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MI DON (22)

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Ana – Pasión.

Salimos de la boda después de dar un par de tragos más a las copas, Ana me acariciaba el brazo tratando de calmarse, mirando de reojo aún a aquella mujer que me tiró los trastos en la celebración en que nos colamos. Poco a poco y con algún beso furtivo, la devolví a un estado natural, mientras  subíamos al ascensor con todos los hombres envidiándome al salir de allí con ella y subir a las habitaciones.

Pese a que su tono de voz, y su cuerpo, estaban más relajados,  Ana estaba tensa en sus gestos, aunque  me distraía enseguida, no podía dejar de admirar su escote como esos babosos del salón de baile, y ver como se agarraba y apartaba el vuelo del vestido la daba un aire a diva de los años 70 que me encantaba. Sus caricias y besos fugaces eran más tórridos de lo habitual, y al llegar a la puerta de la habitación se colocó entre la puerta, de espaldas a ella, y yo  atrayéndome hacia ella cogiéndome de las solapas de la chaqueta.

No me hacía falta, pero se lo leía en la cara, ese incidente y un par de copas la habían encendido, y acercándome a sus labios sentí su fuego, besándonos de forma pasional, acariciando su cintura mientras ella me apretaba contra su cara, ya fuera agarrándome del pecho o de la nuca. Su lengua se volvió atrevida y me perforaba la boca, me olvidé de la puerta y me centré en aquella hembra que demandaba mis caricias, mis manos no pudieron evitar dejar su cintura y repasar su cuerpo por completo, la agarré la pierna libre de la tela del vestido por la obertura y la elevé frotando su muslo, doblándosela para restregarla contra mí.

No era habitual que en público, aunque no hubiera nadie en el pasillo, Ana me dejara atacar su cuerpo de esa manera, supuse que quería marcar territorio de nuevo, y eso me la terminó de poner como el tronco de un árbol, palpitando en mis pantalones y haciéndome notar en su ombligo. Eso la sacó la lengua de mí, necesitaba la boca para gemir ahogadamente, ya que rozar su vientre era encenderla sobre manera. Llevó sus manos a mi polla manoseándola por encima de la tela, yo no me corté menos y mi otra mano se buscó sitio a su espalda, introduciéndose por el pico de la V apuntando a  su trasero,  llegando a sus nalgas. Gracias a sus movimientos de cadera se  separó de la puerta, me alejé de sus labios besándola el cuello mientras mi mano notaba el fino hilo de su tanga, no era una asidua de la prenda pese a que las tenía en su cajón correspondiente, le gustaban más las bragas, entre otras cosas por que decía que su cuerpo y sus caderas eran algo anchas y esa prenda la “violaba”. Fui cruel y agarré del hilo del tanga tirando con fuerza, eso la estremeció echándola la cabeza hacia atrás, regalándome su escote, que ataqué con mis labios y mi otra mano ya libre de su muslo, que pese a no sujetar  su pierna, seguía doblada, rodeándome. Podía ver y palpar  sus pezones a punto de rasgar la tela del vestido, estaba muy caliente,  y yo no menos que ella, mis caricias la hacían temblar y cada vez que tiraba del tanga la podía notar contraerse de placer, pasados unos minutos me agarró la cara con sus manos mordiéndose el labio y clavándome su mirada.

-ANA: fóllame ahora mismo, vamos en la habitación y hazme tuya, lo necesito - se apoyó en la puerta y me rodeó con la otra pierna cruzándolas quedando ha horcajadas sobre mi, la sujeté de la cintura mientras nos fundíamos en otro beso caliente y húmedo. Si ella lo necesitaba yo ardía por dentro de ganas.

Es difícil abrir una puerta de hotel, aunque sea con una tarjeta magnética, cuando no sabes que mano apartar de una hembra en celo que tienes agarrada por una teta y por el hilo del tanga, más que no saber, es que no quieres apártalas de allí. Finalmente me decidí por la de su pecho, entré en la habitación con ella colgada de mi cuello, quitándome la chaqueta por los hombros, no hubo tiempo ni para la fondue ni para el champan con los hielos medio derretidos, de hecho  Ana tiró el cubo con el culo al dejarla sobre la cama, mientras nuestras lenguas se divertían en la boca del otro. A duras penas me terminé de quitar la chaqueta y la corbata, Ana  no me dejaba separarme de sus labios, me sujetaba la cabeza con sus manos implorando que continuara aquel frenesí. Mi cuerpo me pedía a gritos que le rompiera el vestido y la destrozara, sin ninguna duda con cualquiera lo hubiera hecho, pero no con ella, no ahora con esa relación que me llenaba y me elevaba por los cielos.

Perdí la noción del tiempo, de vez en cuando Ana me separaba de su cara para coger aire, admirando sus ojos de cerca, reía al verme así de perdido en sus ojos, en uno de esos momentos sacó mi polla del pantalón, aún no sabia como, pero su habilidad para sacármela con la ropa puesta era casi magia, y siempre que lo hacía me importaba más el alivio que sentía al liberarme de los slips,  que preguntarla como lo hacia. Su habilidad con las manos había mejorado mucho y  pajeaba suavemente sin dejar de hundir su lengua en mi boca, a mi me costaba seguir con ese juego bucal con sus hábiles manos sacándome pequeños suspiros, lo comprendió, así que me tumbó boca arriba y poniéndose de rodillas, con mis piernas entre las suyas, se contoneó para que me deleitara con su cuerpo antes de agacharse a chupármela, tan bien como había aprendido ha hacerlo, sujetando con ambas manos y trabajado el glande con su lengua de forma exquisita, engullendo solo el capullo para jugar con él a su antojo, manchándolo de carmín rojo fuego.

Cuando me sacaba alaridos con sus gestos pasaba a trabajar el tronco, lo repasaba lentamente con sus labios, bajando hasta la base de mi falo, siguiendo con sus manos masturbando la parte superior, estas fases las terminaba siempre igual, pasando su lengua desde la base hasta la punta, como si lamiera un sobre,  pero de forma muchísimo más sensual y excitante, al terminar la infinita barra de carne daba un lametón final como a un helado, haciendo gancho con la lengua, para justo después perforarse hasta el gaznate media tranca sin esfuerzo alguno, se mantenía allí unos segundos hasta que la sacaba para poder respirar y repetía la operación. Sus primeras veces solo se la metía, algo loable ya que casi se desencajaba la mandíbula, pero a esas alturas chupaba y relamía cada centímetro de barra que se introducía. Sus labios no se despegaban de mi verga, pese a lo evidente del verbo, realmente chupaba, succionaba sin piedad, y comenzaba a jugar con su lengua cuando poco, o nada,  de espacio debía de tener entre sus dientes.

Pese a la explosión de sensaciones que me hacia sentir, eso no me hacia correrme, no me aceleraba el pulso, eran las manos pajeando de forma continua desde la base hasta su boca las que me mataban, Ana lo sabía, así que siempre que paraba para respirar y secarse las babas que brotaban, sus manos aceleraban un poco, hasta volver a chupar como una aspiradora. Quiero pensar que era mi falta de entrenamiento, pero la realidad es que sus avances me llevaron a correrme en menos de 15 minutos, antes la avisaba, y le costó no tener arcadas, pero ahora dejé de hacerlo, ella lo sentía y se preparaba, metía solo el glande haciendo el vacío con sus labios, machacándomela sin piedad hasta que explotaba en chorros de semen dentro de su boca, cada contracción era una cantidad enorme de leche caliente que la llenaba,  se mantenía firme hasta asegurarse de que no quedaba nada, y sin ningún pudor echaba la cabeza hacia atrás y se le tragaba sonoramente, para volver a mi polla y repasarla de arriba  a abajo para no dejar nada de su recompensa, y también por que así sabía que en pocos minutos me tendría tieso de nuevo.

-ANA: me pone como una moto tragarme tú semen, dios, no sabia lo que me perdía…….- no se por qué, pero o lo decía para halagar o realmente se excitaba mucho comiéndomela hasta lograr su ración de simiente caliente.

-YO: seamos justos, ¿No te parece? - me sonrió de forma obscena,  leyéndome la mente.

Tomé partido, me incorporé y la cogí de la cintura, usando mi polla como eje,  la giré hasta ponerla encima de mí con mi cabeza entre sus piernas, un 69 como era ya habitual. Ana entendió de nuevo  y con el gesto más sensual y provocativo que os podáis imaginar, se agarró el vuelo del vestido echándoselo hacia un lado, dejándome acceso limpio entre sus piernas con unas medias suaves, del mismo tono que su piel, que terminaban muy arriba de sus largos muslos. Tenía  marcado claramente un tanga fino y medio trasparente,  aún más debido a los fluidos que chorreaban, literalmente,  de su interior, me goteó en la cara al apartar la tela, olía a hembra desesperada, la subí un poco más el vestido y apenas al rozar su vulva convulsionó,  de forma lenta oyéndola como tenía que dejar de tratar de levantar mi erección, por que gemía de lujuria impaciente-

Una vez a mi disposición, la agarré y apreté la cadera hasta meter  mi cabeza en su coño, iniciando una comida salvaje, había aprendido dónde tocarla, y como,  para sacarla de si, abriendo bien sus labios mayores para atacar sin piedad el clítoris, que parecía un melón de lo grande que estaba. Eso, unido a los juegos de mi lengua en su interior, la arrancó un orgasmo bestial a los pocos minutos. Estaba lo más cachonda que la recordaba, dejó sus trabajos manuales para incorporarse y mover su cintura de forma rítmica mientras mi boca seguía martirizándola, no hacia falta mamada para mi empalme,   ver en el espejo cómo su cuerpo se retorcía en ese vestido, sabiendo que la causa era yo,  me la puso hinchada de nuevo. Ana ni se percató, estaba abstraída disfrutando, apoyándose en mi vientre mientras sus caderas alternaban movimientos rítmicos con parones en seco cuando mi boca atinaba con sus movimientos, no tardó en llegar la 2º corrida de mi chica, esta vez con premio en forma de fluidos, que me tragué sin pestañear, viendo como su cintura temblaba.

(Era lo que buscaba, y pido disculpas por el inciso, si algo había aprendido hasta ahora de sexo, es que para hacer disfrutar a una mujer, y digo de verdad,  tenía que lograr que se corrieran soltando flujos al principio del sexo, ya fuera con  masturbaciones,  sexo oral o penetraciones. Mi 1º objetivo era lograr que se corrieran como  una fuente, una vez que tienes a una mujer en ese estado, volver a lograr que se corra es muy sencillo y rápido,  la excitación es  máxima, no es ni disimulado ni contenido, es gozar de la forma más pura entre emanaciones. El nivel de placer es alto y continuo, da igual como la tengas o lo bien que creas que follas, hasta que no ves ese patrón repetido en muchas mujeres no te das cuenta que es en “ese punto” en el que una mujer no puede fingir nada, solo disfrutar de ello como una perra. Cada vez que la hagas temblar ella misma se frotará el coño, incluso sacándote la polla de dentro, hasta que termine, para después volver a por más. Una vez ahí, solo tienes que mantener un ritmo normal, la sacarás orgasmo tras orgasmo bañándote sin parar y haciéndola sentir estrellas entre ellos, a partir de eso,  ya es una pelea por ver quien aguanta  en igualdad de condiciones. Mi teoría, personal,  es que hasta que no logras eso, las mujeres parten con ventaja en el aguante y duración en el sexo, con lo que eso conlleva, puedes estar  años con una mujer, follando, y creer que la haces vibrar, pero luego te deja por que no la llenabas en la cama, o ver como mujeres echan su vida por la borda y se someten a un hombre que las de eso, como era mi caso.)

Volviendo a la cama del hotel,  en que Ana  recuperaba a duras penas el aliento por la eclosión de su cuerpo sobre mi cara. Cayó abrumada entre risas y suspiros de excitación a un lado de la cama, incorporándose mientras miraba mi polla apuntando al techo con firmeza amenazadora, relamiéndose. Ana se puso en pie quitándose los zapatos que aún llevaba, soltando un gemido de placer con cada uno de ellos, quedando de pie junto a mi, y llevándose las manos a los hombros, se sacó lo tirantes del vestido y lo dejó caer hasta su cintura,  dejando al aire sus preciosas tetas turgentes,  juveniles, perfectas  en su sitio, con aquellos pezones oscuros totalmente erguidos. No me resistí y me puse de rodillas enfrente suya atacándolos con mis labios y manos, es una injusticia universal que una mujer tenga 2 tetas y el hombre solo 1 boca, pero mi experiencia era amplia y sabía como tratarla. Ana agarró mi cabeza acariciando mi pelo dejándose dar placer, para asegurarme no perder lo ganado,  mi otra mano acariciaba levemente su vientre, por encima del vestido que  colgaba de su cintura apretada, negándose a ir al suelo. Esto la aceleró aún más,  y viendo lo tieso de sus pezones los mordisqueaba, vi el cubo del champan en el suelo, se me ocurrió coger un hielo medio desecho, y pasarlo por sus pezones, el frío la devolvió a la tierra de golpe, estaba algo ida,  y rió sintiendo como su cuerpo se estremecía y su piel de gallina afloraba en sus senos, lo pasaba con cuidado y lentitud, para luego lamer y chupar como un recién nacido, esa tontería  le estiró  los pezones, los tenía lo más grandes que había visto nunca, y lo aproveché a conciencia. Cuando se deshacía el hielo lo fui subiendo por su cuello repasando con mi lengua las zonas mojadas, acabando con unas pocas gotas frías en sus labios y perforando su boca con pasión, logrando que sus muslos se frotaran de forma incontrolada. Ana estaba a punto de nuevo, y aún no la había penetrado, pero eso se iba a acabar pronto.

Se sacó el vestido por arriba viendo que por abajo su cintura era demasiado amplia, dejando al descubierto su escultural cuerpo ejemplo de la belleza jovial, solo con las medias altas y un diminuto tanga que, andando hacia la chimenea,  se agachó sensualmente para quitárselo, se apoyó en el marco junto al fuego, notando como el calor de las llamas la envolvía. Ver su cuerpo desnudo brillando por el reflejo rojizo con su tono de piel tostado, me obligó a ir a por ella, la rodeé con calma aunque mi instinto me pedía violencia, dejando que mi polla se abriera paso entre sus muslos, abrazándola por la cintura, ella respondió echando su cabeza hacia atrás apartando su melena de ese lado con gesto travieso  al notar mi boca en su cuello, acariciando mis brazos en su vientre.

-ANA: fóllame, por dios, te lo ruego,  como estamos, por detrás.

-YO: ¿Y por qué?

-ANA: así mi culo hará de parapeto, no quiero que me la metas toda otra vez, aún me escuece de este medio día en las duchas,  ¿Te importa?

-YO: para nada, lo que tú desees, siento si he sido muy brusco.

-ANA: no pasa nada, solo dame tiempo, pero ahora te lo pido, métemela……….llévame al cielo.

Me desvestí completamente, y ella misma bajó su mano a mi falo, sacando un poco el culo abriéndose de piernas, y poniéndose de puntillas  se la metió sin dificultad. Los varios meses practicando  su lubricado coño hacían que su  cuerpo ya no se estremecía con solo  notarme dentro, se dejó caer poco a poco hasta que ya no podía evitar notar como la abría de nuevo sus paredes interiores, y con algún suspiro de dolor leve, no paró hasta tener dentro todo lo que la posición permitía, dejando fuera unos 5-6 centímetros, pero incidiendo directamente en su punto G desde ese ángulo.

Plantando bien los 2 pies en el suelo Ana se quedó quieta dejando que su dolorido cuerpo se acostumbra de nuevo a ser invadido por aquella enorme polla. Yo besaba su hombro y su cuello, mientras mis manos repasaban su cintura, sus pechos y su ombligo. Ya no era ninguna cría asustada, y sin dejar pasar mucho tiempo comenzó a mover sus caderas de forma circular, al inicio sobre mi,  sin sacársela, pero luego sobre ella, sacando cada vez más, y metiendo más de golpe. Pensé en desnudarla por completo, aunque solo llegaba las 2 medias altas en las piernas, y esa imagen me excitaba bastante, casi como una cortesana de principios de siglo, así que se las dejé puestas.

Me deleité con su trabajo y sus progresos, se había convertido en una buena amante hasta para mí, sus ritmos y gestos eran aprendidos y mecánicos, logrando sacarme gemidos leves con su aceleración. Sin duda, así podría sacarle un orgasmo a más de 1, pero  yo no era un cualquiera, me divertía verla tan concentrada mientras se retorcía de placer por sus propios gestos, sin que yo aún me moviera, era como ver a tu hermano pequeño no haciéndolo mal en un deporte en el que tú eres profesional. Decidí marcarme una meta, hasta que no se corriera ella sola, usándome de herramienta, no tomaría partido, la dejaría creer que va “ganando”, y así lo hice.

Tardó unos minutos,  pero como os he dicho, en ese estado físico, las mujeres se corren con poco trabajo, su ritmo antes de ello era bastante bueno, había cambiado los círculos amplios con solo un mete saca que hacía  mi pelvis rebotar en su trasero, provocando un sin fin de oleadas vibrantes en sus nalgas duras y tersas. Al venirse volvió a los círculos amplios echándose de nuevo sobre mi pecho,  riendo,  sintiéndose la reina por un segundo, y la dejé disfrutar, pero en cuanto noté que se le pasó el orgasmo y dejaba de chorrear, agarré sus caderas fuertemente y metí la 1º marcha.

Le pilló desprevenida y se agarró a mi nuca pasando sus brazos por encima de su cabeza, sonriendo por mi entrada en acción. Pasé a la 2º marcha unos minutos después, su sonrisa juguetona se desvaneció cambiando por morderse el labio de forma agresiva, queriendo aguantar aquel arreón. Al meter la 3º marcha  pasado un tiempo, comenzó a  gemir entrecortadamente con cada golpe de pelvis en su culo, apretaba los dientes queriendo mantener la compostura, pero le fue inútil y la saqué otro orgasmo que nos bañó las piernas a los dos. Me dio igual y metí 4º marcha, para ello tuve que rodearla por el vientre para tenerla mejor sujetada, y ella  se aferraba a mis brazos, los golpes en su trasero ya eran rítmicos y continuos, secos y sonoros, Ana  no quería rendirse, pero no pudo parar de gritar de placer obscenidades impropias de su carácter afable e inocente. La 5º marcha  pasados varios orgasmos cortos, ya fue demasiado, y se puso de puntillas pretendiendo así que no la matara tan rápido, pero se corrió de nuevo convulsionando, me costó dejarla empalada y seguir con mi ritmo, Ana no aguantaba y se echó hacia delante apoyándose en la chimenea y siendo el objeto de mi deseo, dejó que el vendaval comenzara, haciendo fuerza contra la pared. Resistió lo que pudo, más teniéndose en pie que haciendo gestos sexuales,  hasta que llegué a la 6º marcha 5 minutos más tarde, el máximo que siendo solo Raúl podía dar, un ritmo que había matado y encandilado a gente como mi leona y a las colombianas. Ana estaba aprendiendo a recibir en su interior aquella fuerza de la naturaleza, pero no aguantó ni 10 minutos así, se corrió 3 veces casi seguidas bañando las piernas,  el suelo y hasta parte de la chimenea que crepitaba con las gotas de fluidos que la llegaban, Ana estaba poseída y se movía como un anguila percutiendo contra mi, dejándose arrasar sin piedad hasta que reventé de semen en un último minuto digno de la bestia, me encantaba correrme regalando el ritmo más animal al final, era como mi firma personal.

Ana gritaba tan fuerte y tan alto que tapaba los golpes aguados en su coño, pero no pedía que se la sacara, si no que siguiera hasta matarla, podría haberlo hecho, sacar a Zeus, o a la bestia y haberla destrozado durante otra hora más,  de tal manera que se hubiera vuelto otra muñeca rota  en mis manos, otro juguete, pero no quería eso, así que simplemente me dejé ir  acariciándola el vientre.   Forcé un orgasmo que coincidió con mi sacudida de semen, rebajando el ritmo de mis penetraciones hasta notar como Ana de desvanecía y caía de rodillas, saliendo de mi,  tiritando ante el fuego de la chimenea, arrodillándome detrás de ella y sujetándola para que no cayera de golpe y se hiciera daño. Dejanmos unos segundos para que retomáramos el aire los dos, Ana estaba extasiada, con ligeros calambres de haberse pasado casi 1 hora siendo masacrada  sin compasión,  y yo en el momento de más cansancio por sexo del que había estado nunca desde el regreso de Ana, volvía a ser una gran versión de mi y Ana era mi compañera de viaje, había aguantado como una jabata aquel torrencial que le cayó encima, y estaba orgulloso de mi novia.  La acaricié el hombro, a lo que ella reaccionó como un perro asustado.

-YO: hey, preciosa, ¿Como estás?

-ANA: me siento rara, estoy………cansadísima……….me duele todo……………y se me contrae la vagina, tengo como espasmos……..- me miraba asustada.

-YO: tranquila, es normal, se te irá pasando poco a poco, creo que me he vuelto a pasar, perdona.

-ANA: no, eres genial y ha sido increíble……- usó un tono dulce y casi angelical, que no casaba con la imagen de ella de rodillas temblando desnuda con su cuerpo brillando de sexo salvaje, con la cara interna de sus muslos manchando las medias - ……. dios, es solo, que es nuevo para mi, pero me encanta…….-  se abrió como una flor y me abrazó en el suelo, dándome algún beso corto en los labios como agradecimiento, pero notando como su vientre tenia leves convulsiones que iban calmándose, su cuerpo seguía temblando y tiritando -……… estoy seca.

-YO: es normal, hemos sudado mucho…….. podemos probar el champan, ¿No? - sonrío separándose lo justo para sonreírme de manera deliciosa.

-ANA: vale, pero tráelo aquí, y lo tomamos al calor del fuego, tengo escalofríos.

Salté como un canguro y cogí el par de copas y la botella del suelo, junto a un charco de hielos medio descongelados en el suelo, también cogí la funda nórdica de la cama y una sábana, que estiré en el suelo. Serví las copas abriendo la botella con el corcho saliendo despedido, y sentándome enfrente de Ana, nos rodeé con la colcha, pero ella no dejaba de tiritar mientras nos mirábamos a los ojos repasando mentalmente lo ocurrido. La di la vuelta y la senté en mis piernas rodeándola con mi cuerpo y acercándonos al fuego, dándola mi calor corporal y dejando descansar su cabeza en mi pecho. Me encantaba la sensación de su pelo, y de que el ritmo fuerte y seguro de mis latidos la calmaran, sus reacciones corporales a la tremenda follada que acababa de sufrir fueron pasando, y ya solo se acurrucaba en mi cuerpo buscando posturas cómodas para adormecerse, mientras acariciaba su largo pelo.

-YO: se hace tarde, tenemos que volver a casa.

-ANA: no, yo quiero quedarme aquí, así, contigo.

-YO: no menos que yo, créeme……. – la besé en la frente al tener su cara de nuevo mirándome, suplicando con morros de cría de 6 años -….. pero tenemos que volver.

-ANA: jo, la vida es un asco……- me miraba aceptando su destino, la agarré el mentón con mis dedos levantando su cara  para cruzarse con mis ojos.

-YO: nada más lejos de la verdad,  mi niña, no contigo a mi lado ……- la di un beso,  de forma tierna y siendo recibido de igual forma, haciéndola ver que, si bien no podíamos tener una vida idílica, no se podía ser más feliz, no a mis ojos.

Me levanté y la cogí en brazos rodeándola con la colcha, la dejé sobre la cama y me fui a dar una buena ducha caliente para,  esta vez si,  relajarme dejando que el agua tibia calmara mi cuerpo. Realmente me había costado llegar a ese nivel y tenía una sonrisa boba que me salía al recordar como Ana había aguantado y disfrutado de aquello tanto como yo. Temí salir y encontrármela dormida o aún dolorida, me la encontré atacando despiadadamente la fondue de chocolate cubierta por la colcha, “Es perfecta”, me dijo una voz en mi cabeza, al verme se quedó paralizada, como si la hubiera pillado haciendo algo malo, echándose a reír mientras relamía la cuchara cubierta de cacao, y se apartaba un mechón de pelo negro del rostro.

-YO: venga, golosa, te toca la ducha…….- me fui a vestir dándola un beso rápido saboreando sus labios.

Se metió en la ducha dando un brinco y riendo, siendo el alma cándida y afable que conocía, estaba feliz, supongo que por haber aguantado bastante bien mis acometidas. Me vestí rápidamente con la poca ropa limpia que me quedaba en la maleta, y recogí la habitación un poco, estaba hecha un desastre y había una marca grotesca de fluidos en la moqueta delante de la chimenea, dónde Ana había soportado de pie mis ataques.

Terminé de recoger cuando Ana salió con una toalla tapándola el cuerpo a duras penas, desde sus senos hasta sus muslos, y con otra en las manos echándose todo el pelo hacia un lado  secándoselo y cepillando, me quedé atontado viendo su cuerpo húmedo. Sin mucho pudor, Ana  se quitó la toalla y se secó delante de mi,  completamente desnuda, para ponerse ropa interior limpia, en esos gestos me di cuenta de algo que puede que a muchos os parezca raro,  pero a otros muy familiar, me ponía, o me gustaba, ver más a una mujer semi desnuda o provocativa con ropa puesta,  que verla completamente desnuda, era el poder de la insinuación lo que me  gustaba, mucho más que ver en si un cuerpo desnudo, por muy apetecible que fuera.

La vi vestirse con unos vaqueros ajustados y un par de capas de camisetas y blusas, era pleno diciembre y hacia frío fuera. La ayudé a recoger sus cosas, incluyendo el vestido con los zapatos, dándonos pequeños arrumacos de vez en cuando, besos y caricias inocentes de cariño, viéndola como se acariciaba la gargantilla. Fuimos a devolver la llave a la entrada, la recepcionista nos miraba tensa, y Ana  se despidió haciéndole el gesto internacional del silencio, con su dedo índice en sus labios, guiñándole un ojo. El viaje de vuelta fue en completo silencio, pero por que no hacían falta palabras, con miradas y gestos era suficiente, los 2 felices, con sonrisas amplias y mi mano en su muslo cuando no tenia que cambiar de marcha, mientras ella jugaba con mis dedos con una mano, y no dejaba de jugar con el collar con la otra. Al regresar a casa no nos quedó más remedio que volver a nuestras vidas, menos estimulantes e idílicas, pero completas.

Desde ese fin de semana, Ana y yo nos volvimos algo más que novios o pareja formal, éramos  uña y carne, la relación evolucionó hasta ser casi 1 solo ente, nos entendíamos con las miradas y gestos. Como me prometió, casi nunca se quitaba la gargantilla, y hasta lo usaba para comunicarse en secreto conmigo delante de todos, sin llegar a hablar de ello, entendí que cuando se lo acariciaba sin más, es que me echaba de menos y quería que la prestara más atención, cuando jugaba con él y se mordía el labio, es que quería salir de dónde estuviéramos para follar como animales, y otras veces, simplemente lo acariciaba rememorando ese fin de semana. Las sesiones de sexo con Ana se elevaron, se volvió una amante de gran nivel, y para Navidades aguantaba casi 1 hora y media de penetraciones completas a gran velocidad. Ana no podía contener sus gritos, y en la casa el resto de compañeros se reían y hacían bromas de ello, pese a que a Ana no le gustaba que se supiera, ahora le daba igual, cuando nos poníamos se desataba, gritando que la partiera en dos o que la abriera el coño. Se acostumbró rápido a sentir y aguantar que se la metiera toda, en varias posiciones, ya sin escozores o dolores, aunque al principio la tenía que dejar descansar 1 o 2 días, después podíamos fornicar sin parar durante toda una tarde, parando cada 2 horas y retomándolo 15 o 20 minutos después.

Cada 3 o 4 días, la montaba una cita o algo especial para luego hacer el amor de forma suave y cariñosa, no quería una furcia, de esas me había cansado. Era un premio ver como Ana avanzaba en el sexo, pero de vez en cuando también queríamos romanticismo,  no solo sexo salvaje. Las miradas de Lara, y sobretodo de Alicia, cambiaron a raíz de oírnos, tratábamos de hacerlo cuando no estaban, pero no siempre te puedes contener cuando Ana te despertaba con una mamada tragándose tu semen a diario, como si necesitara su ración cada mañana, o cuando   era yo quien al despertarme con mi polla dura entre sus muslos la penetraba despertándola a golpes de cadera, o para ahorrar tiempo, dormíamos desnudos, y  eso era una provocación constante para ambos.

Como os decía, Lara y Alicia nos miraban de forma diferente,  Lara nos reconocía que se pajeaba al oírnos,  que era superior a ella oír a Ana berrear  poseída, incluso en privado me reconoció a mí solo, que cuando lo oía, se pegaba a la puerta para oír y sentir como golpeábamos nuestros cuerpos, y se tocaba, eso explicaba por qué cada vez que salía del cuarto a por algo de beber Lara estaba por allí, con poco o nada de ropa puesta. Me estaba  acostumbrando a ir en bolas por la casa a altas horas de la noche, por lo tanto, más de una vez nos cruzábamos desnudos. La forma de hablarme de Lara a solas, o con Ana delante,  eran diametralmente opuestas, me di cuenta de que Lara había cambiado algo su aspecto, menos hippie, y más arreglada, y cuando estabamos solos trataba de seducirme, era claro y evidente, pero para mi era un torpe juego, no me interesaba en absoluto, aunque algunas veces no podía evitar una buena erección, soy un hombre de carne y hueso,   y Lara se metía en mi cuarto con cualquier excusa  en bragas y sujetador, decía que le gustaba jugar conmigo antes de acostarse, hasta empezó a llevar tangas, y se me pegaba como una lapa. Cuando me pasaba sus enormes tetas sin sujetador, o con escotes, y se rozaban o aplastaban contra mi, era demasiado, verla como una perra en celo encima mía,  o como se las ingeniaba para verme desnudo, o que la viera a ella masturbándose en el salón,   después de follar o ducharme. Todo apuntaba a una sola cosa Lara, estaba cachonda pérdida por mi culpa.

Lara lo sabía y hasta más de una vez quiso frotarse o llevar sus manos a mi polla, buscando mis labios, pero solo lograba que cuando llegara Ana, y se lo contaba,  fuera Ana la que sufriera el calentón. No se que pretendía Lara, o si se pensaba que no se lo diría a Ana, y que poco a poco me iría seduciendo hasta que me la tirara a espaldas de Ana, cuando hasta alguna vez “jugando” con Lara montada encima, entraba Ana en el cuarto  y yo la sujetaba para que Ana nos viera, y así encender el piloto de los celos, para follar como bestias después. Las miradas y conversaciones entre Ana y Lara se volvieron distantes y algo violentas, siempre con el marco de la amistad de fondo, pero Ana se moría de rabia y se lo hacia saber a Lara, que se desvivía  por quitarle el novio. Ana me comentó que Lara se había llevado siempre a todos los chicos que le habían gustado, y hasta el tío con el que tonteaba Ana cuando volvió a Granada,  se enrolló con Lara después. A mi me parecía literalmente increíble que fuera así, Ana era una diosa, y Lara una calienta pollas con buenas tetas, pero supongo que, pese a ser virgen, se dejaba sobar, y eso a esas edades era lo primordial.

Alicia fue todo lo contrario, pasó de ser mi hermana pequeña, a un ser distante y frío, cuando había más gente delante la relación era cordial, pero casi nunca nos quedábamos solos, y cuando pasaba, era un silencio abrumador, incómodo, y siempre se cuidaba de que no la volviera a ver semi desnuda, o que yo lavara su ropa intima, y su forma de hablarme y tratarme no era la normal. Hasta discutía con Teo, se les oía y se les notaba, le pregunté muchas veces a Teo y a Alicia  por esa actitud, y siempre me salían que el cambio a vivir juntos y con  gente estaba siendo más difícil de lo que pensaban. Era una explicación sencilla  y creíble, si no fuera por que no tenía sentido que Alicia me tratara a mí diferente, el trato era igual que siempre al menos de mi parte, pero la palabra correcta de sus reacciones era pavor, Alicia tenía miedo de que nos quedáramos a solas, o de que tuviéramos cualquier tipo de interacción física. En cambio con Ana era un sol, se hicieron muy amigas, dejando de lado a Lara que andaba perdida en el mundo de los porros y drogas blandas, salían de fiesta juntas, iban de compras, y hacían planes.

Llegó Navidades y fuimos a pasar unas semanas con mi Familia, alejándonos de aquel ambiente algo cargado,  ya que vinieron familiares de Ana también como el año pasado. Nos controlamos mucho, podía intuir los deseos de Ana con el juego de sus dedos en la gargantilla, pero salvo alguna escapada fugaz dónde follábamos, nos teníamos que cuidar de lo que decíamos y hacíamos delante de las familias.

Mi madre no era tonta, y se olía que yo tenía algo con alguna del piso, me ocupé de que pareciera que fuera Lara, pero las miradas y comentarios entre Ana y yo, a ojos de todos inocentes o normales, a sus ojos no lo fueron, me atosigó a interrogatorios hasta que me lanzó la pregunta directa, y aunque hubiera querido mentir, cosa que casi nunca hacía, hubiera dado igual, mi madre era un detector de mentiras andante. Mi silencio la encolerizó, mi madre me soltó una charla de 1 hora en la que me culpaba de todo, y de cómo podía haberle hecho eso a su prima, traté de hacerla entender que Ana no era mi prima, y que no era un rollo sin más, realmente la quería, ella quería  hacerme cortar con Ana y volver a casa para alejarme de ella, pero el poder que podía ejercer mi madre por entonces sobre mi no era el de antaño, ya no era un menor asustado de la vida, necesitado de su cariño y consejo, la respetaba y la quería, pero la hice entender que eso no iba a pasar, lo mío con Ana iba para largo, y ella no podía hacer nada. Se enfadó y echó a llorar viéndose impotente ante mi decisión, aún así mantuvo el secreto ante el resto de la familia, pero no perdía oportunidad de hablar con Ana y conmigo, separados o juntos, y pese a que a Ana casi le da algo cuando se enteró que mi madre lo sabia, sus respuestas fueron igual de sólidas y contundentes. Al final de las vacaciones mi madre no le quedó más que aceptarlo, aunque no le gustara, llegando a cubrirnos o salir en auxilio cuando a mí, o a Ana, se nos escapaba alguna caricia o comentario delante del resto.

Para reyes, regresamos a nuestra casa, estaba desierta, el resto de los compañeros de piso estaban  con sus familias, las circunstancias eran idóneas, y Ana y yo estabamos con un calentón por la falta de sexo en casa de mi madre que no podíamos aguantarnos, además ella tuvo el periodo los últimos días, casi no podía tocarla sin que me mordiera, le dolía mucho el vientre, pero me di cuenta de que justo después del periodo su lívido era mayor. Por lo tanto, ni esperamos a llegar al cuarto, según dejé algunos regalos en el suelo se me echó encima tirándome al sofá. Estuvimos como 10 minutos besándonos y metiéndonos mano, hasta que logró sacar mi polla y tragársela del tirón, con sus habilidades intactas, chupó mi verga con un apetito voraz, y deduzco que por los días sin sexo  me corrí en 10 minutos en su boca, bañándola tanto que se le salía de los labios y se atragantaba, a duras penas contenía mi semen caliente según iba ingiriéndolo. Cuando terminé, se dedicó unos minutos a repasarla de arriba a abajo para dejarla limpia y devolverla su dureza, en cuanto lo logró, se quitó la ropa colocándome sentado en el sillón, abriéndose de piernas de rodillas sobre mí, y  se empaló violentamente haciéndola gritar de dolor, hacia mucho que no me tenia dentro, al menos 5 días, aún así se la hundió hasta el fondo, dejando que se acostumbrara de nuevo su interior mientras me desvestía. Yo atacaba sus labios con mi lengua, su largo cabello cayó sobre mi cara cuando se echó hacia delante dejándome oler ese perfume a coco que me derretía, se apoyó sobre mis hombros y mirándonos fijamente me cabalgó.

Su entrenamiento daba resultado, ya no tenía que ser yo quien atacara, era ella la que se martirizaba sola con gran velocidad durante  30 minutos, sin dejar de penetrarse pese a varios orgasmos que inclinaban su cuerpo hacia atrás y me permitían trabajar sus pezones y su vientre con mi boca y mis manos. Eso alargaba sus orgasmos hasta hacerla venirse de nuevo repetidamente; a los 40 minutos su ritmo fue disminuyendo, era su tope por entonces, era cuando yo entraba en acción y comenzaba a follármela como mejor sabia, haciéndome hueco y agarrándola bien para acelerar mis caderas hasta llevarla al cielo. Tardé casi 20 minutos  en correrme en su interior llenándola de nuevo con una cantidad de semen impropia, llevaba  mucho sin descargar, eso, calentó más a Ana, que de un salto se puso a comerme la polla, para ingerir la cantidad de semen que aún quedara allí, relamiendo y saboreando cada tibia gota y metiéndose los dedos en su interior para sacar más y comérselo.

-YO: joder Ana, tenias ganas………

-ANA: no sabes lo que he echado de menos tragarme tu semen, y que me folles como  sabes, vamos al cuarto que tengo un regalito de reyes para ti….- su actitud era  traviesa por que me estaba masturbando buscando una nueva erección, cuando la obtuvo se puso en pie -……….ve al cuarto y espérame en la cama, saldré del baño cuando esté lista.

Obedecí sin dejarla irse sin un beso caliente y guarro, esperé ansioso oyéndola moverse en el baño, sentado en la cama desnudo sin saber muy bien que pretendía, Ana habló de un regalo, pero ya nos habíamos dado unos detalles en casa de mi madre.

Al rato me avisó, y salió con un abrigo largo, del cuello hasta los gemelos, con tacones y con un sombrero de hombre de los años 40,  y poniendo una canción en el ordenador se plantó en mitad de la habitación, que era tan grande que había como 3 metros cuadrados sin nada con lo que tropezarse. Era música sensual, y esperando el ritmo, comenzó a contonearse, entendí al momento que era un baile erótico, y aunque estaba roja de vergüenza, sus movimientos denotaban que lo había ensayado, y no podía echarse atrás. Sus gestos eran de auténtica profesional de barra americana,   de vez en cuando se acercaba a mí,  se frotaba ligeramente para provocarme y cuando iba a meterla mano  se iba. Poco a poco, y casi desesperándome, se fue desabrochando el abrigo, de espaldas a mí,  enseñando medio hombro y luego tapándose de nuevo, atisbé algo de color rojo, pero no sabia que era. Su contoneo era excitante y más aún la intriga, al final cuando ya no podía  reprimirme y me estaba masturbando, se quitó el abrigo y me dejó pasmado.

Llevaba una especie como de camisón o corpiño, pero ninguna de las 2 cosas, era una prenda roja, el tamaño era de vestido de noche de fulana, unos tirantes en los hombros que iban hasta el pecho, allí comenzaba la tela, con un ligero escote,  y terminaba sobre la línea de su pelvis, dejando ver por debajo  la prenda intima. La tela era elástica y obscenamente trasparente, como redecilla de bañador, más aún en las pronunciadas curvas de los senos y las caderas de Ana, sin sujetador, dejando ver sus pezones claramente, y su tatuaje de la media luna en la zona del apéndice,  con un tanga rojo del mismo tono.

Continuó su baile sensual dejándome ver su  espalda, dónde no había nada salvo 3 tirantes que unían los lados del vestido, la tela  terminaba en el perfil del cuerpo, como si solo hubiera la parte delantera,  y dejando bien a  la vista sus poderosas nalgas separadas por el hilo rojo. El color era  brillante,  le quedaba de escándalo con su tono de piel y sus ojos, al principió se tapaba los pezones un poco vergonzosa, pese a que no tenía sentido,  le acababa de follar en el sillón desnuda, pero Ana era así, le daba pudor hasta que empezaba la fiesta. Volvió a rozarse conmigo, echándose de espaldas sobre mi pecho, y dejando mi polla prisionera entre sus nalgas,  esta vez si,  dejándome acariciar su trasero y espalda,  piel con piel, y su torso por  encima de aquella tela. No sé de dónde, sacó un bote de aceite corporal y me lo dio, la bañé en él, más de medio bote, para luego restregárselo por todo el cuerpo, desde el cuello a sus tobillos, no hubo un solo ápice de piel sin embadurnar, eso hizo que el tejido de la tela se pegara a su piel  como un bañador mojado.

-ANA: túmbate en el suelo.

Atolondrado obedecí, colocándome boca arriba, me echó gran parte de aceite por encima antes de tumbarse encima mía boca abajo, expandiendo todo aquel mejunje con su cuerpo, sin usar las manos. Quería comérmela allí mismo, pero me sujetó las manos y no me dejó hasta que mi cuerpo estaba tan bañado como el suyo, la pobre ilusa quiso seguir con el juego un rato más, sujetándome las manos y pasándome sus tetas aceitosas aprisionadas por la prenda por la cara, incluso puso sus pies entre los míos y se deslizaba usando la cadera para frotarse contra mi pelvis.

Pero no tenia nada que hacer ante mi fuerza física, cuando me dio la gana, o más bien cuando mi mente y mi cuerpo decidieron que no podían más, me liberé de una mano y la llevé a su trasero,  cogí el hilo fino del tanga y de un tirón lo rompí como un salvaje, sacándola un aullido de placer animal, no hubo ni que ayudar en la dirección, de una estocada se la clavé hasta el fondo, a la vez que Ana tembló al abrirse de piernas y quedar montada encima de mí. La rodeé como mis brazos pegando su cuerpo al mío, y agarrando con fuerza del culo comencé a destrozarla como nunca antes, fui acelerado como siempre, poco a poco,  sacándola orgasmos continuos y haciendo que nos bañara con sus fluidos,  pero,  llegado un punto de descontrol, no estoy seguro de si saqué a la bestia o no, y me dio igual, solo la oía gemir y gritar como poseída por el diablo.

Durante una hora la estuve matando como a Eleonor, Madamme o mi Leona, con matices  cariñosos, parando de vez en cuando, la notaba correrse o convulsionaba de más, pero volviendo a arremeter en cuanto se pasaba. Me dolían las piernas del esfuerzo, y me puse en pie con ella aún ensartada, la di la vuelta y la empotré contra una pared agarrándola de los brazos hacia atrás, esposada,  los necesitaba de apoyo para terminar el trabajo, Ana atinó a jugar a girar las caderas un rato, pero desaté el infierno contra su trasero haciéndola temblar, moverse incomoda y levantar una pierna buscando un consuelo que no obtuvo. En sus gritos solo había suplica por que no parara, jamás de dolor,  queja o pidiendo que parara, pese a que podía quererlo, sus ganas de mejorar y aguantar cada día más me estaban volviendo el animal que había dejado atrás,  para no decepcionarla.

Llegó el momento en que Ana no aguantó  y se dejo ir, ya ni hacia fuerza contra mi,  ni movía sus caderas a ritmo, solo capeaba el temporal, ella misma había provocado esa situación y solo quedaba soportar como se pudiera, 20 minutos sin un solo grito o gemido, solo algún suspiro al notar como se corrió de nuevo casi sin fluidos en su interior. Hasta que pegué el acelerón final del último minuto,  reventando su coño de semen nuevamente, teniendo que bajar la velocidad poco a poco, con cada espasmo de mi rabo llenándola por dentro.

Solo al parar mi cinética, me di cuenta de que Ana estaba tiritando como en el fin de semana en la sierra, estaba ida, convulsionando y con los ojos en blanco, moviendo las manos de forma aleatoria. Me dio miendo soltarla por que estaba débil, la cogí en brazos  dándome cuenta de mi salvajada, se contraía hasta que se relaja de golpe, temí haber roto a aquel ángel, aquella moral dulce y carácter afable de mi Granadina. La follada había sido digna de mis mejores polvos, Ana se había doctorado, en esa hora larga había superado a Yasmine, que nunca aguantó tanto, no al menos  ella sola  sin ayuda de su madre, y aunque no estaba a su nivel, sobretodo por duración, el ritmo, la profundidad y las embestidas eran como las  de mi Leona, por ejemplo, ella aguantaba eso durante más de 4 horas, y Eleonor menos de 3, bien entrenadas, pero para ser la 1º vez que me desataba con Ana, 1 hora larga estaba muy bien, sumándole lo hecho en el sofá.

La dejé suavemente en la cama temiendo alguna reacción negativa, pero estaba demasiado ida y temblando como para hacer nada, la tapé y la dejé tranquila dándome una ducha larga, sin saber como reaccionaria Ana al volver en si, tenía miedo de haberme pasado y que Ana se asustara de mí, pero aún más de que se convirtiera en otro juguete roto de mi colección, una amante que solo quería sexo y no buscaba nada más en mi. En esos pensamientos estaba, salí de la ducha y me estaba mirando al espejo del baño apoyado en la pila, teniendo pánico de salir y descubrir lo que fuera que tenia que pasar, de golpe se abrió la puerta y entró Ana sonriendo abrazándose a mi espalda.

-YO: hey princesa, ¿Que tal estás? - pregunté extrañado y preocupado.

-ANA: ¡Bien, amor! Deja de preocuparte por mí.

-YO: no puedo evitarlo, ¿Seguro que te encuentras bien? Te he dejado  en la cama un poco ida…….

-ANA: jajajajaja un poco dice, me has matado, madre mía,   todavía me tiemblan las piernas, y me escuece un poco pero ya no soy ninguna frígida, déjame darme una ducha relajante y salimos a cenar, ¿Te apetece? - la miraba “ojiplatico”, estaba tan normal, agachándose para sacarse el cinturón en que había convertido su tanga.

-YO: esto…claro, como quieras….. - escudriñaba su mirada en el  espejo, analizando sus gestos en busca de algún tipo de señal negativa, no la encontré, y ella me vio en mi cara el temor.

-ANA: deja de mirarme así, bobo, que no me pasa nada, bueno si…..- me dio la vuelta y se quedó mirándome fijamente - ……… ¡¡Que tengo al mejor novio del mundo!! …..- se puso de puntillas para darme un beso tierno  mientras mi reacción de alivio me llevó a apretar su cuerpo entre mis brazos – …..anda, déjame que me quité esto y me de un baño que estoy pringosa de dios sabe qué, y como estés por aquí,  no salimos hasta año nuevo - se quitó como pudo el corpiño aquel empapado de aceite, como si fuera una 2º piel, y viendo mi posición estática,  me cogió del brazo y me sacó del baño cerrando la puerta.

Me quedé sonriendo de forma tosca en la puerta del baño, totalmente desnudo y húmedo del baño, pensando lo estúpido que estaba siendo, tenía tanto pavor a hacerla daño, que no me daba cuenta de lo bien acostumbrada que Ana estaba. Llevaba 3 meses con ella y ya cabalgaba como una de las mejores, y lo más importante para mí, pese a estar bien físicamente después del sexo, no quería más aunque pudiera, si no que quería salir a dar una vuelta. Era la mujer perfecta jamás soñada, dulce, amable, cariñosa, tierna,  inteligente y divertida, con su punto de timidez adorable, y  a su vez estaba aprendiendo a ser una…….¿Loba? en la cama. Ana entendía mi necesidad de tener a ambas partes en una sola persona, la novia  y la amante  solo en una, no me quería por que follara como un animal salvaje, si no que disfrutaba de eso, pero me quería a mi.

Después de aquello los siguientes meses pasaron volando, no sé muy bien como explicar lo que pasó ese tiempo, solo recuerdo felicidad, ternura, confianza y sexo brutal.Ana prefería dormir con aquel corpiño rojo, y otros similares que se compró, en vez de desnuda, pero ya sin ropa interior, solo la gargantilla y el corpiño transparente, con sus pezones y coño al aire. No sé por qué, pero se sentía más segura así, y nos dejaba vía libre para dormir como siempre y follar como nunca.

Cada día era más, más profundo, más rápido y más tiempo, para marzo o abril Ana era insaciable, me costaba hacerla correrse como antes, y eso le ponía encendida a ella, sentirse poderosa ante mi, claro,  la terminaba matando siempre en  las 3 horas largas que ya aguantaba eran demasiado. Estaba al nivel de Eleonor con facilidad, aunque a la madre de mis colombianas no me la había tirado durante más de 6 meses como para ser justo en la comparación, pero tanto Eleonor, como Yasmine, como Madamme como a mi Leona, igual que a Irene y a tantas otras, las había reventado desde el 1º día, asumí que fue eso lo que  hizo que no tuviera relaciones normales y sanas, que las volviese sumisas y desesperadas por el sexo conmigo. Con Ana fui paulatinamente, despacio,  desde 0, hasta llegar al 100% de lo que Raúl, sin ayuda de Zeus o la bestia, podía dar, y eso solo había bastado para martirizar a cuanto coño se me hubiera puesto delante.

Disfruté de la compañía de Ana como mujer fuerte e inteligente, novia cariñosa, amante apasionada y amiga divertida, era todo lo que necesitaba, y gracias a que sus gritos ya no eran tan evidentes. Alicia volvía a ser la que era conmigo,  o eso suponía, aún no estaba seguro de por qué ese pavor a mi presencia en Alicia, pero era cosa del pasado. Ana y Alicia eran inseparables, si lo hizo aposta Ana, no me lo dijo,  pero me encantó recuperar a Alicia, a mi hermana pequeña.

Mientras que Lara seguía con su acoso personal hacia mí, sin querer menospreciarla, era como mi mascota, jugaba con ella cuando no estaba Ana,  por que ella misma venia a jugar. Sus armas de mujer eran tan evidentes y burdas como simples e inútiles,  si, podía llegar a ponérmela dura, es lo que pasa cuando viene en ropa interior, eso como mucho y  otras veces ni eso, y te dice que quiere ver una cosa contigo,  te pone un vídeo o películas enteras pornográficas, y se colocaba entre mis piernas, de cara o de espaldas, masturbándose claramente hasta correrse apoyándose en mi pecho. Lara ya ni se molestaba en disimular,  según oía que Ana se iba a la Universidad con Alicia, ya que Lara había dejado de ir a algunas clases, y sabía que  yo descansaba en la cama ese día, se venía a mi cuarto completamente desnuda, y se metía en mi cama a dormir, queriendo suplantar a Ana,  sabiendo de sobra que yo dormía también desnudo, y me gustaba abrazar lo que tuviera a mano. Me llamó la atención que se ponía y se colocaba igual que Ana, dejándome meterla la polla entre sus muslos, como si Ana se lo hubiera contado, cosa que me confirmó la propia Ana.

Lo sé, puede sonar a cuernos, o a estar fuera de lugar si estaba feliz con Ana, pero pasaban varias cosas. La 1º es que yo se lo decía a Ana siempre, no había secretos, de hecho Ana  pillaba a Lara dormida en mi cama, conmigo o si mi allí, y la montaba pequeñas broncas de celos, tomándoselo a broma, Ana al principio de esa relación extraña con Lara, se ponía mala de rabia, pero según pasó el tiempo sabía de sobra que de mí no tenia por qué dudar, había constatado que yo tenia total control sobre a quien me follaba  o no,  y si yo no quería, que no quería ya que   solo deseaba a Ana,  ya podía ponerse como quisiera Lara, que no pasaría nada. La 2º era que me gustaba, como decía, no la menospreciaba pero era un juguete con el que me divertía hasta que Ana volvía conmigo, Lara estaba cachonda y pillada perdida por mí, y su personalidad sincera y brutal,  tan similar a mi, viéndose casi humillada, la hacían ser exageradamente bestia en su forma de hablar y comportarse, y eso me era tan familiar a mí que me hacia reír. Cosas como estar 1 hora con ella intentándose empalar por mi, conmigo dormido, empujando con sus dedos mi polla, tiesa de las mañanas,  hacia su coño, y  darla un azote en una teta o en el culo para que parara, y se pusiera a  pegarme y  gritarme que me la follara de una vez y le rompiera su inmaculado coño, aquello me entretenía. La 3º era que a Ana le gustaba también, me dijo que Lara le había estado chafando novios y ligues siempre, y ahora estaba viendo como se arrastraba como una culebra por su novio, y este la calentaba pero nunca le permitía nada, disfrutaba sabiendo que  la hacia lo mismo que  ella la llevaba haciendo años,  la calienta pollas titulada, era ahora derrotada en su propio juego, y eso a Ana la encantaba, empezó a disfrutar manipular a la gente, y yo la enseñaba.

Si no lo entendéis es normal, pero era excitante, hacía sentirse mal a Lara, y a la vez Ana  se reafirmaba como la hembra ALFA. Ana, como perfecta que era, entendió aquello, o entendió que nos gustaba y no quería quitárnoslo,   me dejaba divertirme sabiendo que Lara no era nada para mí, y la  vez Ana disfrutaba devolviéndole las ofensas,   atormentando a su amiga, dejándole saborear un manjar que solo ella podía disfrutar.

 

Ana – Inocencia perdida.

Mi vida no podía ser mejor, habían pasado más de 8 meses desde la mudanza, y unos 6 en los que Ana y yo hacíamos vida normal de pareja. Estaba subido en una nube constante de alegría, Ana era todo lo que podía haber soñado, o mejor, no ya es que fuera una preciosidad de mujer, que lo era, ni que su forma de ser era tan bella como ella, que lo era,  ni tan siquiera era que me completara y me hiciera feliz, que lo hacia,  incluso  el hecho de que fuera una autentica tigresa en la cama que me costaba domar a fuerza de tenerla 3 horas siendo castigada. No, todo eso era secundario, lo importante es que ahora, encima empezaba a disfrutar, la etapa de aprendizaje y adaptación de Ana habían  acabado por ahora, me había costado trabajo, dinero,  tiempo y paciencia, pero logré convertir a una mujer sexualmente inexperta, tímida, avergonzada e incómoda con su cuerpo y con el acto en si del sexo, una mujer que le daba vergüenza que la vieran besándonos juntos en su día, ahora era una loba insaciable, una femme fatale que se entregaba a mí con devoción casi militar, que no solo tomaba partido y soportaba mi vehemencia,  si no que cogía la iniciativa en el sexo, que me pedía y me exigía sacar lo mejor  para complacerla y, cogiendo la comparativa  anterior, ahora se me subía encima para calentarnos con largas sesiones de besos y caricias en sitios públicos.

Todo ello, siendo genial formar a tu propia amante desde  0, no me hacia ni la mitad de feliz que el hecho de que fuera de aquello, dejando de lado el sexo, éramos la pareja ideal. Visto desde fuera, debíamos dar asco de lo bien que congeniábamos, juntos o separados, Ana seguía con su candidez e inocencia innata, pero ya era resabida, no solo conmigo, si no que se hizo de ciudad, aprendió,  de malas maneras, que el mundo es cruel y la gran ciudad una selva de cemento peligrosa para animales indefensos y confiados, no podía seguir siendo tan buena que parecía tonta, eso en una Universitaria bonita de un pueblo de Granada,  en Madrid,  se paga caro.

Como ejemplo extenso,  y os aviso que esto de sexo tiene poco, os diré que uno de los profesores se fijó en ella. Ana me hablaba de él en al interminables horas que nos acariciábamos en la cama, de lo bien que la trataba y de cómo la prestaba más atención aludiendo a su inteligencia superior al resto, de las veces que la llamaba a su despacho o la hacia quedarse después de clases a charlar con ella. La forma en que Ana me lo contaba era tan dulce y amistosa que no le di importancia hasta que un día, para darla una sorpresa, fui a la Universidad antes de hora a buscarla, como tardaba en salir entré a preguntar por ella y la encontré charlando de pie con aquel profesor, me había enseñado fotos juntos y le reconocía, me acerqué tranquilo pensado que estarían hablando de cualquier cosa relativa a los estudios, pero según me iba acercando mi detector de problemas se encendió.

No era por Ana, estaba sonriendo y charlando amigablemente de espaldas a las taquillas, con unos libros abrazados en el pecho, jugueteando con mi gargantilla y cruzada de piernas. Era la pose de él, aparte de ser un hombre de unos 35 años, bastante apuesto,  alto y bien arreglado, fueron las posturas las que me recordaron algo, él estaba apoyado en las taquillas con el brazo ligeramente por encima de Ana, y con una mano en el bolsillo, la postura me sonaba, Eli me explicó en su día en mis entrenamientos con ella, que el lenguaje corporal del hombre es mil veces más sencillo que el de la mujer, estaba oxidado, pero recordaba las lecciones del lenguaje inconsciente del cuerpo. Como Ana,  al cruzarse de piernas indica que no está dispuesta o que no le gusta o quiere lo que se le propone, con los libros como barrera natural y cogiendo nuestro amuleto de amor entre los dedos, no podía ser más elocuente y contundente en su negativa, aún siendo inconsciente. Mientras que la pose de un hombre al acecho suele ser esa, pegarse lo más posible, cubrirla o rodearla con los brazos para hacerla sentir segura, dejando que el torso se acerqué lo suficiente para dejar que la colonia haga su efecto, y  la mano en el bolsillo del pantalón es una simple flecha, le indica dónde mirar a su presa. “Ese tío va detrás de Ana”, me gritó una voz interior, no necesitaba más para saberlo, hasta el profesor llegó a apretarla de un brazo y quitarle un pelo del hombro, pero me quise cerciorar y no meter la pata. Si estaba siendo cortés o solo estaba siendo amable, en cuanto me viera y me presentara, el tío me saludaría cordial, sin cambiar la pose, o sin sobresaltos, así que me acerqué despacio para que Ana me viera antes que él. Justo cuando estaba llegando, la mirada de Ana se iluminó ante la sorpresa, obligando al profesor a mirarme sin cambiar la pose, al verme echó su cabeza algo hacia atrás, lo habitual cuando la gente veía mi corpulencia, pero sin variar la pose.

-ANA: ¡¡¡Hola amor!!! ¿Que haces aquí? – no la di tiempo  a que se moviera y la di un suave beso.

-YO: nada, quería darte una sorpresa, así te recojo y nos vamos a tomar algo…..- el profesor dio un salto y se cuadró como un hombre del ejército ante su general,  su cuerpo se tensaba al reconocerme como su novio.

-ANA: ah, este el profesor del que te hablé, Pablo, este es mi novio, Raúl…..- la pobre era tan educada y buena que no se percató de lo que sucedía,  lancé mi mano firme para saludarle y él respondió cortésmente con un fuerte apretón de manos saludando.

-PABLO: ah hola, encantado, me han hablado muy bien de ti……- me miró a los ojos y de la forma en que nos miramos los tíos, supo que me había dado cuenta. Apreté mi mano con fuerza, como me gustaba hacer, pero esa vez era una demostración de fuerza animal para dejar claras las cosas, él era alto, pero yo más.

-YO: pues no  se quien a podido hablarte bien de mí…. - hice la broma para destentar la situación un poco, o para que no se notara tanto, mientras rodeaba a Ana con mi brazo. Rieron, Ana de broma conociéndome, él siguiendo la farsa que los 2 sabíamos que era.

-ANA: pues nada, Pablo, mañana hablamos de lo del fin de semana.

-PABLO: esto…si claro, piénsalo, puede ser importante para ti - por fin solté su mano, y sin  mirar a Ana se despidió saliendo casi huyendo de allí. Ana se me abrazó y me dio otro tierno beso, pero notó que mi mirada se clavó en la espalda de aquel hombre.

-ANA: ¿Que te pasa?

-YO: nada, es solo que……… bahg da igual, ¿Vamos?

-ANA: vale - sonrió de nuevo con su inocencia intacta y se agarró de mi brazo, casi presumiendo de compañía por el pasillo hasta la salida.

Como ya apretaba el calor, y la gasolina está cara, fui con la scooter, y nos llevé a un parque con una heladería que a ella le encantaba, para echar allí unas horas, tirados en el césped. Yo quería ser como siempre, pero si cuando soy feliz me gusta extrapolarlo físicamente, cuando algo me preocupa se me nota en la cara.

-ANA: amor, ¿Que te pasa? Estás muy raro.

-YO: nada, es solo que……….me he fijado en algo y no me ha gustado - se quedó petrificada, era la 1º vez que me veía así, y que la comentaba algo que no me había gustado, si,  de forma casi imposible, la relación había sido así de idílica.

-ANA: dime.

-YO: verás, no quiero que pienses mal ni nada, pero ese profesor, Pablo, me parece que te tiene enfilada……..- se quedó tan quieta como estaba.

-ANA: ¡¿Pablo?! Que va hombre, ¿Cómo piensas eso?

-YO: por cómo os he visto en el pasillo, más bien, cómo le he visto a él.

-ANA: no seas bobo, es solo un profesor que le caigo bien…….- mi cara era tal que se percató de que iba  en serio, se sentó  cerca de mi, me agarró la cara y me hizo mirarla a los ojos -…. me crees ¿Verdad? Yo no te haría eso - la sujeté una mano suavizando mi mirada

-YO: no es por ti, peque, pero eres demasiado buena, su pose y como se ha puesto al verme  y decirle que era tu novio………ese tío va detrás de ti.

-ANA: pero no te pongas celoso, es solo que se ha sorprendido al verte, si es que eres muy grande jajaja solo me deja ayudarle con trabajos y exposiciones - quería rebajar la tensión con su dulzura, y me dio un beso tierno que no respondí.

-YO: no son celos……- “no la mientas” - …….……..o si, pero no son imaginaciones mías ……..- esta vez fui yo quien la sujetó la barbilla para mirarla a los ojos firmemente - …..sabes que te quiero, y que no haría nada en tu perjuicio, no es que quiera que no estés cerca de él y por eso quiera estropear tu posición en la Universidad, hasta ahora no me ha importado, ya lo sabes, pero hazme caso, en cuanto le he visto, lo he sabido, créeme, soy tío y sabes que tengo más en la cabeza que pájaros, sé de lo que hablo.

-ANA: está bien, te creo, pero aunque fuera cierto, no pasará nada, yo te quiero a ti, ¿Confías en mí?

-YO: lo hago, de quien no me fío es de Pablo…… ¿Que es eso del fin de semana? - me miró riendo ansiosa por contármelo, pero luego dándose cuenta de algo.

-ANA: bueno, en principio……… me pidió que le ayudara con una tesis que estaba haciendo, y como la quiere acabar antes de los exámenes, me pidió que le ayudara este fin de semana - sus ojos y gestos denotaban cierta tristeza, se había dado cuenta de algo gracias a mis palabras,  pero no lo quería admitir.

-YO: y déjame adivinar, será en su casa………- Ana asintió echándose las manos a la cara.

-ANA: si, de hecho me quiere invitar a cenar y así trabajar hasta tarde, ¡Dios!, ¿No creerás que………? No, no me lo creo.

-YO: mira, ni tú ni yo somos tontos, el tío lleva semanas trabajándote hasta que te ha convencido de que te necesita, y quiere que le ayudes por que sin ti no puede acabar una tesis, quedando en su casa,  para quedarte a cenar y trabajar hasta tarde……….es de guión de película de serie b.

-ANA: ¡Jo, pero no puede ser! Me ha enseñado su trabajo, le he ayudado, me ha hecho caso en mis ideas, es demasiado elaborado como para que sea una trampa.

-YO: no lo sé, tú eres más inteligente que yo, quizá lo tenga preparado o quizá sean imaginaciones mías, no lo sé, solo quiero que sepas que ese tío me da mala espina,  si alguien es capaz de reconocer a un cazador, es otro cazador.

-ANA: ¿Y que hago? He trabajado duro en su tesis, si sale a la luz me ha dicho que la publicará con mi nombre  junto al suyo, es una buena oportunidad de hacerme un nombre.

-YO: por eso no quiero que pierdas la oportunidad, pero ese tal Pablo……..se quiere meter entre tus piernas, y no me gusta.

La tardé pasó algo más animada, ahora que estaba hablado, olvidé un poco el tema con la promesa de que Ana tendría cuidado y preguntaría por ahí sobre Pablo.

(Aquí hago otro inciso. Es lo más difícil del mundo, pero en estos momentos aprendí, aunque no asimilé, la base de una relación sana de pareja, los hombres se hartan de decir que las mujeres son complicadas y no las entendemos,  las mujeres que somos simples y brutos, y en el fondo, lo que pasa es que no se habla, se quiere que el otro adiviné lo que quieres, y eso es un fallo de base. Una mujer se enfada contigo y no sabes por qué, al preguntarle solo estás afirmando que no has entendido la ofensa, y en vez de tratar de averiguarlo por ti mismo y solucionarlo, demostrando que le importas, vas y se lo preguntas como un tonto, eso las enfurece  más. O al cambio, un hombre quiere algo y lo dice o hace sin más, dando por sentado que a ella también le gustará sin preguntar, cosas así. La confianza puede ser muy traicionera en una pareja, no siempre vas a saber qué quiere el otro si no lo preguntas, y no siempre van a darte justo lo que necesitas sin decirlo, por lo tanto, solo queda hablar del tema. Entender y ponerte en los pies del otro, pero sin adivinaciones, eso es imposible y jugártela siempre a que conoces a alguien mejor que ella misma. En este caso, me viene a la cabeza por que Ana quería seguir con su tesis pese a mis insinuaciones, y yo no quería que ella siguiera pese a saber que era lo que ella quería, solo dios sabe que hubiera pasado si no lo hablamos.)

Los días pasaron, y Ana me comentó que Pablo tenía cierta fama en la Universidad, unas amigas y Alicia la ayudaron a descubrir que varias alumnas, con el paso de los años, habían tenido sus líos con él, o eso se rumoreaba. Llegaron a contactar con una mujer  de  24 años, que les dijo que le había denunciado por acoso e intento de violación, pero que al final entre el juez y la Universidad enterraron aquello como un “malentendido”. Ana se mostraba retraída, no quería comentármelo, pero no tenía más remedio, estaba empezando a preocuparse, y yo ni os quiero contar. No se lo ordené por que no podía, pero le dejé claro que ni loco la iba a dejar meterse en la casa de aquel tipo, ella le exculpaba diciendo que solo eran rumores, que otros profesores los tenían igual y que no me preocupara  tanto, pero veía como sus ojos no estaban tan convencidos, la pobre estaba tan ilusionada con aquella tesis, y con las promesas de recomendaciones y grandes trabajos que le podían suponer en un futuro, que no quería ver nada más.

Llegó el viernes en cuestión,  y la fui a recoger, quería hablar con ella, al salir me vio y se acercó segura pero preocupada. No se le notaba, pero iba vestida de la forma menos sexy que podía, con unos pantalones anchos, una blusa de lana gorda que le cubría desde el cuello hasta las piernas, y unas botas planas, no era su forma de vestir habitual, no quería provocar nada.

-YO: hola amor, ¿Cómo vas? - me abrazó y me besó saludándome, me di cuenta de que ni olía a coco, su cuerpo, su pelo en un moño,  todo estaba casi estudiado para no generar reacción sexual alguna.

-ANA: bien, preparada para esa tesis jejeje, tengo 1 hora para comer,   Pablo quiere tenerlo todo preparado en casa para cuando llegue, ¿Que haces por aquí? Ya te dije que iría en bus a casa de Pablo.

-YO: por que no te voy a dejar ir sola, te llevó.

Me dedicó una de sus amplias sonrisas y me besó de nuevo, creyendo que era un gesto de aceptación y de confianza hacia ella, y lo era, no quería estropear una oportunidad única ni que pensara que no confiaba en ella, pero mi 1º objetivo era saber dónde vivía ese tío. Ana me dio una dirección y allí fuimos, aparqué en la calle, y charlamos  comiendo algo en un bar cercano. Me quedé charlando con Ana en la acera antes de que subiera, la regalé un bolígrafo y todo para que lo tuviera a mano.

-ANA: eres un sol, gracias por entenderme.

-YO: confío en ti, eso es todo, ¿Cuando acabareis? Así te llevo a casa - me besó de nuevo, feliz como una princesa.

-ANA: pues puedes pasar a recogerme luego, ¿Te llamo para que  vengas? Es que no sé a que hora será, lo mismo me vuelvo en bus.

-YO: tranquila, no hará falta, me voy a quedar aquí - me miró sorprendida.

-ANA: ¡Pero que dices bobo! Si son las 4 de la tarde, lo mismo salgo a la 1 o 2 de la mañana, son muchas horas.

-YO: pues las voy a  pasar aquí - mis palabras no eran sugerencias, ni ideas, eran aclaraciones.

-ANA: ¡Que no va a pasar nada……….- ni la dejé terminar.

-YO: exacto, ya me encargaré yo de que no pase nada, tú dime el piso, subes y trabajas, de vez en cuando me mandas un mensaje diciéndome que todo va bien y listo, cuando acabes te llevo a casa.

-ANA: ¡Pero no vas a estar aquí 5, 6 o 10 horas, sin que al final pase nada!

-YO: lo que no va a ocurrir es que pase algo, y no este aquí, si se le ocurre cualquier cosa,  te vas, te disculpas por que te encuentras mal y sales de allí.

-ANA: vale……..- mi tono no admitía discusión, y creo que se sentía mejor sabiendo que estaba por allí -….. es el piso 5º B,  pero me da cosa que te quedes aquí solo….- ponía sus morritos de cría de 6 años.

-YO: por mi no te preocupes,  así que ve subiendo y dale recuerdos de mi parte - trató de convencerme, pero no había argumento posible.

La di la vuelta y la di un azote en el pandero para que fuera andando, su mirada era de pesadumbre por mí, por que estaba convencida de que iba a ser una perdida de tiempo que estuviera allí, hasta yo pensé que podía serlo, pero era demasiado lo que me jugaba si acertaba. Valía la pena estar el resto de mi vida en esa calle, solo  para asegurarme que Ana estaba bien.

La 1º hora pasó sin noticias, luego Ana me mandó un mensaje tranquilizador, estaban trabajando en la tesis, muy ilusionada, con caritas sonrientes y de más. Al igual que las siguientes 3 horas, de vez en cuando me mandaba un mensaje de las mismas características, pidiéndome que me fuera a casa a descansar. Empecé a pensar que me había equivocado con aquel tío, ¿Estaba oxidado o serian celos quizá? Pero estaba firme en mi posición, aunque no pasara nada, iba a estar allí, prefería quedar como un autentico imbécil tarado, antes de que ocurriera algo. Por suerte, o pura estadística,  había una tienda  de alimentación, refrescos y patatas, cosas así, de vez en cuando iba al bar a mear y charlaba con Teo, Manu, Alicia o mi madre por teléfono, sentado en el bordillo de la acera. Se fue acercando la hora de cenar, y pasaron unas 2 horas sin noticias, al final Ana me mandó un mensaje, diciendo que estaban muy concentrados y que Pablo estaba encantado con ella, que la tesis se escribía sola y que iban a tomarse un descanso para cenar, iban a pedir pizza. Eso me dio una idea, esperé a que llegara el repartidor y al abrir la puerta me colé en el portal, con un papel de propaganda que doblé 5 veces,  lo puse en el marco de la puerta en la cerradura, de forma que la puerta no se cerraba del todo, era un ligero truco que me enseñó mi padre. Me sentía como un espía y repasaba en mi cabeza cada escenario posible, imaginando peleas al estilo asiático y todo, mi imaginación y el aburrimiento durante horas hacía un mundo aparte en mi mente, y ahora me sentía más seguro sabiendo que tenia acceso a la casa. Sabía donde vivía Pablo, pero no subí, me salí a seguir trasteando con un  brick pequeño de batido de chocolate vacío,  que se había convertido en mi mejor amigo en la espera.

Al poco, Ana me mandaba mensajes muy seguidos, pasó de picarme por lo rica que estaba la pizza, pasando por decir que Pablo no paraba de llenarla la copa de vino, y de beber, hasta que me tensó con un mensaje diciendo que estaba empezando a ponerse nerviosa por que Pablo le quería quitar el móvil y  estaba muy sobón por la bebida. Estaba nervioso, dando vueltas en la calle, mandándola mensajes sobre si estaba bien o que ocurría, pero no contestaba, eso era lo peor que podía pasarme, estuve a punto varias veces de subir pero podía meter la pata. Por fin recibí un mensaje de Ana, “sube0”, no hacia falta más para ponerme a correr, sumándole,  Ana era impecable a la hora de escribir,  incluso en los mensajes, ese 0 mal puesto, la 1º sin mayúsculas y que no terminara con un punto……….. “No ha tenido tiempo y calma para escribirlo”, me decía a mi mismo.

Os podéis imaginar mi reacción, avasallé el portal con el hombro sabiendo del papel de la cerradura, y  estoy seguro de que aunque hubiera estado cerrada no me hubiera detenido, el golpe que dio el portón contra la pared fue bestial, resonando por todo el bloque. Ni miré el ascensor, subí por las escaleras de 4 en 4, acelerando el ritmo al oír y ver algo de jaleo por encima de mi, pasando por el 3º reconocí la voz de Ana pidiendo que la soltara. El último piso lo subí casi sin tocar las escaleras, dispuesto a echar la puerta abajo, me hubiera dado igual que fuera reforzada o blindada, hubiera hecho un agujero en la pared a cabezazos, por suerte, antes de llegar vi a Ana en el rellano con la puerta del piso abierta, tratando de soltarse de Pablo, que la tenia agarrada de un brazo.

-ANA: ¡¡Suéltame Pablo,  por favor!! ¡¡Me tengo que ir!!

-PABLO: no seas así, lo siento, no quería ofenderte, no te vayas enfadada, pasa y………..- no le di tiempo a más, me vio de refilón y su mirada al verme subir los últimos 5 escalones de un salto fue de horror, aquella mole iba a por él,  y lo sabía. Soltó a Ana, pero no evitó que mi puño en caída le reventara en la cara con tal fuerza por mi inercia e ira, que se estampó contra la pared del rellano, haciéndole rebotar,  cayendo de espaldas en el marco de la puerta abierta de su casa.

-YO: ¡¡¡Que haces maldito carbón!!! - me fui a por él en el suelo, le agarré de la camiseta dispuesto a matarlo, pero me pararon varias cosas.

La 1º fue mi educación en artes marciales, pegar a un tío en el suelo era de cobardes, la 2º era que Pablo estaba inconsciente ya,  sangrando por una brecha en la ceja, la 3º fue que Ana me sujetó del brazo tirando de mí. Todo ello, y quizá algo de conciencia que salió justo a tiempo, me llevó a rebajar mi enfado poco a  poco. Aquel mierda no supo nunca la suerte que tuvo de haberse desmayado a la primera, de hecho creo que,  ahora, visto con el tiempo, el que tuve suerte fui yo, si no,  lo mismo  estaría en la cárcel. Si me llega a responder mal, o a intentar devolver algún golpe…………no sé que hubiera pasado.

-ANA: ¡Ya está!, Déjalo, vámonos………. - la pobre sollozaba, queriendo contenerme, más asustada y nerviosa de lo que parecía.  Tragué saliva, y con ella recuperé mi cordura.

-YO: ¿Tienes tus cosas?

-ANA: ¡Si, todo, vámonos!- imploraba.

-YO: ¿Y el bolígrafo que te he dado?

-ANA: ¡Está dentro, déjalo, da igual, vámonos por favor!  - solté el cuerpo semi inerte de Pablo, sujeté  a Ana por los brazos acariciando su pelo, dejándola ver que ya había pasado, que ya no era un volcán a punto de estallar, tranquilizándola.

-YO: entra y coge el bolígrafo……...- asintió secándose unas lágrimas que me dolían en el alma ver caer por sus bonitas mejillas.

Me quedé mirando como Pablo volvía un poco en si, debatiéndome entre querer rematarlo y alegrarme por que se movía y no lo había matado. Ana salió del piso enseñándome el bolígrafo y cogiéndome de la mano tiró de mí para bajar las escaleras. Al llegar abajo, a la calle,  quiso salir corriendo de allí, pero la abracé y la dejé que se tranquilizara, rompió a llorar desgarrándome por dentro, pero poco a  poco mis fuertes latidos y mi respiración se calmaron, y su cabeza pegada a mi pecho fue asimilando y copiando aquello,  hasta que  se normalizó y dejó de llorar.

-ANA: ¡Vámonos! Por dios, no quiero seguir aquí, soy estúpida y tonta, soy una imbécil, mira que me lo dijiste,  pero no, tengo que ser la tonta que todo se lo cree – era una metralleta de autoflagelación.

-YO: tranquila, no pasa nada, no has hecho nada malo, la culpa es de él, no tuya.

-ANA: no, es mía, no tenia que haberle creído, me lo dijiste.

-YO: tú tranquila, deja que me ocupe de todo, tú solo respira y sigue mi ritmo, respira  profundo y suelta el aire, venga,   conmigo, 1 y 2,  1 y 2 - se fue calmando poco a poco, cuando se estabilizó, cogí el móvil, y llamé a la policía.

-ANA: ¿Que haces?

-YO: voy  a  denunciar y hacer que arresten a ese desgraciado - casi echa a llorar de nuevo.

-ANA: ¡NO! Por dios, no hagas eso, se enterarán en la Universidad.

-YO: Ana,  ese tío ha intentado forzarte o acostarse contigo, es tu profesor y no puede hacer eso, a saber con cuantas lo ha intentado ya,  no volverá a pasar……..- intentó convencerme, pero de nuevo, no había opciones.

Hablé con la policía, era necesario,  tenía que ser así, la 1º versión es la que cuenta, y no dejaría que fuera la de él o la de algún  vecino diciendo que yo agredí antes. Al llegar,  les explicamos lo ocurrido a la policía, nos tomaron declaración y subieron a buscar  a Pablo, tuvieron que llamar a una ambulancia, ya que seguía en el rellano sangrando, arrastrándose desorientado.

Pasó 1 hora hasta que pudieron hablar con él después de que los médicos le atendieran y le bajaran a la ambulancia, le tuvieron que dar 9 puntos en la ceja,  tenía una ligera contusión en el pómulo y un golpe en la cabeza del rebote en la pared. No sé que les dijo, pero volvieron 3 policías a nosotros, diciendo que me acusaba de haberle agredido sin motivo, por celos. Era su palabra contra la nuestra, y él era un profesor reputado, nosotros 2 críos, casi me acusaban y me querían llevar a interrogar a comisaria.

Pero yo era perro viejo, tenía 19 años, pero no era ningún tonto, le pedí a Ana el bolígrafo, sollozaba viendo que podía salir mal todo aquello para nosotros, me lo dio, lo abrí y saqué de dentro una grabadora espía. Lo había comprado hacia unos días, con más de 12 horas de grabación, lo activé antes de dárselo a Ana para que subiera, era la leche,   solo si lo girabas de cierta manera se descubría, y hacia copia automática en un PC que enlazaras, hasta escribía de verdad.  Rebobiné unos minutos,  y se lo puse a la policía, que lo escuchó durante media hora, delante de nosotros, Ana me miró entre sorprendida, agradecida y furiosa.

Se oía perfectamente como Pablo iba pasándose y Ana le rechazaba, queriendo volver al trabajo, pero Pablo insistía pese a que Ana le decía que tenía novio y que dejara de tontear. En un momento, el vino de la comida entró en acción, Pablo la decía que le daba igual y que si estaba allí era por que era una golfa, afectado por el alcohol,  decía que sabia que Ana en realidad quería liarse con él, que no podía ser tan tonta de creer que la tesis era real, era un copia pega de sus alumnos del año pasado, que  un gran profesor como él no necesitaría la ayuda de una niñata de 1º año  tan guapa como ella, Ana comenzó a llorar en mis brazos, rememorando aquello. Se oyó en la cinta  cómo se echaba encima de Ana, y esta le daba un bofetón queriendo salir de la casa, oyéndose como forcejeaban, con Ana gritando mi nombre con miedo. Oír el proceso y los lloros de Ana, que me abrazaba fuerte, me iba enfureciendo más, cuando  vi que Pablo salía de la ambulancia,  sonriente en la camilla charlando con un medico, me fui a por él de cabeza,  dispuesto a matarlo, sin piedad esta vez. Me tuvieron que parar, a duras penas,  entre 4 policías, ni ver como arrestaban a Pablo me tranquilizó, no le gritaba,  no hacia movimientos bruscos, no amenazaba,  solo le miraba a la cara con odio puro, no era un número teatral, quería su puta carneó para desayunar, y la cara de Pablo demostraba que lo sabía. Solo ver a Ana pidiéndome calma entre tanto policía, tapada con una manta, con su cara abrumada y sus dulces ojos llenos de tristeza,  me devolvió a mi ser, de nuevo me vi como en el ascensor en la mudanza, siendo la bestia que solo ella podía calmar.

Al final, nos fuimos a casa, le pedí a Alicia que cuidara de Ana unos días, para alejarla de todo aquello, estaba tan tensa y asustada que no pude ni tocarla en 1 semana. Mientras que con el padre de Teo, que  era abogado de alta firma, nos ayudó a tramitar la denuncia, quisimos ir a juicio,  montar un escándalo que saliera en las noticias, pero de nuevo la universidad medió con el juez, y no se llegó a juicio. Logramos que echaran a  Pablo, o como lo llamaron “Rescisión de contrato de mutuo acuerdo”, ocultando a la luz pública todo, incluyendo que lo inhabilitaron para la enseñanza. Quedó con antecedentes de por vida y unas horas de trabajos sociales, ¿Justicia?, eso fue una broma, justicia hubiera sido que me dejaran a solas con él 5 minutos en una habitación sin ventanas. A mi pobre ángel, Ana, le gustó más esa resolución, pese a los rumores en su contra, una vez más, todo quedó en eso, y así Ana pudo seguir con su vida en la universidad sin verse señalada del todo.

Sé que no tiene nada que ver con un relato erótico, pero es una experiencia vital para entender el cambio de mentalidad de Ana, más que un ejemplo, fue la lanzadera del cambio en algunas cosas del carácter de Ana. Desde ese día se volvió más espabilada  y lista, era infinitamente más inteligente que yo, pero se dio cuenta de que en la escuela de la calle, yo la sacaba mucha ventaja. Una cosa es ser listo y otra inteligente, y ella aprendió a ser ambas cosas, seguía siendo dulce y cariñosa, pero ese punto de candidez que rozaba la estupidez desapareció, no se lo podía permitir en una gran ciudad siendo tan bella. Ahora toreaba a los tíos que la entraban, se percató  de que muchos de sus nuevos amigos iban detrás de ella, incluso mal metiendo contra mí. Yo la daba algunas indicaciones básicas, ahora le parecía increíble no darse cuenta de determinados roces o conversaciones con ellos,  somos hombres, se nos nota rápido  cuando una mujer nos atrae, sobretodo, si esta ya no piensa que todos los tíos somos así de buenos y amables sin esperar nada a cambio.

La transformación real fue con sus nuevas amigas, había hecho muchas, pero a la hora de la verdad, cuando surgió lo de Pablo, algunas le dieron la espalda, o hasta se pusieron en su contra con los rumores.  Ana se podía convertir en una abeja reina, tenia el físico y la inteligencia para ello,  y el resto de abejas  no lo podían permitir, se tuvo que hacer  más fuerte, más contundente en sus respuestas, o al menos ahora las respondía. A  otras muchas, que la metían en el grupo  de turno solo para usarla de mascota social, las mandó a paseo,  ese enjambre que es una universidad era terrible, lleno de chavales que se creen el centro del mundo.Su grupo de amigos se redujo bastante, pero eran  de verdad.

A mis ojos ese cambio fue bueno, ahora Ana era capaz de defenderse sola en la cruda realidad, te puede gustar ser el caballero blanco de una dama en apuros, pero tener a tu lado a una mujer fuerte y segura no tiene comparación.

(9,69)