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Nota: El alumno

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Capítulo 1

 

Ya era tarde, pero aún seguía en la biblioteca de la Universidad, tenía más de 10 años trabajando ahí, y este año se les había ideado cambiar por completo el sistema de trabajo, era injusto por una parte, pero por otra era razonable, todo se tiene que actualizar en algún momento y supongo que era mi momento. Pero no me parecía que fuera el mismo día que tenía que terminar el primer semestre, sencillamente hubiera podido estar haciendo otra cosa más productiva, pero no, estaba en la biblioteca, muy tarde, enojado porque lo más seguro es que los otros profesores  estaban en casa disfrutando del breve receso que se nos daba.

Se podía alcanzar a oír a lo lejos las gotas de agua que golpeaban la ventana del enorme departamento, en sí, odiaba los días con lluvia, no sé los motivos, solo que no me gustaban, así de simple. Suponía que estaba solo en toda la escuela, la encargada de la biblioteca me había dejado las llaves, era un maestro, teníamos el derecho de permanecer hasta tarde en la institución. Estaba cansado de leer libros, los decidí llevar a mi casa, pasaban de las 6 de la tarde, y se supone que terminaría hasta las 5, pero bueno, lo terminaré en casa.

Tome uno que otro libro más, hice una solicitud general para lo que me había llevado y la deje en el mostrador, así no se pensaría que habían desaparecido o se los hubieran robado. Como sea, tome mis cosas, cerré la biblioteca y comencé a caminar hacia la salida de aquel enorme edificio. Durante el trayecto por aquel largo pasillo aprecie como los cristales de las ventanas eran violentamente golpeados por la lluvia, temí a que pusiesen ser rotas en cualquier momento.

Se les escuchaba caer con más fuerza, parecía que el techo estuviese a punto de colapsar por las enormes gotas que rebotaban en él. No quería mojarme, pero no llevaba ni siquiera un paraguas para protegerme, estaba realmente molesto, aunque sabía que con eso no ganaría nada, así que salí lo más rápido del edificio y salte a mi auto, que aunque estaba muy cerca no basto nada para mojarme gran parte del cuerpo, todo por venir protegiendo el portafolio con los libros, eran más importantes, así que no tenía otra opción.

No había ni un alma alrededor, los alumnos habían regresado a sus hogares. Los edificios donde se encontraban los dormitorios estaban en penumbra total, era oficial, las vacaciones de Navidad ya habían comenzado para todos. No quedaba ningún auto, nada de nada, tal vez los vigilantes, pero deberían estar dentro, debido a la lluvia.

Logre distinguir a lo lejos, una silueta, me pareció muy raro, estaba seguro de que no había nadie a los alrededores, así que mi curiosidad me gano y me detuve a preguntar, pese a que la lluvia todavía no cesaba. Acerque el auto un poco más, y con eso pude darme cuenta que se trataba de un alumno, porque era muy joven para ser un maestro, o quien sabe, podría haberse tratado de un vándalo.

-¿Qué es lo que haces aquí a esta hora? -Pregunté al muchacho, que estaba empapado, tenía sus lentes cubiertos por una capa blanca-

-E-esperando a-a que lleve el autobús –El pobre temblaba-

-Pero si ya no queda ninguno, creo que estas equivocado, mejor deberías regresar, antes de que te de un resfriado –Gruñí con cara seria-

-¿Q-q-que? No s-sabía que los autobuses ya s-se habían i-ido, además, t-trate de regresar a mi d-d-dormitorio pero esta todo c-cerrado, supongo que nadie m-me escucha d-d-debido a la lluvia. -Aún seguía temblando, entonces me di cuenta, que por más que no quisiera, tenía que ayudarlo, “¡Que suerte la mía!” pensé en ese momento, era lo que me faltaba.

No tenía opción, así que baje del auto lo más rápido que pude, tome sus maletas sin darle ningún aviso, las subí a la parte trasera y me subí de nuevo, pero este chico no supo que hacer, solo se quedó parado ahí, parado, como tonto.

-¿Qué esperas? –Me molestaba verlo parado cuando era obvia la situación-

-¿Que e-espero para qué? –Parecía confundido-

-Sube al auto, se supone que por eso subí tus maletas –Con un ligero tono sarcástico- Ahora sube -Mi tono de voz se volvía aún más fuerte.

-No g-gracias, pero le a-agradecería que dejara mis m-maletas en su auto, no q-quiero que se mojen más, son impermeables, pero por si las dudas. –Seguía insistiendo el chico, me había colmado la paciencia, de todas formas, no podía dejarlo allí.

-¡¡Súbete CABRÓN!! Nada más me tienes esperando como tremendo idiota aquí, que si fuera por mí ya me hubiera ido, así que te lo dije una vez más SU - BE - TE. -Sí, le había gritado de una forma por demás grosera, pero era por su bien, aunque exagere-

El chico se sorprendió, no dijo nada más y subió a la parte del copiloto, un poco asustado y todo mojado, como sabrán aun temblaba. Arranque el auto, me trate de regresar para ver si alguien pudiese abrir algún dormitorio o algo, fue imposible, por más que toque el claxon, por más que grite, nadie salió, “¿Para qué mierda le pagan a las personas que cuidan aquí?”.

No había otra salida, me dirigía a mi departamento, casi daban las 8 de la noche, lo anunciaban en el radio. No era recomendable manejar tan rápido, que no era una tormenta muy fuerte, pero si lo suficiente como para encharcar por completo la carretera. Miraba de reojo a ese chico, del cual no sabía ni el nombre, se había calmado un poco, pero se notaban los leves toques que su cuerpo daba, supongo que era escalofríos, el clima estaba frío, aun con la calefacción a casi todo lo que da, podría sentirse el abrazo de la frescura en el aire que ambos respirábamos.

-¿No tienes a ningún familiar cerca por aquí? –Lo mire, estaba un poco morado y con una extrañamente blanca-

-N-no, n-no tengo a na-die, no soy d-de a-aquí –Tenia las miradas perdidas, aun con las manos temblando.

-¿Y por qué perdiste el autobús? Se supone que salían todos de 3 a 4 de la tarde

-S-suena tonto, p-pero me dormí, y cuando me d-desperté pasaba de las 4, baje con la e-esperanza de encontrar un au-u-utobus, pero no en-encontré nada. Me quede esperando co-como por una hora, y cu-cuando empezó a ll-llover decidí regresar, p-pero el edificio estaba c-cerrado, intente hablar pero nadie me e-escucho. –Este chico ya me estaba preocupando-

-Espero no te moleste, pero te llevare a mi departamento, sé que no es lo correcto, pero la lluvia esta algo fuerte para buscarte algún lugar donde quedarte. –No respondió nada solo se quedó quieto. A los pocos minutos llegados a mi departamento, metí el coche al estacionamiento, baje,  y el hizo lo mismo. Estaba empapado, ni con el aire acondicionado se había secado.

-¿Por qué no bajas una de tus maletas? Estas bien mojado, será mejor que te cambiarás o algo. –Seguía sin decir nada, solo obedecía, bajo una de sus maletas, de la otra había sacado una especie de inhalador, sabía lo que era, porque cuando era pequeño lo usaba, me daban ataques de asma, pero con el tiempo todo fue mejorando y ya no eran necesarios.-

No le hice más preguntas, decidí ayudarle con la maleta, parecía muerto en vida, lo cual me ponía nervioso, en que me estaba metiendo, ¿porque era yo?, y no otro tonto maestro de la Universidad.

Llegamos a mi piso, el departamento estaba al final de este. Recorríamos el enorme pasillo, caminando sobre aquella alfombra de un color rojo que en lo personal me hacía sentir seco, o tal vez era la desesperación, la forma en que mi cabeza me decía que llevar a este muchacho hasta mi habitación podría traer muchos problemas, ¿Qué tal si se trataba de algún asesino serial? ¡Aun estas a tiempo de dar un paso atrás! Pero solo míralo, está cansado, no parece ser mala persona.

Introduje la llave y gire el picaporte algo nervioso, a los pocos segundos de entrar se había dejado caer en el sofá, se envolvía con sus brazos cruzados, parecía que el frio se pegó a su piel, me daba un poco de lastima, su familia debería estar preocupada por él y todo por dormirse, las cosas de la vida.

-G-gracias, si usted n-no me h-hubiera recogido me estuviera m-muriendo del frío ahora –Sonaba entrecortado-

-No tienes nada que agradecer, pero ahora debes cambiarte, te hará daño si te quedas así, que no estás tan mojado, pero de todas formas. -Le aconseje, y pronto obedeció, le dije indiqué donde estaba el baño, tomo ropa y se fue a cambiar.

Había dejado su maleta abierta, sé que está mal, pero no estaba del todo seguro si era un asesino maniaco, así que de nuevo esta curiosidad mía por investigar. Mire un papel, típico que se les da a los alumnos con las calificaciones finales de cada semestre, me quede impactado, era prácticamente un genio, tenía la puntación máxima en todo, ahora entiendo por qué se había quedado dormido, debería haber estado exhausto, tal vez era un alumno nuevo, no lo había visto, además no creo que tomara Psicología, si no lo hubiera reconocido, aunque de tantos alumnos que tengo hubiera sido imposible.

Decidí no revisar más, no estaba bien, además no tardaría en salir del baño, y así fue, a los pocos minutos salió, ya un poco más tranquilo, eso me hizo volver a respirar, no quería que se enfermara y meterme en un tsunami por traer a un alumno a mi casa, eso sí que sería un alboroto en toda la Universidad, está prohibido.

-¿Cómo te sientes?

-Me siento mejor, gracias de nuevo por traerme a su casa, no quería causar molestias y perdón por no obedecer al principio –Parecía un poco apenado-

-No hay problema, discúlpame tu a mí por la forma en que te trate, no fue justa -Ahora el apenado era yo-

La plática se hizo más larga, pero no quiero entrar en detalles, fueron cosas de la escuela, él ya sabía que yo era maestro, me había visto un par de veces, estudia Informática, y por lo que me decía es muy bueno. Era agradable para sus 19 años parecía muy maduro y su formal de hablar era interesante, tal vez para un tipo de 37 años como yo todo parecía interesante.

Se llamaba Carlos, un chico muy tímido por lo que veo, estaba en la escuela gracias a una beca que se le había otorgado, y para él, fue una ayuda muy estupenda, sin perder ese brillo en sus ojos me siguió contando, no es muy bueno al hablar, se traba un poco, y creo que aún le da pena, pero no me molesta, es más, para acabarlo de conocer, me cae bien, y eso que no me dejo llevar por las apariencias. Así como el, yo me presente, aunque mi presentación fue un poco más cerrada, no tenía mucho que contar, tampoco quería entrar en detalles de mi aburrida vida.

Mire el reloj, estaban por dar las 11 de la noche, el tiempo se había ido volando. Entre hablar y hablar, ni siquiera atendí el tiempo, mucho menos otra cosa que no fueran las palabras en sus ojos. Por un lado pudo ser que el trabajo me tenía tan consumido que ni siquiera recordaba la última vez que tuve una plática formal con alguien.

Me gustaba mucho verlo, se miraba muy agradable ante mis ojos, aunque sus ojos adormecidos plasmaban cansancio. El color blanco que había dejado el frío, combinado al tono rojizo de sus mejillas me hizo ver que era muy reservado, más bien tímido, sin mencionar que su atención a mis palabras fue reconfortante.

-Creo que es hora de dormir, es tarde, y estoy que me muero del sueño –Me puse de pie con una cálida sonrisa en los labios-

-Está bien, mañana regresare a la escuela y le avisare a mi madre que si puede venir por mí, o que puedo hacer, tal vez quedarme en la escuela…

En lo que hablaba un poco más fuerte fui a la habitación para tomar una almohada y buscar en el armario una sábana que estuviese decentemente limpia.

-Si necesitas algo, solo toca la puerta del cuarto -Comente por última vez, antes de meterme a la habitación-

Desperté de golpe y mire el reloj, eran las 3:40 de la mañana, pero tenía una enorme sed que no aguantaba, era muy normal levantarme en las noches a tomar agua, una de mis miles manías, que supongo la mayoría hace. Así que me pare de la cama, y camine directo a la puerta. Pero cuando la abrí, sentí como algo cayo, era el chico se quien se me había olvidado por completo su existencia.

-Carlos ¿Qué haces dormido en la puerta? –Lo mire, estaba confundido-

-Disculpe profesor Alberto, es que no podía dormir –Su tono de voz era bajo-

-¿Por qué será que no te creo? Creo saber por qué estas acá ¿a qué le tienes miedo? -No estaba seguro de lo que decía, solo lo había dicho al azar-

-A la oscuridad –Seguía hablando bajo, no podía escucharlo para nada-

-¿Disculpa?, es que no te escuche –Sonreí-

-A la oscuridad –Levanto tu tono de voz-

-¿No crees que ya estás un poco grande para tenerle miedo a la oscuridad? Además puedes encender la luz, no hay problema. –Quería hacerlo entrar en confianza-

-No sé si lo sepa, pero la luz se fue desde hace ya mucho rato –Movía el interruptor pero este no respondía, entonces si tenía razón, debido a la tormenta habían cortado la electricidad.

En ese momento no sabía qué hacer, no lo podía meter a mi cuarto, solo había una cama, que no era muy grande, y sea como sea era un hombre y lo peor de todo es que era un alumno de la escuela donde yo trabajaba. No tenía ni la más mínima idea, no sabía qué hacer, y de nuevo esos pensamientos de “¿Por qué a mí?”.

- No puedes dormir en mi habitación, lo siento, pero soy un maestro, estaría mal, enserio discúlpame –Me apene, porque sabía que al decirme su temor a la oscuridad no me estaba mintiendo, la forma en que hablaba sonaba muy sincera, y no tendría por qué hacerlo.

-No se preocupe, enserio, aquí estoy bien, no hay problema para mi dormir en este lugar, sé que usted está dentro y me siento seguro, así que como le dije, no se preocupe.

Me sentí aliviado, así que no dije nada más y me dirigí a la cocina por el agua, mi boca estaba muy seca, enserio la necesitaba el líquido, tomé como 2 vasos. Tardé un poco, pasé al baño a orinar, siempre que tomo agua lo hago, creo que era costumbre.

Cuando regrese a mi habitación, noté que Carlos ya se había dormido de nuevo recargado en mi puerta, odio mis sentimientos, hace que me sienta culpable por todo, y si, así como podrás imaginarte, lo desperté y le dije que se metiera al cuarto, que sabía que estaba mal, pero ¡ay!, voy de tenerle lastima al alumno, porque lo entendía, yo le tenía miedo a muchas cosas, cosas que aún no he superado, como las alturas, pero bueno creo que la oscuridad es peor, porque de noche esta por todos lados.

-Podemos tomar una parte de la cama cada uno –Un hilo de nerviosismo guiaba mis palabras-

-Está bien, pero si lo incomodo puedo dormir afuera, no hay problema o en el suelo –Se le notaba también un poco nervioso, lo note por que se enredaba al hablar.

-No, no hay problema, además el suelo es muy duro, de ese caso te hubieses quedado afuera. Acuéstate en la cama, te repito que todo está bien, te entiendo, créeme, no hay problema. –Sonreí-

El caso es que nos acostamos, cada quien por su lado, yo hasta la orilla, porque no era lo más correcto que digamos. Acomode mi cabeza en la almohada, y después de un rato había quedado profundamente dormido.

..........

Desperté de nuevo, sentía como algo encima de mí, al poder por fin reaccionar, noté que era de nuevo ese muchacho que traje conmigo a casa, estaba recargado y su mano estaba sobre los vellos de mi pecho. No era incomodo, en cambio era agradable, me sentía como un héroe en aquel entonces, como alguien importante, que suena algo estúpido, pero era verdad, simplemente me sentía bien, me sentía acompañado.

-Carlos, hey Carlos –Susurraba cerca de su oído-

-¿Hmm? -Levantaba un poco la cabeza-

-Creo que estas abrazándome o algo así –Lo mire entre risas-

-No, disculpe –Se alejó rápidamente de mí, se fue a la orilla de la cama y se sentó. -Supongo que pensé que era mi almohada, lo que pasa es que siempre duermo abrazando una almohada, enserio d-discúlpeme, no fue mi intención –Agacho la mirada-

-No hay problema, es más, me gusta el olor a tu cabello…

-Gracias –Levanto la mirada- pero enserio disculpe, no quería ser así, perdón, no quería, es que mi almohada. -Decía el pobre niño de 19 años, creo que no se entendía ni el mismo-

Un rayo de luz había iluminado el cuarto, después fue acompañado por un enorme estruendo que provenía de las nubes, parece que la lluvia aún estaba en su máximo auge, la madrugada se había hecho eterna, no me gustaban los rayos y mucho menos los truenos, eran una de las razones por las que odiaba ese clima.

-No me diga que le tiene miedo a los truenos y esas cosas –El chico ahora parecía estar burlándose de mí-

-No, no les tengo miedo, solo son mis reflejos. –Desvié la mirada-

-¿Entonces por qué su pie está temblando? –Ambos dirigimos la atención hacia la punta de la cama, tenía razón, mi pie estaba temblando-

-Porque es un maldito tic nervioso que tengo y odio –Estaba molesto por que me había descubierto-

-Entonces si tiene miedo, ¿Nervios tal vez? –Mire su cara, estaba con sus mejillas de color rosa en su piel blanca que le daba un toque artístico de inocencia-

La plática se calmó un poco, nadie hablo más, solo se escuchaba como afuera el cielo se caía, la tormenta no dejaba dormir, y estaba tan sorprendido, había sido una de las tormentas más largas que había vivido y para acabarla ¡en pleno invierno!, que clima más loco el de estos días. Me estaba prácticamente muriendo del miedo, odiaba esas tormentas, todo en un maldito día, que me estaba pasando, ¡que estaba pagando!

-Gracias por el abrazo, aunque lo hice sin darme cuenta -Rompió el silencio aquel simpático niño-

-Fue agradable –Miraba el techo- Eres como un cachorro –Sonreí por la estupidez que salió de mi boca-

Y todo volvió a silencio de nuevo, como de costumbre, nos quedamos callados, sin decir nada, la lluvia era la música de fondo. Al momento, solo mire que Carlos se volteó, y volvió a la pose del principio, recargado encima de mi pecho, pero ahora no estaba dormido, estaba despierto, estaba en sus cinco sentidos y lo estaba haciendo, no sé por qué, pero me abrazaba de nuevo. Raro, muy raro.

-Como son las cosas –Suspiró- si usted no se hubiera quedado en la escuela, hubiese muerto de hipotermia -Rozaba las yemas de sus dedos en los vellos de mi pecho-

-Fue una suerte, ahora no me siento tan solo, me siento acompañado contigo -Tome su cabello y comencé a acariciarlo lentamente, como si se tratara de un pequeño ser que estaba solo contra el mundo, nuevamente tonto, porque lo acababa de conocer-

Una vez más, ambos callamos, sentirlo sobre mi pecho, mientras jugaba con los vellos de mi pecho, sentía la suave y tibia piel de su mejilla sobre este , perdí la noción del espacio, ese momento fue algo raro, y a la vez agradable, simplemente mis ojos se comenzaron a cerrar poco  a poco.

-Sabes que esto está mal –Dije con mis últimas fuerzas-

-Lo sé –Se acurruco- Tan solo me siento bien con usted –Su mano atravesó mi pecho- Me siento muy bien con su compañía…

Y quede completamente dormido, imagino que el también, por su tono de voz, algo pausado y lento, suave al oído y muy agradable. No podía creer lo que estaba haciendo, algo por lo que me podían despedir, que aunque solo hablamos un rato, se podría tomar de muy mala manera, y jodidamente, no me importo.

............................

No había pista alguna de la tormenta de anoche. Sin poder engañarme, el rocío estaba en las flores, tal vez, pero solo al principio, odiaba mi mala suerte, porque una serie de eventos desafortunados me hacían querer ser tragado por el infierno, parecía que era la broma personal de Dios.

Ahí estaba el, dándome la espalda, recostado en la cama, sin hacer ningún ruido, solo su respiración al contraste de la almohada. No pensé jamás compartir la cama con alguien más, y mucho menos con un joven, aunque en mi cabeza aun siguiera revoloteando el pajarito de la conciencia. Es curioso mirarlo allí, poder observar su suave espalda, la cual tente por rozar con mis dedos, pero me contuve, no debía hacerlo, algo en mi me decía que estaba mal, algo me estaba atormentando.

Tome mis anteojos de la mesa de noche y me dirigí al baño, tenía que lavar mis dientes. Mire mi cara en el espejo, era lógico, lo cansado se me notaba a millas, algo alejado de mi edad, algo más viejo. Lo termine ignorando como siempre, tan solo seguí haciendo lo que hacía, además, nunca me preocupe demasiado por mi apariencia, ahora no era tiempo, no a mi edad.

Escuche un sonido parecido a un cristal rompiéndose, seguido de la voz de Carlos, maldiciendo con palabras de marinero, no entendía muy bien, así que decidí salir para ver qué ocurría.

-¿Qué es lo que pasa? –Entre de repente-

Carlos no dijo nada, solo se sentó en la cama mientras hacía un esfuerzo en vano por ver que había pasado con su pie, hacía mucha fuerza para poder mirar, era notorio que no podía ver nada sin sus lentes.

Su pie estaba sangrando, así que lo primero que hice fue regresar al baño por algo de cinta y tratar de curarlo, aunque no me agradaba mucho ver sangre, tenía que hacerlo, de todas formas no era muy grave. Con un poco de alcohol logre limpiar la diminuta herida y amarre la venda, tratando de hacer un poco de presión. Él no decía nada, no sabía que paso con seguridad.

-Creo que por accidente pisaste tus lentes, y con el peso acabaste por romperlos y enterrarte uno que otro vidrio –Comencé a limpiar lo que había quedado en el suelo. De mala suerte, los quebró casi por completo, por lo que era imposible volverlos a usar.

-Ahora no veré nada, genial. Estoy ciego. –Exclamaba en voz baja, se miraba molesto-

-¿Enserio no vez nada? –Después me di cuenta de que fue una pregunta estúpida, era obvio-

-No, no veo nada, además no se ni como regresaré a casa, para colmo, lo único que me faltaba, tendré que avisar a mi madre, pero se molestará demasiado.-

-No te preocupes, regresamos a la escuela y de allá le hablas, trataremos de arreglar todo. –Trataba de consolarlo un poco y que no estuviera tan nervioso.-

Difícilmente salimos del edificio, era complicado, ya que Carlos no podía ver casi nada, y tenía que llevarlo del hombro para que no tropezara, sin mencionar la carga de sus maletas, aunque no me molesto, es más, me agrado hacerlo, era reconfortarte saber que lo estaba ayudando.

Llegamos a la Universidad, dejamos todo dentro del auto, primero tenía que hablar con un supervisor y pedir ayuda, porque era casi imposible mandar al chico a su casa si no podía ver siquiera una moneda sobre el suelo.

Carlos pudo hablar con su madre, estaba molesta, se supone que tenía que estar en su casa para hoy en la mañana, el trato de explicar lo de la tormenta y que estaba en buenas manos, que estaba conmigo, y que era una persona de fiar, aunque sé que mentía, porque me acababa de conocer hace apenas  24 horas. Esperamos un rato para que alguien pudiera atendernos, porque era demasiado temprano como para que alguien se presentara, además era 17 de diciembre, en plenas vacaciones navideñas. No soy bueno para la paciencia, aunque después de esperar algunos minutos, por fin nos atendieron, era el Subdirector, quien se miraba tal vez molesto.

-¿Qué se supone que pasa? –Levantó una ceja-

-Bueno –Me puse de pie- lo que pasa es que este alumno estuvo aguantando ayer bajo la lluvia tratando de esperar un autobús para que lo llevara a casa, pero este nunca llego, le conseguí un lugar donde dormir, ayer en la lluvia sus lentes se perdieron, y como puede notar, el ya no puede ver casi nada –Le mentí en algunas cosas, porque no podía decir que había dormido en el mismo lugar-

-Bien, la secretaria ya me había informado de todo esto, hable con su madre mientras esperaban, ella me dice que no puede venir a recogerlo, como sabrá, el alumno es becado y no puede pagar todos los lujos, además su hogar está demasiado lejos, casi al otro lado del país. –Decía mientras jugaba con un lápiz.-

-¿Entonces que va a pasar? –Carlos estaba poco molesto, podría ser por que prácticamente no pasaría esta Navidad con su familia.-

-Ella me dijo que tendrás que quedarte aquí, no hay forma de resolver esto, nuestro autobuses regresan hasta Enero y no es muy probable que podamos conseguir un transporte para que pueda llevarte, además no pareció tomar la noticia de mala manera…

-Pero ¿Cómo? ¡No ha notado que no puedo ver! –El chico tenía los ojos un poco lagrimosos.-

-Tu madre me comento que le habías dicho que con el maestro Alberto estabas en buenas manos. ¿Usted qué opina? –Me miro, me estaba prácticamente indicando que me tenía que hacer cargo del muchacho, que era mi responsabilidad. Me quede callado por un momento, no dije nada, solo observaba la mirada perdida de Carlos, no tenía que hacer, estaba solo, yo era el único que podía ayudarlo.-

-La verdad es que no tengo planes de navidad, solo descansar, pero creo que me la pasare bien con Carlos, solo espero que no sea por mucho tiempo –Trate de disimular un poco que la idea me parecía fantástica-

-No se preocupe, tenemos su registro de análisis y dentro de pocos días tendrá su nuevo par de anteojos, solo será máximo una semana, nada más, no hay nada de qué preocuparse.-

-Bueno –Me puse de pie- entonces mejor nos vamos, tengo un poco de hambre y creo que Carlos también –Lo tome del brazo y caminamos a la puerta-

-Solo una cosa más –Nos detuvo la voz de aquel hombre- El alumno no puedo ir a su departamento, usted conoce las reglas, tendrá que dormir y permanecer en la escuela. Eso también lo incluye a usted, debido a que se va hacer cargo de él –Hablaba en serio, lo note en su expresión-

-¿Qué? Ya sé que son reglas, pero ¿acaso no se pueden romper por una vez? Se me hace un poco frustrante tener que dormir en la escuela. –Estaba molesto, de todas formas le estaba haciendo un favor al cuidar al muchacho, podía hacer una excepción-

-Lo siento son reglas, yo no las hago, solo trato de que se cumplan. –Seguía en su computadora, ya no me miraba, eso me molesto, pero no podía hacer mucho-

Salimos al pasillo, le ordene que me esperara solo por 20 minutos, que no tardaría mucho, únicamente buscaría algo de ropa y traería algo de comer. Pero no cumplí, tarde casi una hora, había demasiado tráfico, pero ya estaba de vuelta, baje sus maletas y una pequeña bolsa donde traía unas prendas personales.

Entré al pasillo, el aún se encontraba allí, estaba casi dormido, supongo que era por la calma que se sentía al estar solo en la escuela, nada de ruidos, nada de escándalos, nada de maestros, solo nosotros.

-Bueno, ya regrese, traigo algo de comer, espero que te gusten las hamburguesas, y lamento lo tanto que tarde, lo que pasa es que habían demasiados autos, ya sabes, este tráfico –No le paraba de hablar-

-Muchas gracias –Fue lo que me respondió y por alguna razón me calmo mucho-

-No tienes nada de que agradecer, ahora, dime donde está tu habitación, porque muero de hambre –Remarque las últimas palabras, y parece que al chico le pareció gracioso, sonrió-

Caminamos hacia el segundo edificio, era el de varones, su habitación estaba casi hasta el piso más alto, por poco moría al subir las escaleras, si, eran demasiadas y además con dos maletas, por poco un infierno, por un lado no sé de qué me quejaba, tenía buena condición física, algunas veces salía a correr, y eso me mantenía bien, pero sinceramente estaba rendido.

Llegamos al 107-B, ese era su cuarto, abrí la puerta, era respetable en tamaño, si había espacio para los dos. Puse sus maletas en la parte baja de la cama litera y mi bolsa de ropa en la parte de arriba.

Quite las cosas que estaban en la pequeña mesa, tome a Carlos de la mano y lo senté en el sofá. Empezamos a comer, no hablamos casi nada, él se miraba tierno, ya sabes, forzaba demasiado sus ojos para poder ver por lo menos algo, pero supongo que era inútil, por que escuchaba como en voz baja maldecía, era gracioso.

-¿Esta buena tu hamburguesa? –Parecía comerla con mucho esmero-

-Si esta rica, tiene mucho tiempo que no como algo como esto –Parecía animado-

-Bueno, yo casi no lo como, por que no es muy bueno para la salud, pero que va, es solo una vez por año, es para una ocasión especial –Comenté entre risas-

-Solo una vez por año –Me regalo una calidad sonrisa-

La tarde pasó rápido, no podía salir mucho del cuarto, temía a dejarlo y que le pasara algo, llámenme paranoico, o tal vez muy exagerado, aunque no lo tome como un encierro, porque me agradaba estar con él, su forma de ser, a pesar de hablar poco, era sencilla y humilde. Le hable de todo, de mi trabajo, la escuela, incluso él también me comento un par de cosas, era muy interesante saber, notaba su curiosidad.

Estaba aliviado de poder verlo directamente a los ojos sin sentirme descubierto, estaba seguro que lo más que podría captar de mi era un bulto muy borroso frente a él. Era todo tan extraño, como que no me cuadraba la idea de estar allí, llámenme loco pero por instantes llegue a sentirme distraído y desubicado.

Terminamos de comer, levante la mesa lo más rápido que pude y tome a Carlos del hombro para dirigirlo a la sala, donde podía ver la televisión un rato, aunque era algo del todo estúpido, porque su vista no daba para mucho, pero, qué se yo, la podría oír de todas formas.

Me senté a su lado, su mirada estaba regalada a la nada, tan solo escuchaba, creo que le parecía cansado estar entrecerrando los ojos para ver un poquito mejor, después de poco lo dejaba de hacer. No dijimos nada, solo estábamos sentados, sin hablar, sin decir algo que rompiera el hielo, solos, como tontos viendo la televisión.

-¿No crees que es aburrido? –Susurré-

-Pues la verdad no lo sé, solamente lo estoy escuchando, así que supongo que sí, es demasiado aburrido ese programa –Recargo su mandíbula en su mano-

-¿Quieres ir a dar una vuelta por la escuela? –Trate de animarlo-

-No lo creo, como le dije, no puedo ver mucho, y no disfrutaría ni yo ni usted de ese paseo –Parece que no pasaba ninguna buena idea por mi mente-

Él tenía demasiada razón, mi pregunta fue algo estúpida, por decirlo así. No quería hablar más, para que no se notara mi nerviosismo, ya era demasiado obvio, así que mejor trataría de callarme un rato y seguir mirando televisión.

No sé cuánto tiempo pasamos en el sofá, pero se me estaba haciendo completamente insoportable, quería correr, ¿Qué te pasa Alberto? ¡Necesitas respirar! De pronto sentí la cabeza de Carlos caer sobre mi hombro, estaba casi dormido, lo único que hice fue extender mi brazo y pasarlo tras su cuello para brindarle soporte y no se torciera.

No podía parar de verlo, algo tenía que me llamaba mucho la atención, era su piel, de tez blanca, su cara estaba cubierta por pequeños bellos faciales, imperceptibles pecas adornando encima de los pómulos, lo hacen ver muy perezoso, pero no lo culpaba, además en su mirada se podía notar el cansancio que pasaba, sus ojeras delataban el cansancio del estudio para los últimos exámenes, tal vez eso explicaba el sueño.

El chico empezó a cabecear, era obvio que ya no estaba cómodo en esa pose, trate de pararlo del sofá para llevarlo a su cama, pero pesaba mucho, era algo rollizo, pero por alguna manera su cuerpo se me hizo un poco aturdido y aguado como para arrastrarlo hacia la litera.

-Carlos, levántate, estas muy pesado –Murmure en su oído-

También me encontraba algo cansado, por lo que no me levante, solo coloque su cabeza al borde de mis piernas, para que pudiera descansar mejor, y parece que lo hizo. Empecé a jugar con su cabello, haciendo circulitos, para, no sé, tal vez para perder el tiempo. Su cabello es oscuro, un poco rizado y suave, era muy agradable al tacto. Poco a poco fui entrecerrando mis ojos, no pensaba mucho, el sonido de la tele se hacía más bajo hasta por fin poder quedar dormido.

…………………………..

Sentí un enorme golpe en mi nariz, el dolor era insoportable, Carlos se había puesto de pie, pero no noto que estaba recostado en mis piernas y al levantarse tan bruscamente me había pegado con su cabeza muy fuerte en la nariz. Lleve mis manos para sobarla a medias, gracias a Dios no había sangre, sería mucho peor con ella.

-¡Auggh! –Exclame con un fuerte alarido-

-¿Qué paso? –El chico se sobaba la cabeza, parece que también le dolió-

-No nada, lo que pasa es que me golpeaste muy fuerte en la nariz –Una parte de mi mano cubría mi boca lo que ocasionó que difícilmente se entendiera lo que decía-

-Disculpe, no fue mi intención –Era gracioso ver como movía sus manos para buscar mi cara-

Pasó sus dedos por mi barbilla hasta llegar a mi nariz, tratando de hacer un tonto intento por sobarla, lo cual era gracioso pero a la vez, estaba algo molesto, aunque no era su culpa.

Tomé su mano y la alejé un poco de mi nariz, la punta de sus dedos rozó mis labios, sus dedos eran muy suaves, tímidamente los guardo y solté su mano, estábamos muy nerviosos. Me acerque un poco a él.

-Ya mi nariz esta mejor –Mi tono de voz era suave-

-De nuevo, no fue mi intención –Miraba al suelo-

El silencio se adueñó de la sala, me acerque un poco, tan solo quería susurrar en su oído un ‘No te preocupes’ pero cuando este volteó, estaba muy cerca y mis labios se rozaron en cuestión de segundos como el destello de una estrella fugaz. Podía sentir su respiración en mi barbilla, aún estaba cerca de mí, era notorio el cálido aroma que tenía, mis torpes ojos estaban cerrados, peligrosamente me estaba acercando cada vez más, quería, no sé, tal vez, sentir sus labios de nuevo.

Trato de evadir la situación, se movió un poco, pero no pudo avanzar mucho, tropezó con el sofá y se le dificultaba poder tocar las cosas que estaban a su alrededor.

-Déjame y te ayudo –Toque su hombro para ayudarlo a mover-

No me dijo nada, solo siguió caminando hasta el baño, no salió durante un buen tiempo. Me quede pensando un poco en la situación, tal vez yo estaba mal interpretando las cosas, tal vez estaba equivocado, además, soy un adulto, una persona madura, quien puede razonar y pensar las causas y consecuencias, nunca me considere homosexual, solo algo solitario, creo que no me di el tiempo suficiente para tener una relación estable, tal vez el muchacho estaba incómodo con mi compañía y solo la estaba haciendo peor. Tenía que hacerlo olvidar lo que había pasado y despejar un poco la mente, era lo mejor.

-Voy a salir por algo de cenar ¿quieres venir? –Tome la puerta del baño-

-Espéreme un poco, solo unos minutos más, me estoy duchando –Su voz se mezclaba con las gotas que se golpeaban en las paredes-

Me quede esperándolo unos minutos hasta que salió, tomé de nuevo su brazo y salimos de la habitación, bajamos las inmensas escaleras, sentía que mis pies quebraban salto, debido a que Carlos no podía ver y como tomo una ducha, no se puso la cinta que le cubría la herida, entonces caminábamos con cuidado.

Le dije que esperara un poco en la entrada del edificio, iría por mi coche para que así pudiéramos ir más rápido, no estaba muy lejos de todas formas, me apresuré lo más que pude, cuando llegue, lo hice subir al auto, pero tuve que tomarlo del hombro de nuevo y hacer un esfuerzo para levantarlo de las piernas, por lo que su pie.

-Espere un poco –El chico colocó su mano en mi pierna-

-¿Qué pasa? –Lo mire confundido-

No dijo nada, solo llevo su mano poco a poco hacia mi mejilla,  estaba helado, no sabía lo que Carlos estaba haciendo, no sabía que pensar, mi mente estaba completamente en blanco.

Su mano comenzó a subir tímidamente por mi camisa, la quitaba de repente como si se arrepintiese, su cara de confusión era muy tierna y dulce, me miraba directamente a los ojos  a pesar de no ver nada, sus dedos llegaron cuidadosamente hasta mi cara, aprecié como poco a poco se acercó a mí, y solo bastaron unos segundos para que depositara un pequeño beso en mis labios, solo los rosó de nuevo, pero esta vez haciendo un leve movimiento, así como un masaje, que era muy agradable y además me hacía sentir como muchas veces atrás, esa sensación de alivio.

Era obvio que él no sabía besar, pero no me importo casi nada, estaba muy emocionado con eso, así que hice lo mismo, empecé a mover mis labios poco a poco, pero con un poco más de práctica, sentía en mi boca la textura de esos labios carnosos que había visto cuando estaba dormido, como montaban los míos, como mojaban mi ser en ese beso tan tierno, tan sublime, inocente y huraño.

Podía mirar en sus ojos ese brillo, que aunque sé que él no podía verme,  aseguraba que se daba cuenta que yo también estaba alegre porque me había besado. Empezó a reír un poco, lo cual me causaba un poco de risa a mí también. Estamos alegres, aun no sé por qué, pero lo estábamos, aunque no hablamos más, solo encendí el coche y nos dirigimos a un restaurante de comida rápida.

……………………………………

Me encantaba escuchar su risa, era muy armoniosa a mis oídos, podría compararlo con todo, como un ave cantando saliendo del sol junto a la aurora, o la más hermosa pieza de una canción de piano que alguien hubiera podido escribir en la vida, raro, raro todo lo que estaba sucediendo con ese chico, que me estaba enloqueciendo, me estaba haciendo sentir muy bien, me sonrojaba y me hacía querer comerlo a besos, tiernos besos así como el que plante en su boca justo hace casi una hora.

Quería llevarlo a un lugar especial, así que tome una desviación, quería disfrutar más tiempo con él, tenía que hacerlo eterno, así que lo lleve a un lugar, un lugar que no había visitado mucho desde hace tiempo, se encontraba en el parque de la ciudad, era enorme, sabía que esa noche fresca podría despejarlo un poco de todo, aunque era algo tarde, no importo, solamente sería un momento, solamente hablaríamos un poco. Lo ayude a bajar de auto, diciéndole que habíamos llegado a la Universidad, pero le mentía, lo tome de la mano, aun le costaba un poco caminar, así que lo recargue en mi hombro.

-Me siento inservible –Su tono de voz era bajo-

-No, no lo eres, es más eres un niño que ayuda en todo, de eso estoy muy seguro

Llegamos a una banqueta y lo senté, encima de nosotros había una luz que alumbraba la zona, además de la luz de la luna, la cual estaba más clara que lo normal, nos alumbraba, un ambiente muy romántico, y muy simple, lo cual me gustaba mucho, porque el olor de la naturaleza estaba a flor de piel.

-Esto no es mi cuarto ¿Verdad? –Levanto la mirada-

-No, no lo es –Susurre- Es un bosque, bueno, la reserva de la ciudad, un lugar que no visitaba desde hace mucho tiempo, y quería que viniéramos, solo quise traerte. –Respondí mientras él se recostaba en mi hombro.

-¿Cómo te sientes? –Dije mientras miraba el enorme barranco que estaba frente a nosotros-

-Creo que bien, a pesar de no ver mucho, me siento muy bien, creo –Hizo pausa por unos segundos- creo que es por su compañía –Acurrucaba su cabeza en mi hombro, y rodeaba mi cintura con sus brazos, me gustaba que hiciera eso, así que solo lo abracé, era en un punto estúpido, parecíamos dos enamorados, de tan solo pensarlo me daba pena.

-Mira, quiero mostrarte algo –Nos pusimos de pie-

Después de unos minutos que estuvimos dándonos calor, lo tome de la mano, y nos acercamos al barranco. Acerque sus brazos a los míos, y lo coloque al borde, yo tras él, y muy suavemente lo abrace, parecía no estarse dando cuenta de nada, solo podía escuchar su agradable voz, un poco gruesa, pero muy agradable.

-Creo que eres un ángel, pero si te dejo caer al vacío, no podrás volar –Fueron las palabras que susurre en su oído, haciéndole un poco de cosquillas, mirando lo que había frente a nosotros, un enorme barranco, hasta el fondo de este corría un pequeño arroyo, estaba muy alto, y frente había más árboles, el viento sopló haciendo que sus cabellos se alborotaban y se perdiera el cálido aroma de mi boca. Para cerrar, lo único que pude hacer fue abrazarme a él haciéndole saber que yo estaba allí, que yo estaba presente, y que había descubierto algo en mí que me daba miedo, pero a la vez me gustaba mucho.

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