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Asignatura Pendiente

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A pesar de las inclemencias del tiempo, la noche era especial, todo se estaba presentado como para llevar a cabo lo tan anhelado, fantaseado y deseado.

Afuera llovía torrencialmente, el viento soplaba como queriendo no dejar nada a su paso y el frío invitaba a resguardarse, sin embargo teníamos otra convocatoria que iba más allá del clima.

Si bien del otro lado de la puerta el frío era intenso, adentro el calor iba cada vez más en aumento, no solo por el calor de la atmósfera, de los tragos, el baile, el calor de los amigos, si no también por la temperatura de nuestros cuerpos que se acrecentaba a medida que nos rozábamos, roces provocados, roces imprevistos, roces deseados..

Las horas pasaron deprisa, tal vez no tanto como lo hubiésemos querido, pero llegó la hora de irnos y otra fiesta nos esperaba.

Llegamos a mi apartamento y nos fuimos al cuarto con Martín dejando a Ignacio en el living, las palabras estaban de más, solo una mirada alcanzaba para cumplir nuestros anhelos.

Volví al living e Ignacio ya se había acostado, sin decirle nada lo besé, él respondió a mi beso con su lengua despierta, lo tomé de la mano y regresamos al dormitorio.

Martín estaba sentado al borde de la cama, esperándonos, me recostaron sobre la cama y como dos siervos del placer, desnudaron mis pechos y se lanzaron sobre ellos. Sus lenguas recorrieron mis senos, mordieron mis pezones, al tiempo que sus manos iban desvistiéndome.

Le quité el boxer a Martín dejando todo su miembro erecto a mi alcance, me lo metí en la boca y lo devoré, la lengua sedienta de sexo de Ignacio se introdujo en mi vagina húmeda para calmar su sed.

El placer que esos dos hombres me estaban otorgando era mucho mayor al que yo podría imaginarme, era dar y recibir gozo sin regateos.

Mis manos curiosas despojaron de sus ropas rápidamente a Ignacio, quería degustar su verga, la tome con una de mis manos, mientras con la otra tomaba la de Martín y las fui mamando paralelamente.

Me sentía tal una Diosa adorada por sus devotos, lamí, chupé, saboree esas dos pijas erectas que se me brindaban tal una ofrenda.

Las palabras no eran necesarias, parecía que estábamos poniendo en práctica una obra muchas veces ensayada y la actuación estaba siendo ejecutada a la perfección.

Me puse en cuatro sobre la cama, Ignacio sin perder tiempo me introdujo su falo, en tanto que yo continuaba mamando el palo sabroso de Martín. Cada embestida de Ignacio hacía que me la pija de Martín se metiera aún más dentro de mi boca hasta llegar a mi garganta.

Estaba tan concentrada en mi tarea que no escuché cuando Ignacio dijo ..."me acabo"... es más cuando sacó su verga continué mamándosela por que no quería que perdiese su erección, Martín limpió con su lengua los restos de leche que resbalan por mi pierna.

Me senté sobre Ignacio, dándole la espalda mientras mis dedos y lengua hurgaban dentro del culo de Martín, le metí todo un dedo dentro de su agujero hambriento, luego me lo saboree.

Ahorcajadas sobre Ignacio, podía sentir como los dedos de Martín dilataban mi ano al igual que su lengua, a fin de que su verga se apoderaba de él.

Dejé escapar un grito de placer y dolor cuando mi culo fue invadido por esa pija enhiesta que se abrió camino de una sola embestida.

Yo no dejaba de moverme sobre Ignacio ayudada aún más por las arremetidas de Martín, en el cuarto solo se olía placer.

Las manos maestras de mis amantes deambulaban por mi piel, se entremezclaban y continuaban su camino, cada uno queriendo dejar grabado como una huella en su memoria cada centímetro de mi cuerpo.

Ignacio cansado de tanto goce se hizo a un lado y contemplaba el placer que mutuamente nos otorgábamos con Martín, sin dejar de masturbarse.

Parecía disfrutar mucho el cuadro que se le presentaba ante sus ojos....mi vagina jugaba con la pija de Martín poniéndola y sacándola, a la vez que nos besábamos y sus manos apretaban, tocaban, acariciaban mis pechos.

De pronto como un halo mágico nos envolvió a Martín y a mí y éramos solo nosotros en la habitación, Ignacio percibió que su función ya estaba cumplida y se fue.

Martín y yo nos abocamos a recrearnos, a sentirnos, a gozarnos.

Nos despertamos juntos, quizás más juntos que antes.

Paula

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