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Mi primer trío con Carlos y Veny

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Había obtenido una beca de una Entidad del Gobierno de mi país para hacer una especialización en Méjico. Estaba un poco nerviosa, pues era mi primer viaje al extranjero, cuando por fin me encontré en el aeropuerto internacional General Lucio Blanco en la ciudad de Reynosa rodeada de rostros extraños y cuerpos que me empujaban y marchaban a toda prisa.

Hacía calor aquel día de mediados de mayo, alrededor de 30° C y aunque el cielo estaba parcialmente nublado ya sentía que la blusa de manga larga que llevaba comenzaba a pegarse a mi cuerpo acostumbrado bastante al frío. Miré mi cronograma, tenía el tiempo justo para llegar y organizarme (un par de días) antes de inscribirme en la universidad autónoma de Tamaulipas que se encuentra en la ciudad de Reynosa para estudiar una Maestría.

Finalmente divise el cartel con mi nombre "Marcela Mora" entre el grupo de personas que aguardaban ya fuera a sus seres queridos o como en mi caso a una estudiante que llegaba a una casa de familia. La persona que sostenía el cartel entre sus manos era la señora María Morales con la cual había yo solo conversado telefónicamente. Era una mujer sencilla pero hermosa, entrada en los 50, piel ligeramente bronceada y mirada pícara. Recomendada por una amiga mía me ofreció su casa a cambio de una mensualidad y al menos por lo que había hablado con ella me parecía una buena mujer. Venía acompañada por un joven.

Marcela: La señora María Morales?

María: Tu debes ser Marcelita no? te ves muy diferente en fotografía que en persona, mucho gusto y llámame María puesto que ahora seremos familia durante mas de un año mija así que nada de señora o doña dime simplemente María. Mira te presento a mi hijo menor Braulio.

Marcela: Encantada de conocerte Braulio.

Braulio: El gusto es mío Marcela, espero te sientas a gusto en mi ciudad, ya me encargaré de darte un pequeño tour para que conozcas los lugares y a la gente Reynosense.

María: Bueno ya esta mijo que la niña viene es a estudiar.

Nos dirigimos hacia el auto mientras conversábamos animadamente de cómo me había ido en el viaje. Ya iba yo tomándole cariño a estas personas por su sencillez y calidez a pesar de acabar de conocerme. Mientras tanto yo aproveche para estudiar a este joven un poco. Tendría unos 28 años, alto, moreno, delgado pero de cuerpo atlético, ojos oscuros, cabello igual y lo mas llamativo, una sonrisa espectacular como clavada en el rostro.

Mientras Braulio iba manejando yo desde el asiento trasero miraba la ciudad cada vez mas interesada. Era una bonita ciudad, muy diferente a lo que yo me había imaginado y pensé dentro de mi que seguramente pasaría muy buenos momentos en compañía de Braulio y de las nuevas personas que conocería en la Facultad, gente de todas partes del mundo tenía entendido.

Marcela: Hace un calor tremendo aquí.

María: Y eso no es nada, hoy esta fresquito. Aquí hay básicamente dos estaciones verano e invierno en la primera llega hasta 40ºC en los meses de mayo a agosto y en la segunda, el termómetro baja hasta menos de 10ºC.

Braulio: Ya te podrás refrescar en un rato cuando lleguemos a la casa y te mostremos tu habitación. Espero te sientas como en tu casa.

Y diciendo esto me dedicó una mirada muy especial cargada de sincera amistad y acogida.

Llegamos por fin a la casa Rodríguez Morales. Era una casa pequeñita rodeada de jardines y con ese toque especial y acogedor como el de sus dueños. Entramos y me mostraron mi habitación enseguida, ubicada en el primer piso cerca de la salita de estar – biblioteca. Me dejaron sola para que pudiera cambiarme e instalarme con tranquilidad. Deje mi maleta sobre la cama y saque de ella lo indispensable para poder darme un refrescante baño. La habitación era amplia, con baño privado y ventana a la calle. Todo estaba limpio y me sentí muy a gusto, especialmente cuando abrí la llave del agua fría y pude sentir en mi piel el frescor que no sentía desde la mañana. Desde luego mi vestuario un tanto recatado no iba a servirme de a mucho en ese lugar, debía comprar ropa mas fresca pues cundo me dijeron que hacía calor en Reynosa no imagine que sería tanto.

Ya eran cerca de las seis de la tarde cuando terminé de arreglarme y salí a buscar a doña María. Ella estaba en la cocina acabando de preparar la comida. La ayudé un rato a pesar de la negativa de ella y cuando estuvo lista nos sentamos los tres con Braulio a probar los deliciosos manjares de la cocina de doña María mientras ella me iba explicando de los diferentes sabores y platillos de la verdadera comida mejicana. Todo esto era delicioso y nuevo para mi, me sentía en familia, feliz de compartir con estas buenas personas.

María: Ya te mostraré el resto de la casa Marcelita, para que te muevas por donde quieras.

Braulio: Menos por la habitación de...

María: Braulio por favor deja esos comentarios sobre tu hermano.

Braulio: Esta bien mamá; quiero decirte Marcela que ya conocerás a mi hermano menor Carlos, es algo quisquilloso y malhumorado pero un buen tipo. Esta ahora trabajando y no creo que llegue pues me imagino que pasará la noche en casa de una de sus amiguitas de...

María: Braulio no mas, no creo que a nuestra invitada le interese la vida privada de tu hermano Carlos. Marcelita, mija, disculpa, tu acabas de llegar y...

Marcela: No se preocupe María no tienen que cambiar nada por mí, haga de cuenta que no estoy.

Braulio: Vamos Marcela, cómo pretendes que uno haga eso si el que te mira definitivamente no puede ignorarte.

María: Braulio...

Braulio: jajajaja, no te preocupes mamá pero no me puedes negar que es linda nuestra huésped.

Yo no pude hacer mas que sonrojarme sintiendo la mirada de Braulio posándose sobre mi pues soy algo tímida, especialmente al inicio de una relación.

Braulio: No te preocupes Marcela, acostumbro decir la verdad aunque mi mamita se enoje conmigo.

Y diciendo esto le dirigió una mirada muy tierna a su mamá. Ella a su vez le correspondió y se notaba que entre ellos había un sentimiento muy fuerte de amistad mas que de madre e hijo.

Después de la cena me fui a mi habitación no sin antes despedirme y agradecer la comida y la charla. Braulio quiso invitarme a dar una vuelta por la ciudad pero yo estaba agotada por el viaje y el calor al cual no estaba acostumbrada. Decidí acompañarlo al día siguiente.

Al otro día compre unas cosas que me hacían falta, en compañía de María, mientras ella me mostraba los lugares mas relevantes de la ciudad. Debí comprar ropa mucho mas ligera con la cual me sentí a gusto pues no solo me sentía mas cómoda, también me veía bien, se resaltaban mucho mas mis curvas.

Esa noche me puse algo de la ropa que había comprado, una falda negra y un top azul celeste que dejaba ver el tatuaje (muy sexy y femenino según me han dicho) que tengo en la espalda, zapatos negros y el cabello recogido en una moña sencilla. Maquille mi rostro muy levemente y salía al pasillo a encontrarme con mi ya amigo Braulio. Aquel se sorprendió gratamente con el cambio.

Braulio: Voy a ser el tipo mas envidiado esta noche por lo visto...

Salimos por fin y fuimos a un antro llamado Bahruba donde tocaba esa noche el grupo Incógnita. Me gusto todo, el lugar, la música, la compañía... parecía una niña estrenando un juguete nuevo. Allí lejos de mi casa quería mirarlo todo, probarlo todo, experimentarlo todo.

La pasé muy bien esa noche excepto por... bueno, cuando me dirigía al baño a refrescarme un poco un hombre muy atractivo, de mirada penetrante y aspecto salvaje me cerró el paso y me dijo: Así que tu eres la nueva amiguita de Braulio... pues no pareces tan mojigata como las otras... o si?. Me molesto su actitud arrogante y lanzándole una mirada asesina lo esquivé y seguí hacia el baño. Al regresar a la mesa el tipo no estaba por ahí y preferí no comentarle a Braulio lo sucedido, después de todo fue un incidente sin relevancia. Sin embargo no pude dejar de pensar en el tipo que me había abordado.... tenía una mirada tan profunda e intrigante como no había visto yo en mi vida... y no solo la mirada... todo lo demás lo tenía muy bien puestecito, estaba como se le daba la gana. Siempre he sido muy curiosa y me llama la atención todo lo que tenga que ver con misterios e intrigas.

A la mañana siguiente me levanté tarde. Encontré una notita de María en la mesa del comedor; había salido con Braulio a hacer unas compras, no regresaría sino hasta la noche.

Llevaba puesto una minúscula batola de seda y pensando que estaba sola en la casa me dirigí hacia la cocina a buscar algo de tomar. Casi me muero del susto cuando al abrir la nevera sentí una voz tras de mi muy familiar por cierto. Mayor fue mi asombro cuando al voltearme me encontré frente a frente con el tipo del antro. Solo quería que me tragara la tierra ¿qué hacía ese hombre ahí parado frente a mi y mirándome igual de asombrado? No podía ser otro que el hermano menor de Braulio, el famoso Carlos.

Marcela: Yo... este... tu debes ser Carlos no es así?

Carlos: Si... y tu... eres la mujer del antro... anoche...

Marcela: Yo no... si... es decir... me llamo Marcela y soy su nueva "inquilina".

Carlos: Vaya,... lo siento, en verdad no debí portarme así contigo anoche... tan engreído, solo pensé que era una mas de las odiosas amigas de mi hermano. Sabes... mi hermano y yo no nos llevamos muy bien, somos muy diferentes.

Sentí morir cuando caí en cuenta de que estaba casi desnuda frente a este desconocido y me puse muy colorada. El lo notó porque enseguida dijo:

Carlos: Voy a estar arriba si necesitas algo ok?

Marcela: Si... gracias

Me metí a mi cuarto enseguida y me apoyé en la puerta. Ese tipo me había dejado muda como una verdadera tonta. Frente a el no había sabido como reaccionar, me sentía vulnerable y a la vez exitada. Decidí arreglarme y salir de allí a cualquier parte; sentía la necesidad de huir de esa casa y de ese hombre o de lo contrario no sabía que podía pasar conmigo. Se que a la mayoría le ha pasado que conocen a alguien y sienten que será su perdición... así me sentía yo con Carlos, lo había visto solo un par de veces, apenas si habíamos cruzado palabra y sin embargo sentía que me subyugaba y turbaba todos mis sentidos.

Me metí en unos jeans, camiseta y tenis. Tomé un bolso deportivo y salí de mi cuarto a toda prisa huyendo de mi misma.

Cuando me dirigía hacia la puerta el bajaba la escalera.

Carlos: Sales?

Marcela: Si... voy a dar una vuelta por ahí y a comprar unas cosas.

Carlos: Permite por favor que yo te acompañe, apenas conoces la ciudad y mi madre no me lo perdona si te pasa algo. Además aprovechamos y nos conocemos un poco.

No pude negarme, creo que no podría negarme a nada de lo que el me propusiera... a nada.

Estuvimos todo el día dando vueltas, conociéndonos; me sentía muy a gusto con el, no era lo que me había imaginado según el comentario de Braulio, era un tipo muy interesante y divertido, me hacía reir y yo a el, había química entre los dos sin duda.

Nos cogió la noche hablando carreta, comprando cosas, conociendo lugares... y al fin llegamos a la casa. Allí mismo, frente a su casa, Braulio mirándonos por la ventana, nuestras bocas se acercaron y nos dimos nuestro primer beso, un beso para nada tierno, al contrario, lleno de pasión y deseo, el cual deseábamos desde la mañana.

Debimos entrar en ese momento pues Carlos se percató de la mirada inquisidora de Braulio en la ventana y no quería testigos de algo tan íntimo y menos su "querido hermano".

Entramos a la casa, Braulio y María habían llegado hace un buen rato y estaban preocupados de que yo anduviera sola por Reynosa sin conocer bien aún la ciudad. María agradeció a Carlos que me hubiera acompañado todo el día mientras Braulio quería devorarnos con la mirada y se retiró a su cuarto sin decir ni una palabra.

Fue entonces cuando me di cuenta de la magnitud de la rivalidad entre los dos hermanos y pensé con resignación que yo quizá era el trofeo de turno en la continua competencia entre los dos, tal vez por eso la amabilidad de ambos para conmigo.

No me importaba, sentía que deseaba a Carlos desde que lo vi en el bar y si el quería follarme para salirse con la suya delante de su hermano, pues yo no me quedaba atrás, también quería follármelo y si el quería algo mas conmigo bienvenido sea, no me importaba nada con tal de tenerlo al menos una noche.

Al día siguiente tuve que salir temprano para ir a la universidad a hacer el pago de la matrícula, en la fila de la caja conocí a una muchacha muy simpática y congeniamos enseguida; se llamaba Veny y era algo menor que yo. Se estaba matriculando para pregrado, así que no seríamos compañeras de curso pero si de universidad y nos podríamos ver muy seguido. Intercambiamos teléfonos y nos encontramos varias veces los días siguientes.

A Carlos apenas lo vi los días que siguieron. Tuvo que salir de viaje por cuestiones de trabajo. Trabajaba en una empresa petrolera, industria muy importante en la región y fuente permanente de empleo.

Me la pasaba con Veny para arriba y para abajo, visitando los lugares mas relevantes de la ciudad y conociéndonos la una a la otra también. Literalmente nos contamos nuestras respectivas vidas. Llego a tal punto nuestra confianza mutua que incluso nos confesamos que en el pasado habíamos tenido experiencias con otras mujeres. Coincidimos en lo mucho que nos había gustado ese tipo de experiencias y en que nos gustaría repetirlas juntas. Para ese entonces Veny me atraía mucho tanto su aspecto físico como su forma de ser. Quedamos en salir aquella noche e ir a su apartamento donde vivía sola, y aún sin planear nada, decidimos quedarnos juntas aquella noche a ver que pasaba.

Me vestí especialmente provocativa aquella noche, con un vestido negro, que es uno de mis colores favoritos, zapatos y bolso negros también, cabello suelto, los ojos muy maquillados. No llevaba nada especial puesto que Veny tenía en su apartamento todo cuanto pudiéramos necesitar.

Como si fuera una trampa del destino, a la salida de la casa me esperaba Carlos, como si supiera que esa noche yo tenía planes. Había llegado de viaje esa mañana y el hecho de volver a verlo me hizo sentir inmensamente feliz. No podía resistírmele, las piernas me temblaban de solo verlo y pensé que a Veny no le molestaría recibirnos a ambos para pasar una velada agradable... Dentro de los planes de Carlos no estaba el ir de "visita" donde una de mis amigas, pero con tal de compartir un rato conmigo no protesto. Además, por un lado no quería quedar mal con Veny esa noche y por otro, quería estar con Carlos después de tantos días sin verlo.

Llegamos al apartamento de Veny y los presenté, congeniaron enseguida y nos sentamos en la sala de Veny, Carlos y yo en un sofá grande y mullido y Veny en uno mas pequeño pero igual de confortable, diagonal a donde estábamos nosotros.

Las luces eran tenues al igual que la música, empezamos tomando vino tinto por complacerme a mi, pues es mi bebida alcohólica favorita, luego tomamos vodka que me gusta muchísimo también y la acabamos con Tequila que no podía faltar en el bar de Veny.

Hablamos durante horas de cosas sin importancia, de la universidad, política, en fin... pero a medida que la noche avanzaba y gracias a los tragos, comenzamos a desinhibirnos, y Carlos notó que entre Veny y yo había una intimidad especial pues decíamos frases de doble sentido y cosas así, sin embargo el no se sintió incómodo por eso, al contrario, estaba feliz por mi, por que había logrado hacer una buena amistad en Reynosa, aunque no se imaginaba que tan buena amistad era....

Veny se paró un momento al baño y se tambaleaba por causa de los tragos.

Carlos: sabes? No he podido dejar de mirarte en toda la noche... me muero por besarte, estas preciosa.

Marcela: Y que diablos estas esperando?

Mas que un beso, parecía que fuéramos a devorarnos mutuamente, como si quisiéramos arrancarnos los labios, la lengua... poco a poco los labios comenzaron a pasearse mas allá, mis labios recorrieron su barbilla, mordisquearon el lóbulo de sus orejas y mis manos comenzaron a recorrer sus hombros, su espalda, apretándolo y atrayéndolo hacia mi...

Me quité los zapatos y subí sobre el y como consecuencia de esto mi vestido se subió también dejando mis muslos rellenitos a la vista. Nos abrazamos y sus manos pronto empezaron a juguetear con mi trasero, subiendo mi vestido aún mas. Enrolló sus dedos alrededor de mi tanguita y acarició el orificio de mi culito muy suavemente haciéndome suspirar, muy cerca de su oído.

Nos olvidamos donde estábamos y que la anfitriona podría regresar en cualquier momento... y no estábamos equivocados porque Veny nos miraba desde hacía un rato desde el otro sofá con una pierna subida en el brazo del mismo y masturbándose como loca, con una cara de éxtasis que me puso a mil. La vi mientras Carlos bajaba su boca por mi cuello y volteé mi cara a un lado, hacia donde ella estaba. Enseguida Carlos se dio cuenta de que Veny estaba ahí y se sonrió al verla en ese estado.

En ese instante ella se paró y se acercó a mi por detrás. Me desabrochó el vestido lentamente, me besaba la espalda y los hombros mientras Carlos por delante hacía lo mismo con mis pezones que ya estaban duros por todo el placer que estaba recibiendo, y eso que la juerga apenas comenzaba...

Acabaron de desnudarme entre los dos, al ritmo de esa música cadenciosa y sensual, el resto del vestido, mi ropa interior... sentía dos pares de manos recorriendo todo mi cuerpo, un par de manos, varoniles y firmes, las otras, suaves y femeninas; ese roce me volvía loca, parecía que estuvieran confabulados para hacerme sentir entre los dos, cosas que nunca había llegado a sentir. Estaba realizando al fin una de mis fantasías sexuales mas anheladas, un trío con las dos personas que mas me atraían en todos los aspectos en esos momentos... era para no creerlo.

Carlos y Veny comenzaron a besarse para mi deleite, y se desnudaron mutuamente con rapidez. Aquel sofá era el lugar perfecto para nuestro encuentro corporal, suave, amplio, forrado con piel... nuestros cuerpos parecían danzar sobre el cuando se fundieron en un triple abrazo. El tres fue el número ideal aquella noche cuando nuestras lenguas se juntaron, frotando las puntitas, intercambiando la dulce saliva de nuestras húmedas bocas.

Me acostaron sobre el sofá con las piernas muy abiertas y Veny puso su bello rostro entre ellas. Me miró de una manera muy pícara y se pasó la lengua por esos labios gruesos que tanto me gustaban. Comenzó a lamer directamente y con avidez mi extremadamente húmedo chochito que por esa época llevaba yo muy recortado y arregladito, haciéndome ver estrellas por lo anhelante que me encontraba de atención (más aún), mientras Carlos, arrodillado a mi lado, me acercaba su verga tentadoramente, invitándome a probarla.

Se colocó entonces sobre mi a horcadas y acercando su verga por entre mis tetas comencé a chupársela suavemente al principio y mas fuerte después, succionándola y apretándola suavemente con mis labios, ávidos de esa buena polla. Me ayudaba con las manos acariciando sus bolas y su culo sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. A Veny no la podía ver pero si la sentía saboreando de manera maravillosa todos mis tesoros pues con su experimentada lengua subía y bajaba de mi coño a mi culo y viceversa. Sentía la misma emoción que si estuviera haciendo un magnífico 69, con unas "pequeñas" variaciones por supuesto. Decidimos cambiar entonces de posición para que Carlos pudiera penetrarme, entonces el se acostó y yo me coloqué encima de el, sentada y dándole la espalda, así mientras yo me movía sobre Carlos, Veny me besaba los labios y las tetas y mientras acariciaba mi clítoris con una mano, con la otra se masturbaba; Carlos por su parte acariciaba mis caderas, nalgas y espalda desde esa posición tan privilegiada.

Me coloque luego yo sobre Carlos pero cara a cara. Me senté de golpe en su verga y de su boca salió un gemido de placer, me estiré luego acostándome completamente sobre su cuerpo y abriendo un poco las piernas. Veny se ubicó detrás de mí y pasó su lengua una vez mas por mi culo, mordisqueo mis nalgas, luego pasó su experta lengua por las bolas de Carlos, bebiendo los flujos que salían de mi chochito; a la vez ella se masturbaba frotando su almejita contra la pierna de Carlos. No resistí mas y me vine en un orgasmo que me hizo estremecer de arriba abajo, seguido por el de Carlos, quien con su semen inundó completamente mi vagina haciéndome sentir la mujer mas feliz sobre la tierra.

Decidí entonces compensar a mi amiguita por todo el placer que me había proporcionado y acostándola sobre el sofá comencé a lamer su completamente depilado coñito, tierno y suave, con muchas ganas, mientras Carlos, algo cansado por la faena, nos miraba desde el otro sofá, el cual se había convertido en el "sofá de los espectadores". Aquella ocasión era la primera vez que Carlos veía en vivo y en directo a dos mujeres proporcionarse placer y le resultaba por demás muy agradable y excitante, tanto que volvió a empalmarse al poco rato, mientras que Veny se venía en mi boca encharcándola toda con sus ricos fluidos.

Me éxito mucho haber podido probar a una mujer nuevamente y también el haber hecho el amor con Carlos, tanto que continuamos así toda la noche sobre ese sofá y sobre el grueso tapete de la sala, probando cuantas cosas se nos ocurrieron, probamos incluso un delicioso triángulo acostados los tres colocando cada uno la boca en el sexo del otro, hasta que rendidos de tanto dar y recibir placer, nos acostamos sobre el tapete muy abrazados y nos dormimos, no sin antes repartir unos cuantos besitos mas por aquí y por allá compartiendo los fluidos corporales de los tres.

A la mañana siguiente Carlos me despertó con un besito muy tierno en la frente y en silencio me invitó un café que el mismo acababa de preparar, para despejarme un poco por todo el alcohol consumido la noche anterior. No me dolía la cabeza y recordaba perfectamente todo cuanto había pasado, aún me excitaba recordar esa noche maravillosa. Veny, a mi lado, parecía un ángel dormido, en su carita se reflejaba la satisfacción.

Después del café, Carlos me tomó de la mano y me invitó a la tina, la cual había comenzado a llenar hacía un rato; nos sumergimos en ella, en el agua tibia para que nuestros cuerpos se recuperaran de semejante nochecita.

Tomo el estropajo e impregnó un poco de jabón. Comenzó a pasarlo suavemente por mi espalda, brazos, piernas... me baño como a una niña pequeña, me sentí mimada, cuidada y protegida por aquel hombre tan dulce y tierno. Nos dimos unos piquitos y de reojo observé a Veny parada en la puerta del baño mirándonos.

Veny: Me invitan a su pequeña fiesta

Marcela: (en tono jocoso) Tu como siempre espiando a tus mayores jajaja. Claro preciosa, tu siempre serás bienvenida, y además donde caben dos caben tres.

Carlos: Si, pasa Veny, estas en tu baño jajaja, tu también quieres una restregadita?

Estuvimos un rato así retozando, pero no hubo mas sexo por aquel día; los tres queríamos solo descansar en nuestras respectivas camas.

Un par de horas después Carlos y yo llegábamos juntos a la casa de este, aunque no contábamos con que Braulio, el cual se había convertido últimamente en nuestra sombra, nos estaba esperando casi en la misma entrada de la casa. Sin decir una palabra nos dirigimos cada uno a nuestro cuarto, seguida yo muy de cerca por Braulio quien entró detrás mío con cara de reproche.

Braulio: Pasaste la noche con mi hermano?

Marcela: Mira Braulio... creo que ha llegado el momento de hablar contigo, aunque tu nunca lo hayas hecho conmigo. En primer lugar yo te estimo mucho como amigo pero creo que en ningún momento te he dado la suficiente confianza como para que te metas en mi vida privada, además entre tu y yo no hay nada.

Me dolió mucho decirle estas palabras a Braulio que tan bien se había portado conmigo pero debía ser fuerte si quería quitarme a semejante celoso de encima.

Marcela: Pero si quieres saber la verdad.... si, Carlos y yo estuvimos juntos anoche y te pido el favor que no interfieras.

Sin embargo Braulio no supo manejar la situación, pues su enemistad con Carlos alcanzó niveles insospechados, al punto que a los pocos días decidí que lo mejor era irme de la casa de María y refugiarme en la de Veny.

Me dolió irme por María mas que todo, pues se había portado muy bien conmigo, pero fue lo mejor que pude haber hecho, puesto que la pasé muy bien con Veny (desde todo punto de vista) durante todos los meses que viví en su casa mientras duraron mis estudios en Reynosa; además Carlos y yo salíamos muy frecuentemente o a veces nos visitaba en casa de Veny y repetíamos, con muchas y excitantes variaciones lo de esa maravillosa noche en que me inicié en lo de los tríos.

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