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Pasión entre flashes

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Hola Natalia, he visto tu foto de perfil, y si realmente eres tu, me gustaría proponerte un trato. No te asustes, no soy ningún salido.

Natalia clico el botón de eliminar mientras pensaba para sus adentros – Claro no es un salido, como dicen todos, o eso de yo no soy como los demás, uff que harta estoy de hombres.

Miro el correo, los comentarios que sus amigos le habían dejado en su facebook, rió alguna de las divertidas frases de sus amigos y abrió el IRC, dispuesta a transportarse por unas horas, como cada noche, a esa sala de ciber que se le antojaba el bar donde pasaba buenos ratos con amigos. No era lo mismo, claro esta, no conocía en persona, mas que a cuatro o cinco de aquellos nicks, pero se sentía bien, y menos sola, a veces ni siquiera hablaba, entraba saludaba y contestaba cuando la reclamaban, pero siempre, cada noche que estaba en casa, en la barra de menú de su ordenador, estaba aquel chat.

Entro en sus dos salas habituales,  y como siempre, saludo, primero un saludo en general, luego besando a quienes respondían, a unos con cierto cariño a otros por simple educación.

Al instante vio el Nick de alguien con quien llevaba años chateando, un amigo muy especial, ella lo admiraba, lo quería como a un hermano mayor, aunque no fuese la definición exacta, ya que le atraía sexualmente, pero de una manera extraña, le embriagaban sus palabras, su cultura, sabia mil historias, le conto la del nombre de las tierras de Aragón y quedo fascinada. Lo privo en cuanto lo vio, ya que llevaba días sin saber de el.

Amazona_: Muas,,, como estas? Te eche de menos, todo bien?

Rio_Piedra: Hola cielo, si, anduve un poco resfriado. Y tú? Todo bien? Has ligado mucho en mi ausencia?

Amazona_: jajaja, tu sabes que yo esas cosas no hago, aunque hoy me han mandado un mensaje al face.

Rio_Piedra: ha si? Y que te dicen,

Amazona_: pues que quieren proponerme algo.

Rio_Piedra: lo conoces?

Amazona_: No.

Rio_Piedra: Pues ya sabes, culete, cuidadin.

Amazona_: Si papá.

Rio_Piedra: si, tu ríete, pero ya sabes que hay mucho loco por estos mundos.

Amazona_: lo sé, lo borre, ni siquiera le conteste. Oye… no serias tu no?

Rio_Piedra: jaja sabes que yo te lo propongo sin necesidad de esconderme. Tengo que ausentarme un momento vale? Luego seguimos hablando. Muas.

Se quedo por el general del chat, diciendo algunas chorradas, ese día se sentía de buen humor sin motivo ninguno, aunque era una persona bastante alegre y optimista.

Tras unos minutos volvió a recibir  otro mensaje privado del mismo destinatario.

“Bueno, no insistiré mas, ya que no quiero causar mala impresión, pero de verdad, creo que tienes posibilidades. Soy fotógrafo profesional y quiero encontrar nuevas caras, con chicas de verdad, con curvas. Un saludo, ya sabes mi Face, por si te apetece charlar y te comento la propuesta.”

Dudó un segundo, se miro, -¿Curvas? No se donde las ve, yo no valgo para fotos, no tengo tipo.-

Se mordió el labio inferior, y casi subconscientemente pulso la tecla responder.

“Hola, no sé quien eres ni que pretendes, pero me da curiosidad. Si quieres me mandas un mensaje explicándote mejor, y ya veremos que pasa”

Esperó, impaciente, pero el mensaje privado no llegaba, y un poco decepcionada, volvió a la sala del chat, pero apenas había comenzado una conversación le llego el mensaje.

“Pues ya te lo dije, soy fotógrafo, y estoy buscando cosas nuevas, se que suena un poco raro, me gustó tu cara, tienes expresividad, y unos ojos muy profundos, igual me equivoco pero creo que darías buen juego. Tengo en mente hacer una campaña, que la gente vea que no solo la delgadez extrema es moda, quiero mostrar la realidad, tal cual es. Los fotógrafos, no podemos vivir sin fotoshops, todas esas modelos que ves en revistas no son tal cual las ves, pero yo solo quiero usarlo para eliminar desperfectos, reflejos, y esas cosas, y que las modelos, sean tal cual las ves por la calle. Esa es mi idea. Bueno un saludo. Espero que  me contestes, aunque sea para decirme que no, al menos puedes darme tu opinión.”

Leyó aquel mensaje al menos tres veces.

Amazona_: estas por aquí?

Rio_Piedra: si que pasa?

Amazona_: me ha llegado otro mensaje.

Natalia le expuso los tres mensajes que había recibido y que le extrañaba esa curiosidad que había provocado en ella, a si que le dijo a su amigo que iba a aceptar a ese fotógrafo para que le contara mas extensamente en que consistía aquello. Rio_Piedra, como buen amigo, le aconsejo que tuviera mucho cuidado y que lo mantuviera informado, para estar un poco alerta. A Natalia le encantaba esa forma de protector que tenia para con ella.

Se puso en contacto con el fotógrafo, hablaron largo y tendido y para asombro de Natalia, tres días después, estaba en la cuidad condal, llamando a una puerta, para ver si era apta para la sesión de fotos. Era una loca atrevida, pero siempre había sopesado bien las consecuencias, esta vez, sin saber porque, simplemente, se dejo llevar.

-Hola, Natalia. Pasa por favor. ¿Que tal el viaje?

-Hola Víctor, bien, es un día entre semana, no hay mucho tráfico.

Según se adentraba, en la gran casa, iba escudriñando y memorizando cada detalle. Era una casa antigua, pero amueblada con un estilo muy modernista, tenía algunos muebles un tanto retro, pero le gustaba la combinación de pasado con futuro.

-¿Te apetece tomar algo? Insistió tendiéndole las manos para que le diera el abrigo y ponerlo en la percha.

- Si te soy sincera, estoy muy nerviosa, en verdad, no sé que pinto aquí, en una ciudad poco conocida para mí, contigo, que no te conozco en absoluto.

-Perdona, si quieres lo podemos dejar.

-¿Podrías enseñarme tu estudio?- Natalia necesitaba ver al algo que le hiciera ver que al menos el no le había mentido.

-Claro, acompáñame.

Subieron a una segunda planta por unas antiguas escaleras con una preciosa barandilla de madera, toda pulcra, bien pulida, en la que se notaban los perfilados dibujos de flores enroscadas en espinosas ramas. Llegado al fin de las escaleras y tras pasar por un amplio pasillo repleto de cuadros y fotos, volvieron a más escaleras, estas algo más modernas, de hierro, y de forma de caracol, las cuales los llevaron a un pequeño ático desde donde se divisaban unas preciosas vistas,  toda la ciudad estaba a sus pies, y al fondo, el campo se rendía ante ellos, mostrando todo su esplendor de colores.

-Esto es precioso- Natalia, se había quedado prendida de las vistas que ofrecían aquellos grandes ventanales, sin darse cuenta que estaba en un estudio de fotografía. Lo vio al girarse, y ver los focos, las enormes sabanas grises, los paneles con distintos paisajes, los trípodes, y las varias cámaras de fotos que había bien colocadas, en un antiquísimo tocador de madera.

-Tu estudio, ¿Verdad?

Víctor sonrió, a todo el mundo le impactaba aquel rinconcito de su casa.

-Prefiero llamarlo, el rincón de la imaginación, estudio es muy serio, a demás a los niños les gusta mas, y les hace sentirse mas cómodos.

-¿También fotografías niños?- A Víctor le hizo gracia la extraña mueca de la señorita que se paseaba, con ojos estudiosos por su rinconcito.

-Claro,- respondió con total naturalidad.- A ellos también les gusta hacerse fotos, y guardar recuerdos de su primera comunión, su bautizo, de su sonrisa con sus primeros dientes.

-Oh claro, disculpa.- Notó como el fuego de la vergüenza sonrojaba sus mejillas.- Pensé que,,, tu,,, bueno, tu comentario sobre chicas y,,,,

-Tranquila- dijo riendo abiertamente,-¿Te apetece un café?

-Si, por favor.

Tras unos minutos, le tendió una taza de café, y la invito a sentarse. Le comento su idea.

-La moda, esta vendiendo la delgadez en extremo, como algo natural, sin darse cuenta que muchas jóvenes, están enfermando por tener el tipito de la chica que protagoniza tal película, o de la que ha salido en tal portada, ven a las modelos, con esas ropas, y luego cuando  van a la tienda y se prueban la misma camiseta, los mismos vaqueros que lucía tal modelo, pero claro, su talla es algo mas grande y ya no les gusta de la misma manera. Se encierran en sus cuartos a matarse haciendo ejercicio, a no comer, a pasar semanas alimentándose con tan solo una manzana al día, o en algunos casos una manzana para dos días.

El fotógrafo, siguió hablando largo rato, mientras Natalia veía, como hacia de ese tema, algo personal, lo veía totalmente convencido de que muchas de las chicas que sufrían esa enfermedad habían sido victimas de las falsas modelos, ya que las revistas están repletas de retocados de fotoshops.

-Bueno, perdona, nunca suelo, involucrarme tanto.- Intentó evadir la mirada de su invitada. –Esa es mi idea, quiero sacarte fotos, porque eres natural. No sé si llegare a algún sitio con esta idea, no soy famoso, no me conoce nadie importante, pero quiero hacerme hueco, y al mismo tiempo ser fiel y leal a mi mismo y a lo que me gusta, que es la naturalidad de todo, de las personas tal y como son, de los campos coloreados en primavera y de los árboles desnudos en invierno.

Un silencio invadió la sala.

―Si quieres- rompió el frio momento. – Puedo sacarte unas fotos ahora.

―¿Ahora?- la pilló un poco de improvisto  y no sabia bien como reaccionar

―Claro, anda ven, ponte aquí, en el ventanal.

Natalia se coloco en el lugar donde el le dijo, sin saber bien como colocarse, algo perdida, pero el se acerco, y sonriendo se sentó en el alfeizar de la ventana.

―Relájate, no voy a morderte ni a pedirte nada que no quieras hacer. Veras como no es difícil, piensa en algo que realmente te apasione e imagina que esta allí abajo, que tu lo estas viendo desde aquí. Tan simple como eso.

Natalia intento relajarse, pensar en algo que le apasionara, pero le costaba concentrarse, sabiendo que la mirada de aquel extraño se clavaba tras ella.

―Espera- dijo el- abajo tengo mi cámara preferida, soy algo maniático- sonrió- voy por ella, no tardo, así tendrás un par de minutos para relajarte.

―Vale.- Respondió ella, suspirando. Casi se podía palpar su nerviosismo, cosa que le parecía absurda, estaba allí porque ella misma había querido, nadie le obligaba a ello. Podía coger su abrigo y largarse sin más, pero algo le decía que se quedara, esa intuición a la que siempre escuchaba, y que no siempre le aconsejaba bien.

Al mirar aquellos campos, recordó los largos paseos en las tardes de verano con su abuelo, saltando piedras, rodeando encinas y alcornoques.

Clic, clic, clic! Lo vio disparar la cámara, no lo había escuchado volver, el sonrío al tiempo que le guiño un ojo, Natalia le devolvió la sonrisa al tiempo que una añorada lagrima resbalo por su mejilla.

―No te escuche entrar. Dijo mientras secaba con sus dedos el camino de sal.

― Tranquila no pasa nada, ¿Pensabas en algo triste?

― No, me acorde de mi infancia. Bueno, veamos, ¿Qué tipo de fotos son las que quieres?

―No voy a andarme con rodeos. Quiero fotos ligeras de ropa, no quiero desnudos, no te asustes, solo, ropa de baño o de verano. Quiero que tus curvas se dejen acariciar por la luz de mi flash. Detrás de ese biombo tienes varias prendas, ve a mirarlas y después, puedes decidir si seguir adelante o no. También he de decirte que igual estas fotos jamás logran su misión, quizás se queden en mi enorme baúl de sueños frustrados.

Pantalones cortos, corpiños, palabras de honor,  bikinis, vestidos de finas telas.

―¿Puedo elegir yo misma lo que ponerme, o tengo que seguir unos modelos marcados?- dijo tras el biombo, alzando un poco la voz.

―Claro Natalia, como tú lo veas mejor, quiero que te sientas cómoda. Te dije que no te obligaría a nada, ¡sorpréndeme!

Tras unos minutos salió con un vestido de tirantas, de generoso escote que realzaba sus redondeados pechos, acabado en fina puntilla, llegaba hasta la mitad de sus muslos, en un color blanco marfil, el cual quedaba precioso con su piel color canela. En la mano llevaba unas finas sandalias del mismo color.

―Muy buena elección, me gusta, estas muy guapa. Mira ponte allí, delante de la tela gris, luego te pondré un fondo que te gustara, en una bonita playa, te vendrá genial.

Ella obedeció, y nada mas llegar al lugar marcado, empezó a calzarse.

―No! No lo hagas. Me gusta que hayas salido descalza, es algo natural, y con un toque salvaje, déjalas un momento en tu mano.

Víctor encendió un enorme ventilador, lo puso a potencia más bien baja, quería crear una brisa suave que meciera el cabello de Natalia.

―Vale, vamos a imaginar que estas paseando por una preciosa playa. Como he podido comprobar que eres curiosa y detallista, quiero que uses eso, que mires curiosa las olas, que lo estudies todo, que te sorprendas cuando imagines ver algo que te pueda sorprender. Vamos a jugar a imaginar.

Natalia, se sonrojo un poco, sabia perfectamente porque había dicho que sabia que era curiosa y detallista, ella había estudiado su casa y sus gestos detenidamente, pero sin darse cuenta que el también lo había hecho con ella.

Sentía el aire en su cara, que removía juguetón el vestido y decidida, se sumergió en un juego de fantasías.

Caminaba, tranquila, por una playa de fina arena, de aguas cristalinas, a lo lejos, un lujoso yate, descubría unos excitantes cuerpos masculinos, bien torneados, de carnes morenas, que le saludaban con la mano.

―Perdona- dijo algo sonrojada,

―¿Perdonarte? ¿acaso has hecho algo malo?, yo creo que lo estas haciendo genial, no sé que estas imaginando, ya que hace rato has dejado de escucharme, pero me gusta, sigue por favor.

Pero Natalia no podía seguir, sentía un deseo extraño, un calor por dentro que casi la quemaba, y no lo entendía.

¿Qué me esta pasando?, pensó, y miro al fotógrafo, extrañada de que la sonrisa de este, provocara extrañas emociones.

―Lo siento- dijo, mientras se dirigía al biombo para ponerse su ropa. – Esto no ha sido buena idea, yo no valgo para esto.

―¿Qué te pasa?

―Nada, es mejor que me marche.

Víctor se sentó en una de las banquetas que usaba para sus reportajes, una especie de columna griega, esperando a que ella saliera para acompañarla a la puerta.

Bajando los dos pisos de escaleras Natalia no dejaba de repetir que lo sentía mucho, y el no dejaba de intentar quitarle importancia, a decir verdad, ni siquiera pensó que ella accedería a ir hasta su casa, la casa de un desconocido. Le sorprendió al igual que ahora le apenaba en cierta manera que ella se fuera así, sin más, le había caído bien.

Al abrir la puerta, Natalia se sorprendió al ver que ya había oscurecido bastante y miro su reloj.

―¿Las once de la noche? He llegado sobre las ocho y media de la tarde ¿Cómo es posible?

―Un mago no soy, aun no se jugar con el tiempo, creo que estabas cómoda y no has notado como este se escurría.

Le miro con una expresión medio rabiosa medio de temor.

―No te he retenido aquí, lo sabes.- dijo él, a modo de defensa, notando como ella volvía a enrojecer.

―Lo sé, perdona no pretendía…

―Te vuelvo a repetir que no tengo nada que perdonarte. ¿Tenias algo pendiente a lo que llegas tarde?

―No, no tenia nada pendiente ni a nadie esperándome, es solo que… - agacho la cabeza y casi susurrando dijo – Me da muchísimo miedo conducir de noche.

Víctor no pudo evitar mirarla con una especie de ternura, el tenia unos cinco años más que ella, pero también prefería conducir a la luz del día.

―Podemos buscarte un hotel, si no tardamos mucho, quizás aun nos reciban y tengas suerte.

―¿Un hotel?, no, no gracias, me voy a casa, tardare mas, pero me iré.- Dejo a un lado la timidez absurda y volvió a ser la chica de siempre, la loca curiosa, pero coherente.- No tengo mucho dinero la verdad, y lo poco que tengo es para pagar el alquiler del piso y poder seguir con mi carrera.

―¿Qué estudias?- Intentaba calmarla un poco.

―Turismo.

―Humm, bonita elección, bueno a mi me sobran un par de cuartos libres, por mi no hay problema.

-Vale Natalia, sopesa los pros y los contras- pensó para si- estas en casa de un completo desconocido el cual a través de una red social te ha propuesto hacerte una sesión de fotos, la cual ha sido un desastre. – En ese momento el móvil interrumpió sus cavilaciones, lo cogió y respiro aliviada al ver el nombre reflejado en la pantalla. Rio_Piedra.

- Hola guapísimo- Respondió, y se alejo un poco del fotógrafo, sabia que podía confiar en su ciber-amigo y empezó a contarle lo acontecido.

Víctor la observaba, la notaba nerviosa, a lo cual pensó que era lo mas normal del mundo, pero le resultaba gracioso los aspavientos que hacia, como si la persona al otro lado del teléfono pudiera verla. Al cabo de unos minutos, volvió.

― Vale, acepto tu invitación, pero solo con una condición.

―Aja- Respondió el fotógrafo a la espera.

―Me dejaras devolverte el favor ya sea económicamente, o invitándote un día a comer o lo que sea.

―Perfecto, somos casi vecinos y no conozco tu ciudad.

Pasado el momento de nervios y asignada la habitación en la que dormiría, Natalia se sentía más cómoda. Y en la cena se soltó hablando de todo, de las cosas que le inquietaban, de su mundo en su sala de ciber, de su carrera, de la pesada de su compañera de piso, la cual decía que nadie la quería, que los tíos solo la usaban, mientras era ella, la que acudía fin de semana si, fin de semana también con un chico distinto al piso, Natalia, incluso, se había acostumbrado a desayunar con desconocidos las mañanas de domingos.

Esta ultima anécdota, provoco carcajadas en Víctor, el cual la escuchaba muy atento.

El retiró la mesa y la invito a tomar café, té o lo que le apeteciera. Se acomodaron en una pequeña salita, donde la chimenea eléctrica simulaba una hoguera que parecía totalmente real.

―Mira- dijo el, sentándose muy cerca de Natalia y tendiéndole uno de los álbumes- estos son algunos de mis trabajos.

Ella lo abrió con cuidado y sonrió tiernamente.

―¡Son bebes!- dijo sorprendida.

―Sí, ya te dije que fotografió todo lo que se me pone por delante y he de decir que los bebes son los mas exigentes y complicados.

Bebes en cestitas, vestidos de flores, de gala, de antaño, con diversos y coloridos fondos. Embarazadas luciendo con orgullo sus preciosas barrigas.

Fue viendo uno por uno aquellos rostros, los trabajos eran muy distintos unos de otros, había paisajes, retratos, sombras y según iba pasando las páginas sintió deseos de tener su propio libro de fotos, uno distinto, uno que el enseñara con orgullo, diciendo algo como: “Este es mi mejor trabajo” o “Esto es algo muy especial”. Cerró el álbum de fiestas populares que estaba viendo en ese momento, se puso de rodillas en el sofá, frente a el.

―Quiero uno- le dijo segura de si misma

―¿Un que?

―Un libro de estos- sus ojos parecían los de una niña ilusionada.

El rio entre sorprendido y feliz – Un bock, se llama bock.

―Vale un bock, pero… me gusta esta salita, es acogedora y… no sé  me gusta, ¿Puede ser aquí?

―Por mi no hay problema, ¿Mañana?

―¿No puede ser ahora?- Repuso ella.

―¿Ahora?

―Si- Natalia regalaba una sonrisa medio nerviosa medio provocativa a lo cual Víctor no pudo resistirse.

―Vale, subo a por las cámaras no tardo- Salió de la salita pero no tardo en volver – arriba tengo ropa, ya sabes, ¿Quieres echar un vistazo?

Ambos subieron, Natalia estaba impresionada, antes solo había visto los trajes que el tenia preparados, pero ahora estaba viendo mil cosas, trajes de época, enormes pamelas, finos paños de seda, ropa sport, disfraces… había de todo.

―Podrías poner un mercadillo- dijo mientras tenia la cabeza metida en un baúl- Te habrá costado un dineral.

―No, algunas cosas me las regalan, otras las compro en mercadillos o en subastas y sitios así, mira, ves este.

―Es precioso, ¿Lo compraste en un mercadillo?

―No- dijo Víctor mientras sostenía un lujoso vestido de novia – me lo regalo una amiga. Estaba guapísima el día de su boda, dos años después, el día de su aniversario murió su marido en un accidente de tráfico.

―Valla que triste

―Si, el volvía de pasar un fin de semana en un hotel de Zaragoza con su amante. Fallecieron los dos.

Natalia se quedo sin saber que decir, pero fue el quien tomo la iniciativa.

―Bueno ¿Empezamos?

―Si, venga.- Ella podía notar cierta tristeza en la mirada de el, pero hacia mucho que no vivía algo así y no lo iba a estropear, se pasaba los días entre torres de libro en la biblioteca para aprobar la carrera- Baja tu primero, a ver si puedo sorprenderte.

Víctor la esperaba colocando trípodes, jarrones, telas,,, para dar a la salita un toque personal, cuando ella entro, se quedo serio, no sabia que decir cuando la vio, cabizbaja, vestida de monja, con un rosario entre sus manos juntas. Ella lo miro, le sonrió y le giño un ojo.

Clic, clic, clic,

―Espera- dijo ella, y rápidamente se deshizo del habito luciendo una corta falda vaquera de camuflaje con una ceñida camisa color caqui de tirantas y generoso escote, se soltó el pelo y volvió a sonreírle- El cielo y el infierno- dijo  mientras volvía a posar.

Entraba, salía, se ponía un traje y otro, sorprendiendo al fotógrafo con cada entrada, y con su energía, antes de la cena se sentía asustada y ahora radiaba excitación. Tardaba un poco mas y Víctor estaba ansioso por ver con que podía sorprenderlo ahora, y lo hizo, cuando entro luciendo un corpiño blanco que se ceñía a su piel canela, dejando imaginar unos generosos pechos de tez suave, en la cintura llevaba un pareo fino y negro con el que podía divisar la braguita que llevaba, y que estaba seguro que no era de su colección de lencería. Caminaba segura sobre aquellos tacones que desafiaban la gravedad, con unas medias de red que subían hasta la parte de sus muslos que el pareo dejaba ver. No se habría atrevido a pedirle que posara de esa manera.

Natalia se tumbo en el sifonier, esta vez, se sentía torpe y nerviosa, no sabia que postura adoptar.

―Natalia, haz lo que sientas, déjate llevar, no intentes imitar las posturas de las modelos de las revistas.

―Víctor- su voz apenas era un susurro

―Dime.

―¿De verdad puedo hacer lo que siento?

―Si, no quiero que te sientas presionada, ni incomoda.

―No lo estoy- Dejo caer sus brazos, se descalzo y camino hacía él contoneando sus caderas y tirando al suelo el pareo.

Los separaba una corta distancia que a ella se le hizo eterna y en la que tuvo que acallar mil veces a su contestona conciencia que la condenaba una y mil veces, que intentaba asustarla, pero le fue en vano. Se paró a unos centímetros de la boca de él, el corazón le latía fuerte, y el calor comenzaba a inundar su cuerpo. Él aun sostenía la cámara en las manos, aun no se podía creer lo que estaba sucediendo.

Natalia le quito la cámara y lentamente la puso en el suelo, paso su dedo por las facciones de él, desde la frente a los ojos, a la nariz, recreándose en sus labios. Lo miró coqueta, se aupó sobre la punta de los dedos de los pies y lo besó, despacio, sin prisa, un beso suave, un roce de labios.

Al separarse pudo comprobar como Víctor aun tenia los ojos cerrados, gesto que le hizo sonreír, y vio como los abría lentamente mientras una débil sonrisa se perfilaba en sus labios de caramelo.

Se quedaron así unos minutos, desafiándose con la mirada, sonriendo, hasta que él la agarro por la cintura la beso de nuevo y sin despegar los labios la condujo hasta el sifonier. La tumbo, volvió a pegar los labios a su boca, despacio, introdujo su lengua en busca de la de ella para fundirse en un alocado baile dentro de las bocas, enredándose, lamiéndose la una a la otra. El miedo se había esfumado en ambos y Víctor acaricio el cuello de su atrevida modelo, hasta bajar a los abultados pechos oprimidos por el corsé, desvió la mirada para encontrarse con unos ojos llenos de pasión, puso la mano justo en el lacito y el cuerpo de ella le dio a entender que estaba deseando que la liberara de la prenda para sentir sus labios por toda su piel, pero el divertido negó y siguió el camino de besos hasta llegar ha su ombligo, bajando a un mas hasta su escaso pubis.

Natalia respiraba ya agitadamente, como si su corazón estuviera desbocado, precedía lo que sucedería en unos minutos y la espera la volvía loca.

Víctor puso su boca en el sexo de ella, aun cautivo por las braguitas, y exhalo su aliento caliente, que ella sintió como bendición, con los dientes mordisqueo suavemente la prenda que luego juguetonamente bajo, haciéndola resbalar por sus muslos hasta tirarlas por fin al suelo.

Volvió a su postura, abrió el sexo que tenia ante el, soplo, y lentamente lamio el clítoris que latía ante sus ojos. Fue un lametón intenso, pero muy breve, y las caderas de Natalia le dieron a entender que quería más, y así lo hizo, volvió a pasar su lengua ahora mas fuertemente, hasta la entrada de su vagina, en la cual penetro y se movió.

Mientras se degustaba entre los sabores femeninos, ella le caracoleaba el pelo y en algunos momentos en que elevaba sus caderas, ejercía una leve presión en su cabeza, era como si quisiera meterlo todo entero dentro de ella.

Lametones, caricias, penetraciones de dedos y lengua fue lo que llevaron a Natalia a un orgasmo desconocido hasta entonces, siempre había fingido sus órganos orales.

Respiraba agitadamente, intentando reponerse, cuando el se puso en pie y la vio, la dejo descansar unos minutos mientras el se entretenía en quitar el corsé, levantándola despacio para poder deshacerse de la prenda. Se separo un momento y la observo, su mente de fotógrafo trabaja rápido, viendo la luz, las sombras, los pliegues, quería tatuar esa imagen, rápidamente cogió su cámara.

Clic clic clic.

―Sera un bonito recuerdo solo para ambos- le susurro mientras se tumbaba sobre ella, con su pene erecto, rozándolo con el coñito de ella, paciente, esperando entre besos y caricias a que ella estuviera dispuesta de nuevo.

Lo cual no se hizo esperar y pronto pudo notar el calor y la humedad que ella volvía a regalarle.

Entrelazaron sus manos, la primera penetración fue lenta, casi dulce, pero las siguientes embestidas fueron más duras, más pasionales.

Natalia sentía el delicioso aroma de los cabellos del fotógrafo mientras este, sin dejar de metérsela, le lamia y le mordisqueaba los pezones, cuando no tenia su lengua en su boca, pegada a la suya en un baile de locura.

Para sorpresa de ella misma, cuando el le dijo que estaba apunto, que iba a estallar, en movimientos rápidos, logro deshacerse de el, y se vio arrodillada, con el pene de Víctor entre los labios, se sintió torpe por unos segundos, solo lo había hecho una vez y no le gusto demasiado, pero esta vez se sentía cómoda, sin presiones, podía hacer lo que sintiera él se lo había dicho.

Su lengua comenzó a dibujar círculos en la punta del pene, su mano lo acariciaba arriba y abajo, mientras que la otra jugueteaba con los testículos, recordó que su compañera de piso le dijo un día que a los chicos les encanta que les lamieran los huevos, y fue lo que hizo, primero los lamio, los suaves y depilados testículos, luego los introdujo en su boca, mirando atenta la reacción de él que en ningún momento fue de disgusto. Volvió a subir, lamiéndole todo el pene, y a meterlo en su boca, esta vez de una manera más decidida, sus labios se abrieron más y le sorprendió la capacidad de su propia boca, lo tenía casi entero. Sin dejar de mover la lengua metió y saco la polla del fotógrafo en su boca, hasta que este le aviso, y rápidamente la metió entre sus pechos frotándolos hasta que Víctor vacio su semen sobre ellos, y calló sobre el pequeño sofá. Ella corrió a tumbarse a su lado y descansar juntos, mientras le acariciaba el pecho.

Tras unos minutos de eterna paz, Víctor se levanto y volvió con un cigarro para ambos, que fumaron sentados entre risas cómplices.

La madrugada voló y la luz del día los sorprendió dormidos en la alfombra entre mantas.

Natalia se sentía extraña, otra persona, había conseguido hacer una locura para ella imposible, y aun estaba allí.

Víctor se levanto, besándole los parpados, y preparó el desayuno mientras Natalia se duchaba y se preparaba.

Comieron despacio, sin prisas, mientras ella, con una velocidad imposible, le contaba como se sentía, como le gustaba la sensación que tenía en el cuerpo y que en ningún momento se había sentido obligada o violenta.

―Quédate a comer si quieres Natalia, no hace falta que salgas tan aprisa.

―No, debería estar estudiando, dentro de unos días tengo un examen importante.

Sin darse cuenta Víctor dejo asomar un trocito de tristeza en sus ojos.

―Pero- siguió ella,- después del examen estaré libre unos días y tú me debes una visita, conozco rincones en los que creo que harías bonitas fotos- concluyo mientras cogía su abrigo, su bolso y caminaba hasta la puerta.

Se despidieron sin más que con un par de besos en la mejilla y una mirada cómplice.

Amazona_: muassssssssssssssssss hola

Rio_Piedra: vaya sorpresa! La desaparecida, que tal fue?

Amazona_: pase la noche allí

Rio_Piedra: si?  Y que tal ¿?

Amazona_: simplemente genial

Rio_Piedra: me alegro.

Pasaron los días y Víctor apenas daba señales de vida, hasta que una mañana la llamo por teléfono.

―Estoy en tu ciudad, te traigo un regalo, ¿nos vemos en el parque a las 9.30?

Y allí lo vio, con un paquetito bajo el brazo, esperándola.

Hablaron largo y tendido, ella le reprocho en cierto modo sus escasos mensajes entonces el le tendió el paquete.

―He estado haciendo esto.

Natalia lo abrió con la intriga de una niña, y al verlo quedo encantada. Eran sus fotos, en las que había posado, y en las que no, cuando estando distraída el pudo captarla.

Vio la de la ventana, mientras recordaba a su abuelo y se emociono, la de su imaginario paseo por la playa de ensueño, después rieron con las siguientes, las comentaron todas incluso en un instante las mejillas de Natalia se sonrojaron. Al final había un sobre, donde estaban las que le sacó en el sifonier después de su orgasmo y una nota en la que le daba las gracias por aquella noche.

Para ese loco fotógrafo que me cuida durante eternas noches, en las que siempre se pasa para arroparme y echarme un ojo, muchos besos de tu Favo.

(8,60)