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Nota: A que no te atreves.

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Capitulo 5

 

Carlos:

Mi despertador sonó, eran las 9 de la mañana, aún estaba cansado, pero tenía que levantarme, me senté en la cama y recordé que Eduardo había dormido en el sofá, anoche estaba algo borracho como para irse, podía partirse la cara si pisaba mal al bajar las escaleras, lo mejor era que no anduviera moviéndose en ese estado.

-Buenos días Carlitos –Eduardo ya estaba despierto, desde la punta de los pies hasta la cintura estaba cubierto con unas sábanas, desde la cintura hacia arriba completamente desnudo.

-Buenos Días –Bostecé- No pensé que eras de las personas que madruga –Lo mire-

-No, no lo soy –Rascaba su axila, la cual tenía vellos, al igual que su pecho-

-Gracias de nuevo –Recordando el par de zapatillas que me había regalado anoche-

-No empieces, te estoy regalando lo que me sobra, si las necesitara no lo hiciera –Miraba el techo-

-Como sea, gracias –Estornudé-

Me levanté a prepararme un café, también prepare uno para Eduardo, era lo mínimo que podía hacer por el regalo que me había hecho, y por qué ese día era mi visitante, a decir verdad, la segunda persona que mi visitaba, la primera fue el maestro Alberto. Le llevé su café, me senté sobre mis piernas en la litera, el sofá estaba frente a esta así que podríamos mantener una conversación por lo menos de algunos minutos.

-¿No fue difícil para ti desprenderte de tu vida para venir a esta Universidad? –Me cuestionaba Alberto, dando un pequeño sorbo a su café y dejando la taza en la pequeña mesa central mientras seguía acostado-

-No lo creo, solo me dolió dejar a mi madre, pero parece que a ella no le importo mucho –No quería mencionar el tema, pero por alguno motivo lo hice, por suerte Eduardo pareció no escuchar lo que dije, me cubrí mientras sorbía mi café-

-¿Y tu novia? –Tenía que preguntar por eso, tenía que salir la platica-

-No he tenido novia –No quería hablar del tema así que de nuevo bebía mi café-

-Carlitos, pero eso está un poquitín raro –Acabado de decir eso comenzó a rascarse los vellos que estaban cerca de su ombligo-

-No, es solo que siempre me dediqué a la escuela y el año que no estudié me la pasaba postulando para becas –Bajé la taza y la puse entre mis piernas-

-Pues yo tampoco he tenido novia, pero he estado con docenas de mujeres, o me negaras que nunca has estado con esas hermosas criaturas –Me miraba fijo, pude notar que su mano cada vez bajaba más, ya no estaba sobre su ombligo, ahora está ligeramente metida entre la sabana-.

-…… No…. Aun no –Me rascaba la nuca, odiaba eso, siempre lo hacía cuando estaba nervioso-

-No juegues, pues no sabes de lo que te has perdido –Bromeó, y su maldita mano estaba completamente metida bajo la sabana, por encima de esta se notaba los leves movimientos que él estaba haciendo-

La plática no siguió, tomé mi taza de café y me dediqué a escudarme tras ella, evitar a toda costa mirar como su mano se perdía entre la tela de aquella sabana, pero mi curiosidad me ganó, era imposible no mirar, aunque sea de reojo, eso captaba mi atención. Levanté la mirada, él me estaba mirando fijamente, directamente a mí, me había descubierto y esto me hizo ponerme colorado, pararme torpemente de la cama y poner mi taza en el lava trastos.

-Creo que me voy Carlitos –Se quitó la sabana de encima y se quedó en pantalones, pero éste estaba desabotonado y el muy sin vergüenza así andaba.

-Q-que te v-vaya bien –Dije como tonto-

En el momento que se marchó cerré la puerta, por fin, podía respirar un poco, dulce y calmada soledad, podía respirar tranquilo, podía pensar las cosas, podía aventarme en el sofá y ser yo mismo, sin nadie a mi alrededor, solo pensar, pensar en todo lo que me viene.

………………………

Eduardo:

Parece que todo iba bien, o por lo menos así lo pensaba, pero tendré que hacer un mayor esfuerzo de ahora en adelante, ese muchacho es muy tímido, y aun no me queda clara la duda de si es gay o no, necesito saberlo, me ha dicho que no tiene novia, que no ha tenido relaciones con chicas, pero eso no lo hace para nada raro, he conocido muchos chicos que les pasa de igual manera.

Independientemente de todo, la sensación que me hizo sentir cuando me abrazo al darle el regalo, no sé, fue algo escalofriante, algo totalmente raro, me esperaba algo así de su parte, es chico es muy cariñoso y todo eso, pero no me esperaba que me hiciera sentir tan sentimental, mariconadas, cosas que a mí no te importan.

Después de ver como reaccionaba y no despegaba su mirada mientras yo me tocaba me hizo percatarme de una cosa, no sabe disimular para nada, su mirada estaba fija en lo que yo hacía, ni siquiera se dio cuenta que lo estaba mirando, pensando de tal vez aquella taza con un conejito pintado lo cubría perfectamente, pero se equivocaba, para ser tan inteligente creo que a veces, si no es que siempre, le llegan uno que otro aire de tontera.

……………………………………….

Como toda la vida, dormí como perezoso todo el día, nada más llegue a mi cuarto y caí rendido, cosa que no me explicaba, ¿Cómo podía cansarme no hacer absolutamente nada?, era algo que nunca voy a entender. Como sea, tenía un poco desatendido a mi nuevo amiguito, así que para hacer algo productivo y conocerlo un poco más, lo invitaré a correr, saldremos al campo trasero de la escuela, y haré algo de ejercicio, buena ocasión para que se estrene sus nuevos deportivos.

Me vestí lo más ligero posible y salí en su búsqueda, eran las 10 de la mañana, el sol estaba perfectamente, y en unos minutos me encontraba frente a su puerta, tocando, pero nadie respondía, vaya que chaval, era 26 de diciembre, no había siquiera bebido ni media botella de cerveza, no podía estar dormido.

-Hola –Dijo después de abrir la puerta-

-Nos vamos a correr –Trotaba en mi lugar-

-Es muy temprano, además estoy limpiando mi habitación –Se notaba que no tenía ganas de salir-

-Vamos, eso puede esperar, además, podrás usar tu nuevas zapatillas, las que te regalé

Solo bastaron unos minutos para que se preparara, llevaba una ropa que parecía sacada de una tienda de subasta, o peor aún, pero no hice ningún comentario, no quería ser sangrón. Llegamos al patio y dimos la vuelta a la parte trasera, me gustaban como le quedaban las zapatillas deportivas, aunque su color verde vomito no me agradaba, en él se miraban bien, había llegado al campo, había estado ahí varias veces, aunque no me gustaba el futbol americano, era donde lo practicaban y muchas chicas hermosas eran animadoras.

Empezamos a correr, yo lo hacía a un ritmo rápido, pero Carlos, Carlos parecía tortuga, si no es que peor, trotaba un poco y se cansaba, parándose rápidamente a tomar aire y descansar, a regañones y uno que otro leve insulto hacia que siguiera y que no bajara el ritmo.

-¡No seas nena! ¡Corre! –Salía de mi boca ordenando a Carlos, el cual debido al cansancio y al sol tenía sus mejillas muy rojas-

-¡Ya! ¡Ya! –Respiraba entrecortado- ¡Ya no puedo! Necesito descansar –Se sentó en una de las bancas que estaban en la orilla y recuperaba el aliento-

-A ver niño –Me dirigía hacia donde estaba- Mírate, necesitas el ejercicio –Reclamé-

-Eso es mentira –Me miró molesto- Tú quieres matarme

-¿Quieres tener éste cuerpo? –Le mostré mi abdomen y mis brazos-

-No, ¿eso para que me sirve? –Estaba molesto y no me regresaba a ver, niño caprichoso-

Camine rodeándolo, el me miró de reojo pero no me hizo caso, debería mostrarle para que servía tener un cuerpo así, lo tome de la espalda, me gustaba apretarlo contra mi pecho, así que lo hice. Incruste mi brazo en su pecho, estaba completamente sometido, y por alguna razón me encantaba sentirlo de esa manera.

-Para esto sirven los músculos –Apreté mis dientes- Para someter a debiluchos como tu Carlitos –Empecé a respirar en su oreja, mi respiración era cálida, esto debido a que estaba corriendo-

-E-Eduardo… -Dijo en tono nervioso-

-¿Eduardo qué? –Suavicé mi tono- ¿Quieres que te suelte? Entonces solo tienes que pedírmelo –Amablemente le dije-

-Eduardo, por favor, suéltame –Su voz era clara-

-Si mi Carlitos, pero primero… -Y saque el inhalador de su bolsa- Primero trata de quitarme esto-

Me pare rápidamente, el me miro furioso y corrió tras mío, yo no corría rápido porque sabía que estaba enfermo y por lo que había escuchado la enfermedad era grave, así que solo la hacía muecas para que se enfadara aún más.

-Eres muy lento –Soltaba una risa burlona-

-Devuélveme mi inhalador –Me gritaba-

-No, tienes que quitármelo niño –Hacia un movimiento con su inhalador en las manos tratando de jugar un poco y riendo-

-Ya –Carlos también reía- Dámelo, estoy cansado, eres malo –No paraba de reír-

-No soy malo –Traté de controlar la risa-

-A que si –Y eso fue suficiente para matarme de la risa- ¡No te rías! –Dijo en tono serio-

-¿Qué fue lo que dijiste? –No podía aguantar la risa, estaba prácticamente que moría, era la primera vez que escuchaba que alguien se expresaba de esa manera-

-No puedo evitarlo –Sonrió apenado y aprovecho para quitarme el inhalador-

-Eso es trampa –Le dije indignado y tratando de no reír-

-No, no es trampa –Bajo su tono de voz-

-¡A que sí! –Remarque mis palabras y la risa salió a montones, no podía parar de reír, parecía un loco-

-No es gracioso Eduardo –Me miro algo desanimado y ahora si me estaba tratando de controlar-

-Bueno, bueno –Controlé mis últimas risas- Esta bien, no más burlas –Suspiré cansado- ¿Seguimos corriendo? –Levanté una ceja-

-No, ya está el sol muy caliente y necesito arreglar mi habitación

-Tienes razón –Lo miré- Sera mejor que entremos y nos demos una ducha-

………………………………

A lo largo de la semana, nada importante, ese chaval sí que era un necio y muy tímido, no es por exagerar pero le costaba mucho soltarse. Que todos estos días me le he andado insinuando y lo único que puedo lograr ese añadir ese tono rojo a sus mejillas, nada más. Me estaba desesperando, al paso que iba jamás me lograría mover a su habitación.

Subí hasta la planta alta, toqué su puerta, tal vez era temprano y por eso no me respondía, así que insistí, escuché la televisión y como después de unos segundos fue apagada, alguien se acercaba a la puerta.

-Hola Carlos –Dije cuando acabó de abrir la puerta-

-Hola… -No parecía para nada interesado en mi visita-

-Vaya, mira qué... –Me rasque la nuca- ¿Qué te parece si vamos a cenar algo? –El chico me miro extrañado-

-No lo creo, estos últimos días he estado leyendo algunos temas importantes y necesito descansar –Pero no parecía para nada cansado-

-Que va, Carlos, solo será un rato, te lo prometo, tómalo como una salida para distraernos, una muestra de aprecio –Hice un gesto con las manos-

-No lo sé, enserio estoy cansado –Se talló un ojo-

-¡Vamos!, Te morirás de aburrimiento, que te cuesta, solo 2 horas –Insistí-

-No me cuesta nada, pero no tengo ropa –Agachó la mirada-

-Oso, oso mentiroso –Me burlaba de su obvia mentira- Dudo que no tengas ropa, pero si es así, yo te presto, aunque te ha de quedar un poco apretada –Aseguré-

-No lo sé, siempre he usado ropa suelta, además no me quiero cargar mucho sobre ti –Me miró-

-No es ninguna molestia, solo es un préstamo, después veremos cómo me regresas el favor–Trataba de convencerlo-

-Está bien –Sonrió- Pero solo un rato, que necesito estudiar los nuevos temas-

-Lo prometo –Me paré derecho y mostré mi mano en señal de promesa, el sonrió, eso me calmo, tenía un espíritu muy sensible, y mis palabras o mis actos lo ponían muy nervioso, pero también me gustaba que es una persona fácil de alegrar.

………………………………

Eran las 10 de la noche, había pedido un taxi, yo estaba listo desde hace unos minutos, pase por la habitación de Carlos, toqué y me dijo que pasara. Lo miré con la ropa que le había regalado, le quedaba un poco ajustada, pero se le miraba bien, seria tal vez por el hecho de que soy musculoso y él es rollizo, mi ropa es un tanto apretada, pero a él se le miraba ligeramente provocativa, que chico tan tierno.

-¿Estás listo? –Lo miré-

-La ropa me queda algo ajustada –Parecía un poco incómodo, pero todo le quedaba muy bien-

-Ni de modo, el taxi está esperando y tenemos que irnos ¡ya! –Me puse tras suyo y mis manos tocaron su espalda, lo empujaba continuamente para que avanzara, este solo reía-

Ambos subimos al taxi, por ser víspera de año de nuevo, muchos lugares estaban cerrados, pero entre varios, uno de comida alemana llamo mi atención, estaba abierto y era llamativo, le señalé al taxista y nos dejó a un lado.

Entramos al lugar, parecía un algo vacío, tal vez porque muchos de los citadinos estuviesen festejando en discotecas o con sus familias, nos dirigimos a una de las mesas que estaban en la orilla. Me encontré con una hermosura de mujer, rubia y espectacular.

La lindura esa estaba que se caía de buena, que va, siempre me ha encantado mirar lo hermosa que es la mujer, y ella que no se quedaba atrás, unas tetas, una cintura y un culo, supongo que era más que obvio que yo casi la devoraba con los ojos.

Nos dio el menú, estaba embobado con ella, me sonrió y yo le respondí con una sonrisa picarona. Escuché que Carlos pidió su orden, así que para disimular un poco regrese la mirada al menú.

-Tráeme lo mejor de la casa, pero sé que tú no estás en el menú –La chica era atrevida, su mirada provocadora me decía mucho, sonrió-

-Ahora mismo lindo –Me cerró el ojo-

-Dime, ¿Tienes algo para alegrarnos? –Cuestioné a la rubia refiriéndome al alcohol, me contestó afirmativamente –Me traes una botella por favor-

-¿Haz comido este tipo de comida? –Escuché que pregunto Carlos pero lo ignore -¡Hey! –Chasqueo los dedos- Te estoy hablando –Reaccioné-

-Vaya, perdón pero esa hembra esta como quiere –Regresé mi mirada a Carlos- ¿O me equivoco Carlitos?

-Supongo –No dijo nada más, parecía buscar algo en su pantalón –Dejé mi celular en la escuela –Parecía preocupado-

-Olvida el celular, y ayúdame a conquistar a esa hermosura –Con un tono ligeramente burlón-

Carlos sólo me miro por unos segundos, parecía estar molesto, y estaba seguro que no era por el celular, pero no el di importancia, aunque se mantenía muy serio, más de lo común. Después de unos minutos, la chica venia acompañada con una bandeja, traía la comida en ella, y en la otra mano una botella de bebida que colocó sobre la mesa.

-Carlitos, ¿No quieres un poco? –Dije mientras servía en un par de vasos el alcohol-

No me respondió nada, solo tomó el vaso entre manos y dio un trago, reaccionando con una cara como si hubiese lamido un limón. Me burlé de él por su expresión, y por lo torpe que era al tomar alguna bebida alcohólica, pero, ahora que recuerdo, la última vez difícilmente pudo tomar media cerveza, ¿Cómo era eso posible?

Mi atención estaba puesta en la creación más divina que la naturaleza nos hubiese dado, ¿Carlos? A si, el seguía jugando con su comida.

-¡Joder! –Exclamé sorprendido, y sí que lo estaba- ¡Te has bebido toda la botella! –Carlos no me dijo nada, solo me miraba, fría y calculadoramente, como si le hubiese quitado algo de un valor inimaginable. La bebida no le había hecho ningún efecto, o por lo menos eso parecía-

Casi habíamos terminado de comer, Carlos no había siquiera tocado su comida, argumentaba que no tenía hambre, pero yo, tampoco tenía hambre, había devorado todo, el plato si hubiera sido posible, y Carlos, seguía con su maldita actitud que ya me estaba colmando la paciencia, venia tan contento cuando llegamos, y después se miraba molesto, ¿Serán celos? No, no lo creo, tal vez porque se tragó todo el líquido de la botella casi solo.

-¿Qué tienes peque? –Lo miré mientras tome un palillo para sacar la comida entre mis dientes-

-Nada, es solo que quiero dormir y me duele un poco mi estómago –Jugaba con el arroz-

-Pero ni siquiera tenemos una hora fuera –No me gustaba su actitud aguafiestas-

-Quiero regresar, ya estoy lleno –Dejó el tenedor metido en la comida mientras se paraba y se dirigía al baño-

-¡Estas lleno porque te has atascado de alcohol! ¡Andas borracho! –Me eché a reír-

No le quise hacer caso, el muy cabrón estaba molesto y no seguiría enfadándole, pero eso sí, tenía que explicarme el porqué de su enojo. Pagué la cuenta mientras Carlos salía del baño, aquella lindura me dio su número de celular anotado en la hoja, que chica más juguetona.

Nos quedamos en la banqueta al lado de la calle, esperando a que llegara pronto un taxi y nos llevaba a casi, eran las 10:30 de la noche, traté de entablar una plática, pero no, sólo me contestaba secamente y me dejaba a medias, como me estaba haciendo enfadar. A los pocos minutos el transporte llego, se me hubiese hecho fácil decirle que nos llevara hasta alguna discoteca, pero si lo hacía Carlos se enfadaría aún más.

Llegamos, Carlos caminaba por delante, me gustaba verlo, la ropa le quedaba apretada y su caminado de pato me hacía morir de risa, muy chistoso pero tampoco para tanto, aunque si adorable, parecía un bebé con pañal.

-¿Qué harás ahora? –Pregunté al chaval, pero este me ignoró. Ya, ya me estaba desesperando- ¡Joder, no oyes que te estoy hablando! –Le grité pero parecía aumentar sus pasos mientras subía por las escaleras-

-Estoy cansado –El muy estúpido me estaba viendo la cara, ¿Qué culpa tenía yo?- Te estoy preguntando algo, por lo menos ten la maldita educación de contestarme, o que, ¿Andas muy bravo? –Subí rápido las escaleras principales, tomándolo del brazo y dándole fuertemente la vuelta para que me regresara a ver-

-Cálmate –Murmuró- Me estas lastimando –Me miró-

-¡Ahora sí! ¿Qué mierdas te pasa? ¿Por qué tan enojado? –Mi respiración agitada rebotaba en su rostro de tan cerca que estaba-

-Es-estoy can-cansado –Tartamudeo-

-A otro perro con ese hueso, desde que entramos al restaurante me empezaste a ignorar –Lo acerque aún más hasta mi cuerpo, choqué su espalda contra la pared, presione mi cuerpo contra el suyo, lo tenía justo donde quería.

-N-no –Dijo suavemente, estaba nervioso-

-Que, me dirás que sentiste celos de la camarera –Dije muy cerca de su oído- ¡¿Es eso?! –Carlos no respondió nada, y como saben el que calla otorga, dejándome así claro el motivo de su enojo-

-Ya déjame –Trató de liberarse, pero lo apresé entre mis brazos-

-Carlitos, sabes cuál es tu problema, que no tienes ni la fuerza, y mucho menos el valor para hacer las cosas, siempre con miedo –Lo mire desafiante-

-¡Mentiroso! Yo puedo hacer todo lo que quiera sin temer a nada –Se estaba exaltando, y poniéndose rojo, esta vez no específicamente por la pena-

-Si tu –Solté una carcajada un por demás fingida- No te creo para nada

-¿Acaso piensas que siempre seré así de estúpido? –Seguía alterado- ¡Ahora suéltame o te parto la cara! –Se movía como loco-

-Si estas tan seguro de lo que dices, te reto –Era obvio que Carlos estaba bajo los efectos de la bebida-

-No quiero perder el tiempo contigo, así que te lo digo de nuevo, ¡Déjame ir! ¡YA!

-Lo ves –Me burlé- Sabia que no puedes siquiera cumplir lo que me acabas de decir. Tienes miedo, así de simple –Lo solté para incitarlo un poco más-

-Retráctate, yo soy lo suficientemente valiente y fuerte como para hacer lo que quiera hacer –Mí trampa había funcionado, Carlos había caído en el juego y ahora solo faltaba ver hasta donde era capaz de llegar- Y ¿Adivina qué? Acepto tu reto –Pego su pecho al mío como gallito de pelea-

-Bien, entonces, vamos. Golpea mi pecho –Ordené y en cuestión de segundos Carlos dejó caer un leve manotazo sobre el- ¿Es lo mejor que tienes?

-¿A si? –Y ahora si me dio un golpe más o menos respetable, si tenía fuerza, pero no me había dolido para nada-.

Su mirada de furia estaba perfectamente clavada en mí, sabía que en ese punto sería capaz de hacer lo que fuera, todo porque lo reté y como típico macho cabreado, haría todo lo posible para mostrar que él puede con cualquier cosa.

-Ahora tócame –Lo miré y su reacción fue de susto. Dudó. Tímidamente paso la punta de sus dedos por encima de mi ropa- ¡Eso no es tocar! –Reí-

-Bien, entonces esto es tocar –Si me tomo de la cintura, acariciando todo mi torso por encima de la ropa-

-Perfecto. Ahora quítame la camisa y toca mis tetillas –Carlos, aun confundido, obedeció mi orden. Sus manos estaban frías, torpemente me saco la camisa y me rozo con sus dedos las tetillas, todo muy suave, pero muy tímido. Tomé su muñeca muy fuerte y dispuse a que tallara y sintiera completamente mis pezones-.

-Ahora, besa mis labios –Su reacción fue de espanto-

-No hare eso, ¡Claro que no! –Después de que dijo eso me aparté de él, y decidí marcharme, pero me tomo del hombro, y en un ágil movimiento me dio la vuelta para plantarme un suave y corto beso-

-Así no se besa –Lo tomé de la cintura, me pegue a su cuerpo y comencé a perder mis labios en los suyos, besándolo, tampoco como un carnívoro, pero si llegué a dejarlo sin respiración, tanto así que cuando me separé su boca quedó entreabierta- Así es como se besa –Lamí mis labios-

-Se me cae la cara de vergüenza –Dijo en tono bajo, sus mejillas tomaron un color rojo suave que lo cubría casi por todo completo-

-No deberías, que estamos en confianza ¿Te parece? –Terminado de decir eso llevé mi mano, la extendí y le dejé caer una nalgada, sobando suave y haciendo precesión mientras mi mano exploraba-

El chaval no me respondía nada, podía sentir, como las veces pasadas, como su cuerpo se estremecía involuntariamente, le estaba gustando, y mucho, pero era muy tímido como para asumirlo, lo miré, él tímidamente lo hizo también, su mirada reflejaba deseo, pero con una combinación de miedo y temor.

-¡Respóndeme! –Trataba de intimidarlo- ¿Estas mudo Carlitos? –Me acerque más a su cuello y comencé a respirar-

Mi aliento era cálido, lo esparcía completamente por su cuello, él temblaba, estaba completamente helado, su piel era suave y sus intentos de escapar muy torpes.

-Debo irme a dormir –No se pudo mover, la presión entre su cuerpo y el mío era considerable-

-Necesito que me aclares algo –Lo mire- ¿Tenias celos y por eso casi te ahogas con la botella? –Me reí-

-¡Púdrete! Que yo ni me doy cuenta de lo que haces o no –Me empujaba-

-¿Te dan celos que quería besarla y no a ti? –Rocé mis labios con su cuello, Carlos trataba de hablar pero se quedaba casi mudo-

-¿Te daban celos que casi me la comía con la mirada y a ti no? –Mis manos invadían su cintura, subiendo lentamente su camino-

-¿Te daban celos que coqueteaba con ella y no contigo? ¿Eh? –Mis labios besaban su cuello, subiendo lentamente, Carlos solo suspiraba agitado-

-¿Te molesta que me la quería follar y a ti no? –La presión de nuestros cuerpos era demasiada, podía sentir claramente como su verga ya había crecido, golpeándose con mi pantalón, haciendo despertar la mía también-

-¿A que le temes? –Tomé con una mano sus dos mejillas, lo mire provocativamente-

El muchacho no respondía nada, sólo me miraba, su maldita mirada me hace quererlo comer completo, necesitaba concentrarme, pero no podía, sus ojos reflejaban un ser indefenso, sometido a mis lujuriosos juegos.

-Joder, ¿Por qué no respondes? –Apartó la mirada- Dime algo, dime ¡Una maldita cosa cabrón! –Bese impulsivamente su barbilla-

-D-detente –Difícilmente logre escuchar-

-Pero si tú también lo quieres –Movía mi pelvis, acariciando su verga con mis piernas por encima del pantalón-

No me contestaba nada, pero inconscientemente su cuerpo también se movía, y gracias a la presión que ambos ejercíamos se podía sentir un placer a tope, golpeando directamente en nuestros genitales.

Me besó de nuevo, no lo podía creer, mientras mi cuerpo y el suyo jugaban, sentí como se acercó a mi cara, como planto un diminuto beso en mis labios, se apartó lentamente, yo estaba muy confundido, pero no me importa. Ataqué su boca de nuevo, parece que no le había quedado clara la lección referente a los besos, juntando mis labios con los suyos, mis manos bajaban por su pierna, las suyas recorrían mi espalda. La humedad de su boca se hace presente en la mía, me estoy debilitando, es como si todas mis defensas cayeran a lo profundo del abismo.

No hay un punto de retorno ahora, me encanta sentir su torpe beso en mi paladar, su dulce sabor, su aroma natural invadiendo mis poros nasales, lo siento tan cerca. Involuntariamente voy levantando su camisa, la cual casi estaba a medio estómago, y que solo hacia estorbo. El calor que la atmosfera procreaba era tenso, era infernal, igual que sentir mi lengua en su boca, recorriendo y pasando por cada rincón, el no respondía, supongo que fui muy lejos, pero no podía evitarlo.

Me separé unos segundos para poder tomar aire, lo pude mirar a la cara, su color era al de un tomate recién cortado, su respiración parecida a haber corrió un maratón y su mirada totalmente desubicada, pero a la vez inocente, al grado de quererlo prácticamente disfrutar.

-Eduardo… -Trato de decirme, pero coloqué un dedo en su boca, señalando que guardara silencio-

-No digas nada, ¿No lo quieres? –Rodee con mis brazos, por primera vez, nuestros pechos desnudos se tocaban, yo tengo vellos, él es completamente lampiño-

-No debemos –Trataba de decir pero mis manos abordaron su espalda- E-esto no está bien y menos a-aquí –Suspiraba mientras lo recorría, y por lo que decía, me importaba una mierda que estuviésemos en pasillo principal de la Universidad, no había nadie.-

-Suéltate un poco –Dije entre dientes-

Me desaparté ligeramente de él, desabotoné mi pantalón, y bajé el cierra, me miro pero no se movió para nada, ¿Qué estaría pasando por su mente? En ese instante mi erección se marcaba perfectamente por encima de mi pantalón.

Me acerqué a él, puso sus manos en mi cintura, ahora eran cálidas, acariciaba torpemente sólo con las yemas de sus dedos, muy tímido, yo lo hacía como todo un maestro, aún recuerdo cuando su roce invadía mis manos, como lo seguí besando, esta vez un poco más calmado, me separaba, lo miraba y volvía a besarlo, su aliento tiene un sabor ligero a menta que me encantaba.

Bajé a sus hombros, rosaba con mi barba de pocos días su cuello, sabía que le hacía cosquillas, gemía cada vez. Como pude desabotoné su pantalón, todo esto sin dejar de besar sus hombros, bajé el cierre, su erección también era notoria y su bóxer de color rojo ya se notaba manchado por pre-semen.

Volví a su cara, le quité los lentes, los tiré al suelo, podía sentir todo su cuerpo, al ser rollizo era muy suave. Su respiración cada vez se aceleraba, y al estar tan pegado junto a él, pude sentir su corazón latir muy rápido.

Me dediqué a jugar con sus tetillas, estaban duras, así que con la punta de mi lengua las pase una y otra vez, y cuando podía, acaricia con la yema de los dedos sus pezones, eran rosaditos y hacían un contraste perfecto con su piel. Sentí como sus manos apretaban mi cráneo, mientras yo seguía succionando sus delicados pezones, ahora me queda claro, el chico era virgen, y yo podía ser el primero.

Lo tomé con ambas manos, lo miré, y le di un beso en los labios, sus ojos ahora reflejaban inquietud, una desesperación de que le enseñara que hacer, y eso estaba a punto de mostrarle. Lo guie lentamente por mi cuello, el copiaba algunos movimientos, era gracioso pero más que excitante sentirlo de esa manera.

Besó mi cuello, sus labios tenían una textura adictiva, la cual, al tan solo rozarlos con mi piel desnuda provocaban que todo mi ser se erizara por completo. De vez en cuando me miraba, seguía en lo suyo aunque siempre fue guiado por mis manos, en ningún momento solté su nuca, no le decía que hacer, pero parecía que tenía una sorpresa para por donde pasaban sus besos y su cálida lengua.

-Carlos, ¿Qué pasa? –Dije entre gemidos-

-Tengo miedo…. –Subió a mi odio y me lo susurro, fue muy suave-

-No lo tengas, solo disfruta que no te haré daño –Besé sus labios-

Seguí besándolo, quería sentirlo en mi boca, quería sentirme dentro de él, gracias al frotamiento nuestros pantalones ya estaban debajo de las rodillas, lo único que impedía que nuestros penes se tocasen era la delgada fibrilla de tela de nuestra ropa interior.

Tomé su mano y la lleve hasta mi verga, le faltaba muy poco para poder explotar. La apretó muy levemente, puse mi mano sobre la suya e hice presión aún más fuerte, enseñando como era que tenía que tocarla.

Seguía tocando, poco a poco fue bajando mi bóxer, metiendo tímidamente sus dedos dentro de él, acompañado con suspiros de mi parte, hasta que por fin pude sentirlo rozando mi pene, cada vez que lo lograba sus dedos eran apartados y después lo tocaba de nuevo, hasta casi tener toda su mano dentro de mi calzoncillo, temblaba.

Me regalo una mirada, tal vez esperando mi aprobación, terminé de bajar mi ropa interior y cubrió toda mi verga con su mano, apretando y provocando un placer inimaginable en mí, el solo hecho de tenerlo allí, que fuera él, aquel muchacho inocente que conocí hace unos días y pensar que ahora estaba aquí, compartiendo su calor conmigo.

-Ahora hay una cosa que tienes que hacer para demostrarme que eres valiente, como tu aseguras ser –Dominé su vista-

-Dime… -Parecía confundido-

-Quiero que me beses la cabeza –El muy tonto me tomo de las mejillas, se acercó y deposito un lindo beso en mi frente. Como para regalarlo con todo y moño-

-Ya lo he hecho –Dijo en tono bajo-

-No estoy hablando de esa cabeza –Miré hacia abajo, sus dedos rápidamente salieron de mi entrepierna-

-No entiendo –Parecía nervioso-

-Quiero que coloques tus labios en la cabeza, pero en la cabeza de mi pene –No era capaz de verlo a los ojos mientras le decía eso-

-Y-yo no sé cómo h-hacerlo –Esquivó mi mirada y trató de separarse-

-Te puedo ayudar, solo dime, ¿Crees que eres lo suficientemente valiente para esto? –Tomé su barbilla y besé sus labios, Carlos solo prosiguió asintiendo con su cabeza.-

Muy lentamente se puso de rodillas ante mí, estábamos frente al mostrador donde se colocaban todos los premios ganados por el equipo de futbol americano de la escuela. Al tener su boca colocada frente a mi capullo, me miro, y lo que yo hice fue tomar su cabeza, mis dedos se perdían en sus suaves y oscuros rizos.

-Separa un poco tus labios –Carlos obedeció-

Empujé su cabeza poco a poco hasta que la punta de sus labios tocó mi capullo. Sentir la comisura de su boca me hizo estremecer hasta el punto de sentir un escalofrió desde mis pies hasta mis hombros, recorriendo mi cuerpo lentamente.

-E-empieza a introducirla un poco más –Le dije entre suspiros-

El chaval obedeció, poco a poco fue metiendo mi verga en aquella pequeña boca, mis piernas flaquearon, justo ahí se miraba que no mataba a una mosca, y estaba haciendo un gran esfuerzo por introducirla un poco más, pero las arcadas lo sorprendían.

-Solo un poco bebé, solo un poco –Lo mire, el me miro, sus ojos tenían una ligera capa vidriosa, supongo que por el esfuerzo.

Empezó a hacer un movimiento de mete y saca muy lento, apretando sus labios, haciendo presión mientras recorría mi tallo, que sensación tan placentera. Coloqué mi mano en nuca, moviéndole un poco más rápido, un poco más profundo.

No me importaba que difícilmente pusiese meter la mitad de mi verga en su boca, de tan solo pensar el morbo que me daba estar estrenando su boquita de ángel, me hacía reventar de placer.

El muchacho lo saco de su boca, y lo tomo con sus manos, subiendo mi pellejo, mi pene aún no estaba circuncidado, la suavidad visitaba mi verga por completo, al principio curioseando y después, tomando confianza, su mano tenía una temperatura exacta, y sus caricias eran exquisitas, las cuales eran acompañadas con uno que otro beso de su parte.

Bajó hasta mis bolas, me sorprendió eso de su parte, era un chico curioso, muy curioso, con sus manos jugaba como si se tratase de pequeñas bolas de chicle. Las acarició, las besó y succionó torpemente, pero siempre guiado con mi mano supo que hacer y me daba placer a gritos.

Sentir el olor que mi verga desprendía, el típico olor a sudor combinado con semen, todo mezclado con su saliva, alienado perfectamente, lo único que hizo fue aumentar mi morbo y mis deseos hacia él.

Sus vellos faciales me hacían cosquillas, tallaba su barbilla contra mis bolas, y después de darle un beso de despedida subió con la punta de su lengua hasta el rosado y brilloso glande que lo estaba esperando con ganas.

Lo metió de nuevo a su boca, esta vez por un lado, mi glande se remarcaba por dentro de su mejilla al compás de sus movimientos y sus habilidades de principiantes. Sus mejillas rojas como cerezas moviéndose por mi glande. Está a punto, Carlos ahora usaba su lengua y jugaba con la boca de mi glande, eso me hizo por poco correrme en su boca, pero por fortuna logré detenerme.

-Detente... –Dije mientras lo ponía de pie-

-¿Qué pasa?... –Me miró sin entender-

-Aun no, no en tu boca, no puedo –Lo besé-

Le di un cálido beso, muy suave y lento, sé que todo estaba pasando rápido, pero es que mi excitación era tanta que era imposible, si lo mantenía mas era seguro que me vendría dentro de él, y no quería hacerlo, simplemente no era lugar que yo debiese inundar con mi absurda lujuria, tal vez un golpe de culpa fue lo que me mantuvo al margen. Lo subí lentamente, él se puso de pie y bese sus labios. Nuestros cuerpos se presionaron de nuevo, haciendo sentir la fricción de nuestros mástiles.

Mientras ambos nos besábamos, nuestras vergas se rozaban fuerte, gracias a la presión de nuestro abrazo, sentir nuestros penes atrapados entre nuestros cuerpos, ahora sudados, era maravilloso. Sentí como su cuerpo temblaba mientras movía mi vientre dando masaje a nuestras vergas, casi el cielo.

-E-Eduardo…. –Y un disparo de esperma se estrellara en mi estómago, Carlos se estremecía y se apoyó en mi cuerpo para no caer, abrazándome muy fuerte. Segundo disparo, ahora el involuntariamente se ponía de puntillas mientras cerca de mi oreja soltaba un pequeño gemido. Por último, el tercer disparo, y el sentir su esperma resbalar, completamente espejo y caliente por mi cuerpo me hizo venirme también, no fueron 3 disparos, si no 4, cuando en el último abrace al muchacho.

Aun no estaba en mi 5 sentidos, lo que había pasado fue por lejos mi primera experiencia sexual con un hombre, y las sensaciones que había sentido estoy seguro que fueron exquisitas y únicas. Su cuerpo estaba sudado, nuestros penes estaban bajando la erección, pero nuestros cuerpos aún no se separaban, parados allí, en medio del pasillo principal. Sin duda alguna, el mejor orgasmo que he tenido en toda mi vida.

(9,11)