Nuevos relatos publicados: 7

Erika, mi primera vez en el sexo

  • 9
  • 13.977
  • 9,35 (17 Val.)
  • 0

El mes de agosto siempre me trae recuerdos, que aunque parezcan de una u otra forma malos o buenos, no dejan de ser relevantes al querer recordar la primera vez que sentí el amor de una mujer…

Nos conocimos por una famosa página de Chat. Recuerdo que aquel día estaba aburrido, pensando que nadie me iba a escribir, cuando me llegó un mensaje de una rubia de 24 años llamada Erika.

- Hola, ¿Cómo estás? –decía el mensaje.

- Bien ¿Tú princesa? –atiné a responder

- Bien, ¿Tienes mail?

- Sí –respondí…

Los días fueron pasando y cada día estaba más compenetrado a esa chica. Yo pensaba en cómo nos veríamos como pareja mientras que ella meditaba en la rumba de la noche. No sé cómo me gustaba una chica tan diferente a mí: Erika tenía 24 años, yo 18. Ejercía la comunicación social en Unión Radio, mientras que yo apenas iba a entrar a la universidad. Ella era despiadada con sus parejas, buscaba un rato de diversión y sexo mientras que yo me veía casado y con hijos cuando me enamoraba. Erika le sobraba el dinero, mientras que lo poco que yo tenía era por ahorros y por mi madre. Erika era de Caracas y yo de Valencia.

Yo no entendía como sin quererlo, me estaba enamorando de una chica que de seguro tenía en su mente otras cosas como sexo, diversión, dinero, joyas, carros, hombres. Mientras que yo pensaba era en tenerla a mi lado por siempre, era impulsivo –lo admito-, vivía en un mar de fantasías y creía en el amor a primera vista, era un total fracasado…

Cierto día, recibí una llamada que no me esperaba:

- Hola Carlos ¿Cómo estás? –decía la voz de Erika al otro lado de la línea.

- Hola, muy bien ¿A qué se debe este placer cielo? –respondí emocionado.

-Voy a Valencia, te espero en frente de Zara en el Sambil a las tres –dijo sin darme tiempo a responderle.

No es necesario mencionar lo emocionado que estaba, la vida me había dado el regalo que quería: conocer en persona a la chica que me arrancaba suspiros diariamente. Me preparé de la mejor manera: la vestimenta fue planificada y cambiada cientos de veces, quería estar lo mejor posible para la primera cita que iba a tener. Ya luego de vestirme, y de hacer algunas cosas, me dirigí inmediatamente al centro comercial, quería estar allí antes que ella, quería impresionar, quería todo. Todo.

Luego de una hora aproximadamente, estaba sumido en mis pensamientos, cuando una delgada mano me tomó por el hombro, no pude evitar la alegría al ver que era ella: Mi Erika. El abrazo no tardó demasiado en presentarse y un tímido beso hacia su boca se escapó de mis labios, ese día estaba dispuesto a todo: si perdía, lo perdía todo; si ganaba, lo ganaba todo. Esas eran las reglas y estaba dispuesto a aceptarlo, no tenía escapatoria, ya estaba enamorado de una mujer que ni conocía en persona y el verla sólo acentuó los sentimientos que tenía hacia ella.

Erika era una rubia de ojos marrones, de 1.74 cm de altura, senos operados de una talla más o menos grande, una larga espalda que terminaba en un trasero firme y duro, para luego continuar una dulce anatomía armoniosa con sus piernas y magníficos pies. Toda una reina de descendencia italiana. Yo, por mi parte soy moreno, ojos marrones, cabello negro, de 1.79 cm de altura, cuerpo atlético y mucha, pero mucha timidez.

Paseamos agarrados de la mano por todo el centro –estaba en las nubes, hablábamos de todo, reíamos por todo, sencillamente nunca me había sentido tan bien en mi corta vida, mi virginal cuerpo no estaba preparado para semejante mujer, y aunque no pasaba nada del otro mundo, no podía evitar sentirme verdaderamente nervioso cada vez que ella posaba una mano en mi cara o en mi cuello. Creo que ella se dio cuenta de mi situación –ya lo sabía, no me acordaba que le había hablado que era virgen por Chat– y no perdía tiempo para darme una leve caricia en el momento menos esperado. Habían pasado dos horas y media desde nuestro encuentro y yo no quería que ese momento terminase nunca. Pero luego de unas horas, surgió una propuesta de su parte:

- Carlos, salgamos de aquí, este lugar ya me aburre –dijo viéndome directamente a los ojos.

- Ok, salgamos –dije con ganas de estar a solas con ella.

Todo el trayecto en su auto fue calmado, en su radio sonaba la canción "Crush" de Paul Van Dyk. Mi mirada no se apartaba de ella en ningún momento, y ella de vez en cuando cruzaba la suya con la mía. Mi mano tímidamente se posó en su pierna derecha y ella continuó unos segundos, hasta que detuvo el automóvil en un motel –durante ese trayecto ya mi mano cruzaba límites morales y éticos.

- Vas a ser mío –dijo Erika antes de cerrar la puerta de la habitación…

Comenzamos a besarnos apasionadamente, sus manos palpaban todo mi cuerpo y las mías buscaban en sus nalgas un hogar, parados en medio de la habitación sólo la cama y el escritorio iban a ser testigos de lo que iba a suceder. Lentamente Erika fue quitando los botones de mi camisa, pausadamente fue recorriendo con su lengua todo mi cuello, pecho, abdomen… cuando llegó a la correa, sensualmente quitó la primera parte con su boca, para luego quitar el resto con la mano, bajó los pantalones y el bóxer sin dejar de mirarme a los ojos, subió lentamente por mis piernas, besando el muslo interno, hasta que cogió desprevenidos a mis testículos, los chupaba y acariciaba, mientras que con su mano me masturbaba lentamente, posteriormente atrapó con sus labios mi glande, para comenzar a succionar y hacerme ver estrellas. Su lengua recorría todo el tronco, llegaba hasta la base, retornaba hacia la corona y lo introducía completamente; sus movimientos no me hicieron durar mucho y al cabo de unos minutos, terminé por llenar de semen su boca –Perdón –atiné a decir, -No hay problema –mencionó Erika.

Temblando, quité lentamente su camisa de tirantes y su ajustado jean, no tardé en notar que no tenía ropa interior, a miré a los ojos y ella soltó una leve sonrisa maliciosa –Te voy a enseñar a dar placer con la boquita a una mujer Carlitos –dijo recostándose en la cama. Cada cosa que decía, yo la cumplía al pie de la letra, quería hacerla sentir reina, al menos eso intenté, comencé por probar sus labios mayores, saborear con mi lengua las distintas sustancias emanadas de su intimidad, su olor me cautivaba, lentamente mis dedos invadieron el lugar, ya que mientras mi lengua trabajaba su botoncito, mis dedos entraban y salían de su vagina, produciendo gemidos en la dueña de mis sentimientos, -¡Siiiigueeee! Fue la recompensa que mis oídos querían escuchar, el anuncio de su orgasmo no pudo ser más notorio, mi felicidad estaba en su apogeo ¡Había producido un orgasmo en la chica de mis sueños! –pensaba rebosante de alegría.

Cuando miré hacia abajo me había dado cuenta que mi pene ya estaba erecto. Quien sabe desde cuando había estado así, me preparé para penetrar, coloqué la punta de mi pene en la entrada se su chorreante vagina, y una descarga eléctrica recorrió mi columna entera para terminar en un suspiro de mi boca y la de Erika también, la naturaleza hizo su trabajo y sin poderme controlar, invadí sin más ni menos su intimidad, llenándola y vaciándola en un vaivén de sensaciones que me estaban haciendo volar por las nubes. Los gemidos de Erika delataban su placer, mis embestidas cada vez más rápidas delataban lo que estaba por venir, pero parece ser que mi amante se dio de cuenta y en un hábil movimiento, me atrajo hacia ella y gracias a un giro de 180 grados, ella tenía las riendas del asunto.

Levemente comenzó la cabalgada, subía y bajaba, su cintura era la encargada de todo lo relacionado a brindarnos un placer inmenso, en mi caso a amarla más, mis manos se apoderaron de su cintura, mas por apoyarme que por parar o acelerar su ya imparable cabalgata, no podía ver mi pene claramente, ya que se perdía y aparecía de ese rinconcito que tanto placer me estaba brindando… alcancé a sentarme y Erika se sostuvo de mi cuello para acelerar más el acto, ya su cuerpo se controlaba solo, no había forma de parar a esa potra en celo, su orgasmo en vez de paralizarla, la hizo acelerar y entre gritos me decía que me iba a sacar todo. Parece que sus palabras surtieron efecto, porque a los pocos segundos acabé por inundar sus entrañas de mi descarga, mi vista se nubló y mi cuerpo cayó en la caliente cama. Erika no quedó atrás y quedó dormida con su cabeza en mi pecho; empapados de sudor quedamos dormidos…

Al cabo de no se cuánto tiempo, me levanté y a mi vista le costó adaptarse a la claridad, pero en medio de ese proceso de adaptación, me di de cuenta que faltaba algo, mejor dicho: Alguien…

En mi desesperación, solo pude ver una nota en un trozo de papel:

"Carlos, el momento fue bueno, pero debes saber que fue sólo eso, placer. No quiero que me intentes buscar más y ni siquiera trates de escribirme a la dirección de mail ya que esa es una inventada para poder llevar a cabo mi pasatiempo, que para las alturas ya debes saber cuál es. Pero ¡Arriba ese ánimo chico, que te estrenaste conmigo!"

De la rabia y lágrimas rompí la nota, en mi interior sabía que algo así podría suceder, pero con todo y eso seguí adelante, a veces cuando las ilusiones de un joven impulsivo y enamorado lo llevan muy lejos, el golpe suele ser más fuerte que todo el gusto y placer que recibió en su sueño, en su sueño que lamentablemente fue una dura realidad…

Cada vez que paso por esa tienda, no puedo evitar un sentimiento que termina en una escurridiza lágrima escondiéndose en la comisura de mis labios…

(9,35)