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3. No enamorarse de un alumno

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Un capitulo mas, espero que sea de su agrado, quien iba a pensar de hace casi un año empece a escribir esta historia, y otras cosas que rondaban mi cabeza. Para los que no leyeron la versión original de mas de 200 paginas y con una historia mucho mas completa, haré todo lo posible por algún día publicarla.

 

....................................

 

No había visto a Carlos en toda la tarde, supongo que estaría muy ocupado en sus clases, tal vez con trabajos y metido por algún lado. No quería parecer empalagoso con él, no lo quería hacer sentir incómodo, o que pareciera que lo estuviera acosando las 24 horas del día, tenía que dejar que respirara un poco.

¿Sabes que es lo malo de no tener una familia a estas altura de la vida? No poder tener alguien con quien compartir tus momentos, alguien a quien decirle el montón de cosas dulces al oído y reír de estupideces a cada rato. Tal vez era mi culpa, porque nunca me di la oportunidad en el amor, por miedo, a fracasar, a no ser lo que yo esperaba. Todo eso que busco, bueno, como lo explico, de alguno y otra manera Carlos lo tiene, me hacen sentir como adolescente otra vez, que es algo de lo más tonto por que no he pasado más que malos momentos juntos, tal vez solo llegue a amargarle la vida. ¿Enserio? ¡No! Lo estas ayudando, él ahora tiene miedo de algo, y tu estas allí para darle tu mano y que sienta que no está solo. No hay que ser tan pesimista, tal vez, aunque suena absurdo, es como una fuerza misteriosa quien te está mandando a esta maravillosa persona.

-¿Se encuentra bien? –Escuche la voz de la recepcionista-

-¿Eh? No, si estoy bien, no te preocupes Aidé –Le decía como bajando de la luna -¿Qué se te ofrece? ¿Hay alguien que quiera hablar conmigo o algo?

-Sí, hay una junta de maestros en la Biblioteca, ya todos los maestros están libres por el día de hoy, solo falta usted ¿Puede?

-Sí, sí, no te preocupes, enseguida voy. –Tome mi maletín y Salí de la sala de Psicología de la escuela, directo a la biblioteca de maestros.

Los pasillos se encontraban casi vacíos, a solo excepción de los intendentes, que estaban limpiando. Apresure mi paso, no me agradaban mucho las reuniones que organizaba la escuela, pero por lo general, siempre las hacían cuando había algo importante que anunciar.

Antes de llegar a la biblioteca, tenía que subir por unas escaleras, donde había unas ventanas enormes que daban una vista completa al patio del edificio de al lado. Estaba algo nublado, y la tonada del paisaje era grisácea. Había un taxi, parecía que estaba subiendo algunas cosas, tal vez algún alumno se mudaba, era algo muy normal, la mayoría de los alumnos de esta universidad son de familias que tienen mucho poder, casi siempre, los edificios son solo ocupado por estudiantes que tienen becas.

-Una disculpa por la tardanza, estaba un poco retrasado en el consultorio. –Tomaba asiento y colocaba mi portafolio sobre la mesa-

No hicieron mucho aprecio a mi llegada, así que solo preste atención a lo que el director estaba a punto de decir, supongo, como ya lo dije, sería importante.

-Bueno, como ya sabrán el maestro Alberto tomo unos cursos en las vacaciones de invierno, porque la mayoría de ustedes se negó a hacerlo, debido a que estaban muy ocupados –decía el señor soltando una risa- pero entiendo, yo tampoco hubiera querido que interrumpieran mis vacaciones en familia.

-El maestro Alberto, debido a su participación y a su muy buen rendimiento –añadía la supervisora de zona –Es solicitado de nuevo en Inglaterra para iniciar en una escuela, claro, todo esto, lo ordena la Rectoría de esta institución –Ella me miraba con una sonrisa, parecía muy orgullosa-.

Todo esto me estaba tomando por sorpresa, no hice nada fuera de lo común en Inglaterra, solo una que otra demostración como los cursos los indicaban y además, no hubo ningún tipo de concentración, porque me había quedado preocupado por Carlos.

-El maestro, si es que acepta esta increíble propuesta, seria trasladado en dos semanas, tiempo suficiente para buscar un reemplazo. ¿Qué opina Alberto? –Me dijo cediéndome la palabra-

-Bueno, es que, c-como le digo, estoy muy sorprendido por todo esto, no me lo esperaba, me hubiera gustado, ya sabe, que esto fuera en privado –No me gustaba la forma en que mis compañeros me miraban- me siento muy bien por su propuesta, es de lo más halagadora –Añadí-

-Bueno, sí, pero no respondió mi pregunta ¿Usted que tiene planeado hacer?

-Nada, no tengo planeado hacer nada, porque apenas me acaban de informar, supongo que es muy difícil hacer un plan en menos de 8 minutos –Dije mientras echaba una sonrisa fingida-

Hubo silencio, nadie parecía esta de humor como para escuchar mi chiste de mal gusto, esperaban una respuesta.

-Miren, como todos ustedes lo han hecho antes, yo también, pido tiempo para analizar las cosas, no estoy seguro de que hacer con esta situación

-Pero Alberto, es una muy buena oportunidad, yo sin duda alguna la tomaría sin pensarlo dos veces –Me decía Perla, la maestra de Taller de Lectura-

-Sí, lo sé, pero tengo que pensar bien las cosas, no sé, es que he pasado la mayor parte del tiempo en esta escuela, mañana temprano tendré una respuesta.

Nadie dijo nada más y la reunión siguió su curso, no se hablaron de muchos temas en importancia, solo nos quitaron unos 20 minutos extras y eso fue todo, salimos. El director quería hablar conmigo, y solo me dijo que respondiera lo antes posible, que simplemente le toma por sorpresa mi actitud, que estaba casi seguro que yo iba a aceptar, pero como puedes ver, se equivocó.

Necesitaba hablar con Carlos lo más pronto posible, tenía que contarle lo que me había pasado y ver su reacción ante ello, estaba un poco nervioso, Salí de la biblioteca y me dirigí a dormitorio.

-¿Pero qué haces? –Me dije a mi mismo. Era obvio que no podía entrar así porque si a la habitación de Carlos y mucho menos al edificio de alumnos, no estaba permitido, así que busque mi celular, tenía que hablar con él.

El teléfono sonaba, pero nadie atendía, me estaba preocupando un poco, Carlos no era de esas personas, no tenía mi número, así que era imposible que supiera que era yo el que le estaba marcando. Insistí de nuevo, pero nadie contesto, era extraño, ahora el teléfono estaba fuera del área de servicio, tal vez lo había apagado.

No había otra opción tenía que buscarlo mañana temprano, se estaba haciendo tarde, y mi actitud era demasiado extraña, los alumnos se iban a dar cuenta de mi comportamiento, así que lo mejor que pude hacer fue retirarme a mi casa.

No te lo puedo negar, estaba fuera de mí, mi mente me jugaba mal, estaba pensando lo peor, me odiaba por ser tan pesimista, lo más seguro es que tal vez estuviera exagerando-

Llegue a mi casa, había pasado mucho rato desde la última vez que había marcado a Carlos, así que decidí intentar de nuevo, pero nada, el teléfono seguía fuera del área de servicio.

Tome mi teléfono, tenía que hacer una llama importante a Rectoría, esperaba que aun estuviera el Director principal, necesitaba que hablar con él.

La noche me sirvió para pensar las cosas, lo que Eduardo me había contado, entender la situación y tratar de sentir empatía por él, era algo difícil, nadie puede justificar el violar a alguien, es algo que sencillamente no debe pasar.

Ese miedo que sentí al ver sus ojos mientras me contaba su historia, me daba impotencia, no sabía si estaba mintiendo o no, pero ese sentimiento que he visto en muchas personas cuando están unidos, ese brillo que mostraba al hablar de Carlos, me dejo las cosas muy en claro, lo cual me destrozaba poco a poco, porque Eduardo estaba sintiendo algo por Carlos, tal vez una atracción, pero no sé, no estaba seguro. Las aspas del ventilador de techo no me dejaban concentrarme, solo hacían girar y girar, y un insoportable calor no me dejaba pensar en claro

-¡Estoy jodido! –Dije entre dientes-

………………………………………………..

-Lo había hecho, hablado con el maestro Alberto, odiaba su forma de ser, su forma de meter las narices donde no lo llaman, es un hijo de puta. No me estaba gustando la forma en que se preocupaba tanto por Carlos, y esos golpes que me dio, pero de todas formas esto no se va a quedar así –Pensaba Eduardo mientras caminaba a su dormitorio-

-¿Qué amistad tienes con ese tal Alberto? –Le dijo Alberto a Carlos quien estaba untando una pomada en su ojo aun morado.

-N-ninguna -decía parando de tocarse el ojo-

-No me mientas, ¿Qué? Apuesto que ese viejo te anda comiendo el culo, ¿Te gusta mariquita?

Carlos no dijo nada, estaba nervioso, tenía miedo de lo que Eduardo podía hacerle, solo siguió tratando de aliviar su ojo. Estaba entre la espada y la pared, Eduardo ya sabía que él había estado en casa del maestro, pero por más que Carlos le explico, este no entendió, se negaba, pensaba que había follado con él, y quien sabe que otras cosas, solo le iría peor tratando de explicar las cosas, solo callaba, era imposible hace entrar en razón a Eduardo. Temía que por su culpa la carrera de largos años del maestro Alberto se fuera de picada y quedara sin trabajo.

-¿Por qué no contestas? –Decía en tono de burla Eduardo- Me golpeo el hijo de puta, y pues he pensado, que te ha de tener mucho aprecio, ¿Qué se sentirá ese estúpido? Un superhéroe o algo por el estilo, esta algo viejo para esas cosas-

-N-no sabía que te había……. –Trataba de decir Carlos

-Shhhh –Lo callo Eduardo, mientras pasaba bruscamente sus dedos por encima del pantalón de dormir gastado del muchacho-

-M-me duele –Trato de decir Carlos, mientras la crema caía de sus manos

Eduardo hacia presión muy fuerte en el ano de Carlos, él sabía que el muchacho estaba lastimado, pero ignoro, y paso su brazo por el pecho, con el cual trato de que no se moviera.

-¿Qué? ¿No te gusta? –Decía Eduardo mientras estrujaba el débil cuerpo del chico-

-No –Dijo en voz baja y entrecortada-

-Tú no sabes, que…….. Tu culo de maricona será mío cuando yo quiera, con papi no se juega, y si sé que te andas revolcando con ese maestro, te desgarro la garganta, y sabes muy bien que hablo enserio, no me gusta andar dándole rodeos a los asuntos. –Lo soltó, este apoyo sus manos sobre el lavabo, tratando de respirar el oxígeno que le faltaba-

Era cruel, pero Carlos no podía hacer nada, era muy estúpido como para contarle a alguien y poder liberarse de ese infierno, no quería hundir a su maestro, no podía, era mejor que todo siguiera así.

-¿Y si le digo a alguien que pasara? –Se armó de valor y dijo en tono desafiante a Eduardo-

-La mariquita se pone al brinco –Se burlaba-

-Eduardo, tu no eras así, no desde…..

-Desde que tú me empezaste a chupar la verga, yo no soy marica, no desde que tú me mamabas la verga –Le reclamaba-

Ese no era el problema. Carlos sabia, Eduardo había cambiado mucho desde hace unos meses, empezaba a dudar de el por todo lo que hacía, no podía hablarle a alguien por que Eduardo prácticamente le quería golpear.

-Eso no es cierto y tú lo sabes, no es malo ser homosexual..

-¡Que te calles! –Lo tomo del hombro y lo sacudió un poco, le estaba gritando en la cara. Carlos solo bajo la mirada. No dijo nada más. Eduardo tomo el teléfono de Carlos al ver que estaba sonando, era un número desconocido.

-¿De quién es este número? –Tomo de nuevo a Carlos del brazo mientras le mostraba la pantalla del móvil-

-No lo sé –Le dijo tratando de recordar, pero él nunca había visto ese número.

Eduardo tomo el teléfono y lo estrello contra la pared, dejándolo inservible. Salió de la habitación, no había problema, era la última del pasillo y la que estaba a un lado de ellos estaba vacía, nadie escuchaba casi nada lo mal que Carlos la pasaba.

Era tarde, alrededor de las 10 de la noche, el chico ojeando su libro de Filosofía, sentado en su cama. Escucha a Eduardo llegar mientras abre lentamente la puerta, Carlos levanta la mirada.

Eduardo trae una bolsa consigo, es negra, no se nota muy bien que trae dentro. El cierra la puerta, y se dirige  a la cama de Carlos, se sienta en la orilla, y lo mira fijamente.

-Es para ti –Se lo pasa a Carlos

-¿Qué es? –Le cuestiona-

-Ábrelo –Carlos abre la bolsa, y se confunde a ver una bolsa de gomas de dulce-

-Sé que te gustan, las traje para ti –Le decía, tocando su mano-

-¿E-enserio? M-m-muchas gracias –Decía Carlos-

-Discúlpame por lo de hace rato, no volverá a pasar –Le decía mientras tallaba la mejilla de Carlos con su mano.

…………….

Ya era de mañana, tome mi automóvil para llegar temprano a la escuela, tenía que hablar con Carlos de nuevo y darle la noticia, mis manos temblaban frente al volante. Ya había tomado una decisión, pero necesitaba hablar con el primero, no podía hacer nada aun.

Bajo del automóvil tomando su maletín, era de los primeros en llegar a la escuela, salió del estacionamiento y a lo lejos miro a alguien con una mochila color verde oscuro, cojeaba y caminaba lento, no cabía duda, era Carlos, -¡pon fin!- Dije, estaba muy preocupado.

-Carlos, necesito hablar contigo –Le dije mientras seguíamos caminando

-Estoy un poco ocupado, tengo que ir a la biblioteca –Trataba de evadir la mirada-

-Es algo en lo que necesito tu opinión es muy importante –Lo tome del brazo del brazo-

-Le dije que no puedo –Trato de caminar más rápido, pero el cojeaba y no podía-

-¿Qué pasa? ¿Estás bien? –Le cuestione

-Sí, estoy b-bien -pude notar como sus ojos se cristalizaron-

-Me voy –Dije sin más-

Carlos solo me miro por un rato, parecía confundido, su mirada reflejaba algo raro en él, como que no era el mismo, como que algo me estaba ocultando.

-No me mienta –Dijo, tratando de reír-

-No te miento –Dije bajando mi voz y acercándome a él.

Él no me pregunto nada, solo ser acerco un poco a mí, tratando de mirarme, pero no podía, sus ojos eran cristalinos, su tono café, y su para serte sincero, pude sentir como algo distinto atravesó algo dentro de mí, me sentía tan estúpido.

-No te-te v-v-vayas –Dijo, tomando fuertemente mi mano y apretándola con delicadeza, después de pocos segundos, pude ver como una lagrima bajaba por su mejilla, eso me hacía sentir aun peor, no me dijo nada más, solo dio la vuelta y se fue.

…………………………………

Tenía que hablar con el director de la Universidad, era decirle, y llevar acabo mi arreglo con el director de Rectoría, estaba decidido, no pensaba irme, pensaba quedarme, pero ahora, iba a ser algo distinto.

-Señor Director, buenos días –Dije al entrar a su oficina

-Buenos días ¿Ya viene decidido? –Me cuestiono-

-No me iré a Londres–Dije seriamente-

-Respeto su decisión, pero déjeme decirle que esta echando mucho a la deriva señor Sánchez-

-No me iré, ayer explique todo al Rector. ¿Recuerda que le mencione la situación del joven Carlos? Ese, el cual su madre desapareció así como si nada.

-Si me recuerdo, ¿pero eso que tiene que ver? –Me miro extrañado.

-Bueno, la Rectoría me dio el permiso para hacerme cargo del alumno, que aunque sea mayor de edad, necesita tener los recursos suficientes para estudiar, y su beca no será para toda la vida.

-Ya veo, entonces fue por eso que rechazo su oferta de trabajo. Sabe, no le encuentro sentido a esto aún.

-Creo que es más importante el alumno, de cierta manera ahora está solo, sé que él es independiente y puede hacer cargo de sí mismo, pero seamos sinceros, o es la escuela o es el trabajo, estoy seguro que no podrá mantener los dos, -Eso fue lo que les dije a los de Rectoría, y después de largas horas me dieron una tutoría para el alumno-

Salí de la dirección, había dicho todo lo que tenía que decir, a veces me sentía de los más afortunado, era casi imposible que me dieran una tutoría, pero me la dieron, por lo menos ahora me puedo hacer cargo de Carlos, estaré mas seguro sabiendo que está conmigo.

Regrese a la oficina alrededor de las 12 de la tarde, no lo había visto en todo el día, pero sabía que estaba bien, se me había olvidado por completo por que no contestaba las llamas, pero bueno, ya abra tiempo para eso.

Entre a la estancia, allí esta Aidé hablando por teléfono, parece que ningún alumno había ido a visitarme, era raro, siempre hay uno que otro que necesita ser atendido por un psicólogo, ya saben, en la juventud se vive mucho.

-Señor Alberto, hay un alumno en su consultorio, quiere hablar con usted, pero no tiene cita  -Me detuvo la chica-

-Bueno, tendré que atenderlo, pero la próxima vez solo con cita, a excepción de que no esté ocupado, yo le informo, gracias por el recado

Abrí la puerta, y pude ver que había alguien parado en la báscula, era Carlos, lo pude notar por su cabello negro rizado que llevaba varios meses sin cortar.

-¿Cuánto es lo que pesas? –Dije en tono de broma-

-No sabía que ya había entrado –Se asustó-

-No te preocupes, pero vamos, toma asiento

Carlos se sentó, parecía un poco desconcertado, no sé de qué quería hablar, pero tenía una idea, lo más seguro era del susto que le mentí en la mañana, diciéndole que me iba.

-Así que se va, n-no le creo –Me dijo bajando la mirada-

-Vaya, me conoces muy bien, gracias a Dios que no me crees –Sonreí-

…………………………- Hubo silencio por un rato-

-¿Qué paso? –Le pregunte, el chico me daba un sentimiento-

-No, es, que, pues, yo pensé que, pues………………. –Hablaba muy enredado-

-A ver, tranquilo, habla con más calma, que aquí estaré para escuchar –Trate de calmarlo un poco-

-No me haga eso de nuevo –Llevo sus brazos a mi cuello, enrollándolos alrededor de mis hombros, y tratando de contener el llanto, junto su mejilla con la mía y empezó a decir un montón de cosas que no lograba entender a mi oído-.

……………………………..

Allí estaba, sentado frente a mí, con sus mejillas rojas, tal vez por el frio de la temporada, no decía nada, solo miraba al suelo, no esperaba alguna reacción, pero quería darle la noticia. Aunque no parecía el momento indicado, solo lo observe, quería analizar que podía estar ocultado, que había tras ese muchacho.

-Hola ¿Cómo estás? –Rompí el hielo con un leve tono de simpatía, quería hacerlo reír.

-Hola –Me contesto, levantando su mirada un poco.

El silencio seguía, era confuso estar con él, en un instante me abrazaba y en el otro me estaba mirando como la peor de las personas. Pensé, de todas formas es una adolescente, es una actitud normal, pero en el me molestaba esa actitud, me daba miedo lo que podría estar pasando por esa cabecita.

-Te tengo una noticia

-¿De qué se trata? –Parecía un poco interesado.

-Soy tu tutor –Trate de no parecer tan emocionado

-Disculpe, es que no entiendo muy bien –Me miraba confundido-

-Mira. Hable con Rectoría, y pedí ser tu tutor, debido a que tienes una beca de estudio, un maestro se puede hacer cargo de ti, así que me adelante, claro, antes de que te asignaran a otro. –Le miraba a los ojos-

Su mirada se tornó distinta, un brillo se podía destacar de sus ojos, parecía contento, y de pronto una sonrisa tímida salió de sus labios.

-¿E-eso quiere d-decir que, bueno, está a cargo de mí? –Me decía, tratando de ocultarme su alegría.

-Sí, y si quieres, como ya tienes la cantidad de años para tomar tus propias decisiones, puedes mudarte  a mi departamento. –Lo mire cuidadosamente, necesitaba saber su reacción.

-¿No? ¿Es esto verdad? –Me gustaba como el brillo de sus ojos cafés hacían resaltar el color blanco de su piel, le agrado la noticia y eso me bastaba.

-¿Qué te parece?

-Ah-ah E-es que no sé qué decir, estoy, no sé, me siento raro, estoy muy feliz –Tocaba su cabello, siempre lo hacía cuando se encontraba nervioso-

-Solo tienes que avisarme cuando te quieras venir conmigo y...

-Hoy mismo. –Respondió alterado- No quiero esperar más, hoy, bueno ¿usted puede? –Me cuestiono, era obvio, yo estaba encantado con la noticia, y más con que todo fuera tan rápido.

-No hay problema, hoy salgo a las 7 de la tarde, paso por ti a las 7:30 ¿te parece?

-¡Claro! –No lo había visto así desde que lo conocí casi dos meses atrás-

No hablamos mucho más, yo tenía que ir a la biblioteca a junta grupal con el club de lectura, así que el salió, nos despedimos, me agrado sentir sus brazos sobre de mi cuerpo cuando me abrazo al irse.

…………………………………………

Carlos parecía contento, salió de la oficina del maestro Alberto, se dirigía a la sala de informática, estaba un poco atrasado con las pruebas y tenía que aprender a reparar e insertar la memoria RAM, era como un escape del mundo, cuanto estaba en lo suyo, era difícil describirlo, pero de alguna manera se olvidaba de todo.

Daban para las 4 de la tarde, Eduardo estaba haciendo deporte, la habitación se encontraba sola cuando él regreso, por lo que aprovecho para empezar  a recoger sus cosas, de todas formas, Eduardo siempre regresaba hasta las 6 de la tarde.

No había mucho que guardar, solo la poca ropa que conservaba, sus útiles y uno que otro objeto personal, todo estaba bien ordenado dentro de su maleta.

Faltaba casi una hora para las 6 de la tarde, no había prisa, tenía tiempo. Estaba en el baño, guardando su cepillo de dientes y algunas cosillas. Se sorprendió al escuchar que la puerta se abría, ‘El profesor Alberto llego antes’ fue lo que paso por su mente, pero se congelo al ver que era Eduardo, había llegado 40 minutos antes, sentía nervios, cualquier cosa podía pasar.

-¿Qué es esto? –Le cuestiono Eduardo, su cara parecía molesta, lo cual hizo que los nervios de Carlos se agitaran más e hicieron que no respondiera, solo se paró al lado de la puerta de baño, trato de mantener la mirada al frente, pero no pudo.

-¡¿Qué es esto!? –Le grito Eduardo, ya era más que notorio, estaba enfadado.

-Me voy –Dijo muy bajo, no se entendía muy bien.

-¡Mierda! No te escucho ¿Qué no te enseñaron a hablar? –Eduardo se acercó-

-Me voy –Dijo levantado un poco más la voz

-Pero si no tienes ni donde caerte muerto, nada más mira como andas vestido, pareces vago –Le decía con un desprecio a tal grado de poder sentir un inmenso odio al pronunciar las palabras-

-Eres demasiado molesto, no eras así, no puedo respirar contigo alrededor –Dijo Carlos con más seguridad, tratando de zafarse del fuerte brazo de su compañero de cuarto, pero fue inútil.

-No me has consultado nada y mucho menos con quien. Espera… ¿Acaso es ese maestro quien te está metiendo ideas en la cabeza? –Lo tomo más fuerte-

Carlos no dijo, tomo aire, y sin pensarlo dos veces escupió a Eduardo en la cara, lo que hizo que lo soltara, pero no pudo salir de la habitación, solo se encerró en el baño. Eduardo estaba furioso, tallo su cara tratando de limpiar la saliva.

-¡Abre la puerta! –Le gritaba mientras la golpeaba como loco-

-¡Te puedes morir! –Le respondía Carlos desde adentro. Eduardo era el típico heterosexual, muy hombre, creyéndose el mejor de todos y presumiendo de su virilidad.

Hubo silencio por unos minutos, él tenía miedo, estaba encerrado en el baño y no sabía que le esperaba cuando saliera, faltaba una hora para que el maestro llegara, y no quería armar un escándalo, no sabía qué hacer, su mente estaba en blanco, todo se le complicaba.

Eduardo, por otro lado, no era un tonto, tenía que pensar rápido, tenía que haber una forma para que no se fuera del edificio. Saco un pequeño sobre blanco de su mochila y camino a la cocina. Tomo la botella de refresco que estaba en el refrigerador, procurando que Carlos no saliera del baño. Sirvió en dos vasos un poco, y al de su izquierda le hecho un poco de aquel polvo blanco que salía del sobre. No debo explicarte más, de una u otra manera saber lo que Eduardo tiene planeado, quiere drogarlo. No era la primera vez que lo hacía, sencillamente era una droga inofensiva, siempre que quería tener relaciones con Carlos, pero no a la fuerza, le servía poco en el café y en menos de 15 minutos su compañero de cuarto se perdía, parecía ido y lo tenía a sus órdenes.

-Disculpa, fui muy duro contigo, creo que, creo que tienes razón –Mentía Eduardo para lograr que saliera del baño.

-Mientes –Dijo Carlos en tono bajo.

-No miento, es tu decisión, no puedo hacer nada para cambiarla, pero quiero que todo termine bien entre los dos, quiero que, bueno, ¿Cómo se dice? Hagamos una tregua –Era impresionante la forma de hablar de Eduardo y su capacidad para mentir.

Carlos lo estaba pensando, por una parte Eduardo tenía razón, no ganaba nada con estar peleado con él, de todas formas, en su tiempo, la habían pasado muy bien juntos, era una buena persona, no sería muy justo, todos cometemos errores. A veces me pongo a pensar ¿Habrá persona así como Carlos? No es por ofender, pero era demasiado ingenuo, supongo que se lo debía  su familia, vivió toda su vida en un rancho, e iba a una pequeña escuela donde estudio hasta secundaria.

Abrió la puerta poco a poco, pudo ver a Eduardo sentado en el sofá, lo miraba con unos ojos tiernos, pero a la vez penetrantes. Era la actitud que siempre tomaba Eduardo, primero le hacía pasar un susto enorme y después, ya sabes, como si nada.

-Disculpa de nuevo –Le decía Eduardo levantándose del sofá, se dirigió lentamente hacia donde se encontraba Carlos y le dio un leve abrazo.

-Gracias por entender –Carlos correspondía a su abrazo-

-Ahora, para que veas que mi arrepentimiento es sincero, no solo por esta vez, si no por todas las veces que te he faltado al respeto y que me has perdonado –Seguía Eduardo mientras tomaba los vasos que estaban en la mesa de estar –Sé que te gustan las novelas románticas, así que hagamos un pequeño brindis, porque por fin tendré más espacio para mí –Soltó a risas.

-Sí, ahora tendrás más espacio –Carlos trataba de sonreír también-

-Espera… -Dijo tomando su para que evitara tomar la bebida

-¿Qué pasa? –Lo miro Carlos sorprendido-

-Mira esto… -Eduardo tomo su vaso con refresco y lo bebió lo más rápido posible –Ahhhh –Salió de su boca –Siempre he sido más rápido que tu –Lo miro divertido-

-No es cierto, la otra vez te gane en damas chinas

-Esas son mariconadas, mejor bebé el refresco, que en parte es una mariconada también, pero no hay cerveza.

En ese momento Eduardo no se perdió ni un solo segundo, miraba como Carlos bebía todo del vaso-

-Es mejor, no me gusta mucho la cerveza –Decía Carlos mientras colocaba el vaso de vuelta a la mesa.

-Entonces… ¿Quieres jugar una última partida de FIFA?

-No, siempre me ganas y pues, Alberto no tarda mucho en llegar, dijo que a las 7:30 –Esto le colmo la paciencia a Eduardo, sentía que le hervía la sangre cuando escuchaba el mencionar a aquel hijo de puta.

-Que va, entonces me voy a preparar algo de comer

Era extraño, aunque no tanto, ¿así de simple? Se cuestionó Carlos. Eduardo siempre había sido una persona celosa, nunca lo dejo hacer nada, siempre se encontraba a sus espaldas vigilando cada paso que daba, pero no quería darle más vueltas al asunto, simplemente estaba feliz y quería irse de una vez por todas, aunque muy dentro, sin lograr reconocerlo, quisiera estar con Eduardo todo el tiempo que pudiera.

Habían pasado ya 15 minutos, Eduardo no apartaba la mirada de Carlos, ya la droga estaba surtiendo efecto. La mirada pérdida del chico al televisor lo decía todo, se pudo notar que sudaba y estaba nervioso en ese momento, típico en él, pronto lo tendría a sus pies haciéndole una mamada. Se acercó poco a poco, él se encontraba en el sofá, y al momento de tenerlo cerca pudo notar que entre sus pantalones gastados podía marcarse una erección. Todo iba bien.

Se sentó en el sofá al lado de Carlos, este no decía nada, solo hablaba bajo sin poderse entender mucho. Posando suavemente sus dedos en sus piernas y después en su mano, Eduardo lentamente llevo la mano de Carlos hasta su pene, el cual ya estaba duro desde hace minutos.

-Shh shhh –Decía Eduardo para tratar de tranquilizar a Carlos, este movía su mano figurando una paja por encima del pantalón- -Eres un poco travieso –Dijo Eduardo, tratando de observar como la mirada de Carlos se perdía entre sus ojos y su boca jadeaba poco a poco.

-Me d-duele –Logro decir Carlos entrecortado.

Eduardo volteo su mirada la entrepierna de Carlos y pudo notar como casi explotaba la erección que se marcaba por encima del pantalón.

Carlos no pudo soportar nada más, el cálido aliento de Eduardo en su oreja lo hacía perder el control aún más rápido. Sus piernas estaban en rose y el tacto de Carlos hacia Eduardo era casi brutal, estaba totalmente en llamas, no sabría decir que fue lo que Eduardo le dio de beber, pero esto funcionaba realmente.

-Debes ganártelo –Dijo Eduardo tomando de los cabellos fuertemente a Carlos mientras este trataba de besarlo.

Sin soltar su cabello y con la mano que le quedaba libre desabrocho su pantalón y lo bajo junto con su bóxer, estaba totalmente caliente por la situación, la cual, no tardaría mucho en llegar a su fin.

En un descuido, Eduardo saco su celular y empezó a grabar en primer plano lo que Carlos hacia mientras no se encontraba en sus 5 sentidos, ya sabrás lo que pensaba hacer con ese video.

No lo pensó dos veces, Carlos llevo su boca hasta el miembro de Eduardo, tratando de tragar lo más que podía, y las cuales Eduardo controlaba con su mano por encima de la cabeza del chico, mientras daba pequeños sollozos que difícilmente se escuchaban.

-¿Y q-que paso con el ma-maest-tro? –Dijo Eduardo entre gemidos, pero Carlos no respondía, solo seguía perforando su garganta con la polla de Eduardo.

Era demasiado brutal, Eduardo acelero el paso al grado de hacer a Carlos tragar su miembro hasta el tronco. En pocos segundos estaba sacando un líquido espeso blanco de la boca, provocado por las arcadas que el miembro de Eduardo le provocaba.

-Ya son las 7 y aun no pasa por ti –Seguía echándole leña al fuego

-Que se joda –Saco el miembro de su boca-

-¿Te vas a que-quedar con papi? –Decía en tono burlón

-S-si –Contesto entrecortado, pero para Eduardo era suficiente, no iba a poner ni editar nada, era perfecto lo que buscaba que Carlos dijera-

Hasta que por fin, sin dar aviso se corrió en la boca de Carlos, mientras este sacaba el líquido que escurría por su barbilla y miraba a Eduardo con unos ojos cristalinos provocado por las arcadas.

Carlos estaba a sus rodillas, totalmente manchado de semen y el líquido que salía de las arcadas, totalmente fuera de sí, parecía perdido.

Después de pocos segundos, tomo a Carlos del hombro y lo ayudo a sentarse en el sofá, casi estaba inconsciente, pero era normal, el efecto secundario de la droga era el sueño, nunca había salido nada mal, aunque si se le había advertido anteriormente que podía tener graves consecuencias.

Tomo un trapo húmedo y le limpio su cara, este ya estaba dormido sobre el sofá, pero su cuerpo y cara aún estaban escurriendo esta sustancia viscosa.

Con toda la calma del mundo lo limpio, suavemente, con cariño, y con una dulzura extraña, era patético, no tenía sentido como podía lastimarlo y después sentir culpa. Lo levanto y lo apoyo entre uno de sus hombros para llevarlo hasta su cama, lo recostó y junto a él se acostó Eduardo, llevando la cara de Carlos hasta su pecho, este suspiraba mientras su cuerpo temblaba, parecía un niño que alguien acababa de castigar, pero quien dormía profundamente.

………………………………..

Había salido casi media hora antes de la oficina, así que me dirigía al edificio de hombres, no antes de pasar con el director que tenía que estar enterado de mi decisión, no la apoyaría, pero yo ya estaba grandecito como para saber las consecuencias que podía traer esto.

Daban casi las 8, el tiempo pasaba volando, estaba subiendo escaleras para llegar al piso del cuarto de Carlos, que se encontraba al final del pasillo. Estaría furioso porque voy tarde, aunque sabiendo cómo es de comprensivo no le daría problema.

Toque la puerta, no se escuchaba ningún tipo de sonido dentro de la habitación, a lo mejor y Carlos ya estaba dormido, pero era extraño, él sabía que yo tenía que pasar a esa hora y tenía que esperar, se me hacía raro.

Estuve esperando y tocando la puerta casi por 5 minutos, nadie respondía. Está preocupado, comencé a sudar, así que insistí de nuevo, pero tampoco, nadie abrió. Busque mi celular entre mis bolsas, pero no encontré nada, seguramente lo había dejado en mi maletín, estaba en el estacionamiento, lo había pasado a dejar para poder ayudar a Carlos con sus cosas.

De regreso, trate de buscar a Carlos con la mirada, pero no lo encontraba por ningún lado, había jóvenes por todo el edificio, pero no podía encontrar a Carlos. Se escuchaban cuchicheos por todos lados, murmuraban cosas que no entendía, así que solo me dedique a seguir mi camino, tratando vanamente de encontrarlo, pero su cara de color blanco, que adornaba con sus lentes y unas mejillas color rosa debido al frio no me daban señales de vida.

Baje hasta el estacionamiento, estaba completamente vacío, a excepción de alguno que otro coche, saque la llave de mi bolsillo y abrí el auto. Rápidamente encontré el maletín, lo abrí y buscaba el celular, había un mensaje multimedia nuevo, era un número desconocido, no me cabía en la cabeza quien podía tener mi número, así que deduje que podía ser de Carlos, tal vez y había cambiado de número.

No era de Carlos, pero era un video, era de él, haciendo algo, que, bueno, no podía creerlo, escuche claramente su voz y la voz de Eduardo en el video, él estaba postrado ante sus rodillas haciéndole sexo oral mientras este gemía, escuche decirle cosas que no pude soportar en ese momento y simplemente opte por apagarlo. No podía seguir mirando esa escena, era repugnante, era irreal, me forzaba a creerlo, no podía ser verdad, eso, eso no era algo que Carlos hubiera hecho, o por lo menos que yo pensara.

No pude expresar en ese momento el gran sentimiento que sentí al verlo así, de esa manera, me sentí humillado, escuchando decir eso sobre mí, sencillamente, supo jugar las cartas correctas, debía suponerlo, tal vez solo quería sacarme dinero, tal vez, solo para divertirse, así como lo hacía con Eduardo.

‘Que se joda’, fueron las palabras que voltearon toda la noche mi cabeza, sin dejarme dormir, solo perderme en las aspas el ventilador que se encontraba en el techo, estaba de alguna forma dolido, pero el único estúpido allí era yo, por creerme cosas, por ver fantasmas, por querer ayudar a quien se me pusiera enfrente, por sentirme solo.

‘Es falso’ me repetía cada vez que podía, ‘Ese video no es real’, ‘no es él’ trataba de convencerme de lo que mis ojos miraban, pero era nulo, lo que se ve no se juzga. No lograba encajar mis ideas, una parte de mi sentía autocompasión y la otra parte de mi sentir rabia.

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Estaba saliendo hacia la escuela, eran alrededor de las 9 de la mañana, tome mi portafolio y había olvidado por completo que mi celular estaba apagado, no quería encenderlo y tener  ese video aun ahí.

Mis manos temblaban, difícilmente pude lograr encender el celular, está iniciando, pero este no me dejo siquiera borrar el mensaje, estaba entrando el listado de llamadas perdidas, había alrededor de 4 del director de la escuela, hace apenas 1 hora que las había hecho, a lo cual no le tome importancia, solo ignore. Me dirigí a la bandeja de entrada, aún estaba aquella porquería entre mis cosas.

-¡Puta Madre! –Dije cuando mire una llamada entrante del director, no me quedo de otra que contestar. – ¿Qué paso? –Dije, tratando de cubrir mi enojo.

-Necesito que venga a la oficina –Me decía claramente, así que colgué, su voz se escuchaba tenue y cortante, de todas formas, yo también tenía que hablar con él, tenía que retomar mi viaje a Londres, renunciar a la custodia de aquel alumno y comenzar una vida, siempre así, huyendo de mis problemas, pero no tenía otra opción, quería alejarme de todo-

Subí las escaleras lo más rápido posible, estaba apurado y no quería toparme con nadie que pudiera quitarme el tiempo. Los alumnos seguían hablando bajo, no entendí por qué, parecía que había un nuevo rumor en la escuela, o algo por el estilo, pero para lo que me importaba.

-Ya estoy aquí ¿Para qué me ocupaba? –Dije en mal tono al director

-Es algo relacionado a la tutoría –Me decía en tono frio

-Hablando de eso, renuncio a la tutoría y me voy a Londres, tal vez sea un poco tarde, pero no demasiado, hablare con el Rector, y espero que la oferta siga en pie. –Trate de mantener la calma

-¿Qué acaso no está enterado? –Me miro extrañado

-¡¿Y ahora de qué?! Carajo –Grite, llevando mis manos a la cabeza, estaba furioso por el hecho de que no me dejaban terminar nada-

-El alumno que usted tiene en tutoría, Carlos, está en el hospital –Me miro, traspasaba mi pecho mientras me daba la noticia.

-¿C-c-cómo? –Dije, estaba congelado.

-Esta intoxicado, tuvo una sobredosis y si no despierta en los 48 horas, lo declararan en estado de coma.

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(9,50)