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En apenas un par de horas, Montse me había contado que sabía que me follaba a nuestra madre desde meses después de que empezásemos, que a ella también le había dominado el deseo incestuoso, que primero deseo follar conmigo, luego se obsesionó con nuestro padre y que había acabado follándose a nuestro hermano mayor con su mujer en casa. Finalmente, y como guinda, la confesión que más estupor me había causado: "Tú no fuiste al único de sus hijos al que mamá se folló"

En ese momento yo miraba para otro lado, no sé a donde pero al oír esa frase me volví bruscamente hacia mi hermana.

-¿Perdona? ¿Qué has dicho?

-Que no fuiste el único.

-¿De qué cojones me estás hablando, Montse? Me estás volviendo loco.

-De mamá. Mamá se folló a Javi. Mejor dicho, Javi se folló a mamá.

-Dios, pero que dices, eso… eso es imposible. Yo lo sabría. Ella me lo habría contado.

-No cielo, no te lo contó… y tenía sus razones.

-Explícate, por favor, explícate de una vez.

-Está bien. Después de aquella noche en casa de Javi, al día siguiente, yo volví a casa con vosotros. Durante días no quería ver a Javi, creía que me iba a morir de vergüenza cuando me lo echase a la cara, que no iba a ser capaz de mirarle a los ojos después de haberle chupado la polla hasta hacer que se corriese en mi boca. Pero él estaba… no sé como decirlo, obsesionado. Salido. El caso es que me llamaba a todas horas. Quería verme. Me llamaba siempre que se iba a quedar solo en casa. Una mañana supo que yo me iba a quedar sola en casa y se presentó. Y que quieres que te diga, fue verle y toda la vergüenza desapareció. Dejé que se abalanzase sobre mí y volvimos a follar como locos. Estuvimos toda la mañana jodiendo. Era una locura. El caso es que a partir de aquella mañana nos convertimos en amantes. Si, ya ves, hermanito, mamá y tú por un lado, Javi y yo por otro… vaya familia ¿eh? Y como vosotros, buscábamos cualquier oportunidad para tener nuestras sesiones de sexo incestuoso.

>>Recuerdo que en tu diario contabas que como no podías comentar con nadie lo tuyo con mamá, era con ella con quien hablabas sobre el incesto y sobre vuestra relación. Bueno, a Javi y a mí nos pasaba lo mismo. Pero yo estuve tentada varias veces de hablarlo contigo. Contarte que me estaba follando a nuestro hermano y que sabía que tú te lo hacías con nuestra madre. Pensaba que podía ser bueno para los dos. Pero Javi me disuadió. Dijo que era una estupidez y que si te lo decía, antes o después acabaría enterándose todo el mundo, que si queríamos seguir con aquello, tenía que ser en el más absoluto secreto. Me pareció tan lógico que aparté la idea de mi mente. Y viví años pensando que ese era, única y exclusivamente, el motivo por el que Javi nunca quiso que te dijese nada. Hasta ahora.

>>Hay algo más que aún no sabes. He vuelto a hablar con mamá. Igual que contigo, la localicé y la escribí. Le dije más o menos lo mismo que a ti, que quería pedirle perdón. No nos hemos visto aún pero ella ya sabe lo mío con Javi y, bueno, me escribió un mail. Lo he traído. Me explicaba lo de Javi.

Montse volvió a abrir el cuaderno, buscó unas hojas sueltas y dobladas entre las hojas del diario y me las tendió. Eran dos hojas impresas, un mail, el mail que mi madre le había escrito apenas unas semanas antes. Era este mail:

>>Mi niña. Jamás os he guardado rencor a ninguno por lo que pasó. Cuando decidí convertirme en el amante de tu hermano sabía que riesgos corría y los asumí. Nunca esperé que nadie entendiese lo que Jose y yo hacíamos pero tampoco acepté que nada me lo impidiese.

Pero creo que hay cosas que tú, mi amor, también desconoces. Lo supe. Siempre lo supe. Supe que lo sabías y supe que Javi lo sabía. Y supe que tu hermano y tú os acostabais juntos. Lo que pasa es que nunca os juzgué, era vuestra vida y vosotros sabríais lo que hacíais. ¡Cómo iba yo a deciros que no lo hicieseis si yo misma me estaba follando a mi propio hijo! Hubiese sido tan hipócrita…

Sé que ahora mismo te estarás preguntando que como sabía tantas cosas. Bueno, es fácil, ya que no soy precisamente Sherlock Holmes, sólo había una forma de enterarme, que alguien me lo contase y sólo había dos personas que me lo pudiesen haber contado y si no fuiste tú… si, mi niña, fue tu hermano quien me lo contó todo.

Una mañana se presentó muy pronto en mi trabajo. Yo estaba casi sola, acababa de llegar y me asusté al verle, era la primera vez que iba a verme al trabajo en años. Después de aclararme que todo estaba bien, que simplemente "pasaba por allí", nos sentamos en mi despacho. Le preparé un café y empezamos a hablar. No recuerdo sobre que, han pasado tantos años… pero si recuerdo que de repente, sin venir a cuento, me soltó:

-Mamá, sé que te estás tirando a Jose –yo me quedé helada, como puedes imaginar. Lo que tanto temía había sucedido, por fin nos habían pillado y todo se iría al carajo. Tal debió ser mi cara de angustia que Javi se sonrió y se levantó para abrazarme.

-Tranquila, mamá, jamás diré nada.

-Javi, yo… yo… no sé que decir. Verás… no… -balbuceaba.

-Mamá, en serio, vale, no pasa nada. Te estás follando a mi hermanito pequeño, bien por vosotros, yo seré una tumba.

-Javi, si no piensas decir nada… porque me lo cuentas –en ese momento empecé a intuir lo que iba a pasar. Puede que fuese una puta ninfómana por follarme a mi hijo, pero seguía siendo madre y os conocía. Me liberé del abrazo de Javi y quedé frente a él, a escasos centímetros. Él sonreía cínicamente.

-Jejeje, a veces se me olvida lo lista que eres, mamá.

-Javi, no… no querrás…

-Si, mamá, eso mismo que estás pensando. Quiero follarte –entonces intentó besarme en la boca. Yo me zafé.

-No, Javi, no. Así no…

-¿Así no? ¿Cómo, mamá? –logré desprenderme de los poderosos brazos de Javi.

-Así, de esta manera. Aquí –me giré a mi escritorio y busqué un trozo de papel -¿Quieres follar? ¿Quieres echarle un polvo a tu madre? Espérame en esta dirección. Dame un par de horas –le di un papel y le acompañé a la puerta. Antes de abrirla me volvió a besar en la boca y luego me susurró al oído "Te voy a echar el polvo más bestial de tu vida, zorra".

Dos horas después estaba follándome a tu hermano en el piso que una amiga usaba para sus citas clandestinas y que me dejaba muy de vez en cuando. En parte tenía razón, fue un polvo bestial, salvaje. Javi me folló con rabia, con violencia. No me gustó. No tanto como el sexo con Jose. Javi era violento, Jose pasional. Era distinto. Y él se dio cuenta. Después de correrse dos veces, una en mi coño y otra en mi boca, después de darme por culo durante más de quince minutos, caímos agotados en la cama. Me pidió perdón por el numerito del despacho y me contó todo. Que eras tú la que nos habías descubierto. Que se lo habías contado y que erais amantes. Me confesó que desde que le habías contado que Jose y yo éramos amantes, no podía dejar de pensar en follarme, en como sería follarse a su propia madre y que le había gustado… pero lo cierto es que nunca más volvimos a hacerlo.

Nunca le conté nada a Jose. Fue una vez y si le hubiese contado como fue probablemente hubiese odiado a su hermano. Además, no voy a engañarte, tenía miedo. Pensé que si Jose sabía que tú te follabas a Javi probablemente querría follarte él también, de hecho, dudo que no lo pensase, no sabes como era tu hermano Jose entonces. Y pensé que si te follaba, a lo mejor lo alejabas de mi… para siempre. Ya ves, no quería competir contigo.

Cuando Belén nos descubrió hace seis años y nos "expulsasteis" de la familia, no voy a engañarte, tuve tentaciones de descubrirlo todo. Pero os quiero demasiado como para destrozaros así la vida. Bastante carga ha soportado tu hermano Jose como para haceros eso a vosotros dos. Y como te he dicho al principio, no os guardo rencor. Pasó. Ya está.

Tu madre, siempre. Te quiero".

El reloj de la cocina marcó la una de la mañana. La luna entraba por la ventana, sobre la mesa, dos tazas vacías de café.

-Hijo de puta –mascullé pensando en mi hermano.

-No, José, no digas eso.

-¿Cómo que no? ¡Se folló a mamá! ¡Te folló a ti no sé cuantas veces! ¿Sabes lo que me dijo cuando Belén nos pilló? "Eres un monstruo", eso me dijo. Puto hipócrita –estaba desquiciado, habría querido liarme a puñetazos con mi hermano hasta dejarle la cara destrozada. De golpe, el sufrimiento de los últimos años volvía a estar presente.

Montse acercó su silla a la mía y me agarró la mano. Yo la miré. Ella sonrió con dulzura y me besó en la mejilla.

-Está bien, está bien. Ya me tranquilizo –me levanté y serví más café. Volví a sentarme.

-Bien, acabemos con esto de una vez –dije más reposadamente –Dime ¿sabes si alguien más de nuestra familia se folló a alguien más de nuestra familia? Porque como me digas que te follaste a papá creo que me va a dar algo.

-No, cielo, que yo sepa, nadie se folló a nadie más.

-Menos mal.

-Pero si hay una cosa que me gustaría saber.

-Tú dirás –después de las revelaciones que me había hecho Montse, no pensaba que nada pudiese sorprenderme más.

-Por qué dice mamá en su mail "…no sabes como era tu hermano Jose entonces" ¿A qué se refiere? –me quedé mirando perplejo a mi hermana. Me sorprendía que se hubiese fijado en esa frase porque ni al leerla ni ahora que me la mencionaba ella, había sabido a que se refería mi madre.

-Ni idea, supongo que lo decía porque yo, por aquel entonces… bueno, estaba siempre caliente. Quería follar con mamá a todas horas. Supongo que lo dirá por eso.

-Ah, creía que era otra cosa.

-¿El qué?

-No sé, pensé que tal vez… hubiese más mujeres en tu vida –entonces una luz se me encendió en la cabeza. Mi tía Raquel y su hija Bárbara, mi prima.

-¡Joder! Vale, ya sé porque lo dice.

-¿Por qué?

-Ahora soy yo quien te va a dejar tieso con lo que te voy a contar –sonreí sintiendo que por primera vez en toda la noche, tenía el control de lo que sucedía.

-Te escucho.

-Verás, lo cierto es que… bueno, me follé a la tía Raquel –mi hermana abrió los ojos tanto como pudo -… y a la prima Bárbara.

-Joder, José ¿Cuándo? –paso a paso y durante largo rato le fui explicando a mi hermana como había sucedido todo, desde las vacaciones en la costa, hasta la tarde de Reyes en que me follé a nuestra prima en la casa de la Sierra con toda la familia en la planta baja (algo que podéis leer en los capítulos 4 y 5 de esta saga). Cuando terminé de contárselo eran más de las dos de la madrugada, el agotamiento nos había hecho mella y nos fuimos a la cama. A mi me costó coger el sueño, habían sido demasiados descubrimientos, demasiadas emociones para un solo día. Por eso mismo es posible que durmiese hasta bien entrado el día siguiente.

Montse me pidió que le enseñase el pueblo donde vivía así que lo recorrimos durante el resto del día, le enseñé los alrededores y cenamos en un típico dinner americano. Al llegar a casa estábamos agotados y nos fuimos a la cama. No debía llevar ni quince minutos acostado cuando Montse entró en mi habitación. Llevaba puesto un fino camisón de raso, color turquesa y llevaba su larga melena suelta. Estaba más atractiva que nunca.

Se sentó al borde de la cama y me acarició la cara.

-Es genial volver a tenerte cerca –me dijo sin dejar de acariciarme. Yo sonreí.

-Claro, para mí también es genial que estés aquí –contesté. Ella dejó de acariciarme y se sentó aún más cerca de mí.

-Hay una cosa que llevo años queriendo saber y nunca me he atrevido a preguntarte.

-Y me temo que lo vas a hacer ahora ¿verdad? –Montse sonrió.

-Te follaste a mamá durante años. Te follaste a la tía Raquel. A Bárbara… ¿nunca quisiste follarme a mi? –me quedé callado unos instantes. Miré el rostro de mi hermana, bella y madura.

-Si. Si, lo quise –Montse sonrió con cierta melancolía. Entonces hizo lo que empezaba a sospechar que iba a pasar. Se sacó los tirantes del camisón que resbalaron por sus hombros escurriéndose hasta su cintura y dejando al descubierto sus tetas. Dos voluminosas tetas. Dos gordas y algo flácidas tetas de pezones pequeños y oscuros. Dos preciosas tetas tan parecidas a las de nuestra madre.

-¿Sigues queriendo follarme… hermanito? –Montse se subió a la cama y se puso a horcajadas sobre mí. Entonces puse una mano en su nuca y la atraje hacia mi, ella posó las manos en la almohada y me metió la lengua en la boca, nuestros labios se entremezclaron y se frotaron con pasión, la lengua de mi hermana se entremezcló con la mía, nuestros fluidos se intercambiaron. Mis manos acariciaron su espalda desnuda, Montse se arqueó, incorporándose.

-Dímelo, Jose, dímelo. Dime lo que quieres.

-Follarte Montse, quiero follarte. Follar contigo toda la noche –Montse me cogió las manos y las colocó sobre sus tetas. Eran perfectas, redondas y gordas. Me incorporé y me metí uno de los pezones en la boca. Los tenía durísimos, como garbanzos. Era como chuparle las tetas a mi madre.

Durante unos instantes estuve chupándole los pezones a mi hermana. Ella me acariciaba el pecho, el vientre… entonces, recolocándose sobre mis muslos metió la mano por dentro del pijama en busca de mi verga. Al sentir el tacto suave de su mano en mi erecta polla, todo mi cuerpo se tensó.

-Oooooh, que gustooooo –gemí sin por ello dejar de manosear y chupar las tetas de mi hermana. No me cabían en la mano y me dedicaba con ahínco a dar pequeños lametones y mordisquitos en sus duros pezones.

-Así que estás la polla que volvía loca a mamá ¿eh? –dijo mi hermana liberando mi rabo de la presión del pijama. Yo volví a tumbarme gimiendo –pues ahora es para mi, me la voy a comer enterita.

Mi hermana Montse se agachó junto a mi polla y me la empezó a chupar. Primero la recorrió con la lengua, desde la base hasta la punta.

-Joder, Montse, que bien, que gustooooo –luego comenzó a dar lametones en circulo alrededor del prepucio. Un latigazo de placer me tensó la espalda.

-Oooooh, siiiiiii, siiiiiii, hermanita, jodeeeeer –entonces se la tragó. Mi hermana se metió mi polla en su boca muy despacio hasta envolverla por completo. Y empezó la mejor mamada que me han hecho desde que dejé de follarme a mi madre. Al principio me sujetaba la polla con una mano y me chupaba el resto con parsimonia, después soltó la mano y se la tragó hasta la base. Se quedó unos segundos con mi polla completamente enterrada en su boca y a continuación comenzó a mamármela de forma feroz, subiendo y bajando sus carnosos labios en torno a mi verga.

-Joder, Montse, joder, como me gusta, como me gustaaaaa –hacía años y años que no me la chupaban tan bien.

-Creo… creo que me corro… me corro –entonces mi hermana se sacó la polla de la boca.

-Espera… quiero que me folles, que me jodas hermanito, que me jodas bien jodida –se sacó el camisón por la cabeza e hizo ademán de sentarse sobre mi rabo para que se lo metiera por su linda rajita.

-Espera, Montse, espera. Por detrás –mi hermana se dio la vuelta velozmente y quedó a cuatro patas sobre mi cama, ofreciéndome su culo. Su grandioso culo. Yo coloqué mi polla y fui entrando despacio en el coño de mi hermana por "la puerta de atrás", mientras agarraba con fiereza sus nalgas. ¡Qué buena estaba, que culazo más apetecible! Carnoso, duro, respingón… como deben ser los culos para que los follen por detrás.

-Oooooh, siiiiiii, hermanitooooo, que bieeeeen –gimió Montse cuando sintió mi polla completamente dentro de su culo –dios, Jose, que gorda la tienes.

-¿Te gusta, Montse, te gusta?

-Oooooh, si, mi amor, me encanta, joder que bieeeeen, que polla más gorda tienes, hermanito –comencé a moverme dentro de mi hermana, sacando y metiendo la polla de su precioso culo que tanto me recordaba al culo joven pero maduro de nuestra madre cuando veinte años antes me lo había follado por vez primera.

-Joder, Montse, como me gusta, como me gusta joderte este culazo que tienes, diooooos, estás… estás… oooooh diooooos, Montseeeee, creo que… me corro, ¡¡me corro!!

-Siiiiiii, siiiiiii, Jose, córrete, córrete dentrooooo –mi espalda se tensó, estrujé las nalgas del culo de mi hermana entre mis manos… y mi polla comenzó a soltar lecharazos. Pero no quería correrme dentro así que unos instantes antes me saqué la polla de forma que todo el esperma de mi corrida acabó chorreando la espalda de mi hermana, resbalando por los costados y hasta su culo.

-Oh, joder, Jose, que bien –dijo mi hermana cayendo boca abajo sobre la cama. Yo me tumbé encima suyo y la besé en el cuello.

-¿Si? ¿Te ha gustado, hermanita?

-Ya lo creo, ha sido… joder, hacía tiempo que no follaba así –mientras nos besábamos en el cuello y en la boca, restregaba sutilmente mi rabo contra su húmeda rajita.

-Yo también, yo también. Hacía mucho que no echaba un polvo… así.

-Dios, creo… creo que estamos locos. Pero me encanta. Hacía tanto tiempo que lo deseaba –suspiró Montse -¿sabes una cosa?

-Dime –contesté yo acariciando el pelo de mi hermana y acoplando mi polla a su rabadilla.

-¿Sabes porque Javi y yo dejamos de follar?

-Ni idea. ¿Por su mujer? ¿Os pilló? –mi hermana soltó una leve sonrisa.

-No hubiera estado mal. No. Una vez, mientras follábamos, dije tu nombre. Javi estaba encima de mí, follándome con esa violencia de la que habla mamá. A mi ya hacía algo de tiempo que eso había dejado de gustarme tanto pero no podía dejar de follar con él, no sé porque pero no podía. Era verle y me ponía a mil, deseaba que me jodiese en ese mismo instante. Pero cuando follábamos cerraba los ojos y me imaginaba que eras tú, a veces incluso pensaba que era papá el que me estaba jodiendo, sobre todo si lo hacía por el culo, no le veía así que me imaginaba que esa polla era la tuya. Y un día se me escapó, suspiré y dije algo como "como me gusta tu polla, Jose". Javi se puso hecho una furia, me la sacó, se levantó y me dejó tirada en el sofá como si fuese una puta cualquiera. Aún lo recuerdo. Menudo mamón. No volvimos a joder nunca más.

Sonreí. En el fondo me alegraba enormemente de haber sido el motivo de que mi hermana dejase de follarse al machito de mi hermano mayor.

-Bueno, hermanita, ahora vas a poder decir mi nombre todas las veces que quieras. Y no hace falta que imagines nada. Estoy aquí –mi polla, de frotarse contra el marmóreo culo de mi hermana se había vuelto a poner dura como una piedra –y ésta es sólo para ti –dije intentando penetrar en su coño de nuevo.

-Espera, espera –dijo mi hermana impidiéndomelo -¿sabes lo que me gustaría? ¿sabes lo que deseo más que nada?

-Cuenta.

-Quiero que me folles en la cocina, en el fregadero, como te follabas a mamá la primera vez que os vi juntos.

-Viciosa… -exclamé sonriendo.

-Dilo, hermanito, di lo que estás pensado. Di lo que te parezco.

-Puta viciosa –Montse sonrió y me plantó los morros en la boca. Su lengua penetró en busca de la mía.

-Joder, me pone a mil que me llames puta, hermanito, quiero ser tu zorra caliente, tu puta –volvió a morrearme con pasión. Yo me puse a mil.

-Vamos –me levanté bruscamente de la cama, cogí a mi hermana de la mano y la llevé a la cocina. Una vez allí, la empujé ligeramente contra el fregadero y me coloqué detrás.

-¿Es esto lo que querías, zorrita? ¿eh? ¿esto es lo que quieres? –dijo separándole las piernas con mis pies y empujándole la cabeza hacia abajo.

-Joder, si, si, fóllame Jose, ¡fóllame! Méteme ese trozo de carne que me vuelve loca –entonces no entré despacio. Agarré a mi hermana fuerte de las caderas y le metí la polla de una violenta embestida.

-¡Oooooh siiiiii, siiiiiii, Joseeeee! –empecé a follarla con fiereza, estaba excitadísimo y aunque quería aguantar, lo cierto es que me hubiera gustado tener dos pollas para follarla el doble.

-Joder, Montse, joder, que bien, que bien, que culazo tienes, hermanita, ¡que culo! –me eché sobre ella y puse las manos en sus tetas. Eran gordísimas colgando sobre el fregadero y sentí los pezones duros en las palmas de mis manos.

-Eso, eso, mi amor, sóbame, sóbame bien las tetas –mi hermana estaba fuera de si, excitada como he visto a pocas mujeres, se llevó la mano al coño y comenzó a frotarse el clítoris. Se corrió lanzando alaridos de placer que inundaron la casa.

-¡¡Oooooh, siiiiiii, siiiiii, jodeeeeer, jodeeeeer, que bieeeeen, mi amooooor!! –oír gritar así a mi hermana me sobreexcitó aún más, me aferré a sus tetas y di un par de embestidas más antes de correrme.

-¡¡Montseeeee, Montseeeee, oooooh, diooooos, me corrooooo, me corrooooo!! –exclamé eyaculando, esta vez si, dentro del coño de mi hermana. Rendidos y agotados caímos desnudos sobre el frío suelo de la cocina. Rodeé a mi hermana con el brazo y ella se acurrucó en mi pecho.

-Oh, dios mío, Jose, esto… esto es una locura. Es mejor de lo que nunca imaginé.

-Lo sé, Montse, lo sé, no disfrutaba tanto desde… -me quedé en silencio.

-Dilo, hermanito, dilo, anda.

-Desde que me follaba a mamá –completé sonriendo. Montse también sonrió.

-Que pena que aquella noche me follase a Javi y no fueras tú. Cuanto tiempo perdido.

-Si, es la historia de esta familia –contesté yo pensando en cuando mi madre había usado esa expresión por vez primera casi veinte años atrás.

-Anda, vamos a la cama –aquella noche Montse y yo dormimos juntos por primera vez desde que éramos niños. Pero esta vez era diferente. Éramos dos adultos, seguíamos siendo hermanos pero además éramos amantes. Y estábamos a ocho mil kilómetros de casa, nadie nos conocía ni sabía el parentesco que nos unía.

Cuando me desperté, mi mano izquierda estaba sobre el cuerpo desnudo de mi hermana y nuestros cuerpos pegados, yo a la espalda de ella. La luz entraba por la ventana. Acaricié el vientre liso y fresco de mi hermana y la besé en el cuello. Ella se desperezó, abrió los ojos.

-Buenos días, cariño –me dijo antes de besarme en la boca.

-Buenos días, hermanita –contesté yo sin dejar de acariciarle el vientre. Con la punta de los dedos rocé el bello su pubis y noté un estremecimiento. Mi polla se puso dura, Montse abrió ligeramente las piernas, levantando la izquierda lo justo para acoplar mi rabo entre sus muslos. Después ella comenzó un casi imperceptible movimiento de caderas mientras me contaba que había soñado como follábamos delante de toda la familia. Cuando mi polla estaba dura como la roca, mi hermana bajó su mano izquierda hasta su entrepierna, agarró mi rabo y lo colocó en la entrada de su coño.

-Ufffff, va a ser un día estupendo –dijo mientras mi polla se deslizaba por tercera vez en menos de doce horas dentro de su coño. Comencé a moverme muy despacio, sin dejar de acariciar las gordas tetas de mi hermana y de besarla en el cuello.

Podría contar con mucho más detalle como fue aquel tercer polvo pero me llevaría horas porque lo cierto es que no abandonamos la cama en todo el día más que una hora para comer algo pero en seguida volvimos a nuestro refugio, a joder, a follar como hermanos, a recuperar el "tiempo perdido". Mi hermana tenía razón, fue un día maravilloso.

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