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Ocupándome de Ricardito (final)

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Sigo en la oficina. Espero las vacaciones y mientras tanto voy ocupándome de Ricardito pera convertirlo en un siervo aceptable.

He de decir que Ricardito se acerca bastante a los cincuenta años, sé que no debo exprimirlo. De todos modos mi siervo se siene muy feliz de tener tantas erecciones como si fuera un chaval. Sé que se hace pajas sin mi permiso, pero se siente tan orgulloso de si mismo que finjo que no me doy cuenta y se lo permito.

No he tenido nunca un siervo pero sí experiencia en educación y sé que cada ser aprende lo que está dispuesto a aprender. En otras palabras , no se pueden pedir peras al olmo, y Ricardito es un olmo y bastante novato. Bueno como yo, pero como soy la dueña no lo digo.

A lo que íbamos, le recorde a R icardo que la obligación de todo siervo es rasurarse los huevos. Le mandé el mail con la instrucción a las nueve de la mañana, salió un momento de la oficina y al cabo de un rato me hizo una discreta señal. Nos fuimos a los lavabos de dirección y me enseñó como se habia rasurado.

Lo siento, Ricardo- le dije- cuando digo rasurado quiero decir rasurado y tu te has dejado algunos pelillos.

Perdóname dueña- contesto muy compungido – mi presbicia no me ha permitido verlo bien.

No quiero excusas Ricardo- le conteste un poco fria- te mereces un castigo. A las cinco iré a tu casa y allí lo recibirás.

Después en el puño de la camisa le escribí “merezco un castigo que sufriré a partir de las cinco de la tarde”

Ricardo pasó todo el dia sin quitarse la americana. En las calles de Salamanca la temperatura superaba los 35 grados.

Tengo que reconocer que me sentia impaciente. Tenia muchas ganas que llegaran las cinco de la tarde. Durante toda la jornada laboral tuve que ir a hacerme cuatro o cinco pajas, al final, mis bragas estaban tan húmedas que me las tuve que quitar. Las últimas horas en la oficina fueron una dulce tortura porque me propuse a mi misma no hacerme más pajas, de todas maneras no podía evitar irme frotando en la silla y el el canto de todas las mesas por las que pasaba.

Ricardo estaba al tanto de todas mis maniobras, no me quitaba el ojo de encima , pero se contuvo. Sabia que no podia pajearse bajo ningun concepto y que tenia que ir siempre a orinar en compañía, de esta manera tenia la seguridad que no se tocaria.

Finalmente llegaron las cinco de la tarde.

Ricardo ya había salido un poco antes, me fui hacia su casa que había  conseguido que estuviera vacia. No sé cómo lo hizo pero tampoco me molesté en averiguarlo.

Ricardo tiene una amplia y antigua casa en el centro de la ciudad. Tenia los balcones abiertos por el calor. En el salón había un sofá de orejeras frente a un balcón que daba a la plaza. Me senté en él. Hice que Ricardito se bajara los pantalones , se levantara la camisa y viniera arrodillado hasta donde yo estaba.

Le permití que se pusiera sobre mi regazo mirando hacia el suelo. Tenía su culo a mano y le empecé a azotar, con la mano, como se hacia antes con los niños pequeños. Ricardo sabia que no podía quejarse y a mi me gustaba ver como se le iban poniendo rosados los gluteos y a la vez ver bajo el balcón la animación de la plaza y como se iban llenando las terrazas.

Mi intención era darle un azote por cada año que tuviera pero al legar a veinte se corrió.

Su cara quedó lívida porque me habia ensuciado los muslos.

Lo levante sin decirle ni una palabra, y le hice limpiar su corrida con la lengua. Me dio muy buenos lametones en mis muslos, no le dejé ir mas allá. Tenia que cumplir su castigo. Yo no estaba para tolerar su falta de control.

Me fui a mi casa y tuve que hacerme una paja con consolador para calmarme un poco, despues le envié un mail a Ricardo para informarle que al dia siguiente tenia nuevas tareas y que por favor procurara ser un siervo un poquito más aceptable.

Por aquellos dias  mi marido habia marchado de la ciudad unos dias y mis hijos estaban de campamentos. A Ricardo le ordené que buscara algún stio donde pudiéramos tener unas horas tranquilas a la salida del trabajo.

Llegué a la oficina.Mis intenciones durante el dia eran las de prepararme para la tarde. Salí y me compré ropa interior. Necesitaba un cuerpo negro, transparente y de manga larga para disimular unos brazos algo flácidos. Una vez hube conseguido la prenda, volví a la oficina y me pasé el dia comiendo sandia.

No tuve ningún contacto con Ricardo durante todo el dia, ni me toqué ni una sola vez.

A la hora de salir subí al coche con Ricardo y nos dirijimos a un motel de las afueras. En seguida vi que tenia ganas de compalceme puesto que habia alquilado una habitación con jacuzzi.

Como el mes de agosto es mi cumpleaños primero le dije que jugaríamos al cumpleaños feliz. Me lo puse otra vez encima con el culo al aire encima mio y esta vez completamente desnudo y rasurado. Le puse una vela en el ojete, la encendí y empecé a azotarlo. Era muy importante que no se moviera para mantener la vela encndida durante los azotes. Se portó muy bien, la vela aguantó , es más cuando le cayó la cera no dijo nada. Le permití que se levantara y se colocara encima de la cama. La vela se mantuvo encendida. Para apagar la vela me mee encia de él. Como habia comido tanta sandía la orina no olia y salió en cantidad suficiente como para mojar toda la cama.

Después, como no sabia como acabarlo hicimos un clasicón polvo vainilla.

Me limpió con la lengua por todas partes y me quedé satisfecha.

Al dia siguiente había conseguido un pequeño ascenso que comportaba un cambio de oficina.

Acepté encantada.

Me despedí de Ricardo diciendo que nuestra relación habia quedado agotada, que quizas de cara al futuro nos convendria un cambio de rol. También le desee muy felices vacaciones.

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