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Historia en capítulos 01 Mi tío, preparación

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¿Cómo comienzo? ¿Con la manida y socorrida manera de la presentación?: Me llamo Álvaro, soy el que cuenta la historia, vivo en una familia  pequeña, papá, mamá mi hermana, cuatro años más pequeña que yo. Hago una pequeña introducción a fin de que se entiendan algunas cosas de lo que acontecerá.

Papá venía de un divorcio donde había dejado 3 hijos, todos varones de 4, 3 y un año.

No sé el cómo ni el por qué, no viene al caso, pero papá y mamá acabaron liándola y…, crearon una nueva familia, la mía, a la que pertenezco yo.

No llevaban 9 meses casados y aquí estoy, llorando y fastidiándoles las noches y los días.

Papá tiene sus negocios, muchos negocios y mamá su profesión liberal, ¿dinero?, pues supongo que bastante por su forma de vivir, ¿tiempo para la familia?, poco, muy poco.

Entonces mi hermana y yo nos criamos principalmente, con el personal de servicio, ellos a lo suyo: trabajos, negocios, compromisos, y la verdad, debíamos ser bastante molestos e incordiantes.

Mi vida, como no podía ser de otra manera, me hizo un lobo solitario, con mucha habitación y también mucho vicio, sustituían la atención personal con regalos que no venían a cuento, cuando se les ocurría, otras veces podía faltarnos lo básico y necesario, como nuevos uniformes para el colegio.

A mis cuatro añitos me hicieron un regalo, una hermanita, continué recluido en mi terreno y en mi soledad, mi hermana no me aportó nada o casi nada en un principio.

Ese año, a la vez de comenzar el colegio en parvulitos, mamá me apuntó a un club de yudo, tenía que hacer deporte y vaya si lo hice, pasé muchos años y mucho tiempo practicándolo. Además del deporte inicié mi formación, me llevaron a un colegio religioso, fue idea de un tío, hermano de papa, el tío clásico que hay en algunas familias y se ocupan de todo y de todos, resultará una persona muy importante e influyente en mi vida.

Me sentía un cero a la izquierda en los sentimientos de mis padres, desarrollé sin darme cuenta, instintivamente, mis defensas para sobrevivir mentalmente,  y siempre que no se metieran conmigo y me dejaran con mis juegos, llegué a creerme feliz, si hubiera desaparecido de repente ellos no se habrían dado cuenta y menos sentirlo, o al menos eso llegue a creer.

Era y me sentía una nada, y ni me miraban, gordito, no muy alto, nada agraciado, de esos niños que no son atrayentes y además no era muy listo, mi cabeza no ardía en grandes ideas ni expresaba imaginación y nunca lo he llegado a ser, no he pasado de muy normalito, pero para que se quieren papás con dinero…, éste suple ciertas carencias y siempre me ayudó.

Lo anterior no es del todo verídico, ese tío del que ya he hablado y su mujer eran los únicos que me prestaban algo de atención, la que podían, pero dada mi situación me elevaba la moral y mi tía, con su amor, mi autoestima. No es raro entonces que cada vez que aparecían por mi casa, menos mal que era a menudo, yo merodease a su alrededor intentando llamar su atención y que todo finalizase cuando mamá o papá me mandaban a mi habitación porque molestaba mucho.

La tía era la única que se levantaba y me acompañaba hasta mi habitación y se despedía con un beso después de meterme entre las sábanas, si supiera lo que suponían sus besos,  me sabían a gloria, recibía tan pocos.

Transcurría el tiempo y hacía los ocho años comenzó una transformarme paulatina en mi anatomía, crecía, adelgazaba, mi cuerpo ya no era aquel tapón, el yudo me iba fenomenal y los cinturones cambiaban de color, pero ¡ay!, mi cabeza seguía igual, los cursos los iba pasando a trancas y barrancas y cuando llegaban las notas obtenía en casa una bronca segura.

Pasó más tiempo, ahora, a veces algún sábado o domingo iba a la casa de mis tíos no muy lejos de la nuestra, era bien recibido y tenía hasta mi propia habitación. En casa no se ponían problemas, los tíos eran los mejores y en el ámbito familiar se les consideraba influyentes hasta el punto de que papá le pedía consejo y dejaba sus negocios en sus manos, no tenían hijos y sí una muy buena relación con toda la familia.

El tío era punto y aparte, mamá se desvivía cuando venían, los invitaba sin mayor motivo y agasajaba, se encontraba a gusto con ellos y a mí me venía bien. Tendría entonces sus treinta o treinta y dos años, guapo, alegre, fuertote y desenvuelto, a veces veía a papá, un poco celoso, le decía a mamá que le prestaba excesiva atención, la verdad era que él también los disfrutaba y quería tenerlos cerca.

Empecé a aprender las cosas de la edad por los compañeros del colegio o los compañeros del yudo, sabía ya lo que era una paja y un amigo me enseñó cómo se hacen, como ahora no viene a cuento, continúo con la historia.

Cumplía trece años, mi hermana nueve, ahora tenía una rival que también requería atenciones y los que las concedían, los tíos, no daban para más, así se decantaron los intereses, la tía estaba más tiempo con mi hermana y el tío conmigo, parece que hubo un cierto reparto.

Ya estaba muy crecido, grande decían, y claro todo había crecido, menos mi inteligencia el resto todo había ido para arriba, tenía pelitos en los sobacos, el pubis y alrededores, las piernas y algo entre el ombligo y un hilo que bajaba por el medio de mis abdominales.

Veía que mis compañeras me miraban de otra forma y se hacían amigas mías sin que yo se lo solicitará, no me disgustaba, ¡eh!!!  ¿Y los chicos?, pues también. Yo estaba en la gloria, ¡vaya!, empezaba a ser alguien. En las reuniones familiares, los primos y primas, me trataban de otra manera y ya no eran solamente los tíos, siempre adorados, los que nos hacían caso, otros se me acercaban para hablarme y estar cerca de mí.

¿Lo mejor?..., lo que disfrutaba con mi cuerpo, en solitario eso sí, me machacaba a pajas, tenía tetas y coños entre ceja y ceja y todas las noches me corría follándome al colchón a falta de otra cosa mejor, y en esta situación pasó, tuvo lugar lo que sucedió entre mi querido tío y yo, igual fue algo que tenía que pasar.

Papá y mamá tenían que ir a una cacería, una de esas salidas ridículas donde los hombres se pavonean de los faisanes que han cazado, se los ponían de granja, como gallinas para su satisfacción, ¿y las mujeres?, en el hotel hablando y haciendo…, vete a saber tú qué.

A mi hermana y mi nos llevaron a casa de los tíos, los de siempre, donde teníamos nuestras propias habitaciones y donde estábamos mejor que en nuestra propia casa. El tío trabaja en una empresa industrial, además de llevar cosas de las empresas de la familia y de papa, la tía es médico, doctora sí, de hospital además. El tiene más tiempo libre, la tía debe cumplir con sus horarios, sus turnos, o sea que se ve un poco loca porque le gusta su trabajo y a veces no sabía cuando dejarlo.

Mientras fuimos pequeños, el tío nos recogía y nos llevaba a los autobuses de transporte que nos llevaban a nuestros colegios, íbamos a diferentes centros y era con quien pasábamos más tiempo.

Ese fin de semana la tía tenía guardia de noche en el hospital, o sea que el viernes, para ahorrar tiempo, fuimos a cenar a un restaurante, bebí un poquito de vino y resultó que estaba mareado, haciendo gracias y tonterías que les hacían reír. Ya en casa la tía se marchó a su trabajo y nosotros nos dispusimos a ver un poco la televisión, como ya dije iba un poco mareado y me quedé adormecido, cuando desperté estábamos el tío y yo solos en el sofá viendo una peli que entre sueños vi que se trataba de una porno, rápidamente cogió el mando y apagó el video.

-Tío, ¿es una peli porno lo que estabas viendo?  -le pregunté adormecido.

-¡Bah!, sí,  se trata de una vieja peli que ni sabía que la tenía.  –quiso restarle importancia.

Aunque sentía una cierta vergüenza me atreví a pedirle.

-¿Puedes volver a ponerla?, yo nunca he visto una.  –mis amigos me había hablado, y mucho, de lo que sucedía en estas películas.

-No creo que sea lo adecuado.  –tenía un tono al hablar como de enojado o con sentimiento de culpabilidad.

-Tito, por favor, todos mis amigos ya han visto alguna de estas pelis y yo no, ¡qué ya tengo edad!  -no sé la cara que le puse pero sonrió comprensivo.

-Bueno vale pero luego yo no voy a ser responsable de tus pajas, ¿porque tú te harás pajas no?

Así puestos en esa situación y muerto de vergüenza asentí con la cabeza.

-Habrás visto ya las titis a alguna chavalita y hasta habrás hecho algo con ellas, ¿eh?  -me puse rojo y negué con mi cabeza.

La cosa se iba desmadrando y yo aún con el efecto de lo poco que había bebido me iba desinhibiendo, saltaba de un tema a otro pero referido siempre a lo mismo, haciendo preguntas y  más preguntas, curiosidad, ¿dónde me llevas?

-¿Tendrás ya pelitos y todo lo que hay que tener a tu edad?, a ver, enséñala para que vea cómo vas desarrollando.

No sé como lo hice, sabía que estaba mal, pero aunque rojo de vergüenza, me baje el pantalón y el slip, me subí la camisa y dejé mi polla a su vista, un poco morcillona, porque durante la conversación se me había ido levantando.

El tío me la miró, si hubiéramos estado normales, no hubiera pasado de ahí, en su lugar me dijo.

-Descapullas bien y no tienes fimosis, se ve fenomenal.

Mis conocimientos no llegaban a tanto y no contesté.

-Haz que se te ponga tiesa para ver si la tienes bien desarrollada.

Y puso en marcha la peli para animarme. En cuanto vi las primeras escenas mi polla se puso rígida como nunca me la había visto antes. Mi tío alargó la mano y ahí, en ese momento, se cortó todo; puse mis manos delante de mi verga y me senté en el sofá, no estaba dispuesto a perderme el espectáculo de la pantalla, otra cosa era que mi tío me tocara la polla.

-No pasa nada sobrinito, no te iba a arrancar la verga, solo a darte  a conocer algo que debes saber a tu edad y que tu padre no te va a enseñar nunca.

Le miré un poco enfurruñado y se levantó.

-Voy a la cocina a beber algo, ¿tú quieres que te traiga alguna cosa?

-Una coca por favor.

Cuando marchó me levanté rápidamente y subí mi slip y pantalones que aun tenía en los tobillos. La verdad es que viendo el espectáculo de la pantalla estaba más a gusto con la polla en las manos sobándola y poniéndomela  bien gorda.

Unos minutos más tarde volvió, llevaba en sus manos un vaso con la coca y otro con algo que supuse agua. Se sentó a mi lado y continuamos viendo la peli. Estaban en una escena donde un negro y un rubio tocaban a una morenota de grandísimas tetas, el negro se la estaba metiendo a lo perrito y ella le chupaba una gran verga al rubio.

La mía estaba en mi slip como un garrote y me hacía daño, pensé que mejor si la hubiera dejado fuera, pero con mi tío allí, cualquiera se atrevía.

Al tercer sorbo de coca comencé a notar una agradable somnolencia y los párpados se me caían, yo no quería, me iba a perder lo mejor, el tío…, bueno lo voy a llamar por su nombre: Luis, me quitó el vaso de la mano, seguramente para que no lo derramará dado mi estado, pasó su brazo por mi hombro, acaricio mi oreja y, apoyado en su hombro caí en un profundo sueño.

Abro los ojos, me costaba mantenerlos abiertos, poco a poco fui abriéndolos y dándome cuenta de donde y como estaba.

Asombrado lo veía todo, Luis mirándome con una gran sonrisa encima de mi cara, no me podía mover, qué me pasaba, mis manos estaban sujetas por la suya izquierda, sentía mis piernas dormidas y en la boca una sequedad pastosa que no me dejaba hablar.

Le miré con cara de susto, estaba en la habitación que compartía con la tía y estaba tumbado y totalmente desnudo encima de la sábana. Dejó de sonreír y me habla muy suavemente, con su cariño característico.

-Voy a enseñarte ciertas cosas que debes saber  para disfrutar de ellas y las vas a aprender con tu tío. Las vas a disfrutar más y estarás preparado para cuando te surja hacerlas con tus amigos, has llegado a la edad de experimentar. Me suelta y me quedo paralizado esperando lo que vaya a suceder.

Comienza a desnudarse, la virgen que cuerpo, ancho macizo, con pectorales que parece que tiene tetas, todo lleno de pelos hirsutos y negros, parece un oso, nunca me había fijado en él de esta manera y lo había visto otras veces desnudo, en el baño, en la piscina, pero así, joder era otra cosa, y la verga…, si nunca le había visto esa polla tan gigante, larga, gorda y empinada que le pegaba en el poco de barriguita que tiene.

Mi cabecita, que nunca ha trabajado mucho, ahora echaba humo pensando. Pero bueno, ¿y qué pretende?, ¿me va a violar?,  querrá meterme ese palo en mi culito aún virgen, ¡buff!, sudaba…, me eché a llorar.

Casi no podía respirar, estaba angustiado, los sollozos me atragantaban. Luis se inclinó sobre mí y aproximo su cara a la mía, me miró sonriendo.

-Tranquilo Al, -Al me llama él, jolines con lo que yo le quiero y ahora le empezaba a odiar. -Si sigues así te vas a ahogar, tú verás. –me dio uno de sus tranquilizadores besos en la frente y se sentó a mi lado.

Poco a poco recobré la calma y la respiración se me suavizó, no por eso estaba más tranquilo, no sabía lo que me esperaba. Cuando me vio más relajado acercó su cara a la mía.

 

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