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07.2 Preparar la vuelta a España

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Jueves

Siento humedad en mi nariz y abro los ojos, la luminosidad de otros que me miran me deslumbran.

-¡Hola!, ¿qué me hacías?  -estoy aún dormido y me refriego los ojos.

-Lamerte, como un perrito.  –saca su lengua y la pasa por mi barbilla.

-Estoy dormido, estate quieto un momento, por favor, tienes que afeitarte, me raspas con tu barba.

-Lo haré por ti.  -desabotona mi chaqueta y posa su boca en mi tetilla, ¡jolines! que si raspa, me hace cosquillas y me pica a la vez, sujeto su cabeza para apartarle de mi y renuncio, me tiene mordido el pezón y me causa un poco de dolor, al fin cede y se retira.

-Es muy tarde dormilón.  –se sienta en el borde de la cama, empujo su culo con mis pies para hacerle caer y no lo consigo.

Se está convirtiendo en costumbre el que sea yo quien le lave y que él me lave a mí cuando estamos juntos en la ducha, se ha afeitado, ahora tiene la piel de la cara muy fina, los labios muy rojos, el cuerpo perfecto y ya un poco moreno, el pelo mojado y chorreando agua sobre la frente tapándole los ojos. Tiene el vello de su cuerpo pegado a él por el agua, mi mano blanca y cubierta de pompas de jabón llega a su sexo…

Me pongo de rodillas y lo meto en mi boca, lamo su cabeza y me tengo que conformar, el agua que cae sobre nosotros me disputa el flujo de su precum, lo mantengo en mi interior lamiéndolo sin parar, haciendo círculos con mi lengua y tragando lo que puedo, voy avanzando en mi capacidad de aguantar su pene en mi boca, cada vez lo introduzco más, sujeta mi cabeza y folla mi boca despacio, con suavidad para no ahogarme.

Gime y tira su cabeza para atrás, me gusta cuando mantiene mi mirada, y me provoca con sus gestos lascivos a que aumente la intensidad de mi mamada.

Mi mano izquierda masajea sus testículos que por el calor le cuelgan y con la derecha acaricio su ano con las yemas de mis dedos, hasta poder meter la puntita de uno de ellos. Empieza a temblar y se pone de puntillas, cuando siento el correr de su semen por la uretra sujeto su pene para que no lo retire y me llene.

Su caliente esperma desborda de mi boca, trago un poco para no perderlo y sigo batiendo la cabecita de su pene con mi lengua envuelta en su semen.

Me sujeta por los sobacos para ponerme de pie, mis ojos le sonríen mientras abro mi boca para enseñarle lo que guardo en ella y me besa ansioso, mete su lengua y jugamos con ellas envueltas en la suavidad de su leche.

-Te debo una.  –susurra cuando terminamos el beso.

-Es el pago por tu ayuda.  –se ríe y me da una palmada en la nalga que suena estruendosa por el agua que resbala de ella.

Desayunamos rápido y volvemos a subir, no nos quedan más cajas, ahora hay que llenar las maletas.

Conecto mi portátil y mientras se carga el sistema operativo voy al baño para lavarme la boca, Nico ya ha terminado, la espuma sale de mi boca y mancha mis labios, me abraza por detrás y besa mi oreja.

-¡Gracias!, gracias por lo de antes en la ducha. ¿Te he dicho hoy que te quiero?

No puedo hablar con el cepillo dentro de mi boca, lo saco y procurando que no se salga la mezcla de agua, saliva y pasta dentífrica le hablo.

-Te has olvidado.  –tengo que volver a cerrar velozmente la boca de la que escurre la mezcla de sabor a menta y cae sobre el lavabo.

-Te amo Daniel, te amo.  –espero paciente a que termine de besar mi cuello y de repetir su mantra para acabar mi limpieza.

Tengo dos comunicaciones de la empresa, uno de las oficinas de York y otro de Francia, estos han remitido su informe a la oficina central, no ha podido ser mejor y me dicen que tengo concedida una ayuda de 420 libras mensuales para el alojamiento.

La siguiente nota, la de Francia, es de la persona con la que tengo que relacionarme y solo quiere saludarme.

 Las cajas llenas las sacamos al pasillo, para causar buena impresión a la visita de la Agencia de alquileres.

Salimos a hacer deporte, a correr y pasear, debería ir encargando los billetes pero no tengo prisa, estaba muy bien acompañado.

Nos duchamos en la piscina y nadamos un rato antes de preparar la comida.

A la tarde vamos a pasear al parque, por las calles, a vagabundear, a dar vueltas sin sentido, a tumbarnos en la hierba, a reposar mi cabeza en su pecho, a cerrar los ojos hasta que siento cosquillas en el oído. Está jugando con una pajita en mi oreja y las cosquillas hacen que encoja mis hombros.

-Cuéntame una historia de las tuyas.  –levanto mi vista, ha colocado sus codos flexionados y levantado su tronco, resbalo mi cabeza hasta su abdomen.

-Tú eres el que deberías contarme algo.  –corto un talló de yerba y me lo llevo a la boca.

-Me gusta mucho oír tus historias y las relatas muy bien.

-Vamos a seguir paseando y volver para la residencia, podemos tomar un baño y jugar al snooker un rato antes de cenar.

La tarde transcurrió rápida con la cercanía de su presencia, cenamos y luego seguimos jugando a la diana aunque no soy bueno tirando los dardos, el billar estaba ocupado por otros residentes.

Subimos a la habitación, cuando se estaba desnudando, me abrazó muy fuerte, acariciaba mi cabeza, sujetó mis mejillas con sus manos y aplastaba mi boca, haciendo que mis labios se pusieran como el pico de un pajarito y me los mordió.

Se marchó al baño, me desnudé y fui a lavarme la boca y a asearme, Nico estaba saliendo de la ducha cuando entré en el baño, me extrañó que se estuviera duchando, nos habíamos bañado en la piscina hacía poco tiempo.

Cuando volví del baño estaba ya en la cama, con la sábana tapando su cuerpo como única ropa, con las piernas abiertas en compás.

Me deslicé a su lado, estaba desnudo totalmente y me puse, sin remedio, a comerme su cuerpo con mi boca y con mis labios.

-¿Probamos otra vez? Me he lavado y preparado para ti. -sabía lo que quería, lo que deseaba de mi y le dije que sí con la cabeza mientras me ponía rojo y el sofoco me llegaba, haciendo que desviara mi vista de él…

Me abraza para infundirme confianza.

-Lo harás bien Daniel.

-¿Y si te hago daño?  -me mira con una media sonrisa en su boca.

-Me aguantaré pero no creo en que eso suceda. Ven aquí tontito te la voy a poner tiesa y preparártela.

Mientras me besa va bajando mi pantalón, sus besos son suaves, y apasionados a veces, se los devuelvo a mi vez y froto mi cuerpo con el suyo lleno de vello. Cuando se pone a mamar mi verga pienso en la intención que le guía y me pongo nervioso.

Es un maestro con la lengua y su boca, me come la polla entera y luego los huevos, los absorbe con fuerza, y tengo que agarrarle de los pelos y tirar de él antes de que se trague mis testículos.

-Vas a conseguir que me corra y no te la voy a poder meter.  –se ríe y se pone de rodillas en la cama ofreciéndome su culo que abre con sus manos.

Sus vellos son abundantes desde los huevos, pasando por el periné, rodeando su agujerito hasta enlazar con los que tiene en su baja espalda. Es una selva, una maraña de vellosidad que me encanta, se le ve tan viril a pesar de su postura.

Acerco mi cara para oler, no noto más olor que la colonia y la pasta que se ha aplicado en la entrada y que yo limpiaré. Beso sus nalgas en el punto más alto donde apenas tiene vello y voy bajando hasta acercar mis labios a su ano apretado y cerrado, no sé cómo voy a ser capaz de meter mi polla en él.

Se contrae al notar la calidez de mi boca que le besa y le explora, y tiembla más cuando es mi lengua la que lame, primero con suavidad y luego pasándola a todo lo largo de su raja.

Le debe de gustar por los suspiros que le escucho y eso me insta a continuar, a insistir lamiendo y chupando de su ano, e intentar meter mi lengua que parece ser aceptada pero no entra.

Suspira y mueve su culo.

-¿Te gusta?

-Me encanta, me estás haciendo gozar un montón.  –estoy así un rato disfrutando con él, me está comenzado a gustar su culo.

Tengo que avanzar más ya que mi lengua continúa sin entrar.

-Ponme crema y usa los dedos. –estoy tan aturdido que tiene que decirme lo que debo hacer.

Juego poniéndole la crema, empujando con la punta de mi dedo su membrana para que se abra y creo que se impacienta, lleva sus dedos y se los mete. Pienso que ya vale, lo sé hacer y le retiro la mano.

Un rato después tengo tres de mis dedos en su interior, alguna vez se ha quejado pero la mayoría son suspiros de placer, se me había desinflado la polla y sus suspiros me encienden y hace que se me vuelva a empinar.

Después de jugar así unos minutos se coloca tumbado y abre sus piernas para que me meta entre ellas, tengo dudas sobre si estará lo suficientemente preparado, encoge sus piernas y las abre colocando las manos en sus rodillas.

-Venga Daniel estoy preparado, penétrame.  –llevo con mi mano el glande de mi polla hasta su ano y comienzo a empujar, le miro a cada instante para ver si denota dolor.

Ha cogido la almohada y se tapa la cara con ella, empujo y entra hasta la mitad. Le escucho un gemido muy hondo y dejo de empujar.

-Sigue, sigue, por favor no pares, llega al final.  –sigue aferrado a la almohada y no puedo ve su cara hasta que al fin mis huevos tropiezan con su culo, no puedo entrar más.

-Nico, ya está.  –al fin puedo ver su cara, roja y con lágrimas en sus ojos, pero sus labios sonríen de felicidad.

Me tiendo sobre él para besarle el rostro y luego sus labios rojos.

-Perdóname, ves, sabía que te iba a doler. –coge mi cara con sus manos y la aleja de él para mirarme a los ojos, sigue su sonrisa en la boca.

-No creo que me haya dolido más que a ti, y ahora ya no soy virgen me la has robado tú, lo que más quiero. Ya no me duele y te siento en mi interior.

Me abraza muy fuerte y pienso en que se debe sentir igual que yo, y si es así tiene estar contento y que ahora le voy a hacer disfrutar. Espero una señal de él para moverme, y es él el que comienza a menear sus caderas, para adaptar su ano a mi pene y comprobar lo que pueda sentir.

-Creo que puedes empezar a follarme despacio.  –coloca sus manos en mis pectorales y me empuja, apoyo mis manos a sus costados y elevo mi cuerpo para iniciar el movimiento de entrar y salir de él.

Lo hacía muy despacio, y sus manos en mis muslos temblaban, sujetándome a veces para que parara, o aflojando para que continuara hasta que cogió confianza y las retiró. Su sonrisa lucía gozosa y entendí que lo estaba pasando bien. Ahora ya entraba y salía con libertad y le veía haciendo muecas de satisfacción y morderse los labios extasiado.

-Nico, ¿cómo vas?  -quería saber si estaba haciéndolo bien.

-Genial, sigue, eres estupendo, no pares y continúa, lo estoy disfrutando, es riquísimo sentirte así.

También yo estaba gozando, resultaba como masturbarse pero más, mucho más rico. Sentir el calor de su recto, la suavidad de su ano apretando mi polla y sobre todo sentirle a él debajo de mí, diciéndome que le daba placer, que lo hacía bien. Era el no más.

Llegó un momento en que excitado olvidé que era su primera vez y le penetraba muy profundo metiéndome con fuerza.

-Así, sí,  bebe, dame, dame así, dame tu polla mi amor.  –y se la daba entregándome todo, era más sensible que yo, me encantaba lo que me decía con ese tono de voz tan ronca y dulce a la vez, rogándome por más de mi.

Terminé metiéndola con todas mis ganas, la tenía tan dura que me dolía y quería vaciarme, solo le pude decir muerto de placer.

-Me corro, ¿quieres que te la saque?

-No, lléname, déjame todo dentro.  –y él se corrió antes que yo, sus regueros de leche caían sobre el vello de su pecho y su vientre y eran absorbidos hasta su piel.

Me sentí estremecer al ver lo que era capaz de conseguir, darle placer de esa forma tan brutal y tan hermosa, y entonces me creí  morir cuando comencé  a dejarle mi semen en su interior, me derramé entero entre espasmos de placer que contraían mi cuerpo, caí exhausto sobre su pecho, me quedé así sintiendo sus caricias en mi espalda mientras me calmaba y como pasaba las uñas con suavidad por mis costados dándome escalofríos de placer, me quitó las gotas de sudor que tenía en mi frente y me envolvía con sus piernas estrechando mis costados.

Mi verga empezó a quedar fláccida y salí de él.

-Ahora eres un hombre, ya te has follado un culo. -nos echamos a reír y nos vamos quedando dormidos después de limpiarnos con mi pantalón de dormir, no podía moverme.


Viernes:

Hoy es fiesta en España, Santiago; en mi casa siempre lo celebran. Además ese día hace 28 años que compraron su casa de verano, siempre lo recuerdan

La habitación está más despejada, hemos retirado todo lo que debe transportar la agencia y lo hemos dejado en el pasillo.

La cama está muy revuelta, la batalla de la noche pasada ha dejado bien marcadas sus huellas. Nico ocupa casi toda la cama, me tiene en un lateral a punto de caerme, abraza la almohada y la posición en ángulo de su pierna le marca un hoyuelo en su glúteo, se asemeja a un ángel dormido.

Me levanto con suavidad para no despertarle de su sueño y me dirijo hacia el baño. Hemos liberado la habitación y ocupado todo el pasillo, tengo suerte de que esté en un extremo y las cajas no molestan.

Cuando vuelvo Nico sigue durmiendo, ha cambiado de posición y se cubre con la sábana, me tiendo a su lado sin moverlo y acaricio sus cejas con mis dedos, deseo besar sus rojos labios pero temo despertarle, le miro hasta que sus ojos me ven y me sonríe.

 Abre su boca y se estira, sus blancos dientes relucen de saliva, resaltan sobre el rojo de su boca.

-Que bien hueles.  –aspira con fruición por su nariz y cierra los ojos, ahora no resisto la tentación de besar ligeramente sus labios.

-Huelo a tu colonia.  –intenta sujetarme y me levanto.

-¡Por favor!, solamente un momento Daniel, estás tan fresco.  –alarga sus brazos para que vaya donde él.

-Yo estoy fresco y tu caliente.  –señalo con mi dedo índice su entrepierna.

-Levántate Nico, tenemos que adecentar esto, van a llegar de la inmobiliaria para enseñar la habitación, tienen que verla bonita para que la alquilen, es un mes de renta lo que me juego.

-¿Qué importa eso?, ya te pago yo esa renta.  –le miro fijamente con reprobación.

-Ya me levanto, no quería molestarte.  –se pone en pie, está magnífico desnudo, se acerca y me abraza.

-Te amo Daniel, no tengas en cuenta las tonterías que te digo a veces.  –me besa con fuerza en el pelo y marcha al baño, voy detrás de él.

-¿Cómo te encuentras?, ¿te duele?  -me refiero a lo que sucedió en la noche cuando le desvirgué su culito.

-Me siento raro y como escocido, nada serio, lo pasé divinamente y decías no atreverte, eres magnífico Daniel, quiero que vuelvas a hacérmelo.  –la maquinilla de afeitar y los gestos que hace le dificulta el hablar, le abrazo por detrás y apaga la afeitadora.

-Yo también lo pasé bien pero prefiero que seas tú el que me penetre.  –paso mis manos por su pecho y bajo a los abdominales acariciando su piel, en su ombligo me detengo.

-Siendo equitativos es mejor que sea una vez tú otra yo.  –mira nuestro reflejo en el espejo, sonríe y vuelve a poner en marcha la máquina, bajo mis manos y acaricio su entrepierna.

-Te adoro Nico.  –le dejo que termine su aseo, voy al cuarto para ir arreglando los desperfectos de la noche.

La habitación está perdiendo su personalidad, hemos retirando las fotografías que la adornaban y ya quedan pocas cosas, nuestra ropa puntual, las dos maletas y poco más.

Bajo a  la cocina pasando por el baño para decírselo, desayunamos sobre el mismo mostrador. Termina su tostada y me sujeta por la cintura.

-El lunes tengo que estar en París, luego encargaré los billetes, se ha adelantado por el verano y tenemos que rematar nuestro acuerdo.  –me abrazo a su cintura con fuerza, se que seguramente ya no le volveré a ver hasta que estemos en España.

A media mañana llegan los de la agencia, el cliente es un chico oriental, le encanta la habitación y el baño, y allí mismo quedan de acuerdo y cierran el trato. Ocupará la habitación el día 3 de Agosto, aunque quisiera continuar ya no puedo permanecer más tiempo allí.

Le ofrezco, por si quiere quedárselo, el escritorio que compré en un principio, para colocar el ordenador y algún otro utensilio de oficina.

Acepta encantado y sonríe cerrando sus ojos más aún, tendrá unos 25 años, es  guapo y bajito. El resto de las cosas que no quiera llevarme las expondré en una caja en la cocina para que las coja el que quiera y los de la limpieza.

Me cuelgo de su cuello cuando marchan y nos dejan solos, van a enseñarle el resto de la residencia al asiático, suelto grititos de gozo y cubro su rostro de besos, él me coge por los glúteos y me eleva para quedar a su altura y me devuelve los besos.

Cuando bajamos aún andan por allí enseñándole las dependencias, les digo adiós con la mano y salimos a pasear al centro de la ciudad, a dar uno de mis últimos paseos. Aspiro el aire  y me empapo de él por dentro, hasta que mis pulmones no pueden coger más y caminamos alegres, yo sujetando su cintura él mis hombros.

Comemos en un restaurante griego, le conocía de otras veces, me habían llevado de la empresa.

A Nico le ha encantado la comida, yo he disfrutado comiendo y más viéndole comer, soy un pesado, pero es que me vuelve loco verle mover los morritos comiendo, sabe que me gusta y exagera el movimiento de sus labios, lanzándome besos con la boca llena y tengo que contener la carcajada. Le adoro y el lunes me deja, será mejor no pensar en ello.

 A la noche me estiro cuan largo soy en la cama con las manos en la nuca, una sonrisa tonta baila en mi boca.

-Me da miedo distraerte, ¿con quién sueñas con los ojos abiertos?  -no le contesto mis ojos lo dicen todo, estoy soñando con una personita que parece que puede llegar a ser feliz algún día.

Acaricia mi pelo, emito un profundo suspiro y le ruego.

-Nico, hazme el amor.

Como siempre, con delicadeza y ternura, me envuelve en sus brazos y me besa adorando mi cuerpo, llenándome de profundo gozo y sensaciones que me hacen temblar y abrazarle para entregarle algo de la felicidad que él me regala.

Estamos mucho tiempo besándonos la boca, saboreando nuestra saliva, aspirando nuestro aliento, mordisqueando nuestros labios, mirándonos a veces y otras con los ojos cerrados para sentir como nos absorbemos los labios, con mimo y fiereza, y nos miramos diciéndonos con las miradas piropos.

Me penetra cuando es insufrible la pasión que nos devora, fundimos nuestra carne para hacer de los dos uno, es tan hermoso, tan bello, tan pasional que el tiempo corre como la luz o se detiene en el vacío.

-Fóllame Nico, fóllame, soy tuyo,  te pertenezco, entra dentro de mí, rómpeme, tómame, mátame de cariño y placer.

Ha sido largo y prolífico en caricias, su verga entrando y tomándome en posesión, mi cuerpo cubierto por el suyo, su vida que me llena y discurre por mi vientre, los temblores de su cuerpo, su viril olor de hombre, a macho. Todo se ha unido y colaborado en lograr que mi orgasmo sea grandioso y tenga que comerle a besos de agradecimiento, de cariño inmenso.

Sábado:

Nos levantamos muy tarde, que noche tan maravillosa y que cansado tengo el cuerpo, salto de la cama y Nico remolonea medio dormido.

-Vamos Nicolás, no vamos a estar todo el día en la cama.

Voy rápido al baño, me afeito y lavo mi boca, cuando Nico entra me estoy metiendo en la ducha, entra desnudo, ¡Ay!, Nico cualquier día le sorprenderá alguien sin ropa por el pasillo, no he visto a nadie que muestre su cuerpo como él lo hace, debe creer que está en su casa, aunque haya poca distancia tiene que recorrer lugares comunes. Asoma su cabeza para mostrar su más hechicera sonrisa.

-No me has dejado que te de los buenos días.  –alarga su mano intentando sujetar mi cuerpo y me escurro hacia la otra esquina.

-No me toques Nico, por favor, déjame duchar ahora y prepárate, voy a recoger las sábanas para bajarlas a la máquina.

Pone un gesto de resignación, encoge sus hombros y se retira.

-Como el señor diga, yo obedezco, pero no vas a evitar que te diga que te quiero, ¡te quiero, Daniel!,   -eleva mucho el tono de su voz. -Quiero que todos lo sepan, ¡Nico está loco por Daniel y él no se da cuenta!

-Calla, calla, loco, hoy es sábado, hay gente en la residencia.

Salgo de la ducha y me seco el cuerpo, está inclinado sobre el lavabo, sacando y exponiendo su culo, es breve al igual que su cadera y luego se va anchando y anchando hasta llegar a sus hombros, me quedo observándolo con disimulo medio oculto por la toalla con la que me seco, cuando se yergue me aproximo por detrás rodeo su cuerpo con mis brazos y apoyo mi cabeza en su espalda.

-Te permito que me des un beso, solo uno y me marcho.  -se vuelve y me mira pícaro, me coge por los sobacos y me eleva y no cumple con lo que le he pedido, son diez besos o más los que va repartiendo por mi cuello y por mi cara hasta acabar en mis labios, consigo escapar de él, con la toalla en la cintura atravieso el pasillo con cuidado.

Coloco sábanas limpias en la cama y recojo las que tengo que lavar y me dirijo a la sala de lavado, hay dos máquinas paradas y utilizo una de ellas.

Nico ha terminado ya, está con un boxer puesto. Se ha puesto un pantalón corto y una camisa suelta y me acompaña abajo para poner la otra lavadora.

Desayunamos un zumo de brick, un vaso de leche,  alguna galleta y subo a vestirme, cuando estoy preparado llega él.

-¿No te están un poco ajustados esos pantalones?  -le miro sorprendido.

-¿Me he vestido provocativo?  -me paso las manos por las nalgas, el pantalón parece una segunda piel.

-Te va a mirar la gente.  –le miro provocativo.

Pongo un gesto de coqueto, a veces me gusta vestir así, lo serio lo dejo para el trabajo. Río por lo celoso que le veo, me aproximo a él y lanzo mis brazos a su cuello para besarle.

En el piso inferior nos encontramos con una compañera, mientras hablo un ratito con ella, Nico usa su teléfono y se aleja, luego vuelve. Trae una cara indescifrable.

-Tengo que marchar mañana para Paris, el lunes a primera hora debo estar allí. Iré vía  Manchester en tren, no encuentro vuelos desde Leeds. Mientras recoges lo de arriba voy a realizar las reservas.

Todo se precipita, un día menos para estar juntos, no voy a ponerme triste y preocuparle. Cuando bajo está cerrando su móvil.

-Todo arreglado, con que coja el tren a media mañana tendré tiempo suficiente.

Dejamos la bolsa en la lavandería, Leeds, es una ciudad muy bonita y nunca lo puedes ver todo, me gusta el centro, siempre me ha encantado, marché a Chapel para estar cerca de las oficinas pero el mes que estuve viviendo en el centro, al principio de llegar con mi madre, fue estupendo.

Nos cansamos de patear, nos acercamos al bello río Aire y paseamos  por su margen, Nico estaba asombrado de las bellezas que encierra la ciudad.

Nos cansamos y paramos para comer en el centro. Me dio un vuelco el corazón cuando vi la cifra impresa de lo que le cobraron la comida. Después de tomar una infusión seguimos paseando por las calles, viendo las tiendas bonitas, con porteros uniformados que me inspiraban respeto.

Me llevó a una tienda, se acercó un elegante dependiente y luego otro, compró cantidad de ropa y les encargó que se la enviaran directamente a su casa.

 -Nico, ¿no te estás pasando?, estas comprando mucha ropa, ¿qué harás luego con ella?

-Tranquilo Daniel, la necesitaba.

-Pero es una fortuna lo que estás gastando.  –se ríe y sujeta mi mano.

-No importa, lo pagará mi padre. Mira aquella chaqueta, te sentará muy bien, vamos a probarla.  –traen la chaqueta que le gusta.

-Nico, tengo que saber el precio, no voy a poder pagarla.

-Pero, ¿te gusta?

-Me encanta. -era divina y parecía hecha a mi exacta medida.

-Es mi regalo por tu cumpleaños.

-Es muy cara Nico, no puedo aceptar un regalo así.

-Pero si no sabes el precio, déjame que te la regale, solo la chaqueta.

-¿Y pensabas regalarme más cosas?  -sonríe brujamente.

-Pues claro, que sí, pero me conformo con que aceptes esta.

Salimos de la tienda y entramos en otra, quiere comprar un regalo para su hermana.

Estamos cansados de estar toda la tarde de compras, cogemos un taxi que nos lleve a la lavandería para recoger mi encargo de la mañana y luego a la residencia.

Esta noche cenamos solamente una fruta. En la cama Nico juega rozando sus piernas con las mías, sabe que me gusta el roce de su recio vello con mi cuerpo.

-¿No tienes que escribir a tu amigo?  -me señala el portátil.

-Le he contestado antes, me ha pedido que no le escriba hasta el lunes y que te dedique a ti el tiempo, te desea un buen viaje.

-Vaya, mira que detallista, ¿vas a hacer lo que te pide?  -su sonrisa es de picardía.

-¿No me vas a preguntar cómo se encuentra?,  se ha levantado, anda un poco, ¿qué te parece?

-Viendo tu cara me parece que te ha hecho un regalo de cumpleaños mejor que el mío.

-Nico, me gusta mucho la chaqueta, gracias, gracias.  –voy besando cada dedo de su mano con cada gracias que le doy.

-Te quiero Nico, eres tan generoso.

-Sí, con el dinero de mi padre.

Se ha colocado mirando al techo, mi mano  derecha acaricia su pecho, sus abdominales, jugando con los pelos de su ombligo.

-Daniel, por favor, no me rechaces lo que te regale, quiero que tengas lo mejor.  –le beso en la boca para que deje de hablar.

-Tú eres lo mejor que tengo. -me aferro a él como si fuera mi salvavidas, besando su cara, su pecho, su vientre, su entrepierna, no hay lugar en su cuerpo que se quede sin mis besos, sin el sello de mis labios y la humedad de mi aliento.

Me levanta sujetando mis caderas, me sienta encima de él y me voy penetrando, le siento todo dentro, mi cuerpo se cimbrea clavado en su pene y le cabalgo mientras le beso.

Domingo

He tardado mucho en dormirme pensando en su marcha y he tomado una decisión, aunque son muchas horas de tren para hacer en un día, voy a ir a Derby a visitar a David, estar un rato y comer con él.

Me abrazo al cuerpo que tengo a mi lado, le despierto, beso sus ojos que acaban de ver la claridad del nuevo día.

-Vamos a ir un poco antes a la estación, voy a marchar a Derby, quiero despedirme de David y no hay mejor ocasión ya que tú tienes que marchar.

-Te lo agradecerá, te quiere mucho, más aún, te adora, es estupendo puedes comer con él y volver a última hora.

-Voy a llamarle, igual sale con la bici y no le encuentro.

-David contesta mi llamada, está de camino para jugar un partido de fútbol y quedamos en que nos iremos llamando, en tres horas puede esperarme en la estación

En el baño Nico se ha afeitado y esta lavando su boca, ocupo su lugar ante el lavabo, me lleva debajo de la ducha, se cuáles son sus propósitos y vuelve el ritual conocido de lavar nuestros cuerpos. El agua diluye, disuelve y se lleva la señal de nuestro orgasmo.

Ha comenzado a preparar su maleta, quiere llevarse toda lo suyo, por si tiene que hacer el viaje a Bristol directo desde París.

Se va despidiendo de los residentes que encontramos. Desayunamos en un pub cercano a la estación, el cielo está nuboso y es posible que llueva.

-Pásatelo bien, y recuerda que te amo, te amo con locura. 

Estoy en camino, los recuerdos del pasado asaltan mi mente. Aquel fin de semana David se trasladó desde Derby para ayudarme en el cambio, Maira estaba en Bristol, mucho más lejos.

Ella fue la que me acompañó cuando me desplazaron a Alton, y la que me recogió para volver a la Universidad a presentar mi proyecto, y ahora era David al que recurría. ¡Qué grandes amigos!

Algún fin de semana más tarde me acompañaría para comprar el escritorio, me brindó compañía y pude practicar mi francés con la chica con la que comparte el piso, o venía Leeds para hacerme compañía y sacarme a pasear.

Debe tener razón Nico cuando asegura que David me quiere.

Una hora y media más tarde llego a Derby, David está mirando un anuncio de publicidad,  su figura es inconfundible, se ha embutido unos pantalones negros que le están muy justos, la camisa blanca y chaqueta también negra que le llega un poco más abajo de la cintura sin tapar del todo su trasero.

Su sonrisa se ancha, es todo boca, risa, alegría, todo eso es su cara, me eleva en el aire al abrazarme y me da un par de vueltas, hay gente que nos mira divertida.

Me pregunta por todo, tengo que contarle mi vida que ya la sabe, muestra una alegría enorme por mi nuevo trabajo, él quiere cambiar también, lo suyo son los motores, le apasionan y su ilusión sería que Rolls Royce le cogiera, no está mal en la empresa actual y le pagan bien pero los motores son su alma que ruge como ellos a plena carga.

Nico me llama desde Manchester, ha ya facturado su equipaje y va a coger su vuelo, no puede faltar el  -te quiero-  y -no olvides abrazar a David.

Su nueva casa es más bonita, más céntrica, está solo, Juan y la francesita han marchado de vacaciones. Me enseña ilusionado su nuevo cuarto lo ha decorado muy bonito y espartano.

Me tiro encima de su cama y él lo hace a mi lado.

-Ya te marchas, a España y luego a Francia, a cumplir tu sueño, lo que tú querías, trabajar en otros aspectos de la ingeniería química.

-Ya hemos recogido todo, Nico me ha ayudado y mañana pasan los de la agencia de transportes a retirarlo y enviarlo a casa de mis padres. Te agradezco que me ofrecieras tu garaje para guardar las cajas. Mi madre quiere revisar mis cosas y dejarlas preparadas, ya sabes como son.

-Antes te ayudábamos Maira o yo, Nico nos ha ganado. ¿Le quieres mucho, verdad?, no me contestes, se te ve en la mirada y en esa sonrisa que pones.

-Vamos a comer, hay un restaurante aquí cerca, económico y que te va a gustar.

La comida está resultando exquisita y no come, devora.

-¿Recuerdas cuando comíamos en la Uni?, aquellos bocadillos gigantes que te preparaba tu madre.  –para de comer para emitir una risa.

-No podían pagarme el menú del bar y yo tenía que comer todos los días.

-Pero tus bocadillos sabían mejor que la comida del bar.

-¿Cómo está tu novia?  -no me contesta hasta que traga.

-¿Qué quieres que te diga?, está, sin más.

-¿Pero las cosas van bien entre vosotros?  -ahora deja de comer, bebe un trago de agua y me mira.

-No tengas miedo, llegaremos al altar y come que no haces más que hablar.

-Perdóname, eres mi amigo y me interesas.

-Tienen un postre de helado que te va a encantar, de chocolate y menta.

Después de comer volvemos a su casa, me presta su cepillo de dientes.

-Quédate a dormir esta noche aquí.  –le tengo pegado a mi espalda.

-No puedo, los de la agencia irán a recoger mis cosas, tengo que estar allí.

Paseamos por la ciudad, David me coge de la cintura, apretándola de vez en cuando y nos vamos acercando a la estación

Llegaba el momento de partir, abracé su delgado cuerpo, sus labios se posaron sobre los míos en un rápido beso, aparté mi rostro del suyo, se había puesto rojo, temblaban sus labios.

-Lo siento, lo siento, perdóname.

Sigo abrazado a  él pero le miro a la cara, tiene húmedos los ojos y le tiemblan convulsos sus labios, elevo mis manos para obligarle a bajar la cabeza, ahora soy yo el que uno mis labios a los suyos en un beso más largo.

-Gracias David, gracias por quererme tanto.

Sus últimas palabras son un murmullo que apenas oigo. Siento que se me encoge el corazón y que falta aire en mis pulmones.

El paisaje discurre tras los cristales. Mi mirada está nublada de la humedad precursora de las lágrimas.

A la noche, cuando estoy entre las sábanas, recibo la llamada de Nico.

-¿Estas triste?, te noto apagado.

-Te extraño Nicolás.

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