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El coño de mami
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Tiempo de lectura: 5 minutos

José tenía 18 años cuando sus padres se separan. Él era el único hijo y su padre se fue lejos con una mujer del trabajo. Así pues, él vivió con su madre. Su madre, Rosario era una mujer atractiva, especialmente teniendo 40 años. Ella tenía problemas óseos y por eso iba a una terapia física 3 veces a la semana. Él medico recomendó que se diera masajes tres veces al día. Un masajista profesional era absolutamente costoso, y ella no podría realmente costearlo. Entonces José le comenzó a dar masajes a la parte posterior de su madre para rehabilitar sus huesos. Él aprendió rápido a dar masajes, su madre agradecida. Le había estado dando masajes por más de 2 meses, cuando sucedió.

Rosario acababa de salir fuera de la bañera después de un largo y agradable baño en el agua caliente. Ella se puso su traje de la tela de raso y salió del cuarto de baño. Fue a su dormitorio, y en vez de bajar el traje como lo hacía normalmente, por una cierta razón, ella la quitó.

Ella puso en la cama, y gritó:

—José.

José fue hacia su dormitorio enseguida. Él se montó un poco más abajo que el trasero de su madre a horcajadas y comenzó a trabajar en ella. Ella gimió suavemente mientras que él la acariciaba. Le dio masajes en los hombros y parte en la espalda, mientras hacía eso, él oscilaba lentamente hacia adelante y hacia atrás, inconscientemente frotando su entrepierna contra el trasero suave de Rosario.

Su pene joven comenzó a responder, pues él lo frotó contra ella. Su joven pene, de 17 centímetros estaba completamente duro, se salía de su bóxer, lo continuó frotando contra la grieta de las suaves nalgas. Ella gimió suavemente, y comenzó a mover lentamente sus caderas. Eso excitaba a José absolutamente, él vio una gotita relucir en la cabeza hinchada de su joven pene. Actuaba como un lubricante y su pene resbalaba a lo largo de las nalgas de su madre.

Rosario se tensó y gimió. José, rápidamente se asustó y tirando de su pene intento ocultarlo en su ropa interior.

—Oh bebé, no pares —ella gimió.

José saca su pene y comenzó a frotarlo desnudo y grueso entre las piernas de ella. Él podría sentir la humedad y el calor de su coñito. Rosario gimió mientras que ella sentía el pene duro de su hijo resbalando a través de sus labios jugosos. Él frotó la cabeza hinchada contra su agujero mojado, logrando que su madre empuje contra él. La cabeza del pene resbaló adentro y ella gimió en alta voz.

Él empujó y difícilmente resbaló completamente adentro del coño apretado. Rosario gruñó, y movió sus caderas debajo de él. Comenzó a cogerla lentamente.

—Oh bebé, oh mi dios. —ella gimió.

José gruñó con el coño de su madre apretado alrededor de su pene. Movió las caderas lentamente, conduciendo su pene grueso profundamente en ella.

El cuerpo de Rosario comenzó a temblar, y ella gimió en alta voz mientras que ella se venía. Sus labios sostenían firmemente el pene de su hijo. José comenzó a coger más rápido, sus bolas daban una palmada contra su cola suave.

—Oh bebé, mi dios, acaba para mí —ella gritó.

—Mmmm, el coñito de mami parece un terraplén dulce con su acabada. —dijo ella.

José gimió cuando el primer chorro de semen llegaba como un jet caliente, entrado este en erupción dentro de ella.

—Mami acabooo —dijo José.

—Si bebe acaba, dale a mami toda tu leche.

Rosario gimió, y culminó otra vez, pues ella sentía la ráfaga arrojada a chorros adentro de ella.

—Mmmm, sí bebé, que caliente y bueno esta tu leche.

José empujó furiosamente dentro del coño de su madre, vaciándole el último chorro de semen.

—Si madre que bueno esta esto —exclamo José

Rosario resbaló rápidamente debajo de él, y tomó su pene grande entre sus labios.

José gimió mientras que se sentía la lengua materna resbalar a través de su cabeza sensible.

—Oh mama —él gritó, empujando contra su boca hasta llegar a rozar los pelos en la cara de su madre, ella lo aceptó llegando profundamente en su garganta.

—Sí mamá, dale por favor.

Ella hizo un giro rápidamente y sus caderas se montaban en la cara joven de su hijo a horcajadas. Ella bajó su coño goteando contra su boca, eso hizo que José empujara hambriento su lengua dentro de ella. Estaba excitado, lamiendo a su madre y sintiendo su semen gotear del agujero caliente.

Él traslapó la vagina de su madre hasta llegar a su clítoris, jugando con este le hacía pegar unos alaridos que escucharían los vecinos.

Rosario movía su boca hacia arriba y hacia abajo en el pene de su hijo. Ella saboreaba los jugos jóvenes que quedaban sobre ese mástil que tenía José. La lengua de José resbaló profundamente dentro del agujero apretado, y la meneó juguetonamente adentro de ella.

Rosario movió su boca rápidamente arriba y abajo del pene grueso de su hijo, pues ella sentía acercarse al orgasmo.

—Esperanza de dios acaba conmigo —dijo ella.

Su coño estaba llegando al éxtasis. Ella movió las caderas rápidas, frotando su coño contra la boca de José.

—Dale José mueve tu lengua que estoy acabando dale —grito Rosario.

Él probaba la dulce acabada de su madre, haciendo que el también llegara hasta su punto máximo.

—Si madre toma mi leche, es toda para vos, daaaale mami, esto es grandioso —Él gruñó mientras que había comenzó a arrojar a chorros en su boca talentosa.

—Si José dale a mami todo tu lechita, que le gusta mucho —trato de decir claramente, mientras traba el semen de su hijo.

Él empujó hacia arriba su pene para acabar en la garganta de su mama. Rosario engulló encima sus dulces chorros sintiendo salpicaban contra la parte posterior de su garganta. Esto hizo que su coño orgasmeara otra vez.

José la cogió rápidamente con su lengua y frotaba su clítoris hinchado con su dedo del índice. Ella jadeó, sacando el pene de su boca, lo tomó con su mano, y furiosamente lo frotó sobre su cara, mirando como la crema blanca terminaba de salir del pene de su hijo.

—Oh bebé, dios mío, estoy tocando el cielo con las manos.

Rosario ascendió hasta la cara de su hijo y tirándolo hacia ella. Sus labios se tocan ligeramente como besándose con miedo. Él se subió encima de ella y presionó su pene contra su vagina, que resbaló fácilmente.

José empujó su pene profundamente dentro de su madre, haciendo su quejido en alta voz.

—¿cuántas veces puedes acabar?

—No sé, mama —él susurró mientras que comenzó a cogerla.

Rosario envolvió sus piernas largas alrededor del joven, sosteniéndolo profundamente adentro de ella. Él presionó su boca sobre la suya y empujó su lengua contra su madre. Se besaron apasionado mientras que él bombeaba lentamente dentro y fuera de ella. La mente de Rosario se nubló cuando su orgasmo la golpeó. Ella gimió y golpeó violentamente debajo de él. Él sentía su coño apretar alrededor de su pene haciéndolo acabar en ella. José continuó bombeando hasta derramar todo dentro de su mama mientras que se besaban.

José se puso al lado de ella y Rosario lo sostuvo firmemente mientras que cayeron dormido.

Rosario se despertó temprano por la mañana con el pene duro de José presionando firmemente contra ella. Ella alcanzó por detrás, agarrando el eje grueso, lo sostuvo firmemente en su mano y comenzó a frotarlo ligeramente. José seguía dormido mientras que ella se deslizo debajo de las cubiertas y lo tomó en su boca. Ella lenta y suavemente aspiraba su pene. Inhalación el olor de su hombre joven. Llevo una mano hasta sus testículos y ligeramente la ahuecaba, estaba sintiendo como se llenaban de leche en su boca.

José se despertó con su pene en lo profundo de la garganta de su madre. Ella miraba para arriba a su hijo joven, hermoso y continuó aspirándolo. Su lengua resbaló arriba y abajo del eje que pulsaba grueso, haciendo gemir en alta voz.

—Mama por dios que despertar más lindo. —Él grito.

Rosario sentía su pene palpitar, como su caliente semen entraba en erupción en su boca.

Rosario tragó hambrienta cada gota sabrosa, haciendo al cuerpo joven de su hijo gravitar violentamente. Él empujó contra su boca, vaciando toda su leche en ella. Rosario movió su boca arriba y abajo de su pene puliéndolo hasta que las gotitas restantes hubieran desaparecido.

Ella subió hasta el respaldo y besó a José.

—Mmmm, que bueno este desayuno que me da mi muchacho, mi bebé, mi sueño.

José todavía le da masajes a su madre y su esposa, lo piensa es un hijo realmente bueno, para hacer viajes diarios hasta la casa de su mama para darle masajes. Poco ella sabe de todo lo que pasa.

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