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Me meten una gruesisisima verga en un cine porno

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Fue en uno de esos domingos aburridos, en donde uno quiere salir del tedio de la vida normal. Por ello me fui en la tarde al único cine porno de la ciudad en donde vivo para pasar un rato alegre y calenturiento viendo las hermosas "pijas" que salen en la película. La que estaban exhibiendo se llamaba "Conociendo a Laura por detrás" y era tremenda.

La mayor parte de las escenas, eran de la pobre (o envidiada?) Laura y sus amigas siendo penetradas por el ano por apuestos y "vergudos hombre". Era algo que te hacia subir la calentura de "a mil", ver esos grandes instrumentos entrar forzados en tal minúsculos agujeros y la forma en que los actores se mueven y gozan esa relación.

También me sorprendió lo salvaje de alguno de ellos que apenas ponen la verga en el hoyo y de un solo la meten, levantando gritos y quejidos de horror/placer en sus victimas. Y pensar que he vivido esa experiencia tanta y tantas veces, pero cada vez que la veo, me excita hasta poner dura mi verga y me invade el deseo de tener una cosa así otra y otra vez. Es un delirio sexual y a veces pierdo la compostura !!!. Cómo pasaría este día.

Eso paso esa tarde, ya que en un receso de sexo en la película, anduve "pasando lista" a los otros "porno cinéfilos" para ver que buena mercancía encontraba.

Habíamos pocas personas ese día, talvez unas 30 y cada una estaba alejada bastante de las otras. En un rincón ví una sombra que tenia un movimiento frenético con sus manos en la parte baja de la cintura. Me acerqué y senté a unos dos asientos de la "sombra". Ya más cerca, pude ver de qué se trataba de un hombre, blanco, algo chaparro (bajito de estatura), de bigotes cortos y de una buena apariencia. Observé se estaba "pajeando" y su pene era (según medí después) de unos 15 centímetros, pero lo especial era su grosor. ¡Qué verga más gruesa!. ¡Mis respetos para él, era como un pepino!. Sin mentir (¡y todavía me emocionó de recordarlo!) su verga era completamente cilíndrica, con un grosor en unos 5-6 cms. de diámetro. ¡Que ricura!. Estaba en mis pensamientos sobre ello, cuando me hace un gesto con su mano. Me señala a mi y luego se toca la verga, como diciendo ¿quieres venir y chuparme la verga?.

Y eso era. Como rayo me moví a la par de su asiento y sin mediar palabras, bajé mi temblorosa mano y le agarre la pija en medio del tronco. No pude rodearla!. Así como se la tenia agarrada, empecé suavemente a deslizar mi mano de arriba hacia abajo, sintiendo lo gruesísimo del tronco. También le masaje los huevos, los cuales eran bastante grandes y muy velludos. Era tal la excitación de ambos, que sin importarnos, el se bajó el pantalón y calzoncillo hasta las rodillas y se sentó, semidesnudo ofreciéndome un inigualable espectáculo, ver su paloma dirigiéndose al techo, con sus huevos colgando en su larga bolsa y yo perdí la compostura y me agache hasta quedar en medio de sus piernas y empecé a mamarle la verga.

¡Casi no podía entrar en mi boca!. Tuve que hacer un esfuerzo y abrirla a lo máximo, doliéndome un poco las mandíbulas. El ya tenia liquido preseminal en la punta de su boca y tenia un agradable olor salado. Comencé un mete y saca de película. Sentía como el se contorneaba y hacia un movimiento de arriba hacia abajo con su cadera. Ya el no estaba viendo la película, sino que me veía a mi y el trabajo que estaba haciendo. Me agarró con sus gruesas manos (todo en el era grueso) la cabeza y acomodo mi ritmo al ritmo de él, para una chupada mas sabrosa. Yo veía como el cerraba sus ojos, hacia gestos con su boca y daba pequeños gritos de placer! ¡Estaba más interesante nuestro acto que la película misma! .

En un momento dado, el me dijo (primera vez que hablamos) que quería meterme su paloma en mi culo, que ya no aguantaba el deseo, que lo iba ha ser despacito. Yo accedí con cierto temor, no tanto porque alguien nos estuviera viendo, sino por el grosor de esa "serpiente". Me senté de nuevo en mi silla y me desabroché el pantalón y me lo bajé , como él, hasta la rodilla, luego me metí entre sus piernas . El ya había puesto buena cantidad de saliva en la punta y tronco de su verga y puse también en mi culo, penetrando un poco en el y dándome un anticipo de la sensación que vendría después. La saliva es un antihigiénico lubricante, pero funciona bien en caso de "extrema urgencia" como el que estábamos viviendo. La posición (sentados) y el que ambos estamos con pantalones, fue bastante incomoda, pero el logró encontrar mi agujero, tanteándolo con su verga y me penetro un poco, talvez sólo metió la cabeza y paro. ¡Sentía rica la sensación en ese momento!., sin embargo, la segunda embestida, el introdujo otros 5 centímetros y la sensación fue de un agudo dolor.

Yo, por una acto reflejo, me levante, sacando su paloma de mi agujero. Era mucho en ese momento. Le dije que yo seria el que manejaría la penetración. Así suavemente, me levantaba y bajaba haciendo que su pija entrara poco a poco, así mi ano se iba relajando y podía poco a poco aceptando el grosor del miembro. Llego el momento de que sentí que había llegada a la base de la verga de el, porque sentí el calor de sus huevos y de su cuerpo, ¡Ya estaba recostando encima de él y me ano soporto todo. ¡Pobre como lo hago sufrir!. Ya en ese momento, mi grueso amigo el era dueño y señor de la acción. El se movía frenéticamente, metiéndola y sacándola, disfrutando de la sensación como loco. Ya cuando iba a acabar, me levante y empecé a chuparsela muy rápido. Al instante, eyaculó, mojándome con su salado y tibio esperma, parte de la cara y la boca.

Le agradecí por la mamada y culeada que me había dado y le dije que tenia que ir al baño a limpiarme. El me agradeció por lo mismo también y me dijo que el siempre va al cine los domingos, que podemos vernos allí de nuevo o podemos vernos en otro lugar, para hacerlo de nuevo, pero más cómodo. Cuando Salí del cine y camine a la parada de buses para regresar a mi casa, empecé a sentir un gran dolor en el culo. Me dolía en extremo. Era como si la excitación hubiera actuado como anestesia al momento de recibir el tremendo garrote y ahora estaba sufriendo las consecuencias, pero ¡no me arrepiento!

(9,28)