Nuevos relatos publicados: 6

Mi primera vez por el culo

  • 7
  • 86.257
  • 8,79 (47 Val.)
  • 3

No dejaba pasar noche sin recordar lo que había pasado entre uno de los mejores amigos de mi esposo y yo. Me asombraba al pensar lo diferente que era él a mi esposo no solo físicamente y sin embargo sentía que me atraía profundamente con su magnetismo sexual y a la vez mental pues éramos afines intelectualmente. Estaba en todas estas divagaciones acostada en mi cama mientras al lado dormía mi esposo, el se volteo en la cama en ese momento y yo sentí un estremecimiento al volver a la realidad.

Al día siguiente me encontraba yo trabajando en mi oficina con mi mente en otro lado cuando sonó el teléfono, era mi amante; me puse algo nerviosa pero él me habló como si entre nosotros no hubiera pasado nada, preguntándome cosas sin importancia acerca del trabajo que ambos estábamos coordinando en su ciudad. Me sentí un poco más tranquila por el hecho de que el no hubiera mencionado nada sobre nuestro último apasionado encuentro y durante los días que pasaron antes de volver a su ciudad poco pensé en él.

Llegó el momento de volver a verlo y toda una oleada de sensaciones eróticas recorrieron mi cuerpo. Nos sentamos en su oficina a revisar unas estadísticas de un proyecto y no sé que más cosas pues realmente no pude concentrarme, evitaba su mirada y no podía coordinar ni lo que decía. Pensé –me estoy comportando como una adolescente enamorada- pero la idea no me desagradaba; ¿por qué no sentir esas cosas bonitas que se sienten cuando se está con alguien por primera vez?. De alguna manera estaba un poquillo enamorada de el, lo suficiente como para estar en ese estado de imbecilidad transitorio y pensar únicamente en encontrarme a solas con el y en volver a hacer el amor.

Esa noche estaba yo en el hotel cuando fue a buscarme para ir a tomar unos tragos. Me sirvieron mucho porque me relajaron, me hicieron sentir más tranquila y al menos pude hablar con él sin decir incoherencias. Me pidió luego que lo acompañara a casa de uno de sus amigos por unos documentos y al salir me dijo que en realidad quería raptarme de aquel lugar. Pensé con risa ¿raptarme de quien?, pero me agradó la idea de que me hubiera engañado para llevarme de allí a otro lugar para poder al fin estar solos como ansiábamos.

Me llevó a un motelito sencillo; yo por el sereno y los tragos estaba un poco mareada y mis sentidos algo embotados, pero mi piel estaba mas que lista para recibir sus caricias. Nos arrojamos en la cama, con las piernas colgando, el sobre mi, sentí la presión de su pene sobre mi ropa pero no nos apresuramos a quitárnosla pues no teníamos afán y si toda la noche por delante para que nuestros cuerpos se conocieran mejor.

Me desabrochó la camisa mientras iba besando cada parte que quedaba al descubierto haciendo circulitos con su lengua y arrojando su aliento cálido. El contraste del calor y el frío me hacía estremecer. Yo mientras tanto lo abracé con mis piernas subiéndolas y bajándolas acariciándolo con mis rodillas. Bajó luego mis pantalones y mis panties y comenzó a hacer lo mismo entre mis muslos ignorando mis zonas más candentes desde el principio haciendo que yo deseara que acabará de una vez por todas que no me hiciera sufrir así. Se dirigió luego a los labios de mi vagina y los acarició suavemente con su lengua, le dije que parara pues sentí algo de pena pero me dijo que le gustaba realmente saborear mi chochito por primera vez. Haló con sus labios los labios de mi vagina y luego se concentró en mi clítoris, no era común que yo tuviera un orgasmo con sexo oral pero como me había dejado en suspenso tanto rato, calentándome con el suave movimiento de su habilidosa lengua me corrí en ese mismo instante. Mi espalda se arqueo y pequeñas gotas de sudor bajaron por ella. Mis mejillas se ruborizaron y suaves gemidos que no pude contener inundaron toda la habitación. Yo seguía a un lado de la cama con las piernas colgando así que me deslizó de manera que mi vagina quedara convenientemente en el borde de la cama se arrodilló ante mí y me penetró.

Aún estábamos semi-vestidos y el roce de nuestras ropas hacía aún más excitante el momento. Las paredes de mi vagina aun se estaban contrayendo por el anterior orgasmo y apretaban su pene mientras se movía dentro de mi frenéticamente empujándome contra la cama.

Me agarró de las caderas y empujó rítmicamente hacia delante y atrás y también en circulo, alternando los momentos en los cuales se movía rápidamente, con pasión, con otros en los cuales se movía despacio y sensualmente. Hicimos un maravilloso "bordecama", una posición muy rica en la cual me frotó con su pene una y otra vez haciéndome sentir cosas impensadas.

Me colocó bocabajo apoyada en las almohadas, colocando unas especialmente bajo mi estómago para levantar mi trasero. Mojo con mis fluidos vaginales mi ano y empezó a penetrarme por ahí; yo gritaba como loca, pues era mi primera vez por ese pequeño orificio y me dolía.

Empezó entonces a empujar mas fuerte mientras yo seguía dando pequeños gemidos. Nunca había podido tener sexo anal pues el pene de mi esposo es demasiado largo y grueso y yo había evitado incluso que me metiera mas de un dedo pues me molestaba. Mas mi amante, sin tenerlo pequeño si lo tenía de menor tamaño en largo y grosor. Sin embargo sentía que me estaba partiendo en dos, pero gracias al alcohol que tenía en el cuerpo pude relajarme un poco y al fin disfrutar un poco con la fricción mientras me agarraba de las sábanas como podía para sostenerme.

Al fin logré zafarme de tan incómoda situación y colocándome sobre él empecé a cabalgar levantándome hasta casi sacarlo de mí y luego volviendo a bajar para aumentar sus sensaciones, me moví en círculos, acariciando su pene con mi vagina mientras me apoyaba en las rodillas y empezaba a masturbarme sin dejar de moverme.

Me dijo que era muy excitante que me masturbara así, que le parecía muy sensual ver a una mujer masturbarse, dejándolo así penetrar en mi más profunda intimidad.

Sentí luego su pene palpitar al llegar al clímax e inundarme con su semen caliente. Me acosté a su lado sin dejar de masajear mi clítoris.

Empezó entonces a mover en círculos su lengua alrededor de mis pezones para que yo disfrutara también y así con su ayuda tuve mi segundo orgasmo de la noche. Nos dimos unos piquitos y descansamos un rato uno al lado del otro, acariciándonos un poco. Le pedí entonces que me llevara al hotel pues no quería yo pasar la noche en ese lugar, además había quedado de llamar a mi esposo y en todo el día no lo había hecho. Al salir le dije que me había quitado la única virginidad que me quedaba: la del culo, y que lo había pasado bien. Me sonrió con picardía y yo le devolví una sonrisa nerviosa mientras bajaba la mirada, no pudiendo sostener la suya.

Lo que más me exitaba cuando estaba con él era que se me acercaba al oído y me decía cosas como ¿te gusta así?, ¿mas fuerte?, rico si, de una manera muy sensual y acariciándome con su aliento, cuando me hablaba mientras se movía dentro de mí sentía que se me ponía la piel de gallina.

El orificio de mi culito me dolía horrores así que lo puse un rato bajo el chorro de agua caliente al llegar al hotel. Me sonreí a mi misma feliz de todas maneras por haber estado nuevamente con el y por todo lo que pasó. El timbre del celular me hizo reaccionar y salí de la ducha apresuradamente. Era mi esposo llamándome preocupado pues en todo el día no me había reportado. Le dije que no se preocupara, que estaba en muy buenas manos, si, en las ricas manos de su amigo que se había convertido en mi amante de turno.

(8,79)