Nuevos relatos publicados: 6

Mi cuñada, mi alumna, mi amante (8 de 9)

  • 27
  • 19.137
  • 10,00 (6 Val.)
  • 0

Habían comenzado los exámenes del final del cuatrimestre, por lo que, al suspenderse las clases, no había vuelto a coincidir con Patty desde la ardiente noche en que disfrutamos su fantasía de hacer un trío.

Era fin de semana de carnaval, y como todos los años, la empresa de mi mujer había alquilado un local para organizar una fiesta de disfraces para los empleados y sus familias.

Yo terminaba de abrocharme las sandalias que completaban mi disfraz de general romano, con su casco, su coraza, falda de tiras de cuero y demás complementos que había conseguido alquilar a buen precio. Tere, mi mujer, se miraba en el espejo del dormitorio ajustándose una corona de laurel dorado sobre el cuidado recogido que se había hecho con su morena melena, dando el toque final a su disfraz de noble romana. El vestido que llevaba era como de seda, vaporoso, sencillo y elegante, adornado con un cinturón dorado formado por anillos engarzados unos en otros como único modo de sujeción. La parte delantera se abría vertiginosamente hasta llegar al cinturón, formando un largísimo escote que llegaba hasta debajo del ombligo. A través de esa insinuante abertura, se podía observar la mitad de sus pechos, libres de sujetador alguno. La parte de la falda se abría lateralmente en su muslo izquierdo, mostrándolo sugerentemente cada vez que daba un paso. En su brazo derecho llevaba un brazalete a juego con el cinturón. Estaba tan espectacular que, más que una patricia, parecía la mismísima encarnación de la diosa Venus.

- Tal vez voy demasiado atrevida… -dijo.

- Pareces una diosa- le contesté acercándome a ella y abrazando su cintura desde atrás.

- Gracias, aunque este año tampoco ganemos el concurso de disfraces, sólo por el piropo habrá merecido la pena.

Nos besamos apasionadamente, y si no fuera porque ya era hora de marcharnos para recoger a Patty en su piso, habríamos acabado con nuestros disfraces tirados por los suelos y retozando en la cama.

Fuimos a buscar a mi cuñada, que ya nos esperaba en el portal. Metió su mochila en el maletero y subió al coche. Finalmente, Tere no sólo había invitado a su hermana a la fiesta, sino que para estrenar nuestra habitación de invitados, también le había propuesto quedarse a dormir en nuestra casa. La situación se presentaba interesante y peligrosa a la vez, tenerla tan cerca, con mi mujer presente…

- ¡Hola chicos!- saludó cuando se sentó en el asiento trasero.

A pesar de ir tapada con el abrigo, al verla a través del retrovisor, enseguida reconocí de qué iba disfrazada. Se había alisado su negro cabello, y llevaba sobre su frente una tiara dorada en la que sobresalía la cabeza de una cobra. Se había maquillado el rostro con colores terrosos, y sus ojos estaban pintados trazando dos largas líneas negras en sus extremos, haciendo su mirada aún más intensa de lo que ya naturalmente era. Como no podía ser de otra manera, yendo en concordancia con nuestros disfraces, Patty iba vestida de Cleopatra.

En veinte minutos llegamos al lugar de la fiesta, que ya había empezado. A la entrada del local que la empresa había alquilado para el evento, había un ropero en el que decidimos

dejar nuestros abrigos bajo la custodia del encargado de dicho servicio. Cuando mi mujer se quitó el abrigo, pude ver cómo al chico que lo recogía se le abrían los ojos como platos ante el vertiginoso escote que Tere lucía.

- Lo sé, colega- pensé- mi mujer está muy buena y va vestida cañón.

Le di mi abrigo y le sonreí, el lo cogió y retiró la mirada avergonzado.

Patty también se quitó el abrigo que la cubría completamente, y al verla, mi reacción fue la misma que la del chico cuando vio a mi mujer. Los ojos se me abrieron de par en par, la boca se me quedó seca, y mi polla reaccionó de inmediato. Por suerte, la falda de tiras de cuero que llevaba, y la túnica de debajo, no permitieron que se me notara la tremenda erección que esa divina Cleopatra acababa de provocarme. En realidad, más que disfrazada, mi cuñadita iba medio desnuda. La parte de arriba de su disfraz consistía únicamente en un escueto sujetador dorado formado por tres tiras anchas: una bajo sus pechos con un broche azul con forma de escarabajo, y dos para realzar y cubrir parcialmente cada uno de sus voluptuosos senos, que asomaban en un apretado escote y mostraban sugerentemente su redondez en los laterales. Del mismo color dorado que la parte superior, era la ajustada falda que marcaba sus caderas y culo, dibujando la forma de un tulipán boca abajo. La abertura entre los dos pétalos, que describían la forma de sus muslos hasta cubrir la mitad de ellos, estaba rematada con una tira de tela azul, con grabados dorados de símbolos egipcios, que partía desde la cintura y colgaba hasta las rodillas. Para concluir el disfraz, calzaba unas sandalias con tacón formadas por finas tiras del mismo color que el resto de la indumentaria. Simplemente estaba impresionante.

- ¡Guau, hermanita!- exclamó Tere-. Y yo que creía que iba atrevida… ¡Estás despampanante!, ¿qué opinas, Carlos?.

Reaccioné inconscientemente con una risa nerviosa. ¿La cuestión de mi mujer era una pregunta trampa o era totalmente inocente por tratarse de su hermana?. Una respuesta equivocada me colocaría en una situación delicada; alabar la belleza de otra mujer, aunque se tratase de su hermana, podría ser un error fatal.

Una advertencia de La Princesa Prometida acudió a mi mente: “Nunca apuestes con un siciliano cuando la muerte está al acecho”.

- ¡Uf!- pensé-, mejor responder evasivamente.

- Buen disfraz- contesté finalmente-, muy acorde con los nuestros…

Patty me sonrió con una disimulada y coqueta caída de pestañas mientras le decía a su hermana:

- Gracias, Tere, sólo intentaba no desmerecer ante lo maravillosa que estás tú.

Entramos en la fiesta, y la verdad es que estaba bastante animada. Los compañeros de trabajo de mi mujer y sus invitados bailaban con la música, y bebían alegremente sin distinciones entre cargos dentro de la empresa.

Pedimos algo de beber, mis chicas un cóctel para cada una, y yo, por tener que conducir para regresar a casa, una triste cerveza sin alcohol.

Ya con nuestras bebidas en la mano, nos mezclamos con la gente, saludando a los compañeros y compañeras más directos de Tere. Su disfraz, levantaba elogios (y más que elogios, sospecho) sobre lo bella que estaba pero, por supuesto, las miradas y comentarios también se centraban en Patty, que no daba abasto a saludar con dos besos a todos los compañeros de mi mujer, especialmente hombres, que se le presentaban.

Entre varios Bob Esponja, piratas del caribe, vikingos, vampiros, colegialas, elfos y demás repertorio de disfraces de gente con la que hablamos, fue transcurriendo la fiesta.

- Voy a salir a fumar- nos dijo Patty-, ¿me acompañáis?.

- Ve tú, cariño- me dijo Tere-, que yo voy a saludar a la jefa de recursos humanos, que está muy graciosa vestida de caperucita roja.

Asentí sin oponer resistencia, a pesar del frío exterior, porque necesitaba hablar con mi cuñada a solas.

Ya en la calle, y con los abrigos puestos, Patty encendió un cigarrillo y me ofreció otro que rechacé alegando que Tere lo notaría en mí.

- No está mal la fiesta- dijo-, aunque lo que realmente espero es lo que viene después.

- No tenías que haber aceptado quedarte a dormir en casa, es muy comprometido…

- ¿Comprometido?, no veo por qué. Mi hermana no sabe nada, y a mí me parece que es muy excitante.

- Patty…

- Sólo pensar que estaré en la habitación de enfrente, toda la noche, sola y a pocos pasos de ti…

Esbozó su pícara sonrisa y me exhaló el humo de su cigarrillo.

- No puede pasar nada entre nosotros estando Tere presente, es muy arriesgado- contesté sin poder dejar de mirar la redondez de sus pechos, apenas cubiertos, y tratando de controlar el impulso de abalanzarme sobre ellos allí mismo.

- Ya… entonces… ¿sólo podré oír cómo follas con ella?... Uffff, me encantaría oírlo, y más verlo…- agregó guiñándome un ojo.

- Eso no va a pasar…

Pero Patty no me hizo ni caso, seguía verbalizando sus ardientes fantasías:

- Con lo buenorra que se ha puesto hoy mi hermanita… me encantaría ver cómo la desnudas y le metes la polla… y ver su cara mientras goza… uffff…

- Patty, déjalo, te estás calentando tú solita y me estás calentando a mí. Pasaremos la noche y ya está. Te daré tu merecido en otro momento.

- Perdona, estaba dejando volar mi imaginación… ¿volvemos con mi hermana?.

Me dio un fugaz beso en los labios y me cogió la mano para conducirme de vuelta a la fiesta.

Tere seguía hablando y riendo con gente, mi cuñada se le unió y yo fui a pedir nuevas bebidas para los tres.

Tras varios cócteles de mis chicas y cervezas sin alcohol por mi parte, la fiesta llegó a su fin con el anuncio de la pareja ganadora del concurso de disfraces: un par de informáticos que iban de Águila Roja y su escudero, muy conseguidos ambos trajes.

En el viaje de regreso a casa pude comprobar que tanto Tere como Patty iban algo afectadas por el alcohol, no paraban de reírse rememorando las pintas de la gente de la fiesta, e insistieron en que en cuanto llegásemos a casa nos tomásemos, al menos, una copa los tres, ya que yo no había podido beber nada. Ya en casa, Patty dejó sus cosas en la habitación de invitados, yo dejé el casco y la espada en el dormitorio, y nos pusimos unas copas en el salón.

Entre tragos, que yo daba más rápido para alcanzar el estado de euforia que las dos hermanas ya compartían, hablamos y reímos recordando cómo los compañeros de Tere se habían soltado la melena representando los roles de los disfraces que llevaban puestos.

- Es una pena que no hayamos ganado el concurso- comentó mi cuñada.

- Bueno- contestó mi mujer-, casi siempre se lo acaban dando a alguien de informática. Hay mucho friki en ese departamento, y la verdad es que se lo curran mucho.

- Casi tanto como nosotros- añadí yo-, que lo único que hemos hecho ha sido alquilar el disfraz completo, jaja.

Las dos hermanas rieron conmigo.

- Eso sí, profe- volvió a intervenir Patty-, lo que nadie podrá negar es que íbamos muy conjuntados, y vosotros dos estáis impresionantes como Marco Antonio y Octavia…

- Tú sí que estás increíble de Cleopatra- le contestó Tere-. Has atraído todas las miradas, las de los tíos deseándote, y las de las tías envidiándote… Por cierto, si Carlos es Marco Antonio, yo Octavia, y tú Cleopatra, según la historia creo que quedo en una clara situación de cornamenta, ¿no?.

Mi cuñada me dedicó una intensa mirada con sus hermosos ojos verdeazulados increíblemente destacados por el maquillaje egipcio.

Una alarma se disparó en mi cabeza:

- “¡Control, maniobra Loco Iván!”- resonó en mi mente rememorando La Caza Del Octubre Rojo.

Patty había maniobrado inteligente y temerariamente nombrando los personajes cuya historia es bien conocida para maquinar lo que tenía en mente.

- Cariño- dijo-, ¿cómo vas a quedar en situación de cornamenta si soy tu hermana?, jajaja. Además, con lo buena que estás y lo deslumbrante que estás hoy, el que tendría más posibilidades de cornamenta sería mi cuñado.

Con un felino movimiento, mi cuñada se acercó a su hermana y, tomándola por la barbilla, le dio un suave beso en los labios con el que pareció detenerse el mundo durante un par de segundos. Sus labios se separaron, pero sus rostros permanecieron a escasos centímetros el uno del otro, mirándose directamente a los ojos, creando un onírico momento.

Yo me quedé helado, observando, sin atreverme a mover un músculo o romper el silencio que se había creado.

- La que está buena y deslumbrante eres tú, hermanita- susurró Tere cortando el silencio con sus mejillas ruborizadas.

Esa era justamente la respuesta que Patty esperaba, así que volvió a posar sus carnosos labios sobre los rosados labios de su hermana, que sin saber reaccionar se quedó con los ojos abiertos mirándome. Pero tras un momento de desconcierto, mi cuñada siguió con su maniobra, acariciando los labios de Tere con los suyos, abriendo la boca

para introducir la lengua en la de su hermana y fundirse en un erótico beso húmedo al que sin saber cómo, mi mujer se entregó cerrando los ojos y tomando la cabeza de Patty entre las manos.

Sentí cómo mi entrepierna respondía de inmediato al contemplar el espectáculo lésbico, incestuoso e increíblemente excitante que esas dos bellezas me estaban ofreciendo.

- Eres tan preciosa… - susurró Patty cuando se separó-… siempre te he admirado tanto…

Sus dedos acariciaban el cuello de Tere bajando suavemente hasta su pecho para recorrer la línea media de la vertiginosa abertura del vestido.

- Uffff…- suspiró mi mujer con sus mejillas encendidas-…esto no está bien… eres una mujer… mi hermana… y está Carlos…

- Seguro que a él no le importa…

No dije nada, estaba totalmente obnubilado contemplando la escena, con la polla más dura que un dolmen.

- Esto no puede estar pasando- continuó Tere con la voz entrecortada-. No puedo… ¡oh!.

La experta mano de mi cuñada había bajado hasta el final, y se había deslizado entre los pliegues de la falda de su hermana para encontrar la abertura que le había permitido colarse entre sus muslos y, apartando las braguitas, introducir un dedo en su intimidad.

- Uffff- volvió a suspirar la receptora de tan íntima caricia-, no sigas por ahí…

Patty volvió a besarla enredando su lengua con la de mi mujer mientras su mano hacía movimientos circulares en su entrepierna.

- Esto está mal- jadeó Tere tras el beso.

- No es lo que dice tu cuerpo- contestó su hermana sacándole el dedo embadurnado de flujo vaginal-. Me deseas tanto como yo te deseo a ti…

Mi mujer estaba totalmente abrumada por lo que estaba sintiendo, y no pudo reaccionar. Estaba librando una batalla interna entre su educación, su sentido del bien y el mal, sus sentimientos y las sensaciones que estaba experimentando.

Patty llevó el dedo lubricado hasta los labios de su hermana, y ésta, quizá por la leve embriaguez, o en respuesta a un deseo oculto en lo más profundo de su ser, se sorprendió a sí misma aceptándolo y chupándolo para degustar el sabor de su propia excitación.

Al igual que anteriormente me había ocurrido a mí en mis encuentros con Patty, Tere estaba perdiendo toda compostura, sus principios y valores  habían sido derrumbados y reducidos a escombros por la poderosa onda de choque sexual de mi cuñada. Su respiración era anhelante, el rubor de sus mejillas sublime, y sus pezones endurecidos se marcaban y transparentaban claramente bajo la tela del vaporoso vestido.

Mi calor interno me estaba consumiendo al ver cómo una de mis fantasías se estaba haciendo realidad, así que me despojé de la coraza y la faldilla de cuero, quedándome únicamente con la túnica corta típicamente romana sólo sujeta por un cinturón. En ese momento sí que se podía apreciar mi erección levantando la faldilla de algodón de la túnica.

Las dos hermanas volvieron a fundirse en un tórrido beso en el que sus lenguas y sensuales labios combatieron por devorarse mutuamente. Las manos de Patty exploraron nuevamente la abertura superior del vestido de mi mujer, recorriendo la suave piel, extendiendo los dedos por los bordes del escote, colándose bajo la tela para acabar posando las palmas de sus manos sobre los excitados pechos de su hermana.

Tere ya estaba totalmente entregada a la lujuria, disfrutando del ardiente beso, de las caricias en su piel, del masaje de sus duros y redondos senos…

Mi cuñada le ayudó a recostarse sobre el reposabrazos del sofá y, sin dejar de besarla, hizo que mi mujer subiera sus piernas y las abriese para quedarse Patty a cuatro patas entre los muslos de su amante hermana.

Las hábiles manos de mi alumna abrieron por completo la parte superior del vestido, dejando a Tere desnuda de cintura para arriba. Abandonó sus labios y, con dulces besos, fue bajando por el cuello hasta llegar a aquellos deliciosos pechos, ligeramente más pequeños que los suyos, para recrearse besando, lamiendo y succionando los puntiagudos pezones sin dejar de masajear al mismo tiempo con las manos.

Mi mujer jadeaba de pura excitación, y me miraba con sus ojos color miel expresando simultáneamente culpabilidad y placer.

Yo estaba enfrente de ella, sentado en el sillón, disfrutando la escena acariciándome suavemente el paquete por debajo de la túnica y por encima del slip. Le sonreí para transmitirle confianza, y con la mirada le hice saber cuánto me gustaba lo que estaba viendo.

Patty continuó con el descenso por la anatomía de mi esposa, desabrochó el cinturón de anillos dorados, y levantándole el culo le quitó el vestido. Agarró los laterales de las braguitas de encaje blanco, y las fue deslizando por los muslos hasta que, con la colaboración de su incrédula y excitada hermana, las sacó por los pies.

- Estás empapada, hermanita- dijo.

- S-sí- tartamudeó Tere.

- Y yo tengo mucha sed…

- Uffff, Patty…

Ésta se giró hacia mí, y con una mirada de perversa lujuria me lanzó las braguitas a la cara. Estaban mojadas, impregnadas con el penetrante aroma que tantas veces había degustado, pero mi atención continuaba en lo que se presentaba ante mis ojos.

El coñito de mi esposa, con su corto vello negro rasurado en forma de triángulo, se veía hinchado y congestionado manando fluidos. La lasciva Cleopatra se colocó agarrando los pechos de la anhelante Octavia, y enterró su cara en ese ardiente sexo que la llamaba.

- ¡Oooooooh!- exclamó Tere cuando sintió la lengua de su hermanita pequeña acariciándole el clítoris.

Tras veintiún siglos, la esposa y la amante de Marco Antonio por fin se encontraron, reencarnadas en dos preciosas hermanas que estaban descubriendo incestuosos placeres lésbicos.

Mi excitación estaba al máximo observando el esplendor del cuerpo desnudo de mi esposa, con sus pechos apretados por las manos de mi cuñada, que con la cabeza metida entre los muslos de su hermana, me regalaba un hipnótico baile de su culito alzado mientras su lengua jugueteaba con el clítoris y se colaba entre los labios de la vulva para beber todos los jugos que brotaban de ella.

- Mmmmm, oohhh, mmmmm- gemía Tere mordiéndose el labio inferior.

Yo tenía que mantener una disciplina espartana para no acariciar mi enorme erección con más ahínco, pues quería reservar mi corrida para llenar con ella el cuerpo de una de las dos hermanas.

- ¡Diossss, hermanitaaaahh!- exclamó mi esposa-, vaaasss, mmmm, a hacerrrr que mmmme corrraaaaaahh!.

Puso sus manos sobre la cabeza de Patty en un débil intento de detenerla. Ésta levantó un segundo la cabeza:

- Estás deliciosa, hermanita.

Y aferrando aún con más fuerza las estimuladas tetas de Tere, volvió a introducir la lengua en el coño que chorreaba por ella.

- ¡Ooooooohhh!, lo siento, cariño- dijo casi fuera de sí mi mujer mirándome-, mmmme voy a corrrreeeeeeeer…

- No lo sientas- le contesté- disfrútalo.

- ¡¡¡Oh, uuumm, oh, oh, ooooooooooooooohhh!!!.

Soltó la cabeza de Patty y apretó las manos de ésta estrujando aún más sus propios pechos bajo ellas. Todo su cuerpo se convulsionó en un magnífico éxtasis con el que gritó mientras Patty bebía las orgásmicas esencias que el latente sexo de mi esposa le brindaba. Cuando la corrida declinó, mi cuñada levantó la cabeza y subió hasta fundirse con su hermana en un largo beso con el que compartieron el sabor de jugos de mujer.

- Mi preciosa y querida hermanita- dijo Tere recuperando el aliento y clavando sus ojos color miel en los ojos aguamarina de Patty-, me has regalado el mejor orgasmo de mi vida.

Por lo visto, y por lo que estaba escuchando, parecía ser que mi cuñada era tan buena en el arte del cunnilingus como en el de la felación.

- Deseaba tanto disfrutar de tu cuerpo…- le contestó Patty-… siempre me has parecido tan hermosa…

- Me halagas, cariño, pero tú eres mucho más hermosa que yo. Eres tan sexy…- Tere acarició lentamente la espalda y la cintura de su hermana-…tienes una cara y un cuerpo tan excitantes… que incluso siendo mujer y mi hermana, no he podido resistirme a la tentación.

Volvieron a besarse, y yo tuve que dejar de acariciarme, tenía los huevos doloridos, llenos hasta rebosar pidiendo liberar su carga.

Ambas volvieron a sentarse, y mi cuñada encendió un cigarrillo para fumar con cara de auténtica satisfacción por su logro.

- No sé si podré pagártelo de igual modo- le dijo mi mujer-. No sé si podré hacerlo tan bien como tú… ahora mismo me encantaría comprobarlo… pero también debo compensar a mi marido por este desliz- añadió mirándome a mí-. Carlos, ¿qué puedo hacer para compensarte por serte infiel con mi hermana y obligarte a presenciarlo?.

- Yo…- empecé a decir sin saber realmente qué contestar, lo cierto es que acababa de presenciar el que hasta el momento había sido el mejor espectáculo de mi vida.

Entonces Tere reparó en la evidente erección que levantaba mi túnica, y miró a Patty que también observaba mi entrepierna con los ojos llenos de deseo.

- ¡Ya lo sé!- exclamó triunfal mi noble romana-, podrías follar con mi hermana, así quedaríamos empatados… Bueno, si los dos queréis, claro. Patty, ¿follarías con mi marido?.

Me parecía increíble cómo esa inteligente Cleopatra había conseguido mover los hilos para conseguir que su hermana le pidiera follarse a su esposo.

- Mmmm- contestó mi cuñada exhalando humo suavemente a través de sus pecaminosos labios-. Sabes que mi cuñadito está muy bueno… me encantaría echar un polvo con él.

Patty apagó el cigarrillo y las dos hermanas se pusieron de pie delante de mí. Tere quedó tras la sensual Cleopatra, abrazándola por la cintura y apoyando la barbilla sobre su hombro izquierdo.

- Cariño- me dijo-, ¿ves lo buena que está mi hermanita?, ¿le echarías un polvo por mí?.

Yo también me puse en pie, haciéndose aún mas patente el bulto de mi entrepierna.

- Me encantaría- respondí con una sonrisa que Patty contestó sonriendo triunfalmente.

Tere le dio un suave beso en el cuello, y subió sus manos para acariciarle los pechos metiéndolas bajo las tiras de tela que los cubrían.

- Uffff- suspiró Cleopatra.

- ¿Has visto qué pedazo de tetas tiene mi hermanita?- me preguntó mi mujer amasándolas-, tiene los pezones tan duros como los míos.

Desabrochó el sujetador y dejó libres esas dos voluptuosas montañas que me volvían loco. Yo me desabroché el cinturón y me saqué la túnica por la cabeza, quedándome con el calzoncillo marcando un exagerado paquete que las dos hermanas devoraron con la mirada.

Tere deslizó sus manos recorriendo la sinuosa cintura de Patty, bajando por ella para llegar hasta sus caderas.

- ¿Qué te parece el cuerpo de mi hermana?- me preguntó.

En ese excitante momento ya no tenía ningún reparo en responder una pregunta de ese tipo:

- Es un cuerpazo hecho par dar y recibir placer…

- Mmmm, estoy de acuerdo...

Estaba alucinando con cómo mi dulce y fiel esposa había superado todos sus prejuicios y se había entregado por completo a la lujuria. La experiencia con su hermana había despertado en ella algo que nunca había salido a la luz, algo oscuro y salvaje, y le estaba gustando experimentarlo. En ese momento comenzó a acariciar el culo de mi cuñada sin atisbo del mínimo pudor.

- …tiene el culo redondito- dijo-, duro y elevado.

Mi situación como espectador y las sugerentes palabras de Tere, me estaban llevando a la locura de pura excitación.

Le desabrochó la falda y ésta cayó al suelo mostrándonos lo que a ambos nos dejó perplejos: ¡Patty no llevaba ropa interior!. Su vulva se mostró totalmente rasurada, hinchada, sonrosada y mojada, tan apetecible…

- ¡Joder con Cleopatra!- dijo Octavia-. Eres un poco zorra yendo por ahí sin bragas…

La aludida esbozó una sugerente media sonrisa y, girando la cabeza, lamió con la punta de su lengua el labio superior de su hermana.

Un placentero escalofrío hizo que mi mujer temblase de la cabeza a los pies, y respondió acariciando el recién descubierto coñito para tomar su humedad y degustarla llevándose los dedos a la boca:

- ¡Qué rica estás, hermanita!.

Tere se estaba recreando con la situación, para mi asombro y satisfacción, estaba disfrutando su recién descubierta lujuria y el poder que en ese momento tenía sobre su hermana y sobre mí para que hiciésemos cuanto ella quisiera. Entre las dos me estaban haciendo sufrir lo indecible. Necesitaba follar ya, me dolían tanto las pelotas que el juego se estaba convirtiendo en una tortura, así que me quité el slip y mi polla se presentó ante ellas apuntándolas directamente, con el glande enrojecido y húmedo, con gruesas y palpitantes venas recorriendo todo el tronco.

- Cariño- le dije a mi esposa-, la expectativa me está matando, necesito hacer algo o voy a explotar.

- Siéntate- susurró-, que ahora te vas follar a éste pedazo de hembra que es mi hermana- añadió dándole un cachete en el culo.

- ¡Au!- exclamó Patty mirando a su hermana con cara de puro vicio-. ¿Te apetece?- preguntó dirigiéndose a mí y guiñándome un ojo.

Me senté en el sofá y mi mujer dirigió el cuerpo de mi cuñada para que se pusiera a horcajadas, con las rodillas en el asiento, sobre mí. Sus generosos pechos, con sus protuberantes pezones quedaron a la altura de mi boca, así que cogiéndola de su estilizada cintura se los besé.

- Mmmmm- gimió.

Tere agarró la base de mi verga con una mano, y con la otra sobre el hombro de su hermana, la fue haciendo bajar lentamente, hasta que nuestros sexos contactaron. Sus jugos mojaron aún más mi glande, y con la guía de mi esposa, éste fue abriéndose paso poco a poco entre los labios vaginales para ir penetrando en esa ardiente cueva de placer.

- Oooooohhhh- gemimos los dos simultáneamente.

Empujada por Octavia, Cleopatra siguió bajando, introduciéndose más y más la gruesa pértiga, hasta que su vulva tocó la mano de mi mujer. Ésta la apartó sorprendida, y observó con excitado estupor, cómo ese voraz conejo continuaba engullendo la zanahoria hasta que ésta desapareció totalmente.

- Uuuuuuuffffffff- resopló Patty.

- ¡Jooodeeeer, preciosa!- exclamó Tere palpando con su mano para comprobar que toda mi polla estaba dentro de ese escultural cuerpo-, ¡te ha cabido toda!. A mí no me entra tanto…

Como en anteriores ocasiones, nuestros sexos habían encajado a la perfección, estaban hechos el uno para el otro, clavija y enchufe.

- Mmmmm- gimió mi cuñada-, me encanta la polla de tu marido, la siento empujándome en lo más profundo de mí.

- Ufffff, cariño- dije yo-, tu hermanita tiene el coño profundísimo, mojado y caliente… ¿puedo darle como se merece?.

Ya que mi cuñada había dispuesto el escenario, y le había otorgado la batuta de dirección a mi esposa, pensé que por el momento, lo mejor era que siguiese creyendo que era ella quien dominaba la situación.

- Sí- dijo-, fóllatela por mí y haz que se corra para que yo disfrute viéndolo.

Empecé a mover mis caderas levantando el culo del asiento y tirando de Patty hacia arriba tomándola por la cintura. Ella acompañó mis movimientos con poderosos contoneos de sus caderas.

- Mmmm, aaahh, mmmm- gemía disfrutando cada movimiento de mi verga en su interior.

Mi posición sentado, con la espalda apoyada en el respaldo del sofá, era muy cómoda, me permitía seguir los movimientos de mi cuñada perforando su coño en profundidad. Tenía las manos libres para recorrer todo su precioso cuerpo, y sólo acercando mi cabeza, podía atrapar sus bamboleantes senos con mi boca para succionarlos con glotonería y mordisquear sus deliciosos pezones.

Tere nos observaba fascinada, con su coño manando fluido nuevamente. Le estaba excitando sobremanera ver cómo su marido se follaba a su hermanita pequeña, y ésta era tan sexy, gimiendo, mordiéndose el labio inferior, poniendo caras de extremo placer, arqueando su espalda y sacando pecho, atenazando mis hombros con sus manos… que no pudo evitar sentirse irremediablemente atraída por ella; así que comenzó a participar del polvo recorriendo ese libidinoso cuerpo con las manos. Acariciaba su culito, que se movía adelante y atrás, exploraba la separación de sus nalgas, se chupaba un dedo para introducírselo en el ano con placenteras consecuencias, acompañaba mis manos recorriendo caderas, cintura y pechos, le masajeaba el clítoris, besaba y lamía el cuello de su hermana surcando la suave piel para llegar hasta succionar el lóbulo de la oreja, le giraba la cabeza y degustaba sus labios y lengua como el más exquisito manjar…

Patty gozaba tanto de mis envites y del cúmulo de sensaciones que las cuatro manos y las dos bocas que la amaban le estaban proporcionando, que gemía y gritaba escandalosamente:

- ¡Aaahh, aaahh, jodeeeeer!, qué bien me folla tu maridooooh. Y tus manos me están volviendo loca, hermanita, ahhhh…

Comenzó a mover aún más poderosamente sus caderas, realizando salvajes bailes circulares con ellas, exprimiéndome tanto, que yo ya no podía aguantar más. Al fin, mis doloridos huevos iban a aliviarse para que me corriese como un caballo.

La corrida sobrevino con una explosión de calor que invadió repentinamente las entrañas de mi cuñada, haciéndome proferir un gruñido animal. La abrasadora sensación hizo que Patty alcanzase un espectacular orgasmo que dejó a mi mujer boquiabierta observando cómo el cuerpo que sus manos acariciaban se tensaba al máximo. Su querida hermanita pequeña profirió un grito que Tere inmediatamente silenció besándola con pasión, irresistiblemente atraída por el erotismo de mi amante en pleno orgasmo.

Quedamos los tres abrazados, sólo escuchando nuestras respiraciones durante unos instantes. Patty me dio un largo beso, y luego otro a su hermana.

- Gracias por este polvazo- nos dijo a los dos-. Hermanita, eres las mejor. Cuñado, ha sido genial follar contigo.

- A mí también me ha gustado- respondí como si fuese la primera vez que lo hacíamos.

- Esto ha sido increíble- intervino Tere-… Nunca imaginé que compartiría sexo con las dos personas que más quiero en el mundo: mi marido y mi hermana. Estabas tan preciosa en pleno orgasmo, Patty, uuuuufffff…

Mi cuñada volvió a besarla acariciando con la mano su jugoso sexo. Los fluidos resbalaban brillantes por la cara interna de los muslos de mi mujer.

- Tú aún necesitas más- le susurró.

- Mmmm, sí.

- Siempre he deseado veros a los dos follando, ¿me daríais ese gusto?, ¿os apetece?.

Patty seguía moviendo los hilos convirtiendo una orden en una apetecible sugerencia. Mi mujer y yo intercambiamos miradas de lujuria y asentimos con la cabeza.

Nos levantamos y fuimos a nuestro dormitorio. Intercambiamos besos y caricias entre los tres, e inmediatamente, como si me tratase de un hiperhormonado adolescente, mi herramienta volvió a alzarse orgullosa.

Mi alumna se sentó en la butaca frente a la cama, encendió un cigarrillo, y con la mano libre empezó a estimularse el clítoris.

Tumbé a Tere sobre el amplio lecho, y me quedé observando maravillado el espléndido cuerpo de mi esposa con sus piernas abiertas invitándome a entrar. En ese instante la contemplé de un modo diferente a como la llevaba viendo desde hacía doce años, algo en ella había cambiado. Desde el comienzo de mi aventura con Patty la había tenido algo desatendida, pero ahora la veía renovada, una mujer preciosa, de mirada seductora, de hermoso cuerpo curvilíneo, sexy, salvaje y ansiosa por sentir placer. La desee, la desee más de lo que la había deseado en mucho tiempo…

- Fóllatela- oí a Patty ordenar.

- Fóllame- secundó Tere con un excitado tono de voz.

Me puse sobre ella, y con un movimiento de cadera, le clavé mi polla todo lo que pude.

- ¡¡¡Aaaaaaaaaahhhh!!!- gritó placenteramente cuando mi glande se incrustó en la boca de su útero.

No le entraba toda mi estaca, pero a pesar de quedarse fuera un par de centímetros, la sensación era indescriptible. Su coño siempre había sido estrecho, y envolvía con tanta fuerza mi falo, que me proporcionaba oleadas de placer.

Empecé un violento mete y saca que sacudía todo el cuerpo de mi esposa haciendo bailar sus pechos como si fuesen dos flanes. Me agarró con fiereza clavándome sus uñas de manicura francesa en el culo, y a pesar de no ser tan escandalosa como su hermana, también gritaba con mis embestidas: “Ah, ah, ah, ah…”, boqueando como un pez fuera del agua. Estaba tan hermosa…

Por el rabillo del ojo vi cómo Patty no perdía detalle del polvo, seguía fumando mientras los dedos de su mano izquierda castigaban incesantemente su clítoris, haciendo que de su almeja manasen deliciosos jugos mezclados con restos de mi semen. Estaba tan sexy…

Tere estaba tan sobreexcitada por los acontecimientos y por mis potentes arremetidas, que enseguida todo su cuerpo comenzó a vibrar con un intenso orgasmo. Clavó aún más sus uñas en mis glúteos, y mordiéndose el labio inferior profirió un largo “¡¡¡Uummmmmmmmm!!!”.

Pero yo aún tenía cuerda para un rato más, así que seguí bombeando la mojada y estrecha gruta, observando las caras de placer de mi esposa a medida que volvía a ponerse en situación tras el orgasmo.

Patty terminó su cigarrillo y, tras relamer los fluidos con los que estaban impregnados sus dedos, se levantó de su butaca de espectadora y se acercó a la cama. Acarició mi culo mientras éste subía y bajaba con cada embestida, acercó sus labios a mi oreja derecha y me susurró:

- Me encanta cómo te follas a mi hermana, aunque no sea tan profunda como yo- sus palabras y aliento se colaron en mi oído produciéndome un delicioso cosquilleo-. Dale duro, cuñadito, como tú sabes.

Se subió a gatas a la cama, y se acercó a mi esposa para decirle:

- Estás increíble follando, preciosa, ¿te gustaría darme placer?.

Tere asintió con la cabeza, con los ojos incendiados de lujuria. Mi cuñada me miró con cara de auténtico vicio, y entendí lo que se proponía. Me incorporé quedándome de rodillas, levantando por el culito a mi esposa, que entrelazó sus pies a mi espalda abrazando mis caderas con sus piernas. La que hasta el momento había sido una espectadora, se colocó a cuatro patas sobre su hermana, con las rodillas a ambos lados de su cabeza, y se incorporó para bajar su chorreante coño hasta el alcance de la

boca de mi mujer. Ésta, ansiosa y sin dudarlo, agarrando ese maravilloso culo que yo contemplaba, comenzó a lamerle la almeja degustando el salado elixir que su hermana le ofrecía.

Yo comencé de nuevo con el mete-saca, empujando duro con la cadera, como si pudiera taladrar el interior de mi amada para llegar aún más adentro. Ella gemía ahogadamente, con sus labios acoplados a los labios mayores de Patty mientras su lengua penetraba y relamía el delicioso chochito que nunca habría imaginado comer. Mi cuñada se retorcía de placer, con las manos sobre su cabeza, revolviéndose el negro cabello para acabar deshaciéndose de la tiara con cabeza de cobra que aún conservaba de su disfraz.

- Mmmm, ssssí, hermanita- decía-. ¡Qué bien me comes el coño!, uuummmm, sííííííííí… bébetelo todooooohhh…

Estaba claro que mi mujer había aprendido rápidamente a hacer un buen cunnilingus, y eso a mí me estaba maravillando. Solté una de mis manos de su culito, y agarré desde atrás uno de los pechazos de Patty para estrujárselo sin dejar de follarme a su hermana. Esto la pilló por sorpresa y, restregando su sexo por los labios de Tere, se

corrió repentinamente arqueando toda su espalda. En cuanto sintió el orgasmo de su hermana, sin dejar de tragar flujo vaginal, mi mujer también llegó al éxtasis apretándome brutalmente las caderas con sus piernas y clavándole las uñas a Patty en el culo, intensificando y prolongando su placer:

- ¡¡¡Sssssssíííííííííííííííííííí!!!.

Yo tampoco pude resistirlo: el calor y estrechez del coño de mi esposa, sus poderosas contracciones, la presión de sus muslos, el orgásmico grito de Patty, el tacto de su pecho elevándose y la visión de su espalda arqueada con las uñas de Tere clavándose en la redondez de su culo… Me corrí gloriosamente clavándole a fondo la polla a mi convulsionante esposa, llenándola con mi espesa y cálida leche.

Nos tumbamos los tres extasiados, quedando yo entre las dos hermanas. Y así, entre suaves caricias, fuimos quedándonos dormidos.

Justo antes de sumergirme en un profundo sueño, la singular voz de Forrest Gump se coló en mi cerebro:

- “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”.

(10,00)