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Las mieles de la lluvia

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Una gota tras otra, miles y miles en la tarde fría de aquel viernes.....

Era un viernes cultural como cualquier otro en mi ciudad... rumba luego del trabajo...

Qué lo hacía tan especial?, por qué presentía un día distinto?, será el frío y la lluvia?

Apenas estaba tomando el bus que me llevaría hasta mi lugar de trabajo, un traje oscuro bien planchado, una corbata vino tinto y unos zapatos bien embetunados. Pero...gracias al agua... todo se emparamó, se ensució y se manchó.

Así me monté al bus en el que iban muchos de mis compañeros de trabajo, cual de todos mas empapado mas lleno de pantano y mugre.

A medida que uno se subía, las risas de todos afloraban como en un espectáculo circense de payasos y agua.

En medio de esas risas y jolgorio desprevenidamente miré hacia la puerta del bus mucho tiempo después de haberme subido yo; y entre sudor, agua y cuerpos alcancé a ver a una mujer ruborizada y pálida del frío. Estaba con los brazos recogidos sobre sus pechos perdidos entre la multitud y sus brazos blancos y temblorosos.

Quise explorar mas y convertir aquella imagen en un sofisma para ahuyentar el frío y la humedad que me embriagaban.

Lentamente y como pude -tal vez a estrujones- logré tener una escasa distancia de dos metros suficiente para descubrir mas de aquella mujer.

Comencé disimuladamente por escudriñar en su cara y rozar con mi mirada sus ojos oscuros y profundos llenos de una inmensa sensualidad; pasé a su boca.. que boca! Carnosa, firme, entreabierta, lujuriosa y provocativa... (quedé pasamano un rato en ese preciso objeto de sensualidad); luego, con mas discreción, deslicé deliciosamente mis ojos por su cuello y por sus senos como si fuera un niño en el rodadero mas delicioso que halla encontrado en el parque...(en el parque de su cuerpo): estaban cubiertos por una blusa oscura de seda que gracias al agua delineaba la voluptuosidad de sus formas, de sus curvas y sus pezones desprovistos de sostén se izaban como estandartes del deseo y la provocación entre la ingenuidad y el desenfreno; después de jugar en sus senos muy pausadamente pasé la mirada por el ombligo que dejaba al descubierto esa fina prenda: profundo, uniforme e hipnotizante como un vector que apuntaba hacia su orgasmo íntimo, hacia sus partes mas placenteras y reservadas; seguí el caminito tapizado delicadamente por unos vellos frágiles, diminutos y casi imperceptibles hacia sus delirios (hacia su centro de pasión): una falda cortita, oscura y forrada que le dejaba todo a la imaginación. Finalmente como pude mis ojos en un esfuerzo óptico rodearon su figura y encontraron unas caderas proporcionadas, firmes, rellenas,... (en ese momento, mis manos casi se me escapan de mi cuerpo y de mis dominios para adentrarsen en el placer de aquellas curvas).

El bus seguí su curso y yo extasiado en mi sofisma que se comenzaba a convertir en fantasía....

Al llegar a la oficina el desorden se apoderó de todos... cada quien tratando de arreglarse un poco, de escurrir el agua de sus ropas y cuerpo, de calmar el frío...

En medio de ese alboroto, yo me dirigí prontamente a mi oficina para ponerme el saco de repuesto que siempre mantengo en el perchero. Me traería un poco de calor y sequedad... Estiro mi mano con afán para abrir pero algo me detiene...¿un presentimiento?. Cambio de planes: preferí seguir con la humedad y el frío y mejor decidí ir al piso superior en el que un gimnasio funcionaba para los empleados. Que mejor manera de secarme y de entrar en calor que un poco de ejercicio?

Valla sorpresa, paro el ascensor a recogerme y adentro transportaba a mi sofisma, a mi fantasía de algunos minutos atrás...

Nuestras miradas se cruzaron ávidamente y antes de mediar palabras ella me pidió que le diera algo de calor... Enseguida la tomé en mis brazos..., el ascensor avanzaba...

Llegamos al gimnasio unidos y como un pensamiento compartido y telepático comenzamos a pasar del a brazo a caricias mas calientes....

Mis manos comenzaron a rozar su boca. Mis dedos a entrar con algo de recato hasta su lengua y mis labios y lengua iban y venían por sus mejillas, orejas y cuello... El recato se estaba perdiendo y mis dedos con mas impulsividad y excitación entraban y salían de su boca mientras ella con sus ojos serrados y ya gimiente, comenzaba a mover sus manos hábilmente por mi espalda y cabeza....

Sin darnos cuenta escogimos el sauna para continuar con el precalentamiento... mi camisa ya no estaba y mi boca y lengua ya no estaban en su cuello, sus pezones alcanzaban el punto mas alto como la cúspide de Everest y sus senos redondos y firmes, grandes y rellenos estaban a merced de mi, sin ninguna oportunidad de huir (bueno, tampoco creo que lo quisieran hacer). Ella para desquitarse de mi, me bajó la cremallera y con sus tiernas manos tomó mi pene salvajemente y comenzó el movimiento divino al ritmo de los gemidos y la humedad ya no del agua...

Tome su blusa y la rasgué con desespero y pasión, tomé su falda y de un jalón y la estrelle contra el vidrio ya empañado, tome sus bragas entre mis dedos y las desprendí de su tesoro y finalmente con ligereza mi lengua comenzó a beber en la copa mas esperada, en el envase mas disputado esas mieles de lo inevitable: un lugar completamente limpio de vellos, desprovisto de lunares y con un olor a perfume que entraba por mi boca y recorría todo mi cuerpo; un clítoris erectos, carnosos y extraordinariamente sensible hacía que esta mujer se retorciera de emociones y sensaciones que ella luego describió como necesariamente repetibles a corto plazo....

Ella se apoderó en un perfecto y automático 69 de mi pene con su boca y quería tomar toda la pipa del deseo y la excitación orgásmica que podía dar y recibir en ese número fantástico: subía y bajaba, deslizaba su lengua entre mis testículos casi asta el ano y llegaba corriendo de un solo movimiento hasta la punta de la pipa en donde descubrió mi excitación y por poco mi orgasmo...

Nuevamente sincronizados de manera instintiva como si fuera la enésima ves que estábamos juntos ella se inclinó sobre la banca del sauna y yo la penetré hasta estremecerla una y otra vez cambiando continuamente de posiciones: ella encima mío, yo en sima de ella, la cargaba, boca abajo,... recorrimos todo lo escrito y lo imaginable para rebosarnos de placer y excitación.

Finalmente tomó de nuevo mi pene entre su boca y manos, paseaba su lengua por todo el aparato hasta que todo el orgasmo mayor represado en mi salió forrando toda su cara y senos de aquella sustancia que como trofeo ella acarició.

Y yo para hacerle entender que ella en si misma era mi trofeo de esa deliciosa e inesperada faena tomé su clítoris entre mis dedos mientras apretaba sus caderas contra mi cuerpo y mis besos se posaron en su boca por primera vez (no única vez)

Ahora somos muy amigos y muy amantes, amantes del amor y del sexo, de la pasión desenfrenada que con solo nuestras miradas aflora y nos excita.

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