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Triángulo de Fuego

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Cristina y Laura eran dos estudiantes de Enfermería.

Tenían en común eso y que compartían piso, además de una mutua curiosidad hacia todo lo relacionado con el sexo; eran abiertas con ese tema y ya desde el principio de la convivencia no mostraron la menor reticencia hacia el vaivén de numerosos amantes, ya que la tolerancia, debía ser mutua.

Cristina era morena, con el pelo rizado por debajo de los hombros y tenía los ojos azules pero con un toque de verde mar. De complexión más bien delgada.

Podía resultar un poco tímida al principio pero pronto dejaba de estar a la defensiva para mostrarse tierna y agradable.

Estaba un tanto obsesionada con el tema de la edad (a pesar de contar tan sólo con 24 primaveras) y de quedarse para vestir santos, pero aun así tampoco deseaba nada demasiado estable porque amaba su libertad, y para que engañarnos, su libertinaje.

En cambio Laura tenía el pelo castaño oscuro, casi siempre recogido en una cola de caballo con algunos mechones sueltos que le aniñaban el rostro de ojos almendrados. Contaba con unos centímetros más de altura que Cristina.

Bastante más introvertida, callada, misteriosa, siempre con sus pensamientos, pero sensible y delicada.

Tampoco se puede decir que su vida personal se pareciese demasiado a la de las mujeres conventuales, ya que cada vez que le apetecía, aparecía fácilmente con algún acompañante, y la verdad que para sus 21 años había conocido bastantes…

El sol empezaba a despuntar y se asomaba por la ventana de Laura, que, medio dormida aún, trataba de levantarse para ir al baño.

Al salir al pasillo se sorprendió bastante al ver salir de la habitación de su compañera a otra chica, tratando de no darle mayor importancia a la situación hasta que dos segundos después su sorpresa aumentaba al ver salir a otra chica más.

Detrás apareció Cristina con una sonrisa de oreja a oreja, cara de satisfacción algo difícil de describir…

Laura no sabía muy bien qué pensar aunque era bastante evidente lo que había ocurrido, permaneció estupefacta unos segundos más observando como las dos féminas se despedían de su compañera entre breves frases que a penas interpretaba.

Primero una de las chicas abrazó a Cristina y besó brevemente sus labios para dejar que después la otra chica también la besara, aunque con más pasión para posteriormente susurrarle algo al oído que le hizo sonrojar mientras le propinaba un cachete en el trasero y con un respingo, Cristina logró pronunciar un hasta luego mientras se marchaban cogidas de la mano.

Cuando la puerta se cerró, la cara de Laura era un poema, no sabía donde meterse, recordó que tenía que ir al baño y así lo hizo.

Cristina no dio mayor importancia a los hechos y regresó a su cama pero esta vez, solamente acompañada de unas sábanas revueltas y una mezcla muy sensual de perfumes.

Durmió hasta bien entrada la mañana.

Cuando Laura regresó de la Facultad encontró que Cristina había preparado el almuerzo para las dos por lo que se sentaron a la mesa.

Estaba más callada de lo normal, y Cristina dedujo que había sido por lo ocurrido por la mañana y sin dudarlo lo sacó como tema de conversación.

Oye Laurita, perdona si esta mañana te hemos despertado…pero es que he tenido fiesta, sabes…?

Sí bueno… ya he visto que no has dormido sola precisamente…

Jejeje una tiene sus encantos todavía –dijo Cristina mientras le guiñaba un ojo y se tocaba el pelo-

Laura se sonrojó y permaneció silenciosa.

Espero que algún día te atrevas tú también a probar, deberías hacerlo, en serio, te lo recomiendo.

Estas loca Cris, no creo que a mí me gusten esas cosas…

Esas cosas dice jajaja bueno yo no tengo que convencerte de nada, ya te picará la curiosidad.

Pues no sé, porque no me veo yo ligando con una tía.

AY!! Mira me tengo que ir, si quieres un día de estos te presento a alguna amiga y ya verás como te cae bien…

No hace falta que te molestes tanto, anda deja que ya recojo yo esto, vete que llegas tarde.

Pasaron un par de semanas sin mayores novedades.

Cristina se había quedado sin trabajo por lo que pagar el alquiler se hacía un tanto complicado así que consultó con Laura la posibilidad de alquilar la habitación que quedaba vacía para suavizar la situación.

Acordaron poner en marcha la búsqueda de un/a compañero/a que en principio debería agradar a ambas para una futura convivencia.

Laura hizo carteles buscando un nuevo compañero/a de piso y los colocó por la facultad y alrededores, incluso publicó un anuncio en un periódico por lo que pronto empezaron a salir interesados.

La mayoría eran chicos muy ilusionados en vivir con dos universitarias… así que desecharon la opción de buscar compañero y se decantaron por entrevistar solo a chicas.

Una tarde, cuando Cristina regresó de una entrevista de trabajo, encontró a Laura muy contenta.

Hola! Tengo buenas noticias!!

Vaya, me alegra este recibimiento, dime, dime qué es?

Creo que ya tenemos compañera, a mí me ha encantado la chica y no creo que a ti vaya a desagradarte, ya verás.

Bueno a ver cuéntame, cómo es?

Pues es jovencilla, tiene 18 añitos, y se ha venido a estudiar aquí y por eso busca piso, está en Fisioterapia, una masajista jejeje

Jajaja, en principio suena bien no?

Te va a encantar, es rubia, muy mona, bajita…

Como si tú fueses muy alta!

Y otra cosilla más…

Qué? -Cristina esperaba cualquier otra sorpresa menos esta.-

Le pregunté si tenía novio… y a que no sabes qué me contestó?

Sorpréndeme!

"crees que con éste cuerpo tengo suficiente con uno?" Palabras textuales, y enseguida supe que era nuestra compañera ideal, no te parece?

Pues, qué quieres que te diga, llámala para hablar de la mudanza y esas cosas no?? –su sonrisa delataba sus intenciones-

Días antes Cristina regresaba de la facultad, caminaba sin mayores preocupaciones observando la calle, las personas, hasta que de pronto apareció.

Botas altas negras con un poco de tacón, falda color crudo por debajo de la rodilla y camisa de licra negra de media manga.

Melena rubia de un color dorado con un corte original que con cada paso que daba desprendía un leve rastro de perfume narcótico que, añadido al conjunto que conformaba, le incitaba a seguir a aquella mujer, y así lo hizo.

Caminó tras ella al menos diez minutos ya que, casualmente, iban en la misma dirección, es cierto.

Cristina sentía embriagados todos sus sentidos, por el perfume, el ritmo de aquellas caderas y el tintineo de sus tacones.

Caminaba tras ella con la idea de que sabía que la estaba siguiendo, fantaseando con la sublime situación…

De pronto, un cambio: la chica se paró en seco ante un escaparate de la calle, miró a Cristina brevemente y se quedó delante de los cristales de la tienda, mientras su espía no pudo hacer otra cosa que seguir caminando, pero más lentamente, con la fantasía de que la chica la siguiera ahora a ella.

Al poco tiempo reconoció a sus espaldas el tintineo de aquellas botas negras, me estará siguiendo? Pensaba.

Pero pronto tuvo que dirigirse hacia su piso y perdió de vista a aquella chica.

Recordó la situación durante un rato pero no le concedió mayor importancia.

Y así fue como las dos estudiantes de enfermería sin saberlo se cruzaron en sus vidas con Helena, una mujer que sin duda, marcaría un punto y aparte a pesar de su juventud y aparente inocencia.

La princesa de Troya

Helena tenía 18 años y ya era la envidia de todas las féminas que se cruzaban en su camino. Más bien bajita, con el pelo rubio, de un color dorado intenso al sol, con los ojillos verdes y acompañado todo esto de unas curvas de vértigo, unos labios carnosos, simpática, sencilla, extrovertida y de gesto seductor.

Le gustaba vestir con sencillez siempre logrando que su cuerpo luciera sin complicarse con maquillajes ni conjuntos rebuscados.

Había mantenido relaciones con hombres y mujeres indistintamente aunque no podía negarse que las mujeres le atraían mucho más, quizás por el reto de conquistarlas.

Había empezado a estudiar fisioterapia y decidió hacerlo en una ciudad nueva ya que necesitaba cambiar de aires y conocer gente diferente.

Laura llamó al móvil de Helena para darle el visto bueno con respecto a lo de compartir el piso y concretaron la hora para ir acomodando sus cosas, darle las llaves etc mientras Cristina estaba en el sofá viendo la tele pero con la oreja pegada a la conversación.

………está bien… entonces mañana a las 19.00, vale, si no estoy en el piso te recibirá tu otra compañera, Cristina… claro que no, ya verás como te cae bien…Bueno, hasta mañana.

Después de oír esto Cristina le preguntó a Laura intentando fingir desinterés:

Qué te ha dicho la tal Helena?

Pues que se pasará mañana a las 19.00 para traer algunos bártulos.

Ajam…y por qué has dicho que no vas a estar?

Pues…porque voy a ir al dentista…

Al dentista? Tu lo que quieres es… mira que eres mala, lo haces a propósito! Qué pasa con esa chica para que me hagas esta encerrona??

Para conocer las razones de Laura para dejar que Cristina recibiera a Helena debemos remontarnos al día en que Laura entrevistó a Helena en el piso.

Sonó el timbre, Laura echó un vistazo por la mirilla de la puerta y vio que era la chica a la que esperaba, abrió:

Hola yo soy Laura.

Qué tal? Yo soy Helena –dijo mientras le saludaba con dos sonoros besos-

Pasa, te enseñaré la habitación.

Mientras le enseñaba el cuarto, Laura le hizo un par de "preguntas prueba"

para ver cómo reaccionaba con respecto al libertinaje que reinaba en aquel hogar y fue aquí cuando Helena contestó que no le bastaba con un sólo hombre, en actitud chica anuncio de L´oreal porque yo lo valgo.

Laura le enseñó todo el piso, y cuando llegaron al salón notó que la chica se quedó mirando una foto de Cristina que estaba en un pequeño marquito junto a unos libros y a otras fotos de Laura y varios amigos.

Te gusta la foto?

Sí, bueno… es que esa chica…

La conoces? –estaba muy intrigada-

No exactamente… es que el otro día andaba por la calle y me pareció que me seguían así que me paré para ver la cara de mi espía… y no te lo vas a creer pero era esta chica de la foto…

Laura no se asustaba ni mucho menos, ya que era bastante común que Cristina llegara al piso contándole cosas parecidas.

- Pues esa es Cristina, la otra compañera…

Me acuerdo que cuando paré para ver quién me seguía siguió andando pero más lento y poco después la perdí de vista…

Es curiosa la situación, si…

Bueno… cambiando de tema, a mí me parece bien el precio y todo lo demás así que, si quieres consultarlo con ella, en cuanto sea posible me traslado si a ella no le importa…

No creo que tenga ningún inconveniente. –tras oír la pequeña historia de persecución, a Laura se le ocurrió la idea de que tenía que dejar que Cristina se enfrentara a solas con la misma chica a modo de pequeña jugarreta-

Entonces me llamas al móvil y lo concretamos todo no?

De acuerdo. Intentaré llamarte lo antes posible.

Gracias, bueno, pues me voy. Hasta pronto.

Hasta luego –y se despidieron con otros dos besos-

DÍA D, HORA H

Laura se había marchado a eso de las 18.30 supuestamente al dentista, y Cristina estaba sola en el piso esperando a Helena sin saber ni sospechar nada.

Mientras llegaba la chica, se fumó un cigarrillo en el balcón para hacer tiempo, la verdad es que tenía curiosidad por el empeño de Laura y toda la turbulencia que rodeaba al asunto pero no lograba adivinar porqué.

Ya eran las siete y cinco, estaba impaciente y no soportaba esperar, dos minutos más tarde sonó el porterillo.

Se puso más nerviosa aún, abrió y esperó tras la puerta del piso a que llegara el ascensor.

Sonó el timbre, respiró profundamente y abrió la puerta.

El primer segundo del encuentro fue un ir y venir de sensaciones, primero el rostro de la chica, Cristina pensaba: pero, esta es?? Aquella chica! Ese perfume, es ella!.. Por eso Laura…uffffff-

Se quedó más bien alucinada hasta que Helena acabó con esa situación.

Hola? Esto pesa bastante… me dejas pasar?

Em… si.. esto.. pasa, pasa por favor. Perdona, me presento, yo soy Cristina –mientras se acercaba para recibir sus dos besos-

Ya me dijo Laura que tú me recibirías que ella no podía estar.

Cristina pensaba que Helena no le había reconocido y trató de comportarse con la máxima naturalidad y hospitalidad, ocultando al tiempo la extraña mezcla de sensaciones que le invadía por dentro.

Ayudó a llevarle las cosas hasta su habitación y luego se marchó al salón dejando que colocase las cosas.

Al tiempo, Helena apareció en el salón y vio que sobre la mesa había unas llaves.

Por cierto, tengo que hacerle una copia a las llaves del piso.

No tendrás que molestarte porque Laura ya ha dejado este juego para ti. Toma. – extendió su mano para darle las llaves y se rozaron levemente.-

Fue solo un instante fugaz pero a Cristina le resultó mágico.

Bueno tengo que marcharme, aún me queda otro viaje en el coche para terminar de traerme mis cosas, así que no regresaré hasta la noche.

Entonces, esta noche ya te quedas aquí,no??

Sí claro, tengo que trasladarme lo más rápido posible, yo creo que sobre las 10 ya estaré de vuelta. Luego nos vemos.

La sonrisa de Helena iluminaba la habitación, Cristina se sentía embargada de emoción ante aquella mujer a pesar de su juventud pero no era capaz de describir muy bien porqué.

De acuerdo a la noche nos veremos…

Y Helena abandonó el piso dejando un rastro de perfume, el mismo que días antes sedujo a Cristina.

WELCOME PARTY

No pasaron treinta minutos cuando llegó Laura, que se moría de la intriga por saber qué había pasado. Cristina también tenía unas cuantas preguntas que hacerle a su compañera…

Qué te ha parecido….?

Creo que debo ser yo la primera en preguntarte algo, no crees?-Cristina intentaba ponerse seria mientras veía como Laura se reía-

Pregunta lo que quieras mujer.

Cómo sabías tu que yo había visto antes a esa chica?

Esta pregunta es fácil, ella misma me lo estuvo contando el primer día.

Por eso insistías tanto en que me iba a gustar? Pero qué te contó? Se acordaba de mí?

De una en una Cris, jejeje ella vio tu foto del salón y me contó que le estuviste siguiendo por la calle, tampoco dijo mucho más, y a mi me pareció muy gracioso la idea de compartir piso con ella y sorprenderte a ti, además que me resultó muy… atractiva…no sé…

Espera, espera, has dicho atractiva? – Laura se puso un poco colorada, pero debía reconocer que aquella chica le impactó desde el primer momento-

Qué pasa? Acaso a ti no te gusta?

Creo, querida compañera, que esta nueva convivencia no va a tener desperdicio…oye! Qué te parece si le preparamos una pequeña fiesta de recibimiento?

Crees que le gustaría?

Claro que sí Laura, invitamos a algunos amigos y pasamos un rato agradable, unas copas y cuando vaya siendo hora, a la cama…

Si, si, lo que tu quieres es probar otra cama…- Laura sabía perfectamente por donde iba Cristina.-

Y lo que a ti te pasa es que te mueres por hacer lo mismo.

Empezaron a reírse de la situación;

Cristina se encargó de invitar a unas cuantas amigas y Laura llamó a un par de compañeros de clase. A las 21.30 estaban ya todos en el piso, prepararon las bebidas, la música y algo de picar mientras esperaban a que entrara por la puerta Helena, todos muy entusiasmados en conocer a la chica que se atrevía a compartir piso con aquellas dos mujeres de armas tomar.

Eran siete los que estaban esperando a Helena, pero ya estaban tomando algunas cervezas y algún que otro cigarrillo de la risa.

Se acercaba la hora por lo que bajaron la música para poder escuchar el ruido del ascensor al subir Helena.

No tardó más de diez minutos.

Apagaron todas las luces y esperaron en silencio a que se abriera la puerta del piso.

A pesar de que tenían ensayado un grito de "Bienvenida" cuando Helena

encendió la luz, momento en que tenían que gritar la frase, algunos dijeron hola en lugar de bienvenida, otros lo dijeron tarde, y también se escuchó por allí algo parecido a que buena que está…

Laura y Cristina se le acercaron y la saludaron seguidas por los demás.

Helena se mostró receptiva a la fiesta de acogida al piso y agradeció las molestias.

Dejó las cosas que traía en su habitación y presurosamente se incorporó a la fiesta.

Una pequeña nube de humo sobrevolaba las cabezas de los ocupantes de la sala, mientras sus manos permanecían ocupadas con la cerveza, algún cigarro y charlaban animosamente mientras sonaba música.

No había duda ninguna de que la atención de todos la acaparaba Helena.

Poco a poco se habían ido acomodando alrededor de ella formando una especie de corrillo, absortos escuchando, preguntando y queriendo saberlo todo sobre aquella belleza de la naturaleza.

A ella tampoco le apetecía ser el centro de atención por mucho más tiempo y hábilmente supo evadirse, escapando al baño.

La puerta estaba cerrada, esperó en el pasillo.

Al abrirse la puerta, salió Laura del cuarto de baño:

Ya puedes pasar – le dijo con una sonrisa.

Gracias, oye… por cierto, que no teníais que haberos molestado tanto, de verdad…

No es ninguna molestia - insistió Laura – espero que te lo estés pasando bien.

Lo cierto es que son muy simpáticos todos… pero realmente lo que más me está gustando de la fiesta eres tú… - fingiendo inocencia –

Laura permaneció absorta medio segundo sin apenas tiempo para reaccionar,

ya que, justo cuando iba a decir algo, notó cómo Helena se le acercaba peligrosamente y sus labios se encontraron rozándose, pero sin llegar a besarse, hasta que, sin más preámbulos, ocurrió.

Se tantearon dulcemente, Laura se dejó llevar por el momento, era la primera vez que besaba a una chica y la verdad era que no le desagradaba precisamente…

Helena recorrió sus labios con la punta de su lengua, la sentía nerviosa y eso le gustaba.

Besaba su cuello, mientras sus manos atrapaban el trasero firme y apetecible de su nueva compañera de piso.

Laura sintió un calor intenso que la recorrió por dentro y se apartó sin saber muy bien qué era lo que le daba miedo.

Entonces, Helena, sencillamente sonrió y pasó al baño.

Laura se reincorporó a la fiesta aparentando normalidad, pero en su interior, pensaba que nunca nadie le había besado así. Pensaba cómo continuaría aquella situación, o si ni tan siquiera debía continuar…

De repente un montón de ideas vinieron a su mente. Tendría que compartir piso con aquella chica, y bueno, a primera vista, no parecía mala idea…

Cuando Helena regresó al salón, se sentó junto a Cristina.

Todos habían comenzado un juego de cartas, pero Helena prefirió mantenerse al margen.

Mientras tanto, con especial disimulo, recostada en el sofá, fue deslizando su mano por detrás de la espalda de Cristina.

Ésta, notó cómo la suave mano de su nueva compañera se ocultaba bajo su camiseta.

Le dirigió una mirada de soslayo, intrigada por sus intenciones; Helena se hacía la distraída.

Trató de concentrarse en el juego, pero le era bastante difícil, ya que aquellos dedos parecían estar dibujando algo en su piel.

Aquella situación comenzaba a desbordarla, a la vista de todos y nadie notaba nada. Eso le gustaba mucho, le añadía un punto picante a la escena.

No le fue demasiado complicado empezar a descifrar el mensaje, eran números sin duda…

Una sensación indescriptible recorrió su cuerpo, aquella hermosa compañera, no hacía más que rozar con la yema de sus dedos en su espalda dibujando 69 una y otra vez.

Como podéis imaginar, todo propiciaba que una tremenda excitación y morbosidad invadiera su interior.

Allí, a merced de Helena, sin hacer ningún gesto que delatara la delirante escena.

Al poco, cesó de acariciarla, momento que percibió como idóneo para escabullirse del salón y

dirigirse a la cocina.

Se apoderó del resto de bebidas que aún quedaban en la nevera.

Estaba cogiendo unos hielos cuando Helena entró a la cocina.

¿Crees que me da miedo tu juego? – Cristina se presentaba insinuante ante Helena con uno de los cubitos de hielo en la mano.-

Es divertido, ¿no te parece?

Sus cuerpos se aproximaron examinándose con la mirada. Cristina la tomó de la cintura y acercó el hielo a los labios de Helena y los dibujó dejando un surco de agua helada.

Sabías que era yo quien te seguía y no pensabas decírmelo nunca? – Acercaba su cabeza lentamente. –

Helena alcanzó los labios de Cristina y la besó haciendo que notara el frío del hielo en su boca, transformándolo al instante en un calor intenso que las abrasaba sin más.

Qué pasa con esos cubatas!!!

Desde el salón las interrumpían reclamando la bebida. Se separaron mientras sus miradas permanecían clavadas la una en la otra.

Esto no va a quedar así…

Eso espero… - contestó Helena mientras llevaban las cosas al salón. –

La fiesta continuó hasta bien entrada la noche.

Todos estaban con bastantes copas de más, algunos bailaban al son de la música, mientras otros charlaban y contaban chistes.

Al tiempo, comenzaron a estar demasiado cansados y se fueron marchando hasta que sólo quedaron las tres compañeras de piso en su primera noche juntas.

Las Mil y Una Caricias

Entre todos habían recogido la mayor parte de las cosas que habían quedado sobre la mesa.

Cristina había entrado al baño. Cuando salió no vio a Helena ni a Laura, se dirigió a su habitación, que quedaba justo en frente de la de Helena.

Le extrañó que la chica no estuviera dentro, ya que la puerta abierta dejaba ver la estancia vacía.

Se echó en la cama en ropa interior, pensando en que pronto la vería entrar a su habitación y en ese momento, aprovecharía para captar su atención…

Cuando volvió a abrir los ojos ya era de día. Se sintió estúpida por haberse quedado dormida mientras la esperaba, pero también pensó: así mucho mejor, la tendré con la miel en los labios unos días más…

Se levantó y al salir al pasillo vio que la puerta de la habitación de Helena estaba cerrada.

En la cocina estaba Laura desayunando.

Tenía una expresión diferente en la cara. Con una sonrisa bobalicona esbozó un suave, buenos días.

- Qué te pasa ?Has dormido bien?

- Vaya pregunta; he dormido estupendamente, casi mejor que nunca…- y se le escapó un profundo suspiro. –

- ¿Qué es lo que me he perdido? ¿Acaso tienes algo que contarme? - Cristina no sabía muy bien qué pensar…-

Nada, nada… olvídalo… es sólo que he tenido un sueño que me ha gustado mucho… -Laura estaba con la mente en otra parte –

Bueno tú sabrás, yo me tomo esto – sosteniendo la taza de café – y me ducho.

Y así lo hizo.

Laura no podía evitar estar absorta en sus pensamientos, recordando lo que le había sucedido durante la noche. Se puso a recordar cada minuto…

Cuando Cristina entro al baño, Helena y Laura se quedaron a solas.

Unos segundos después de que Laura entrara en su habitación, escuchó que llamaban a la puerta.

-Pasa! dijo, sin dar mayor importancia.

Al ver que era Helena se quedó un poco parada, ésta entró y cerró la puerta.

Te importa si te pido un favor?

Claro que no…de qué se trata? – No tenía la menor idea de qué sería lo que iba a pedirle. –

Me duele aquí en la espalda y sería para mí un gran descanso sentir tus manos aliviándome…

Bueno, a mi no me importa, pero te recuerdo que aquí la experta eres tú; es muy posible que no lo haga demasiado bien…

No te preocupes, seguro que lo sabes hacer muy bien Laurita.

Ponte cómoda por favor.

Laura señaló la cama invitándola a acomodarse.

Helena se lo tomó todo al pie de la letra, se quitó la camiseta y el sujetador allí de pie mientras Laura la miraba, admirando su cuerpo, atónita.

Se deshizo de sus pantalones y se tumbó en la cama.

Laura estaba nerviosa, no podía evitar que se le notase, sobre todo al tocar la piel de aquella chica, que no era cualquier chica, era la que le había besado, y ahora la tenía en su cama casi desnuda, masajeando su espalda.

Era una escena casi inimaginable para ella.

No lo haces nada mal, en serio, pero estoy convencida de que hay cosas que haces muchísimo mejor…- y diciendo esto se dio la vuelta, mostrando su torso desnudo, espléndido, a los curiosos ojos de Laura.

Enmudeció, no articuló palabra alguna, mientras Helena tomaba una de sus manos y la colocaba sobre su pecho, haciendo que lo acariciara despacio, despuntando su pezón lenta y sinuosamente.

Helena desabrochó la camisa a Laura, dejándola en sujetador.

Era como si la mirada de Helena la hipnotizara y le fuese imposible no rendirse a sus gestos.

Se reincorporó tomando control de la situación y comenzó a besar a Laura en el costado con mucha suavidad.

Podía ver cómo su piel se erizaba con el roce de sus labios, continuó besando su espalda, dibujando líneas invisibles con la yema de sus dedos y desabrochó el sostén para poder deleitarse.

Continuó besándola por su abdomen, ascendiendo con lentitud hacia sus pechos, que se erguían dominando el paisaje.

Rodeó sus pezones con la lengua, succionó con sus labios, deprisa y despacio, todo en uno.

Laura se entregaba más y más por momentos, comenzaba a suspirar aliviada con aquellas caricias en su cuerpo.

Eran caricias sabias, melosas y certeras.

Dejó que Helena la despojara de sus ropas y se mostró completamente desnuda ante sus ojos.

El contacto visual era de alta intensidad, desprendía fuego en su mirada, y Laura sentía como le abrasaba en su piel, logrando que la deseara aún más.

Ambas yacían desnudas en la cama, regalándose mil y una caricias, tomándose el gusto en cada beso; sus lenguas se engarzaban mientras sus brazos y sus piernas se enroscaban formando un entramado de pasión.

Llegó un momento en el que Helena dejó de besarla, pero continuó mirando sus ojos, y le preguntó:

te gusta? Quieres seguir?

…me encanta…me moriría si no continuaras con esto…creo que nadie me había besado nunca de una forma tan deliciosa…

Se besaron de nuevo y continuaron retorciéndose en aquella cama.

La excitación se apoderó de sus cuerpos; los besos cada vez eran más húmedos, al igual que sus entrepiernas, palpitantes de placer.

Helena recorrió de nuevo el cuerpo de Laura gozando con sus estremecimientos.

La lengua jugando en su ingle y alrededor de su entrepierna, le provocaba una sensación sublimemente incontrolable.

Dominada por el desenfreno, Laura tomó la cabeza de Helena entre sus manos, la miró y de sus labios brotó un lánguido, por favor…

Acto seguido, su lengua indagó en las intimidades de Laura, provocando que su respiración se entrecortara al sentir cómo la recorría, deteniéndose en cada recoveco.

La exaltación de sus cuerpos, el ardor y la pasión, controlaban aquella noche mágica.

Helena también necesitaba recibir el placer que sólo aquella chica podía regalarle, se acomodó de tal forma que sus entrepiernas abrazasen sus cabezas, invitando a Laura a beber de aquel manantial del deseo.

Comenzó con timidez a paladear.

Progresivamente fue imitando las caricias que ella recibía de Helena, hasta que se convirtieron en un delirio jadeante, en efervescente exaltación…

No tardaron en alcanzar el cielo en la tierra, aunque tampoco podían resistirse más.

Yacían exhaustas, agitadas.

No me equivocaba…hay otras cosas que también sabes hacer muy bien…Laura.

Ha sido increíble…incluso me cuesta hablar…uffff me tiembla todo.

Se abrazaron.

Al poco tiempo Laura dormía plácidamente, Helena abandonó la habitación en silencio y se acostó en su cama.

A la mañana siguiente, se levantó derecha al cuarto de baño a darse una ducha.

La puerta estaba entreabierta y entró.

Cristina acababa de ser sorprendida mientras salía de la ducha, secándose el pelo con la toalla, permaneció estática.

Helena también se quedó quieta, hasta que habló Cristina.

Te has quedado sin palabras eh? Ya sé que tengo un cuerpazo, pero puedes darme tu opinión…

No está nada mal… yo sólo quería ducharme, pero si fueses tan amable de ayudarme, te estaría muy agradecida…

Será mejor que cerremos esta vez la puerta, no crees?

Cristina fue hasta la puerta y cerró, mientras se acercaba con su gesto a Helena.

La actitud fue muy directa. Comenzaron a besarse.

Del cabello negro de Cristina, todavía mojado, goteaban pequeñas gotitas de agua, que se deslizaban por su piel. Una de esas gotitas, se posó como una perla sobre su pezón, incluso brillaba. Helena lo sorbió con sus labios, jugueteó con el surco transparente que había dejado.

La ropa de Helena cayó al suelo.

Permanecían allí de pie, acariciándose pícaramente. Cristina envolvió a Helena con sus brazos contra la pared.

La besó en el cuello, susurraba palabras ininteligibles a su oído y la sentía agitada.

Continuó recorriendo con su lengua cada centímetro de su piel, deteniéndose en aquellos ansiados pechos que se erguían ferozmente; se ayudaba con sus manos, que examinaban quedamente, con la yema de sus dedos, dibujando en su cuerpo mil formas.

Dirigió a Helena a la ducha, se colocó detrás de ella y mojó su cuerpo, esta vez con agua…

Tomó un poco de gel de baño en su mano y enjabonó, disfrutando del tacto resbaladizo.

A continuación, el agua se llevó los últimos restos de espuma. Cristina inició un pequeño juego con el chorro del agua, dirigiéndolo a las partes más sensibles de Helena.

Sus manos acordonaban su entrepierna, mientras continuaba besando su cuello.

Helena sentía los pechos de Cristina rozando su espalda, se encontraba muy excitada.

Se dio la vuelta para separarse un poco. Se apoyó contra la pared y colocó una de las piernas sobre el grifo, logrando una postura irresistiblemente sugerente y entregada…

Cuando Cristina vio esto, sonrió.

Toda tuya. – dijo Laura. –

No te arrepentirás. – contestó Cristina sin perder sus papeles. –

Se arrodilló ante aquella Diosa y su manjar semi rasurado, tan apetecible y exhuberante.

Besaba con timidez mientras con su lengua se adentraba cautelosamente. Helena tomó un ritmo de caderas sensual y provocador, al tiempo que Cristina se hundía en sus entrañas para desatar toda su excitación jugueteando también con sus dedos en el interior de su compañera.

La sentía cerca del fin, sus movimientos eran intensos hasta que logró su objetivo.

Laura permaneció con unos pequeños estremecimientos durante unos segundos.

Siguieron besándose bajo la ducha, mezclando sus salivas con el agua, amándose sin temores.

Laura acariciaba los pechos de Cristina, consciente del grado de exaltación, fue bajando hasta quedar sentada en la ducha. Acercó a Cristina hasta que su cabeza quedó a la altura ideal.

Con sus dedos inspeccionó lenta y sabia, jugando con aquel clítoris, hinchado y ansioso de placer.

Acercó su boca y lo lamió con devoción y avidez. Cristina abrió más sus piernas para que la pudiera manejar bien y tomó la cabeza de Helena con sus manos, totalmente incapaz de sostenerse por si sola.

Aquella lengua la transportó a un mundo de jadeos y gemidos que se ahogaban bajo el agua.

No podía resistir, su cuerpo la dominaba y estalló con bravura, mientras Helena se deleitaba con el palpitar de ese sexo, que se mostraba agradecido a sus agradables atenciones.

Permanecieron sin hablar unos instantes.

Helena se reincorporó y secó su cuerpo de infarto con la toalla, observando Cristina la escena.

Se envolvió cuidadosamente y se marchó del baño con un hasta luego.

Cristina se levantó y se vistió con tranquilidad.

La convivencia comenzaba a dar sus frutos….

(9,80)