiendo por el escroto, como si tuvieran vida, los chupo y me saben deliciosos, se me queda pegado un pelo en la lengua y me da un escalofrío de placer, intento satisfacerle con mi mano izquierda, con mi boca y con mi lengua, con la derecha abro mi bragueta y saco mi polla con dificultad, meto mi mano para acariciar mis huevos que están para explotar y me pajeo lentamente mientras chupo la polla de Fidel como si fuera un manjar.

Su polla resbala por mi garganta hasta que los pelos de sus huevos me hacen cosquillas en la barbilla y aspiro el perfume a sudor de los pelos de su base. Aprieta sujetando mi cabeza como si fuera un balón y me la mete hasta hacerme daño, Bombea con su verga en mi garganta, noto que se va a correr y le retiro dejando el capullo en mi boca, quiero degustar su leche, se viene intentando meterla a tope, trago  todo lo que le sale y llena mi boca ocupada por su tronco. También llego yo al final, encojo el culo y me corro, manchándole sus botas con mi leche, dejo de tocar mi verga para recoger el semen de Fidel que se escurre por mi barbilla y está manchando mi camisa.

-Eres un mamón de puta madre, ya me has quitado algo de la fiebre que llevaba. Levántate.  –pasa su lengua por mi cara para quitar su leche que aún queda en ella.

-Cabrón, mira como me has dejado las botas, tienes que apuntar mejor. Oye, estoy preparando un plan con unos amigos, en la nave que tiene mi padre para meter la maquinaria, en el camino de la fuente, a la salida del pueblo. ¿La conocer?  -como para no conocerla, si esta mañana he pasado por allí cuando subíamos al puerto.

-Si la conozco, se cual es.

-Quieren conocerte, están locos por probar tu culo y alguno tu polla, lo pasaremos muy bien, ya verás. El miércoles estate allí un poco antes de esta hora, ¿podrás escapar? , tráete a tu amiguito contigo, ese tiene ganas de verga.

Me dio una rabia tremenda que dijera eso de Alberto, como me estaba abrazando, le eché para atrás con cabreo.

-A ese chaval le vas a dejar en paz, me oyes, yo voy a ver si puedo escapar y llegarme a la nave que dices, pero a ese chico no le tocarás un pelo, o me las pagarás.

-Vale, vale, como tú digas, pero es una pena con la carita que tiene y esos labios que deben de chuparla de gloria.  –vio que me estaba poniendo furioso y se calló.

-No lo olvides, el miércoles es la fiesta, y si quieres, mañana estaré en la báscula.

Salí del callejón, todo esto había sucedido en poco más de media hora, pero vi que Idoia y Alberto andaban por la plaza buscándome. Mi aspecto era desastroso, a pesar de haberme limpiado mi camia estaba sucia del semen de Fidel y mis rodillas estaban embarradas del engrudo que había formado mi leche y la tierra de la calle. También estaba el olor, el que despedía mi cuerpo a sexo, polla y semen, o por lo menos yo lo notaba y sentía así.

-¿Que te ha pasado Iker?  -Alberto intentó sujetarme del brazo y me desasí.

-Nada, que me he caído, vámonos para casa.  –comencé a caminar sin esperarles. Íbamos a dejar la plaza y emprender el camino por la carretera que conducía a nuestra urbanización, un vehículo frenó ruidosamente a mi espalda, me asuste y mire hacia atrás, era la furgoneta de Fidel.

-¡Eh!, tú, rubiales, ¿te acuerdas de mí?, ¿del refresco del otro día?  -se dirigía a Alberto, éste permanecía quieto al lado de Idoia.

-Sí, sí, te recuerdo muy bien.

-Según vas cogiendo el moreno te vas poniendo más guapo, como todos los de la capital, bueno un día de estos nos veremos.  –soltó una carcajada y emprendió la marcha hasta que estuvo a mi altura y volvió a parar frenando violentamente.

-Fidel, que no se te ocurra tocar un pelo a ese chico o te arrepentirás.

-Eso es fácil de conseguir, pero tendrás que pagar el doble, ya sabes, no olvides lo del miércoles, te esperamos.  –soltó otra sonora risa y se perdió en la carretera, chillando las cubiertas de las ruedas en el asfalto por el brusco acelerón.

Reanudé mi camino sin esperarles, aunque sabía que venían detrás de mí. Cuando llegue ante la puerta de mi jardín entré dentro sin despedirme de Alberto, pasé delante de Ramoni y Laura con un simple buenas noches y subí a mi habitación. Me desnudé por completo, tiré con rabia mis ropas al suelo y me metí debajo de la ducha.

A la mañana siguiente había olvidado el incidente con Fidel, la polla me palpitaba esperando su recompensa de la mañana pero no  quise hacerme una paja, estaba…, sentía deseos de ver a Alberto, de saber su reacción a mi espantada de anoche. Cuando bajé a desayunar estaban las tres terminando su desayuno, en unos minutos comenzaría su trabajo Ramoni y no se podría estar del ruido que haría.

-Buenos días.  –saludé alegre, Idoia me miraba sería hasta que me senté a su lado, cogió mi brazo y enroscó los suyos en él.

-Cariño, tengo que pedirte un favor, han llamado los pintores que van a reparar la pintura de la cocina de tus tíos, tienes que esperarles para que realicen el trabajo.  –pensé que ya me había fastidiado Laura la mañana, callé sabía que no tenía nada que hacer salvo esperar a los pintores.

Fui a la casa de mis tíos, subí las escaleras con la esperanza de encontrarme con Malder, este no era mi día de suerte, estaba visto que hoy no me salían las cosas bien. Abrí la ventana de la cocina y me fui a buscar alga para leer a la habitación de mi primo Mikel, busqué donde sabía que escondía las revistas porno que siempre tenía, el escondite estaba vacío. Sin otra cosa que hacer me tumbé sobre la colcha, empecé a recordar lo sucedido dos años atrás, en Agosto, en esta misma habitación, había estado jugando con Edur, un año menor que yo, subimos a su casa y él se quedó con Idoia en el salón mirando un programa juvenil en la televisión, a mi me aburría y me dedique a buscar a mi primo Mikel, esperando que estuviera haciendo algo más interesante. Abrí la puerta de su habitación sin llamar, Mikel estaba sujetando su polla con la mano derecha y la izquierda sostenía una revista de tías desnudas. Quedé hipnotizado por el movimiento convulso de su mano que sujetaba una verga que me pareció descomunal. Notó mi presencia y dejó de meneársela, lo normal hubiera sido que hubiera salido de su habitación y hubiera vuelto donde estaban Edur e Idoia, no lo hice, me quedé clavado en el suelo mirando su polla y sus ojos que me miraban maliciosos.

Ven Iker, acércate, continuaba paralizado, sin poder dar un paso pero sin poder apartar la vista de aquella descomunal verga. Se puso de pié y vino hacía mi, tenía sus pantalones en los tobillos y no podía caminar bien, llegó y cerró la puerta con el seguro, luego cogió mi mano y la llevo hasta su polla, la puso sobre ella y sentí el calor que desprendía y la suavidad de su piel, no recuerdo en qué momento se la sujete empuñándola en mi mano y moviéndola arriba y abajo para reanudar la paja que se estaba haciendo él hacía unos momentos, tampoco recuerdo el momento en que me empujó de los hombros para que cayera de rodillas ante él, ante su olorosa verga.

Recuerdo perfectamente su olor, la textura tan suave de su piel, el sabor del precum que le brotaba como una fuente y como saqué mi lengua para lamerle, primero con timidez y luego con ansia, con afán, no tuvo que pedirme que metiera el capullo de su polla en mi boca, lo hice por mi propio gusto y tenía su capullo recibiendo la caricia de mi boca, envolviéndolo con mi lengua, saboreando los fluidos que abundantes le salían, oía sus suspiros sus suaves quejidos, sentía los temblores de sus muslos y el contraer de su culo que yo tenía abrazado y cogido con mis manos. En un momento debí causarle dolor con mis dientes y se quejó sacando su verga que mi boca persiguió para volverla a recoger y, ahora con más cuidado seguir chupando de ella.

Me atragantaba y las lágrimas brotaban con la sensación de ahogo pero no cedí hasta tener la mitad de aquel tubo de carne  dentro de mí, Mikel sujeto mi cabeza con sus manos me apretaba intentando meter más y yo lo rechazaba pensaba que me iba a ahogar hasta que sus culo se contrajo, sus muslos dejaron de temblar y mi boca se lleno de su esperma, el chorro no terminaba de salir,  de tirar disparos que chocaban en el fondo de mi garganta, hasta resbalar de mi boca por mi barbilla primero y luego por mi cuello.

Los recuerdos de aquella primera vez habían conseguido que mi verga estuviera con una rigidez que me producía dolor y escuche el timbre del portero, llamaban desde el portal. Como pude reacondicione mi verga para recibir a los pintores.

Llegaron y les abrí la puerta, uno de ellos es alto, moreno y con canas, como de unos treinta y cinco años, el pelo lo tenía sobre la frente, un poco ensortijado, como en las esculturas griegas y romanas, delgado y los brazos los tenía muy marcados, propios de un trabajador manual. El otro es gordito y chaparro, un poco calvo, ninguno de los dos es guapo pero el más joven resulta agradable a la vista con su perfil de tribuno romano tan marcado.

El joven es el que parece llevar el mando y es el que pregunta para que les lleve donde tienen que realizar el trabajo, practican una inspección visual y el gordito baja a la furgoneta para buscar los materiales que necesitan, el joven rellena datos de cumplimentación en un blok. Se apoya inclinándose en la mesa de la cocina, mis ojos se van tras del culo que marca su buzo blanco de trabajo. Noto que él levanta a vista de lo que escribe y no pasa el límite que marca mi cintura, está mirando el patente bulto que ostento en mis pantalones. Se mueve cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra en gesto claro de invitación para que mire como se mueve su culo.

Nos saca de nuestro juego la llegada de su compañero que comienza a preparar el lugar donde van a intervenir, como si de un enfermo al que van a operar se tratara, cubre los armarios de papeles y le deja preparado el terreno al más joven, éste se sube a la escalera para tener acceso al techo y el gordito abre el balcón y sale para fumar un cigarro. Miro sin disimulo el espectáculo que me brinda moviendo su cuerpo, poniendo en tensión sus músculos, al estirarse se le sube la camiseta blanca que lleva con el rotulo de la casa de pinturas. Se le ve, desde el inicio de la cinturilla se su slip, la línea de vello negro que sube hasta su ombligo, allí se ancha y continua por sus abdominales bien marcados en su vientre, no se le ve más, por las bocamangas le salen penachos de pelos de sus sobacos.

Se le puede perdonar el que no sea guapo de cara, ante el cuerpo que muestra, creo que intencionadamente; el gordito entra en escena, ha terminado su cigarrillo y recoge la espátula y restos de pintura que su compañero ha arrancado, emplastece el techo y baja de la escalera para dejar unos minutos que se seque, El gordito habla sin parar de cosas que no le prestamos atención, mi polla ha vuelto a coger consistencia ante el espectáculo del pintor de los rizos en la frente, no pasa desapercibida para él que la mira con descaro, está su compañero y no hay oportunidad.  Medía hora después el techo ha quedado como nuevo, le firmo el papel de conformidad y recogen dejando la cocina como estaba cuando llegaron, ya que no hay nada que se pueda hacer con el pintor que me interesa deseo que marchen para haberme una soberana paja, los huevos me están empezando a doler. El pintor joven debe encontrarse en mi misma situación, se acondiciona su bulto y suspira insatisfecho, no ha podido realizar su segundo trabajo para el que venía preparado. Les acompaño a la puerta, bajan para llevar un primer viaje de sus materiales y desechos de la reparación, antes de que vuelvan asoma por la escalera una cabeza de cabello muy bien recortado y que reconozco al instante, Malder está subiendo del primer piso al segundo, nuestras miradas se encuentran y ambos sonreímos, al momento aparece el pintor joven para recoger el resto que falta; en un idioma difícil de entender habla.

-Lo siento con mi compañero no se puede hacer nada.  –se marcha y miro a Malder que está apoyado en la barandilla del descansillo en pose de esperar, mirándome divertido, ha escuchado lo que el pintor ha dicho si recato.

-Pasa Malder, quiero hablar contigo.  –se acerca y me roza provocativamente, con una sonrisa que me dice lo que espera que hagamos.

Cierro la puerta, se me lanza al cuello enroscando sus brazos, sus hermosos labios se cierran en mi barbilla y la muerde.

-Malder, Malder, espera, quiero que hablemos.

-Lo primero es lo primero.  –baja su mano derecha y la coloca en mi entrepierna, me causa un poco de dolor en un huevo, he estado tanto tiempo excitado que los noto muy sensibles, dejo escapar un leve quejido de dolor y suaviza sus acometidas.

-Estás al palo cabrón, deseando descargar, déjame que te atiendo, luego hablamos.  –desliza su cuerpo apoyado al mío y cae de rodillas a mis pies, fijando su mirada en la mía y luego la baja, estoy deseando que me haga lo que también él desea. Desabotona mi pantalón y corre la cremallera, caen con facilidad al suelo y quedó únicamente con mi bóxer.

Eleva su mirada, le miro ansioso, excitado, se relame sus rojos labios.

-Woo, woo, ¡qué tienes aquí Iker!   -se abraza a mis pantorrillas y me lleva hacia él, coloca su mejilla contra mi polla y aprieta, siento los latidos de su corazón, ¿o es el mío? Lame la mancha de precum que tengo en mi boxer y lo baja para que aparezca la cabeza, el capullo de mi verga rezumando jugos y acerca la punta de su lengua y lo lame y juega. Yo quiero que la meta ya, tenerla en lo más profundo de su garganta, pero tengo que esperar, quiere jugar con ella, baja mi boxer y levanto mis pies, uno a uno, para que retire las prendas, abre mis piernas y sujeta con suavidad mis huevos con la mano izquierda.

-Espera, Malder, espera, vamos a la cama, sujeto su cabeza y le obligo a ponerse en pie, tiro de él para llevarle a la habitación de mi primo Mikel, le atraigo y como su boca, voy quitando su camisa, por la cabeza, como puedo, las prisas no son buenas, pero no puedo aguantar mucho tiempo y encoge su vientre para que salga su ropa inferior, empujada por las fuerza de mis manos, sin quitar un botón la deslizo hasta que cae al suelo. ¡Joder! si no fuera por su polla y porque no tiene tetas, podría pasar por una chica, sin un pelo salvo en la base de su verga, su piel es suave y deslizo mis manos por ella.

Le empujo para que caiga en la cama y le sigo en la caída, no la rompemos porque la estructura es de hierro, me tumbo invertido a él y entiende lo que yo quiero, que me la mame pero mamársela yo también. Es muy fácil tener toda su polla dentro de mi boca, lamerla y degustarla, sabe a gloría y resulta mantequilla fundida, se le ven las venas que riegan de sangre su escroto, dejo la polla y me centro en sus huevos, meto los dos en mi boca, los absorbo, da un respingo y se retira un poco, lo que puede, le tengo atrapado y juego con ellos moviéndolos con mi lengua en el calor húmedo de mi boca.

A él no le resulta tan fácil tragarse toda mi polla, pero lo que traga lo hace de maravilla, sobre todo cuando trata mi capullo con sus rojos labios que lo aprisionan y su lengua juega con él haciéndome ver estrellitas de colores, aprieta sus labios y parece que me muerde, juega con la entrada de mi culo, hace círculos con su dedo en la entrada y poco a poco lo va metiendo. Saco sus huevos de mi boca chorreantes de saliva y se queja.

-Malder, ¿quieres follarme, deseas hacerlo?  -He creído entender que lo deseaba al jugar de esa forma con mi ano.

-No, quiero que me folles tú, cuando quieras, que casi me comes los huevos.  –me doy la vuelta y me coloco entre sus piernas, miro sus ojos, su cara roja, sus labios húmedos que rezuman saliva y su alborotado pelo, es un chico precioso, le beso y le robo mis sabores y él recupera los suyos y nos lamemos los labios.

-Te lo voy a dilatar un poco para no causarte daño. -me deslizo hacia abajo, abre sus piernas al máximo y tengo su rosado culito para mi, para mi boca, para comérmelo todo, es un chaval muy limpio y da gusto pasarle la lengua, meterle uno de mis dedos y chupar alrededor de él, quitar el dedo e intentar meter mi lengua, Malder suspira y se retuerce, acaricia su polla y mi cabeza y sigue emitiendo quejidos que me enervan.

-Iker, te quiero, métela ya. No aguanto más, por favor.  –me asusta lo que acaba de afirmar –Iker, te quiero- le acerco mi polla para que la llene de sus babas, para que la lubrique bien, y es él mismo el que la apunta en su entrada.  –Ahora, empuja- y así le meto la cabeza, hace un gesto de dolor y me detengo de momento, es mucha verga lo que quiere que le meta y poco el tiempo empleado en dilatarle, me retiro y escupo en mi mano, llevo la saliva y la deposito entre mi polla y su ano, empujo un poco y resbala en su interior un poco más, ¡joder! tengo la polla muy hinchada.

-Sigue, sigue, duele menos. -tardo un rato en tenerla toda dentro de él, cuando llego al final me apoyo en mis codos y le beso, le digo que está muy bello que tiene una boca muy bonita y que estoy muy a gusto  en su interior y sonríe.

-Bésame Iker, leches, como me gustas tío.  –le beso como quiere él, como también yo deseo y así estamos un ratito, besándonos, pasando mi lengua por su cara, por su oreja y él se ríe.

-Muévete ya, que se te está saliendo. –suavemente le bombeo, no me permite que me retire mucho de él, ha pasado sus piernas por mis pantorrillas y no me permite hacer mucho recorrido.

-Así durará más, ¿tú estás a gusto así?  –es un detalle de su parte el que me pregunte, él tiene una cara de felicidad suprema y yo me siento en la gloría buscado el clímax con tranquilidad, bañando nuestras miradas en los ojos del otro y de repente cierra con fuerza sus párpados, agarrota su piernas en mis nalgas y muerde con fuerza su labio, se contrae cierra los anillos de su ano alrededor de mi polla, y tiemblan sus abdominales cuando, de su polla, comienzan a manar chorros de leche, abre su boca para coger aire y se lleva una mano para morderla y emite sonidos de queja, ininteligibles y tiembla.

Permanezco un momento quieto, suspendido en mis rodillas mirándole el rostro que pone, sus muecas del placer incontenido y poco a poco noto que afloja su culo, que se va relajando y abriendo, me miran sus ojos  y tiene dos lágrimas en ellos que van resbalando hacia los costados de sus párpados.

-Vuelve a besarme antes de que sigas, por favor, bésame.  –sus labios están calentísimos, se los lamo, se los chupo y el abraza mi cuello y comienza a mover su cadera, retira sus piernas de mis muslos y puedo entrar y salir de él como me place, me ayuda moviendo su cuerpo, acariciando mis costados, llevando sus manos a su entrada y acariciando mis huevos y ya no puedo aguantarme más y empujo con fuerza mi cadera y me vierto llenándole de mi néctar, me quedo rígido un momento, contraído, temblando todo mi cuerpo, y luego sigo depositando mi semilla en su vientre hasta que me vacío entero. Cuando me recupero un poco, sin salirme de él, recojo su semen con mi mano y se lo ofrezco y él lo acepta y me dejo apoyar sobre él y uno mis labios a los suyos.

-Es maravilloso follar  contigo Iker, aunque me hagas daño es delicioso, eres un prodigio de chico, ninguno es tan mirado como tú y tiene tu delicadeza.

-Tú también sabes hacerlo y me encanta estar contigo. Sabes delicioso y me encanta chuparte y lamerte. Si alguna vez quieres follarme tu, me lo dices, a mi no me importa que me lo hagas.

-Gracias, lo pensaré, ¿nos lavamos antes o quieres que hablemos de mi primo Fidel?

Aún tenía mi polla dentro de él y notaba como apretaba para expulsarla y le dejé que lo hiciera. Llevó su mano a su culo para contener lo que salía y se levantó para ir al baño, yo fui detrás de él, nos limpiamos como pudimos con papel higiénico y toallitas, no era cuestión de encender la caldera y manchar el baño de mis primos, pusimos en orden la cama y fuimos al salón para hablar.

-Verás Malder, tengo miedo de Fidel.  –me metí de lleno en el problema.

-¿Miedo?, ¿si hasta has follado con él?

-El otro día me obligó a que le hiciera una mamada, en plena calle, también la disfruté pero es muy violento.  –le cuento como sucedió todo y que me llevó hasta donde tenía la furgoneta, en una calleja sin salida.

-Pero no es por mí por quien tengo miedo, va detrás de un chico de la urbanización, uno que anda un poco cojo.

-Le conozco, el chaval de la pierna atrofiada, un rubito muy guapo, ya lo he visto y es nuevo en la urbanización. Ese chaval es muy joven, no tiene nuestra edad o aparenta ser menor.

-Tiene quince años y no sabe nada de nada.  –le explico los dos encuentros que hemos tenido con Fidel, Malder se queda pensativo.

-Tiene mala fama, anda metido en drogas con otros chicos de aquí y de los pueblos limítrofes, pero aquí esas cosas se ocultan, en cada pueblo la mitad de sus habitantes está emparentada con la otra mitad, ya sabes unas veces por ti y otras por mi se tapa todo, y también por miedo, la gente calla y se transige.

-Lo vas a tener muy difícil, tu mismo primo, estos dos últimos años, ha andado con él y le ríe las gracias, como muchos. Han abusado de chicos jóvenes y  de chicas, según les vaya el momento, el peor es Fidel y los demás le siguen el juego; no hay denuncias por lo que te digo. Solo hay malas leches y rencores cuando el hijo de alguien cae en las redes de la droga. Yo me alejaría de él, intentaría no verle.

-El miércoles quiere que vaya a la nave donde guarda la agrícola maquinaría, dice que ha organizado una fiesta para mí y me ha amenazado con meterse con Alberto si no hago lo que él quiere.

-¿Y qué vas a hacer?  -Malder me mira preocupado.  –Conmigo hizo algo parecido, te va a follar a base de bien, de mi se ha olvidado, o lo aparenta, y no quiere saber nada, creo que mi padre sospecha algo y que ha hablando con él. Tú marcharás cuando finalice el verano, pero yo estoy aquí todo el año. -me sigue interrogando con la mirada.

-Iré, ¿qué voy a hacer?, intentaré negociar algo con él, por lo menos que Alberto quede fuera de esto.

-No te va a dejar tranquilo y lo que te prometa no lo cumplirá, es mejor que le dijeras a tus padres la verdad y que ellos actúen.

-¿Cómo les voy a decir a mis padres que su hijo es un maricón?, que sería lo de menos. ¿Decirles que soy un puto vicioso que ve una vega y no sabe lo que hace?  Por mucho que me quieran y ser como son ellos, no creo que lo entendieran. Debo solucionarlo solo, yo me lo he buscado.

-Si necesitas algo ya sabes dónde me tienes, no te fíes de Fidel ni de lo que pueda prometer y de tu primo Mikel tampoco, no es como Fidel  y sus amigos pero le tiene dominado.

Me despedí de Malder, me abrazó y beso varis veces, me pidió que tuviera cuidado, no podía ayudarme, pero tenía una persona en quien confiar y que, por si sucedía algo malo, conocía todo el problema.

Comprobé que todo estaba correcto y no había dejado algo fuera de su lugar y marché para mi casa.

Estaba solamente Ramoni, en la cocina, Laura e Idoia estaban en la piscina, reinaba un olor delicioso en la casa, a las croquetas que Ramoni prepara, mejores que las de restaurante, de bocadito, doradas y deliciosas.

-Ramoni, huele de una forma que se me abre el apetito.   –la miro con aire contrito, le hago un gesto levantando las cejas y suelta la carcajada.

-¡Ay mi niño!, espera y te preparo unas cuantas.

-Me vuelven loco tus croquetas.  –la abrazo por la espalda y la beso en el cuello.

-¡Cómo eres Iker, cómo eres!  -quiero a esta mujer pequeña y gordita, que se mete en todo y que a pesar de lo que diga Laura, es la manda en casa.

Coloca seis en un plato, son demasiadas y como dos que me saben a gloria y me chupo los dedos.

-Lleva las que han sobrado a tu madre y a tu prima.  -me las envuelve en papel de aluminio mientras me cambio de ropa y me coloco un traje de baño.

Atravieso el jardín bajando por la ligera cuesta y llego a la zona donde se hallan mi madre e Idoia, me parece rarísimo que estén las dos juntas. Mi prima se sujeta a mi pierna para sentarse y casi caigo encima de ellas; sentado en el borde de la piscina se encuentra Alberto, le explico a mi madre el trabajo que han realizado los pintores y les muestro las croquetas que les envía Ramoni, son dos para cada una de ellas.

Idoia coge las dos suyas y se levanta, sin decir nada se dirige donde está Alberto, le ofrece una de ellas y entre risas comen su croqueta cada uno, toma asiento a su lado y chapotean en el agua con sus pies.

Mi prima mira con ternura a Alberto y le coge de una mano. El verlo me desasosiega, me desazona y me invade un ramalazo de celos, ¿quien se cree ese chaval que es para quitarme el cariño de mi prima?, hasta ahora he sido yo su príncipe azul y el amor de su vida.

Aparto mi mirada de ellos y miro las pocas nubes que hay en el cielo, las hojas de los álamos blancos que cantan movidas por el viento, cierro los ojos y veo los labios rojos, su sonrisa inigualable con el blanco nacarino de sus dientes, su nariz sembrada de pecas, los brillantes zafiros  de sus ojos y los rizos casi blancos de su pelo. Me estremezco, no es Idoia la que inspira esos celos en mí, es..., por  Alberto.

Me levanto sobre mis codos para mirarles, para saturarme de él que ya hasta le sueño.

Me hacen señas con sus manos para que me acerque a ellos, tengo miedo de él, del sentimiento que me inspira y que no sé lo que es.

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