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Nuevas Experiencias (1 de 2)

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Hola de nuevo amig@s de esta excitante página de relatos. Aquí está vuestra amiga Lara para contaros otra de mis experiencias en el ámbito sexual, placentera como lo son todas, y que espero os exciten y os gusten. Como ya sabéis por anteriores relatos míos, estas experiencias vienen motivadas por mi "lado oscuro" como travesti. Algunas de las experiencias que he tenido, como todo en la vida, han sido desagradables, aunque estas últimas es mejor no recordarlas siquiera, y quedarnos solamente con las buenas. Desde siempre he sentido una gran afición a vestirme con prendas femeninas en la intimidad, aunque desde hace algún tiempo me he atrevido incluso a salir a la calle como mujer (y así me gustaría que os refirieseis a mí), aunque esto último lo he hecho cuando me he quedado sola por las ausencias de mi pareja.

Como recordareis de mi anterior relato, mi anterior experiencia la había vivido con un hombre, Louis, que había conocido a través de un chat. Durante nuestro encuentro me había puesto diferentes prendas para él, e incluso me había tomado unas fotos que inmortalizaron nuestro primer encuentro. Al despedirnos incluso me había recompensado económicamente, aunque le tuve que hacer la promesa de que me gastaría ese dinero en otros complementos que me pondría para nuestra siguiente cita.

Dicho encuentro tuvo lugar aproximadamente unas dos semanas después, aprovechando que mi pareja se encontraba fuera de la ciudad. Varias llamadas de teléfono y calientes conversaciones por el Messenger (durante las cuales incluso nos habíamos puesto las respectivas cámara y nos habíamos masturbado juntos), y ya habíamos quedado otra vez, esta vez en su propia casa. Llegó la mañana del día de la cita, y yo apenas podía contener mi excitación. Me dispuse a arreglarme para la misma, me repasé bien por si mi cuerpo presentaba algún rastro de vello indeseable, me duché y me dispuse a elegir la ropa que me pondría. Elegí un conjunto de sujetador y tanga de color azul que había comprado días antes, un traje de minifalda y chaqueta de color claro con unos zapatos de medio tacón, y una peluca de media melena de color caoba. Me puse diversos abalorios y seguí con la ropa que me iba a llevar en el bolso, ya que el plan era en un principio pasar todo el fin de semana juntos. Metí las otras dos pelucas (la rubia y la morena rizada), la minifalda de cuadritos, la blusa blanca, varios conjuntos de ropa interior y (dada la época del año en la que estábamos y a que me dijo que tenía piscina en casa) dos bikinis, uno naranja y otro negro de lazos, unas sandalias y las botas negras. Justamente cuando estaba arreglando la ropa me llamó y, al decirle lo que estaba haciendo, me dijo que no fuese demasiado cargada, ya que su mujer tenía unas medidas parecidas a las mías y podría usar sus ropas. Ya vestida, salí de casa, cogí el coche y me fui para su casa, la cual supuse que no me costaría demasiado encontrar.

Durante el trayecto estaba tan excitada que no pude evitar la tentación de probar suerte con mi aspecto y jugar un poco, por lo que decidí parar en un área de servicio a repostar y a tomar un café. Cuando entré me senté en un taburete, cruzando mis piernas para lucirlas, notando como varios hombres con aspecto de camioneros que se encontraban allí no me quitaban los ojos de encima. Mi cabeza no paraba de ingeniar nuevas maneras de calentarlos, así que me incorporé en el taburete para que se marcase bien mi culo con la excusa de buscar algo que se había caído tras la barra, notando como aquellas miradas se dedicaban ahora a desnudarme, después me volví a sentar. En ese momento fue cuando noté que un hombre que pasaba por detrás de mí me tocaba el culo. No fue una caricia disimulada, sino que su mano recorrió mi culo en toda su extensión. Me sorprendí a mi misma guiñándole un ojo en señal de complicidad, saliendo de la cafetería detrás de él, aunque a cierta distancia. Le seguí hasta su camión, al cual me subí. No hicieron falta palabras, e inmediatamente nos estábamos besando apasionadamente en la parte trasera de la cabina, mientras mi mano sobaba el bulto de sus pantalones, sacándole su gruesa polla después y empezando a mamársela hasta que, tras ponerme a cuatro patas, con mi falda enrollada en la cintura y la tira del tanga apartada, le ofrecí mi culo para que me follase. Sentí su polla entrar en mi ano, dilatándome poco a poco, acelerando los movimientos de la follada después, intentando jugar con los músculos de mi culo para presionársela. Sentí como sus pelos rozaban mis nalgas y cómo sus huevos chocaban con los míos, así como un tremendo dolor que me hizo gritar y llorar. Quise separarme pero me tenía bien sujeta de las caderas. Después de unos segundos de esta tortura, empecé a sentir placer. Sentía la forma de la verga, los resaltes de sus venas, el borde de su prepucio, el rico roce de sus vellos en mis nalgas. Con sus manos, aquel rudo camionero me empezó a mover y él también. Retiraba un poco su verga y la volvía a meter, muy lenta y suavemente, pero esto duró poco. Pronto, sus movimientos de mete y saca se hicieron más rápidos, más profundos. Sentía mi culo que ardía y por más que quería apretar mi esfínter, el mismo grosor de la verga no lo permitía. Estaba llena, total y completamente llena de verga. Yo mientras no paraba de tocarme hasta que, cogiendo unos pañuelos de papel para no manchar la tapicería, me corrí entre gemidos de placer. Cuando noté que el que se iba a correr era él me aparté y le pedí que se corriese en mi boca, cosa que hizo tragándome toda su corrida. Descansamos un momento mientras fumábamos un cigarro. Durante la breve conversación que tuvimos me dijo que desde el principio se había dado cuenta de que yo no era una "chica" corriente, pero que eso le había excitado, aunque no se esperaba mi respuesta. Añadió que nunca lo había hecho en esa variante, pero que le había gustado mucho y que su opinión al respecto había cambiado. Después, y tras recomponerme un poco el atuendo y el maquillaje, me bajé del camión y cogí mi coche, continuando mi camino hasta la casa de Louis. Durante el trayecto no paraba de darle vueltas a lo zorra que me sentía. Estaba verdaderamente desatada, y me propuse aprovechar el fin de semana a tope.

Llegué poco después, y me gustó mucho lo que vi: era una casa de dos plantas y buhardilla, rodeada de altos setos y dos grandes jardines, uno delante y otro en la parte posterior, en el cual se encontraban la piscina y una barbacoa. La casa propiamente dicha era preciosa, de estilo moderno con grandes ventanales que daban a la cercana playa, pudiendo verse un gran tramo de la costa. Llamé a la puerta y me abrió, recibiéndome con un beso en la boca y piropeándome por el aspecto que presentaba. Me hizo pasar y me enseñó toda la casa, diciéndome dónde podía dejar mis cosas.

- Estás preciosa, Lara.

- Muchas gracias, cielo, pero vas a hacer que me sonroje….

- No es esa mi intención, pero es que luces realmente guapa… Ah, por cierto, llegas un poco tarde, ¿no te parece?

- Sí, tienes razón y lo siento, pero (sabiendo que le iba a gustar lo que le iba a contar, decidí hacerlo) no te vas a creer lo que me ha pasado.

- ¿El qué?

- Verás, me he parado en un área de servicio a tomar un café y un camionero me ha tocado el culo….

- ¿Y tú qué has hecho?

- Pues…, me he ido con él a su camión, se la he mamado y me ha follado, y se ha corrido en mi boca….

Me miró con la boca abierta, añadiendo si hablaba en serio y, al contestarle que sí, sin decir palabra se acercó a mí y cogiéndome me dio un beso en la boca con lengua incluida, añadiendo después que era una auténtica zorra, pero que eso le gustaba. Después añadió que me pusiese cómoda, que podía disponer de la casa como si fuese mía, y que él tenía que salir un rato por unos temas de trabajo y que volvería en una hora más o menos. Me despedí de él como una buena esposa, con un beso en los labios. Cuando me quedé sola recorrí toda la casa, al objeto de familiarizarme con ella. Puse algo de música "chill-out" en el equipo que se encontraba en el salón y me serví una copa, saliendo a continuación al jardín posterior. Al ver la piscina no pude evitar la tentación de darme un baño y, subiendo a la habitación, me cambié de ropa poniéndome el bikini negro y cogiendo una toalla, y volví a bajar. Dispuse mi toalla encima de una tumbona y poniéndome unas gafas de sol de su mujer que encontré, me tumbé boca arriba a disfrutar del día, escuchando aquella suave música y con mi copa al lado. De tanto en tanto cambiaba de postura para que el sol me diese bien, hasta que me di cuenta de que mi copa estaba vacía por lo que me dirigí al salón a servirme otra. Cuando salí otra vez al jardín noté algo raro, una especie de destello, y girándome me pareció observar un leve movimiento en las cortinas del piso superior de una casa cercana. Decidí gozar el momento y provocar un poco a aquel desconocido/a, por lo que me tumbé de una forma provocativa, incluso metiendo un mano bajo la braguita del bikini simulando una masturbación mientras miraba de reojo hacia la ventana en cuestión, y esta vez si que vi claramente el movimiento de las cortinas. No le presté más atención y seguí disfrutando el momento, sumiéndome en una agradable somnolencia de la cual me sacó Louis cuando llegó. No le oí cuando lo hizo, pero me desperté cuando noté su mano acariciando mis nalgas, libres a los lados del tanga. Giré la cabeza y encontré sus ojos mirando fijamente a los míos, dándome cuenta de que se había cambiado y estaba con un bañador que marcaba escandalosamente su bulto. Alzando mis brazos rodeé su cuello, besándole en la boca y jugando con nuestras lenguas. Mientras nos besábamos recorría con mi mano su pecho, hasta que llegué a la altura de su bañador. Acercando mi boca a su oreja le dije:

- Tienes unos vecinos un poco cotillas, ¿no?

- ¿Por qué lo dices?

- No, por nada, no tiene importancia… Es que antes, cuando me he levantado al mueble bar, me ha parecido que alguien me observaba desde aquella ventana –señalándosela disimuladamente con el dedo.

- Ah, puede ser que sea el hijo de los vecinos. No es la primera vez que pasa. Lo he sorprendido varias veces mirando hacia mi jardín, sobre todo cuando vienen mi hija y su marido. Buahhh, no le des importancia, no deja de ser un adolescente palillero….

- ¿Ah sí, un adolescente? ¿Qué edad tiene? – Dije mirándole con una mirada de complicidad

- Creo que unos 18 o 19 años… ¿No estarás pensando lo que yo creo?

- No sé, no sé… ¿te importaría?

- ¡Qué puta eres…! Vale, acepto, pero con una condición…

- ¿Cuál?

- Que yo lo vea y, si se tercia, que participe también.

- Ok, no hay problema. Ya verás que bien lo vamos a pasar – le dije mientras acariciaba su dura y tiesa polla que ya le había sacado mientras hablábamos – ¿Te parece que pase mañana por la mañana?

- Cuando tú quieras.

A continuación seguimos besándonos, y al poco rato yo ya estaba chupándole su polla y jugando con sus huevos, metiéndomela entera en la boca. Después, tumbándole en la hamaca, me volví a colocar encima de él, introduciéndomela en mi culo y moviéndome lentamente para gozar lo más posible de la follada y volviendo a besarle para ahogar mis gemidos hasta que ambos nos corrimos, yo en su vientre y él en el interior de mi culo. Entonces sentí como torrentes de semen inundaban mis entrañas y me proporcionaban un alivio. Tibio, espeso y abundante, llenaba mi recto, mi culo, mis intestinos. Estaba sudando a chorros y Louis, aún asido a mis nalgas, empujaba y arrojaba los últimos chorros de semen. Su verga, sin disminuir de tamaño, solo un poco menos dura, seguía moviéndose en mi interior. Experimentaba un cansancio y una satisfacción como pocas veces lo había sentido. Al fin se desprendió de mí y sentí como su corrida se me escurría por las piernas. Me levanté colocándome a la vez el tanga, sobre todo para que no se me pudiese ver nada, entre otras cosas porque estaba segura de que nuestro "amigo" no había perdido detalle del polvo.

Después él se levantó a hacer algo de comer mientras yo seguía tumbada. Me avisó al rato de que la comida ya estaba lista, ayudándole a poner la mesa (por sugerencia mía) en el jardín. Comimos y después él se acostó a echar un rato la siesta. Arreglé un poco la cocina y, más tranquila, volví a recorrer la casa, deteniéndome esta vez más tranquilamente en el dormitorio de su hija, donde encontré varios conjuntos muy sexis y bikinis que me probé para ver cómo me quedaban, sentándome estupendamente, así como dos o tres vestidos, uno de ellos muy adecuado para salir de noche. Con gran sorpresa y agrado por mi parte encontré un vibrador en uno de los cajones, que decidí aprovechar para proporcionarme otro orgasmo. Me tumbé en la cama y me recorrí toda mi zona íntima con él, acercándolo a mi ano, disfrutando de la agradable vibración, hasta que poco a poco me lo fui metiendo hasta que lo tuve entero dentro. Sentía la vibración recorrer mi interior, haciéndome gozar. Decidí cambiar de postura aprovechando la ventosa que presentaba en su base y, colocándolo en una silla, me apoyé en el respaldo y me volví a follar yo misma, hasta que me corrí sin tan siquiera tocarme. Me volví a tumbar en la cama y me quedé dormida. Cuando me desperté él ya estaba despierto, sentado en el comedor viendo la televisión. Me senté a su lado y estuvimos hablando un momento, considerando lo que podríamos hacer aquella noche. Decidimos salir a cenar y tomar una copa aprovechando que era viernes. Me preguntó qué me iba a poner, a lo que le contesté que no quisiera saber tanto, que era una sorpresa que le iba a gustar. Subí al cuarto de baño y, llenando la bañera, me di un baño relajante con sales incluidas y, al salir del baño, volví al dormitorio de su hija a decidir qué me pondría aquella noche….

(Continuará)

(8,50)