Nuevos relatos publicados: 7

La Piscina

  • 7
  • 20.952
  • 8,67 (15 Val.)
  • 0

El día estaba sumamente caluroso, nos despertamos temprano y bajamos a la playa, estaba desierta, por lo tanto decidí quitarme la parte de arriba del traje de baño para broncear mis pechos.

Martín se quitó el short y se tiró a mi lado a tomar sol, comenzamos a besarnos y ahí mismo decidimos hacer el amor.

Me senté sobre él y cuando levanto la cabeza, veo que cuatro ojitos nos miraban tras unos arbustos, hice de cuenta que no había visto a nadie y continué cabalgando a Martín cual si fuese un caballo salvaje y debía domar.

Luego invertimos las posiciones, me coloqué en cuatro tomó mi cabello e introdujo su verga tiesa en mi ano, parecíamos dos animales en celo totalmente desenfrenados.

El hecho de saber que nos estaban observando aumentaba aún más mi excitación, me gustó saber que éramos espiados, vistos por extraños.

Terminamos revolcándonos en la arena y fuimos a bañarnos al mar; cuando volvimos la pareja que nos había estado observando se ubicaron cerca de nuestras lonas.

Estaban los dos desnudos, al vernos llegar se acercaron a saludarnos y nos preguntaron si era una playa nudista.

Les respondimos que no, pero como no había nadie habíamos decidido tomar sol sin malla de baño.

Parecían muy amigables, ella se llamaba Patricia y tenia 28 años y él Jorge y tenía 30, sus cuerpos lucían muy trabajados y nos dijeron que eran profesores de aerobics.

Estuvimos conversando hasta el mediodía, intercambiamos teléfonos y quedamos en llamarnos para vernos en otra oportunidad.

Estábamos cenando en la terraza del hotel, cuando sonó el celular de Martín, era Jorge para invitarnos a una fiesta la noche siguiente en su casa.

Dado que estábamos solos y no teníamos planes, aceptamos la invitación.

Para ir a la fiesta, me puse un vestido minifalda color celeste claro, el cual contrastaba con mi piel bronceada, tacos altos, sin medias y dado que la ropa era muy ajustada y traslúcida decidí no usar ropa interior.

Llegamos al lugar, la casa era una mansión enorme que abarcaba toda una manzana, los jardines estaban iluminados y muy cuidados.

Tocamos timbre y un mayordomo nos atendió, nos hizo pasar al salón, al rato llegó Patricia, tenía puesto una pollera y un top que apenas tapaba sus pechos, parecía más linda que en la playa.

Nos dijo que pasáramos al jardín del fondo, pues allí estaban los demás invitados.

Una gran piscina emergía de bajo del césped, detrás estaba la barbacoa y los convidados.

Patricia nos presenta uno por uno, parecían conocerse desde hace tiempo por la familiaridad con la cual se dirigían unos a otros, eran todos muy simpáticos y enseguida entablamos conversación con ellos.

Al rato aparecieron los camareros y camareras a servirnos, ellos vestían un chaleco blanco con un moño y boxer negro de lycra muy ajustados que evidenciaba sus miembros muy bien dotados, las chicas llevaban puesto también un chaleco negro con la espalda desnuda y una minúscula tanga color blanco que dejaba sus nalgas al descubierto.

Nos miramos con Martín y comentamos que buena elección de personal habían realizado, nuestros compañeros de mesa se rieron y coincidieron con nosotros.

La cena consistía en platos fríos, ensaladas, cerveza, vino y refrescos.

Luego de servir el postre, los jóvenes que habían oficiado de camareros se colocaron en fila, alternado un chico y una chica alrededor de la piscina.

Se fueron acercando a cada una de las mesas y elegían a dos comensales un hombre y una mujer y los llevaban con ellos.

Una vez al lado de la pileta, se desnudaban e iban quitando muy despacio las ropas de los invitados, una vez desnudos se tiraban al agua.

En nuestra mesa eligieron a Martín y a la chica de la otra pareja, con su esposo nos quedamos expectantes de lo que acontecería.

Cuando ya estaban todos en el agua, los hombres subieron a las chicas en sus hombros y empezaron una lucha, las que eran derribadas más rápidamente deberían pagar una prenda.

La misma consistía en mamar la verga de su oponente debajo del agua.

La esposa de mi acompañante de mesa fue una de las primeras en caer, cuando él entendió en que consistía el juego se puso furioso, dado que su contrincante era Martín.

Me preguntó si estaba de acuerdo y le respondí con una sonrisa.

Al rato una gran orgía se había formado en la piscina, sólo podían verse los culos blancos de las mujeres al sumergirse y los rostros de placer de los hombres.

Me acerque al borde de la pileta y pude ver como una chica abría las nalgas de Martín e introducía su lengua en ese precioso culo, mientras otra le mamaba la verga.

Enrique - así se llamaba mi compañero de mesa - se levantó para poder observar mejor, pude ver como se notaba su verga tiesa bajo el pantalón.

Se para a mi lado y le pregunto si esta molesto me mira algo desconcertado y me contesta que está un poco confundido, no esperaba esto en la fiesta y agrega que es la primera vez que viene a la casa de Jorge y Patricia - Patricia era compañera de trabajo de Alicia, su mujer - y no tenía idea de que hicieran orgías.

Le conté lo que había sucedido en la playa la mañana anterior y por eso no me sorprendí demasiado, al contrario, me gustó la idea.

Me mira a los ojos, se acerca y toca mis pechos al tiempo que su boca roza mis labios.

Era alto medía aproximadamente 1.85 m buen físico, castaño y ojos marrones, estaba muy bronceado.

Miro sobre su hombro hacia la pileta y veo a Martín que esta en el agua tomado del borde y que alguien le esta chupando el ano, me ve, se sonríe y sigue disfrutando.

Enrique me dice al oído que le da vergüenza estar ante todos y nos fuimos tras un árbol, me levantó el vestido, me chupo la concha y el culo, me puso de espaldas me abrió las piernas y me metió su verga, mis gritos de placer hicieron que dos chicos se acercaran a donde estabamos para ver que sucedía.

Se quedaron parados delante nuestro masturbándose, lentamente se fueron acercando, cuando estaban a punto de estallar apuntaron sus vergas a mi cara y derramando toda la leche.

Yo estaba tan caliente que no puse resistencia, me recostaron sobre el césped, me abrieron las piernas, mientras uno me chupaba la concha el otro puso su pija en mi boca para que se la mamase.

Enrique parecía un niño descubriendo un nuevo juguete, su excitación no le permitía dejar su miembro fláccido y él aprovecha la situación para ponerme en cuatro y cogerme nuevamente.

Los tres acabaron al mismo tiempo cubriendo mi cuerpo de esperma.

Me levanté y me tiré al agua para limpiarme. Martín se acerca me besa y me pregunta que tal lo pasé, le cuento lo sucedido y su verga vuelve a pararse.

Me sienta en el borde me abre las piernas y mete su lengua hasta el fondo de mi concha, lleno su boca con mis jugos, entro al agua y así de espaldas a él le ofrezco mi culo para que lo penetre, su leche espesa me desbordó deslizándose por mis piernas.

A la mañana siguiente emprendimos el regreso con la promesa de llamar a nuestros amigos para ofrecerles una fiesta en agradecimiento.

(8,67)