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Orgía criminal (I: Orgía y asesinato)

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PRÓLOGO

Helena baja las escaleras del edificio sin utilizar el ascensor con la idea de pasar inadvertida. No reparó en la portera del edificio que atisbaba a través de la puerta de su cuchitril la cual la miraba fijamente, como grabando su imagen ¿La razón? Simplemente la casualidad, nadie baja de un 8º piso andando cuando el edificio cuenta con ascensor y ella sabía que bajaba del 8º puesto que el día anterior sobre las 20 horas y acompañada de un señor muy guapo y agradable la preguntaron por la familia Sandoval, de todos modos se encogió de hombros, cerró la puerta y siguió con sus cosas.

Helena llegó a casa, se desnudó rápidamente y se metió en el baño, llenó la bañera y se sumergió en el agua con la intención de imaginarse que lo ocurrido el día anterior y el despertar matutino solo había sido un sueño, cerró los ojos y por su cabeza comenzó a rodar la película desencadenante de los hechos.

Capítulo (I): ORGÍA Y ASESINATO Helena y Raúl son un matrimonio normal y corriente, llevan casi cuatro años casados y sin ningún problema aparente, Raúl es una persona tremendamente imaginativa y fogoso a más no poder, su palabra favorita... follar, follar, follar. Helena, no le desmerecía, entre su libido y su fogoso coño en principio aplacaba las ansias de su salido marido, pero... Raúl todas las noches después de una buena sesión de folleteo siempre insistía en lo mismo...

¿Pero cariño qué pasa por probar? Te quiero con locura pero... estoy loco por realizar un intercambio de parejas, me encantaría follarme a la mujer de otro cuando ese otro te esta follando a ti, por eso no voy a dejar de quererte, al contrario creo que te podría querer mucho más.

A mí eso me producía escalofríos no podía imaginármelo, había tenido un novio al que quise con locura y el que me desvirgó, por circunstancias que no vienen al caso nos separamos, conocí a Raúl, nos casamos y le soy completamente fiel, sólo el pensar verle con otra mujer o que otro hombre me poseyera y sobre todo viéndonos sencillamente no entraba en mi cabeza, él insistía una y otra vez. Yo veía que él en Internet buscaba constantemente páginas de contactos e intercambios de parejas, mas yo no decía nada. Una noche después de un fabuloso polvo, radiante me dijo...

- ¡Cariño! He conocido a la familia Sandoval, nos invitan a cenar este fin de semana con un grupo de amigos, no es nada especial, según me dijeron son todos personas normales y corrientes y muy divertidos, todos juntos lo pasaremos muy bien... ¿Qué te parece, aceptamos la invitación?

Yo dudé durante unos instantes, pero entre la corrida que había tenido y las caricias que me seguía prodigando estaba totalmente abotargada, acepté sin pensar en consecuencias.

Raúl había quedado con la familia Sandoval el sábado a las 20 horas. Vivian en el centro de Madrid en un edificio bastante antiguo de 8 plantas, al llegar Raúl no tenía claro en qué piso vivian los Sandoval por lo cual llamó a la portera que muy amablemente nos indicó su vivienda, (8º "A") Tomamos el ascensor, cuando hicimos sonar el timbre nos abrió la puerta un señor de unos 45 años, alto y fornido, tenía unas facciones tremendamente agradables, muy moreno, vestía elegantemente, mi marido me presentó y él caballerosamente se inclinó sobre mi mano de una forma exquisita, me agradó tremendamente, entramos y nos esperaba en el salón Alicia su señora, rubia alta, majestuosa y blanquísima, parecía una walkiria, tremendamente sensual y agradabilísima, en cuanto nos presentaron ella me cogió de la mano y me dijo...

Bueno querida, como tú fuiste la primera en llegar tendrás que ayudarme con la cena, claro está, si no tienes inconveniente. Por supuesto que no, lo haré encantada.

Ella me dio un beso en la comisura de mi boca lo cual en principio me sorprendió un poco pero como siguió como si nada hubiese ocurrido yo tampoco le di mayor importancia, nos dirigimos a la cocina, tenía casi todo preparado y sólo era distribuir las viandas estratégicamente sobre la mesa del comedor. El comedor era un salón de unos 25 metros cuadrados con una gran mesa redonda situada en el centro del mismo rodeada por ocho cómodas sillas, adosados a tres de las paredes había tres sofás enormes llenos de cojines muchos de los cuales estaban esparcidos por el suelo el cual estaba cubierto por una gruesa alfombra persa. Fueron llegando los demás invitados los primeros, José y Sofía, naturales de Madrid, los dos de mediana edad y de aspecto muy agradable, a los 5 minutos llegaron Ernesto y Magdalena de 32 y 27 años respectivamente, naturales de la Coruña y ambos tremendamente guapos, para finalizar, casi antes de cerrar la puerta llegaron Jorge y Ana, ambos de un pueblo de Barcelona llamado Malgrat también muy agradables y simpáticos, estos eran los únicos que conocían a los Sandoval y para mi sorpresa Jorge y mi marido ya se conocían desde hacía algún tiempo.

Había advertido a mi marido que lo del intercambio de parejas no me agradaba por lo cual de observar algo raro de inmediato me marcharía, él me aseguró que no me preocupara, que todo era normal y que no habría problema alguno, yo estaba pendiente de las reacciones y comportamiento de todos y todo parecía normal, no se notaba ningún exceso de confianza y el comportamiento en general era exquisito. Nos sentamos a la mesa quedando distribuidos (En principio pensé, por casualidad) Sandoval, yo, mi marido, Sofía, José, Magdalena, Ernesto, Ana, Jorge y finalmente Alicia entre Jorge y su marido. Sandoval me prodigaba todo tipo de atenciones, su conversación era exquisita y tremendamente amena, me di cuenta que me servía vino muy a menudo mas no le di mayor importancia, tampoco me fijé que de esa botella sólo se me servía a mí, yo cada vez me sentía más eufórica y con unos calores internos tremendos, notaba la vagina húmeda y muy caliente, muy astutamente Sandoval pasó su mano bajo el mantel y la depositó sobre mi muslo, en principio me sofoqué un poco pero mi mente no me dejaba reaccionar, estaba como abotargada, cada vez notaba más calor, él pasó su mano bajo mi falda y me acarició los muslos muy suavemente, su mano fue subiendo poco a poco hasta alcanzar mis braguitas, abrí totalmente mis piernas para permitir que aquella mano me acariciase el chochito directamente, mis ojos estaban totalmente nublados, mi mente casi estaba en blanco de todos modos podía apreciar como en sueños lo que alrededor estaba ocurriendo, vi como Ernesto desnudaba a Ana y le chupaba las tetas tirados ambos en el suelo sobre unos cojines, mi marido besando apasionadamente a Sofía y al poco rato ambos realizaban un tremendo 69. Jorge le quitaba las braguitas a Alicia la mujer de Sandoval, pude apreciar que Jorge tenía un pene tremendo, no mediría menos de 23 centímetros, al poco rato estaba introduciendo aquel temible aparato a Alicia entre suspiros de satisfacción por parte de ella.

Sandoval me había quitado las bragas y sus dedos estaban metidos dentro de mi vagina la cual los recibía con agrado y satisfacción, luego de un buen rato de masturbación Sandoval se levantó de la mesa me cogió en brazos y me trasladó a una de las habitaciones, me desnudó totalmente y comenzó a besarme el cuerpo por todos sus lados y rincones, sus manos insaciables recorrían mi cuerpo centímetro a centímetro, antes de que su boca tocara mi vagina creo haber tenido por lo menos dos orgasmos, pero cuando sus labios se apoderaron de mi clítoris fue como subir al cielo, tuve dos o tres orgasmos encadenados, el muy despacio fue reptando sobre mi cuerpo, cuando su pene entró en contacto con mi vagina y a pesar de que era enorme, fue penetrando en ella con suma facilidad sus movimientos eran a la vez suaves y enérgicos comencé de nuevo a tener orgasmos consecutivos y en una embestida suprema él comenzó a correrse en mi interior, entonces yo grité y sufrí un desmayo.

Me desperté con un terrible dolor de cabeza y desconcertada no sabía dónde estaba, cuando miré a mí alrededor lancé un grito, estaba completamente desnuda y ensangrentada, un cuchillo de grandes dimensiones sobre mi mano derecha, el cuerpo inerte de mi marido estaba de bruces a mi lado rodeado de un gran charco de sangre, tenía la espalda cosida a cuchilladas, grité pero allí no apareció nadie estaba totalmente sola, empecé a pensar, era consciente que me habían drogado y desde luego estaba segura, yo no había matado a mi marido, me lavé un poco para sacarme las manchas de sangre, me vestí y salí del piso, omití el ascensor para evitar encontrarme con alguien y bajé los ocho pisos a toda prisa, abajo me pareció que la portera miraba por una pequeña abertura de la puerta de su cubil mas no le di mayor importancia, me fui a casa andando, eran las 8,45 horas del domingo, prácticamente no había nadie por las calles, llegué a casa, preparé la bañera me desnudé y me sumergí en el agua templada tratando de pensar en qué clase de lío estaba metida, sin poder evitarlo comencé a sollozar desesperadamente mi cabeza todavía estaba abotargada y me dolía terriblemente era incapaz de pensar, me quedé dormida, desperté sobresaltada, en mi cabeza bailaba la imagen de mi marido en el suelo y ensangrentado, comencé a llorar de nuevo.

Capítulo (II): GERARDO SANTIESTEBAN

Me fui serenando, medité sobre mi situación y lo que tendría que hacer, decidí llamar a mi antiguo novio, no tenía ni su dirección ni su número de teléfono pero sabía cómo localizarle puesto que era detective privado y su vivienda era a la vez oficina, cogí la guía telefónica y en efecto allí estaba Gerardo Santiesteban Martínez, Detective privado. Cogí el teléfono llamé y al cuarto o quinto timbrazo me respondió una voz soñolienta...

¿Quién va? Gerardo, soy Helena ¿Te acuerdas de mí? Cómo no me voy acordar Helenita ¿Qué tripa se te ha roto para llamarme a estas horas? Hombre no es tan temprano son las 11,30. Después de acostarme a las 6 de la mañana demasiado temprano, pero a ver dime... ¿Qué es lo que té pasa? Tiene que ser muy grave para que tú me llames a mí. No puedo decirte nada por teléfono ¿Puedo ir a tu casa? Por supuesto ¿Te parece bien a las doce treinta? A esa hora estaré en tu casa. Hasta luego Gerardo...

Sabía que si quería conseguir algo de Gerardo tenía que reconquistarle de alguna forma, sabía que le seguía gustando, él seguía enamorado de mí pero se había recubierto con una máscara dura y aparentaba haberme olvidado. Me puse unas braguitas blancas de encaje y sujetador haciendo juego, una falda mas bien cortita y una blusita semi transparente que dejaba entrever el sujetador, tomé un taxi y me dirigí a la casa de Gerardo eran las 12,15, llamé al timbre e inmediatamente me abrió la puerta, me estaba esperando, nos dimos un beso en la mejilla, me hizo pasar al salón y me ordenó que me sentara en el sofá, lo hice y él se sentó en el suelo justo delante de mis piernas tenía puesta una bata de casa y aparentemente nada mas, muy serio se me quedó mirando y me dijo...

¡Bien! Cuéntame qué es lo que te pasa. Es una historia larga con mi marido que terminó en un intercambio de parejas, a mí me drogaron y esta mañana a él me lo encontré muerto. ¡Caray! ¡Menuda historia! Bien, cuéntamelo todo y sin omitir detalle alguno. Todo... Todo. Absolutamente, es la única forma que tengo para poder analizar los hechos.

Inicié el relato desde que mi marido trataba de convencerme para participar en un intercambio de parejas, por la mitad del relato me fijé en Gerardo y este tenía la vista fija en mi entrepierna, por la posición en que estábamos estaba segura, me estaba mirando las bragas, inconscientemente yo había abierto las piernas y la visión que ofrecía era total no obstante permanecí exactamente igual, observé también que de su bata sobresalía un bulto bastante sospechoso, continué con el relato, cuando llegué al momento de la orgía traté de omitir los detalles pero él insistió que le contara todo y apoyó sus dos manos sobre mis rodillas, yo sentí un ligero escalofrío pero ni hice ni dije nada, cuando con pelos y señales le conté lo que Sandoval me hizo, él pasó sus manos por la cara interna de mis muslos acariciándolos suavemente, cerré los ojos abrí un poco más mis piernas y dejé hacer, llegó a mis braguitas y sus dedos acariciaron mi vagina sobre ellas, a pesar de todo lo que había pasado me dejé llevar por el placer que estaba sintiendo, él sacó sus manos me cogió del culo y me empujó hacia él colocándome justo en el borde del sofá volvió a pasar sus manos bajo mi falda y me arrancó las braguitas de un tirón, mi vagina quedó ante sus ojos totalmente expuesta y vulnerable, volvió a cogerme del culo con sus dos manos y metió su cabeza entre mis piernas, su lengua inició un recorrido lento y terriblemente sensual por la cara interna de mis muslos, colocó mis piernas sobre sus hombros y su boca se apoderó totalmente de mi coñito, su lengua separó los labios vaginales y trató de penetrar en la gruta que ellos protegen, estas caricias me volvían loca de placer gemía y respiraba agitadamente hasta que sus labios se apoderaron de mi clítoris y eso para mí fue el acabose, di un grito y me corrí como una perra en celo, entonces él me levantó del sofá y procedió a desnudarme totalmente, al sacarme el sujetador se quedó mirando mis tetas, las rodeó con sus manos acariciando simultáneamente los pezones con sus dedos índice y pulgar, acercó su boca y me besó dulcemente, mientras susurraba...

No te preocupes querida, esto lo solucionaremos, te sigo queriendo como nunca he podido querer a nadie en este mundo, he sufrido todos los tormentos del infierno cuando te casaste con Raúl pero ahora por fin te tengo y serás mía para siempre.

Gerardo se quitó la bata y en efecto el cabrón me estuvo esperando en pelotas, se sentó en el suelo e hizo que me sentara sobre su erecto pene, según iba bajando este poco a poco me iba penetrando hasta que mi culo quedó apoyado sobre sus muslos, colocó sus dos manos sobre mi culo y yo me cogí de su cuello, sin movernos en absoluto, dijo...

Sigue relatando cariño ¿Qué fue lo que pasó después?

Yo seguí relatando los hechos hasta el momento en que llegué a casa y me quedé dormida en la bañera, él entonces me recostó sobre la moqueta que tapizaba el suelo y comenzó a bombear su pene dentro de mi vagina, esta penetración fue tan larga y el bombeo tan suave y placentero que los dos tuvimos un orgasmo sublime.

Capítulo (III): JOSÉ Y SOFÍA

Después de haber hecho el amor, Gerardo preparó algo de comer para los dos y comenzó a trazar un plan con objeto de tratar de descubrir al o a los asesinos de mi marido, lo primero que hizo fue ir a mi casa y recoger todo aquello que pudiera serme necesario. Buscó en el PC de mi marido toda posible información sobre las personas que habían participado en la ORGÍA.

En el PC y en unos disquettes encontró información sobre los Sandoval, estos tenían un chalecito en las afueras de Malgrat y a unos cinco kilómetros de la residencia de Jorge y Ana. Según la información que Raúl tenía recogida en el PC Sandoval tenía varios negocios en Barcelona, mientras que de Jorge y Ana la cosa no estaba tan clara por lo que se podía deducir los negocios de estos podrían ser bastante sucios. En un disquette encontró la dirección en la Coruña de Ernesto y Magdalena así como la de José y Sofía en Madrid, recogió todo y regresó rápidamente a su casa. Lo primero que decidió fue que esa misma tarde fuésemos a visitar a José y Sofía, a Gerardo le presentaría como a mi cuñado, hermano mayor de Raúl. El motivo de nuestra presencia en su casa sería recabar alguna posible información sobre Raúl debido a que después de la reunión y habiéndome quedado yo dormida cuando desperté, él había desaparecido sin dejar rastro.

A las 19 horas llegamos a casa de José y Sofía, nos recibieron bastante sorprendidos pero tampoco mostraron signos de extrañeza, hice las presentaciones correspondientes y Sofía cogiéndome del brazo me dijo toda risueña...

Ya me gustaría a mí tener un cuñadito así tan guapo ¿Te lo montas con él? Yo lo haría sin pensarlo. Eres una calentona Sofía. Esta vida es para disfrutarla querida, lo que ahora pierdas no lo recuperarás jamás.

Esto lo decía Sofía tranquilamente delante de Gerardo y su marido sin cortarse para nada, comiéndose al mismo tiempo a Gerardo con los ojos, José hacía lo propio conmigo y desde luego Gerardo por lo que se veía no despreciaba a Sofía, todos estos hechos totalmente distendidos nos indicaban que ellos del tema principal no tenían ni la menor idea.

¡Bien! ¿Y cual es el motivo de vuestra visita? (Dijo José) Me imagino que algo serio os trajo por esta casa. Ocurre que yo no sé a qué hora me quedé dormida y cuando me desperté sólo estaban en casa los Sandoval cuando les pregunté por Raúl no supieron decirme nada, me dirigí a casa por si estaba allí, pero nada, como si se lo hubiera tragado la tierra. Sentimos no poder ayudaros, no tenemos ni la mínima idea. Mas sentimos nosotros él haberos molestado. ¡Bien! Nos marchamos. De eso nada (Dijo Sofía) ahora mismo preparo algo para tomar y pasamos un ratito juntos, creo que debemos conocernos un poquito más.

La muy zorra se veía que se quería cargar a Gerardo como fuera y Gerardo haciéndome una seña me indicó que era necesario seguir el juego, por lo cual nos pusimos cómodos y mientras José y Gerardo se tomaban unas cervezas Sofía y yo preparamos algo para comer. Nos sentamos a la mesa y Sofía sin disimulo de ninguna clase colocó su mano sobre el muslo de Gerardo y procedió a acariciarle el paquete sobre el pantalón charlando al mismo tiempo por los codos como si nada pasara, José no se quedó atrás y su mano también estaba bajo la mesa sobre mi rodilla, yo me encontraba incómoda y algo debía notarse en mi cara pues José me miraba un poco extrañado y con algo de corte, noté entonces una ligera patada de Gerardo, debía reaccionar y así lo hice, yo bajé también mi mano y acaricié suavemente el paquete de José el cual lanzó una gran sonrisa de satisfacción, se levantó de la mesa y me cogió de la mano diciéndome...

Ven querida, te voy a enseñar la casa, a ver si te gusta.

Dicho eso me dirigió directamente a su habitación la cual era cómoda y confortable, nos desnudamos rápidamente y él cogiéndome de la cintura me depositó suavemente sobre la gran cama, al mirar hacia arriba me quedé sorprendida, había un gran espejo adosado al techo, el mirar los dos cuerpos totalmente desnudos sobre la cama daba un morbo terrible. José se apoderó de mis tetas y comenzó a friccionarlas con suavidad su lengua daba pequeños lametones a mis pezones que estaban duros como piedras, fue bajando lentamente con su boca y lengua por mi terso vientre sin que sus manos y dedos dejaran de acariciar mis tetas y pezones ni un solo momento, ya mi vagina estaba totalmente empapada, José era un verdadero experto acariciando a una mujer, la caricia de sus labios sobre mi monte de Venus era tan lenta que me provocó una especie de exasperación, deseaba que penetrase en el interior de mis labios vaginales, todo llega y llegó para mi total satisfacción su lengua y labios por mi vagina era como el tocar de un violín por un verdadero virtuoso conseguía arrancar al instrumento las mejores notas, las más recónditas, mi cuerpo temblaba y mis gemidos debían de escucharse en la mismísima calle, lo que aquel hombre estaba haciendo en mi coño nunca nadie lo había hecho, los orgasmos comenzaron a encadenarse entre sí para terminar en un verdadero delirio de placer mis flujos vaginales brotaban a borbotones y se los tragaba como si de un dulce néctar se tratara. También él necesitaba desahogarse se colocó sobre mí y sin esfuerzo me penetró hasta el mismísimo útero, con cuatro bombeos dio un gemido y comenzó a correrse, creí que no daría terminado la cantidad de semen que introdujo en mí fue inmensa, mi coño era como una laguna.

En el comedor Sofía se había colado debajo de la mesa se colocó en medio de las piernas de Gerardo y sacando el pajarito de su encierro se lo metió todo lo que pudo en su boca chupando del como sí de una piruleta se tratara, para Sofía chupar una buena polla era una verdadera delicia, decía que sin tocarse y sólo chupando se podía correr hasta tres veces, se podía decir de ella que no era una mujer caliente, era un tremendo horno que despedía calor por todos sus poros, su maestría chupando y acariciando todo el conjunto genital era tan formidable que Gerardo en pocos minutos inundó su garganta con un río de semen que ella se bebió con tremendo deleite, Gerardo entonces la sacó debajo de la mesa y la desnudó lentamente, Sofía tenía un cuerpo excepcional y Gerardo eso sabía apreciarlo en toda su dimensión, Sofía tenía unas tetas talla 110 como mínimo y Gerardo se prendó de ellas de inmediato, chupaba sus pezones al igual que un bebé, sus manos fueron bajando por el cuerpo de Sofía hasta sus braguitas que bajó sin remisión mientras dos de sus dedos penetraban en aquella húmeda caverna el dedo pulgar hacía estragos sobre su clítoris, Sofía aullaba de placer y cuando Gerardo lo consideró conveniente la tumbó sobre el suelo, colocó sus piernas sobre sus hombros y la penetró suave pero firmemente, la polla de Gerardo era el doble del tamaño de la de José, José hacía maravillas con su boca y lengua y Gerardo las hacía con su polla, Sofía comenzó a mover sus caderas y culo de una forma desaforada con la intención evidente de correrse inmediatamente pero esos no eran los planes de Gerardo, el cabrón era una especie de degenerado cuando se lo proponía, de golpe se retiró del interior de Sofía y ella abrió los ojos como platos...

Pero... ¿Qué haces? Ahora lo verás gatita, date la vuelta y ponte a cuatro patas. ¿No iras a darme por el culo? Nunca lo hice y sé que me harías mucho daño con semejante pollón. No te preocupes, veras como todo va bien.

Ella al mismo tiempo deseaba tener esa experiencia y aunque con un poco de reparo se colocó con el culo bien en pompa, con las dos manos separó sus carnosas nalgas para facilitar la acometida, Gerardo empapó sus dedos en los flujos vaginales de ella y comenzó a introducirlos poco a poco en su culo el cual comenzó a dilatarse con suma facilidad, sin previo aviso sacó sus dedos y le incrustó de un solo golpe la mitad de su polla, Sofía soltó un alarido de dolor. José y yo hacía rato que estábamos de espectadores, José al ver a su mujer empalada por el culo se puso a mil y para no perder detalle se situó delante de su mujer y le metió la polla en la boca, mientras tanto Gerardo que en principio permaneció quietecito comenzó a bombear suavemente, su polla comenzó a deslizarse por el conducto anal de Sofía con suma facilidad, ella inició un movimiento cadencioso con sus caderas y de vez en cuando sacaba la polla de su marido de la boca para por suspirar a gusto, Gerardo la tenía sujeta de la cadera con su mano izquierda mientras que la derecha estaba en la vagina de Sofía acariciando su clítoris con un dedo mientras otros dos entraban y salían cadenciosamente del conducto vaginal, en unos minutos que para mí fueron eternos los tres simultáneamente comenzaron a correrse entre alaridos de placer yo mirándoles debía tener una sonrisa muy estúpida, empezaba a darme cuenta, me encantaban los intercambios de parejas.

Capítulo (IV): EL VEJETE

Nos despedimos de José y Sofía no sin antes prometerles seguir en contacto, claro está que ellos continuaron ignorando los hechos acaecidos en casa de los Sandoval, nosotros nos dirigimos a casa y hablamos de lo que debíamos hacer, al siguiente día lunes, por la mañana en la prensa no se había publicado nada con respecto a la aparición de un cadáver, seguramente todavía no lo habían localizado pero por la tarde en la TV sí salió algo aunque no muy bien definido, la noticia de un cadáver cosido a puñaladas la dieron un poco de pasada, rápidamente trazamos un plan, Gerardo consiguió una guía de la estación de autobuses con sus horarios y elegimos uno que tenía dirección La Coruña con salida de Madrid a las 2 de la madrugada, consideramos que era una buena hora para tratar de alejarse lo más rápidamente de Madrid, en La Coruña trataría de localizar y hablar con Ernesto y Magdalena mientras Gerardo se desplazaría a Barcelona con la intención de hablar con Jorge y Ana, ambos estaríamos en contacto mediante dos teléfonos móviles de su propiedad.

Corté y teñí el pelo de un color rubio oscuro y me coloqué unas gafas ligeramente oscuras, a la una de la madrugada nos dirigimos a la estación de autobuses, seguramente ya la policía me estaría buscando, en las noticias de las doce de la noche dieron un pequeño reportaje del hallazgo del cadáver de mi marido donde se me apuntaba como a la principal sospechosa del crimen.

El autobús estaba prácticamente vacío, me senté en una de las plazas traseras y traté de dormir, me desperté sobresaltada, miré mi reloj eran las 2,45 y el autocar seguía en la estación, tres filas de asientos más adelante iba sentada una señora con dos niños que dormían a pierna suelta, me levanté y le pregunte si pasaba algo me contesto que había preguntado al chofer y este le contestó que existía un pequeño problema técnico pero que no era nada, la salida estaba prevista para las tres quince, regresé a mi asiento, me coloqué sobre las piernas una mantita de viaje y traté de dormir nuevamente. No sé el tiempo que estaría dormida pero nuevamente me desperté sobresaltada a mi lado estaba sentado un vejete de unos 65 años que me miraba insistentemente el autocar estaba ya en marcha, él no dijo nada ni yo tampoco me arrebujé con la manta y traté de seguir durmiendo, noté una sensación rara y volví a despertarme, la sensación que sentía era porque el vejete me estaba metiendo mano descaradamente, eran las seis de la mañana y todo estaba bastante oscuro, el chofer había apagado las luces interiores del autocar...

¡Oiga! Pero... ¿Qué hace? ¿No le da vergüenza? No levantes la voz zorra, vas a hacer todo lo que yo te diga o atente a las consecuencias. ¿Pero qué dice? ¿De qué esta usted hablando? De esto so puta, las gafas y el color del pelo no me impidieron reconocerte.

Sacó un periódico de la mañana donde aparecía mi fotografía y el relato del crimen, el vejete había visto las noticias de televisión de las doce y en ellas dieron una descripción de mi persona él se quedó con la imagen y de ahí su insistencia viéndome cuando se subió al autocar, en una estación de servicio anterior se había bajado a coger un periódico y en él aparecía impresa mi fotografía.

¿Ahora harás lo que te diga o aviso al chofer del autobús? Pero... ¿Qué es lo que quiere usted? Por de pronto quiero que sigas quietecita, quiero disfrutar metiéndote mano, hace siglos que no toco un cuerpo joven de mujer y sobre todo uno tan apetecible como el tuyo, ábrete la camisa y sácate el sujetador, quiero chuparte esas tetas tan buenas que tienes. Pero... Es que aquí. No me impacientes.

Hice lo que el degenerado viejo me pidió y el muy cabrón se abalanzó sobre mis tetas chupándolas de una forma asquerosa.

Ahora sácate las bragas, quiero ver y tocar ese coño de zorra que tienes.

Me las saqué y de inmediato el muy cerdo me introdujo dos dedos dentro de la vagina, me produjo un daño tremendo, tenía los dedos muy gruesos y yo el coño totalmente seco, él no se anduvo con contemplaciones, metía y sacaba sus dedos como si me estuviese follando, a mí me caían las lágrimas a chorro por el dolor y la impotencia.

Venga zorra acaríciame la polla, quiero que me la pongas bien tiesa.

Tímidamente pasé mi mano sobre su pantalón pero él me obligó a sacarle la polla fuera y le masturbara, tenía una polla asquerosamente grande, olía a rancio y a orines que apestaba, comencé a masturbarle y procuré hacerlo con maestría para tratar que se corriera lo antes posible, pero al hijo puta no se le ponía tiesa, el muy cabrón tenía otros planes.

Colócate en medio de mis piernas, coge mi polla con las dos manos y ponte a chupar ¡Ha! Cuidado con lo que haces, procura hacerlo bien y no hagas alguna tontería que te podría salir muy cara. Pero... ¿Qué dice? ¿No le basta con lo que le estoy haciendo? O lo haces o ya sabes y... Me estoy impacientando ¡Venga zorra a trabajar!

No me quedó más remedio que obedecerle, me situé entre sus piernas tratando de que la pasajera acompañada de los niños no me viese, el olor que desprendía su polla era asqueroso y me dieron arcadas, el muy hijo de puta me cogió de los pelos y me obligó a introducirla en la boca, poco a poco fui venciendo el asco que me daba y comencé a chupársela, el cabrón se empalmó rápidamente, tenía una polla formidable casi no me cabía en la boca, mis manos comenzaron a recorrer aquel inmenso tronco de arriba abajo y de abajo arriba mientras mis labios y lengua lamían aquel gordo prepucio, el hijo de puta comenzó a gemir, sus manos se apoderaron de mis pechos y me los estrujaba salvajemente cuando noté que estaba a punto de correrse traté de sacar mi boca pero el muy hijo de puta me agarró violentamente de los pelos, me introdujo la polla hasta la garganta y empezó a lanzarme inmensos chorros de semen yo produje un sordo sonido gutural bastante elevado mientras él vaciaba toda su carga en mi garganta, la señora percibió el grito y se giró en su asiento a ver lo que pasaba, cuando se fijó en el espectáculo dio un tremendo grito avisando al chofer del autocar...

¡Pare! ¡Pare usted! Fíjese lo que están haciendo ahí atrás esos dos asquerosos.

El chofer paró el autocar rápidamente y se dirigió hacia nosotros, yo me levanté y lo más deprisa posible traté de adecentar mis ropas, al chofer le dio tiempo de ver mis tetas al aire libre y al viejo como parsimoniosamente se guardaba su pollón dentro del pantalón, nos llamó la atención enérgicamente.

En la próxima Estación de Servicio se bajarán ustedes dos, lo harán por las buenas o tendré que poner una denuncia contra ustedes.

Yo desde luego no dije nada, estaba muy avergonzada. A los pocos kilómetros había una estación de servicio y el chofer nos ordenó bajarnos del autocar yo temblaba por si al vejete se le ocurría decir algo pero el cabrón había quedado tan satisfecho que no le importó absolutamente nada, incluso se despidió amablemente de mí...

Bueno zorra, espero que tengas suerte y no te trinque la poli.

En cuanto me bajé del autocar me dirigí a la cafetería de la estación y procurando pasar desapercibida me metí en los baños, desde allí por el móvil llamé a Gerardo y lo cogí justo cuando iba a salir con dirección a Barcelona, me ordenó que permaneciera el mayor tiempo posible dentro de los baños, en hora y media aproximadamente él estaría allí para recogerme, dejé pasar aproximadamente una hora, tuve la suerte de que en todo ese tiempo nadie pasó por los baños por lo cual mi entrada en la cafetería no había llamado la atención de nadie, salí, me senté en una mesa y mientras tomaba un café se presentó Gerardo.

Capítulo (V): LA CORUÑA (ERNESTO Y MAGDALENA)

Gerardo sobre la marcha había variado los planes absolutamente, me acompañaría a la Coruña circulando siempre por carreteras secundarias y según lo que allí pasara se obraría en consecuencia, debido a lo que la prensa había publicado, por todos los medios yo tenía que procurar no dejarme ver por lo cual comimos a partir de bocadillos que Gerardo adquiría en los restaurantes de carretera.

A las 19 horas llegamos a la ciudad de la Coruña, Gerardo buscó alojamiento en una modesta pensión muy discreta pagándole a la dueña una semana por adelantado, me encerré en el cuarto y él salió con la intención de localizar la vivienda de Ernesto y Magdalena, una vez localizada nos presentaríamos al siguiente día en su casa, cuando Gerardo regresó yo estaba profundamente dormida y él muy gentilmente me dejó dormir a mis anchas, desperté sobre las 12 horas del día siguiente totalmente relajada aunque tremendamente preocupada por lo que pudiera pasar, me encontraba sola ¿A dónde iría Gerardo? Me levanté de cama y me di un baño, me vestí y esperé pacientemente su regreso, él llegó a la pensión sobre las 13,30 se sentó y me contó que salió para tratar discretamente de averiguar qué tipo de personas son Ernesto y Magdalena y para mi sorpresa resultaron ser unas personas bastante adineradas y con fama de discretos, muy honestos, eran un matrimonio muy apreciado por sus vecinos todos los cuales hablaban muy bien de ellos, Ernesto se había preocupado también de comprar lo necesario para hacer una comida ligera pero muy sabrosa, colocó todo sobre una mesa, descorchó una botella de vino y comimos opíparamente, al finalizar la comida Ernesto gentilmente me tomó de la mano y me condujo a la cama, suavemente me recostó sobre ella y sus labios me besaban con tremenda dulzura besaba mi boca, los ojos, los lóbulos de mis orejas, sus labios eran un compendio de caricias sobre toda mi cara, una de sus manos se hallaba oculta bajo mi falda y acariciaba mis muslos desde las rodillas hasta mi pubis sobre la braguita, este tipo de caricia para mí era terriblemente enervante, notaba como mi vagina se mojaba yo misma me quité la blusa y el sujetador, estaba terriblemente excitada y deseaba ardientemente que me poseyera y él intuyendo mi estado de ánimo me quitó la falda y las bragas cuando quise darme cuenta ya él estaba sobre mí con todo su pene introducido a tope dentro de mi vagina con movimientos cadenciosos y enérgicos a la vez, yo suspiraba de puro placer, movía mis caderas cada vez a mayor velocidad, necesitaba tener un orgasmo, lo necesitaba con urgencia, él entonces arreció en sus acometidas profundas y rápidas mi culo y caderas eran un torbellino, de pronto los dos lanzamos un profundo gemido corriéndonos como bestias.

A las diecisiete horas nos encaminamos a la residencia de Ernesto y Magdalena, estos viven en una urbanización de modernos chalets adosados, cuando nos presentamos abrió la puerta Magdalena con una cara de sorpresa impresionante, la última persona que se podía esperar allí esa era yo, nos invitó amablemente a que pasáramos al interior y allí nos dijo que Ernesto no llegaba a casa hasta las 20 horas aproximadamente, le presenté a Gerardo como el hermano mayor de Raúl y le expusimos el motivo de nuestra visita, recabar todos los datos posibles sobre lo que había pasado la noche de la orgía en el piso de Sandoval, dicho esto Gerardo y yo nos quedamos mirándola pendientes de sus reacciones, ella no pareció inmutarse, se veía que no se había enterado de nada de lo que había pasado lo cual a nosotros nos dio un ligero alivio pero al mismo tiempo nos aportó un dato bastante revelador. Esta fue la narración de Magdalena:

José y Sofía se marcharon sobre las dos de la mañana, todos los demás seguimos enzarzados unos con otros hasta aproximadamente las tres de la mañana, yo recuerdo que me quedé dormida y sobre las cuatro me desperté aunque me hice la dormida debido a que había una fuerte discusión entre tu marido, Sandoval y Jorge, recuerdo que Raúl les reclamaba no sé qué dinero o les denunciaría, en ese momento se despertó mi marido Ernesto, los otros se callaron y nosotros a las cuatro y media aproximadamente nos marchamos y ya no sé más.

Magdalena me tomó de la mano y me condujo a la cocina con el pretexto de preparar algo para tomar...

¡Oye Helena! Tu cuñado es guapísimo ¿Te lo montas con él? Perdona que te haga esta pregunta, es que si llega a ser mi cuñado yo no podría resistirlo. Esa misma pregunta me la hizo Sofía anteayer. ¿Estuvisteis con José y Sofía? Sí, por el mismo motivo. ¿Hicisteis algo? Ya sabes... os lo montasteis los cuatro. Pues... sí, y... además muy bien, lo pasamos fenomenal, mira que antes no me gustaba lo de los intercambios pero ahora le estoy cogiendo gusto a la cosa. ¿Podría yo... con Gerardo...? ¡Mujer! ¡Inténtalo! A mí no me importa.

Regresamos a la salita, Magdalena colocó una viandas para picar sobre la mesa, en cuanto terminó de colocarlas entró en casa su marido Ernesto que al verme se llevó una gran sorpresa, ni por asomo se esperaba encontrarme en su casa, le presenté a Gerardo y...

Acabo de leer la prensa y se te implica en el asesinato de tu marido.

Magdalena se quedó con la boca abierta y dijo...

Pero... No puede ser, tú y yo sabemos que es imposible que Helena matase a alguien, Helena estaba totalmente drogada y dormida, no es posible que fuera ella. Tú y yo lo sabemos pero la policía no.

Entonces intervino Gerardo...

Magdalena nos ha dado un dato revelador, una fuerte discusión entre Sandoval, Jorge y Raúl sobre una cantidad de dinero, yo en casa de Raúl y en su PC encontré datos sobre ciertos negocios no demasiado claros de Jorge y eso me hace pensar que Raúl los descubrió y trató de hacerles chantaje, lo demás es fácil deducirlo. Y ¿qué haréis? Dijo Ernesto ¿Nos implicareis a nosotros? No es nuestra intención implicaros en nada, nos desplazaremos a Barcelona y trataremos de descubrir los hechos.

Ernesto ya mucho más tranquilo se distendió y fue por unas botellas de vino, cuando regresó no le pasó inadvertido las miradas de Magdalena a Gerardo y entonces me repasó a mí detenidamente con la mirada, me di cuenta que lo que miraba le agradaba y yo pensé... ¡Qué diablos! Ya puestos aprovechemos. Nos sentamos los cuatro a la mesa y Magdalena que era una calentorra de cuidado sin mediar palabra comenzó a acariciar el pene de Gerardo sobre el pantalón de éste, Gerardo ya muy puesto en su papel se giró ligeramente hacia ella y la besó en la boca ante los ojos complacidos de su marido, a partir de ahí fue como si se desatase un vendaval, Magdalena cogió a Gerardo de una mano y lo arrastró hasta la cocina, a ella le encantaba que la follaran en la cocina, en cuanto llegaron le quitó la polla de los pantalones se subió la falda y apartándose las bragas a un lado gritó a Gerardo que se la metiera, estaba totalmente salida, Gerardo sin dudarlo cogió aquella hembra por las nalgas la colocó en el filo de la mesa y de un empellón se la metió hasta los cojones, a los dos minutos Magdalena comenzó a correrse como una vaca entre gritos de placer, aquella mujer era increíble. Gerardo procedió a desnudarla totalmente y a continuación lo hizo él, Magdalena tenía unas tetas impresionantes, grandes, duras y perfectamente proporcionadas, sobre la misma mesa Gerardo se apoderó de ellas y comenzó a mamar al igual que un bebé recién nacido, sus manos acariciaban aquellas masas carnosas con verdadero deleite entre suspiros de placer de ella, siguió Gerardo con sus chupones y lametones a lo largo de aquel precioso cuerpo en dirección clara al centro del máximo placer, cuando su boca entró en contacto con aquella vagina ardiente, la dueña de aquel horno comenzó a gritar y a retorcerse, aquella mujer disfrutaba realmente de su cuerpo, cada uno de sus poros era una fuente de placer y Gerardo sabía lo suficiente para darle todo el placer que ella exigía y más, después de un buen rato de lamer y chupar aquella rica rajita y dos o tres orgasmos de Magdalena Gerardo que ya estaba desesperado apuntó la cabeza de su garrote y poco a poco la fue introduciendo hasta hacer tope, en la introducción fue saboreando cada uno de los pliegues interiores de aquella ardiente vagina, los dos iniciaron un movimiento acompasado con sus respectivos cuerpos, los dos captaban la esencia profunda del verdadero placer carnal y los dos simultáneamente llegaron a lo más alto de un clímax apoteósico.

Continuará...

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