Nuevos relatos publicados: 13

MI DON (41)

  • 71
  • 5.490
  • 9,80 (15 Val.)
  • 0

Lara y Lola – De lo viejo a lo nuevo.

Mientras no apartaba la mirada del cuerpo de Alicia, saliendo de la cocina, contoneando aquella obra maestra de caderas anchas, culo opulento y piel tersa, al irse después de decir que lo mismo no tendría que ir lejos para encontrar a su príncipe,  sacudí la cabeza de izquierda a derecha. “No”, ahora no tenía el tiempo ni las ganas,  y menos con ella, estaba sensible y vulnerable aquel fin de semana, con Teo y su nueva novia. Sería aprovecharme de Alicia, y se merecía mucho más que eso. Además, tenía mis propios problemas.

Lola seguía siendo cortejada por Lucas, el amigo italiano de Manu, junto a todos los demás, en la terraza. La luz de sol se fue apagando, y los juegos de habilidad, en que al perder tenias que beber o una prueba de atrevimiento,  fueron sucediéndose, graciosos, estudiados o sensuales. Las prendas fueron desapareciendo junto a la vergüenza, y fui malvado. Aunque no bebo generalmente, soporto el alcohol mejor que nadie por mi corpulencia,  o por lo que sea, pero así es,  tenía a todos medio borrachos y desnudos, y yo, como una rosa. Ponía las peores pruebas, lametones en el sobaco entre tíos, hacerlos cantar o tener que beber si no hacías tal gesto o decías x palabra.

Cuando la cosa cogió temperatura, fui aún peor, besos entre todos, con lengua, eso me lo devolvieron y besé a todos los tíos de la partida, pero su tenacidad iba decayendo y mi ingenio aumentando. Con Alicia fui bueno, y hasta formamos equipo, pero con el resto de chicas fui cruel. A Naira la dejé desnuda directamente, sin prendas, tapándose el coño con las manos, con una pequeña mata de bello rubio, para luego hacerla levantar las dos manos cada vez que yo bebiera, o serian otro chupito más para ella. A Mara, la hermana de Alicia, la hice darme un baile erótico sentado en una silla,  solo con la parte de debajo del biquini puesta, se movía bastante bien, con  Lola, que  echaba fuego por los ojos al verlo. Pero a ella la tenía constantemente acosada por Lucas, besos y lametones de uno al otro por cada rincón, y luego que, cada vez que Lucas bebiera, le rascara detrás de la oreja a Lola, nadie salvo ella y yo sabíamos el por qué, era por que eso la ponía cachonda, y sus mejillas se ponían coloradas. A la novia de Teo le tocó la peor parte, “Por hacer sentirse mal a mi hermanita”, y a Lara la horrible, cada vez que cualquiera de las dos bebiera, tenían que echarse nata en los pezones de la otra, y lamerlos. La novia de Teo no quería, pero accedió ante la insistencia de Teo. Lara me odiaba cuando se me ocurrió, pero después lo agradeció, sus hiper sensibles pezones, y la forma dulce en que era lamidos,  la tenían con un calentón enorme.

Al final de la tarde u los juegos, era un caos de reglas, en  que todos bebíamos cada vez, y a todos les tocaba hacer algo. Fue tan divertido y excitante que al acabar no salimos de fiesta a bailar a ninguna discoteca, ya que se nos hizo muy tarde para prepáranos, casi las 3 de la mañana. Así que hicimos un maratón de películas en el home cinema de arriba, entre las habitaciones. 

Lara se dio una ducha, pero sabía que fue a darse un alivio, tenía los muslos brillando de placer. Naira se quedó frita tumbada sobre Manu.   Mara y Alicia estaban canturreando canciones. Lola, enfrascada entre los brazos de Lucas, casi a punto de ceder a sus encantos.

Todos fueron cayendo al sueño, alguno cenó antes de irse a la cama, pero fui organizando con cautela quien dormía dónde, y con quien. Manu en el sofá cama de abajo, Teo y su novia en la de invitados, Alicia y Mara en la de matrimonio como la noche pasada, pero luego  cambié los turnos. Yo dormiría con Lara y Naira en mi cama de 3 x 3 metros, en la que ya estaba dormida la canaria hacía rato. Dejaría la habitación con la cama pequeña para  Lucas y Lola, “logística” argumenté, pero en una cama tan estrecha no había sitio para la individualidad, lo había experimentado con Lara la noche anterior. Bueno, “noche”, era de día cuando me acosté.

Naira iba tan borracha que ni se molestó en ponerse unas bragas de nuevo, iba en pelotas y se había quedado frita mucho antes que todos, si sus senos empeoraban al aire, su culo mejoraba sin ropa, pero ahora estaba tumbada boca arriba sin nada encima, con el fino triángulo de bello cuidado apuntando a su coño. Al verla así, una Lara medio ebria,  la metió mano delante de mí para ver si me la ponía dura. Naira ni reaccionaba, pero mi polla sí. Lara sonreía, y se desnudó del todo.

-LARA: eres un mamón, me has puesto muy cachonda con el jeugecito - se repasaba las aureolas de los pezones con los dedos, aquellos que durante horas, la novia de Teo, había besado y lamido sin descanso.

-YO: te ha gustado - la dije, mientras me bajaba el bañador sacando mi rabo medio tieso.

-LARA: me has vuelto loca – se acercó insinuante, y me besaba en el pecho arrodillada en la cama, conmigo de pie.

-YO: ese era el objetivo.

-LARA: ¿Que te parece si acabas lo que has empezado? - me agarró del rabo, masturbando con lentitud.

-YO: ten cuidado con lo que deseas, la última vez que te abrí de piernas, te  la metí por el culo hasta hacerte llorar.

-LARA: lo recuerdo muy bien, lo recuerdo cada noche al acostarme, y recordar que lloraba…sí…de placer - se puso a 4 patas, lamiendo mi glande con presteza.

Llevaba un buen sofocón con ese fin de semana,  y me pareció un buen momento para retomar mi relajación sexual con Lara, lo principal era pro que estaba cachondo perdido, y los senos de Lara era de lo mejor que he tenido nunca, y como premio, quizá si sus gritos se oyeran por la casa, Lola se mostrara… “dispuesta”,  con Lucas, si es que no lo estaba ya.

Lara se aferró a mi miembro con miedo a que la frenara, no sería la primera  vez, pero su lengua era una maravilla, había mejorado o eso me pareció, y sus manos recordaban que no tenía que parar nunca. Me agachaba para sostener sus enormes ubres, y al rozarla los pezones, suspiraba dejando de meterse el glande en la boca por unos instantes. La di la vuelta y  me arrodillé en el suelo metiendo mi cara en su coño, estando a 4 patas gemía al sentir mi lengua juguetona. Lo tenía tan abierto y mojado que parecía que ya me la había tirado, así que me alcé y embestí hasta metérsela casi toda.

Su gritó fue intenso al inicio, de sorpresa e impresión,  pero se fue apagando lentamente, cambiando la tonalidad por la del placer y la lujuria. Con un par de azotes, di comienzo a las penetraciones más lentas que pude, tenía que recordar hasta dónde podía metérsela, sin rozarla el útero. Una vez localizado, arremetí con todo sacándola alaridos continuos, su pelvis se abría recordando mi verga, y disfrutaba entre jadeos y palabras soeces. De la última embestida, antes de correrme, se derritió en unos orgasmos brutales, cayendo tumbada sobre la cama, riéndose de pasión. La puse boca arriba, y abriéndola de piernas, me metí entre ellas acostándome sobre sus senos, amasándolas como podía, eran enormes y bien puestos, tersos y apetitosos. Sus pezones eran atacados por mis labios, y sus jadeos solo aumentaron.

Al tenerla dura otra vez, la penetré de nuevo por su coño, arremetiendo fuerte hasta el punto necesario, y retirándome lentamente, acompasándolo a su exhalación. Tantas veces que sus senos botaban entre ellos al ritmo de mis acometidas, como su cuerpo,  la cama y lo pechos de Naira, totalmente KO dormida a nuestro lado. La estaba matando cuando le agarré las tetas y aceleré hasta llevarla a un carrusel de orgasmos que la hacía gritar alocada. Para cuando me corrí en su interior, el sudor le resbalaba entre los protuberantes pechos, y su mano buscaba el contenido de su coño para lamerlo entre sus dedos.

-LARA: ¡Ohhhhh…dios!…Eres mejor de lo que recordaba - sus dedos lamidos recorrían mis pectorales

-YO: soy mejor que cuando me fui.

-LARA: lo he notado…dios…me has dejado muerta - sonreí al lamerle los pezones de nuevo.

-YO: ¿Como que “Te he dejado”? Esto aún no ha acabado, no te volverás a ir a dormir pensando en cuando te abrí el culo, si no en cuando te lo volví a abrir - su rostro palideció, pero con una sonrisa tensa.

-LARA: no, no, no, por favor, eso no…- pero era tarde, me apretó del cabello contra sus pechos, los juntaba para ayudarme  a lamerlos mejor. Bajaba por su vientre, mientras ella seguía acariciándose, levantándose una teta para chupársela.

Mis dedos hurgaron en su coño hasta mojarse, y bajaron a su ano, cerrado como perno de submarino. Poco a poco, entre relajaciones y caricias, se fue abriendo hasta meter mis dedos en ella. Su alarido al meter tres falanges habría despertado a toda la casa, si no estuviera la puerta medio cerrada, me aseguré de ello, para que Lola oyera bien, aunque al mirar de refilón juraría haber visto sombras. Me dio igual.

Mientras levantaba a Lara de la cama, y la empotraba de cara a la  pared, me pegué a ella alzándola una pierna,  dirigí mi rabo a su ano, y tuve que hacer fuerza varias veces para meterla el glande. Golpeó la pared llena de dolor, o eso creía, por que al momento siguiente embestí subiéndola por la pared, alejándola  del suelo. Media polla dentro de golpe la enseñó qué era el dolor de verdad, cerró los puños mientras se mordía uno, y sus senos vibraban al resbalar a contra pelo en la pared, bajando su cuerpo siendo aún más penetrado. Tocó con las yemas de los dedos de los pies el suelo, y mi verga estaba entera embutida en su culo, con Lara, que estaba roja y me pedía que se la sacara, pero estuve quieto, dejando que su ano se expandiera. Podía haber atacado en cualquier momento pero a mí entender, fui diligente, sus sollozos fueron apagándose, y de vez en cuando la sacaba lentamente y la metía con tal fuerza que la volvía a elevar por la pared, con un solo grito cada vez, más alto y más agudo.

Hasta que dejó de gritar, y comenzó a gemir, a arañar la pared,  y babear pidiendo que no parara. La separé de su apoyo  y la cogí de las tetas apretándola contra mí, y contra el suelo, plantándola los pies en la alfombra, arremetiendo con fuerza en su culo a tal velocidad, que sus nalgas no dejaban de temblar entre choques de mi pelvis en su culo. Estiró un brazo por encima de su hombro para acariciarme la nuca, y la otra mano se perdió en su ahora espesa melena castaña, tratando de aferrarse a algo firme. Mis manos eran dos tenazas bien sujetas a aquellas maravillas de la genética que eran sus tetas, aunque cuando sus orgasmos anales la hacían tambalearse, la tenía que sujetar de la cintura. Al tercero, se desplomó en mis brazos y solo jadeaba buscando con las manos dónde apoyarse, sin encontrar nada. Al llenarla de semen el culo, di unas fuertes embestidas lentas sintiendo como me derramaba en ella, que solo podía doblar la rodillas en el aire al sentir como mi leche caliente brotaba en su interior.

La dejé en la cama, recostada, y me tumbé entra las chicas. Supongo que al sentir un cuerpo cálido a su lado, Naira de forma instintiva, y dormida, se acurrucó en mi pecho, la rodeé con mi brazo para facilitarla el trabajo,  y reposó su melena rubia sobre  mi tórax. Viéndola así, Naira era una versión más esbelta, alta y de más edad que Lola, con ojos azules y un acento canario muy característico, pero por alguna razón, aquella canaria desnuda y borracha, abrazada a mi cuerpo, no me ponía ni la mitad que Lola. Si hubiera sido ella, no se hubiera librado de un par de polvos, en cambió me quedé dormido.

Al despertar, Lara estaba en la ducha, y yo seguía tumbado boca arriba, con Naira agarrada  a mí. Era increíble lo que la bebida lograba hacer con ella, dormía como la princesa de cuento, tenía su cabeza apoyada en mi hombro, un brazo rodeándome por el vientre y una pierna suya doblada y subida encima de mí, rozando con la rodilla mi polla empalmada de las mañanas. Nada mal despertarse así, si no fuera por que el brazo que estaba usando como apoyo para la cabeza, estaba dormido, y con un tono azulado que me hacía sentir hormigas en los dedos

Traté de sacar el brazo, pero literalmente no me respondía, así que no había otra. Acaricié su brazo llamándola, su reacción fue apretarse más contra mí, reí en silencio al sentirme un osito de peluche gigante. Fui lo malo que quise, y la acariciaba el cuerpo con astucia, acelerando su respiración. Cogí su brazo y lo bajé a mi entrepierna, y de forma casi natural, al sentir mi polla la agarró, como un bebe el dedo de su madre, pero no masturbas el dedo de tu madre, ella sí lo hacía a mi verga, que estaba tensa y apuntando al techo. Naira se movió lentamente, bostezando y dándome un beso en el pecho, miró hacia arriba, clavando sus bellos ojos, de un azul apagado, en mí.

-YO: hola canaria, ¿Te levantas así de agradecida todas las mañanas? – señalé abajo, cuando miró su mano, se detuvo en seco.

-NAIRA: ¡Mierda, perdona! – tragó saliva asustada, y aún despertándose.

-YO: no pasa nada, pero… ¿Y si me la sueltas? – lo hizo de inmediato, como si yo hubiera dado la orden a su cerebro.

-NAIRA: ¡¡DIOS ¿No habremos.....?!! - se llevó la mano entre los muslos.

-YO: no reina, si te hubiera follado no lo olvidarías - la besé en la frente, y se apartó corriendo, sentándose y apretándose las sienes.

-NAIRA: joder, que dolor de cabeza, no vuelvo a beber nunca - reí al sentir de nuevo  mi  brazo, algo  inerte, golpeándolo contra el colchón para reactivar la circulación.

Naira se rodeó el cuerpo con una sábana, algo avergonzada, no por qué, ya se  le había visto todo. Se alejó de mí tapándose, y sin apartar de reojo su mirada de mi polla en ristre.

Esa vez sí,  al ir a mear, pregunté quien era, y Lara respondió entre risas. Me metí en la ducha con ella, y nos acariciamos,  la levanté en brazos a horcajadas y la penetré por el coño con virulencia, apoyándome en los asideros de la amplia ducha, y besándonos como colegiales. Sus gritos, amortiguados por el sonido del agua, fueron lo mejor de todo, sentir como la penetraba y ella disfrutaba, chupando el agua en sus grandes senos, y sus duros pezones. Conté cuatro orgasmos antes de vaciarme en ella, y me fui, dejándola allí,  suspirando y cansada. Tenía que volver a empezar a ducharse. Yo me puse un bañador, y me senté al PC.

Mi idea era ver el cuarto de Lola y Lucas, saber si había pasado algo, pero rebobinado en las cintas vi algo en la cámara del rellano de arriba, el que daba a las tres habitaciones. Eran dos cuerpos moviéndose en la puerta de mi cuarto, y después uno. Cuando desapareció,  y me vi entrar en el cuarto para acostarme,  paré de rebobinar y dejé el play, escuchando con los cascos. Puse al mismo tiempo, en una ventana más pequeña, la grabación del interior, con Lara y yo comenzando a retozar. Avancé un poco hasta que oía a Lara gritar las primeras veces, fue cuando el primer cuerpo fue caminando de puntillas a la puerta, hice zoom, pero la reconocí a la primera, era Mara, la hermana de Alicia. Resulta que  la seria y regia señora, había escuchado a Lara gozar, y fue a mirar por la rendija que había dejado al no cerrar la puerta. Iba  solo en bragas, y veía su rostro sonreír y cubrirse tras la puerta. Se comportaba como una cría, hasta que Lara y yo comenzamos a follar en serio, sus risas cambiaron, y su pose también, es difícil mantenerla mientras tus muslos se frotan. Al poco tiempo de vernos, se metió la mano entre las piernas y se acariciaba por encima de la tela. Al segundo polvo ya se metía la mano por dentro de las bragas, y aunque no era muy buena calidad de imagen, podría aseverar que se metía un dedo en el coño. Lo sacó de bruces al oír a su espalda movimiento, y la que acudió fue su hermana, Alicia, medio dormida y preguntando con los brazos que hacía a esas horas allí. Mara la pedía silencio con el gesto en los labios, y la llamaba con una mano, la curiosidad de Alicia fue más que su cautela, y se puso a mirar, mientras yo ya enterraba mi polla en el culo de Lara.

Las dos estaban  mirando cómo la abría el culo a Lara,  y oían sus gritos, o cuchicheaban en bajo entre ellas. No oía nada por que no tenía micros en esa parte, solo la cámara, enfocando como Mara daba un masaje en los hombros de Alicia,  sin apartar sus ojos de mí, hasta dejar a Lara en la cama y acostarme. Se fueron a   su habitación entre risas y comentarios, me pareció leer en los labios de Mara “Que mala bestia”, no me dio tiempo a más. Lara salió de la ducha y no quería que viera que tenía cámaras por la casa, así que cerré todo, y me bajé con ella a desayunar junto a Dani, que estaba preparando sus famosas tortitas para todos, arremolinados entre risas, y caras de resaca, olfateando el aroma que despedía la sartén.

-YO: que bien huele eso – abracé a Dani por detrás, besándole la mejilla.

-DANI: tú no tocar, primera amigos – me amenazó con la cuchara de madera.

-ALICIA: eso, ponte a la cola…- me golpeó en el hombro con la mano.

Fuimos comiendo, y llenando de risas la cocina. Las miradas entre Lara y yo no eran muy diferentes a entre Mara y Alicia, pero solo yo me daba cuenta de todas. Solo me faltaba una chica en el desayuno, Lola no había bajado, y al recoger, tras un sonoro aplauso que recibió Dani, encantada, Lucas pasó detrás de mí.

-YO: hey, ¿Que tal la noche? - con el tono que ponemos los tíos, cuando sabemos qué se está preguntando.

-LUCAS: puffff una fiera salvaje, mejor no preguntes…- sonrió, apretándose el paquete, y posando una mano en mi hombro, luego se fue a la terraza con los demás, a disfrutar de lo que quedaba de mañana en la piscina, mientras Dani recogía para irse.

Aquello era un indicio claro de que algo había pasado, y por un instante me enfadé y me puse celoso. Era estúpido, era lo que buscaba, si había pasado algo, era la evidencia de que Lola no me quería, y podría quitármela de la cabeza,y seguir con mi vida de “play boy” mujeriego  ¿Pero qué había pasado? Si Lucas no soltaba prenda, solo tenía la otra versión,  y fui a por Lola. Estaba en el cuarto más pequeño, aún acostada, con una sábana cubriendo todo el cuerpo, solo su cara aniñada y su larga melena rubia platino sobresalían. Me senté a su lado, y mi movimiento la despertó, alzó la mirada frotándose los ojos, y al enfocarme, su rostro cambió a ira, saltó sobre mí, lanzando puñetazos y manotazos violentos, me reía pero me estaba costando aguantar el tipo ante una chiquilla.

-LOLA: ¡Eres un maldito cerdo asqueroso! – espetaba mientras sus brazos se cansaban, y los golpes descendían en número y ferocidad.

-YO: ¿Y ahora qué he hecho?

-LOLA: ¿Qué has hecho?... – soltó otro zarpazo –… ¡¡¡Me dejas aquí tirada con Lucas, mientras te vas a follar a la tetona, ¿Y te preguntas qué has hecho?!!!

-YO: rubia, ya sabes que nosotros…- soltó otra ráfaga de golpes, abalanzándose sobre mí, haciéndome caer tumbado a la cama, con ella de rodillas sobre mí.

-LOLA: ¡Me da igual lo que seamos! No me gusta esto, no quiero que te folles a otras - su tono bajaba en fuerza, y aumentaba en sentimientos.

-YO: pero tú y Lucas…- me abofeteó la cara,  hice fuerza para quitármela de encima, y dejarla tumbada sobre la cama,  crucificándola al colchón con mis brazos. Aún así, se revolvía y soltaba patadas, y como  iba vestida con una camiseta ancha, enseñando un hombro, sin sujetador y con un tanga negro,  al subírsele la camiseta la vi casi desnuda.

-LOLA: ¿Lucas qué…?, Es un tío cualquiera, como él me han entrao a cientos, los conozco bien, se ha pasao media noche metiéndome mano, y le decía que parara, susurrándome guarradas al oírte haciéndolo con la tetona esa,  y cuando me ha agarrao una teta, le he soltado un codazo en los huevos, ¿Vale? Paso de él, y de niñatos como Javi, te quiero a ti, ¿Me oyes?, ¡¡¡TE QUIERO!!! - sollozaba al declararme su amor, respirando agitada, con la cara roja y el cuello a punto de reventar.

La aflojé las manos, y se frotó las muñecas dónde había apretado al inmovilizarla. Me senté en el borde de la cama, dolorido, magullado y con el cuerpo ardiendo por los golpes, pero con una sonrisa enorme, y una horrible sensación de alivio, al saber que no había pasado nada entre ellos. “Joder, ¿Por qué me pasa esto?”.

Lola no había cedido, me quería, me lo acaba de gritar y dejar más que claro, con su forma poco elegante y nada refinada. Aunque yo no quisiera, la amaba, quizá ahora más que antes. Mientras me debatía qué hacer, me rodeó con sus brazos por la espalda, pegando sus senos a mi hombro y dejando caer su larga cabellera rubia sobre mi pecho, como un río dorado, mientras su rostro se pegaba a mi cuello.

-YO: esto no puede ser Lola…

-LOLA: ¿Por qué no?

-YO: soy un mujeriego, un cabrón y mala persona…- me abrazó con fuerza.

-LOLA: podrás tirarte a muchas, y ser un mamonazo, pero no eres mal tío, créeme, de esos conozco muchos.

-YO: no me conoces, he hecho cosas malas, a muchas chicas…

-LOLA: es cierto, no te conozco desde hace mucho, pero sí tus amigos, llevo hablando con ellos todo el fin de semana, y solo hablan bien de ti, cabezón, testarudo y que no te tomas nada en serio…si eso es lo peor que tienes, podría vivir con ello el resto de mi puta vida.

-YO: son mis amigos, ¿Qué te van a decir?

-LOLA: pude ser, pero es lo mismo que me has demostrado a mí desde que te conozco, y después de lo de Javi, sé que mi lugar está contigo.

-YO: ya, conmigo, mi casa,  mi coche…- ataqué a la línea de flotación, a la desesperada, no sentía argumentos en contra.

-LOLA: me suda el coño todo esto… – alzó un brazo señalándome la habitación, luego me agarró la cara y me la giró hacia la suya, clavando su frente a la mía, y sus ojos azules  brillando  tanto como los míos –…quema esta puta casa y tira el coche por un barranco, me da igual todo ya, solo te quiero a ti -  una lagrima cayó por mi mejilla.

-YO: no sabes lo que dices…- pero era yo el que no tenía palabras.

-LOLA: mándalo todo a la mierda…pero quédate conmigo.

-YO: dios, rubia… te…te quiero-  lo solté, sin pensar.

-LOLA: lo sé – sonrió levemente, pero me abalancé sobre ella, asustándola, mirándola con rabia.

-YO: no, no lo sabes, no lo digo como un cumplido, ni para abrirte de piernas, no es algo que vaya diciendo a todas, ni es una frase hecha, no quiero hacerlo…pero te amo -  sus manos resbalaron por mis coloradas mejillas, con las gotas saladas brotando de mis ojos, mirándome a los ojos, aguantando el tipo.

-LOLA: lo sé…– asintió con la cabeza, a punto de echar a llorar, como yo -… y yo a ti.

Me sentí como hacía mucho que no me sentía, libre, feliz, despejado y tranquilo, recostado sobre su pecho, con ella jugando con los dedos en mi cabello, soportando mi peso con su diminuto cuerpo, sin mostrar incomodidad alguna.

Viajé en el tiempo, me descubrí de rodillas, abrazado al vientre de Ana en el ascensor el día de la mudanza, otra vez, esa misma sensación, de ser un ogro incontrolado, de ser un gigante destruyendo ciudades, y al sentirla entre mis brazos, empequeñecer, ir menguando mi tamaño, rendido ante ella, hasta ser poco más que un cachorro en la palma de su mano. Mi corazón latía fuerte y sereno. “Maldita sea”, pensé,  pero era tarde, ya no quería soltarla, y me flagelaba por haber querido quitármela de encima. Qué tarugo podía llegar a ser,  y que miedo nos dan los cambios, aunque sean a mejor.

Sí, Lola era una choni, no tenía aires elegantes, y no era una dama, le faltaba clase y educación a raudales, pero me había enamorado de ella perdidamente pese a esos defectos, o precisamente por ellos, no lo sé, era tan diferente a Ana o Irene…Pero ahora que era mía, no perdería el tiempo, la besé en los labios con la sonrisa más real desde hacía casi un año, y me vencí sobre ella. No sé cuanto tiempo  pasó, al alzarme, Lola tenía mi oreja marcada en la piel de su pecho.

-YO: habrá que hacerlo oficial, ¿No?

-LOLA: ¿El qué? – me arrodillé al lado de la cama, tirando de su mano, hasta sentarla al borde de la misma.

-YO: Mí amada Casandra, también conocida como Lola o rubia, ¿Aceptáis de buen grado ser la novia de este patán y tosco caballero? Juro cuidar de vos, amaros y respetaros, defender vuestro  honor, y por último, mi mayor presente, ante el universo entero juro que no tendré relación amorosa con cualquier otra persona o ser vivo  – soltó una carcajada enorme, que me llenó el corazón de alegría, tratando de controlar su pecho alborotado.

-LOLA: estás chalao, como una puta cabra, ¡¡¡Pos claro que si, imbécil!!! – saltó sobre mí,  con tanta fuerza que apenas pude contener la caída. Rodamos por el suelo entre caricias y besos, y quedó tumbada sobre mí, apoyando una rodilla en el suelo.

-YO: ahora te toca a ti…- la susurré, después de un beso largo y tierno, solo con los labios, pero con toda mi alma.

-LOLA: a mí eso no me sale – la azoté el culo con energía, haciéndola abrir la boca.

-YO: sosa…- mascullé, me soltó un puñetazo en el pecho que me hizo toser con una sonrisa.

-LOLA: está bien…Mi amado Raúl…también conocido como el trípode, o el hombre de tres piernas ...¿Aceptáis con gusto ser el novio de esta alocada  mujer?

-YO: había más…- se sonrojó.

-LOLA: joder……..¿Como era?……..

-YO: juro…

-LOLA: juro cuidarte, quererte y respetarte, defenderte de cualquiera, y no acostarme con ningún otro tío – me miró pidiendo aprobación.

-YO: bueno…más…o menos…- me tiró del pelo con ira - … ¡Ay… va, me vale!– me soltó otra leve bofetada, para después besarme con pasión.

-LOLA: estamos mal de la olla.

-YO: no lo dudes…- la alcé con tanta facilidad que pareció no costarme, la puse en pie y me levanté. Fui corriendo a por mi móvil.

Tardé unos minutos,  revisando la grabación en el PC, y cerciorándome de que Lola había dicho la verdad sobre Lucas, algún rincón de mi cabeza quería que me hubiera mentido, para seguir aquel frenesí de sexo descontrolado que era mi vida.

Un gesto de dolor, y un bufido, se me escaparon al ver su codazo golpeando  en los testículos de Lucas, como a cualquier varón que lo mirara. Eso me hizo amarla aún más, y no sabía como. Regresé corriendo y  la  ataqué como un defensa de rugby,  levantándola del suelo, y entre risas, dejarla tranquilamente en la cama, dándola el móvil abrazándola por detrás.

-YO: toma, haznos una foto – sonreía sin entenderme,  preparó el móvil y nos hizo varias, hasta que una en la que se nos veía bien, me gustó.

-LOLA: ¿Y ahora?

-YO: selecciona en los mensajes  enviar a varios, y marca a todas las mujeres de mi agenda.

-LOLA: ¿Para qué?

-YO: tú hazlo – lo hizo, y tardó bastante, más de 80 conté, quitando a familiares, y otras no relevantes al caso.

-LOLA: ya está.

-YO: carga la foto…– lo hizo –…y ahora escribe “Lo siento chicas, tengo novia, así que dejadme en paz” – se giró escribiéndolo en automático, con una habilidad única con los pulgares, besándome en los labios,  llena de felicidad.

-LOLA: ya, ¿Que hago?

-YO: ¿Pues qué vas ha hacer? Enviarlo…- su rostro casi irradiaba luz blanca.

-LOLA: pero que es multimedia, te va a costar un pastón – (Cabe decir que, en esa época, no había todavía el boom de los smartphones, y los envíos de archivos multimedia costaban 2€ por mensaje, si eran 80 mujeres...)

-YO: dale, “enviar” – metí  mi nariz detrás de su oreja, haciéndola cosquillas de las que encienden fuegos, “click” sonó.

-LOLA: tú estás tronao - se giró, acariciándome el pecho con sus pequeñas manos, que parecían aún más diminutas en mi cuerpo.

-YO: loco, y por ti …– la levanté la cara con un dedo en su barbilla, cada vez que miraba a sus ojos azules me sentía renacer –… entiende que esto para mí es importante, vengo de una relación larga y que terminó muy mal…

-LOLA: ¿Te crees que con Javi terminé a buenas?

-YO: entiendo, pero no me falles, no me rompas el corazón, no sé de qué sería capaz… – mi tono era tenso, y casi me temblaba la voz. Me puso la mano en el corazón, notando como latía con fuerza y desbocado.

-LOLA: no lo haré, no te fallaré… - estiró un poco la espalda señalándome con el dedo -…pero tú tampoco lo hagas conmigo, parezco dura y sin sentimientos, pero también tengo miedo – la cogí de la mano en mi pecho, colocando mi otra mano en el suyo, en su corazón, sintiendo como los dos palpitaban alterados, y como poco a poco se iban calmando, hasta casi acompasarse, y parecer uno solo.

Al rato bajamos a la piscina a comer, ya andaban liados con la barbacoa de nuevo, y a que quedaba mucha carne aún. En mitad de la comida oficialicé la relación entre Lola y yo,  antes de que todas lo vieran en sus móviles. Rompieron en aplausos, la única que no lo hizo fue Lara, la pobre había catado lo que ansiaba, y que se le volvía a escapar, aunque me daba igual, estaba fijándome en que Alicia sonrió como siempre, pero esta vez, no tenía las arrugas en los ojos, me sentí mal por un segundo, no sé que le pasaba por la cabeza, pero sus ojos no mentían, verme con Lola no la hacia feliz. Aún así, me felicitó, como todos.

A Lola  la hice pedirle disculpas a Lucas, y luego hablé con Lara a solas,  con Lola a mi lado, mis explicaciones no la convencieron, pero no éramos pareja ni nada, por una noche loca no podía pedirme más que una explicación. Muchas otras se iban a quedar sin mí,  llevaba varios meses tirándomelas,  y solo tendrían el mensaje como argumento.

Pasamos la tarde del domingo jugando,  algo menos atrevidos, y disfrutado del poco sol, que se empezaba a nublar. Yo estaba en el agua, junto a Lola, besándonos, con el resto alrededor entrando y saliendo de la piscina. Aquella ola de calor había acabado, tal como predijeron, al llegar la tarde el cielo se volvió oscuro, y a lo lejos los rayos llenaban el cielo de Madrid.

La temperatura bajó bruscamente de los 23º grados, y cuando caían las primeras gotas, todos salieron corriendo entre risas hacía dentro,  todos menos Lola y yo. Ella parecía inquieta, pero sujetada entre mis brazos se sentía segura. Oíamos de lejos los gritos del resto, pidiendo que entráramos, pero yo daba vueltas lentas girando sobre mí mismo con Lola pegada, acariciándonos. El agua empezó a caer con fuerza, y una cortina de lluvia y viento azotaba la terraza. Lola  fingía no estar asustada.

-LOLA: dios mío, como cae… vámonos – tiritaba casi, con el agua de la piscina salpicando al impactar las gotas de lluvia.

-YO: ¿Por qué?

-LOLA: nos vamos a mojar – solté una carcajada, alzando la vista, y dejando que la lluvia me cayera en el rostro.

-YO: solo es agua, y ya estamos en una piscina.

-LOLA: pero no es lo mismo, ¿Y si se desborda o me lleva el agua? – esperaba que fuera una broma, y no una verdadera preocupación, seria difícil estar enamorado de alguien así.

-YO: yo te sujetaría - gritó de nervios al sonar un trueno,  mientras reía acurrucándose en mí pecho, protegiéndose del aire y del torrencial con mi cuerpo.

Estaba en la gloria, pocas veces me ha pasado, pero si podéis experimentar la sensación de estar en un pantano, un lago, una piscina o incluso en el mar, mientras cae una tromba de agua, es algo mágico, tiene un componente que me hace sentir vivo, incluso cuando solo llueve y estoy en la calle, mientras el resto se esconde bajo paraguas, tejados y portales,  siempre me ha gustado ponerme en mitad de la calle, y sentir el aire entre mis brazos  separados del cuerpo, la ropa temblar del viento, y el agua calarme hasta los huesos. Me mezclaba con el mundo, y formábamos uno solo. Me costó muchos resfriados y broncas de mi madre, pero pocas cosas podían hacerme sentir mejor, y en este caso, era tener a una preciosidad rubia de ojos azules mirándome,  alzando la vista con pánico a su alrededor,  pero una firme seguridad en que yo la protegería, en que ni un huracán lleno de tornados la separaría de mí.

-LOLA: siento como si fuéramos a echar a volar… - elevó la voz ante le ruido de la tormenta, la rodeé con mis brazos aún más fuerte, y ella se agarró a mi cintura, con tal energía que sentía sus uñas en mis costados. Inspiré el olor de su pelo húmedo,  cerrando los ojos.

-YO:   yo estoy  aquí…

 

Lola – Reinicio.

Ya estaba hecho, no había vuelta atrás, Lola y yo éramos pareja. Ese fin de semana fue una montaña rusa de sentimientos, llevaba casi cuatro  meses siendo el casanova más cerdo y detestable que podía ser, me lo estaba pasando bien, teniendo esclavas como Liz, amantes inexpertas como Jeni, y autenticas lobas como Yasira o Eli. Con un abanico amplio de mujeres, altas o bajas, delgadas o rechonchas, rubias, morenas o teñidas,  iba a por todas, y al menos las hacía probar mi fogosidad  una  vez, y si pasaban la prueba, seguían hasta dónde duraran. Si salía a comer, me tiraba a la camarera, si iba al cine, a la del puesto de palomitas, si iba a una discoteca, a la gogó más caliente, o si tenía que comprarme ropa, a la dependienta. Me daba igual, tenía tanta ira por dentro, por culpa de mis emociones contenidas por la ruptura de Ana,  que me arriesgué con las amigas de mi hermana, y aún así, no paraba. Pese a estar agotado, o poder contagiarme de cualquier enfermedad venérea.

Solo os he relatado las relevantes, pero a cada sitio que iba, no miraba mujeres, si no próximas víctimas, y funcionaba, estaba en al cresta de una ola de desinhibición y sexo. Y lo había mandado todo a tomar por culo, por una choni  agresiva, territorial, y de ira fácil, por que, irónicamente, Lola me calmaba a mí.

Al terminar el fin de semana con mis amigos, y despedirlos con aquella lluvia torrencial, me quedé con Lola todo lo que pude, y pese a que sería lo normal, no tuvimos sexo, fueron solo carantoñas y caricias. Me perdía en sus ojos, azules y luminosos, Lola se ruborizaba al verme mirarla de esa forma. Nos habíamos sentado en el sofá de abajo, rodeados de toallas al estar empapados por la piscina, y el aguacero que nos cayó encima. Se sentó en mi regazo,  rodeándola  con mis brazos y una toalla,  podría acariciarla y repasar  su precioso y delicado cuerpo, pero no podía apartar los ojos de aquella mirada inquieta y viva. Quería ver más allá de su rostro, mi mente ágil y escarmentada trataba de pensar mil maneras en que Lola fuera un engaño, algo irreal, quizá Eleonor, Ana, o hasta Jeni y Lucía tenían motivos para querer vengarse de mí, pero tenía la sensación de que si  Lola fuera un artificio, me habían ganado esa partida. Estaba tan perdidamente enamorado de ella, que me hubiera dado igual que en ese mismo momento entraran todas, con un equipo de cámaras detrás, y un muñeco enorme de “Inocente”.

Había construido un muralla a mi alrededor, y la mujer en mis brazos, una niña sin desarrollar del todo, con un 1,60 escaso de altura y menos de 55 kilos, la había derribado a mazazos. “No, no puede ser falso”, tendría mis argumentos para pensar así,  lógicamente, a Lola la conocí antes del lío del piso, y aunque la hubieran pagado después, o era la mejor actriz de la historia, o no era más que una cría, que seguía las modas de una tribu urbana mal vista. No se puede disimular cierta carencia de palabras, agudeza mental o reacciones físicas. Y si era capaz,  cuando la dieran su sexto Oscar, siempre podría presumir ante  la gente que me tiré a aquella mujer.

La acompañé a su casa, y nos despedimos con un largo y lento beso, la azoté en el trasero cuando se inclinaba sobre mi pecho para alcanzarme la cara con sus labios,  y me respondió con un puñetazo en el vientre, justo donde aún me dolía de la puñalada que recibí no hacia mucho más de una semana. Mi reacción la hizo palidecer solo un instante, para luego volver a besarme, riéndonos. Se comportaba más como un mejor amigo, que como mi novia, y aún así me la puso medio tiesa al mirarla el culo cuando se bajaba del coche. Al regresar a casa, corrí a coger el móvil, estaba sonando tirado en el suelo, lo había dejado en la mesita, y había vibrado tanto que estaba tirado allí.

-YO: ¿Sí…?

-LIZ: ¡¡¡¿Como que ya tienes novia, pedazo de desgraciado?!!! – tuve que alejar el móvil de mi oreja de sus gritos.

-YO: ¿Qué te pasa?

-LIZ: ¡¡¡¿Y encima lo preguntas?!!! ¡¡¿Pero no ibas a cortar con ella?!!

-YO: iba…pero qué quieres que te diga… la amo.

-LIZ: ah,  muy bonito, ¿Y ahora… qué?, ¿Vas a estar jugando con nosotras, como si fuéramos peones?

-YO: en realidad, no…había pensado que…ya que tengo una relación seria…pues…- no encontraba un forma suave de decirlo -…vamos, que te tienes que ir de mi casa - los gritos que pegó fueron tantos, que a los dos minutos decidí colgar. Me volvió a llamar igual, y la volví a colgar, a la tercera vez,  ya parecía más despejada.

-LIZ: mira, siento todo esto,  me paso por allí y lo hablamos…

-YO: si tú quieres…pero tráete una maleta, al irte te llevas tus cosas.

-LIZ: ¡No seas cabrón, no me hagas esto!

-YO: mira, ha sido divertido y eso, pero ya sabias lo que había, mejor que ninguna, te agradezco todo lo que has hecho por mí…pero se acabó.

-LIZ: esto no va a quedar así…no soy un pañuelo de usar y tirar – colgó, con un tono amenazador.

Me pasé toda esa noche,  y los siguientes dos días,  con conversaciones y mensajes similares con varias mujeres. Tirado en la cama con cuarenta grados de fiebre, y escalofríos del domingo en la piscina, con un dolor de cabeza horrible y sudando sin parar, pero sonriendo cuando Lola venía y se quedaba cuidándome por las tardes. Mi cuerpo la había protegido tanto que estaba como una rosa, y yo era un harapo postrado en la cama. Las únicas que no montaron en cólera, ni me amenazaron, ni lloraron, ni suplicaron, ni cualquier otra cosa…fueron  Ana, que me llamó para felicitarme, y hablar un poco del pasado, y Eli, con un escueto mensaje con una foto suya, lanzándome un beso y guiñando un ojo

“Mucha suerte con tu nuevo amor”

Fue la única foto recibida que Lola no me borró, el resto eran, de eróticas y sensuales,  a obscenas y grotescas. Todas con el fin de hacerme cambiar de idea, pero soy tan tonto que mandé los mensajes a todas sin pensar en las consecuencias. Gracias a dios quité a Eleonor del lote, ni me imagino que podría hacerme si se entera.

Eli me demostró que la única que entendió lo que necesitaba después de mi ruptura, y comprendió mi forma de ser, fue ella. El resto no lo aceptó nunca, y se creían que tenían a un animal salvaje dominado, compartido, pero enjaulado solo para su disfrute. Cuando el animal rugió, y decidió irse sin que pudieran hacer nada,  se echaron las manos a la cabeza.

La peor fue Liz, que odio me tenía de golpe. Al ser la más cercana,  no me la podía quitar de encima, y amenazaba con ir a mi hermana, ¿Pero qué la iba a decir?, “¿Tu hermano pequeño me ha tenido tres meses esclavizada sexualmente, por que me encantaba como me follaba con su enorme polla?”.  Sin duda, eso fue lo que hizo Iziar, y Liz sabía tan bien como yo que, las cámaras que grabaron a Iziar, la tenían a ella grabada negándose a ponerse ropa normal, retozar en mi cama pidiendo sexo hasta que se lo daba, o teniendo festivales lesbios con las chicas que dejaba, mientras yo salía de casa. Estaba tan pillada, que solo podía mirarme con odio.

Al cuarto día, me recuperé por fin del catarro que cogí. El primer olor que notaba en mi nariz desde hacia días, era el desayuno de Dani,  me hizo bajar flotando por las escaleras, y abrazarla levantándola por los aires, entre risas, girando sin parar.

-DANI: tú parar, estar malo, descansar y tomar leche caliente.

-YO: ya se me ha pasado, y estoy renovado, Dani, el amor lo cura todo – la dejé en el suelo, besándola en el cuello.

-DANI: ya, yo vi mensaje en móvil, ¿Tú  y Lola novios?

-YO: sí, así que por ahora, te quedarás sin que te haga mía…– sonrió ante aquella especie de broma entre nosotros, Dani me quería, y yo a ella, pero si no había pasado ya,  es que no pasaría nunca. Dani estaba demasiado curtida en el sexo, y creía que me veía más como a un hijo, que como a un hombre.

-DANI: oh, yo lamento, no poder dormir esta noche con marido por lastima  – se colocó el dorso de la mano en la frente, como una gran actriz dramática, riéndonos.

Lamenté no haberme aprovechado antes de sus ofrecimientos, pese a no ser reales, si no muestras de piedad o cariño,  serian mejor que nada. La había visto en biquini cuando su marido y su hijo se pasaron por mi piscina, y era de lo más hermoso y bien colocado que había visto nunca. Si teniendo un hijo estaba así,  un escalofrío me entró al pensar en ella con 18 años, virgen y joven. Pero ahora no podía, era un hombre con pareja, y esa idea empezaba a revolotear en mi cabeza, mientras tenía orgasmos en la boca con el sabor de las tortitas con sirope.

Sí, de nuevo con pareja, con Irene me fue genial hasta que llegó el sexo, y se volvió una adicta hasta no querer nada más de mí. Y Ana… había sido maravilloso, pero terminó en desastre, sin duda fuimos demasiado rápido y demasiado lejos en nuestros juegos. Pero eran dos cosas que no me podían volver a pasar, lo primero por que ya había tenido bastante sexo con Lola, y no se le había ido la cabeza, así que solo tenía que asegurarme que lo segundo no pasara.

Buscando ideas, me senté con Dani para que me explicara su romance con su actual marido, sin duda la historia de cómo una puta se volvía una madre de familia con trabajo sería un ejemplo. Me dijo que, para ella, fue mi importante ir despacio, notar como su marido no era un cerdo más que solo la abría de piernas, sino una persona que la quería y la respetaba, que la ayudaba con sus problemas, y que se preocupaba por ella. Poco a poco, iban quedando más a menudo, luego unas vacaciones, y por último, irse a vivir juntos.

Fue esclarecedor, no podía meter a Lola a vivir en mi casa, no de primeras, pasar demasiado tiempo juntos me llevó a experimentar con Ana. Y el experimentar acabó en desastre. Iría despacio, como en las series, cada capitulo un poco más, hasta que de forma natural fueran ocurriendo las cosas, un proceso lento y progresivo.

Me pase otra hora dándole vueltas, estaba sentado en el sofá de salón, mirando a las paredes,  pensando en lo sólo que me sentía, en que no tenía nada que hacer en todo el día mientras Lola estudiaba de mañana, y se pasaba por las tardes. Yo  sólo trabajaba los fines de semana por las mañanas, aclarando que  mi jefa se mostró muy enfadada al ver el mensaje de mi noviazgo, no me lo pondría fácil, pero aún así, tenía mucho tiempo libre, y nadie con quien compartirlo. Fue cuando un velo, o un cortina nebulosa,  se apartó de mis ojos, y vi mi casa como por primera vez, enorme, con dos plantas, cuatro habitaciones, tres baños, uno con hidromasaje, y piscina propia, “¿Qué coño hago viviendo yo sólo en esta casa? Tengo 21 años, y ya vivo como un cuarentón divorciado”. Se me pasó por la cabeza quemar la casa, como dijo Lola,  sería gracioso explicárselo al seguro de Eleonor, luego entré en mis cabales, podría venderla, por ese piso al menos sacaría unos 50 millones de €, ¿Pero dónde viviría?, ¿Volver a casa de mis padres? ¿A aquel cuchitril en comparación a mi palacio,  a 15 kilómetros del centro de Madrid? Y una mierda, mejor sería comprarme un piso mucho más económico por el barrio de mis amigos,  o   ya puestos, volver al piso de estudiantes, pero ya estaban las habitaciones ocupadas, y mi opción para entrar sería acostarme con Lara, y no creo que Lola lo aprobara.

Tenía la solución delante, y no la veía, me golpeaba la cabeza tratando de zarandear las ideas, lo hacía desde pequeño, exteriorizar mis sentimientos me ayudaban a definirlos,  y hacerles frente. Mi madre me regañaba a menudo por me decía que me iba a hacer daño, mi padre se reía y mi hermana me “ayudaba”, moviéndome como una maraca para sacar mis ideas. Me reía recordando todo eso, dios, que recuerdos… “Eso es, ¡¿Cómo puedes haber sido tan imbécil?!”, me grité.

Cuando llegó Lola le expliqué mi idea, el cómo quería llevar nuestra relación. Ella vivía con sus padres, y podía pasarse por mi casa todas las tardes, quedaríamos los fines de semana y esas cosas, pero nada de agobios. La conciencié que sus estudios eran prioritarios, tenía que sacarse el graduado para que la admitieran en cualquier curso de peluquería, que es lo que quería hacer. La dije que si sacaba los estudios adelante, yo mismo la pagaría el curso, se me abrazó llenándome de besos, pero la tranquilicé, “Solo si apruebas todo”, ya tendría tiempo de bajarla de la nube, ahora no me escuchaba.

Al terminar de hablar con ella, subimos a mi habitación, y nos desnudamos lentamente hasta quedar tumbados en la cama, conmigo encima de ella, besándola por el vientre, con ella jugando con mi pelo. Pasamos un buen rato rozándonos,  se abrió de piernas y la fui penetrando lentamente. Se le había cerrado un poco de casi dos semanas sin hacerla el amor, por que a ella ya no la follaba, con ella era tierno y suave, y sus gritos solo eran de placer y gozo, pocas veces la hacía sufrir, o al menos queriendo hacerlo.

Su rostro cuando iba metiéndola cada vez más en su interior era de locura absoluta, y yo me contenía por no destrozarla, parecía tan frágil, tan diminuta…era brutal observar como su cadera se inflaba al dejar paso a mi rabo, era glorioso meterla entera en un cuerpo tan pequeño, sus muslos solo eran el doble de grandes que mi polla, y al iniciar el vaivén lento, mientras la besaba sus bonitos senos de adolescente, sus gemidos me perdían en la lujuria. Si podría estar 40 minutos seguidos con la bestia, follando de esa manera tan placida podía estar horas. Sus orgasmos eran casi tan pausados como mis golpes de cadera.

La puse a 4 patas, y cuando la fui a meter en su coño las carcajadas al ver las dimensiones fueron ofensivas, el ancho de mi verga era 1/3 del ancho de  sus caderas, y aún así, de firmes estocadas le entraba. Era un truco de magia delicioso, como volver a meter un corcho en una botella de vino. Cuando la fuente de fluidos me mojó las piernas, la sujeté de la cintura y fui aumentando el ritmo, el sonido de golpes en su culo era constante y sus gritos y palabras se mezclaban en lamentos de placer. A ese ritmo ya, mi pene no aguantó y daba los espasmos previos a una corrida. Lola lo sintió, y se salió de mí, el agujero entre sus piernas era un espectáculo. Girándose, me tumbó con rapidez, y con sus pequeñas manos masturbó mi tronco mientras se metía el glande, con trabajo, pero a esas alturas ella ya sabía que la parte que me volvía loco de ella,  eran sus ojos. Los tenia abiertos,  mirándome, como gotas de cielo que no se apartaban de mi rostro, mientras derramaba mi semen en su boca, el dulce placer que me provocaba su lasciva precocidad me dejaba planchado, ¿Cómo una niña podía ponérmela tan dura, y a la vez dejarme roto con solo un polvo? Por aquel entonces ni me lo plantaba, solo disfrutaba de ello. La abracé y me pasé 2 horas acariciándola, como la pieza más valiosa de un museo.

¿Que ocurre cuando una fuerza imparable choca contra un objeto inamovible?... Ambos ceden, no había otra. Mientras yo la ayudaba con los estudios, y trataba de refinar sus modales, Lola me arrastraba al mundo de la música electrónica y la fiesta sin descanso. A su vez, yo me negaba a ponerme un piercing o hacerme un tatuaje, y ella a vestirse de forma menos llamativa y mostrando menos de sus, muchos, encantos femeninos. Era una negociación constante, llena de vida y felicidad.

El trabajo fue lo más duro, mi jefa trató de convencerme, con armas de mujer, para que hiciera una excepción con ella, y que me la siguiera tirando. Cuando me negué, apartando sus manos de mi entrepierna, usó sus armas de jefa, amenazando con echarme si no la obedecía. Por suerte, mi jugada ya estaba planeada, la enseñé un bonito vídeo del móvil, con ella comiéndome la polla la primera vez que la hice mía, y cuando la dije que me pasaría por la empresa a recoger mi despido, dejándole aquello a los jefes, se puso de todas las tonalidades de azul. Fueron un par de semanas duras de trabajo, ya era tan brusca y cruel conmigo como con el resto,  pero me daba igual.

Tenía tal cantidad de videos, grabaciones y fotos, de chantajes útiles, usados o posibles en un futuro, que pensé entre risas que si me quitaran aquello podrían destruirme la vida. “Joder, es verdad”, deje de reírme, e  inmediatamente  hice copia de todo, varias de hecho, y las guardé en muchos sitios diferentes. Una ligera angustia que tenía por miedo a represalias se calmó dentro de mí, ya sólo tenía que bregar con alguna que otra ex amante, que acudía a mi portal montando escándalos.

Llegaron las fiestas, y preparé junto a Dani la noche de Navidad en mi casa, con mi familia, e invité a Lola, que pasaría todas las fiestas conmigo. No creía que sus padres no la dijeran nada, o no les importara eso, pero así era. Fui personalmente a presentarme a sus padres, y comentarles mi idea, por si se quieran venir o algo, pero me encontré la familia tipo desestructurada. Un padre que apestaba a cerveza, ni me miró a la cara cuando le saludé, con una voz ronca que apenas se entendía, dando gritos por cualquier cosa. Su madre era la definición de un estado de nervios, delgada, con la cara demacrada llena de ojeras, y fumando sin parar, con un temblor constante, su forma de hablar era  como si se le hubiera quedado una “G” enganchada en la campanilla. Si no consumía aún, había consumido drogas duras en el pasado, estaba seguro, sólo unos ojos azules escondidos tras unos párpados cansados hacían ver que era su madre, y aún así, eran tan tristes y apagados que no se podían comparar con los de su hija. El  remate fue el hermano pequeño de Lola, un mico de 11 años, que era un terremoto, se movía sin parar por la casa, mientras golpeaba las cosas, tenía un camión de juguete con el que iba rayando las paredes, y berreaba sin parar. Yo trataba de jugar con él, pero me miraba con asco, estaba claro que quería llamar la atención,  no paraba de moverse y hablar, su madre le susurraba que se estuviera quieto, con la voz rota de haberse rendido. Luego, mientras hablaba con su madre, ya que el padre ni se molestó en hablar conmigo, el crío pasaba por delante, y  pegaba con el camión en las piernas de Lola, haciendo un ruido molesto, e hiriente para los iodos, con la boca. Lola le miraba apartándolo con suavidad, con un gesto claro de que, si no estuviera yo delante, le haría algo peor que eso. Me dieron unas ganas locas de soltarle un bofetón al crío, de los que me daba mi madre de niño cuando me ponía algo tonto, algo tonto, no ya el bochorno que estaba protagonizando el hermanito. Parecía que no le habían dado un tortazo en su vida.

(Una nueva aclaración fuera de la historia. Pese a que  la violencia con los niños es un tema delicado, una buena hostia pone recto a cualquiera, eso lo sabía de propias carnes. Mi madre me daba bastante, pero nunca se propasó, digamos que me lo ganaba con trastadas. Mi padre me puso la mano encima una sola vez en toda mi vida, pero no se me olvidará jamás. No sé que estaba haciendo, revoloteando a su alrededor, él no paraba de decirme que me estuviera quieto, que iba a tirar algo, pero yo le sacaba la lengua, y seguía jugando a su alrededor, hasta que, como era normal, roce un mueble, y una figura de porcelana se precipitó al suelo. Del bofetón que me soltó, caí al suelo, y la marca se quedó en mi mejilla más de una hora. Mi madre se asustó, y a mi pobre padre le caía un berrinche encima de órdago, pero me miraba, y yo, con mis nueve años, entendía que no fue por romper la porcelana, sino por que me lo advirtió tantas veces antes, que estaba desafiándole para saber hasta que punto podía propasarme con él, y por los cielos que me quedó claro.

Eso si, a un niño no se le educa a golpes, eso son reacciones físicas inevitables ante un crío revoltoso, para zanjar el tema en un momento de rabia. Entiendo que a mí me han educado bien, y no por esos golpes, sino por que después de la bofetada, los broncas, los castigos  y hasta las humillaciones públicas, con clama y tiempo, se sentaban conmigo y me explicaban por qué habían hecho eso, que estaba haciendo mal, y como debería de comportarme en esas situaciones. Eso es, a mi entender, educar bien a un hijo.)

Lola estaba roja de vergüenza, y el camino de vuelta a casa se lo pasó sollozando. Puedes pasarte una hora, o un día, o años con una persona, y pensar que ya la conoces, “Una choni estúpida,  pastillera y borracha”, seguro que eso mismo has pensado de alguna, o alguno, que has visto por la calle, pero la realidad de cada uno es tan diferente, que atreverse a juzgar sin conocer bien los hechos, se vuelve una temeridad.

Me alegré mucho de haberme cruzado en la vida de Lola, y por egocéntrico y déspota que suene, sabía que podía darla una mejor vida que aquella. Pienso que no es justo juzgar  que mi familia educa mejor o peor, pero que sea injusto no cambia que la imagen que me dieron, sabiendo que iría a verlos, fue de una dejadez y desatención absoluta, casi un milagro que Lola no fuera ya una drogadicta, alcohólica y ya embarazada. Es duro decirlo así, pero era la sensación que tenía, más aún cuando, sentándome con ella para hacer los deberes, descubrí que no era ni tonta ni vaga, simplemente nadie le había dedicado tiempo. Hasta era mejor que yo en matemáticas, algo no muy complejo, y me juré que desde ese día, yo sería lo que Lola necesitara. Me pasé esa noche abrazado a ella, bajo las gruesas capas de mantas a casi  finales de diciembre, calmándola y dándola cariño, reconfortándola y sintiendo como se iba quedando dormida sobre mi pecho.

Por fin llegó el día de Navidad, estaba tan ansioso y nervioso que me temblaba el cuerpo. Lola fue un gran apoyo esos días, la idea que tenía en mente era tan brusca, que temí que Lola la rechazara, pero no solo lo aceptó, sino que le pareció una idea genial. Entre los dos, y Dani, que se pasó a ayudarme a preparar todo, teníamos mi casa casi lista para la cena de Navidad. Quería que lo estuviera antes de que llegara mi familia, en cuanto mi madre entrara por la puerta, todos seriamos peones en sus manos, mandé a Dani a su casa una hora antes de su turno, la había invitado a cenar con nosotros ese día y que se trajera a su familia, pero se negó agradecida. Imploré de rodillas a Lola que se pusiera uno de los vestidos menos llamativos que tenía, y me lo concedió, con tantos nervios como yo, por que iba a ver  a mi familia por primera vez. El vestido elegido por Lola, en sí, era rojo, casi gránate, de una sola pieza, desde los hombros hasta por debajo de las rodillas, algo ajustado pero elegante, con una medio luna en la espalda dejando ver el final de su espada, y el tatuaje del tribal en sus riñones, con unas medias finas y unos zapatos a juego. Había ido a una peluquería, pero se había hecho ella sola un peinado precioso, alisándoselo todo sobre un hombro, caía como una catarata de oro liquido,  y se maquilló tres veces, y cada vez, usando menos cosas. Me parecía absurdo, con la cara lavada estaba preciosa, las pecas de sus mejillas eran bonitas, pero se empeñaba en cubrírselas. Al final con un pinta labios gránate, algo de colorete en las mejillas, y una sombra menos grande de lo habitual en los ojos, salió preparada, y me desplome desmayado en el suelo, de broma, pero la visión lo merecía.

Me vestí en una cuarta parte del tiempo que usó ella, me miró con odio al verme con los vaqueros con slips,  una simple camisa, y estar alucinante, con la cara lavada y mi estudiado despeinado. Me senté con ella, con miedo a tocarla por estropear su belleza.

-YO: tengo que pedirte disculpas anticipadas.

-LOLA: ¿Por qué?

-YO: es laprimera vez que vas a ver a mi familia, y no sé como va a salir esto.

-LOLA: por favor Raúl, ya viste a mis viejos, no puede ser peor - bromeé girando la cabeza, y abriendo los ojos dudando de verdad en sus palabras.

-YO: no se yo…- sonrió alegre.

-LOLA: ni que  me fueran a comer o algo,  no me asustes, bastante “cagá” estoy ya - taconeaba con los pies en el suelo,  yo hacía lo mismo,  de nervios.

-YO: no es asustarte, pero mi familia no es muy normal que digamos, cuando estamos juntos tendemos a comportarnos de forma natural y desinhibida, mi padre es un alma libre chapado a la antigua, mi madre una obsesa del control, y mi hermana un ogro…

-LOLA: ¡No me jodas! ¿Pero os lleváis mal?

-YO: que va, nos queremos con locura, y son la mejor familia que podría desear tener - Lola entrecerró los ojos, sin entenderme.

-LOLA: no te sigo…¿Entonces me tengo que asustar o no? – sonreí, sin saberla qué decir.

-YO: solo te advierto que pase lo que pase, y ocurra lo que ocurra, procura no tomarte nada demasiado en serio, presta atención al hablar  con mi padre, no discutas con mi hermana, y ni se te ocurra mentirle a mi madre, por lo demás, se tú misma, y si los astros se alinean, antes de que cenemos ya serás de la familia  – Lola reía, tratando de asimilar todo aquello.

-LOLA: vale…- masculló –…si es solo eso…- impresionada y abrumada, la besé la mano, y bajamos a recibir a mi familia. Antes de que abrieran la puerta, me santigüe, necesitaba que aquello funcionara.

-HERMANA: ya estamos aquí, tato, baja al coche a ayudar a mamá.

-YO: hola, mira, ella es…- la iba a presentar, mi hermana la miró de arriba abajo, solo con eso Lola agachó al cabeza.

-LOLA: ho…hola.

-HERMANA: buenas, la nueva amiga de mi hermano ¿No?, Encantada…ahora baja a ayudar a mamá,  corre – me tiró del brazo, y cerró la puerta tras de mí, con Lola pidiendo ayuda a gritos con la mirada, antes de oír el golpe del portazo.

Bajé como el rayo, y subí de golpe todas las bolsas o cosas del  taxi en que vinieron, ya que el viejo y destartalado coche de mi padre estaba para pocos viajes. Saludé con rapidez a mis progenitores, recordándoles que estaba Lola, y que por dios no la asustaran. Subí aún más rápido, “Maldito ascensor”. Entré sudando en casa, no escuchaba gritos ni cosas romperse, “Buena señal”.  Dejé las cosas en la cocina, todo lo que había eran cosas para la cena, y aún quedaba toda la tarde por delante. Mi hermana y Lola estaban en el salón, moviendo las mesas y sillas que habíamos colocado.

-YO: ¿Qué hacéis?

-HERMANA: que eres un inútil, lo has colocado mal, y estamos arreglando esto – Lola me miró riéndose, ella misma las había colocado conmigo, pero no se lo diaria a mi hermana, cargaría yo la culpa de ese error. A Lola no se le caían los anillos por mover unos muebles, no era una flor delicada,  y mostrarlo ante mi hermana era un punto para ella.

-YO: pues yo creía que así puestas…

-HERMANA: ¿Y dónde nos metemos, si no has dejado sitio entre la mesa y el sofá ese? – gritaba sin mirarme.

-MADRE: bueno, ya vale, que se os oye desde el pasillo, no discutíais – llegaban mis padres, jadeando del ritmo que les había impuesto, y que no habían podido seguir.

-YO: por fin, mirar, os presento a Casandra, mi novia – la rodeé con el brazo ante mis padres, a mi  padre se le escapó una mirada de aprobación, sin duda la belleza de Lola era evidente para un varón.

-LOLA: Lola mejor, me gusta más…- mi padre se acercó a ella, y la cogió de la mano, besándosela con elegancia.

-PADRE: es una pena, con un nombre tan bonito como tú…en la mitología griega, Casandra significa “La que enreda a los hombres",  era la hija de Hécuba y Príamo, los reyes de Troya. Casandra era sacerdotisa de Apolo, con quien pactó…-  y se alejó con ella de la mano, contándole la historia de aquella mujer. Pondría cara de incredulidad, pero mi padre era así, y Lola parecía entusiasmada con la clase de historia griega.

-MADRE: ¿Esta quien es? – me sobresaltó por detrás.

-YO: ah, si, pues mi novia, ya te lo he dicho.

-MADRE: ¿Pero tu novia,  novia…u otra de tus ligues?

-YO: mi novia, voy en serio con ella…- tenía miedo a preguntar -…¿Qué te parece?

-MADRE: hombre…es monísima, aunque es algo pequeña para ti.

-YO: eso ya lo veo yo… ¿Qué ves…tú? – entendió mi frase, la observó,  sonriendo con gracia a mi padre, que aún le hablaba de la etimología de su nombre.

-MADRE: ya veremos…- me besó en la mejilla, y se alejó como una bruja antes  de sus hechizos, pavoneándose al saberse con un don, al que yo estaba recurriendo.

La tarde fue transcurriendo. Como no, mi madre se metió en la cocina, y nos tenía a todos preparando algo para la cena. Yo trataba de no separarme mucho de Lola, pero no siempre era posible, mi madre la encargó preparar una ensalada bajo su más estricta supervisión, supongo que así podría estar a solas con ella para conocerla, y cuando me pasaba por allí, mi madre no tardaba en sacarme a empujones. Las oía hablar y reír, para bien o para mal, mi madre se muestra como una persona encantadora y divertida, hace que te abras, mientras te hace un análisis profundo.

Así que me senté junto a mi padre, y charlé con él hasta que dejé de preocuparme. Mi hermana andaba con el móvil liada, no entendía por que Liz no pasaba esa noche con nosotros, yo sí. Para cuando empezó la cena, las risas recorrían la mesa, como me solía pasar al estar con mi familia, yo era el centro de todas las críticas de mi madre y mi hermana, de broma, se metían conmigo para sacar unas sonrisas. Mi padre seguía contándole historias a Lola, cuando se le ocurría alguna de las cientos que tenía en la cabeza, y Lola, de forma natural, se mostraba curiosa y encantada de escuchar. A mi hermana se la ganó aliándose contra mí en sus bromas, y mi madre seguía escudriñándola con la mirada,  con su estudio. La cosa iba bien, así que terminamos de recoger la mesa, y  mientras los programas de TV entretenían al resto, mi madre y yo limpiábamos un poco la cocina.

-MADRE: bueno, ¿Que tal estaba todo?

-YO: horrible, todo estaba malo…- me dio una colleja.

-MADRE: mira que no vuelvo a prepararte una cena de Navidad.

-YO: ¿Pues cómo va estar? Todo delicioso, como siempre.

-MADRE: ¿Y tú…como estás?

-YO: pues mejor, ya no me duele nada, y la cicatriz del costado casi ni se nota -  me levantó la camisa, para verlo por sí misma.

-MADRE: si es que…vaya susto me diste.

-YO: no fue nada…

-MADRE: ¿Y fue por ella? – señaló con el dedo al salón, donde estaba Lola con mi padre y mi hermana.

-YO: sí, aunque supongo que papá tiene cierta culpa también…

-MADRE: sí, supongo…- supongo que recordaba el romance con él, y las historias que me contaba de cómo la defendió de “los grises”, en las manifestaciones contra la dictadura.

-YO: ¿Y no tienes nada que decirme?   – me armé de valor para preguntar, y el tono se entendió con facilidad.

-MADRE: la has preparado bien, se nota que a papá se lo ha metido en el bolsillo escuchando sus historias, y tu hermana aún no la ha gritado, pero a mí no me la cuelas…-  me daba pánico como sabía ciertas cosas.

-YO: no quería que fuera mal…

-MADRE: da igual, a mí no se me escapa nada, se ha esforzado por mostrarse dulce y cariñosa, pero tiene genio y mucho carácter, yo no la enfadaría…- desde luego no había perdido el olfato -  …es preciosa, no se puede negar, pero es tan diferente a Ana…y a Irene…- bufé, mi madre seguía más enamorada de Irene que yo.

-YO: ya, deja a Irene en paz,  y a Ana,  necesito saber si puedo fiarme de Lola.

-MADRE: no sé que decirte, con una mujer tan temperamental, puede que sí, o que no,  lo que sé, es que si se ha esforzado tanto en caernos bien, es que te quiere con locura.

-YO: o quiere aparentarlo…

-MADRE: tal vez…pero hay cosas que no se pueden  fingir hijo mío… – se acercó acariciando mi cara con su mano -… te mira como a un Mesías que la ha arrancado del infierno, eso no es falso, pero la veo y no puedo evitar pensar que es una niña hosca y dura, su forma de hablar y de moverse, tan…poco femenina, no sé, a mí no me gusta, tú mereces algo mejor.

-YO: ¿Habla mi madre o tu instinto?

-MADRE: ¿Acaso tu madre no puede querer algo mejor para ti, que una niña barrio bajera?

-YO: claro que sí, pero  no me interesa que te parezca más o menos apropiada para mí, eso lo tengo que decidir yo, lo que necesito es saber si ves algo en ella, algo oscuro y retorcido, como viste en Eleonor y Ana – suspiró profundamente, mirándome a los ojos.

-MADRE: no sé que puede pasar, ni veo el futuro, pero por lo que he visto…no, no veo maldad en ella - una especie de luz creció en mi interior, rompiendo en un sonrisa imposible de borrar, me lancé a sus brazos y la levanté del suelo un palmo, besándola en la mejilla con fuerza.

-YO: gracias, es lo que necesitaba saber.

-MADRE: pero ándate con ojo, y cuídala bien  – seguía siendo una madre.

El postre que sacamos, cerca de las 12 de la noche, me supo a gloria. Lola me miraba sin comprender por qué de golpe me brillaban los ojos al mirarla, me sujetaba de la mano y me la apretaba preguntándome por qué sonreía.

Estaba feliz, completamente, y cuando pasó la media noche, empezamos a repartirnos los regalos. Mi padre me dio un libro de la segunda guerra mundial, me encanta ese tema. Mi madre ropa, “Cómo no”, y mi hermanan unas cuantas películas en DVD. Lola unas zapatillas de deporte, a modo de guiño, por cómo nos conocimos.

Y llegaron mis regalos.

 

Lola – Regalos.

A mi hermana le compré unas entradas para un musical de la Gran vía que llevaba dos años queriendo ir a ver. A Lola un juego de pulseras, pendientes y colgante de oro blanco, me puso la cara perdida de carmín al ver los zafiros incrustados, eran brillantes y llamativos, pero al lado de sus ojos eran meras piedras, me costaron un dineral  pero ahora sabía que lo merecía. A mi madre la di unos pendientes cortos de los que la gustaban, y un perfume. Entonces, empecé la obra de teatro.

-YO: bien, pues ya solo me quedan dos regalos, el de papá, y otro para los tres… - señalé a mis familiares –… pero me tenéis que jurar que los aceptareis.

-PADRE: hijo, no me gusta jurar algo sin sabe que es.

-YO: ¿Os fiáis de mí?

-HERMANA: no – la risa denotó la ironía, aunque me conocía lo suficiente como para sujetarse bien a la silla.

-YO: venga, ¿Qué puede ser tan malo?

-MADRE: está bien, ¿Pero no nos asustes? – el resto asintieron con la cabeza, y   Lola me apretó del brazo de tensión.

-YO: bien, pues allá vamos, primero el de papá – metí la mano en mi bolsillo y saqué el objeto que le tiré, lo cogió con cierta habilidad, al abrir la mano vio las llaves de mi coche, el de  alta gama que me regaló Eleonor.

-PADRE: no, hijo, es demasiado…- amagó con devolvérmelas, pero no las acepté.

-YO: es tuyo.

-PADRE: ya tengo coche.

-YO: una tartana de hace 10 años que no deja de ir al taller y consume más que un avión…no, es tuyo.

-PADRE: ¿Y tú te quedas sin coche?....No

-YO: tengo coche, Teo se ha comprado uno con su sueldo, y el que compramos de segunda mano al mudarnos ya no lo necesita – técnicamente todo era cierto, aunque no había hablado con Teo nada de que me quedara ese coche.

-MADRE: hijo, es un regalo que te hicieron a ti.

-YO: por lo tanto, es mío y quiero dárselo a mi padre, por hacerme el hombre que soy, se lo debo - bastó una pizca de sentimentalismo para que nos fundiéramos en un abrazo, y aceptara a regañadientes. Era un gran aficionado a los coches y la carretera, pero no a la velocidad, si no a disfrutar conduciendo, y llevando a su familia de viajes a conocer ciudades, castillos e historias.

-HERMANA: a mí me parece genial, es mucho coche para un renacuajo - era su forma de mostrar su conformidad con el regalo.

-YO: bien, ya solo queda un regalo… – me agaché sobre la cara  de Lola, y la susurré que fuera a cogerlo, dándole un ligero beso en la mejilla, sonrió levantándose a por él, regresó con una carpeta de piel –… este es mi último regalo de hoy, he sido un adolescente estúpido, así que os pido disculpas por no regalaros  esto desde un principio, sois mi familia, me habéis cuidado desde siempre, y pese a todo lo malo, y lo bueno, habéis estado conmigo, me habéis hecho feliz y  os debo tanto que no podré pagarlo nunca, aún así, aceptar este regalo como anticipo, y sobretodo, gracias.

Expendí la carpeta ante mis padres, la abrieron, y como suele pasar… no entendían nada. En mi cabeza  siempre se entienden estas cosas,  pero la vida real es tan decepcionante.

-MADRE: no entiendo, ¿Qué es esto?

-PADRE: no sé, parecen unos papeles, no veo bien, espera que me ponga las gafas de leer - solté una risa pegándome con la cabeza en la mesa, desesperación por romper el momento tan bonito.

-HERMANA: déjame que yo si leo bien…- leía sin entender mucho pasando las hojas - …parecen las escrituras de un piso.

-YO: de este piso en concreto – solté medio cabreado.

-MADRE: ¿Y para que me las das? ¿Quieres que las guarde?  – la miraba atónito, pensando que sería una broma, pero realmente no lo entendía.

-YO: ¡¡¿ Para que coño te iba a regalar que me guardes unos papeles?!!

-PADRE: bueno, cálmate, y dinos, ¿Para que nos das esto? – me mordía la lengua, por no saltar con alguna grosería.

-LOLA: Raúl no les da la carpeta, les da las escritoras de este piso, amos, les regala este ático de lujo - por una vez, la simplicidad dialéctica de Lola fue útil, y los ojos de mis familiares se abrieron a la vez, al inicio comprendiendo por fin el regalo, y luego sobresaltados al entenderlo.

-MADRE: ¡¡¿Pero qué dices?!!

-HERMANA: ¿Tú estás loco?

-PADRE: ¿Nos das…la casa?

-YO: así es, solo  pido que me dejéis vivir con vosotros.

-MADRE: puedes vivir con nosotros siempre que quieras hijo, pero en nuestra casa, no aquí, esto es…demasiado.

-PADRE: hijo, te lo agradecemos de corazón, y es muy bonito, pero es tú casa, no la nuestra.

-YO: no quiero esta casa, no sin vosotros, estoy sólo todo el tiempo… y os echo de menos.

-HERMANA: por mi prefecto…

-MADRE: tú cállate…– le dijo de forma severa, mientras se levantaba andando hacia mí – …Raúl, gracias, pero no podemos aceptarlo.

-YO: ¿Por qué?

-PADRE: ya sabes que no somos así, nos gusta ganarnos nuestras cosas, un coche o una casa son cosas que has de aprender a apreciar, pagándolas y sufriendo, para entender lo valiosas que son.

-YO: ¿Y no os lo habéis ganado ya? ¿Que más tenderíais que haber hecho? Papá lleva trabajando desde los 15 años, se ha roto la espalda trabajando toda su vida para darnos un futuro, para ir de un piso en alquiler a otro,  o pagando las hipotecas de un coche o vuestra casa. Lleváis 17 años pagándola, aún nos quedan otros 12 años, y aún así es el hombre que más respeto y quiero del mundo. Mamá se las ha ingeniando para criar a dos hijos casi sin dinero, y ha trabajado, incluso en dos sitios a la vez, y pese a ello habéis educado como muy poca gente podría hacerlo, a mí y a mi hermana, que con 27 años ni siquiera se puede plantear irse a vivir con un chico, por que no tendría dinero para ello por que ayuda en casa. Lleváis toda la vida sufriendo y peleando por tener un vida digna, y eso se acabó, ya está, habéis llegado a la meta, ya no tenéis que seguir peleando, os habéis ganado esto …– señalé la casa, y las llaves del coche –… esto y más, pero no lo tengo, si lo tuviera os lo daría, y si logro tenerlo os lo daré…me he pasado casi dos años en esta casa y no la he podio llamar hogar, jugando a ser un adulto, sin darme cuenta que lo primero que tendría que haber hecho, es daros lo que os merecéis, esta casa, sin preguntas ni condiciones, es vuestra, solo tenéis que firmar esos papeles.

El discurso lo tenía medio pensado, era obvio para cualquiera que los conociera que no lo aceptarían sin poner objeciones. Aún así, una lagrima caía por mi cara, y algunas partes no fueron tan bonitas como quería, pero sí reales, creo que eso le dio más emoción al mensaje. No podía entender cómo no se me había ocurrido antes, mi familia lo era todo, y los había dejado tirados en aquel agujero de extrarradio, mientras yo vivía la buena vida…se lo debía. No obstante, el silencio llenó la casa,  Lola trataba de que no se le corriera el rímel sollozando, y a mi padre le temblaba la barbilla, con mi madre lloraba abiertamente, aferrada a mi pecho.

-MADRE: no es justo para ti…- me acariciaba con los dedos en la cara.

-YO: yo soy joven y fuerte, seguiré peleando hasta ganarme mi derecho disfrutar de la vida, vosotros ya lo habéis hecho, con creces, lleváis luchando por una vida mejor desde que nacimos… ahora esta es vuestra recompensa.

-PADRE: ¿Y que hacemos con nuestra casa? Los del banco querrán seguir recibiendo el dinero de la hipoteca aunque no vivamos allí, o se quedarán la casa.

-MADRE: ¡Que se la queden! Estoy más que harta de ellos, podemos venderla,  por menos de lo que nos queda por pagar, y así nos libramos de ellos  – mi madre ya pensaba en todo, “Esto arranca”.

-HERMANA: ¿Y qué hacemos?

-PADRE: hombre, a mí me pilla más cerca del trabajo aquí.

-MADRE: y sin tener que pagar las malditas cuotas mensuales tendiéramos más dinero al mes.

-YO: ¿Entonces…? - miré uno por uno a mis familiares, asintiendo, mirando de reojo la casa.

-MADRE: ¡A la mierda todo…nos mudamos! – se secó las lagrimas, y firmó los papales. Mi padre me preguntó con la  mirada si estaba seguro  por última vez, antes de firmar.

No recordaba unas fiestas tan divertidas, nos pasamos hasta altas horas de la madrugada jugando a las cartas, riéndonos y bromeando. Para aquel entonces Lola ya había bajado los escudos,  era ella misma, y  parecía que nos conociéramos de toda la vida. Los astros se habían alineado, y yo estaba seguro de que había hecho lo correcto.

A las 6 de la mañana, ya cansados y algo tocados por la bebida, fui con Lola a comprar unos churros con chocolate, bien abrigada aferrada a mi brazo, tal como me gusta. Mientras nos despachaban en la tienda, hablábamos.

-LOLA: no me creo lo que has hecho…

-YO: es mejor que quemar la casa, supongo – sonrió, recordando sus palabras.

-LOLA: estás cosas no ocurren, no eres un ricachón, y lo único de valor que tenías lo acabas de regalar como si nada  – la acaricié la cara pasando los dedos entre la cortina dorada de su pelo, y la besé sin importarme mancharme de su maquillaje.

-YO: lo más caro tal vez, no lo de más valor, lo más valioso es mi familia, y ahora tú formas parte de ella – arrugó el contorno de los labios, parecía que era lo más dulce y hermoso que le habían dicho nunca.

-LOLA: me cago en la puta, que suerte he tenio…- se abalanzó sobre mi vientre, abrazándome con tal fuerza que me hacia daño, pero  la rodeé con los brazos.

-YO: la suerte la he tenido yo de encontrarte – parecía un cumplido simple, pero si no es por ella, seguiría en aquella casa, sólo, y con una vida vacía.

Al llegar a casa desayunamos y charlábamos de la logística, de cómo se harían las cosas. Hacerlo durante las fiestas era lo  lógico, mucho follón pero eran días libres. Sentía un hormigueo en el estómago mientras debatíamos que habitación sería para cada uno, y mi madre ya planificaba cada detalle de todo.

Al terminar, llevé a mi familia a su casa en mi coche, mi padre iba algo bebido, nunca borracho, pero si tocaba control daría positivo. Además, así les dejaba ya el coche allí. Cogí las llaves del viejo familiar de mi padre, y me las vi negras para regresar con él, la dirección dura, los frenos gastados y sin muchos de los equipamientos modernos de ayuda en la conducción. Mi padre me decía que si aprendías a conducir con  un coche así, serías capaz de conducir cualquier cosa.

Iba a casa con una sonrisa se oreja a oreja, y con unas ganas locas de celebrarlo con Lola, pero al subir al ático, me la encontré tumbada en el sofá, totalmente dormida. Me quedé sentado a su lado, observándola en silencio, la di un beso y ante su remoloneo, la cogí en brazos sin dificultad alguna. La subí a la cama, y la desnudé lentamente, al quitarla los zapatos soltó una exclamación de gusto inconsciente. La puse su pijama gordo de lana, arrepintiéndome de no sentir su delicada piel durante la noche, ni poder seguir mirándola medio desnuda, y me acosté a su lado, sólo con un pantalón de pijama algo suelto y desgastado, abrazado a ella y durmiendo,  con una sensación de paz absoluta.

Me despertaron los besos de Lola en el pecho, enfoqué la vista para ver su precioso rostro junto a mi cara, con su larga cabellera rubia cayendo por su hombro hasta mi pecho, y sus imponentes ojos azules, que me dejaban sin aire, aunque es probable que tenerla de rodillas encima de mi vientre ayudara a ese efecto.

-YO: hola, rubia…- la besé con ternura.

-LOLA: buenos días, caballero – mordisqueó mi mentón con fuerza.

-YO: no merezco tal titulo.

-LOLA: ¿Eso crees? ¿Cuantos tíos se hubieran aprovechado de mí anoche? No sé de ninguno que me desnudara en la cama, y en vez de follárme, me ponga el pijama y se duerma abrazado mi…a ninguno, salvo a ti.

-YO: ¿Y que iba ha hacerte? ¿Abrirte de piernas y metértela mientras duermes?

-LOLA: no serias el primero que lo intenta…- acariciaba mi pecho con su dedos.

-YO: mi pobre Lola…- giró la cabeza, algo pensativa.

-LOLA: sabes, me cayó muy bien tu padre.

-YO: suele pasar, es un trozo de pan.

-LOLA: sí, además me contó muchas historias, de mi nombre, Casandra,  me gustó mucho esa historia.

-YO: ¿Acaso no la sabias?, ¿No te has buscado en Internet o algo?

-LOLA: pues no, Lola siempre me pareció más molón, pero no sé…Casandra, tal como lo decía tu padre parecía precioso.

-YO: es precioso.

-LOLA: ¿Y si me cambio el nombre?

-YO: ¿Por cual?

-LOLA: amos, no cambiármelo, que si  dejo de llamarme Lola, Casandra es más profundo, no sé, quizá así me tomen en serio.

-YO: tú decides, rubia, nunca supe por que te llamaban Lola.

-LOLA: pues porque soy pequeña, parezco una niña y eso, mi madre me lo decía y se me quedó, pero ya no me gusta.

-YO: pues entonces Casandra a partir de hoy…- sonrió halagada.

-LOLA: dilo otra vez

-YO: Casandra, Casandra, mi pequeña y bonita Casandra – lo repetía, por que cada vez que lo decía, me besaba.

-CASANDRA: me encanta como suena.

-YO: genial, por que yo también me voy a cambiar el nombre, ahora me llamaré…Eladio – me abofeteó con fuerza.

-CASANDRA: no te burles, que te pego.

-YO: ¿Quizá Walter? - me soltó otro bofetón, al cuarto o quinto nombre, estabamos ya enzarzados en una ficticia pelea en la cama.

Mi polla dura de las mañanas resalía en el pantalón de pijama suelto, y al movernos la rozaba con ella. A su vez, la risas y los giros la levantaron  la parte de arriba del pijama, dejando su ombligo al aire. La inmovilicé con algo de dificultad, y la besaba y jugaba con su ombligo mientras la sacaba carcajadas de cosquillas, hasta que poco a poco mis labios iban haciendo menos cosquillas y  más caricias. Las risas se iban apagando, y una tensión sexual enorme apareció de la nada.

Me sujetaba la cabeza como si fuera un balón de baloncesto, mientras subía por su cuerpo y caía tumbado sobre ella besándola con pasión, sus manos acariciaban mi torso mientras yo jugaba con mi lengua en su boca. Era excitante ver la habilidad y sensualidad de esa mujer con un pijama de niña pequeña. Tiré de la parte de arriba hasta sacársela, con un río de cabello rubio cayendo sobre su cuerpo, se lo aparté con cuidado y mientras algunas risas flojas afloraban en su rostro, yo acariciaba sus senos mientras pellizcaba sus pezones, se retorcía de gusto cuando una de mis manos la cogía de la nuca acariciándola con el pulgar detrás de las orejas, y lamía un pezón tan duro que podría rayar un diamante.

Los dos suspirábamos perdidos en la pasión, y poniéndome de rodillas tiré, tanto del pantalón  como del tanga que llevaba puesto, y la dejé desnuda ante mí. Retrocedí para caer con mi boca en su coño, que brillaba con las primeras gotas de placer, me entraba su vagina entra en la boca, y mi lengua para ella era un micro pene que la hacia vibrar. Cerraba las piernas sobre mi cabeza jadeando al sentir como chupaba y lamía su clítoris y tiró de mi pelo cuando varios dedos la estaban penetrando buscando su punto G. Se movía ansiosa, y me costaba mantenerla quieta, elevaba su cintura apoyada en la nuca y se dejaba caer a plomo. Un primer orgasmo la llegó, y no descansé hasta sacarla el segundo, allí me fue imposible sujetarla, y se encogió rebotando sobre la cama con espasmos leves.

Cuando iba a por ella, me pateó en el pecho echándome hacía atrás, y saltó sobre  mí, besándome y probando su propia lujuria. Sus manos en mi polla acariciaban por encima de la tela, y de un empujón me dejó sentado en la cama,  tirando de mi pijama, al ver mi rabo saltar tieso ante ella, se relamió con lascivia. Fue ascendiendo por mis muslos como una serpiente hasta lamer mis testículos con esmero, luego iba subiendo por mi polla repasando toda una línea recta desde la base hasta la punta con la lengua, sin dejar de mirarme fijamente, y una vez arriba sus manos empezaron a masturbar de forma rítmica, lamiendo y succionando el glande como la copa de un helado. El morbo podía ser aún mayor al pensar en la diferencia de tamaños, pero yo ya no veía a una niña, sino a una mujer que me estaba dando una mamada de campeonato, metiéndose el glande entero en la boca y jugando con él. No tragaba más, no podía sin romperse las mandíbulas, pero era suficiente.

Me tumbé en la cama suspirando al sentir su lengua, a los pocos minutos no pude reprimirme, la cogí de los brazos y me la senté a horcajadas encima, por poco no la empalo en el gesto. Mi polla quedó aplastada por sus labios mayores, y mientras me besaba, su cintura hacía que su pelvis acariciara todo el largo de mi verga. Al tercer movimiento me hizo lamerla los dedos y se los llevó a coño.  Se lo abrió lubricándolo, dirigiéndome  a su entrada y fue apretando lentamente para que fuera entrando en ella. Aquellos días la habían vuelto a abrir  lo suficiente para que entrara fácilmente, pero a partir de la mitad su cara, a escasos centímetros de la mía,  era un 90%   placer y 10% sufrimiento, o quizá fuera al revés. Pero le encantaba sufrir eso, sentir como la iba llenando, casi sacársela por la garganta. Al final le di un golpe travieso de cadera que se la introdujo entera,  con un leve gemido de bestia que salió de mí, y ella permaneció inmóvil medio segundo, antes de volver a respirar.

-CASANDRA: ¡oh dios…fóllame…fóllame, por favor! - arañaba con fuerza en mi pecho, mientras no dejaba de repetirlo entre besos y lametones en la cara.

Ella misma estaba ya contoneándose sacándose parte de mi erección, y volviendo a metérsela de forma lenta. Unos hilos de fluidos bajaban por mi polla mientras ella empezaba a cabalgarme a buen ritmo, la sujetaba de las caderas dando un leve empujón al final de cada estocada, y sus tetas jóvenes y tersas botaban ante mí. Las lamía con gusto, apretándolas entre los dedos, era casi cómico verla querer llevar el ritmo, casi, por que pasado el tiempo estaba entrando y saliendo de ella por completo, disfrutando como un enano de sus orgasmos, que no la hacían parar de subir y bajar. Incluso se regodeaba  con un gran movimiento de pelvis, totalmente ensartada, girando la cadera con la espalda echada hacia atrás, y los brazos colgando como dos pesos muertos. Me corrí dentro de ella de tal manera que sus paredes vaginales encogieron sintiendo el  placer, casi me sorbía la vida, y cayó sobre mi pecho empapada en sudor y entre risas y besos. Me sentía el ser más afortunado de la tierra.

-YO: ¿Que tal una ducha? – asintió.

-CASANDRA: juntos – atinó a susurrar entre jadeos, no podía quererla más.

Me puse en pie con ella aún ensartada por una polla flácida. Trataba de rodearme con las piernas pero no le daban como para cruzarlas tras de mí, así que con su culo terso bien agarrado, nos metí en la ducha dejando caer el agua tibia. Ver su cabello rubio mojado, y sus senos joviales húmedos, ya me la pusieron dura de nuevo, la apoyé contra la pared de la ducha sintiendo su escalofrío al notar los azulejos gélidos a su espalda, y como no poda rodearme con las piernas, la cogí una mientras ella apoyaba la otra en el asidero de la ducha, y aferrada a mi nuca, sus ojos brillaban azules de deseo.

La estaba empalando antes de querer pensar hacerlo, dando golpes de cintura tan fuertes que sentía sus labios mayores besando la base de mi miembro. Se quedaba en estado ingrávido unas décimas de segundo, y volvía a descender para recibir de nuevo a mi falo, una y otra vez. Sus gritos al correrse me excitaban, sus golpes en mi pecho no me dolían y cuando la besaba me mordía el labio inferior haciéndome daño, clavando sus largas uñas en mi espalda mientras su cuerpo temblaba. Sentía una fuente de liquido cálido caer por mis piernas, y no era agua.

La posición cansaba, y la dejé en el suelo de la bañera, pero totalmente ida a mi merced. La apoyé contra la pared, de cara a  los azulejos, y la penetré desde atrás teniendo que bajar la cintura para entrar en buen ángulo. Le dio tales golpes a la pared que una repisa de jabones se precipitó al suelo. Yo estaba desatado follándome por detrás el coño de una mujer a la que casi triplicaba el volumen, metiéndola una polla descomunal sin sentir nada más que un placer indescriptible al verla gozar tanto como yo.

La bestia acudió sedienta de sexo, pero tanto la dio a ella, ser follada normalmente o por la bestia, le daba igual, era tan titánico lo uno como lo otro. Pero su cuerpo se debilitaba a los minutos, y sus gemidos se apagaban en un mar de sensaciones que la hacían desvanecerse al sentir su coño palpitar en carne viva. Al correrme la separé de la pared, y la daba embestidas fuertes y profundas agarrado de sus tetas, el sonido en sus nalgas era el de golpear mármol, y al llenarla de leche, de nuevo, sus músculos vaginales se apretaron regalándome unos segundos de lujuria absoluta.

Al soltarla casi se va al suelo,  y me pidió con desesperación que la dejara un rato a solas. Hacía bien, si me quedaba allí no respondía de mí. Me bajé a darme un chapuzón en la piscina, y cuando bajó vestida solo con un tanga y mi camisa del día anterior, simplemente atada en el ombligo, casi  voy a por ella otra vez, pero tenía el poder de perderme en su mirada.

Desayunamos algo de los restos de la cena de anoche, sin palabras, solo mirándonos embobados, estaba con el pelo mojado sin volumen, la cara lavada y sin maquillaje, sin artificios ni turcos, y era la cosa más bonita que había visto nunca. La hice un par de fotos pese a que ella se negaba, al decir que estaba horrible, pero todas las fotos eran preciosas, como ella.

-YO: ¿Estás bien? No pretendía haberme pasado en la ducha…

-CASANDRA: no soy ninguna mojigata …– me pegó un manotazo en la espalda –… me gusta que me folles así – me azotó en el culo apretando mis nalgas por encima del slips que llevaba puestos.

-YO: pues esto no es nada, cuando te pille un buen día te vas a arrepentir.

-CASANDRA: estoy desando sentir como me abres el puto coño a lo animal – me mordió en la espalda, del dolor me giré cogiéndola en brazos, sentándola en la encimera y besándola con pasión, mientras sonreíamos y ella me acariciaba la cara con sus delicadas manos.

-YO: como no te estés quieta, te lo demuestro aquí y ahora.

-CASANDRA: seguro que sí, pero hemos quedado con tus padres para comer con ellos.

-YO: joder es verdad, vamos vístete  – la bajé al suelo,  azotando su culo mientras la doblaba la espalda con un beso enérgico.

Lo pasé mal conduciendo otra vez la tartana de mi padre, pero era un bajo precio por su felicidad, comimos en mi casa y Lola…bueno, Casandra se mostraba mucho más suelta y natural, algo que a mi hermana la encantó. Seguimos hablando y planificando todo lo de los próximos días. Por la tarde fuimos a cenar a casa de los padres de Lola, lo hicimos sólo con su madre, su padre estaba tan borracho del día anterior que aún dormía, y el hermano pequeño me sacaba de quicio todo el rato. Al despedirnos, les di las gracias y dejé allí a Casandra hasta unos días después, en que nos veríamos de nuevo, “Con calma, no te precipites”.

Los siguientes días fueron un carrusel de viajes, llamadas, y papeleos. Resulta que vender una casa que ya has pagado al banco casi la mitad de la hipoteca es muy fácil, ya tenían comprador antes del cambio de año, y en cada viaje me llevaba algo a mi casa, “A su casa”, me recordaba constantemente. Cada día hablaba con Casandra, o quedábamos con  amigos a charlar y reír, los míos desconfiaban tanto de Casandra por sus formas, que tardaron en comprender que tras la fachada mal hablada y vestida a su manera, era una chica tan normal y divertida como ellos. A Casandra le resultó gratificante ver que se podía pasar bien el rato sin estar bailando, escuchando música a todo trapo y bebiendo hasta desfallecer, con juegos de mesa y partidas de cartas. Aunque en los fines de semana su alma “fiestera” era irrefrenable y teníamos que salir a bailar a cualquier sitio.

En fin de año, y reyes, no pasó nada a destacar, salvo un encontronazo en la fiesta de fin de año que fuimos a una megadiscoteca,  entre Casandra y una de mis ex amigas, la aprendiz de zorra de Rocío,  de mi época del instituto. Nos cruzaron en la pista de baile, y la aprendiz estaba tan borracha que mientras hablábamos se me lanzó al cuello con Casandra delante. Por poco la desgracia la cabeza  con un zapato de tacón.

La mudanza fue larga y constante, un día Teo y Manu nos ayudaron y parte de las chicas del piso de estudiantes, e hicimos un gran avance en todo. Alicia seguía triste, pero me sonreía de verdad, con arrugas en los ojos, casi veía orgullo en su mirada al ver lo que había hecho por mi familia, pero en cuanto Casandra apareció, su rostro se giró tenso y se acabó marchando. Me daba mucha pena verla así,  no era mi intención hacerla daño.

Para después de reyes ya tenía a mi familia instalada y viviendo en mi casa. “Su casa, joder”. El choche  la primera vez que mi madre se cruzó con Dani, fue  épico, como un duelo de pistoleros del oeste, pero en vez de pistolas, sprays de lejía, y en vez de cartucheras, trapos para limpiar. Dani llegó y, pese a estar avisada de todo, ver a mi madre limpiando la cocina la torció el gesto. Las calmé a ambas, ya sabía que a mi madre, por mucha criada que la  pusieras, seguiría limpiando y haciendo la casa, pero en un par de días se cuadraron las cosas, y ambas parecían muy felices al tener menos trabajo que hacer,  pero seguir siendo  útiles.

A ellas, como al resto, les hice ver que había llegado una nueva etapa a esa casa, una etapa diferente, en que la familia, se volvió importante, como nunca debió dejar de serlo.

(9,80)