Nuevos relatos publicados: 16

La isla (7)

  • 11
  • 10.785
  • 9,33 (3 Val.)
  • 0

Kevin estaba rememorando el cordón blanco del tanga que tapaba a duras penas el ano de su hija Claudia cuando Kyle entró en el garaje con un par de latas vacías de gasolina, Kevin aún estaba tratando de asimilar la situación, el día anterior era un don nadie, un chapuzas como otros tantos que llegaba a duras penas a fin de mes y cuidaba de su preciosa hija, 24 horas después había asesinado al hombre que le arrebató a su esposa, había sido cómplice de otros asesinatos y en su furgoneta había 8 mujeres semidesnudas camino de una vida de esclavitud, no pudo evitar sonreír en lo más profundo de su ser al imaginar que nunca iba a rendir cuentas de esos delitos y que podría disfrutar de multitud de esclavas sexuales, verdaderamente le habían ofrecido el trabajo de su vida.

―Ten ― dijo Kyle mientras le lanzaba las llaves del descapotable a Kevin. ― Ralph nos está esperando.

Kevin subió al coche y lo encendió, volvió a sonreír, nunca podría permitirse un deportivo como este ni aunque ahorrase todo lo que le pagasen por las chapucillas que hacía durante 10 años, Kyle estaba acabando de esparcir el reguero de gasolina por el garaje y colocó sobre él una pequeña esfera metálica.

―Es una bomba incendiaria ― le explicó ― en cuanto se active comenzará a echar fuego en todas las direcciones durante unos segundos, lo suficiente como para prender la gasolina, y esto de aquí es una granada de fragmentación. ― dijo mientras le enseñaba otra esfera ligeramente mayor ― no debemos dejar ningún cabo suelto amigo mío ― finalizó riendo.

Se escuchó un ruido de cristales rotos cuando Kyle hábilmente logró colar la granada en el interior del coche rompiendo una de las ventanillas con el impacto, esperó a que el convoy hubiese doblado la esquina y detonó los explosivos, Ralph contempló por el retrovisor de la furgoneta la hermosa bola de fuego que se había formado. La casa vomitaba llamas por las ventanas y el coche de alquiler quedó reducido a un humeante amasijo de hierros.

Lucy ya estaba caminando hacia casa, no era la primera vez que su padre se dormía en el sofá y tenía que volver sola a casa, llevaba un bonito vestido negro ceñido a su cuerpo por un cinturón justo bajo las tetas, que eran normales pero se veían mucho más grandes de lo que eran al estar tan apretadas, la falda del vestido acababa tres dedos por encima de su culo, su novio pensó que sería divertido llevarse sus bragas como recuerdo de esta fiesta, así que Lucy caminaba agarrándose la falda de vez en cuando por si acaso el viento le daba una alegría a cualquier viandante; en 20 minutos estaría plácidamente dormida en su cama, sus pies lo agradecerían ya que, como es bastante bajita, llevaba unos taconazos de escándalo, solo que ahora esos bonitos zapatos se balanceaban en sus manos, para no destrozarle los pies. Caminaba rápidamente por entre los árboles, siempre había tenido cierto respeto al pequeño bosque que separaba el centro de la ciudad de Oakville de la urbanización donde vivía.

Lucy se paró en seco, había escuchado crujir una rama, ¿o se lo estaba imaginando?

―¿¿Quien está ahi?? ― dijo asustada ― voy armada! ― amenazó mientras sacaba un pequeño spray de su bolso.

No obtuvo respuesta.

La jovencita trató de calmarse, pero escuchó unos pasos detrás de ella, entre los árboles, aunque por esa carretera rara vez pasaba nadie, le parecía mucho mas seguro caminar por ella que hacerlo en el bosque, aunque solo fuera porque estaba asfaltada y no tropezaría con nada.

―¿Tienes miedo niña rica? ― dijo una voz entre los árboles

Tras escuchar esto, Lucy echó a correr en dirección a casa, a los pocos metros tropezó con algo a la altura de sus rodillas y cayó estrepitosamente al suelo, con la caída el vestido se le subió dejando ver parte de su culito blanco, su piel no era especialmente morena pero se notaba perfectamente donde no le daba el sol cuando estaba en bikini, los zapatos y el bolso le cayeron, el spray continuó rodando por la carretera con un tintineo metálico.

―Mira Tom, te dije que en la fiesta no llevaba bragas, que me fijé cuando bajaba las escaleras― dijo una nueva voz saliendo de las sombras al lado de Lucy, mientras sujetaba una cuerda que estaba atada a un árbol en el otro extremo.

―Tenías razón hermanito. ― contestó la primera voz ― tu plan de esperarla en este bosque también fue perfecto! ― dijo mientras se acercaba con su móvil en la mano sacando una foto de esa chica que tanto le había calentado.

Lucy estaba aterrada, eran los gemelos Blaker, dos pringados a los que ella y sus amigas se dedicaron a calentar en la fiesta, aunque evidentemente no tenían ninguna intención de hacer nada más.

Tom levantó a Lucy por los hombros y dulcemente le acarició la cara, Lucy respondió a la caricia con un escupitajo en la cara. De pronto Lucy sintió una gran presión en las muñecas, desde atrás le habían agarrado las dos manos y ahora estaba inmovilizada con ambos brazos encima de su cabeza, los gemelos eran altos, medían casi un 1,90 por eso la mayor de los Brenner tenía que ponerse casi de puntillas cuando Tobías Blaker la sujetaba.

Con una sonrisa en la mano, Tom comenzó a levantar el vestido negro de Lucy hasta conseguir limpiarse la cara con él, el culo y el coño de Lucy quedaron a la vista de los ojos de los gemelos, mientras que ella no dejaba de gritar y patalear

―Dejadme, dejad mi vestido en paz y no os denunciaré a la policía, lo juro! ― dijo llorosa.

―Tienes razón ― dijo Tom― es mejor que volvamos a bajar el vestido ― finalizó mientras dejaba caer la falda que volvía a ocultar los encantos de Lucy Brenner

Lucy suspiró aliviada mientras seguía tratando de escapar de las garras de Tobías sin éxito, Tom entonces agarró el cinturón que apretaba sus tetas y comenzó a desabrocharlo.

―Era mejor dejar el vestido tranquilo porque si no quitamos el cinturón no va a salir... ― dijo riéndose a carcajadas, que eran correspondidas por su hermano.

Cuando el cinturón cayó al suelo, Lucy comenzó a gritar llorando de nuevo y Tom, que no paraba de reírse volvió a levantarle el vestido, esta vez para quitárselo por los brazos y dejárselo a Tobías, que lo tiró en la carretera. Las bien formadas tetas quedaron libres de su prisión de seda y quedaron expuestas justo delante de los ojos de Tom, se notaba un poco el triángulo blanco del bikini y hacía un delicioso contraste con el rojo intenso del pezón, como el de su hermana, solo que las tetas de Lucy eran mayores que las de Ashley, sin dejar de mirar ese tesoro que habían puesto ante él, Tom bajó la mano y comenzó a tocar el muslo de Lucy, hasta llegar a la suavidad de su coño recién depilado, Lucy paró de gritar, aceptó su situación y rezó por que no le hiciesen daño y acabasen lo antes posible, cuando notó un cálido líquido que manchaba su cara, abrió los ojos al notar a Tom desplomarse sobre ella, con sangre brotándole de su cabeza. Tobías la soltó instantáneamente, dejándola en el suelo atrapada bajo el cadáver del gemelo Blaker. La carrera de Tobías finalizó cuando otro disparo surcó el viento para acabar enterrado en su nuca.

―¿Está muerta? ― le preguntó Kevin a Ralph, que comprobaba el pulso de Lucy en su cuello.

―No, sólo inconsciente ― dijo el capitán mientras colocaba las pulseras y las muñequeras a la mayor de los Brenner y la levantaba como había hecho con las anteriores. ― Estos chavales nos han hecho el trabajo, qué simpáticos.

Ralph abrió la puerta de la furgoneta y Ashley comenzó a chillar al ver al cuerpo desnudo e inconsciente de su hermana.

―Parece que ya estamos todos ― dijo Kyle mirando a los 9 cuerpos del interior de la furgoneta. ― es hora de volver.

El convoy siguió su camino, esta vez era la furgoneta conducida por Ralph la que iba delante, llegaron hasta el punto donde estaba su avión.

―¿Esta cosa es vuestra? Nunca había visto nada igual... ― dijo Kevin asombrado.

―Créeme, nunca has visto nada como lo que verás en estos días... ― contestó Kyle.

Una vez aparcados el descapotable y la furgoneta Ralph se metió en el avión y deslizó una rampa, para luego bajar por ella acompañado de un mueble con ruedas, parecido a lo que se usa para llevar los trajes en los hoteles, sólo que éste tenía dos barras paralelas al suelo, una encima de otra, en lugar de una, cada barra tenía 5 hendiduras.

Abrieron la parte trasera de la furgoneta, allí dentro ya olía bastante mal, estuvieron encerradas 9 personas, algunas durante varias horas y parece que no pudieron evitar las ganas de ir al baño.

―Observa, te enseñaré a poner a las aspirantes en el transportador― dijo Kyle mientras cogía a Lucy, que al ser la última a la que metieron, era la que estaba más a mano.

―¿Aspirantes? ¿No van a ser esclavizadas? ― dijo Kevin.

―No todas, sólo las que pasen las pruebas ― finalizó Ralph. ― A trabajar!

Kyle la agarró por la barra y el cuerpo desnudo de la chica de 17 años, que hasta hacía poco estuvo bailando sin bragas en una fiesta, fue puesto en el mueble, en la barra de arriba.

―Tienes que empujar la barra hasta que suene un click, si no no estaría bien sujeta y podría caerse. ― aconsejó Kyle.

La siguiente fue Marta, la criada mulata de 21 años de los Brenner, que se colocó al lado de Lucy.

La primera chica a la que cogió Kevin fue Ashley, la hermana pequeña de Lucy, que también estaba desnuda tras la fiestecita en su casa y fue colocada junto a su criada, las dos tenían un cuerpo muy similar y al estar juntas eso se notaba más.

Ralph que era el más fuerte, cogió a la más pesada, a Paula, la madrastra de las hermanas Brenner, sus enormes tetas agradecieron colgar libres en el transportador, tras mucho tiempo de sufrimiento en la furgoneta donde estaban aplastadas contra el cuerpo de Maky.

Precisamente Maky fue la siguiente en salir de la furgoneta a manos de Kyle, la chica de bikini naranja, que no supo chupársela a su hermano lo suficientemente bien como para que se corriese antes de que Claudia hiciese lo mismo con su padre. Con ella la fila de arriba quedaba completa.

Cuando Kevin llegó a la furgoneta comprobó que la siguiente que debía meter en el transportador era Claudia, su hija, volvió a ver ese tanga blanco entre las nalgas de ese maravilloso culo que había heredado de su madre, y no pudo evitar darle un pequeño cachete al que Claudia, amordazada, respondió con una queja casi inaudible, la agarró y la colocó en la parte inferior del transportador, los ojos de Claudia se abrieron como platos al comprobar que su propio padre era quien la estaba metiendo allí.

Sandrine, la francesa, fue la que pusieron al lado de Claudia, ella era de las más guapas de las que habían capturado, e indudablemente la que estaba más vestida, tenía aun puesta la blusa holgada y los vaqueros, no le gustaba que sus tetas fuesen tan grandes como lo eran, por eso se ponía ropa holgada.

Amy sintió un inmenso alivio cuando separaron sus tetas desnudas del frío metal de la furgoneta, llevaba puestas sólo unas bragas blancas con rayas rosas, porque cuando la capturaron estaba cambiándose y no le dio tiempo a vestirse más, los pezones, que le habían estado doliendo durante un par de horas, estaban ya dormidos, no los sentía, pero quedaban flotando libres en el aire sin tener que soportar el peso de la chica.

La última que quedaba en la furgoneta era Lory, la tímida, vestida con unos pequeños shorts y un top blanco, que marcaba sus bonitos pechos, la coleta le tapaba los ojos, aunque por su tranquilidad y su respiración parecía dormida.

Tras cargar el avión con el transportador y fijarlo en la bodega, los tres hombres se subieron, con Ralph a los mandos.

Los dos gemelos quedaron en la carretera, junto con el vestido y el cinturón de Lucy, verdaderamente a la policía de Oakville le esperaban unos meses agotadores, aunque no creo que tan agotadores como los de estas nueve chicas...

El avión dejó Australia y puso rumbo a la Isla.

(continuará...)

(9,33)