Nuevos relatos publicados: 7

Tarde picante con el ayudante del plomero

  • 5
  • 21.885
  • 9,50 (16 Val.)
  • 3

Hace unos meses empecé a notar una fuga en mi ducha, por lo cual me dispuse a llamar un plomero para realizar la reparación, no fuera a ser que la factura a fin de mes me diera una no-grata sorpresa.

Cuando llamé a un fontanero que se anunciaba en una página de internet, me pareció que sería joven y atractivo; pero cuando llegó a mi casa me llevé la decepción de mi vida: era nada nada atractivo; pero de repente me dijo: "traje ayuda, para poder terminar rápido porque tengo otro compromiso", y ahí tenía a un joven de unos 18 o 19 años, no más, y sumamente atractivo, con cuerpo musculado a base de trabajos pesados.

Iniciaron las reparaciones, pero a los 20 minutos se percató el fontanero de que le faltaban unas piezas para dejar terminada la nueva ducha, y fue a buscarlas a una ferretería cercana. Ni lento ni perezoso aproveché el tiempo que él estaría fuera para comenzar a hipnotizar a mi presa: "hey, estás bien chavo y ya le hayás bastante al trabajo", "sí, aunque chavito tampoco soy, tengo ya 19", me dijo. "Lo bueno es que a tu edad, no se tienen todavía responsabilidades grandes, más que salir con la novia y tener para eso", le dije yo. "Sí, aunque yo ayudo con algo en la casa", me contestó. "¿Tendrá agua helada que me regale?", "claro, ya te la traigo". Cuando le llevé el vaso con agua, me preguntó si no me incomodaba que se cambiara camisa por una más fresca, "en lo absoluto" le respondí. Después de decirle eso, se quitó la camiseta mostrándome unos músculos muy muy llamativos, y se puso una camiseta sin mangas; me estaba dando un taco de ojo delicioso. Él siguió trabajando, pero de vez en cuando se frotaba la entrepierna.

Tocaron la puerta, y era el inoportuno jefe del chamaco que estaba haciendo que mojara mi boxer de la calentura; le abrí y entró, pero me dijo que lo disculpara y que si podía dejar a su ayudante terminando la reparación. "¡Claro que no hay problema! Si usted lo emplea como ayudante, debe ser buenísimo en lo que hace", contesté. A los dos minutos ya estábamos completamente solos. Abruptamente (o habrá sido intencional por parte de él), la ducha lanzó un fuerte chorro de agua que lo mojó bastante, razón por la cual se transparentaba todos sus músculos en la camiseta sin mangas. Le dije "te vas a enfermar por estar todo mojado, si querés te quitás la ropa y te la pongo frente al ventilador, a secar"; él accedió y se quedó en calzoncillos (para colmo no usaba boxer, sino una especie de “tanga”). El chero siguió trabajando y a los 15 minutos ya había terminado; pero su ropa aún estaba mojada. Le propuse tomarse un café y prestarle una calzoneta mía, pero me dijo que si a mí no me incomodaba, prefería estar así, total estaba haciendo mucho calor. Yo me propuse lanzarme, y cuando nos estábamos tomando el café, vi que el pene le creía dentro del canzoncillo, y él se lo acomodaba continuamente. Le dije: “le va bien a tu novia, se ve que tenés buen armamento”, “¿querés verlo?”, “si vos me lo permitís, me gustaría echar una mirada”, y al momento se quedó con el calzoncillo a las rodillas, se abrió de piernas en el sofá y me hizo señal con su mano para acercarme. “¿Puedo probar?”, le pregunté, “claro, al cliente lo que nos pida”, y comencé a darle una mamada; cuando creció debía medir unos 18 cm de largo y de ancho era bastante normal.

Después de unos cinco minutos me dijo: “te la puedo meter?”; de bruto le iba decir que no... “claro, un buen fontanero como vos, debe hacer buenos sondeos de tubería anal”, le dije. Fui por una crema a mi dormitorio y le di un condón, al momento se lo colocó y comenzó a empujar. Más vale que de grosor era bastante normal, porque me dolió lo básico, y al rato ya estaba dándome con todas las fuerzas juveniles que el chamaco tiene. “¡Qué socadito estás!”, me decía al oído; “dale, por esta tarde soy tu puta, gozame”, le contesté yo. Así lo hizo, me puso en cuatro patas y me daba con toda la fuerza, yo tenía que agarrarme fuerte del sillón para no caerme. No sé cuánto tiempo fue, pero calculo unos veinte minutos, y me avisó “¡me vengo!”, “dale, preñame”, le dije, y comencé a sentir el calorcito del esperma dentro del condón. Él tuvo la delicadeza de seguir adentro mío y masturbarme para que yo acabara.

Ya después de vestirnos, le pagué por la reparación y le dí una propina extra. Me dio su número directo, para que cuando tuviera necesidad, ya sea de un plomero o de un amante, le llamara directamente a él.

Le llamé para un par de encuentros más; pero después me enteré de que se había ido para Estados Unidos, a trabajar allá. Así que de pronto me encuentro sin plomero a quien llamar. ¿Tienen ustedes conocimiento de algún plomero guapo y efectivo, que viva en El Salvador? Pásenmelo, por favor.

(9,50)