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Mi week-end con Paco

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Antes de nada me presentaré. Mi nombre es Paola, nací en Italia, en Nápoles, hace 45 años, pero mis padres se vinieron a España siendo yo muy pequeña. He vivido en Málaga desde entonces. Soy morena, tengo ojos negros y el pelo largo y rizado, no muchos pechos pero unas anchas caderas y un culo demasiado grande para mi gusto, pero que a los hombres parece encantarles. Llevo el sexo rasurado y el tatuaje de una mariposa en la nalga izquierda. Hace 25 años, con 20 recién cumplidos, me fui a vivir con Miguel, un recio y guapo mozo andaluz, y todo fue bien los 10 primeros años. Pero luego me enteré que me era infiel, y esos últimos 5 años, pese a todas sus promesas, lo ha seguido siendo. Me entero de sus aventuras con sus compañeras del trabajo gracias a una amiga mía, que tiene una prima que trabaja con Miguel…él lo ignora, y yo le digo que lo sé porque "las mujeres tenemos un sexto sentido para estas cosas"… no puedo delatar a mi espía porque es subordinada de Miguel y, aunque no tiene poder para despedirla, si podría hacerle la vida imposible…él me ha prometido mil veces dejar de follarse a sus compañeras, pero sé que una y otra vez incumple sus promesas.

Un día, harta ya de sus engaños, hice las maletas, las cargué en mi coche –tenemos uno cada uno- y le dije "ahí te quedas, disfruta de tus zorras, me iré a vivir a la casa de la playa, no se te ocurra asomar el hocico por allí, hijo puta, no quiero saber más de ti". Yo quería que él se quedara nuestra casa en Málaga y quedarme con la que tenemos en un pueblecito pesquero cercano. Esa era mi intención, separar nuestras vidas, estaba ya muy quemada…y no tendría problemas para seguir yendo a mi trabajo en Málaga, apenas son 20 minutos en coche de trayecto.

Cuando llegué al pueblito descargué las maletas y me dispuse a airear la casa y limpiarla, pues llevaba meses cerrada. Recuerdo que era un sábado y no serían más de las 12 de la mañana cuando llegué. El Mar Mediterráneo, a apenas 200 metros de la puerta de mi casa, aparecía azul y luminoso. Unos niños chapoteaban en la orilla, era principios de junio y aún no había llegado la oleada de turistas que triplica la población del pueblo todos los veranos. Había gente paseando y charlando por la arena de la playa, y una chica de unos 18 o 20 años en topless leía un libro sobre una toalla, a la sombra de una palmera. Unos vejetes de 70u 80 años con sombreros de paja y bastones estaban sentados en un chiringuito y se extasiaban viendo las hermosas tetas de la chica, a quien no parecía importarle, tan enfrascada estaba en su lectura.

Todo parecía tan apacible que me dije "bueno, ya limpiaré luego", me desvestí, saqué un bikini, un pareo, unas gafas de sol, unas sandalias y una toalla, cerré la puerta de mi casa (ahora tendría que empezar a pensarla como mía, ya no de Miguel y mía) y me dirigí a la playa. Me fijé que en un lugar, cerca del pequeño pantalán donde descansaban varias barcas, había un trozo de playa vacío, así que allí fui buscando tranquilidad, lejos de los niños que salpican arena o agua o arena mojada y de los viejos que babearían con mi culo (nadie puede babear con mis tetas… ¡qué le vamos a hacer! una no puede tenerlo todo).Coloqué mi toalla y me tumbé, dispuesta a capturar algunos de los primeros rayos de sol del verano.

Estaba casi adormeciéndome cuando oí unas voces de hombres mayores. Pensé "¿será posible que los viejos del chiringuito se hayan recorrido media playa sólo para verme el culo? Qué viejos verdes…"

Miré hacia donde venían las voces y no, no eran los viejos del chiringo, sino dos menos viejos, de unos 60 años… eran dos pescadores que se dirigían a sus barcas en el pantalán… al darse cuenta que les miraba, uno de ellos, con cierto atractivo pese a su edad –debió de ser un bombonazo en su juventud- me saludo con un toque de su gorra y un "buenos días, señorita"… el otro, para no ser menos, también soltó su "buenos días"… yo les contesté y miré hacia otro lado, azorada.

Ellos pasaron a mi lado. Yo estaba tumbada boca abajo y podía sentir sus ojos sobre mi trasero…luego pasaron, llegaron al pantalán y se pusieron a trastear en sus barcas… el vejete más feo apenas estuvo 15 minutos, se despidió de su amigo y se fue. Al pasar por mi lado se llevó la mano a la gorra y musitó un "señorita…", yo le despedí moviendo los dedos de mi mano derecha en un gesto que al momento de hacerlo me pareció una ridiculez. El otro vejete parecía muy atareado en su barca. Curiosa, y cansada de estar tumbada, me levanté y empecé a andar por el pantalán. Llegué a la altura de la barca del vejete "atractivo" y le vi trasteando las redes… el agua chapoteaba en los bajos de la pequeña barca y ese chapoteo sabía a sal y a brisa…él me sintió mirarle y levantó la cabeza… "hola", me dijo… "hola", respondí yo…estuve unos segundos más mirándole y logré preguntarle "¿qué hace?"… "cosiendo las redes" respondió con un tono que parecía decir "estos de ciudad no saben nada"…"ah, qué interesante", dije yo. "Usted viene todos los veranos, ¿verdad? creo recordarla" me dijo, sin levantar la vista de las redes.

"Ah, sí, pero me mudé aquí definitivamente"…"¿se mudaron? ¿ha encontrado su marido trabajo aquí o qué?"al preguntar esto alzó la cabeza y pude ver sus hermosos ojos azules…pensé "este hombre definitivamente tuvo que ser muy guapo de joven"…"no, me mudé yo sola"…"¿pues usted no estaba casada? yo recuerdo haberla visto siempre con un hombre"…"no, nunca me casé, he estado viviendo con ese hombre 15 años, pero ya se acabó"…"¿y eso? mujer, ¿cómo es que rompieron?"… "pues"…empecé a decir, pero él me cortó…"¡pero qué estúpido soy! suba, por favor y charlaremos más cómodos, no se quede ahí de pie"…se levantó y me tendió la mano, ayudándome a subir a bordo de su barca. Esta por dentro era más grande de lo que parecía desde fuera. Me senté donde me indicó, bastante cerca de él. Le empecé a contar las infidelidades de mi pareja, y él me decía "bueno mujer, no es para tanto, por una aventurilla de vez en cuando"… yo no podía creer que aquel vejete disculpara a mi marido. "Es que no era de vez en cuando, era algo continuo"… "pues con una mujer como usted, yo no me iría tanto de picos pardos", y me puso la mano sobre el muslo, acariciándome. Me gustó ese contacto, así que no le pedí que quitara la mano ni hice ademán de apartarla ni gesto de disgusto…"¿Tanto, eh? O sea, que alguna aventurilla si tendría", le dije, pellizcándole la mejilla mientras él pasaba la mano de la parte superior a la interior de mi muslo…"mujer, la carne es débil"…"qué golfos sois los hombres", susurré abriendo las piernas para que él me subiese la mano más fácil…su dedo meñique ya me rozaba el chocho por encima de la braguita del bikini… "qué rica estás, pequeña", me decía, olvidando el trato de usted…ya era toda su mano la que me frotaba mi abultado coño por encima del bikini–siempre he tenido un coño muy protuberante: una raja larga, de un palmo de longitud, sin labios internos que asomen, entre dos carnosos bollos de carne-… yo tenía apoyada la cabeza sobre su hombro, y cerraba los ojos, flotando de gusto… de repente quitó las redes de su regazo y me dijo "ven, siéntate" yo me senté sobre su muslo derecho, como una niña en el regazo de su abuelito, y pasé mi brazo derecho sobre sus hombros…él, justo antes de que mi culo descansara sobre su muslo, cojió la tela de mi bikini, por detrás, y la metió con su manaza en la raja de mi culo, convirtiendo un bikini normal en un improvisado tanga y dejando los dos globos de carne de mis nalgas al descubierto. Yo sentí su piel bajo mi piel, los pelos de sus piernas en mi culo y muslos, pues él llevaba pantalón corto…

"dame tu boca" me dijo. Yo se la di, él me comió los morros y la lengua… yo me sentía en el cielo, besaba mucho mejor que el bastardo de mi ex. Con su mano izquierda sobaba por atrás mi culo y con la derecha tan pronto magreaba mis tetas como bajaba hasta mi coño, apartando la tela del bikini para sobarlo mejor… ya metía el dedo corazón, sacándolo y metiéndolo, y al mismo tiempo se las arreglaba el cabrito para apartar las copas del sujetador de mi bikini para pellizcarme los pezones… y todo esto mientras me comía los morros… yo deliraba. El viejo sabía cómo tratar a una mujer para hacerla gozar. Yo apoyé mi mano izquierda sobre su pantalón, acaricié y apreté lo que parecía una hermosa polla bien gorda… parecía que iba a reventar el pantalón… en esas estábamos cuando vimos gente venir al trozo de playa en el que había dejado mi toalla… desde allí se veía la barca… "vamos a mi casa", dijo Paco, que así se llamaba el hombre, pues no quería ofrecer un espectáculo porno gratuito… yo, evidentemente, quería que me metiera su cosa, pero como no quería ser detenida por escándalo público me levanté de su regazo y arreglé el desorden de mi biquini… salió de su barca, luego me alargó su mano para ayudarme a salir y nos fuimos.

La casa de Paco era una pequeña pero bien arreglada casa tradicional, de blancas paredes encaladas y macetas de geranios en las rejas de las ventanas. Entramos, cerró la puerta y me agarró, dándome un largo morreo mientras me sobaba el culo, metiendo los dedos bajo la braga del bikini. En esas estábamos cuando de dentro de la casa salió una mujer gruesa, bajita, con un delantal puesto y secándose las manos en un trapo de cocina. Parecía una mujer serena y buena…. "hola nena", dijo Paco separando sus morros de los míos, pero sin despegar sus manos de mi culo. "Ya casi tengo la comida hecha… hola cariño –dijo, dirigiéndose a mí- ¿cómo te llamas?" "Paola", dije yo, algo confundida… Paco lo captó y me dijo "ella es mi mujer, se llama María"… ¡su mujer! ¡y lo decía así, tan tranquilo, sin soltarme el culo! La situación me parecía surrealista… "es bonita la chica, me gusta, ¡siempre tuviste buen gusto, golfo!" Paco río "mujer, claro que siempre he tenido buen gusto, ¿no te elegí a ti?" una olla empezó a borbotear "¡la comida! Voy a vigilarla, no sea que se pase…" la mujer se fue y nos dejó allí… yo miré a Paco extrañada "te preguntas cómo puede mi mujer aceptar tan alegremente que lleve chicas a la casa, ¿verdad? bueno, pregúntale a ella, yo voy a ducharme…" y se fue…María canturreaba mientras hacía la comida… yo me dirigí a la cocina "siéntate cariño, te quedarás a comer, ¿verdad?"… así empezó una conversación, con el ruido de la ducha y el borboteo de la olla, que me hizo replantear mi relación con mi ex, con el hombre que había vivido conmigo 15 años y me había engañado. "Verás –me dijo María- yo también he tenido mis aventuras, no creas, pero los hombres son diferentes, ya sabes, ellos siempre están pensando en zagalas… si se quiere a un hombre hay que entender eso… y a mí, ya vieja, me viene bien que él me deje un poco tranquila y se dedique a otras" Paco salió de la ducha, pusimos la mesa y comimos… Paco no paraba de acariciarme los muslos mientras comíamos, pero a María no parecía importarle… a mí me daba un poco de corte, claro, no estaba acostumbrada a situaciones así. Ella hablaba de que si tal vecina había hecho esto o lo otro, y Paco escuchaba, reía a veces, comentaba algo tranquilamente… mientras, su mano no paraba de acariciarme el muslo.

Tras comer, Paco besó a su mujer y le dijo "me llevo a la zagala arriba, vamos a dormir la siesta…" "ya, ya, golfo, ¡poco dormiréis!" dijo, riéndose. Él me cojió en brazos y me subió por las escaleras hasta el piso de arriba… entramos en la habitación y me tiró a la cama… "pe-pero con tu mujer abajo no voy a poder hacer nada" le dije, mientras se quitaba la bata ¡estaba desnudo bajo ella! "que sí mujer, ya verás como sí…" y se lanzó a besarme y acariciarme todo el cuerpo… María canturreaba abajo mientras su marido me comía el coño… la situación era de lo más extraña, pero cada vez me estaba poniendo más cachonda… los someteos y lametones de Paco estaban dando efecto, me estaba humedeciendo y abriendo como una flor bajo la lluvia. Me encantó que me lamiera el ojete, eso nunca lo había hecho mi ex…

De repente Paco se tumbó boca arriba en la cama y dijo "va, chúpamela…" yo cogí esa hermosa picha y empecé a jugar con ella: la lamía de los huevos a la punta, la metía hasta mi garganta, la mordisqueaba suavemente… abajo María cantaba "La Zarzamora" "Qué tiene la Zarzamora/ que a todas horas llora que llora/ por los rincones/ ella que siempre reía / y presumía de que partía/ los corazones…" Era una mujer alegre y vital, qué duda cabe. Me saqué el nabo de la boca, ya totalmente tieso, y lo contemplé mientras lo masturbaba con las dos manos… un cuerpo arrugado y canoso había ya perdido casi todas las glorias de su juventud… todas excepto unos hermosos, marinos ojos azules y una gran verga, tiesa y dura como la de un veinteañero. Sin dejar de pajearle a dos manos –tan gorda la tenía- le dije, la voz enronquecida por el deseo "Guau, ¿cuánto mide?". "Una vez otra chica me la midió, fue, desnuda y todo, a pedirle la cinta métrica de la costura a mi María y me la midió… 28 centímetros, me parece"… "es tan hermosa…" Se me nublaban los ojos… no sólo era su largura, es que era tan gruesa como una lata de cerveza… por Dios, eso podría destrozarme o llevarme al 7º cielo… me subí sobre él y me la fui metiendo despacio… mi coño palpitaba y rezumaba de deseo mientras en el piso de abajo María canturreaba "María la portuguesa"… me sentía tan llena, totalmente atorada… mi coño se estaba abriendo más que nunca en mi vida, mientras Paco me apretujaba las tetas… empecé a subir y bajar sobre ese falo lentamente, saboreándolo… Paco estuvo casi una hora dándome caña, en diversas posturas, hasta que me soltó unos tremendos chorreones de lefa en el coño… me quedé rendida tumbada sobre él, la cabeza sobre su pecho…

Pasé todo el resto del día, la noche y el día siguiente con ellos… Paco se hartó de joderme, pero a mí, en medio del delirio, la imagen de Miguel se me venía a la mente a menudo… se lo comenté a María "cariño, eso es que aún le amas… perdónale, el sexo sólo es sexo, el amor es otra cosa… yo de joven tampoco lo entendía, pero la verdad se me fue haciendo más clara... la imagen de Miguel en tu cabeza, esas ganas de volver a verle, son la verdad. Lo demás no importa". Al día siguiente, lunes, volví a Málaga…

Sobra decir que Miguel y yo volvemos a estar juntos. Que se tire a todas sus compañeras del trabajo, si quiere… yo sé que me quiere y que yo le quiero… por supuesto, en verano vamos al pueblo… allí me esperan el mar, el sol y… la verga de Paco.

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