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Historia en capítulos 07 Escaramuzas 4ª

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El recibimiento en el autobús ha sido apoteósico, ya en la parada los chavales amigos y conocidos me palmeaban la espalda dándome la bienvenida, siento que me quieren y luego, ya dentro, todo el pasillo bulle en algarabía, parece que me han echado de menos.

Raúl no está en la parada que es la misma que la mía, llega en el último momento y supongo que para no enfrentarse a mí, sube por la puerta trasera, así no tiene que pasar por delante de nuestros asientos, oigo el barullo de la chavalería dándole a él también la bienvenida. Sergio tiene la reserva hecha como siempre, en la siguiente parada sube Carlos y una vez sentado toma mi mano como para darme ánimos.

Los peques gritan pidiendo su visionado de video como siempre, bien ya estoy en ambiente, cada poco tiempo Carlos aprieta mi mano para transmitirme su calor y Sergio no para de hablar, supongo que no habrá estado mudo estos días teniendo a Carlos a su lado.

El autobús ha completado sus paradas y va camino del cole, hemos llegado y el público va bajando, veo a Raúl que está saludando a nuestro grupo de siempre, le palmean la espalda o le abrazan. Hemos bajado nosotros tres y los amigos vienen hacía nosotros para recibirme como han hecho con Raúl, él queda unos pasos por detrás, después de los abrazos que recibo y palmadas afectuosas, veo que Raúl se va acercando, poco a poco, tímidamente.

-Álvaro…, bueno quiero pedirte perdón por lo que pasó y…,  ya le he dicho a Carlos…

No lo dejo continuar, extiendo mi mano hacía él.

-No…, venga ya Raúl creo que soy yo el que debe pedirte perdón a ti, yo fui el que te golpeó.

-Ya…, pero yo..., yo…

Ha cogido mi mano y levanta su cara, tiene aún alguna señal en el ojo de mi brutalidad y parece a punto de llorar, no me aguanto y le abrazó, jolín que a pesar de todo hemos pasado tanto tiempo juntos, se deja hacer mientras solloza sobre mí, está un minuto así y se tranquiliza, el resto se ha retirado unos prudentes pasos y nos esperan, permanecemos abrazados un momento que parece eterno ante los ojos de los demás, lo agarro pasando mi brazo por sus hombros.

-Bueno tenemos que ir a clase, si el primer día llegamos tarde no vamos a terminar con los castigos.

Raúl se sonríe y retira el pelo de su cara, a su otro lado se ha colocado Carlos que le agarra y aprieta su brazo, Raúl le sonríe y creo que con la mirada le da las gracias, sabe que todo esto está motivado por Carlos, o bueno, quizá lo hubiéramos terminado por hacer nosotros pero más adelante, joder que miserable soy, ya estoy quitando méritos a los demás.

Uno de estos días paseando en grupo por el patio en un recreo, veo que se acerca, sostenido en su bastón, con la sotana negra azotada por el viento el viejo D. Silverio, se encamina hacia nosotros, ya…, ya…, y ahora la bronca, hace meses que no voy a su confesionario y llega donde nosotros.

-A ver muchacho…, tú Álvaro, ven que tengo que hablar contigo.

Le sigo…, el viejillo va rápido.

-Verá D. Silverio…, ya sé que no he pasado hace tiempo por la confesión pero…

-No es de eso de lo que quiero hablarte, te conozco desde niño y te di la primera comunión, recuerda, no creo que necesites mucho la confesión, ya volverás hijo, ya volverás. No…,  quiero hablarte de lo que sucedió con tu compañero y darte las gracias por lo que hiciste.

-Bueno…, el pobre Carlos necesitaba ayuda, usted ya sabe…

-No, no…, bueno también pero quería darte las gracias por lo que has hecho con el otro chico…, Raúl, eso es de buenos cristianos hijo… Son buenos chicos los dos. Sí…, si, todos buenos muchachos. Bueno era eso nada más. Buenos, buenos chicos…, -marcha murmurando-.

Sin despedirse se encamina hacia el pabellón donde está la capilla repitiendo lo mismo: Buenos chicos, buenos muchachos… Le miro, parece tan endeble sostenido en su bastón y pienso que quizá sea cierto el dicho. “Por una persona justa, Dios perdona una ciudad…,” o algo así, creo.

Últimos de mayo y se acercan los terribles y temidos exámenes, la primavera está magnífica y Carlos exige y se exige cada vez más, él se mueve como pez en el agua en estas situaciones, según pasan los días se afianza más y más en todos los sentidos, en el sentido intelectual no se lo discute nadie, siempre ha estado ahí en primera fila, de todos es conocida la competencia que se establece entre los mejor situados para hacerse con el primer puesto, llegando incluso a ponerse zancadillas, aquí está todo claro y a Carlos no se lo discute nadie, es en los segundos y terceros puestos donde está la guerra, a algunos no nos intranquilizan esas disputas. En nuestro curso al menos, Carlos ha conseguido unir los intereses de los que destacan, trabajar unidos y que gane el mejor, la diferencia entre ellos, que va a ser de décimas, serán las que decidan los primeros puestos.

En los aspectos de relación con los demás sus avances son impresionantes y lo que ha conseguido de nosotros asombroso, no es raro ahora ver a nuestro grupo mezclado con el resto de la clase y otras clases compartiendo juegos y descansos, ha logrado que Raúl y nuestros amigos además de Sergio y de mi le apoyemos en las decisiones que toma, logra  encauzar las voluntades y no parece que le suponga esfuerzo alguno.

De alguna forma, viendo su evolución y capacidad de adaptación adquiridas en tan poco tiempo, me asusta un poco, tengo un ligero presentimiento de que nos vamos a descompensar, me explico, antes en el aspecto emocional-relacional yo era su sustento y él el mío en lo intelectual, pero ahora él se estaba volviendo autosuficiente y yo dependiente, no me molesta, me alegra por él ver ese cambio que le favorece en todos los sentidos, era solamente eso, el presentimiento de que era muy difícil el que un ser con coeficiente de inteligencia 150 pudiera sentirse afín con otro de 100 escaso, sinceramente empezaba a verme a su lado básico y hasta un poco primitivo.

Los exámenes pasaron y las notas llegaron, no cabía en mi de alegría, había aprobado todo…, todo, con un cinco o con un seis pero aprobado y eso suponía un verano de ensueño…, que no lo sería tanto.

Fiesta del Colegio, nuestros padres no pudieron ir, allí estuvieron los tíos y para que te vas a preocupar. Últimos de Junio, teníamos tres semanas para vaguear, para jugar, para pasear, para estar con Carlos, luego había que ir a la finca del pueblo, los abuelos estaban ya allí preparándolo todo, tres semanas y luego…, tenía que hablar con Carlos, tenía que conseguir que sus papás le dejaran ir con nosotros, por lo menos unas semanas porque de lo contrario íbamos a estar separados seis semanas, ¿os imagináis?

Ya habíamos hecho nuestros planes para esos días, nos reuniríamos a las 11 de la mañana en la parada del autobús, Raúl que vivía casi enfrente de mi casa, Sergio que debía bajar hasta la parada, y luego recogeríamos a Carlos más abajo y a la playa donde estarían los demás, bueno eso era lo general, el que no pudiera un día ya buscaría la forma de comunicarlo.

Uno de esos días recibimos también otra noticia que a María y a mí no nos agradó en absoluto, habían decido, los que mandan, que nos íbamos a cambian de casa. El asunto trataba de que papá y un amigo habían comprado una vieja casa en la parte llana de la ciudad, habían encargado a un arquitecto su recuperación y reconversión en dos viviendas, una para papá y la otra para el amigo, naturalmente ya hace tiempo que conocíamos sus ideas pero en las obras llevaban dos años y para nosotros parecía que no iban a finalizar nunca y estábamos tranquilos.

Ahora era cuando se acercaba el problema porque sus planes eran que a finales de año se haría el cambio, de nada sirvieron las protestas de María y las mías, sus argumentos eran aplastantes desde su punto de vista, íbamos a estar más cerca de los tíos, -nunca habíamos tenido problemas en ese sentido-, era más grande e íbamos a tener más espacio, -nunca habíamos visto necesidad de más espacio, si en realidad nos sobraba-, estaríamos más cerca del Club Náutico, -nosotros no íbamos por allí, eran ellos los que iban-, se notaba que habían pensado en sus hijos.

Dos problemas insolubles para mí y dos noticias que tenía para hablar con Carlos, igual él encontraba soluciones como siempre a mis sombrías ideas.

Habían transcurrido algunos días de vacaciones, mis tíos me habían felicitado por las notas y esa semana el tío dejó en mi escritorio una cantidad de billetes muy superior, la verdad es que me sobraba, no llegaba a gastar lo que me daba. En la mañana estuvimos jugando en la playa y cuando subíamos por la empinada calle antes de llegar a la casa de Carlos le pedí que fuera a comer a nuestra casa que tenía que hablar con él en privado, avisó en su casa al pasar y dijimos a Sergio que a la tarde no iríamos a la playa, asintiendo con la cabeza nos dio su acuerdo, Raúl no bajaba a las tardes y así nos despedimos.

Comimos lo que Águeda tenía preparado y pasamos a mi habitación.

-Bien Al, ya vale de misterios, es el momento de que me digas lo que sucede.

En lugar de hablar lo abracé por la cintura y lo elevé del suelo.

-No primero es lo primero, tengo hambre y voy a comerte a ti.

Trastabillando caímos en la cama, me subí encima de él y no me importó que no hubiéramos pasado por el baño para limpiar nuestras bocas, me lo comía a mordiscos, casi literal, uhyyy…, qué loquito me volvía el chaval, le desnudé y me comí todo su cuerpo, todo, todo, me caía la sangre por toda mi boca, bueno la saliva, le mordí la polla, los huevos.

Cuando le metía la verga me tumbé sobre él y escuchaba su corazón, no…, no quería correrme, quería permanecer allí dentro para siempre envuelto en su calor, y mis besos se volvieron suaves para bajar mi excitación lo demás me correría en un minuto, él abrazaba mi espalda con sus flacos brazos y mis caderas con sus piernas, y yo muy dentro de él intentando que hubiera la mayor superficie de nuestras pieles en contacto, ay…, esto no dura eternamente los espasmos de mi corrida fueron brutales.

Después de un rato y cuando aquel amor de polla que tiene Carlos palpitaba en mi interior volví a correrme y así, si me lo hubiera permitido, permanecería toda la tarde, no me cansaba y cada vez lo disfrutaba más, las cosquillas de gozo en mi estómago me atragantaban, pero hay que seguir, yo me hubiera quedado en la cama abrazado a su cuerpo para siempre.

-Te quiero Carlos, te quiero.

-Yo te amo Al…, oye, tú nunca me dices que me amas.

-Para mí es lo mismo, yo digo que te quiero y tú dices que me amas, para mi es igual.

-No es lo mismo y tú lo sabes, Creo a veces, que tus necesidades se limitan solo a tener un “follamigo”.

Lo miro muy serio…, dolido.

-No Carlos, no estoy de acuerdo contigo, yo lo veo así, como dos amigos que se quieren y se lo demuestran a veces, no tanto como uno de ellos quisiera...

No creo haberle convencido pero por lo menos le arranco un…

-¡Perdona!

Ya estamos duchados, repeinados y en la terraza sentados viendo en el mar los triángulos blancos de las velas de los barquitos de la escuela y la gente numerosa en la playa y andando por el paseo marítimo, pues llegó lo inevitable.

-Al, me tienes inquieto me vas a decir tu misterio de una vez, lo estás retrasando a propósito.

-Bien, tengo dos noticias y creo que ninguna es buena.

-Pues comienza que ya estoy impaciente.

-La primera es que después del 15 de Julio mis padres quieren que marchemos al pueblo, ya sabes hasta Septiembre. La segunda, pues que a finales de año nos tenemos que cambiar de casa.

Esperé su reacción, se concentró en lo que iba a decir con su gesto característico de cejas circunflejas y los finales caídos como si llorase.

-La primera es la de todos los años, no hay nada extraño y sobre la segunda, ¿pues…, dónde os vais a vivir?

-Abajo a la parte llana, cerca del Club Náutico, pero es que yo no quiero ir al pueblo, ni luego ir a la otra casa, ¿no ves lo que significa?, estaremos más lejos, tendré que coger un autobús diferente para ir al cole, dejaremos de vivir cerca, ¿y cuando quiera y necesite estar contigo qué?

Me debió ver angustiado porque intentó calmarme.

-Veamos lo que se pueda hacer pero me parece que no nos va a quedar más remedio que hacer lo que dicen.

-¿Tu, podías pedirles permiso a tus padres para venir conmigo al pueblo?, en tu casa no lo van ni a notar, tú tienes otros cuatro hermanos…, y luego, no sé, no sé, ya no vas a poder venir a casa a estudiar conmigo, joder, joder.

-Bueno vamos a intentar solucionar lo primero y luego pensaremos en lo segundo, ¿no te parece?

-Ahora vamos a ir a ver tu nueva casa y vemos la distancia y pensaremos en algo, además no vamos a quedarnos aquí toda la tarde.

Bajamos la cuesta hacia la playa y cogemos el Paseo Marítimo, casi al final se encuentra el Club Náutico y por allí se encuentra la casa, en la playa a lo lejos vemos a Sergio con otros amigos jugando a la pelota, cuando enfilamos la recta final del Paseo vemos venir hacia nosotros a un grupo de chicos corriendo, embutidos en esos trajes muy ajustados de pantalón corto que usan los del club de remo y que hace que se les vea muy sexi, vamos a cruzarnos con ellos y, joder uno de ellos es Raúl, se le ve muy guapo embutido en ese pantalón y camisa que le marca todo y como está, que tiene un cuerpo de infarto y su carita de niñito guapo enmarcada en su corta cabellera rubio-cobriza pues, sin querer, se me escapa.

-Oye. ¿Se les ve resultones con esos trajes que llevan eh?

Raúl está respirando con dificultad y los de su grupo le llaman, nos dice que luego nos verá y reanuda el trote y nos lo quedamos mirando, tiene una vista trasera de admirar con su ancha espalda, escuálidas caderas, su redondo culito y todo eso metido en un guante, Carlos que casi no ha hablado a pesar de su reciente amistad con Raúl y que se llevan muy bien, habla por fin.

-Bueno no será para tanto, en la playa también se ven chicos así.

-No si yo estaba pensando en ti, embutido en esos pantalones todos se iban a desmayar y querer agarrar de este paquete.

Y disimuladamente pongo mi mano en su entrepierna.

-Sí…, si… Igual a ti te iba mejor, total ya tienes parte del recorrido hecho con uno de esos, parecía sentir celos de Raúl.

Capté la indirecta y no sé si para arreglarlo le cogí de la cintura y delante de todo el paseo le planté un beso en los labios a la vez que le aseguraba.

-A mi me van los morenos.

No respondió y emprendió el camino de nuevo, llegamos al Náutico y torcimos a la izquierda, enseguida pasamos la manzana y estábamos en la gran avenida con una carretera, el paseo estaba adornado con dos filas de enormes tilos ahora frondosos y verdes, parece que iba a cambiar los castaños de indias por los tilos, y allí estaba la nueva casa aun en obras, un inmenso caserón de piedra, antiguo, de dos alturas y que papá había querido añadirle un ático que ocupaba la mitad de la superficie en su centro, el resto era de terraza corrida en los cuatro costados de la casa que era cuadrada.

Parecía enorme y Carlos lo expresó.

-Esto es un castillo, es gigantesco.

-Sí, pero es para papa y su amigo salvo él ático que pertenece a la casa de papá.

-Jolín chico, pero te vas a perder.

-Yo lo cambiaría por lo que tengo, lo dejaría como está y María piensa lo mismo.

-Vale, los que mandan son los mayores.

-Oye puedes venirte a vivir aquí con nosotros.

-Ya me gustaría pero nosotros seguiremos en la parte alta de la ciudad.

-Pues ya está, te adoptamos y te vienes.

Carlos me miraba sonriendo y moviendo la cabeza como diciéndose que era una tontería lo que decía.

-A ver, según mis cálculos hemos tardado 40 minutos, no parece mucho.

-Ya…, y tener que cambiar de autobús para ir y volver del cole porque es otra ruta.

-Pues no hay otra solución o fugarse de casa, tu decidirás y ahora volvamos igual encontramos a Sergio y los demás en la playa.

En la arena no quedaba ninguno de nuestros amigos e iniciamos, sin prisa, la ascensión de la calle, veía a Carlos preocupado y yo también lo estaba, cuando llegamos a su casa lo invité a la mía para pasar un rato hasta la hora de la cena en que tendría que volver.

María estaba en casa, estuvimos tiempo hablando con ella, bueno ella era la que hablaba, cuando la llamó Águeda aprovechamos para escapar a mi habitación, cerré la puerta y me abracé muy fuerte a Carlos, lo que tenía tantas ganas de haberle hecho en el paseo aproveché ahora para hacerlo y restregué mi paquete con el suyo en un juego que sabía le molestaría.

-Para Álvaro, para, ¿no se te vacía el depósito?, no piensas más que en follar, oye es muy tarde y te van a llamar para cenar de un momento a otro.

-Eso que has dicho es verdad a medias, no dejo de pensar en follar pero no en genérico, no dejo de pensar en follar pero contigo y ahí no pararía, mira como me tienes.

Llevé su mano a mi polla y sonriendo me la apretó y agarrándomela me llevo hasta la terraza, allí sentados en nuestra hamaca me besaba tiernamente, cuando Águeda llamó para avisar de que la cena estaba preparada colocamos bien nuestras ropas y salimos, pasamos por la cocina y María pidió a Carlos que se quedara a cenar, no hubo forma y bajé con él para acompañarlo hasta el portal de su casa, como siempre lo arrastré a la oscuridad para besarle otra vez y empecé a subir la cuesta de vuelta.

Los días pasaban, fiestas, juegos, playa, jolín que rápidos pasaban, Carlos no decía nada y yo no lo quería presionar y como todo lo bueno tiene su fin, llegó el último día y Carlos seguía sin hablar y yo me temía lo peor, Había algunos amigos que ya no estaban, otros nos marchábamos ya y otros en unos días, se iniciaba la diáspora hasta últimos de Julio. Carlos, según me dijo, había pedido permiso a sus padres con la excusa de que había una fiesta de despedida y me dio la sorpresa.

-Hoy como último día he decidido dormir en tu casa, contigo, si me lo permites.

Esto me lo dijo mientras subíamos la empinada calle y no pude aguantar, casi delante de su casa lo abracé y besé, podía habernos visto cualquiera de sus vecinos, de sus hermanos o incluso sus padres.

-Joder que loco estoy, si me llegan a ver tus padres me matan por pervertidor de su adorado hijo.

-Por mis padres no te tienes que preocupar, ya lo saben.

-¿Les has dicho que eres…, que eres…, gay?

-Bueno eso lo saben desde hace mucho tiempo, les he dicho que salgo contigo.

Joder…, joder…, que fuerte, que fuerte…, que les ha dicho que sale conmigo, joder…, joder…, cuando me vean, joder…

-¿Qué te sucede, te has quedado callado, tu no se lo has dicho a tus padres?

-¿A mis padres, decirles que yo soy gay?, pero Carlos yo no soy gay, yo te quiero a ti y punto, bueno hay chicos que lo son y me parece bien, ¿me entiendes?, y ni loco les diría a mis padres que soy gay, ni aunque lo fuera, ¿tú qué crees que me haría mi padre si voy donde él y le digo, papá soy gay? De la primera leche aterrizo en el Paseo Marítimo.

-¿Entonces tú no has dicho nada, nadie sabe de lo nuestro y en tu casa nadie se da cuenta de lo que pasa?

-Pues…, pues visto así, si…, yo creo que Águeda sabe algo.

-¿Águeda?

-Bueno, creo que María también.

-¿Águeda y María?

-Vale..., vale, la tía seguro que también y el tío pues…, es posible.

-Bien…, bien…, y…, ¿quieres explicarme como va a decir que quieres dormir conmigo, así de repente, dos tíos en la misma cama ehh?

-Pues muy fácil, ahora cuando lleguemos le pido a Águeda que prepare una habitación de invitados y luego pues ya está, tú duermes en mi cama pero parece que no, ¿te das cuenta?, ya está, esa es la solución.

-¡Ay…,! Como eres Al, venga vamos hazlo como quieras.

-¿Oye y tus padres que han dicho cuando se han enterado de que sales conmigo?

-Nada, bueno sí que tanga cuidado, que ya soy mayorcito y que debo cuidarme y esas cosas.

Joder…, joder…, que fuerte es esto.

-Oye y bueno sobre lo que les ibas a preguntar de pasar el verano en mi casa, o unos días, como tú quieras, ¿Qué te han dicho?

-No.

-¿No?... ¿No qué?

-Que no, que precisamente si estoy saliendo contigo pues que no.

-Joder, ¿y por qué les has dicho que sales conmigo?, ves lo que has conseguido.

-Álvaro es mi obligación, son mis padres y deben saber de mis intereses.

-Pues los míos no y si les digo que salgo con un chico me envían al otro lado del mundo para que no le vea.

-No vamos a darle más vueltas Al, las cosas están así y oye seis semanas día más, día menos, pasarán enseguida.

-Carlos para mi cada día va a ser como un mes, ¿qué voy a hacer sin ti?

-Divertirte, y perdona no se puede hacer otra cosa,  oye y he pensado que tu nueva casa no estará tan lejos. En bici a siete minutos.

-Joder, ahora no me importa lo de la casa, me importan las vacaciones.

Habíamos llegado a casa, el portero nos abrió la puerta y subimos, en la cocina están María, Águeda y la tía que va a cenar con nosotros, la tía nos abraza y besa a los dos, pregunta como lo estamos pasando y demás cosas.

-Águeda…, Carlos se va a quedar a cenar y pasará la noche aquí, ¿puede emplear una habitación de invitados?

Águeda parece contenta y asiente.

-Luego preparo una habitación, después de la cena.

-No Águeda, tu sigue con tu trabajo que ya la preparo yo. –asegura la tía-

La cena transcurre alegre, como está la tía y Carlos Águeda prepara el comedor.

La tía aprovecha para aconsejar sobre el pueblo, que Águeda va a marchar con nosotros hasta que ella se pueda incorporar, que nos llevará mañana a la mañana el tío, que allí están los abuelos y que seamos buenos, buff…, buff…, si ya ni me acuerdo. Carlos habla con María, Águeda viene y va y la cena finaliza, la tía tiene que marchar y última recomendación, estar alas 11 con las maletas preparadas.

Vemos un poco la TV y María se va quedando dormida, papá y mamá han llegado y están con Águeda, imagino que dando instrucciones, han pasado por la sala y han saludado, no les ha parecido raro el que Carlos se encuentre con nosotros y nos piden que vayamos pronto a la cama que mañana tenemos mucho que hacer, buena disculpa para ir a donde deseamos, después de dar un beso a María y dejarla en su habitación vamos a la mía, pongo el seguro, no quiero que nos sorprendan mis padres, María no me preocupa, seguro que adivina donde vamos a estar los dos, se está volviendo muy zalamera con Carlos, será porque le ofrece conversación.

En el momento en que cierro la habitación me noto como aturdido, aturdido al pensar que tenemos una noche para nosotros, en otras ocasiones de alguna forma hay ciertas prisas y ahora casi no se qué hacer, bueno lo primero ir al baño a lavar las bocas y otros y luego ya, joder que vamos a dormir juntos, en la misma cama, estoy emocionado por una cosa tan nimia, cuando retiramos la sabana para tumbarnos nos quedamos quietos, disfrutando de nuestra intimidad, agarrados de la mano hasta que poco a poco reaccionamos, el placer de estar estirados en la cama, desnudos, rozando nuestras pieles todas, suavemente, volviendo a analizar nuestros cuerpos y descubriendo las maravillas, ya vistas muchas veces pero que parecen nuevas.

Los besos en un principio son suaves, saboreados, dados con nostalgia y aspirando nuestros olores y primero uno y luego el otro exploramos nuestro cuerpo como si estuviéramos en una mesa de operaciones, como el cirujano observa al milímetro donde va a practicar la primera incisión, a romper, a violentar primero la piel para lograr la cura del mal interno, no hay forma de saciarse tanta es la necesidad mutua, y uno penetra al otro con el deseo de lograrle el máximo placer, de verle como se siente y disfruta intentando alcanzar el Olimpo y procurando llegar juntos de la mano, al unísono, enraizados en los cuerpos hasta alcanzar el éxtasis de los santos.

¿Cuántas veces?, ¿Cuántos gorjeos de gozo brotaron de las gargantas?, es igual, había una necesidad tal que podía haber durado toda la vida porque nunca hay nada suficiente.

Dormíamos y el que despertaba primero, aprovechaba para ser el iniciador de una nueva ronda y a la mañana al levantar podíamos decir que teníamos heridas en los labios pero satisfecha el alma.

(9,75)