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MI DON (30)

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Ana y Eleonor -  Desatado.

Volvemos a la historia en el mismo punto en que lo dejamos, conmigo en el coche regresando al ático de Eleonor, el 1 de Enero, después de una mega fiesta de fin de año, en la que pasaron muchas cosas. Algunas las vi, como a Teo poniéndole los cuernos a Alicia, y otras que no vi, según mi madre, Ana y Eleonor tramaban algo que activó su 6º sentido materno,

Regresé a casa con un millar de dudas en la cabeza, la sola idea de que Eleonor, o Ana, me ocultaran cosas, me parecía estúpida, no tenían motivo alguno, no tenia sentido, ¿Que podían querer que yo no las pudiera ayudar, o que debieran de ocultarme? No le encontraba la lógica a nada que mi ágil e imaginativa mente se le ocurriera, mi cumpleaños quedaba lejos para una fiesta sorpresa, o el papeleo del piso se alargaba, como para montar una inauguración a mis espaldas, no las veía haciendo nada más allá, y menos aún, que realizaran aquellas 2 almas cándidas. Ana, una chiquilla forjada bajo mi martillo, y Eleonor, una mujer tan poderosa como manipulable, se suponía que tenía a las 2 comiendo de mi mano.

Y pese a todo eso, la sola advertencia de mi madre  me puso en guardia, tenso y pensativo, se habían ganado ese derecho las advertencias de mi madre, con el paso de los años.

Al llegar, entré en casa ya  pasadas las 7 de la tarde, encontré a Eleonor y Ana charlando y riendo, mientras tomaban un poco de chocolate caliente en el sofá de abajo. Las escudriñé desde  la puerta, tratando de leer a través de su cráneo aquellas “maléficas mentes” que veía mi madre, de tal manera que Eleonor me miró sonriendo, sin comprender nada. Eso llamó la atención de Ana, de espaldas a mí, que se giró, y al verme salió corriendo a mi encuentro, con su sonrisa angelical, y su cuerpo juvenil. Me besó con el sabor a cacao aún en los labios, y me abrazó con firmeza.

-ANA: ¡Amor! Siento haberme quedado dormida anoche, estaba muy cansada y algo borracha jajaja,  lo siento, sé que no te gusta que beba………….. ¿Que tal? - alzó la cabeza con cara de cachorro.

-YO: bien…….todo…………bien - sonó a pregunta.

-ANA: ¿Que te pasa? - frunció el ceño con cara de preocupación burlona.

-YO: nada peque, que tengo muchas cosas en la cabeza - la abracé con fuerza hasta levantarla del suelo con un ligero grito de felicidad.

-ELEONOR: mis niños, que linda imagen, ande y póngase algo que se van a resfriar - comentaba ella, mientras se levantaba y llevaba las tazas a la cocina, dedicándome una ligera sonrisa.

Era cierto, Ana iba descalza en ropa interior, con mi camisa de la noche de  fiesta puesta, abierta salvo los últimos 2 botones  en la cintura, le quedaba grotesca y sensualmente enorme. Yo venía de la calle con pantalón largo pero en camiseta con manga corta.

Besé a Ana con dulzura, antes de azotarla con cariño para que  fuera a ponerse algo abrigado, aunque su imagen era preciosa. Allí, pasmado en la entrada, viendo como Ana me saludaba alegre antes de entrar al cuarto, y como Eleonor se volvía a echar en el sofá levantado las piernas y pidiéndome que la diera un masaje en los pies doloridos de los tacones de la fiesta, contemplé  lo que ya sabía. Eran  mi novia pizpireta y una mujer madura que solo demandaba afecto, no eran 2 diablas en busca de……….no se me ocurría que podían estar buscando en las sombras, no sentí que hubiera plan o maldad alguna, “Mi madre se equivoca”, tenía que equivocarse, me decía a mi mismo. Así que, simplemente calmé mis nervios, y me dediqué a lo que mejor se me daba, vivir con ellas.

Esa misma noche cabalgamos juntos los 3. Eleonor cayó la 1º, estaba casi sin energías, la fiesta y el polvo a altas horas de la noche que la eché,  la tenían aún en la reserva, sus senos me llamaban demasiado y con ella subida encima a horcajadas la fui penetrando,  sintiendo hasta que le escocía. Su cintura aceleró de forma irrisoria, me dejó domarla a los pocos minutos, dónde desaté a la bestia y en 1 hora acabó fulminada de 4 orgasmos seguidos, para cuando iba a vaciarme  dentro de ella por 2º vez, Eleonor estaba casi ida de placer.

Fue Ana la que recibió la grata sorpresa de mi mejoría física, por el gim, aún no me había corrido y Eleonor ya no volvería, al menos en un buen rato. Ana se agachó a chupármela con suavidad según salí de Eleonor, agarrándola con ambas manos y jugando con su lengua en la punta del glande, sintió en las manos esa rigidez previa al correrme, masacrar a Eleonor tenía sus consecuencias. Apenas 10 minutos de lametones y succión me hicieron venirme en su boca, lo aprovechó para rememorar viejos tiempos y tragarse todo mi semen, continuando con sus manos y su boca un juego perverso hasta ponérmela como una piedra de nuevo.

Entonces Ana gateó por mi cuerpo, para ocupar la poción de Eleonor previamente, se introdujo el pene con lentitud casi desesperante, agarrando de la base con una mano mientras subía y bajaba un par de veces, girando su cabeza haciendo que su larga melena hiciera arcos. Repitió gestos hasta que soltó la mano y se dejó caer para sentir como  la llenaba, se retorció casi dibujando un círculo con su torso, hasta caer sobre mi pecho, besándome en él, y en el cuello. Su cintura daba pequeños saltos, intercalados con giros amplios de sus muslos, fue aumentando el número de saltos, hasta que ya no había giros, solo entraba y salía de ella. Utilizaba el propio impulso de la bajada, con el ligero dolor agradable que la provocaba tenerla toda dentro, para volver a subir, pero solo a la mitad ya que se dejaba mucha parte dentro para no obligarse a hacer esfuerzos grandes para sacársela toda.

Mis manos en sus senos jugaban con ellos y sus pezones, mientras que la diferencia de altura no me dejaba llegar a besarla, solo cuando se tomaba un respiro en sus movimientos y se elevaba unos centímetros podía probar sus labios y su lengua luchando contra la mía. Sus orgasmos casi no parecían afectarla, eran evidentes en el cambio de sus gemidos y respiración, pero continuaba incansable, su velocidad disminuía pero aguantó lo suficiente como para sacarme la 3º corrida. Se elevó orgullosa echando el cuerpo hacia atrás mientras unos giros rápidos de cadera terminaban de recibir mi leche caliente en su interior. Sudorosa y cansada, pero con una sonrisa de felicidad lasciva dibujada en el rostro de mi amada Ana.

Me picó en el orgullo, me incorporé con tal fuerza que su risa se volvió en asombro, y  sin sacarla de su interior me puse de rodillas con ella encima, recostándola de espaldas a la cama,  con la cabeza al lado de la de Eleonor,  que aún pasada una hora, luchaba por recuperar una respiración rítmica. Ataqué los pechos de Ana, y su ombligo, con mis manos y mis labios, acariciando su clítoris con habilidad, y besándola con pasión. Sus movimientos pélvicos fueron hinchado mi verga en ella, que notaba como un monstruo crecía en su interior, sonreía levemente de nervios, intuía que ahora la avasallaría, pero no sabía hasta que punto. Fui sacando y metiendo todo mi rabo con movimientos lentos, cogiendo las medidas para no sacarla de ella, y una vez hecho, solté al animal indómito que habitaba en mí, fue gradual y letal, tan rápido y continuo que Ana se corrió 3 veces en diez minutos. Se reía, solo al principio, de la impresión, luego fue torciendo el gesto sabiendo que iba en serio, y luego agarrando las sábanas para no echar a volar. Aguantaba la respiración hasta que no podía más y soltaba un grito para coger aire, Ana estaba desbordada, mientras que me miraba, lo que veía casi debía de excitaría más, yo estaba concentrado, con respiraciones acompasadas, estudiadas para esfuerzos físicos de alto rendimiento.

Agarrado de una de sus piernas como apoyo, fue demencial escuchar  el estruendo de los golpes,  pelvis contra pelvis y como ella trataba de acariciarse el clítoris pero lo dejaba para poder seguir respirando. Se aferraba a la cabeza como si fuera a salir disparada como el corcho de una botella, de Ana emanaron fluidos en cantidades que solo descubría al sacarla un par de veces de ella y ver chorros a presión, casi parecía que se orinaba encima, pero volvía a  arremeter con toda ferocidad, y ni atisbo de cansancio. 40 minutos  pasaron antes de que  la volví  a llenar de leche, ya casi ponía las manos en mi estómago pidiendo que parara, pero sus ojos en blanco y sus labios carnosos, me pedían  continuar.

-ANA: ¡Estás enorme! Muy recuperado, te veo con ganas de más, y yo casi  no puedo con mi alma…..- sonreí al agacharme a besarla.

-YO: aún queda que te folle tu precioso culo - abrió los ojos mordiéndose el labio, acariciándose los pechos.

Mientras mi polla se recuperaba, me comí su coño, sabía a mil cosas, pero solo rozar su clítoris la hacía estremecerse, la saqué otro orgasmo antes de empezar a trabajarle con los dedos el ano. Al meter varios gradualmente en su puerta trasera,  ya la tenía lista, y en la misma posición, bien abierta de piernas,  apreté contra su ano sacándola suspiros de la impresión, pero sin mucha dificultad la metí con fuerza, haciendo resbalar el cuerpo de Ana por las sábanas de la cama, hasta que su cabeza sobresalía por uno de los bordes.

Solo metí la mitad, y allí volví a arremeter con la bestia, la cinética llevó a meterla entera y sacarla gritos de pasión que la hacían arquear la espalda, la sujetaba bien por sus caderas para no perder comba. Fue un frenesí de 20 minutos en que no pudo evitar 2 orgasmos anales, se frotaba en ellos el clítoris de forma abrupta,  se agarraba de las piernas tirando de ellas con la esperanza de que lo disfrutara menos, pero no podía, daba golpes con las piernas y se doblaba sobre si misma. Se estaba poniendo roja y las venas del cuello  parecían que iban a estallar en cualquier momento, sus gritos largos y altos no me compadecieron, y aceleré los minutos finales tirando de gestos entrenados. Respiraba de forma rítmica con cada golpe de cintura, y el sudor de mi frente  goteaba encima de ella. Casi sale de la cama  de los espasmos internos que la dieron al sentir mi semen dentro de su culo, al salir de ella tenía un túnel,  y no  un agujero en su ano, del que brotaba semen.

Se dio la vuelta, quedando tumbada sobre la cama boca abajo, con medio cuerpo fuera y un brazo colgando. Travieso, azoté su trasero provocándola un gemido leve, y de golpe sentí unos pechos en la espalda, con unos pezones inconfundibles, Eleonor estaba de nuevo en juego.

-ELEONOR: ay papi, yo también quiero mi anal - me giré agarrando sus tetas y comiéndomelas.

-YO: ¿Estás segura?

-ELEONOR: ¿Y como no? Quiero sentir tu verga partiéndome mi culito y llenándome de tu leche caliente.

Sonreí ante sus palabras latinas, me volvían loco. Metí mis manos en sus nalgas rodeando su cintura, abriéndola el culo con uno de mis dedos, solo oírla recitar versos de la Biblia me la puso como una estaca, sería devota, pero su dios era yo.

Solo sentir mi polla creciendo hasta meterse entre sus mulos la erizó la piel, tiré de su pelvis hasta que me rodeó con las piernas, aún agarrada a mi cuello, montada encima de mí, pero yo de rodillas. Busqué su coño, que penetré con facilidad pasmosa  y usando solo los brazos me la follé a buen ritmo, sus besos y sus uñas las sentía sobre la piel, su larga melena caía hasta sentirla hacerme costillas en los brazos, mientras uno de mi dedos permanecía dentro de su ano, como gancho. Oír el “chop  chop” de su pelvis húmeda contra mi rabo, abriéndola, solo la llevó a gritar hasta correrse de nuevo, y casi se desvanece. La solté y cayó a la cama, la tumbé boca abajo con cierta violencia, y la ordené que se abriera las nalgas, tontamente estirada obedeció, me acuclillé encima de ella, y bajando mi empalme hasta su ano, apreté tan fuerte que al entrar se metió   la mitad, soltando un alarido que se trasformó, al final, en placer.

Me apoyé en su espalda y comencé el vaivén de mis piernas, penetrándola de arriba a abajo, tirando de la piel de su ano hasta casi levantarla de la cama, ella mordía las sábanas entre gritos de lamento y lujuria, aguantó lo justo en la posición para sacarla su orgasmo anal,  me arrodillé,  azotando y agarrando de sus nalgas. Terminé el trabajo con la bestia, algo magullada ya, que  30 minutos después reventó en una cantidad de semen anti natural para ser la 5º corrida de la noche.

Llegué asfixiado, mareado,  y con los pulmones ardiendo,  pero al terminar y ver a Eleonor llorando, de algo más allá que el gozo,  y a Ana aún temblado, tratando de incorporarse, me sentí orgulloso de mi mismo. Había podido con las 2, y mi entrenamiento y el esfuerzo que me había costado,  dio sus frutos. Caí desplomado sobre la cama, y me dormí profundamente. Al despertar,  vi tumbadas a mi lado a mis 2 ángeles, parecían no haberse movido desde que las dejé medio idas.

Bajé a la habitación de invitados, y cogí algunas cosas mías que necesitaba, preparé un fuerte desayuno para mis damas, y subí, sabiendo que aquellas 2 mujeres serian incapaces de jugármela, “¿Que motivo tendrían para echar de su lado a un hombre como yo? Mi madre se equivoca”, me repetía. Con la confianza que solo te da el creerte en mejor posición que “tu rival”.

 

Ana y Eleonor - El día a día.

Tardaron un par de días en recuperarse, a la mañana siguiente Ana y Eleonor  caminaban como si hubieran estando cabalgando por el oeste durante semanas Yo lo agradecí también, entre fiestas, sexo y el fin de semana trabajando por las mañanas, estaba fundido física y mentalmente. Poco a poco fui juntando mis rutinas, haciéndolas encajar como piezas de un puzzle, retomando un ritmo de vida normal, pasadas las fiestas.

Según me levantaba, me desfogaba con Eleonor,  ya que Ana madrugaba para ir a la universidad, eso si Ana no empezaba la fiesta antes de irse para que la continuáramos nosotros. Luego desayunábamos algo juntos Eleonor y yo, antes de salir  a correr o con la bici, dependiendo del clima, algo a lo que aficioné a Eleonor, que me acompañaba  cuando le apetecía. Volvía, o volvíamos,  y una ducha rápida o un baño relajante en la piscina climatizada. Muchas veces acompañaba a Luz, nuestra sirvienta,  a hacer la compra a media mañana, y luego la ayudaba a cocinar, ya que me estaba volviendo un cocinero osado. Antes de comer, Eleonor me ayudaba a aprender ingles, ella lo manejaba de cine, y yo lo escupía de lo poco que se me pegó en el instituto, “Nivel Tarzán” me gustaba decir. La verdad, no sé de  ninguna profesora de ingles que te de clases mientras estáis follando, que era como terminaban casi todas las clases, pero aprendí más con ella en unos meses, que 5 años de clases en el colegio.

Comíamos y nos echábamos una siesta Eleonor y yo, a menudo retomando las “clases”, hasta que llagaba Ana. Si estaba animada y alegre, quedábamos para salir ella y yo a solas, o ir a hablar y charlar con amigos al piso de estudiantes. Sobretodo con Alicia y Teo, ahora por separado ya que Teo cumplió, y después de nuestras charla el 1º día del año, habló con Alicia para cortar esa relación, lo habían dejado de forma dolorosa, pero amistosa, eran muchos años juntos como para montar un lío, y sabían que lo suyo  ya no tenía futuro.  Quedaron como amigos, pero esas primeras semanas se hacía duro, y no quedábamos con ellos a la vez por precaución. Teo se volvió a casa de sus padres, mientras que Alicia se quedó a vivir en el piso de estudiantes.

Si Ana regresaba cansada o hastiada de la universidad, teniendo que hacer trabajos y deberes,  la dejaba tranquila unas horas hasta que era ella la que, abrumada,  venía a mis brazos. Podía haber sexo, o no, pero solo sentir su cabello en mi barbilla al abrazarla me reconfortaba. Eleonor solía salir por las tardes, mi madre la había dejado un poco de lado, e insistía  con su paranoia de que Eleonor y Ana no eran buena gente, pero Eleonor había hecho un montón de amigas nuevas, nada raro con su carácter afable y amistoso, y el dinero que ahora tenia, llamaba a muchas personas.

Cenábamos a menudo sin Eleonor en casa. Ana y yo veíamos la TV,  ella más que yo, que comencé a pasar mucho tiempo con el PC, hasta que nos cansábamos y nos íbamos a la cama, para empezar  a follar de verdad. A esas alturas Ana ya casi lo tenía medido, a partir de mi 2º corrida paraba, si ella se atrevía a comenzar la 3º, era por que Eleonor ya andaba por casa, no aguantaba ni soportaba a partir de ese punto, no ella sola. Luego remataba Eleonor, con la 3º,  4º y hasta el  5º. Terminábamos a  altas horas de la noche, Ana a veces se unía al final,  recompuesta, pero al final era inevitable que los 3 termináramos medio idos, agotados y felices.

Así eran mis días entre semana.

En fin de semana solo cambiaba que el que se iba por las mañanas era yo,  a trabajar, y para mi deleite y desgracia, ellas también jugaban sin mí en la cama, irme a trabajar viendo como Eleonor le come las tetas a Ana, o esta lame el coño a la MILF,  era un ejercicio de honradez obrera. Luego, por las tardes y noches, salíamos de fiesta con los amigos, ya fuera en el piso de estudiantes con cenas y juegos, o salir a bailar a discotecas. Eleonor se solía venir a las discotecas, le encantaba ese ambiente, y como pagaba todo, a los demás no les importaba, o se aprovechaban de ella hasta el punto  que yo les permitía, no se podía ir alquilando limusinas para ir a fiestas de alto copete todos los días. De hecho, Eleonor iba de caza, más de una vez se dejaba rozar y acariciar por los hombres  maduros que la rondaban, me pedía permiso para tontear, hasta que la dije que no tenía por qué, era totalmente libre y capaz de tomar sus decisiones, hiciera lo que hiciera con otros hombres por propia voluntad, no me afectaba, mi novia era Ana, no ella. Así que de vez en cuando, algún afortunado que la cortejaba, tenía su gran noche, no muy difícil de lograr ante su forma de ser y 3 o 4 copas.  Eleonor disfrutaba  de la compañía de un hombre de su edad por unas horas, o  los llevaba a casa para gozar ella sola, ya tenia a 3 o 4 embobados detrás de ella, con los que solía quedar, siempre trataba de que a mí no me pareciera mal, aunque la reiteré que no tenía por qué. Siempre que se quedaba con ganas de sexo, me tenía a su disposición, solo lo hacía con condón con otros hombres, y ninguno la llenaba como yo, es más, con alguno ni tenía sexo, solo los usaba como mascotas sociales.

Esa fue mi vida durante los primeros 3-4 meses del año, alguna escapada de fin de semana con Ana. Cuando Eleonor quería el piso para ella sola,  nos pagaba un viaje, las primeras veces a la sierra, luego por España, Bilbao, Barcelona, Galicia, Andalucía………….etc. Para primavera, cada fin de semana era un viaje al extranjero, París, Milán, Berlín, Londres…….hasta Eleonor nos pedía destinos, visitamos Venecia y Amsterdam  a petición mía, y Egipto por parte de Ana, le fascinaban las pirámides y la historia de los faraones.

Allí,  al ver a Ana vestida con ropas finas e insinuantes,  varios mercaderes me escupían ofertas  grotescas  de camellos y cabras por ella, me reía al ver como Ana se enfadaba al verme negociar por más cabras. A ella ni la miraban cuando se quejaba, como si no estuviera allí. Un par de guías nos protegían, incluso una oferta llegó por mí, de un hombre que quería regalarme a su esposa, como si yo fuera un collar nuevo. Nos reíamos hasta que  nos llegó una oferta de un magnate misterioso de la zona, 3 millones de € limpios para mí, si dejaba a Ana en la habitación y me iba  sin hacer preguntas. Nos tuvieron que sacar a escondidas los guías del hotel cuando les dije que iba a rechazar la propuesta, me miraban como si estuviera loco.

-GUIA1: es una gran oferta - replicó con cara de asombro.

-YO: lo sé, pero la respuesta es no - asentía como si fuera una broma.

-GUIA2: no lo comprendéis, no es que sea una oferta cualquiera, es tanto dinero aquí, que es un insulto rechazarla, es tanto que por la mitad puede que la gente  te mate,  y llevársela a la fuerza.

Ana se agarró a mi brazo nada más oír eso, y no me lo soltó hasta entrar en el avión de vuelta. Aparentaba tranquilidad por fuera, pero por dentro estaba aterrada, como yo, que miraba a mil sitios en busca de trampas y emboscadas. Gracias a dios no pasó nada, es más, ya en la seguridad del avión en vuelo, pensé que aquella oferta habría sido una broma de los guías, típica a los turistas, pero jamás regresamos para averiguarlo.

Al volver  a casa, lo hicimos a nuestras rutinas sosegadas. Era habitual que algún hombre, pretendientes de Eleonor, estuviera por casa, pero no más de 2 o  3 días seguidos. Ana era demasiada competencia y en cuanto la veían,  Eleonor los echaba patadas, daba la sensación de que Eleonor estaba buscando a algún hombre que al estar en esa casa, la mirara solo a ella, y no se fijara en Ana, como una prueba a superar,  pero no daba resultado.

Eleonor quería rehacer algo de su vida, una vez que sabía que nunca seria suyo, no de esa forma, y la charla previa al polvazo final de la fiesta de fin de año,  no se me había olvidado. Eso no quitaba que el sexo fuera maravilloso, cada error, y cada hombre que salía de allí, era una decepción  que ella ahogaba conmigo en la cama. Ana muchas veces solo podía quedarse a mirar, o jugar con sus senos mientras nos montábamos el uno al otro como podencos.

Los días fueron pasando, y finalmente la primavera llegó, existe cierta teoría sobre que, en otoño, un barco atraca en España, y se lleva a todas las mujeres guapas y sexys de viaje por el mundo, y que regresa en primavera, para devolver la belleza a las calles. Una broma estúpida, pero que no hace menos cierto  el hecho de que, ver a mujeres con menos ropa y enseñando carne cada día que pasa, alegra la vista masculina. Lo mismo me pasaba a mí, pero en privado, compartir casa con Ana y Eleonor era un tormento, y supongo que para ellas también vivir conmigo. Desde  el 1º día  que desperté  sudando en la cama,  iba desnudo por la casa, no tengo termino medio, así que ¿Para que molestarse? La única a la que podía molestarle era a Luz, la sirvienta, y a ella más que molestarla le hacía gracia, y luego dejó de importarle, hasta me quería presentar a una de sus hijas, a la que se traía en “secreto” de vez en cuando, con el permiso de Eleonor, para ir a la piscina, sabiendo que a mí me importaba un bledo que ella me viera desnudo. Luz era vieja y arrugada, pero no estaba nada mal su hija, todo sea dicho, no recuerdo su nombre, ¿Yasira? Era como Yasmine, la hija de Eleonor, un bombón caribeño, con menos caderas pero una piel de tono del chocolate con leche fundido, guapa pero con la mandíbula algo pronunciada, y dientes enormes que casi la impedían cerrar los labios carnosos. No pasó ni 3 semanas, y 4 encuentros “casuales” desnudo  o follando, para que me diera su número, o se metiera detrás de mí en la piscina, y se me echara encima. La rechazaba con galantería, por el respeto a Luz, aunque estoy seguro de que ella quería encamarme con su hija.

Llegó el día en que se anunció una de las sorpresas más raras, y que provocó una fase de confusión y descontrol en mí vida. Ana y yo estabamos en el sofá, tonteando con los pies, cuando Eleonor pasaba por nuestra espalda con el teléfono en mano, llevaba unos días muy pegada al “celular”, pero esa vez estaba  nerviosa, se movía sin parar, y alternaba peticiones con voz dulce,  silencios al escuchar, y  luego exigir con tono elevado. Eleonor nunca gritaba, solo yo la hacía hacerlo al follarla, pero oíamos que pedía que lograran que lo aprobaran, nos mirábamos sin entenderla. Cuando colgó, soltó un pequeño bufido de felicidad  cerrando el puño, dando alguna coz al suelo con el tacón, nos miró con una inusitada luz en los ojos, se acercó corriendo, lo que los tacones la permitían, y se dejó caer en el sofá para abrazarme como loca, no le importó lo más mínimo perder sus exquisitos modales o que el vestido ceñido se le subiera hasta la cintura dejando a la vista su tanga.

-ELEONOR: ¡¡SI!! Gracias al señor, al cielo,   y a ti,  ¡¡¡Pero por fin lo logré!!!

-ANA: ¿Que te pasa? - preguntó preocupada al oír sollozar a Eleonor.

-YO: tranquilízate mujer, y di que te ocurre - me incorporé hasta sentarla en medio del sofá, ella no se soltaba de mi cuello, abrazándome.

-ELEONOR: ¡¡La encontré!! Es una pesadilla burocrática, ¡¡¡Pero la encontré!!! - lo repetía incesantemente dando golpes en mi espalda, que la  reafirmaron.

-YO: ¡¿A quien?! - se separó lo justo para agarrarme la cara, darme un beso tierno en los labios, y volver a abrazarme.

-ELEONOR: ¡¡A MI HERMANA!!

Cuando se le pasó el subidón de adrenalina, y consiguió dejar de repetir que “Lo había logrado”, nos explicó todo.

Llevaba un par de meses buscando a su hermana, Liliana, ya nos contó que la habían separado de ella desde que se casó con su marido, y no la habían dejado volver a verla, ni cuando su madre murió, cosa que  la comentaron  como amenaza. Eleonor no tenía ni la menor remota idea de dónde estaba, solo sabía que su marido la pasaba un dinero todos los meses, y ahora la cuenta estaba congelada por el juzgado, mientras se la daban a Eleonor. Ella no sabría nada de esto,  sin un mensaje de alguien desconocido que llegó a la cuenta del banco,  para saber por qué habían dejado de ingresar el dinero. Los abogados matrimoniales de Eleonor, un señor y una señora, bastante mona que ya conocíamos del divorcio,  se pusieron a investigar, y resultaba que el marido pagaba casi 3.000€ a un hombre para que cuidara a Liliana, pero con el paso de los años, y desde la muerte de su madre, aquel tipo se quedaba casi todo el dinero y le daba algo a Liliana, una miseria. Al ser cada vez menos, Liliana había mal vivido en los barrios bajos de Colombia, algo muy duro, pero por lo visto era una mujer de armas tomar, pasó por la cárcel de Colombia un par de veces por grescas en bares, dónde trabajaba como camarera desde los 16 años, se hizo una cuenta dónde le ingresaban el dinero, y recorrió media Sudamérica en busca de oportunidades. Bolivia, Perú, Argentina…….sin mucha suerte en ningún sitio, la solían detener por peleas y agresiones, pero así era fácil seguirla el rastro. En las últimas semanas se sabia que estaba en Brasil, pero sin los ingresos de dinero, y sus retiradas,  no se podía saber dónde exactamente, hasta que la localizaron, en una cárcel de mujeres de Río de Janeiro, acusada de agresión y prostitución, no era raro que una mujer sin ingresos, y en la miseria, tomara ese camino. Pese a ser algo malo, eso le dio a Eleonor pie para localizarla y tratar de sacarla de allí y traérsela a España, pero como nos dijo Eleonor, era una pesadilla burocrática, nadie cedía ni un milímetro, ni la dejaban hablar con ella. Los abogados al final la dijeron que todo era cuestión de dinero, si daba con la gente adecuada, y pagaba lo suficiente, Liliana saldría de allí sin problemas. Allí entró en acción el abogado del ex marido, que sabiendo de su situación, apretó para lograr un par de los pisos y la mitad de los coches de Eleonor, los dio encantada a cambio de ciertos contactos de su ex, para pagar una cantidad indeterminada a cierta gente que “facilitó los tramites”. Aquella  llamada fue la confirmación de que, en unas semanas, Liliana estaría en España.

Lo 1º me asusté de que Eleonor hubiera sido capaz de todo eso ella sola, sin decirme nada, y más aún de que lo ocultara tan bien, hasta podría haber pensado que eso era lo que mi madre se olía. No le di  importancia por que Eleonor parecía tocada por dios, estaba como en una nube de felicidad, supongo que volver a tener a su hermana la hacia feliz, pero yo creo que  poder haber resuelto aquello por si misma la daba tanta  alegría como  el hecho en sí.

La dije que si quería nos íbamos del ático para dejarla con su hermana, no sería problema volver al piso de estudiantes sin el “miedo a romper” algo que ya se había roto, entre Teo y Alicia. Me pidió que no, que me necesitaba a su lado en un momento tan duro, y que aquel piso era tan mío como suyo, además, no sabíamos como iba a ser aquello. Cada día lo  pasaba con más nervios que el anterior, Eleonor estaba muy nerviosa y solo yo la calmaba, en un día podía follarla 8 veces para dejarla exhausta, como que otro no me dejaba tocarla. Ana estaba casi tan nerviosa como ella, y acudieron a un psicólogo para que las dijera que se lo tomaran con calma con Liliana, que  la diera tiempo y margen para acostumbrarse, “¡¿Para eso cobra usted 120€ la hora?, eso te lo dice mi madre mientras te plancha la ropa de una semana!”, Ana se echó a reír al oírme decírselo al terminar la hora, Eleonor se disculpó amablemente con una sonrisa escondida bajo su aparente disgusto.

Para cuando llegó el día en cuestión, Eleonor se pasó la noche vomitando, mareada de nervios. El viaje en coche por la mañana al aeropuerto no ayudó, Ana estaba en la universidad así que nos deseó suerte antes de irse. Acudimos Eleonor y yo a una especie de zona vip, no era el aeropuerto de Madrid, si no uno privado, Eleonor lo había pagado todo para que se hiciera con la mayor discreción posible, de hecho, creo que no fue ni legal. De lejos, vimos como bajaban varios guardas armados y con ropas de policía de un avión con pinta de caro,  y a  una mujer, con un mono naranja enrollado en la cintura, y una camiseta blanca en el torso,  por la posición parecía esposada de pies y manos. Los guardas la entregaron a una pareja de la policía municipal, firmando unos documentos, y dándose la mano la metieron en una furgoneta de la policía. Esperaron a que el avión volara de nuevo antes de acercarse a la valla dónde nos encontrábamos con la abogada. Al pararse la furgoneta, se abrió la puerta y  bajaron de allí, Eleonor salió corriendo  a abrazarla, Liliana la miraba como extrañada, no parecía saber ni dónde estaba, ni quien era esa señora que iba tan arreglada, a rodearla con los brazos.

*(No tengo ni remota idea de cómo hacer el acento de Liliana, así que pido disculpas anticipadas, había pasado por demasiados países, y nunca por zonas de habla exquisita).

-LILIANA: ¿Quien carajo sos? - su voz sonó confundida.

-ELEONOR: soy yo Lili, soy tu hermana, Eleonor……- la agarró la cara queriendo forzar que la reconociera, pero era en vano, llevarían  20 años sin verse, y la última vez,  Liliana tendría unos 10 años, y ahora casi tenía 30.

Se miraron extrañadas, mientras compartían palabras de afecto y de desconfianza, nos metieron en una habitación dónde la dieron algo de ropa decente a Liliana, y la quitaron las esposas. A mí me dejaron fuera, y Eleonor salió a los pocos minutos de aquella sala, sollozando.

-YO: ¿Que te pasa? - creía que era felicidad incontrolada.

-ELEONOR: no me reconoce, me dice que no me acerque, ¿Qué la ocurre? - me abrazó temblando.

-YO: tranquila, es normal, hace mucho que no os veis, ya oíste al psicólogo, darla tiempo y margen.

-ELELORNO: ¿Ese del que te burlaste?

-YO: que cobre una burrada por decir obviedades, no cambia que sean obviedades.

La abogada, que nos acompañó ese día, nos comentó ciertos detalles, mientras la policía la hacía la tarjeta de residencia. Eleonor la contrataría como “sirvienta” con contrato y todo, para que se pudiera quedar en el país sin problemas, por lo demás, podíamos irnos de allí en cuanto ella saliera. Al hacerlo, me costó reconocerla, había entrado un bola de pelo abombado, ropa sucia y polvo, salió una señorita de muy buen ver, con unos jeans ajustados y un top  azul marino que dibujaba sus pechos, con una cazadora vaquera encima, se había duchado y peinado. Liliana tenía el pelo rubio con raíces negras, ondulando hasta casi ser rizos, largo  por debajo de los hombros, si se los estiraba le llegaban al ombligo, con un tono de piel y rasgos en la cara muy parecidos a Eleonor, pero 10 años más joven, con buenos senos sin retocar por la cirugía, y un culo de bastante nivel, sin llegar al de Alicia, o si quiera al de Ana. Su forma de andar era tosca y encorvada, lanzando los pies arrastrándolos,  ver a Eleonor y a ella andar juntas era ver la diferencia entre crecer con el dinero, y sin él.

Nos metimos en el coche los 3, Eleonor y  Liliana atrás mientras yo conducía, despidiéndonos de la abogada, que se fue en un super deportivo descapotable, que se compró con los honorarios de Eleonor por el divorcio. Eleonor parecía entusiasmada con iniciar conversaciones, pero todas, o no recibían respuesta,  o si la recibían eran cortantes como una navaja, simples monosílabos vomitados, no hablados,  y con un tono serio y distante.

Al llegar a casa, la instalamos en una de las habitaciones libres de arriba, con los armarios listos para sus cosas, pero apenas nos dieron una mochila con algo de ropa y una cartera sin nada salvo varias fotos de ellas de pequeñas, eran las mismas de algunas fotos que ya nos había enseñado Eleonor en casa, en un viejo álbum. Los primeros días Liliana los pasó encerrada en el cuarto, durmiendo y descansando, apenas abría la puerta para pedir algo de comer de forma malhumorada. Eleonor salía corriendo a nada que pidiera, trataba de hablar con ella pero no hacia el menor caso.

 

Liliana  - Perro rabioso.

Un día  vi asomada a Liliana al sol del incipiente verano, desde la piscina se veía el balcón de su habitación y la saludé sin recibir respuesta,  anonadada por el aire fresco y el calor de los rayos de luz sobre su rostro. Me llamó la atención que salió con un top sin sujetador y en bragas, y sabiendo que la miraba, no se inmutó. Eleonor estaba fuera, y Ana en la universidad, así que allí tirado y triste,  la saludé con alegría.

-YO: ¿Que tal por ahí arriba?

-LILIANA: ¡¡¡A ti que carajo te importa,  mecetrefe!!!

-YO: no seas grosera y baja a disfrutar del sol de Madrid como dios manda, aquí conmigo.

-LILIANA: déjeme en paz - se enfadó, era testaruda como una mula, así que saqué el libro de consejos mental de Eli, no me interesaba el sexo, solo llegar hasta ella, por el bien de Eleonor,  que lloraba cada vez que era rechazada por su hermana, con Ana tratando de consolarla.

El 1º paso era ver y analizar, siempre lo era, Liliana era una mujer guapa y atractiva,  lo sabía, estaba allí para dejarse ver, y  tan poca ropa no era casual, quería llamar la atención, pero si era así ¿Por qué se mostraba hostil?, la respuesta era evidente, una mujer así, maltratada por la vida, estaría con los escudos subidos todo el tiempo, la suavidad y el afecto serian trucos que ya habían usado mil veces con ella, y más terminando de puta. En las leves ocasiones en que solíamos mantener conversaciones, en cuanto se nombraba el tema, se enfada hasta el punto de sacar un cuchillo para defenderse, no sé muy bien de dónde los sacaba, pero siempre tenía uno encima. Por lo tanto, era inútil seguir siendo buenos con ella, habían pasado 3 semanas y seguía igual de cerrada que el 1º día, la opción era pasar al ataque.

-YO: como usted quiera, creía que las colombianas tenían  carácter - lancé como burla.

-LILIANA: ¿Que quiere decir? - preguntó torciendo el gesto.

-YO: nada, solo que pensaba que tendrías  valor, quedarse allí arriba,  como una boba,  por no bajar a esta estupenda terraza, solo por miedo a estar conmigo - tenia que medir bien mis palabras.

-LILIANA: ¡No le tengo miedo alguno, ¿Me oye?! - se aferró fuerte a la barandilla del balcón.

-YO: ¿Entonces por que no baja aquí?

-LILIANA: estoy muy bien aquí, pendejo.

-YO: ¿Cómo vas a estar bien  ahí de pie como una gárgola? Pudiendo estar aquí tumbada y relajada con una bebida fría en la mano…. - me miró enfurecida, queriendo replicar con rapidez, pero no había argumento posible, y  antes de que encontrara alguno incidí -……. por eso le digo, si no es por la terraza, el único motivo por el que no baja es por que estoy yo, así que me tiene miedo.

-LILIANA: ya le dije que no tengo miedo de nada, y menos de un baboso como usted.

-YO: pues demuéstrelo y baje aquí a charlar un rato, seguro que la habitación es cómoda, pero no tiene muy buena conversación, lleva semanas encerrada, unas palabras no pueden venirle mal, pero bueno, ya sé que no bajará, no es tan valiente como su hermana…….- me di la vuelta sobre la hamaca en la que estaba,  haciendo ver que me olvidaba de ella, pero con el órdago lanzado al aire.

No tardó ni 2 minutos en bajar a zancadas las escaleras y salir a la terraza con ira en sus ojos,  se notaba en el aire. Se plantó ante mi hamaca y se cruzó de brazos de forma violenta, seguía en bragas y con el top. Divisé disimuladamente su silueta, “Nada mal”, sin duda los genes colombianos de su Hermana corrían por su sangre.

-LILIANA: ¿A ver?, ¿Que quiere de mí? - levanté la cabeza un poco, y la miré extrañado.

-YO: ¿Que voy a querer de ti? Nada, solo algo de charla entre “vecinos”……- sonreí levemente.

-LILIANA: ¿Nada más? - parecía extrañada de mi respuesta, sin duda, muchos hombres la habían hecho llamar para “algo más” que charlar.

-YO: mira, no sé que tan mal lo habrás pasado, pero esa vida se acabó.

-LILIANA: eso me dicen, pero siempre que un hombre llama a  una mujer, el hombre solo quiere una cosa, y yo ya la he dado a demasiados, a si que déjame en paz.

-YO: como tú quieras, vete y enciérrate en tu torreón, aléjate de nosotros, haz  como tu hermana aquí hasta hace nada, triste,  sola y abandonada, ella tardó  15 años en comprender que eso no lleva a nada, ¿Cuanto tardaras tú? - me miró confundida, parando de inmediato el camino de vuelta al interior, que había iniciado.

-LILIANA: ¿Y que pretende?, ¿Que olvide mi pasado? ¿Que haga una vida nueva aquí? ¿Que sea “mejor persona” como dice mi hermana?, ¿Esa que no se molestó en cuidarme siendo millonaria? - gesticulaba abiertamente.

-YO: yo solo te he pedido que bajes a charlar…..- me miró  confundida,  con desprecio, que un chaval de 20 años la hablara así la desconcertaba.

-LILIANA: usted no sabe por lo que he pasado, ¡No puede juzgarme!

-YO: y nadie lo sabrá jamás, si sigues sin decírselo a nadie, yo no te juzgo, pero me da pena ver como te pudres en esa habitación día tras día, para eso haberte quedado en Brasil…………pero es decisión tuya.

LILIANA: he vivido un infierno, y tú hablas con mucha ligereza.

-YO: pues cuéntame tu infierno, quizá así aligeres el peso…..- la vi contener los sollozos, al soltar un bufido de desidia.

-LILIANA: ¡Ya, claro! Ese truco ya me lo sé, te contaré mi triste vida, tú me consolarás, y cuando me distraiga te tendré encima, y si me niego me mandaran de nuevo a la cárcel de Brasil, ¿No? ¡Hombres, sois todos unos cerdos!

-YO: ¿Has estado con todos como para saberlo? - la pregunta la abofeteó la mente, y el orgullo.

-LILIANA: ¡No soy ninguna fulana!…….. pero si, con muchos que ……..- la corté.

-YO: ¿Pero no con todos?

-LILIANA: no, claro, pero……- la interrumpí  de nuevo.

-YO: pues no me faltes al respeto, entiendo que cerdos ahí en todos lados, al igual que furcias, pero yo tengo la decencia de tratar de conocerte antes de llamarte zorra - se cuadró frustrada ante mi cadena de argumentos, y mi tono acusador.

-LILIANA: lo ……lo siento…….. - titubeó, algo que me pareció un logro -….. pero como te atrevas a tocarme………- sacó un cuchillo de su espalda, “¡¿Dónde se los mete si va en top y bragas?!”-……….o te corto la hombría.

Me levanté cansado de sus amenazas, me jugué el tipo para rescatarla de su apatía, caminé lentamente hasta ella, que movía el cuchillo con cierta habilidad,  me planté, solo con el bañador, ante ella, tan cerca que notaba sus senos rozándome al respirar, y el frío acero alojado en mi cuello, colocado de forma experta en mi yugular. Aún así, doblé el torso como para ir a besarla, el cuchillo se mantenía firme apretando contra mí, pero ella dio un paso atrás encorvando la espalda un poco, abriendo la mirada atónita. Era más baja que su hermana, o el hecho de no llevar tacones lo hacia ver así, su melena rubia al viento y sus ojos negros como el carbón se clavaron en los míos.

-YO: te juro sobre mi honor que tendrás que amenazarme de nuevo  con ese cuchillo en el cuello,  si quieres que te toque  - sentencié, amagué un beso que ella siguió con la cabeza, y con un dedo puesto en la punta del cuchillo, lo aparté de mi cuello,  me di la vuelta a la piscina, dónde me metí de un salto.

Al salir vi a Liliana en la misma poción, con el cuchillo en alto, la espalda encorvada y la mirada perdida. No sé si había funcionado, pretendía dejarla ver que yo no era como los demás, y que podía controlarme de sobra, se giró pasados unos segundos, y me miró con algo parecido al alivio en los ojos.

-LILIANA: el honor es muy fácil de nombrar, y difícil de mantener - se sentó en el borde de la piscina, metiendo los pies en el agua.

-YO: cierto, pero también es algo difícil de demostrar si no te dejan, ¿Que puedo hacer para demostrarte que soy de palabra? - dejó el cuchillo en el suelo, no muy lejos.

-LILAIAN: pues no lo sé, así de golpe …….no creo que se pueda, eso se gana con el tiempo.

-YO: ya, si, pero eso es lento y poco divertido, mi padre suele decir que la verdad une mucho, así que quizá si te respondo con sinceridad a las preguntas que llevas días pensando, pueda comenzar a mostrarte quien soy.

-LILIANA: vamos  ¿Que te pregunte lo que sea y tu me dices la verdad? Eso es casi tan difícil de demostrar como el honor…….. – pero la idea la atrajo, estuvo pensativa unos segundos, y atinó con la 1º - ……¿Te follas a mi hermana?

-YO: si, desde hace casi un año - se sorprendió más de la rapidez y contundencia de mi respuesta, que  de su significado.

-LILIANA: lo sabia, ¿Y que sois? Por que la otra chica es tu novia ¿No?

-YO: si, Ana, mi chica, Eleonor es solo la madre de una de mis amigas,  a la que he cogido mucho cariño, y al parecer ella a mí.

-LILIANA: bien, parece que al menos tienes huevos…..- esas preguntas habían sido de control, eran cosas embarazosas que ella sabía, o intuía claramente, y las había respondido sin titubear.

Pasamos unas horas en el agua, o en las hamacas charlando, yo respondía con sinceridad y mi sorna eterna, mientras ella preguntaba un sin fin de cosas, sobre mi vida, la de Ana y la de Eleonor. Estaba muy interesada en saber por qué ella no la había ayudado en todo este tiempo, se lo expliqué sin muchos detalles, Eleonor tampoco me los había dado.

El calor apretaba  en pleno final de mayo, fui a por unos refrescos, al volver noté como sus ojos se clavaban en mi entrepierna, llevaba el bañador húmedo del agua de la piscina, y solo el bañador tipo bermudas,  sin los slip debajo, se me marcó bastante el rabo.

-LILIANA: a si que es por eso que tienes a mi hermana loca ¿No? - me guió un ojo.

-YO: si, bueno,  no lo sé, puede que al principio, todas las que me la ven tiesa no pueden evitar querer follárme, incluso las que solo la intuyen o han oído hablar de su tamaño.

-LILIANA: es una buena herramienta, debes de hacerlas gozar mucho, las oigo gritar por la noches, ahora entiendo el por qué - jugueteaba con la lengua en sus dientes.

-YO: no me quejo, ellas a mí también me hacen gritar - la conversación, los recuerdos y la piel torneada por el sol de Liliana me la estaban poniendo morcillona.

-LILIANA: ¿Y por qué un chico tan joven, apuesto y con esa pedazo de verga, decide irse a vivir solo con una novia y una vieja? Podrías estar por las calles follando a cualquiera.

-YO: amo a Ana, y folla mejor que casi cualquiera, solo tu hermana la supera, el resto ya no me atrae tanto cuando tengo a esas 2 en la cama.

-LILIANA: eso es por que no has estado con suficientes mujeres, mujeres de verdad - sonreí al repasar la lista  mentalmente.

-YO: unas cuantas han caído, no he estado quieto hasta encontrar a Ana – “Eli, Madamme,  mi leona o la propia Eleonor”…….. eran ejemplos claros que me hacían sonreír.

La conversación fue por esos derroteros, llegando a sacarla alguna sonrisa y fragmentos de su vida en el pasado. Nos encontró Eleonor en la piscina, de reojo la había visto 10 minutos antes, pero estaba al otro lado de las puertas con miedo a estropear la escena. Liliana en un lado y yo en otro,  charlando amigablemente.

-ELEONOR: hola chicos, ¿Que tal? - a Liliana le cambió la cara, se puso rígida con ganas de irse.

-YO: nada,  aquí, tomando el sol y charlando - me levanté para ir a saludarla.

-LILIANA: si, no quería molestar,  enseguida me subo - la miré con pesadumbre por su manía de retraerse.

-YO: no seas tonta, con lo bien que estamos aquí charlando, tú quédate aquí mientras yo hago la comida, y así habláis las hermanas - se le iluminó la cara a Eleonor.

-ELEONOR: si, así podremos charlar sobre tu pasado……….- de golpe la agarré la cabeza y la di un fuete beso para cerrarla la boca, al separarme me dio un tortazo instintivo, pero luego me volvió a besar con pasión, al abrazarla la susurré.

-YO: no la aprietes, solo charla con ella de tonterías, ella te irá diciendo lo que quiera decirte - sonrió al saber de mi estratagema, y la di un fuerte cachete en el culo, para darlas tema de conversación al irme.

Tardé mucho tiempo en hacer la comida junto a Luz, echándolas un vistazo de vez en cuando, oyéndolas charlar y hasta algún suave coro de risas. Me sentí feliz por mi avance, logramos comer todos juntos sin que Liliana se fuera, ni amenazara a nadie con un cuchillo, algo  novedoso. Ella comía como un animal abandonado, ingería mucho y muy rápido, mirándonos de refilón, sus modales eran casi peores que los míos, que ya era decir, se sujetaba el pelo con una mano mientras con la otra cogía el tenedor como si fuera una escaladora, soltaba eructos y  lamía los platos al acabar, aunque esto último lo hacia hasta yo.

Creo que fue de las últimas veces que sentí que ayudaba de verdad.

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