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Ocurrió, pero se me fue de las manos. - 04

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Estábamos un poco nerviosas e impacientes ante la llegada del señor, ninguna de las dos estábamos quietas, deambulábamos taconeando por toda la casa. De vez en cuando al cruzarnos, surgía una cómplice sonrisa.

―¿Estas nerviosa?

―Si, bastante. – conteste

―Espero que el señor llegue pronto, pues si no me dará algo.

―No te apures, mi primera vez me sentí igual que tú. – comento Lucia

Eso no me calmo, pero al menos no avivo mis nervios. La cabeza ya me daba demasiadas vueltas, eran muchas cosas nuevas en un corto espacio de tiempo. A mi mente llego la imagen de mi mujer, ¿qué diría al verme de esa guisa?, ….bueno siempre que me reconociera, pues no era fácil distinguir a mi otro yo, bajo ese trabajo hecho por Gema y las prendas que estilizaban mi cuerpo.

Sonó la melodía del móvil de Lucia, - Si, dime,….ya bajamos. – colgó

―Vamos cariño, el señor nos espera en la puerta.

―Cogimos nuestros pequeños bolsos, y nos dirigimos al ascensor. Solo se oía el sonido de nuestros tacones, pulsamos el botón y  comenzó su ascenso. Yo miraba a los lados a fin de ver, si alguien salía de algún portal, Lucia me cogió la mano en señal de tranquilidad y, nos metimos en el ascensor camino de la calle. Era la primera vez que el aire rozaba mi cara vestida como una dama, es indescriptible la sensación que embargo mi cuerpo. Respiraba lentamente y me decía a mí misma. ¡Por fin lo conseguiste!

―El señor nos esperaba con la puerta del vehículo abierta, y como unas auténticas damas, entramos en su interior. Ya dentro y con el coche en marcha, el señor mirando por el espejo retrovisor. –

―Estáis guapísimas, vais a causar furor en la fiesta. – Me alegro de teneros por compañía, y espero que lo pasemos estupendamente esta noche. – comento

―Gracias señor. – respondimos las dos al unísono.

Durante veinte minutos, nadie abrió la boca, el coche salía de la ciudad para tomar rumbo al lugar del festejo. Minutos después, nos desviamos por una carretera de segundo orden y durante varios kilómetros, no pudimos averiguar dónde íbamos al ser noche oscura, y no estar señalizado el camino.

Giramos a la izquierda, se podía divisar unas luces no muy lejos de donde estábamos, unos cientos de metros después el coche paro a la entrada de una verja. El señor hizo una llamada y la entrada estaba libre para acceder a la casona, que se divisaba unos cien metros más lejos.

Aparcado el coche en la zona destinada al efecto, observe la cantidad de ellos y sobre todo el estatus de los mismos. Quedaba claro que sus propietarios eran señores de un gran poder económico, al hilo de los vehículos que allí había.

El señor nos cogió del brazo y le acompañamos a la entrada, donde nos saludaba un portero vestido elegantemente de etiqueta.

―Buenas noches. – nos saludó con reverencia.

Asentimos con la cabeza y accedimos al interior del caserío, en el vestíbulo, se acercó al señor un caballero y le saludo muy afablemente, este le comento que su mesa estaba preparada. Nos abrió las puertas que daban acceso a la sala, y descubrí por primera vez el interior de un club privado de alto standing. La sala estaba en su mitad de aforo, por lo que pude palpar con la mirada, no obstante podría haber allí dentro, alrededor de treinta o algunas personas más.

La decoración era fantástica, lujo y modernidad se mezclaban de forma sutil. Tenía aspecto de medio ovalo, rodeado de mesas y butacas, en el centro del mismo y con acceso por unos escalones en los laterales, un pequeño escenario que cerraba su paso hacia el interior, a través de una gruesa cortina de cuero negro.

El señor, nos conminó a que le siguiéramos hacia una esquina del local, en ese instante, un señor se levantó de su butaca y lo esperaba con los brazos abiertos. Se saludaron efusivamente y eso dio paso a las presentaciones.

―Roberto, te presento a mis nuevas amigas, rectifico, a mi nueva amiga Carla, a Lucia ya la conoces. – dijo

―Joder Jaime, cada día te mejoras más, es guapísima. No sé dónde puñetas las encuentras. – comento sonriendo.

―Encantado de conocerte preciosa. – dijo besándome la mano.

―Un placer señor Roberto. – contesté

―De señor nada, a partir de ahora para ti, solo Roberto. – dijo

El tal Roberto se le notaba con clase y bastante poder económico, su traje y el reloj delataban su estatus. Aparentaba alrededor de 50 y se conservaba en muy buena forma, alto, rondando el 1,80 y con una pequeña entrada sobre su cabeza que ya empezaba a teñirse de gris.

Con sus saludos pude saber por primera vez, que mi señor y mecenas se llamaba Jaime. Ellos seguían con su charla y mientras Lucia y yo, nos acercamos a los asientos, donde saludamos a la acompañante de Roberto. Era una chica veinteañera y muy guapa, delgada, rubia y con unos pechos ya implantados que lucían de maravilla sobre su escotado vestido.

―¿Hola Ana, que tal te va? – pregunto Lucia saludándola.

―Estupendamente Lucia, ¿y a ti que tal? – respondió

―No puedo quejarme, y ahora quiero presentarte a mi nueva amiga, ella es Carla, la nueva adquisición de Jaime. – comento

―Me alegra conocerte Carla. – dijo mientras nos invitaba a sentarnos junto a ella.

Lucia, paso a contarle todo lo referente a mi persona y como nos conocimos. Tampoco dejo de hablar de los encuentros sexuales que habíamos tenido y de lo bien que lo pasamos en dichos encuentros. Mi amiga charlaba y charlaba sin descanso, se la veía feliz en el lugar y no era para menos. Se encontraba radiante y su juventud delataba que la felicidad recorría su cuerpo.

― Carla, cuéntame algo tú que no lo haya hecho Lucia. – dijo Ana

―Poca cosa queda ya, pero te comento que tenía muchas ganas de tener esta experiencia y espero que no arrepentirme. – conteste

―Seguro que no, yo estaba igual la primera vez que pise este lugar. Y desde entonces todo lo que ha venido después ha sido para mejor. – respondió Ana.

―Ya veremos, pues mi situación no es la misma a la tuya. – dije

―Está casada. –  comento Lucia en voz baja.

―Ana me miro, yo asentí con la cabeza. Segundos después tenía el brazo de Roberto sobre mis hombros y, acariciándome las orejas al mismo tiempo. Mis orejas son una zona muy erógena, y sus caricias me estaban calentando, Roberto dándose cuenta del hecho, giro mi cabeza hacia él y llevo sus labios a los míos dándome un suave beso. No supe reaccionar, me quede aturdida y de nuevo sus labios se unieron a los míos, ahora el beso fue más profundo e intenso, yo accedí a sus deseos de besar y continúe con mis labios pegados a los suyos tanto tiempo como el decidió.

―Vaya, vaya, que prisa la vuestra ¡acabáis de conoceros y ya os estáis morreando! – Exclamo Jaime.

―No he podido evitarlo amigo, está demasiado sensual como para no fijarse en ella sin desearla. – respondió Roberto.

―Pues nada hombre, seguid con lo vuestro, por mí no cortaros, que la noche es para disfrutarla. – Jaime

Acto seguido, Roberto continuo penetrando su lengua en mi garganta y yo la succionaba como caramelo de fresa. Los besos se fueron calentando y dio paso a sus caricias, sus manos se deslizaban entre mis piernas y jugaban con los ligueros del corsé. Yo me estaba encontrando en la situación perfecta de una dama, que tiene a su macho en celo y a su merced, pero al final me di cuenta que era yo quien caía rendida en sus brazos.

―Me gustas mucho Carla, me tienes embobado, estas mucho mejor de lo que comentaba mi amigo. – Roberto.

―Tú también me gustas, y me estas calentando al máximo. – Carla

―¿Salimos a bailar? - ….. Me parece estupendo. Pero será mi primer baile como mujer y no sé si saldrá bien.

―Tu déjate llevar, y veras como triunfamos. –

Me cogió de la mano y nos dirigimos al centro de la pista habilitada al efecto. En esos momentos sonaba el tema – “La vie en rose”, interpretada por Edith Piaf –  sus brazos rodearon mi cintura y el hombro, y yo deje caer mi cabeza sobre su pecho. De momento el baile no pintaba mal, salvo algún error por mi parte al no llevar yo la iniciativa, todo fluía bien. Apagándose las notas de la canción, ya se oía el inicio de la siguiente, ahora era el gran Frank Sinatra cantando My Way.

La sintonía entre Roberto y yo, estaba mejorando mucho, también me encontraba más adaptada al rol de mujer y sobre todo a bailar en tacones. Creo que para ser la primera vez, lo hacía bastante bien y los nervios habían desaparecido. La pista empezaba a llenarse de parejas, parecía que todo se había normalizado y éramos una más entre todas. De pronto y antes de acabar Frank, Roberto agarro mi cabeza me beso, y me susurro al oído que abandonásemos la pista.

Lentamente salimos de la zona de baile y de la mano de mi pareja nos dirigimos a la barra.

―¿Qué tomas cariño? –  preguntó

―Ginebra con limón, Roberto. –

―Por favor, un whisky y una ginebra con limón. – dirigiéndose al barman.

Con las copas en la mano, nos apartamos de la barra para sentarnos en un sofá, brindamos por nuestro encuentro y el tomo la iniciativa.

―Venga Carla, cuéntame cosas de ti y de tu vida, ¿quiero saber porque, estas ahora bebiendo esta copa en este sitio? – pregunto

―No me lo pongas muy difícil, que aunque no lo creas, para mi hoy son muchas primeras veces. – dije

―Pues empieza por la primera y tómatelo con calma. –

―Te cuento, al margen que yo llevara tiempo de tener la fantasía de estar al igual que ahora,  nunca había dado pasos para llevarla a cabo. – bebí un trago para calmarme.

― Hoy es mi primera vez en muchas cosas,….la primera en salir a la calle vestida, en visitar un lugar como este, en bailar con un hombre, y en tomar una copa con el charlando de mi vida. – termine sonriéndole.

―Vaya, sí que es interesante lo que has contado, no es normal, dar tantos pasos por vez primera, te considero una valiente. – comento

―Gracias Roberto, tu compañía, me hace estar muy a gusto y tranquila. – respondí

―¿Qué te parece el lugar, donde estas teniendo tantas experiencias nuevas? – pregunto

―Es genial y muy acogedor, eso lo notas nada más entrar. – conteste

―Me alegra que te guste, es mío y espero disfrutarlo muchas veces en tu compañía. –  Comento.

―Ya veremos, cuando termine este sueño y llegue a casa, valorare tu invitación. – dije

―Me miró fijamente, y sin apartar sus ojos de mí, se acercó para unir su boca con la mía, –  fueron varios segundos intensos de un beso apasionado.

―Te he dicho que me gustas mucho, y quiero hacerte el amor. – dijo con voz tenue en mi oído.

―Me puse nerviosa y no sabía que responder, el me gustaba pero eran muchas emociones para una noche.

―No respondes a mi petición, – ¿No te apetece mi propuesta? –

―Me gustaría mucho pero, ¿dónde y cuándo? – conteste

―Aquí y ahora, hay reservados para ello. –

―Si tú controlas el lugar, vallamos a disfrutar del momento. – Carla

Con suma delicadeza, cogió mi mano y yo seguí sus pasos. En el camino a nuestra estancia, observe a Jaime que nos seguía con la mirada. Yo hice un gesto en señal de agradecimiento y el me sonrió. – Roberto y yo nos perdimos entre los asistentes para dirigirnos a una esquina del local, donde tras abrir una puerta, accedimos a un pasillo con varias más. Paramos y abrió con llave una de ellas, en lo alto de la misma un nombre,.. Roberto.

―Entra Carla y ponte cómoda. –

La habitación era acogedora, disponía de una cama enorme y junto a ella un sillón frente a un espejo y un mueble bajo con pequeños cajones. En una esquina otra puerta, por la que se accedía al baño, en su interior al margen de los sanitarios, había habilitado un pequeño vestidor.

―Vamos cariño, no perdamos más tiempo y disfrutemos del momento. – Decía Roberto mientras me atraía hacia él, y me volvía a besar.

Yo no hablaba, solo respondía a su petición y mi lengua jugaba con la suya a la vez que lo abrazaba. Continuó con sus caricias y manoseando todo mi cuerpo, ambos estábamos subiendo de temperatura. Sus manos ya comenzaban a bajar por mis nalgas y apretaban mi cuerpo contra el suyo. Yo seguía sus pasos y empecé a comportarme como una autentica mujer, me dejaba hacer, y gemía del placer que me producían sus caricias.

―No puedo más cariño, quiero verte desnuda. – dijo

Sin más palabras, comenzó a bajarme la cremallera del vestido y lo dejo caer al suelo. Mi cuerpo quedo expuesto con la lencería de novia, que el señor Jaime dispuso para mí. Al contemplarme de esa guisa, Roberto continuó con sus caricias y besos, pero con un mayor grado de intensidad.

―Para cariño, déjame un segundo para poder desnudarte. – dije

―De acuerdo, pero date prisa, estoy deseando follarte. – respondió

Quite su chaqueta y pase a los botones de su camisa, el también ayudaba. Su pecho era perfecto estaba depilado, cosa que me agrado mucho, continúe con el pantalón y descubrí su erección de inmediato. Se sentó en la cama para deshacerse de ellos y los zapatos, y yo aproveche para pasar mi boca por encima de su slip, y subir su ya gran erección. Él se dejó hacer, hecho su espalda sobre la cama y yo me dedique a poner a punto el vástago que de un momento a otro, tendría dentro de mí. A la par de mi boca, mis uñas recorrían su pecho y erizaban su piel, estaba entrando en máxima excitación y sus jadeos así lo anunciaban.

―Carla, estoy a cien, eres fantástica. – dijo entre jadeos

―Me gusta que estés disfrutando cariño. – respondí

Continúe con mi tarea, y pase a descubrir el secreto de Roberto. Deslice mis manos entre el slip, y poco a poco vi aparecer la cabeza desnuda y mojada de un enorme falo, al salir todo a la luz contemple su gran tamaño, y al igual que su pecho, lucia en todo su esplendor sin un solo vello. Era mayor incluso que el de Jaime, tanto en longitud como de circunferencia.

―¡Guau!..... ¡Qué maravilla de polla! – exclamé

―¿Te gusta? – dijo

―¿Qué si me gusta?, es algo fabuloso, creo que es mayor que la de Jaime. – dije

―Sí, es algo más grande. – replicó

―¿Qué tamaño tiene? –

―Nunca la he medido, ya lo sabrás cuando la tengas dentro. – afirmó

―Costará trabajo introducirla, vamos a ver si podemos. – dije

―No te preocupes, con las ganas que tenemos y mucho tacto, conseguiremos hacerla entrar. – respondió

Yo calle, y me dedique a saborear el dulce que Roberto me ofrecía. Mi boca, se abría con dificultad para poder engullir, el enorme falo que tenía ante mí. Poco a poco ganaba centímetros dentro de mi garganta, apenas quedaba polla por tragar. Me gusta tener la polla metida hasta el final y quedarme quieta con ella dentro, ver la cara de mi pareja mientras lo hago me pone a mil.

―Cielos, que maravilla. Sigue así cariño, eres genial. – dijo jadeando

Yo engullía y seguía con mi trabajo,….. Me gusta comer las pollas como me gustaría que me lo hicieran a mí, por eso pongo mucho empeño en hacer disfrutar a mi acompañante. Sus testículos rozaban mi barbilla, y a veces sacaba la polla súbitamente por motivos de las arcadas. Yo lamia todo lo que veía, polla, testículos e incluso mi lengua hizo intento de abrir en su esfínter, Roberto estaba alcanzando un éxtasis tremendo, su espalda se encorvaba y sus quejidos iban en aumento.

―Carla cariño, para y ponte lubricante, te partiré en dos. – dijo

―Como quieras cariño, tú eres el amo. – dije mientras cogía crema de encima del pequeño mueble.

Pase a lubricar mi ano en profundidad para evitar algún desgarro y continúe con su polla.

Él se colocó en el centro de la cama boca arriba, y yo gatee hacia el hasta estar a la altura de su tremendo falo, para poder sentarme sobre el mismo. Apoye mis manos sobre su pecho, lentamente fui dejando caer mi cuerpo hasta llegar a rozar su miembro con mi esfínter.

Sus manos agarraron mi cintura y tiraba hacia abajo para penetrar con más fuerza mi culo. Yo estaba muy caliente y deseosa  de sexo, pero había que ir con sumo cuidado, el primer intento fue inútil y doloroso. Roberto, insistía en atraer mi cuerpo hacia el enorme pollon que quería investigar el interior de mi culo. Un segundo intento logro a fuerza de dolor abrir paso a la cabeza de su polla, yo mantenía con mis manos su atracción para que mi dolorido culo pudiese acomodarse.

―¡Vamos Carla!, déjate penetrar que estoy como un toro. – dijo

―Despacio Roberto, tu polla no es una tontería, y no quiero que me produzca un desgarro. – contesté

―De acuerdo cariño, te dejare llevar la iniciativa. –

A partir de ese momento, era yo la que decidía cuanto se introducía y cuando descansar.

Antes de hacer un nuevo intento, aplique más lubricante a mi culo y tenía decidido que ahora o nunca. Abrí mi culo con las manos y baje despacio hacia la enorme polla que me estaba esperando.

La cabeza estaba dentro, pare y respire profundamente. Seguí bajando mis nalgas y aunque el dolor aumentaba, no estaba dispuesta a parar. Volvía a descansar y hacer que mi esfínter, se adaptara al tamaño de la abertura que Roberto me estaba produciendo.

―Bien cariño, lo estás haciendo muy bien. – decía Roberto

Ya tenía introducido una tercera parte, respire profundamente y armada de valor, baje hasta el final de un solo golpe.

―Bravo Carla, así se hace. – decía mientras yo me quejaba de dolor.

―No te muevas Roberto, deja que mi culo se relaje. – dije jadeando.

―Tranquila cariño, no tenemos prisa, lo peor ya ha pasado. –

Varios minutos transcurrieron en esa postura sin hacer ningún movimiento, hasta que yo me deje caer sobre su pecho y decirle en voz baja. – Puedes empezar cariño. – Roberto acerco sus labios a los míos y con un intenso y profundo beso, lentamente comenzó a mover su falo dentro de mi culo.

El primer y fuerte dolor había amainado, pero aun dolía con sus movimientos, yo no me quejaba, me dejaba llevar por sus acompasados movimientos, de esa forma los dolores se estaban convirtiendo en sensaciones placenteras, que iban aumentando al ritmo de sus embestidas. Era la polla más grande que había tenido hasta ese momento en mi dolorido culo, mis jadeos se unían a los de Roberto y ambos nos compenetramos en el movimiento para hacerlo más placentero.

―Dios mío Roberto, que gusto me estás dando, ah ah ah aaaaaaa…….

―Yo también disfruto cariño, tu culo es maravilloso. – exclamó

―Noto como llega al final de la pared, es una sensación nueva y muy placentera. Ah ah aaaaaaaaaa……. qué bien follas cariño. –

―Querías una buena polla, pues toma polla,…….  – decía al tiempo que embestía su falo hasta el final.

Ahora sus movimientos y los míos eran más fuertes, yo hundía hacia abajo mis nalgas y el a su vez me empalaba con más energía. Desaparecido casi por completo el dolor, mis pensamientos solo iban dirigidos hacia el goce y la lujuria. Comenzaban a aparecer las primeras gotas de sudor sobre nuestros cuerpos, pero ninguno de los dos quería hacer parada alguna. Perdidas las miradas,  los ojos se cerraban para saborear el momento de éxtasis que estaba llenando nuestros cuerpos.

―¿Estas disfrutando cariño? – preguntó

―Muchísimo, y quiero que dure el máximo tiempo. – conteste

―Hare lo que pueda por complacerte. – respondía a la par que clavaba su falo hasta desaparecer en mi interior.

Llevábamos follando bastantes minutos, y el no parecía tener ganas de vaciar aun su leche en mi interior, pero recordando a mi mujer en la postura que me encontraba, copie sus movimientos de cadera cuando yo la follaba y, de esta forma su polla tendría mayor roce.

Le estaba gustando, ya jadeaba más intensamente y su respiración se aceleraba. Pero no desistía con sus envites, su fuerza era tal que me levantaba y yo parecía una muñeca en sus manos. Su polla salía de su cueva, para volver a penetrar el interior de la misma con la facilidad que daba el lubricante, y la adaptación de mi esfínter a su pene.

Placer, solo placer era lo que sentía en esos momentos, hasta la fecha era el mejor polvo que me estaban echando. Por mi cabeza pasaban los recuerdos que tanto había anhelado de estar disfrutando como una autentica mujer con un macho como Roberto. Respiraba lentamente y cerraba mis ojos para grabar en mi cabeza esos momentos, eran muchos deseos convertidos en realidad. Tanto tiempo viviendo en secreto mis fantasías y escondiéndome de mi mujer, para poder lucir su lencería mientras me auto follaba, con un consolador escondido entre mis cosas de juventud.

Allí estaba yo como una novia en su noche de boda, todo era perfecto, mi lencería maravillosa, la cama adecuada y un novio desbocado por poseerme.

―Carla, voy a correrme no aguanto más. – Roberto

―Hagámoslo juntos cariño, yo también estoy a punto. – dije

―Vamos Carla, …toma polla, toma…. Uf,uf,uf, uuuuuuuuuu…..

―Ah,ahhh..aaah… aaahiiii,.. métela toda… que bieeennn…

―Me corro….. Carla, toma,toma,toma, aaaaaaaaaaaaaahhhhh….

―Mi culo se estaba inundando de esperma, su polla aumento de volumen y yo aproveche para undir mi culo hasta el infinito…. Ah,ah,ahaaaaaaaaaaaaaaaa, que gustoooooo……….oooooohhh

―Gracias cariño, me has hecho gozar como nunca. – dije a la vez que me dejaba caer sobre su pecho empapado en sudor.

―Maravilloso Carla, que buen polvo hemos echado. – Esto no puede quedar solo en una noche, te quiero para mí siempre. – Roberto

Callamos durante varios minutos hasta notar que su pene menguaba de tamaño y salía de su pequeña cueva. Yo descabalgue de mi montura y me recosté junto a Roberto, nuestros cuerpos se reflejaban en el techo de la habitación, era la viva imagen de una pareja de recién casados en la cama de un hotel, minutos después de un maravilloso orgasmo.

―¿Te gusta lo que ves?. – preguntó

―Es una bonita escena, estoy encantada con el reflejo. – respondí

―Quiero ver esta misma imagen más a menudo. – contesto

―Yo también lo deseo, pero sabes que tengo compromisos matrimoniales y a veces me impiden hacer lo que deseo. – dije

―Pues habrá que hacer algo para arreglarlo, las dos cosas no son compatibles, si quieres ser mujer, no puedes hacer de marido. –

―Ahora estoy en una nube Roberto, no me pongas en dudas por favor. – conteste

―Dejémoslo por ahora, más adelante te planteare lo que quiero para ti, y tú decides. – termino  diciendo

Momentos después, me fui al baño y tras asearme y retocarme el maquillaje, termine de vestirme para volver a la sala con Roberto y reunirnos con Jaime y sus acompañantes.

―Vamos cuenta que ha pasado durante todo este tiempo. – Pregunto Lucia

―Maravilloso Lucia, que pedazo de macho y que polvo me ha echado, en las nubes, estaba alucinada, y si te digo que lo que ha entrado en mi culo, no lo crees. – dije

―¿Folla bien? –

―Una autentica máquina de bombear, me ha hecho temblar de placer. Y quiere que continuemos con esto, pero ya le he dicho mi problema del matrimonio. – respondí

―¿Y qué vas a hacer?. – Lucia

―Por ahora seguir disfrutando de la noche, luego ya veremos. –

La pista de baile continuaba animada, Roberto y Jaime cuchicheaban en voz baja, imaginaba que en su tema de conversación estaría yo metida. Nosotras tres continuamos hablando de temas de mujeres, mejor dicho de travestismo. Que hacer para tener un aspecto más femenino, ejercicios para adelgazar sin aumentar musculatura, que maquillaje usar durante el día,….. comprar en sitios discretos.

Pasados varios minutos, en el escenario apareció un presentador anunciando la actuación de una tal Madame Ebony.  La sala enmudeció y las luces se debilitaron hasta quedar solo un haz que iluminaba el centro del escenario……………………..

Gracias por esperar tanto tiempo este relato y a partir de aquí continuaremos el siguiente.

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